24.

Era de esperarse que ese día fuera fatal, así se había sentido. El tiempo parecía no haber funcionado normalmente.

En momentos había sentido que los minutos eran eternos, cuando pensaba en que ya no quería sentir esa pena, cuando se daba cuenta de que iba a tener que agarrarse del trabajo para poder seguir conectada a la sociedad.

En otros instantes parecía que la misma cantidad de minutos corrían con una descarada prisa. Por ejemplo cuando en la línea del comedor los empleados detrás de las mesas calientes le preguntaban que deseaba que le sirvieran y su mente no podía enfocarse, entonces la gente detrás de ella en la fila comenzaba a incomodarse y Ginny se acercaba a ella para sacarla del predicamento "porque no tomas el chicken pot pie, siempre te ha gustado"

Al final del día parecían los minutos parecían acelerar y detenerse intermitente e interminablemente.

Ginny insistió en esperarla para acompañarla a su departamento. Y después de presenciar una hora de trabajo extra, finalmente Ginny agotó su paciencia "ok, Hermione, no creas que vas a resolver tus conflictos trabajando hasta no poder más. Vamos, es hora de ir a casa".

Ya en su departamento, Ginny comió un poco de comida que Hermione tenía en el refrigerador y hablaron un poco, pero sobre todo cocinaron casi en silencio después de que Ginny notó que su amiga contestaba en monosílabos . Cerca de las 9 de la noche Hermione le aseguró que estaría bien, que podía ir a su casa. Con un poco de indecisión pero mucho cansancio, Ginny aceptó despedirse, no sin antes asegurarse de que, no importando la hora, su amiga le llamaría si necesitara apoyo.

Una vez que se quedó sola, Hermione permaneció parada en el mismo lugar observando la chimenea por donde había desaparecido su amiga. Pasaron muchos minutos que a ella le parecieron un instante muy breve. Un sonido de reclamo que salió de su estómago vacío la trajo de regreso a la realidad. Le había prometido a Ginny que intentaría comer si sentía hambre. Y probablemente el dolor de estómago que sentía se podía calificar como hambre.

Caminó hacia la cocina y sirvió en un tazón un poco de sopa de chicken noodle. Se sentó en uno de los bancos de la isla de la cocina y comió muy lentamente, sintiendo que lo que estaba comiendo era sopa de cartón remojado en agua salada. Conscientemente sabía que la sopa que había preparado con la ayuda de Ginny tenía aroma y sabor, pero era como si su mente no tuviera en ese momento la capacidad de percibir y procesar esa información.

Después se preparó para dormir lavando su cara y sus dientes. Se puso su pijama, la más cómoda, una de franela porque tenía frío. Cuando estaba lista para ir a la cama, pensó que en realidad no podría aún dormir, a pesar de su cansancio extremo. Tomó su almohada, la más suavecita y decidió ir a la sala y tratar de distraerse con la televisión. La prendió y buscó algún documental, con la esperanza de que el tema la atrapara.

Sentada en una orilla del sofá, se acurrucó en forma de ovillo abrazando su almohada y recargando su cabeza en ella. Definitivamente no podía entender nada. Escuchaba por un minuto y su mente viajaba a otros lugares… al pasado, al futuro, al presente,

Alrededor de las 11:30 se quedó dormida.

Estaba en la cima de una montaña. Había una vegetación no muy densa alrededor. Ella estaba parada junto a un árbol de tronco muy grueso, podía ver a la distancia a un grupo de personas. Parecía que estaban empaquetando cosas y metiéndolas cuidadosamente en dos baúles amarrados en los costados de un gran dragón. Las escamas del dragón de colores maravillosos dando destellos de verdes, azules y grises. Con los ojos de su subconsciente vió a Draco en medio del grupo. Se estaba poniendo una capa de piel negra y supo que se estaba preparando para viajar a tierras muy lejanas. Por un segundo se enderezó a toda su altura y dió un paso hacia adelante, tenía que detenerlo antes de que se fuera para siempre. Inmediatamente se detuvo porque algo dentro de ella le decía que Draco no estaría feliz de verla. Lo miraba con tristeza mientras el chico comenzaba a caminar hacia la montura del dragón. Deseaba con todo su corazón que volteara en su dirección, que la mirara y que fuera a su encuentro aunque fuera para una vez más volver a tocarlo antes de que saliera totalmente de su vida. Iba a comenzar a montar el dragón y ella le mandaba toda la energía de sus pensamientos deseando que mirara en su dirección. Súbitamente alguien tocaba una puerta ¿dónde había una puerta en aquella montaña? En un instante la imagen se desvanecía y ella era arrastrada hacia otro escenario.

La televisión susurraba información y su almohada caía al piso mientras ella se incorporaba para entender que de hecho seguía en la sala de su departamento, y que el sonido de un timbre sonando no venía del programa de televisión. Inmediatamente después del timbre, la puerta, su puerta, volvió a ser tocada con aparente prisa.

Volteó a ver el reloj de pared colgado cerca de la chimenea mientras se levantaba del sillón. Eran veinte minutos antes de la media noche.

Ring, sonaba nuevamente el timbre. Pensó en las posibilidades. A alguien le urgía verla ¿sería alguno de sus vecinos que había venido a quejarse del sonido de su televisión a esas horas de la noche? No, el volumen estaba muy bajo.

Se agachó, levantó la almohada, la colocó en el sillón y tomó su varita de la mesa de centro. Mientras se dirigía a la puerta y pensaba en su seguridad. En el hecho de que sus amigos mágicos la visitaban por el floo y los no mágicos antes de visitar le hablaban por teléfono.

Quizás alguno de los otros inquilinos del edificio tenía alguna emergencia.

Se levantó un poco sobre la punta de sus pies para mirar por la mirilla y lo vio, exactamente antes de que volviera a tocar el timbre.

Su corazón dio un brinco, rápidamente se miró a sí misma y pasó su mano sobre su pijama en un intento de desarrugar la tela ¿como era que él estaba ahí?

Abrió la puerta mientras su corazón amenazaba con salirse de su pecho.

-Draco ¿Cómo —

Fue lo único que alcanzó a decir antes de que en un movimiento súbito, veloz y preciso él ya la tenía atrapada contra su cuerpo. La mano derecha en su espalda, a la altura de su cintura, la izquierda en su cuello y su cabeza, los dedos separados y las yemas de cada uno presionando con sensualidad. Su boca en la de ella besándola con desesperación.

Su mente aún estaba confundida y medio dormida pero la sensación de la boca besándola era mágica. El calor del cuerpo masculino que la rodeaba era la experiencia más reconfortante, olas de calor humano que venían de él y la rodeaban e inundaban su cuerpo. Su fragancia de hombre unida a la de esa loción tan especial que ella había elegido para él. Era como llegar a casa después de un viaje tortuoso de regreso, desde un exilio en una tierra árida e inhóspita.

Él era su hogar. Volverse uno con él era viajar al lugar más especial en el universo.

Y ella lo besaba también, curvando su cuerpo para tener la mayor superficie de contacto. Sus manos habían subido por su pecho y se movían buscando sentirlo, empuñando su camisa, como para asegurarse de nunca volver a perderlo.

Él la soltó y se separó un poco de ella.

-¿Estás sola?

Ella asintió, no queriendo pensar mucho en las implicaciones de su pregunta. Sabía que era lo que vendría después de contestarle. Y también sabía que debía preguntar cosas, cosas que no quería pensar, porque lo que quería era besarlo aunque fuera una vez más. Así que le prohibiría a su mente preguntarse cosas, por lo menos en esta ocasión. Por lo menos para un último beso.

Él la dirigió con las manos en sus hombros, la guió hacia atrás para después él mismo entrar y cerrar la puerta detrás de él.

Lo encontró a mitad del camino y chocaron en el intento. Casi había sido doloroso el encuentro de sus labios. Pero no importaba, porque era él. Inequívocamente él. Su aroma, la forma y dimensión de su cuerpo, el lenguaje sensual que hablaban sus manos. El sonido tan familiar de los gemidos que delataban su emoción.

En un segundo la giraba para apretarla contra la puerta cerrada. Después una mano estaba en su cintura y la otra en su pierna y con ella la guiaba a rodearlo con dicha pierna. Entonces ella decidió levantarse sobre la puntita de su pie, el que aún estaba en el suelo para poder alinearse más con él. Con su otra pierna, aquella que lo rodeaba, lo empujaba más hacia ella. La deseaba tanto como ella a él , la presión en su entrepierna era evidencia definitiva.

Comenzó a besarla en la mejilla dirigiéndose con sus besos hacia su cuello.

-Hermosa. - le susurró en el oído justo antes de juguetear con la lengua en su oído.

La emoción la iba a hacer perder la razón, comenzaba a desear con urgencia ser llenada por él, sentir su peso encima de ella. Se acercaban peligrosamente al punto sin regreso.

Giró su cabeza lejos de él. Sus manos que se encontraban en el cuello de Draco, bajaron a apoyarse en su pecho. Lo empujó un poco mientras bajaba la pierna que lo rodeaba.

-Detente.- Le dijo, usando toda su fuerza de voluntad. -Draco, no debemos.- Tenía que buscar valor para tocar el tema. No quería descubrir la posible verdad. que quizás él la quisiera usar ahora como su amante. Que después de todo, él si podía engañar a alguien. - Pansy… Tu prometida.

Sin mover las manos que había llevado a sus brazos, él parpadeó confundido. Después meneó su cabeza, quizás tratando de decir que no o quizás para sacudirse la confusión.

-¿Cómo puedes siquiera pensarlo?- Le dijo sosteniendo su mirada, sus manos tibias sobre sus brazos y sus dedos hambrientos tocándola, presionando. No, no hay tal, Hermione. Nunca la hubo realmente. Y, de hecho, vengo de romper el compromiso parcial que hubo por un día. Solo un día. Por eso llegué hasta ahora, bueno aparte de tener que localizar a Potter para que me diera tu dirección . -Entonces expulsó aire en consecuencia de su cansancio. - Aghh. Fue extenuante. Lloró tantas lágrimas.

Ella llevó su mano a su boca, asustada y muy pronto comenzó a retirarla lentamente.

-Por Merlin. No, no. -Negó con la cabeza- Lo siento. Eso no es justo para ella.

-Mmh. -Exclamó serio. - Esto es lo mejor para ella. La verdad siempre es mejor. -La soltó y caminó más hacia adentro de su departamento. -Quedarme a su lado nunca sería justo para ella. -Le dijo, deteniéndose y mirándola de frente -¿Cómo me podría comprometer con ella, después de saber que aún me quieres? ¿Cómo iba a ser justo, en lo más mínimo, estar a su lado? queriendo en realidad estar con otra persona ¿Cómo iba a poder hacerla feliz, si quince minutos después de que saliste de mi oficina estaba listo para ir a buscarte?

Se quedaron en silencio por un momento y de repente ella comenzó a caminar hacia él. En un segundo lo tomó de la mano y con urgencia lo jaló detrás de ella. Su corazón palpitando fuerte con deseo. Sus pasos seguros y apresurados. -Necesito enseñarte mi recámara pronto. Mi cama es muy cómoda, te va a encantar.

Con esto, él la jaló hacia él y la cargó en sus brazos y siguió caminando en la dirección en que lo llevaba.

-Me encanta la idea. Pero no creas que soy un ángel y te voy a perdonar tan fácilmente. Creo que esta noche será necesario amarrarte o quizás someterte a mis caprichos, es sólo para que cuanto antes empieces a pagar tus deudas morales conmigo.

Juntos encontraron nuevamente el camino hacia el infinito y más allá, al menos tres veces esa misma noche.

Él la hizo prometer que siempre se darían a sí mismos la oportunidad de hablar de los conflictos con la intención de resolverlos. Que estarían siempre pendientes de cuidar su relación y que a la menor señal de problemas buscarían por todos los medios sanar su relación.

Y antes de llevarla con maestría hasta su último clímax la hizo prometer que, por un mes, ella le cumpliría nuevamente sus fantasías más oscuras, pues era necesario que continuara expurgando sus culpas.