Capítulo 13: Mala Suerte.

" Good Omens es propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman"

Después de ver todas las llamadas de Beelz, Anathema se despidió de las comodidades de la vida de ser una abogada con salario fijo, abrazó la almohada de color blanco un poco más colocándosela en el rostro, mientras sentía como las fuerzas y ganas de levantarse del sofá de la suite, abandonaban su cuerpo.

—¡Por Satán! - murmuró el pelirrojo, intentando jalarla de los pies para sacarla del sillón, mientras Aziraphale dormía aun en la otra habitación - ¡Viniste sin permiso hasta acá!

—¡Sí !, no me recuerde que, por ayudarlos a ustedes, acabó de cavar mi propia tumba - se quejó la jovencita hundiéndose en el mullido sofá.

—Puedes mentir - sugirió el pelirrojo, aunque viendo la congoja de la jovencita se dio cuenta que era una pésima idea.

—No, soy malísima para mentir, es decir, miré, simplemente no puedo llegar con mi jefa y explicarle que me fugué a Paris a seguir el anheló de juntarlos - se lamentó abrazando más la almohada de plumas - sabe lo patético que suena eso.

—No menos patético que dos amigos que se amaban por al menos diez años, y no se decían las cosas de frente hasta que una mocosa entrometida los ayudo - le reconoció el pelirrojo, provocando que la morena se quitara la almohada de la cara, la genuina del coordinador fue sonrisa lo que necesita para cerciorarse de que había hecho lo correcto.

—Señor Crowley, gracias - murmuró ella, saliendo de su escondite, el pelirrojo le tendió la mano y le dio un abrazo.

—Pensé que jamás podría disfrutar al imbécil que esta dormido en mi suite, no sé qué hayas hecho, pero te lo agradezco - apuntó sonriendo, ella se apenó un poco alejándose para evitar otro mal entendido, aún era caminar sobre el lodo su relación con el señor Fell - si Beelz no entiende eso, diablos, que yo te daré una segunda oportunidad en cualquier otra área.

—No, debó ser valiente, y llamarle a mi jefa, digo… se que se enojara, y quiera mi cabeza en una vara, pero bueno, si no soy sincera, yo quisiera mi cabeza en un palo también.

—Dejen de hablar de brochetas - murmuró la voz de Aziraphale acercándose a ellos. Sonaba terrible, tenía una resaca y lucía pésimo, Crowley corrió dejando a Anathema para darle un beso en la mejilla, y de nuevo la jovencita sentó que, aunque la echarán del trabajo, ver a esos dos juntos valía totalmente la pena.

—¿Cómo se encuentra el señor Fell? - noté la jovencita, viendo como Crowley le acercaba un vaso de agua y una aspirina al rubio quien se dejaba caer pesadamente en el sofá a lado de ella.

—¡Estoy mejor! - dijo sonriéndole a ambos - escuché tu platica con Crowley, creo que puedo calmar a Beelz, pero no diría lo mismo de Satanás, fue terriblemente egoísta de mi parte arrastrar a Anathema aquí, y debó confesarlo a el consejo directivo.

—Aziraphale, es un pésimo plan, como una persona tan inteligente puede ser tan tonta - lo regaño Crowley, quien recibió una mueca del rubio como respuesta - Anathema, es mejor que te inventes algo, es decir, has visto a Baal enojada, no es algo agradable de ver.

La morena lanzó un suspiro y contesto el ultimo timbrazo de Beelz, quien parecía fuera de sí, preguntándole si estaba bien, y después de comprobarlo, le soltó una sarta de malas palabras relacionadas a la responsabilidad.

—Si, a decir verdad, tuve un contratiempo - no era del todo una mentira, pero era más cómodo que decir que por sus aires de celestina ahora estaba en un aprieto.

—¡Necesito que me avises de tus faltas, jovencita! - le gritó la abogada del otro lado de la línea, quien intentaba caminar con un montón de expedientes en las manos, Anathema estaba tratando de estar tranquila mientras escuchaba un enorme alboroto y seguido de un grito de Beelz, la línea se perdió de pronto.

—¡Mierda! - exclamó ella asustada, mientras Aziraphale y Crowley la miraban extrañados - ¡algo malo le paso a Beelz! - y si fue mi culpa, ¡oh no!

Aziraphale intentó tranquilizarla mientras el pelirrojo sacaba su moderno teléfono de la chaqueta para averiguar que había pasado, pero la morena lo detuvo, ella estaba temblando, definitivamente daba una imagen deplorable.

—No, si hace eso, Beelz sabrá que estoy con ustedes, no acabe de hablar con ella cuando escuche el gritó y la llamada se cortó.

—¡Vamos cariño, ella está bien! - la reconforto Aziraphale, ocasionando que el pelirrojo diera un suspiro, mientras planeaba como poder llevar a la morena de regreso a casa, sin que acabará despedida en el proceso.

En la oficina en Londres, Beelz estaba en un aprieto, había caído con la escalera al ir distraída peleando con Anathema en aquella llamada. Tenía una junta a las nueve con Gabriel, y ahora tenía un tobillo posiblemente torcido, vio la ola de papeles tirado en el suelo, burlándose del dolor punzante que sentía, el maldito celular había caído a metros de ella.

Quería llorar, pero eso no era válido, no al menos en ella, así que como pudo se arrastro hasta el borde, y se sintió un gusano, uno demasiado apenado; no era de plegarías, pero estaba lanzando unas cuantas esperando que nadie la viera en tan lamentable estado.

Hizo un movimiento mal y el dolor la hizo hacerse ovillo, la adrenalina no era suficiente, pero esta vez su cuerpo le ganó a su fuerza de voluntad; y como nunca, se deshizo en lagrimas amargas, mientras veían como salir de ese aprieto, estaba en el segundo piso, nadie pasaba por ahí caminando, no a menos que desearan algo del archivo, maldijo de nuevo su suerte, su único apoyo sería su celular, quien empezó a sonar errático, la junta empezaría en cinco minutos según la alarma de su agenda.

En eso siente unos brazos cernirse sobre ella, haciendo que su color cambiara de un pálido a un completo carmesí, deslumbro los zapatos caros en su ascenso a unos fuertes brazos y deseo no estar aturdida para poder patearlo.

—Nunca pensé que tuviera que ver tu caída, ahora si eres belcebú - bromeo, ocasionando que deslumbrara un gesto adusto en el rostro furioso de la abogada.

—¿Qué mierda haces? - recrimino ella, más un ladrido que al mover su cuerpo en sus brazos le recordó donde estaba y por que por desgracia estaba indefensa, maldijo a los nueve círculos y sentí como él no se inmutaba en contenerla, hasta el llanto volvió a ser parte de nuevo, Gabriel se acongojo, Beelz siempre era dura, nunca pensó verla tan frágil, y ahora ahí con un pie con un posible esguince se lamentó de las veces que la hizo sufrir de alguna manera.

—¡Necesitas ir a un hospital !, no es una sugerencia, ¡es una orden abogada! - sentenció, Baal se sintió mal consigo misma, Gabriel estaba ayudándola, a pesar de su malestar, ella sopesó un poco sus posibilidades, las cuales eran nulas de ocasionar un alboroto.

—Por favor, al menos se discreto, quiero hundirme en el averno antes de ser la comidilla de toda esa bola de cotillas— suplicó, Baal nunca suplicaba y eso hizo que algo dentro de Gabriel se estrujara, de una manera que creía perdida antes de haberla besado en aquella fiesta, y que la abogada lo mandara al cuerno.

—Está bien, aunque no se si mi gimnasio me permite tener la fuerza para llevarte el piso que falta hacía mi coche - la calmó bromeando, ella le dio una sonrisa ligera, y él entendió que podría decir estupideces si eso la hacía sonreír.

—¡Bueno, vamos a averiguarlo! - notó ella, agarrándose del cuello de él para darle soporte, y lamentaba el dolor atronador en su pierna, o sin duda ese momento sería el más erótico de su semana, sintiendo los músculos fuertes que estaba abrazando, y después la horrible punzada la trajo de nuevo a la realidad.

En París, Crowley llevaba a Anathema al aeropuerto, la jovencita lucía demasiado acongojada, ni siquiera pudo disfrutar la ciudad un poco, ¡Estaba en Paris! Y tenía que regresar a la realidad de su inminente despido si no se justificaba lo suficiente. El aire frio calaba un poco, ambos estaban enfundados en suéteres y abrigos pesados, mientras que la morena les daba una ultima mirada pensando que se veía adorable como la modernidad de Crowley acentuaba el estilo descuidado de Aziraphale.

—Estoy esperando que tomen el tiempo perdido - comento ella, ocasionando que Crowley la mirará de una manera amenazante al saber que la jovencita hablaría de más - ¡por el amor de lo que crean, disfruten este momento!

Ella les dio un abrazo antes de tomar el vuelo de regreso a Londres, haciendo que el coordinador mirara al rubio que tenía un lado después de su ausencia; había sido una confesión a medias, de una manera poco atractiva, Aziraphale estaba tomado, y sobre todo dolido, tenían tanto que sanar en ese momento, adecuarse el uno al otro en una dinámica completamente diferente, Crowley se quitó las gafas para poder vislumbrar al rubio un poco, asimilar que estaba al lado de él.

—Permíteme tentarte con un almuerzo - sugirió el pelirrojo, ocasionando que el rubio lo mirara un poco confundido, para después notar la mirada brillante, casi suplicante —¡déjame hacer las cosas bien ángel!

Algo dentro de él se derritió un poco, no estaba acostumbrado a que la gente lo cuidara, pero era lindo saber que Crowley podría lograr que su corazón latiera más deprisa, así que, como primera decisión importante de su relación, tomó la mano del pelirrojo provocando una maraña de reacciones en este, que pasaron de un sonrojo que competiría con el color de su cabello a un balbuceo incoherente, Aziraphale le regaló una hermosa sonrisa que iluminaba a la par del sol.

—Tentación aceptada querido, espero que puedas compensar el mal trago de ayer - comentó irónico, aun no olvidaba su dolor, ver a Crowley con otra persona le había dolido más de lo que estaba dispuesto a admitir, el pelirrojo besó su mano que estaba a envuelta en la suya, derramando en esa simple caricia un acto de pura devoción hacía él, su ángel ruborizado y feliz, era todo lo que necesita, en medio de Paris.

Ensimismado en su pareja olvidó por completo todos sus compromisos, entre ellos el motivo que lo llevó ahí en primer lugar.

NA Aquí a todos les vale el trabajo.

Muchas gracias a mis lectores y ¡Feliz día de San Valentín!