Capitulo 6: El chisme también es pecado.

"Good Omens es una serie de Amazon Prime, libro propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman".


La computadora parecía recriminarle por no avanzar en su reporte, el ruido de los dedos pasando rápidamente por el teclado del resto de sus compañeros no la sacaba de sus cavilaciones, por lo cual no escucho los pasos que se situaban detrás de ella, observando como la joven Device se encontraba en otro planeta, uno en el que no desquitaba su sueldo.

— Anathema, el reporte no se va a escribir solo — se escuchó la voz de Beelz retumbando por la habitación, ocasionando que la morena soltara un sonido de sorpresa, el cual logró que los compañeros que estaban a su alrededor teclearan más rápido, como si el hecho de que se escuchara ese incesante tic tac pudiera lograr mayor productividad.

— Lo lamento, es solo que, aun no quito de la cabeza varias cosas — explicó, intentando justificar el hecho insano de estar pensando una y otra vez, de su salida el fin de semana con aquel par de hombres que parecían ser más unidos de lo que querían parecer.

Y luego de los comentarios mordaces de su abuela cuando vio llegar al pelirrojo con ella en su casa.

— ¿Un hombre mayor? No te conocía esos gustos, querida — le comento con sorna, para horror de Anathema, quien no ideaba el hecho de que pensaran que su amistad con Anthony iba más allá de su deseo oculto de que él y el señor Azira, fueran una feliz pareja; viéndolo así, el hecho de que ella y el pelirrojo salieran, sonaba más sano.

Pero no, definitivamente, Crowley era en definitiva un hombre atractivo, si, pero ella no podía concebirlo con cualquier persona que no fuera el señor Fell. Y eso era lo que la tenia sin acabar su reporte que era para la una de la tarde, el hecho de que ella estuviera pensando como podría hacer que se confesaran, sin salir despedida en el intento.

— Estoy pensando en una situación personal, lamento si eso ha bajado mi eficiencia en el trabajo— se disculpo con su superior, quien lanzó un suspiro, ese día había vestido un poco mejor; con un camisa blanca que permanencia sin machas de café, y un pantalón color negro de corte recto, ya que tenía junta con Gabriel a las tres de la tarde, Beelz estaba impaciente, quería ese bendito reporte, estaba estresada, y todo mientras Anathema viajaba por la luna y ella sufría un colapso que no se permitía demostrar.

— Cuéntame, si con ello vuelves a ser igual de eficiente como en estas semanas — la incito, sentándose en la silla de lado, aprovechando que la vecina de cubículo había buscado unas galletas en la expendedora del pasillo, Anathema sintió algo de pena, su jefe le estaba cuestionando y ella explicaría una completa tontería.

— Verá, el hecho es que el fin de semana me encontré con dos conocidos, y pienso que se aman, pero no tienen el valor de decirse las cosas de frente…

— ¡Oh! Por un momento pensé que tu abuela estaba enferma, o que tenias una deuda, ¿Es enserio que sufres por no ser una celestina*? — la mueca del rostro de Beelz era de completa indignación, Anathema sintió que posiblemente, si ella pudiera, la hubiera abofeteado al decir semejante disparate. Y en ese instante entendió su apodo de Belcebú, quien se masajeaba el puente de la nariz y frente, como si con eso, el estrés se esfumara mágicamente.

— Anathema, si ellos no te pidieron la ayuda, y estas haciendo este "teatro" — comento remarcando aquella ultima palabra con sumo coraje — entonces, no estas siendo de ayuda, eres una cotilla.

Y aquello la hirió profundamente, no le gustaba el chisme, de hecho, ella mantenía con sumo celo los secretos, tanto de su profesión y ahora el hecho de que Anthony J. Crowley le hubiera confesado prácticamente su extraño "bromance" con el gerente de RH.

Ella paso saliva, intentando ahogar los reclamos de su mente y se dio la media vuelta, comenzando a teclear las palabras de aquel bendito reporte y dándole enviar.

— Ya esta la información en su correo, señorita Baal — dijo esquiva, y siguió revisando correos, Beelz quiso reclamar algo, pero solo lanzo un suspiro, después hablaría con la morena, ahora tenía que preparase psicológicamente para lo que venia encima, tenia que mostrarle varios números a Gabriel, quien no parecía nunca convencido de las cifras de su departamento.

Ella llegó puntual a la sala oeste, donde Gabriel siempre pulcro, se tomaba un batido de proteínas de uno de esos vasos que anunciaban en los infomerciales de madrugada, ella ahogo una risa, el narcisismo del gerente de Finanzas era de todos conocido.

— Buenos días, Elizabeth — la saludo, ella hizo una mueca cuando escuchó aquel nombre dicho por la boca de quien, para ella, era como un cardo en el trasero*, Beelz se sentó en las incomodas sillas de la sala de juntas, a pesar de verse tan modernas gracias al buen gusto de Michel, el asiento te obligaba a estar recto para no sufrir una desviación en el coxis.

La joven sacó su laptop y conecto el aparato al proyector, el hombre dio un sorbo a su batido al ver que la abogada, no le devolvería el saludo.

— Lamento tener que convocar a esta junta, señor Gabriel, pero las cifras de la ultima semana no han entrado en presupuesto, y quería saber ¿Por qué?

— Simple, tus proyectos son basura, la reunión en Michigan fue un fracaso, el desplome en Toronto fue sorpresivo, y aquí en Londres los trabajadores volvieron a hacer un paro en estos días, las cosas han estado pésimas — le recordó, ella sintió tragar alfileres al escuchar decir todos sus tropiezos por culpa de los malos manejos anteriores.

— Pero logramos veinte aciertos y esos problemas se erradicaron, necesitamos el efectivo más rápido, si no estos temas se incrementarán — se defendió la joven, Gabriel negó con la cabeza.

— Hablare con Aziraphale, pero, en definitiva, las cosas están pésimas en tu área Beelz, debes entender que necesitas un lidere que sepa manejar mejor las cosas — le respondió condescendiente y la jovencita se puso de pie.

— ¡Eso jamás! El área esta viva gracias a mí, y tú ni ninguno de esos estirados burócratas saben el arreglo que hemos dado a Pixop — grito cerrando la laptop de golpe, las graficas se esfumaron de la pantalla.

— Las cosas ya están dichas Baal — la calmó, Beelz sintió lo agrio de su bilis subiendo por su garganta, y tomando con la dignidad que le quedaba su portátil para irse de ahí azotando la puerta.

Cuando ella entró a esa empresa, muchas personas cercanas le aconsejaron que tuviera paciencia, la cual no poseía y que estuviera consiente que aquel emporio era un campo de hombres, y ella algo ingenua pensó que todo era falso, hasta que fue a juntas donde nadie la escuchaba, y su opinión no era validad.

— Creo que la señorita Baal está en lo correcto — escuchó la débil voz de Aziraphale, quien la apoyo por primera vez, sin duda el gerente de RH era un buen tipo, algo bastardo en sus acciones, pero al final del día fue el único en escucharla. Pero en esa ocasión ella estaba sola, tenia poco en el cargo y debía de hacerle frente a tipos imbéciles como Gabriel, quien aun estaba sentado en su silla en la sala, lamentándose de haber sido tan idiota con Baal.

Esa chica era un reto, no era bonita, al menos ese horrible corte de blusa percudida y esos pantalones deslavados la hacían lucir como si su ropa la consiguiera de la caridad, era triste verla, pero aun así su personalidad era como un juego difícil, de esos que exigen la mayor concentración para no perderlo, si lo ignorabas te daría una patada en los bajos.

Esa era la mejor descripción de Belcebú, un ser impredecible que podría golpearte, pero por dentro era frágil.

Recibió una llamada, tenia una cita esa tarde, era rubia y bonita, de largas piernas y enormes senos, su tipo de mujer, pero, aun miraba la puerta donde aquella chica salió, y por un momento deseo sustituir a la rubia por un juego aún más difícil.

Por otro lado, Aziraphale se desesperaba escribiendo, así que a pesar de estar en contra de esos y sabiendo que era incorrecto, se levanto a servirse unos chocolates que guardaba cuando el estrés lo asaltaba, se los había dado Crowley, era de relleno de rompope, una delicia de su último viaje al extranjero. Incluso el pelirrojo bromeó con él, sobre que aquellos dulces fueron hechos por monjas satánicas.

El rubio se embuto uno, sintiendo el jarabe dulce y con notas de alcohol que le hizo un ligero cosquilleo en la garganta, estaba tan concentrado en el estupendo dulce que no escucho al pelirrojo quien parado en la puerta se guardaba la imagen mental de Azira comiendo aquellos chocolates.

— No deberías comer dulces sin haber almorzado — soltó mordaz, ocasionando que Aziraphale se atragantara de la sorpresa, y tragara el manjar más rápido, Crowley le concedió una sonrisa lobuna, que logró trastabillar un poco a su compañero.

— Crowley, lo lamento querido, pero tengo una junta en media hora, y solo me daba un ligero respiro — le explicó mientras se llevaba otro dulce en la mano y se sentaba de nuevo en su escritorio, el rubio le ofreció aquel postre a su amigo, quien rechazo el regalo y se sentó frente a él.

— Al menos déjame traerte un café, no es bueno que te vayas así a una reunión con el terrible de Gabriel — le contesto, Aziraphale se sorprendió que este supiera que la junta era con el gerente de Finanzas — No digas como lo sé, Beelz salió de ahí como un demonio, era obvio que te llamaría para ver sus números también a ti.

— Si, las cosas no han ido bien para ella, pero, en fin, ¿Cómo vas con el proyecto Manhattan? — pregunto, mientras se llevaba el dulce a la boca y Crowley se perdía en sus labios.

— ¿Eh? Supongo que bien — soltó distraído y sintiéndose algo tonto, por haberse perdido un poco de la platica sumergido en sus cavilaciones.

— Y ¿Qué tal te fue con Anathema ayer? — soltó de golpe, y sus palabras sonaron como un reclamo más que una charla trivial, su tono acido no paso desapercibido para el pelirrojo quien se estaba preparando para un duelo contra Azira.

— Pues charlamos de algunas cosas, como el hecho de que te fueras, tan de repente — le dijo Crowley, captando la atención completa del bonachón gerente, quien dejó el chocolate en su escritorio y clavó su vista en los lentes oscuros de su amigo, este vestía con sus típicos trajes de rockero escandaloso, su cabello estaba más corto desde la visita de Michel, pero se le veía bien el corte, siempre con una gafas negras de diseñador, sin duda Anthony era un placer visual; y él, pues bueno, Aziraphale sabía que podía parecer un viejo pastor de iglesia con sus trajes llenos de polillas y con olor a naftalina*.

— Me fui, por que debías pasar más tiempo con ella— soltó simplemente.

— Por enésima vez, Aziraphale Fell, esa jovencita no me interesa, hablé con ella porque soy un caballero y la lleve a su casa por que era tarde — explicó y algo en esa charla le molesto al rubio, sabia que no tenia por que sentir esa punzada en su estómago, pero la sentía, una mezcla de desazón como si hubiera comido algo en mal estado.

— Tengo que irme, sabes que me alegro por ti, no es algo que debas de evitar, salir con mujeres y sobre todo con jóvenes tan encantadoras como la señorita Device, te hará bien.

Crowley sintió unas enormes ganas de lanzar un libro, aunque si lo hiciera el rubio no le volvería a hablar, de soltar una rabieta infantil y zarandearlo, y tal vez porque no, de besarlo…

Y sus pensamientos se detuvieron como en una película al darle "stop", y se cuestiono el hecho de querer callarlo con un beso, eso definitivamente era nuevo; Tal vez Anathema si le metió ideas en esa charla trivial.

Aziraphale se marchó, dejando a Crowley sin ánimos de querer almorzar soló, y corrió a buscar a la culpable de que se hubiera puesto a imaginarse besando a su mejor amigo, la encontró sacando copias en una de las impresoras que compartían todos en el departamento, estaba concentrada que solo escuchó a una persona posarse detrás de ella.

— Espero estés feliz — le reclama el pelirrojo con tono mordaz.

— Señor Crowley — murmura, volteándose con una pila de papeles en la mano, las jóvenes miraban con ensoñación al coordinador, este se quito sus gafas para limpiarlas, y Anathema pudo jurar que alguien de un cubículo lanzó un suspiro, se estaba riendo por dentro al sentir las hormonas en el aire de sus compañeras.

— Pues ahora por tu culpa, imagine algo muy… extraño, y me ofreciste ayuda, la tomaré — explicó Crowley, sintiéndose muy tonto por el hecho de que una joven que era el fruto de los celos del rubio, que ahora no veía como su amigo, si no como una conquista futura, fuera su cómplice.

— Es decir…

Anathema se tragó el grito, y solo atino a que se le cayeran todas las copias de la demanda, Crowley siseo en respuesta por la torpeza de la abogada, y se agachó a ayudarle a recoger todas las copias desperdigadas en el suelo, no observo que unos ojos azules lo veían desde lejos, y que se sentían profundamente heridos por dentro.

— Entonces, cuente conmigo, claro que yo le ayudo con el señor Fell — susurro Anathema, ocasionando que Crowley se ruborizara escandalosamente, todo eso desde otro ángulo era demasiado raro, un hombre como Anthony no se pondría nervioso.

— Ella le gusta — murmuro Aziraphale, mientras Gabriel miraba a la dirección donde este observaba, ambos habían acudido a la sala oeste y pasaban por un pasillo continuo a donde Crowley y Anathema estaban.

— Si es un pillo ese Anthony, la jovencita se ve de unos veinticinco, salió todo un diablo ¿no es así? — y el comentario no le hizo gracia al rubio, quien siguió caminando a la sala, lo más lejos de esos dos.

Tenía una reunión a las ocho, vería algunos colegas, esperaba que eso le ayudara a sacarse esa sensación amarga en su pecho.

Gabriel vio al rubio tan serio, que se preguntó que si ese día, nadie estaba de humor.

Fuera de la junta, la lluvia caía a raudales en Londres, anunciando una noche llena de sorpresas para aquellos que tenían planes por realizar.


N.A. Gracias por la paciencia, y un enorme agradecimiento a Angel Azirafel, quien realizo la bella nueva portada de este fic, tuve que cambiarla ya que no quería que se molestaran por la unión de imágenes que realice, por lo cual le pedí a esta talentosa chica su ayuda.

Pueden encontrar sus trabajos como Freedomattack. en Tumbrl.

* Mujer que procura, encubre o facilita una relación amorosa o sexual entre dos personas

*Es una forma más elegante de decir un "cadillo en el cul*" expresión dicha demasiado en México.

*Sustancia que utilizan para alejar a las polillas, tiene un olor fuerte y desagradable.