Capítulo 7: Alcohol y descontrol.

"Good Omens es una serie de Amazon Prime, libro propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman".


Y la bebida seguí fluyendo entre los comensales, aquel restaurant-bar era muy popular en Londres, la noche seguía siendo lluviosa y las gotas se crispaban en el cristal de los vitrales que hacían parecer aquel sitio como una iglesia antigua, los meseros paseaban con sus trajes negros con moño rojo, exhibiendo que aquel recinto era de comida gourmet, los platillos en su mayoría italianos bañaban el lugar con olores de romero y orégano que aderezaban el exquisito queso manchego, cual ambrosia de los dioses; por todos sus conocidos era sabido que Aziraphale amaba el buen comer, pero ese día no había probado bocado alguno, la bebida en su copa fluía más que su comunicación con sus ex compañeros de clase, una pelirroja y un hombre afroamericano.

Aziraphale estaba absorto en el vino que paseaba en su copa, observando aquel recipiente mientras sus amigos se miraban entre sí, el olor a mantequilla inundó la mesa al ser colocados unos exquisitos bollos recién horneado y la pasta como entrada en aquella reunión, el rubio ni se inmutó.

— Vamos— él negó con la cabeza— ¡debes sentirte mal si esto no te mueve! — se burló la mujer de cabello rojo llevándose un panecillo a la boca, la jovencita era agente de seguridad en un importante sector de la Interpol, su nombre era Carmine Zuigiber

— Azira, cuando te dije que estuvieras a dieta, no espere que empezará hoy— el hombre afroamericano se burlo un poco de él, mientras tomaba un sorbo a su vino blanco el cual combinaba con el salmón que le sirvieron con espárragos a la mantequilla, el sujeto era un nutricionista famoso en las celebridades, su nombre era Dr. Sable Cuervo, él y su esposa no entendían que tenia al rubio tan perturbado.

El sólo recordó a su querido amigo viendo con un tremendo sonrojo a la señorita Device, y eso provoco que el dolor se volviera, como un recuerdo, una opresión en el pecho que le provocaba arcadas, desde ella no se sentía así.

— ¿Como esta? — pregunto a la pelirroja, quien lo miro con desaprobación, su esposo negó con la cabeza al escucharlo de nuevo, preguntando por aquella mujer que antes le caía tan bien.

— Bien, supongo, no he sabido mucho de ella — le confesó apenada, el se puso de pie, dejándolos sorprendidos — me retiró, reprogramamos esta cena, yo invito — Aziraphale sacó su cartera, poniendo una cantidad considerable de dinero en la mesa, dejando sorprendidos a sus amigos quienes no pudieron decir nada al ver como el rubio se alejaba de ahí.

Carmine preocupada sacó su celular, un moderno iPhone de última generación, llamó a la única persona lo suficientemente loca para seguir al rubio cuando se encontraba en ese estado.

— Hola Crowley, es Azira, de nuevo comenzó a beber —le comento preocupada, caminando lejos de la mesa a la puerta donde minutos antes el rubio dejaba el restaurant, la lluvia caía a raudales bañando las calles de Londres.

Crowley conducía su Bentley a toda velocidad, odiaba que Sable y Carmine fueran lo suficientemente tontos para dejar al rubio solo en ese estado, pero los entendía, todos sabían lo autodestructivo que Aziraphale se había vuelto consigo mismo, y ahí estaba él, con posibilidad de matarse para buscar a su rechoncho amigo.

Había ido al hogar de Fell, pero sin suerte, ahora conducía al único bar que sabía que Azira frecuentaba cuando estaba en ese estado de melancolía, una vieja cantina inglesa, tan rustica que a Crowley le daba tiña, el prefería antros o lugares de rock antiguo, ese sitio parecía una cabaña para montañeses, pero que podía hacer ante los gustos de su mejor amigo.

Llego al sitio, donde unos hombres fumaban afuera, y encontró al rubio con una botella de Whiskey escoces casi vacía, maldijo a toda la corte infernal al encontrarlo en ese estado, tan acabado que daba pena.

— ¿Otra mala noche? — le pregunto el pelirrojo, haciendo que Azira clavara sus ojos azules en él, como si fuera una fantasía etílica.

— Crow…ley ¿eres tú? — pregunto sintiéndose mareado, la cabeza le daba mil vueltas y quería vomitar, el sabor de oxido se instaló en su boca, en definitivamente quería vomitar.

— Claro que soy yo, que esperabas a David Tennant* — se burlo de él, pidiendo la cuenta, el rubio se sintió muy estúpido en ese momento.

— Bebé conmigo — le pidió, Crowley se quito las gafas, para mirar mejor a su amigo, y lo miró con ojos suplicantes, como un gatito — por favor.

— ¿Bromeas?, enserio me estas pidiendo que beba, ¡Aziraphale, no me pidas eso! — lo regaño, el rubio hizo una mueca de tristeza — ¡mierda, eres un chantajista!

Y así fue como pidió una botella nueva al mesero que los miraba extrañados a ambos, definitivamente ese par era fuera de serie.

En su casa, a casi media hora de ahí, Anathema estaba en su habitación, tenia una mascarilla de avena con yogurt, y se disponía a ver una película, había varias en una plataforma electrónica, estaba por dar clic en una de aquellas románticas juveniles, cuando una llamada entro a su celular, iba ignorarla, pero era curioso que alguien la llamara a medianoche.

— ¿Diga? — pregunto la joven de piel morena, abriendo los ojos alarmada al escuchar la voz del otro lado de la línea, lanzó un suspiro sonoro y resignado, mientras iba a cambiarse al baño de su cuarto.

En definitiva, no esperaba pasar así su noche. ¿Quién se emborracha en martes?

Crowley colgó su celular, observando a Aziraphale en la cama de su cuarto, el rubio bebió más que él, y las cosas se habían vuelto malas cuando este empezó ponerse necio.

Lanzó un suspiro al ver al hombre frente a él sin su anticuada chaqueta y corbata, estaba a punto de golpearse la cara por estúpido, soló a él se le ocurría llevarlo a su departamento, pero no quería probar su suerte conduciendo por Soho un martes en la madrugada con aliento alcohólico.

Escucho un sonido que solo le hizo sentirse peor, Aziraphale había arruinado sus sabanas de Satín negra, esperaba que aquella abogada llegara pronto, no sabía por qué le marcó a ella, pero una parte de él entendía que era la única en todos sus contactos que no se alarmaría por ver al rubio en esas condiciones y que por su salud mental no podía estar en la misma casa con un ángel indefenso.

Camino hasta su piano, enojado consigo mismo por sus deseos insanos, y tocó una pieza de música*, mientras los recuerdos de como el rubio le había susurrado que estaba celoso le carcomían el cerebro.

El recuerdo de él llevando a Aziraphale a su Bentley, quien ya no podía sostenerse haciendo maldecir al pelirrojo por no haber renovado el gimnasio ese año, no fueron nada comparados con las palabras que salieron como un lamento de la boca del gerente.

— Te vi en la impresora con ella — soltó lastimero, Crowley lo acomodo en la parte trasera de su Bentley, había mandado a lavar el coche esperaba no tener que limpiar vomito por la mañana, pero por un momento aquella declaración lo abrumó, al punto de olvidar como se apellidaba.

— Fell, ya hemos hablado de esto…

— No me gusta como la miras, por una estúpida razón me duele…

Y después de eso, el rubio se quedo dormido todo el camino, dejando a un pelirrojo conduciendo hasta su departamento en la zona de Mayfair*, estaba relativamente cerca de la casa de Aziraphale, pero su mente se quedó en pausa, como si su cerebro no cuadrara con llevarlo a su departamento.

Soho estaba relativamente cerca, pero no quería conducir para allá, no con el corazón a mil por hora y aquel ataque de pánico al ver a Aziraphale celoso.

La melodía seguía fluyendo, como si aquellas notas pudieran calmar su corazón adolorido, esperaba que Anathema no tardara, le ordenó que se diera prisa, y le mando a pedir un taxi desde su casa, por el bien de su cordura esperaba que llegara.

Siguió tocando, mientras la lluvia seguía fluyendo en la zona, azotando las ventanas, la calle parecía un rio por el tamaño de aquella rubia en la pista, el timbre sonó y encontró a una chiquilla con ropas casuales, Anathema estaba con el ceño fruncido, portaba unas gafas de pasta gruesa y su cabello en una enorme cebolla.

— Espero tenga un buen motivo para hacerme salir de mi casa un martes a medianoche — se quejó, Crowley la dejó pasar, lanzando un suspiro.

— Tengo a Aziraphale medio desnudo arriba — el negó al ver la cara de ella — no me mires así, no ha pasado nada, deja de hacerte ideas.

— Entonces, ¿Qué hago aquí? — pregunto con fastidio, mirando al rubio que estaba medio bebido, sin estar ebrio completamente.

— Ayudarme a velar por él, no puedo cuidar a Fell yo solo, si le pasa algo que voy a decir — se quejo con drama, dejándose caer en el sillón color negro que se veía muy cómodo, la chica lanzó un sonido que era más un gruñido.

—Llamar a un médico, o una ambulancia, ¿Qué cosa diferente haría yo? — comento con sarcasmo — no es como que yo lo hiciera cambiara algo, ¡además, usted es doctor!

— Estoy ebrio, y enamorado de ese hombre, no es ético*.

Y Anathema quiso jalarse el cabello de la desesperación, se sentó a lado de Crowley, solemne, intentando pensar como diablos se había metido en ese lio.

— ¿Cómo iré al trabajo mañana? — se quejo la morena, Crowley hizo una mueca, no había pensado que todos debían ir a trabajar mañana.

— Te daré una prescripción médica — comento quitada de la pena, la joven negó con la cabeza.

— Mi abuela me dio un cambio de ropa, me quedare aquí y mañana iré a la oficina, estoy a prueba — declaró imaginando lo difícil que sería explicarle esta situación a su jefa, de pensarlo le dio escalofrío.

Crowley cabeceo un poco, y Anathema sintió ganas de un café.

— ¿Quiero un café? — se lamentó, Crowley soltó un bufido y se paró de mala gana, puso la cafetera a funcionar, aquella seria una larga noche, sobre todo cuando escucho a Aziraphale devolviendo de nuevo.

— Mierda…

Y el pelirrojo corrió arriba a ver a su amigo, Anathema se repitió mentalmente que necesitaba ese trabajo.

Después de una noche de vela y sentirse morir, Aziraphale abrió los ojos al sentir la luz filtrarse por la ventana, era al menos las 6 de la mañana y sentía una migraña por resaca como hace tiempo no la sentía, y con sorpresa se dio cuenta que estaba en una cama enorme y en un cuarto ajeno al suyo, reconoció el estilo pero quería cerciorarse, así que con pesar bajo por las escaleras sintiendo la suave alfombra de color bermellón que adornaba el suelo del cuarto.

Todo era negro con gris, tan vanguardista que no tenia duda de quien era el estilo, así que caminando al piso de abajo susurro el nombre del que podría ser su posible anfitrión.

Se observo así mismo, su ropa estaba desarreglada y su aliento era toxico, un sabor horrible se instalaba en su boca con cada respiración que daba rumbo a la sala.

Aziraphale había experimentado ese sentimiento antes, uno que empieza en un nudo en el estomago y se convierte en angustia, una furia ciega que te impide ver más allá y se instala en tu corazón, dándote ganas de correr, gritar y maldecir, todas juntas y sin tregua.

En el sofá color negro yacía Anathema, a su lado un despeinado Crowley estaba sentado, ambos dormían, ella recostada con las piernas en ovillo, el tranquilo y visiblemente igual de acabado que él.

Y con el dolor que sentía corrió piso arriba, observo su ropa y se sintió inmundo, tal mal que quiso detener todo, pero no.

Con la poca dignidad que le quedaba, se arregló como pudo y se marchó de ahí.

En definitiva, ese no había sido su día.


N.A. El drama, me alimenta, no odien a Anathema, ella quiere ayudar a ese par de torpes, pero pues Aziraphale es muy cobarde y Crowley no tiene idea que hacer con su nuevo descubrimiento.

Gracias por sus votos y comentarios.

*Actor que le da vida a Crowley en la serie de Good Omens.

*Zona exclusiva de apartamentos en Londres, según Maps esta muy cerca de Soho.

*Crowley toca la canción que puse en el video de este capítulo, se llama River Flows in You, Yiruma.

*Es una creencia de que se pierda la objetividad en el diagnóstico.