Capítulo II: Rosas y recuerdos.
Ante él apareció una habitación que lucía en total abandono: el suelo estaba cubierto de polvo, los armarios estaban viejos y la mayoría rotos. Las cortinas tenían pelusa entre los pliegues y en las esquinas brillaban los hilos de las telarañas incompletas.
Draco se materializó detrás de la luz pálida que daban las velas flotando sobre ellos.
- Llegas tarde, y no me gusta que me hagan esperar- dijo despacio mientras caminaba hacia Harry.
- Lo siento, no pude evitarlo, es que...- Draco se aproximó a él y posó su dedo índice sobre sus labios.
- No digas nada, no me interesa en lo absoluto lo que te haya pasado antes de venir- su voz era calmada. Sus movimientos eran sutiles y sensuales. Una llama de lujuria avivando cada momento.
Harry no podía descifrar esa mirada que traspasaba sus ojos y le quemaba como fuego aterciopelado.
El chico rubio se acercó aún más y besó delicadamente el borde de sus labios, pero él lo apartó bruscamente.
- Por lo que vine Malfoy, no me hagas perder el tiempo.
- ¿Entonces crees que todo esto es una pérdida de tiempo?- Draco empezó a caminar alrededor de él. El calor de su cuerpo era palpable a pesar de la distancia que había entre ellos.
- ¿Qué quieres decir con "todo esto"?
- ¿Qué, ya no lo recuerdas? En la mañana pensé que solamente era un pretexto para verme.
- ¿Un pretexto?- No entendía nada y la mirada que se desvelaba delante de él entre las sombras licuadas lo hacía sentirse nervioso.
- Mejor dejemos las explicaciones para otro día- dijo Draco- Por cierto, creo que la necesitarás- dejó la varita en la mano de Harry. Después lo tomó por la nuca y acercó su boca a la de él; pasó su lengua húmeda sobre sus labios, que parecían renuentes a abrirse (pero una ligera mordida cambió todo); metió la lengua en la dulzura de la boca de Harry mientras su mano derecha se enredaba en su cadera y la izquierda descendía hacia la cintura. De nuevo el contacto se rompió.
- ¿Qué crees que haces Malfoy?- preguntó Harry mirándolo sin saber qué sentía. Los pensamientos se revolvían y confundían la verdad entre un montón de ideas vagas.
- ¿Sabes qué, Potter?- le preguntó Draco fríamente mientras su mano, repentinamente tocaba su mejilla- estoy empezando a desesperarme, sé lo que sientes, porque yo lo siento también; deja de negarlo, no tiene sentido- quería convencerlo, pero dentro de sí sabía que no era cierto, sabía que todo era una trampa.
- Yo no siento nada por ti- dijo Harry tajante, su voz era severa en la superficie pero sólo quería ocultar sus dudas, su inseguridad sobre lo que realmente lo perturbaba.
- No, no me refería a tus sentimientos, me refería a lo que deseas.
Éstas palabras retumbaron en la mente de Harry. Eran claras pero el significado perdía forma cada vez que las repasaba.
Draco emprendió un nuevo intento de seducción: sostuvo la cara de Harry con firmeza y se acercó a él despacio, pero no lo beso en los labios, en vez de eso, dibujó un camino de mordidas desde su cuello hasta la clavícula, abriendo los botones de su ropa con cuidado. El toque de esas manos era extrañamente placentero, abrasaba la piel de Harry con sutileza. La sangre hervía dentro de sus venas, y el calor entre ellos se volvía cada vez más intenso. Un espasmo recorrió todo su cuerpo y luego se sintió vacío, como si todo su cuerpo hubiera sido concentrado en su tande. Un ardiente deseo comenzó a fluir, ahogando la voz de la razón y dominándolo por completo. Tomó a Draco por los hombros, lo apartó bruscamente y se quedó mirándolo sin pensar, sólo dejando que ese delicioso placer lo inundara.
Draco cerró los ojos inconscientemente, sus demás sentidos se agudizaban, podía oler el aroma de Harry cada vez más cerca de él, entreabrió los labios, la respuesta fue casi inmediata: otro par de labios dulces se cerraron contra los suyos y unas manos tibias rodearon sus hombros, acariciando las suaves hebras de plata.
Harry no entendía, de hecho ni pensaba, algunas ideas intentaban asomar por su mente, pero eran arrojadas por el sentimiento de la piel suave bajo su tacto, de esa boca húmeda, prohibida.
Acerco más su cadera a la de Draco, sus movimientos eran bruscos y apasionados; sus manos descendieron por sus brazos hacia su pecho, esta ve,z él desabrochó los botones de la ropa del otro chico, dejando su torso desnudo. Su lengua se deslizó por la piel, desde su hombro hasta su pecho.
La humedad de aquel terciopelo hizo estremecer a Draco, quien yacía aún impotente ante Harry, sin poderse mover, sin poder hablar. La caricia de su lengua intercalada con la succión lo hacían temblar. Pero la amargura llenó su boca de repente: todo era una mentira, y así no había caso en todo eso. Era casi imposible que, sin medios mágicos, Harry Potter accediera a liarse con él. Lo sabía, pero el deseo lo invadía, carcomiendo la desesperación cada vez que lo miraba.
- No- dijo después de muchos esfuerzos, no estaba seguro de querer hacerlo, pero era preferible acabar con todo ahora, no podía hundirse más, o se ahogaría en la pasión que se aferraba a él.
- ¿Qué dices?- preguntó Harry apartándose de él.
- Que te detengas.
Harry lo miró confundido, su cabeza daba vueltas, revolviendo sentimientos con sensaciones que permanecían en su piel y en sus labios.
No quería, no estaba dispuesto, pero los ojos de Draco lo hicieron cambiar de parecer: la luz que atravesaba sus pupilas desvelaba desesperación.
Por alguna extraña razón le dolía aceptarlo, la verdad de lo que acababa de suceder le estrujaba, desgarrándolo, como una zarpa.
- Lo siento, no puedo- le dijo a Harry al oído, su voz era melancólica pero firme, mientras se desmoronaba por dentro. Sentía las astillas en su sangre, apretando su corazón y rompiéndolo en pedazos. Se fue hacia rincón opuesto a la puerta, se recargó sobre la pared mirando cómo Harry se acomodaba la camisa.
'Aún no es tarde' dijo una voz dentro de él pero solo siguió contemplándolo sin hacer nada.
Harry sintió la mirada de Draco por todo su cuerpo, volteó hacia él: sus ojos eran suplicantes y su mirada rota. La confusión envolvía el aire, pero no encontraba una mejor opción, apartó la mirada y salió de la habitación sin decir una palabra.
Draco se resbaló por la pared hasta quedar sentado en el suelo. ¿Qué había pasado?, ¿por qué lo había hecho? La incomprensión le nublaba la vista, sólo divisaba las sombras mofarse de él detrás de la irreal niebla. Nada tenía sentido, las razones que lo habían llevado a hacerlo se habían borrado de su memoria, todo parecía un sueño mortal.
ooooooooooxoooooooooo
Cuando Harry llegó a su cuarto todos estaban dormidos. Se cambio y se metió entre las sábanas. Eran cálidas, 'pero no tanto como el cuerpo de Draco'. No podía entenderlo, y no valía la pena buscar una explicación ahora. Cerró los ojos e intentó no pensar más. Pero la figura de su enemigo estaba impresa detrás de sus párpados, imborrable.
La luna brillaba en el cielo como plata líquida entre el manto de la noche, impregnado de estrellas entre sus pliegues.
No podía moverse. Una serpiente se deslizaba por su piel, fría e impasible, imposibilitándolo. El viento cortaba su piel como un cuchillo piadoso abriendo heridas. No sentía dolor, estaba perdido en su propia mirada, incapaz de salir de sí mismo, inconsciente de su alrededor.
El esplendor de la luna era borrado por las sombras de las nubes que se interponían frente a ella.
Una silueta se dibujaba entre la oscuridad, más delineada a cada paso que daba. Un brillo metálico cortó la oscuridad clavándose en el pecho de su víctima inofensiva. La capucha impedía ver quién era, sólo se desvelaban un par de finos labios pálidos bajo los bordes de niebla.
Un líquido espeso se escurría desde la herida, estaba tibio pero la sensación que dejaba a su paso era fría y amarga, cortando su respiración tajantemente.
Harry se despertó agitado, el sudor frío se deslizaba por su frente y su cuerpo estaba entumido. No recordaba bien el sueño, pero aún así lo inquietaba. Sus oídos se aguzaron, pero sólo percibieron el ruido de los ronquidos de sus compañeros. Trató de enfocar la mirada pero la oscuridad era absoluta.
Un pequeño rayo de luz parecía desprenderse del espejo.
Creyó ver una sombra dibujada por los hilos de luz de la luna que asomaba desde afuera; se quedó quieto, no podía respirar, sus pulmones parecían estrujarse contra su pecho, impidiendo que el aire fluyera. La sombra pareció moverse y desapareció del reflejo. Harry respiró finalmente, de seguro todo era su imaginación.
Los minutos pasaban, podían oírse sus pasos desde el reloj de la Sala, sonaban y resonaban en sus oídos, como agujas en su cerebro.
¿Qué lo consumía? ¿sólo una pesadilla? Estaba siendo infantil, nada podía pasarle mientras estuviera en el colegio. Trató de calmarse y se metió de nuevo entre las sábanas.
ooooooooooxoooooooooo
La niebla envolvía el castillo como crema batida alrededor de él; las ventanas estaban empañadas dejando apenas entrar la luz desteñida del sol aún dormido.
Draco estaba sentado en su cama rodeado por las sábanas blancas y verdes, enredadas por el sueño inconstante que había tenido. Se la había pasado toda la noche despertando por momentos, revolviéndose entre el lino de las mantas y ahogándose de calor, hasta que finalmente se dio cuenta de que era inútil dormir.
Llevaba largo tiempo sentado en la misma posición, contando sus dedos una y otra vez. El cabello le pesaba sobre la frente: necesitaba cortarlo.
'No, mejor no' dijo una voz dentro de él y un recuerdo cambió su expresión, delineando sus finos labios.
Un par de ojos de esmeralda lo miraban con una llama ardiente dentro de las pupilas y se acercaban cada vez más hacia él. Unos labios ardientes de deseo se cerraron contra su boca descargando sus sentidos en una ola de electricidad por su cuerpo. Un par de manos sobre sus hombros y deslizándose hacia su nuca, enredando los dedos en su fino cabello y recorriendo el contorno de su rostro, apartando pequeños mechones despacio. Podía sentir el cuerpo de Harry cada vez más cerca, su calor lo embriagaba y perdía su mente inexplicablemente en las olas de confusión y pasión que contagiaba ese aliento penetrando por su boca hasta lo más profundo.
Un calor propio, casi cortante por el deseo de salir; pero no, no debía dejarse llevar tan salvajemente, y mucho menos por el chico delante suyo que transpiraba sensualidad por cada poro de su cuerpo, o al menos eso le parecía a Draco, que estaba preso en una trana de piel dibujada por los brazos de Harry.
Su cuerpo se estremecía al sentirse deliciosamente vulnerable, atrapado, ya no en sí mismo, sino en alguien más. Esas manos moviéndose por su piel, acariciando su cabello; esos dedos enredándose entre las suaves hebras que caían junto a su oreja.
- Yo siempre he pensado que le agradas a las chicas por tu cabello. Aunque no creo que les guste tanto como a mí- murmuró Harry despacio.
- ¿Eso creías? Qué raro, yo siempre creí que era por lo encantador que soy; pero si te gusta, no lo vuelvo a cortar en mi vida.- Harry pasó la lengua por sus labios aún antes de que pudiera terminar. No era una caricia tierna ni parecía tener un trasfondo sentimental, pero eso no era ningún problema, de hecho era mucho más cómodo de esa forma... Al menos por ahora.
ooooooooooFinoooooooooo
Apartó las sabanas que lo detenían y fue a darse un baño antes de entumecerse más.
El agua helada caía sobre su espalda. Su piel estaba tan sensible que podía sentir cada gota que recorría su cuerpo, como pequeños copos de nieve quemando el trémulo manto.
Poco a poco sus sentidos iban despertando de nuevo. Se enredó una toalla en la cintura y salió hacia su habitación.
Cuando entró encontró a Crabbe sentado en su cama.
- ¿Qué haces aquí tan temprano?- le preguntó Draco, visiblemente irritado por su presencia.
- ¿Qué te pasó?- preguntó Crabbe señalando el torso de Draco, ignorando lo que éste había dicho. Miró las marcas en su pecho y en su abdomen.
- No es nada- le contestó tajante, se apartó bruscamente de él y salió hacia la sala común sin decir nada más.
Los escalones bajo sus pies eran fríos. No había nadie en el cuarto. Prendió la chimenea y se sentó en un sillón que estaba enfrente de él.
Pasó sus manos por las marcas. Los recuerdos se manifestaban con vívidas sensaciones cada vez que pasaba sus dedos sobre ellas. Aún podía sentir la calidez de los labios que las habían hecho. Esa lengua acariciando apasionadamente. Y esa boca succionando con tanta fuerza que parecía comer su carne.
La sangre empezaba a fluir rápidamente por su cuerpo, esparciendo una agradable calidez por toda su anatomía. Lo adormilaba sensualmente, disolviendo sus pensamientos en un dulce remolino de ensueño. Cuando el rechinar de una puerta lo sacó de su estupor.
- Draco, ¿qué estás haciendo aquí... desnudo?- le dijo una chica detrás de él. Era Pansy Pankinson. Lo miraba sorprendida, pero con un gusto sexual evidente.
- No estoy desnudo, tengo una toalla por si no lo habías notado- la voz de Draco era fría y cortante, como un picacho de hielo saliendo de su boca. Pansy se sentó a su lado y cruzó la pierna de manera insinuante, pero él la ignoró.
- ¿Te molesta si me siento?- su tono era equivalente a sus movimientos en un inútil intento de seducirlo.
- Para ser honesto, sí- respondió mirándola de arriba abajo con desgana. Pero ya que estás aquí...
- ¿Qué cosa?- clavó la mirada en un par de ojos grises, no expresaban interés, pero tampoco molestia; eran neutros- ¿qué quieres?- continuó y pasó sus dedos por el cuello de Draco.
- Ahora que lo dices...- empezó Draco tomando su muñeca con fuerza y acercándose más a ella. Pansy vislumbró la sensualidad detrás de las pupilas y esperó-... Quiero que te vayas y me dejes tranquilo- sus palabras fueron suaves y pausadas, retumbando detrás de los oídos de la chica, quien segundos antes había pensado que la respiración en su cuello era una insinuación a un faje, o quizá algo más, dada la situación.
El disgusto y el rechazo se marcaban en sus facciones. La glacial circulación de la sangre golpeaba por su piel contra la calidez del cuerpo cercano. Soltó su mano de la de él y subió las escaleras con pasos lúgubres y mortificados.
Draco sonrió plácidamente cuando la puerta crujió de nuevo. Podía hundirse nuevamente en sí mismo, recordar a la única persona que lo hacía estremecerse de verdad y perder la cabeza con una sola mirada. Pero, entonces, ¿por qué lo había despreciado? ¿por qué no se había entregado una vez más?
ooooooooooxoooooooooo
El cielo del Gran Comedor resplandecía como un mar de luz dorada, impregnado de velas blancas como nubes. Las lechuzas entraron como de costumbre al salón y dejaron las distintas cartas y paquetes a sus dueños.
Hedwing se posó sobre el hombro de Harry y le entregó una rosa roja con un pedazo de pergamino sujeto al tallo. Lo desató con cuidado. Sólo tenía escrito "Draco Malfoy" en elegantes y detalladas letras esmeralda que brillaban ligeramente reflejando la luz.
Volteó la vista hacia la mesa de Slytherin; el chico rubio hablaba tranquilamente con Nott, mientras abría una rana de chocolate. La acercó lenta y sensualmente a su boca. La comió despacio y luego pasó la lengua sobre sus labios para saborearla.
Harry lo miraba atónito, y entre aquella embriagante atracción, una pregunta se formaba en su cabeza: ¿Por qué la rosa?
Desvió la mirada hacia la flor que tenía en la mano. Tenía un color aterciopelado y puro; era roja como la sangre fresca sobre un cuchillo; el fuerte tallo estaba poblado de hojas verde oscuro y espinas afiladas.
.....
El sol brillaba con todo su esplendor, esparciendo gotas de oro por los terrenos del castillo, pintando destellos en las delineadas figuras.
Los estudiantes se amontonaban en su clase de Cuidado de las Criaturas Mágicas para ver los fénix que había llevado su profesor. La mayoría eran dorados con pequeños toques de carmesí en la punta de sus plumas, pero había uno que era completamente rojo. Harry se acercó a él cuidadosamente y el pájaro saltó casi inmediatamente hacia su brazo.
Como el sol empezaba a picarle se fue a sentar junto a un árbol especialmente espeso; los espejos de la luz se reflejaban entre las hojas apenas separadas unas de otras.
Harry estaba maravillado con el ave por su exuberante plumaje escarlata y sus ojos de rubí, brillantes y cristalinos que parecían atravesarlo.
Draco lo miraba desde el barullo. Volteó a ambos lados para ver si nadie se fijaba; caminó hacia Harry y se sentó a su lado.
- Qué lindo día, ¿no crees?- preguntó Draco tan fresco como la mañana, echándose el pelo para atrás con la mano y mirando tranquilamente el paisaje.
- Si, muy lindo- le contestó Harry como si le hablara al viento; había entre ellos cierta cercanía y cierta distancia a la vez.
Draco se acercó más al fénix y lo acarició delicadamente; su cabello rozó sutilmente el rostro de Harry, haciendo que éste se estremeciera.
- Escogiste un buen espécimen- le dijo Draco de forma casi dulce, tocando ligeramente su hombro con la mano desocupada-.El rojo es color hermoso, y su trasfondo es muy profundo... aunque a veces demasiado obvio- le guiñó un ojo y pasó la mano por su mejilla, pero Harry no se inmutó.
- ¿Qué significa?- preguntó entendiendo el camino que quería tomar.
- ¿No lo sabes?- Draco lo miró insinuante, sus ojos brillaban como hielo. Los hilos en su iris parecían tejidos a mano, enredaban los espejos entre sus hebras.
- No, quiero que me lo digas.
- Depende, a veces el sacrificio, otras el amor... y unas cuantas la pasión- la última palabra pareció formarse en su boca como fuego.
- ¿Y en una rosa?- su intención fue clara, pero la respuesta no se revelaba bien a través de la mirada gris que se fijaba en él. Draco se recargó de nuevo en el árbol rompiendo el contacto visual.
- Mm...
- ¿Qué haces aquí Malfoy?- una voz familiar irrumpió en el momento. Era Ron, quien estaba parado delante de ellos- Piérdete, ¿quieres?
El aire se vició con la flotante hostilidad entre Draco y Ron.
- Me iré Weasley, pero no porque tú me lo digas, sino porque tu presencia me enerva- dicho esto se alejó de ellos.
- ¿Qué quería ese imbécil?- preguntó Ron con sorna.
- No es un imbécil- replico Harry sin entender sus propias palabras; Ron lo miró incrédulo.
- ¿Qué dices?
- Nada... me refería a que... no merece ni si quiera que te molestes con él- su voz sonaba un poco insegura, y las palabras perdían tono por momentos. No estaba muy convencido de su "argumento", pero no podía pensar nada mejor
ooooooooooxoooooooooo
