Capítulo 5: La desesperación del pelirrojo.

"Good Omens es una serie de Amazon Prime, un libro propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman".


Si la derrota pudiera olerse, seria definitivamente el aroma de Anthony J Crowley, el hombre estaba visiblemente mal, no entendía porque Aziraphale huyó de la cafetería, y lo había dejado solo con la jovencita que tenía frente a él.

Anathema se sintió algo incomoda, no era precisamente como ella deseaba pasar su día de descanso, en una mesa compartiendo un café con Crowley, el hombre parecía tan seco como un puñado de arena y ella se sentía fuera de lugar; le tomo un sorbo a su frappé, esperando que la crema batida de este le ayudara a endulzar el ambiente entre ella y el pelirrojo.

— Espero que no me malinterpretes, pero creo que Azira planeo dejarnos solos — comento con reproche, a ella se le atoró el trago en la garganta, definitivamente esa declaración no la esperaba de su superior, la morena quería emparejarlos, quizá se había equivocado — Insisto Anathema, eso no va a pasar.

O tal vez no.

— Señor Crowley, créame que yo tampoco deseo salir o tener un filtreo con usted — confeso, viendo su crepe la cual reclamaba su atención debido a todo el drama frente a sus ojos — es usted algo mayor para mí.

El pelirrojo rio, y debió confesar que, a pesar de los años, el hombre delante de ella era atractivo, pero Anathema era más fuerte que eso, y su instinto por saber más le llevo a preguntar.

— ¿Por qué el señor Aziraphale pensó que nosotros? — Crowley se coloco las gafas de nuevo, como si estas fueran una barrera entre sus sentimientos y la jovencita que parecía sumamente curiosa.

— Piensa que eres una buena chica, y no lo dudo, sólo que veras, yo quiero cuidar a Aziraphale, y no podría si tengo a alguien en mi vida — explico, como si caer en el celibato fuera la solución para evitar que el rubio sufriera, la jovencita se quedo boquiabierta, pero disimulo muy bien, acaso no podían estos dos ser más obvios.

— ¡Oh! Quiero ver si captó, usted no quiere una relación por que desea cuidar a su mejor amigo — la voz de la chica quería reflejar euforia, pero eso sería muy raro, Crowley se toco el puente de la nariz, como si sus palabras fueran tontas, lanzó un quejido que hizo que varios comensales voltearan.

— ¿Piensas que soy raro? no ese así — soltó de manera miserable el hombre frente a ella, como si eso fuera un terrible pecado — No sé, por qué te confieso esto.

Y pidió el café para llevar a una amigable mesera, Anathema tomo la misma decisión, dispuesta a seguirle, pidiendo las crepes para llevar.

— Vamos, me la debe — le dijo ella, acompañándolo a la salida, Crowley la miro consternado, mientras ella tomaba de un vaso de unicel la bebida fría, el pelirrojo lanzó un suspiro y recordó varios ayeres, cuando el conoció al rubio que llamaba mejor amigo.

— ¿Tú dañarías a una persona como Aziraphale? — pregunto de pronto, causando que la jovencita lo mirara con extrañeza, no entendía por qué ella podría hacerle algo al rubio gerente.

— No, a menos que él le hiciera algo malo a mi familia, pero dudo que él fuera ese tipo de persona — explicó, el rubio se veía como un pan de dios, pero siempre debía recordar que nadie era demasiado malo, o suficientemente bueno.

— Una mujer… hace tiempo, dañó a Azira, él es un ángel, una persona bellísima por dentro y por fuera, dio todo por ella, cambio su personalidad, mejoro de trabajo, incluso pensó en bajar de peso — se rio el pelirrojo, recordando a Aziraphale intentando seguir la dieta que le paso el estirado de Gabriel, y como Crowley le llevaba dulces a escondidas.

— ¿Y qué paso? — inquirió la morena, imaginando el esfuerzo del rubio por impresionar a una mujer sin rostro, que le empezaba a caer terriblemente mal.

— Ella se marchó, fueron meses donde Aziraphale estaba hundido en una depresión terrible, ya no sonreía, mierda, ni siquiera quería comer — las palabras de Crowley iban subiendo de tono, con cada mención de esa dura etapa donde el rubio no sentía más que lastima por si mismo.

Y el pelirrojo traslado su recuerdo a una mañana de un veinticinco de diciembre, en donde la puerta de la casa de Aziraphale estaba cerrada, su hogar era una hermosa casona, llena de detalles de madera y ladrillos de ocre, siempre que Anthony lo visitaba, quedaba maravillado de lo hogareño que parecía aquel recinto, pero esa mañana el lugar lucia apagado, la chimenea estaba apagada y la casa en total oscuridad, Crowley sacó la llaves que el rubio le había dado en caso de que las necesitara; llevaba una botella de vino rosa y un poco de paté de pollo, así como un poco de pan y queso para degustar.

Entro haciendo un chirrido, observo muchas cosas tiradas en el suelo, como si en un arranque de rabia alguien hubiera destrozado la sala, Crowley se alarmo y cerro la puerta de golpe, corriendo a dejar las bolsas a la cocina, la cual lucia en completo caos, había vasijas volcadas, vasos rotos y un reguero de platos sucios por el fregadero de la barra de la cocineta.

— Aziraphale — lo llamó, tenia miedo, habían pasado dos meses desde que la "innombrable" se había marchado de la casa de su amigo, pero no imagino encontrar el lugar en esas condiciones, y la ausencia del rubio lo estaba atormentando — No me asustes bastardo, ¿Estas bien?

Y en la habitación matrimonial encontró una escena deplorable, el rubio estaba hipeando en llanto, tenia una botella de vino casi vacía, y había al menos otras dos a medias derramadas en el suelo, estaba completamente ebrio y destrozado.

Crowley se acerco a ayudarlo a ponerse de pie, había vomitado en el suelo ahogado en el alcohol, lastima era lo que causaba esa estampa, por un momento el pelirrojo odio con todas sus fuerzas a la ingrata mujer que convirtió a su mejor amigo en un remedo de persona.

— ¡Aléjate, Crowley! — le ordenó con voz ronca, el llanto aún seguía en sus ojos y a pesar de la protesta, el pelirrojo lo ayudo a ponerse de pie hasta el baño de la habitación, abrió la regadera y lo sentó como pudo en la bañera de la casa, poco a poco en una intimidad que solo él tenia derecho, le quito lo que su momento fue una blanca camisa de lino y la pajarita que ya lucia toda arrugada, y lo limpio del vomito y residuos de suciedad, el rubio murmuro palabras incongruentes, incluso lo escuchó llamarla.

— Aziraphale, ¡ya basta! Por favor… — la suplica sonó tan sincera que el rubio guardo silencio, pudo sentir la mano de su amigo en su rostro, los ojos suplicantes lo hicieron sentir extraño—Deja de llamarla, vuelve a ser tu mismo, me duele que estés así.

— Quiero morir…

— ¡No digas eso! — le grito, acercando su rostro al de él, zarandeándolo, Aziraphale abrió los ojos, las gotas de agua de la regadera comenzaron a empapar el cabello de Crowley.

Y Crowley pensó, que, si algo malo le pasara a su mejor amigo, él no tendría motivos para seguir.

Anathema escucho cada palabra de su superior, el café le supo amargo al escucharlo finalizar su relato, y algo en su pecho se hinchó, definitivamente frente a ella estaba un hombre enamorado, que era muy tonto para darse cuenta.

— Y él, ¿Cómo esta? — pregunto, no sabia hace cuanto tiempo habían pasado estos hechos.

— Bien, esto fue hace tiempo, pero el sugirió que debía salir contigo, que no me asustara por lo que le pasó a él — el pelirrojo tiro con furia el vaso vació a un bote de basura, la frustración era tan palpable que Anathema podía sentirla, ella observo al hombre frente a ella y lanzó un suspiro.

— ¿Usted quiere al señor Fell? — preguntó, sabia que, si el pelirrojo pensaba mal, posiblemente acabe despedida, pero Anthony se quito las gafas para mirarla, y ella puedo ver en sus ojos color ámbar que la respuesta estaba ahí, solo faltaba que otro la pronunciara.

— Claro que lo quiero, es mi mejor amigo — se escudó, Anathema quiso aventar el vaso de la desesperación.

— No, esa clase de querer no, usted sabe…

— Intentas decir que si románticamente hablando, yo lo quiero— susurró Crowley, como si al soltarlo se le fuera el aire, ella asintió con la cabeza, lista para ser despedida o tal vez recibir un grito del pelirrojo, pero el solo se quedó meditando aquella pregunta.

— Lamento si lo incomode con mi pregunta — se disculpo ella, avergonzada de volverse a equivocar como con el señor Shadwell, pero Crowley negó con la cabeza.

—Espera, no te disculpes, es difícil para mí decir algo así sobre Zira, es decir, yo salía con mujeres antes de él, incluso cuando el estaba con esa mujer tuve algunas citas, pero después de su incidente y verlo así, me hice la promesa de estar con él, sin embargo, no sé si eso me haga quererlo de manera romántica… ¡diablos niña! Si le dices algo de esto a alguien, te despido.

— Descuide, no soy una cotilla, y yo creo que usted quiere más allá de lo que puedo imaginar al señor Fell, hay que quitarle la idea de que usted y yo seamos algo — se rio la jovencita, Crowley le dio la razón, acaba de confesarse con una mujer que apenas conocía, y todo por que su torpe mejor amigo era tan ingenuo para pensar que él y ella tenían algo.

— Bueno, hablare con Aziraphale el lunes, el imbécil se fue sin que yo lo llevara a casa, así que, ¿quieres que te lleve a tu hogar? — preguntó Crowley, ella miro la hora, había hablado con el pelirrojo al menos por una hora, y empezaba a refrescar.

— Supongo, que me la debe por mi brillante ayuda — le contesto con una sonrisa, Anthony negó con la cabeza, claro que no confesaría lo agradecido que estaba con la abogada, ella parecía empeñada en ayudarlo con algo que aún no entendía, esperaba lograr algo con todo ese embrollo.

Mientras tanto, Aziraphale llegó a su hogar en bus, entró a su casa con pesar y lo primero que hizo fue observar su librero antiguo que tenia en la sala de su hogar, la casa era enorme y había días en que le pesaba llegar a ella como hoy, en donde el pensar de forma algo egoísta que tal vez Crowley se la estuviera pasando bien con Anathema.

Tomó un libro de su estante y una foto cayó de él, en ella observo a esa mujer, mirándolo desde la fotografía, como si se burlara de su derrota; el sujeto del suelo aquella imagen, ambos estaban en una cena de año nuevo, ella tenia un vestido verde y una sonrisa en el rostro, él lucia diferente, su cabello era castaño y su ropa se veía más moderna, Crowley salía en una esquina, consumiendo vino sin mirarlos. A él nunca le cayó bien su exesposa.

Aziraphale rompió la foto, había hecho eso con las anteriores, de vez en cuando se le escapaba alguna oculta, como esa, cuando llegó a la imagen de Crowley, la salvo sin saber por qué, y la guardo como separador del libro.

A veces le gustaba engañarse a si mismo, se sentó en sillón de su sala y hojeó el libro, sin que su mente pudiera concentrarse en las palabras que veía en él.

Tal vez mañana pudiera hablar con Crowley, y disculparse por irse de la cafetería así.


N.A. A mis lectores, les dejo este pequeño capitulo de mi fic, los adoro mucho y les deseo lo mejor a todos ustedes.