Capítulo 12: Trabajo Extra.
"Good Omens es propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman"
Cuando Anathema tomó el trabajo en "Pixop" no imagino estar a medianoche en un bar, un día miércoles, perdida en París, escuchando los lloriqueos incesantes del quien al principio le pareció un excelente jefe.
Las luces del bar eran tenues, podía observar los candelabros caros tintinear en una cortina de colores oscuros para darle vida a las paredes, aquel despliegue le aumento las ganas de huir de ahí, pero ahora era la niñera de un hombre de treinta y tantos; Harta era su estado de animo justo en ese momento, estaba cansada de las sonrisas picaras del cantinero, sin duda los franceses eran unos fisgones.
Estaba varada, escuchando como Aziraphale Z. Fell se desmoronaba en el asiento a su lado, llevaba alrededor de una botella de whisky y temía que no tuviera un límite. Así que se encontraba aburrida, mientras el gerente del área se lamentaba ser tan ciego, y ella maldecía a Crowley por ser tan estúpido.
Se contuvo de escapar de ahí, ella solita se había metido en aquel enorme lío. No es como si pudiera ir a un lugar sin correr peligro, posiblemente la despidieran por el hecho de irse entre semana en a una aventura con el gerente del área para buscar su amor perdido.
Así que hizo memoria del recuento del día; su primera mala decisión fue sin duda golpear a Aziraphale en la oficina del pelirrojo, y la segunda fue comprar los boletos más rápidos de su vida a un viaje a París llevando a rastra al Gerente que no tenía ni idea de lo que pasaba.
Anathema no aviso a su jefa de su nueva diligencia, esperaba con todas sus fuerzas que Beelz no la matará al saber que ella se fue a una loca salida juntar a esos dos.
Sí… sin duda estaba despedida.
Pero hace apenas unos momentos viajaban en un vuelo comercial barato, en el aeropuerto de Heathrow en un vuelo de easy jet* a París.
— ¿Cómo deje que me convencieras de esto? — murmuro Aziraphale abrochándose el cinturón de su asiento, donde habían alcanzado los últimos vuelos para llegar a París a las ocho de la noche.
— Por que le di un golpe fuerte, que le acomodo las ideas — declaró la morena, sintiendo como la indignación del rubio crecía al recordarlo, ella sonrió con picardía, ese había sido uno de sus mejores derechazos, aunque sintió culpa por haberlo hecho, recordar como su amigo lloraba el día de la fiesta de la compañía le hizo sentirse un poco mejor.
La aeromoza les trajo su cena, y Aziraphale hizo una mueca espantosa al ver que horrible servicio que daban en tercera clase.
— Esto es pésimo — se quejó al ver lo que suponía ser un pollo a la plancha con una insípida ensalada.
— Es un vuelo comercial, ¿Qué esperaba?, ¿caviar? — se burló la morena, llevándose un tragó de agua a la boca, estaba terriblemente cansada, a esa hora estaría en piyama en su hogar, comiendo alguna fritura que su abuela le habría comprado en la tienda, pero en ese momento estaba en un incomodo asiento, en un vuelo comercial a lado del señor Fell.
El llanto de un niño cercano, provocó que ambos pensaran que iba ser un vuelo enormemente largo.
Crowley en cambio estaba en una aburrida conferencia de medicina, tomaba notas en una costosa libreta de cuero de serpiente, sintió la mirada de una mujer detrás de él, la cual le guiño el ojo, él ignoro el gesto, sin duda no venía con la idea de tener novia, al menos no con cirujanas o con ginecólogas.
A lado de él estaba un hombre con manos tremendamente masculinas, y recordó las de Aziraphale, las cuales eran delicadas, con manicure y se golpeó mentalmente por estar imaginando las manos de su amigo, en vez de prestar atención a las ultimas actualizaciones laborales en medicina.
Soltó un chasquido con la lengua y en eso vio al ultimo expositor de esa noche, era un hombre mayor, sin duda de complexión robusta, tenía un cabello lleno de caireles que eran grises, y una barba tupida, el pelirrojo boqueo al encontrar que sin duda así se vería su ángel en unos cuantos años, y sintió una punzada enorme de deseo recorrerlo, era una estupidez, él no era de los hombres de ver alguien le pareciera atrayente, pero tal vez era que la ausencia de Aziraphale estaba haciendo mella en él.
Escuchó la conferencia prestando más atención de la necesaria, el hombre era brillante, no había otro adjetivo para describirlo, Crowley se sonrió como un imbécil y se acercó al final de la platica para saludarlo, necesitaba saber más del individuo de hermosa sonrisa que era tan parecido a su ángel.
— La platica estuvo fenomenal, usted es un famoso cirujano — lo elogió Crowley — Dr. Martin Whitly*, usted es formidable.
— Me alegra mucho que te gustara la platica — comento el hombre dándole un apretón de manos, los colegas lo definían como un genio — Acabo de venir a la ciudad, me mandaron a Francia a dar unas cuantas conferencias, ¿Conoces un buen restaurante?
Crowley sintió su estómago revolverse en la nostalgia, era acaso un pecado llevar a ese hombre a comer en uno de los mejores restaurantes para charlar más de medicina.
— Si, conozco un montón de buenos sitios — sonrío con entusiasmo.
A unos minutos de distancia, Anathema estaba agotada, el vuelo fue horrible, sabía donde se hospedaba Crowley gracias a la comunicación con él y que había robado un itinerario de las conferencias en un descuido de Beelz.
— Y ¿Qué piensa decirle exactamente? — cuestiono la mujer a Aziraphale, quien hizo una mueca de disgusto mientras ambos viajaban en el taxi rumbo al hotel Mandarin Oriental* el cual era una edificación de lujo ubicado cerca del museo Louvre, Crowley amaba el arte y el buen gusto, la jovencita casi se fue hacia atrás cuando supo donde se quedaba el coordinador.
— Pues primero, espero que el quiera verme — se lamento el rubio, observando las luces de la enorme ciudad, París era un lugar precioso, sabía que esto era un tremendo error, pero necesitaba ser sincero, el amor que estaba ocultando quería salir por fin, después de tantos años.
Arribaron a la entrada del elegante y vanguardista hotel, Anathema se sintió cohibida ante la imponencia del lugar, Aziraphale parecía ignorar su propia ropa cuando ambos entraron y recibieron un par de miradas que los hizo titubear un poco, si estaban correctamente vestidos.
Justo en ese momento, Crowley entraba al restaurante de lujo del hotel, acompañado de un hombre increíblemente parecido al rubio, la morena se quedó con la boca abierta al notar como ambos reían y el pelirrojo le abría la puerta en total camarería para ingresar al Sur Mesure par Thierry Marx que estaba dentro del lujoso hotel.
— Mierda… señor Fell ¿Está bien? — volteó al ver el estado de ánimo del gerente, quien parecía desecho, el cual solo dio una mirada rápida y se dio la media vuelta.
— ¡Nos vamos! — murmuró derrotado, dirigiéndose a la salida del hotel, siendo jalado por Anathema — Querida, si no me sueltas, te juró que estarás despedida antes de que diga Ticky boo.
— Espere un minuto, debe haber algo lógico, tal vez es un colega de viaje, no debemos sacar conclusiones precipitadas de esto — lo detuvo la morena — ¡por favor señor Fell!
El rubio quería correr de regreso a Londres, tomar hasta desfallecer y perder el sentido de la realidad, observó que a varios metros estaba el bar del hotel así que arrastrando sus pies se dirigió al lugar, que distaba mucho de un sitio donde pudiera ahogar sus penas, ahora él y la morena permanecían ahí después de aquella horda de circunstancias.
Después de lidiar con Aziraphale borracho, Anathema harta de la situación decidió mandarle un mensaje a Crowley, diciendo que debía venir al bar de manera inmediata, o si no ella lo iba a ir a golpear dentro del restaurante.
En otra instancia, Crowley terminaba de degustar una copa de vino, el Doctor tenía una charla amena, aunque había cierto vacío, no estaba acostumbrado a charlar principalmente de medicina con una persona, con Aziraphale era cosas tan tontas que se convertían en importantes, técnicamente podían discutir de hockey y acabar hablando de teología.
— Te veo muy distraído — lo cuestiono Whintly — ¿Te estoy aburriendo?
— No, es solo que… vera, usted me recuerda terriblemente a alguien — sonrió, ahora su colega pensaría que era un lunático, este solo le dio una sonrisa un poco siniestra, causando que algo no anduviera bien dentro de Crowley.
— Vaya, no es normal que me confunda con personas, generalmente — explicó, tomando un poco más de vino blanco — pero creo que tal vez tengo un rostro común en Londres.
El celular de Crowley comenzó a sonar, causando que este lo viera de reojo, el mensaje de Anathema lo hizo sentirse alarmado. Ella estaba en París, que mierda le ocurría a esa niña.
— Debo retirarme — le explicó, llamando al camarero para pagar la cena — yo invito, espero pueda disculparme, he tenido un pequeño contratiempo.
Crowley puso una cantidad considerable de euros, y se puso de pie rápidamente, Martin lo observó irse sonriendo ante la ocurrencia de esa noche, definitivamente la gente con cabellos rojos era muy interesante, siempre tenía recuerdos de sus víctimas, aunque nunca se había inclinado por hombres, estuvo un poco tentando a comenzar al menos esa vez.
El pelirrojo corrió literalmente hasta el bar que estaba al otro extremo, y encontró en la barra del bar a un Aziraphale desechó en el banco del bar, Anathema harta y levantando levemente la mano para llamar su atención
— ¿Qué hacen los dos aquí? — cuestiono Crowley observando como no llevaban maletas y parecían recién salidos de la oficina.
— ¡Esa es tu única pregunta! — comento Anathema poniéndose de pie de aquel banco enorme cerca de la barra — creo que iré a darme una vuelta, ambos necesitan hablar.
Crowley abrió los ojos sorprendido y se acercó a Aziraphale quien parecía luchar con sus emociones.
— Ángel, no es momento de que hablemos, estas terriblemente ebrio — comento Crowley, sentándose en la mesa de lado, y tomando su rostro para acercarlo un poco, en un movimiento increíblemente intimó, el rubio le devolvió el gesto sonrojando al pelirrojo, quien de no haber estado sentado posiblemente se hubiera desmayado.
— No, si no hubiera tomado hoy, posiblemente no pudiera verte de nuevo, después de lo de la fiesta de la compañía — susurró, como si aquello hiciera más fácil el estar frente a él — ¿Crowley, tu me has querido, todo este tiempo?
El pelirrojo sintió un escalofrió recorrer su cuerpo al ver aquellos ojos color azul verlo con tanta añoranza, claro que lo había querido, sin ponerle un nombre a aquel sentimiento que nacía de su pecho y se instalaba en la boca de su estómago, en silencio siempre ante la certeza de que Aziraphale era ajeno, siempre callando aquella emoción de querer cuidarlo ante cualquiera.
— Aziraphale, eres un ciego y un bastardo — soltó burlón, ocasionando que el rubio sintiera los ánimos destrozarse — pero… aun así te quiero, te lo iba a decir en ese maldito baile, y huiste, de nuevo, no pienso estar siempre yendo detrás de ti, ángel.
El rubio sintió la culpa cubrirlo, y se derritió ante el toque firme y sincero del pelirrojo.
— Supongo que lo merezco — rio dándole un vuelco al corazón a Crowley que sintió varias miradas en ellos, tomándolo de la mano, lo ayudo a ponerse de pie lentamente, Anathema observaba a lo lejos al coordinador llevarlo a rastras.
Así que fue a ayudarlo, entre ambos sacaron a Aziraphale de aquel bar y se fueron a la suite del pelirrojo. Para entonces el rubio yacía dormido en el camino al elevador, rumbo al cuarto donde se hospedaba el pelirrojo.
—¿Te quedas en una suite? — se quejó la morena, observando a Crowley acomodar al rubio en la enorme cama, este solo hizo un gesto despreocupado, generalmente él pagaba sus gastos extras, no quería quedarse en Paris sin estilo.
— Si, obviamente no viene a costa de la empresa, no te preocupes, Anathema — murmuro malhumorado, ella dio una sonrisa amplia. Crowley dejó que ambos se quedaran en el cuarto, después de todo, era estúpidamente grande como para conservar una familia completa.
Había pagado unas cosas extra y arreglado algunas otras con los encargados del hotel, y ahora estaba feliz de tener a ambos cerca, Anathema se fue a dormir con una sonrisa en el rostro en el enorme sofá, mientras Crowley había decidido compartir la enorme cama King con Aziraphale, el cual en es momento no estaba en sus cinco sentidos e ignoro por completo que estaba en el mismo cuarto que el pelirrojo.
Sin duda, el día que se avecinaba sonaría más prometedor.
A la mañana siguiente, Anathema se despertó con un sonido taladrándole la cabeza, al despertar se dio cuenta que era jueves, que estaba en París, y tenía veinte mensajes de Belcebú, lanzó un gritillo de terror, que despertó a Crowley, quien tenía la mañana libre hasta las diez, antes de salir a una nueva junta de consejo de salud en París.
— ¡Mierda!, estoy despedida — murmuro al ver desde mensajes preocupados, hasta mensajes de amenaza, sin duda estaba en problemas, y unos muy graves.
N.A. Si, huir a Paris no es la mejor idea, no cuando tienes un contrato de prueba.
Se acerca un poco de interacción romántica entre estos dos, y problemas para la pobre de Anathema, espero puedan disculparme por haber estado alejada, solo que no tenía tiempo y me metí al fictober, lo cual me ha mantenido ocupada, ya retomaré este fic en al menos una actualización cada dos semanas, y chan chan, tengo un nuevo AU en marcha para los inefables.
* Línea directa de vuelo de Londres a París.
* Personaje de Prodigal Son, interpretado por Michael Sheen, actor que da vida a nuestro querido ángel.
* Hotel catalogado como el quinto más lujoso en París.
