Capítulo VII: Salamandras Malaclaw.
La sala común estaba vacía, al parecer todos estaban en el comedor. Draco se sentó en el sillón frente a la chimenea y disfrutó del suave calor de las llamas rozando su piel.
La tarde había sido muy productiva, no se había equivocado, ahora era más que seguro que ese día en la biblioteca Harry no se hubiera negado a besarlo, y mejor aún, lo había hecho él mismo esa tarde.
De repente un ligero sabor amargo contrastó esos pensamientos. ¿Qué tal si todo había sido por la miel Silvestre?. ¿Por qué siempre debía haber algo que arruinara el momento, acaso no podía engañarse un poco y ser feliz aunque fuese sólo por un instante?
Se levantó bruscamente y se dirigió con paso decidido a su habitación. Cerró la puerta y se recostó sobre su cama.
La chimenea estaba encendida, pero aún así sentía frío, un frío que emanaba de su propio cuerpo. ¿Por qué todo tenía que ser una mentira, por qué? Se sentía frustrado. Antes no había tenido ningún problema a pesar de que sabía que Harry no sentía nada por él, pero ahora, el hecho de que al parecer en ninguno de los encuentros que habían tenido estaba en sus cinco sentidos, lo molestaba. La victoria perdía el sabor de esa forma porque así no era realmente suya sino de sus habilidades para preparar una tonta poción o de encontrar el ingrediente adecuado en el momento adecuado. Y esto llevaba a un punto incidente: La poción de Adonis.
Se puso boca abajo y sacó el libro que escondía debajo de la cama. Lo abrió en la página de "Propiedades y efectos mágicos de Adónide".
" La poción de Adonis se prepara en luna llena ya que esta le otorga sus propiedades de atracción. En caso contrario, los efectos podrían ser contraproducentes.
" Esta poción ha sido usada desde tiempo remotos para atraer a una persona en específico y crear en ella una atracción inexorable hacia el poseedor del 'secreto de Adonis'.
" Los sentimientos que produce ésta poción, son ficticios y temporales."
Draco tomó el libro y se aferró a él mientras se ponía en pie y se dirigía a la pequeña ventana, desde la que apenas se podía ver el cielo recién despejado; y cruzando gloriosamente el firmamento, un arcoiris de colores pálidos y borrosos que perdía nitidez a cada minuto que Cronos lo acribillaba.
'Sentimientos ficticios'. Eso quería decir que todo era una maldita ilusión. ¿Pero cuál era el problema? Lo sabía desde el principio, sabía que no era real, no podía esperar que lo fuera, después de todo lo único que habían compartido hasta el momento era odio, y era absurdo pensar que todo iba a cambiar en algunos días.
'Temporales'. Respiró profundamente y volvió a abrir el libro.
"Después de algunas horas de ser suministrado, se crea un lapsus amnésico que se puede prolongar desde algunos días hasta varios meses, dependiendo de la periodicidad con que sea infiltrada la poción. Durante este lapsus, la persona intoxicada pierde memoria de los acontecimientos ocurridos horas antes de haberla tomado.
" Los efectos de atracción, al igual que la amnesia, dependen de la continuidad de su consumo, sólo que su efecto es menos duradero.
" En caso de mezclarse con algún otro líquido, la sustancia se volverá transparente, lo que la hace imperceptible.
" Mientras mayor sea la cantidad digerida, el efecto será más fuerte y más prolongado."
Eso no lo ayudaba mucho a saber si, después de todo, la poción aún seguía funcionando, pero al menos ahora sabía que Harry realmente no recordaba lo que había pasado hacía una semana.
'Un minuto'- pensó- 'si la desaparición de los efectos depende de cuanta poción haya sido ingerida y por cuánto tiempo, eso quiere decir que se disuelve. Por otro lado, si aún no puede recordar, tal vez aún esta funcionando la poción dentro de él y todo lo de ésta tarde fue por eso'.
Apretó el libro contra su pecho y lo sostuvo así durante unos segundos; después lo lanzó furiosamente contra la pared y las hojas, que se habían desprendido por la fuerza del golpe, quedaron regadas en el suelo.
¿Cómo había podido ser tan tonto de pensar que Harry podía sentirse, aunque fuera un poco, atraído hacia él?
Respiró pesadamente y se quitó la túnica, dejando que el terciopelo se deslizara suavemente por sus hombros hasta quedar tendido en el suelo. Desabrochó los botones de su camisa y se la quitó también, quedando su torso desnudo. Se paró frente al espejo de cuerpo entero que estaba en uno de los extremos y se miró: las marcas de aquella noche que había compartido con Harry aún seguían ahí, borrosas, pero lo suficientemente visibles como para recordarle lo que había pasado.
La luz de las antorchas se impregnaba débilmente sobre los muros de piedra que rodeaban la habitación. Caminó despacio hacia el extremo dónde se encontraba Harry tras un pilar.
La oscuridad, interrumpida por ligeros hilos de luz, caía sobre Harry, marcando sus facciones tras el libro que sostenía. Se sentó junto a él. Harry lo miró con desgana, abrió la boca para decir algo pero, Draco cerró sus labios contra los de él antes de que pudiera formular palabra. Harry lo separó rápidamente y lo observó atónito.
Draco temió que la poción no hubiera funcionado, pero un brillo se encendió súbitamente en las esmeraldas que lo miraban detrás de aquellas débiles vitrinas. El muchacho frente a él se acercó de nuevo súbitamente y lo besó con fiereza, como si quisiera hacerlo suyo en un simple beso.
ooooooooooFinoooooooooo
Draco miró su figura en el espejo, sus manos recorrían aún las marcas opacadas por el tiempo. No todo estaba perdido, y no iba a dejar que nada lo hiciera caer, al contrario, otro obstáculo sólo lograría dar más sabor al momento final. No importaba que por el momento estuviera bajo un hechizo, al menos serviría para tenerlo cerca el tiempo suficiente como para seducirlo y hacerlo realmente suyo.
Sonrió maliciosamente a su reflejo y apartó un mechón de cabello de su frente con un sutil y tentador movimiento de su mano.
- No podrás resistirte Potter, no importa lo que hagas.
La atmósfera de aprehensión se rompió, como si un palillo hubiera rasgado la burbuja extenuante que lo rodeaba. De un momento a otro se sintió más tranquilo, podía ver el triunfo delineándose entre la niebla del futuro. De cualquier forma un Malfoy siempre obtenía lo que deseaba, y lo que Draco deseaba en ese momento era a Harry.
Acomodó la sábana que estaba torcida sobre el marco del espejo de forma que la brillante superficie quedó completamente cubierta.
Entre el silencio lo único que se podía escuchar era el crujido de las llamas que bailaban elegantemente en la chimenea y que daban cierta atmósfera melancólica, resguardando en su calidez, la tormenta de ideas que habían caído un momento antes sobre Draco, devolviendo al fin la ficticia armonía.
Terminó de cambiarse y se acostó en su cama. Las sábanas se sentían suaves contra su piel. El sueño cayó sobre él débilmente, acariciando sus sentidos hasta perderlo en una profunda inconsciencia.
Ooooooooooxoooooooooo
Algo pareció moverse detrás de sus párpados pero no fue capaz de abrir los ojos. Sintió un sabor amargo dentro de su boca, intentó tragar, pero su garganta se sentía rasposa, impidiendo el paso de la saliva: tenía sed. Se giró hacia un lado para volver a dormer, pero sólo logró enredarse más en las mantas. Se sintió molesto por la interrupción de sus sueños: por primera vez en varios días había logrado dormir plenamente sin encontrarse con alguna imagen de Draco perdida entre las escenas multicolores y confusas.
La conciencia llegaba lentamente, no quería levantarse, pero la sensación que seguía en su boca era bastante desagradable. Se deshizo del embrollo de sábanas y se puso de pie. Caminó a tientas hasta que se hubo acostumbrado a la oscuridad.
- Genial- se dijo molesto cuando, al revisar la mesa de noche de Ron, se dio cuenta de que la jarra de agua estaba vacía. Tragó de nuevo, la espesa saliva tenía un sabor acidulado.
Caminó hacia el otro extremo de la habitación, abrió la puerta que daba al cuarto contiguo. Giró el grifo y se acercó al chorro de agua dejando que corriera por el borde de sus labios y apenas que tocara su lengua. Pero el gusto amargo no se iba.
El silencio retumbó en sus oídos, y de repente, como si una membrana se rompiera, llegó a su mente una imagen extraña, borrosa al principio, pero que se iba aclarando poco a poco:
Alguien cerca, muy cerca de él. Una respiración húmeda y placentera contra sus labios. Un estremecimiento involuntario, como un toque eléctrico por todo su cuerpo. Unos ojos grises mirándolo tras finas cortinas de pelo rubio, reflejando el claro de luna.
¿Era eso una fantasía, la representación de un anhelo secreto? Pero parecía tan real, se sentía tan cerca. Un hormigueo invadió sus labios, recordando el sabor de esa boca: superfluo y apasionado a la vez.
De momento se sintió mareado, las cosas (que apenas podía distinguir entre las sombras) se distorsionaron repentinamente. Sintió vértigo al ver como los objetos giraban ante sus ojos; sólo sintió que la fuerza se iba de sus músculos. Ya no podía sostenerse, sus piernas se vencían por el peso de su cuerpo. Trató de sostenerse del toallero, pero su mano no pudo cerrarse a tiempo y su cuerpo cayó despacio sobre el frío suelo del cuarto de baño, apenas antes de que sus párpados se cerraran con pesadumbre.
Una sacudida recorrió su espina, alguien lo estaba agitando, pero no tenía ganas de despertarse. De momento fue consciente de las losas frías bajo su espalda.
- ¿Harry?- preguntó una voz sacudiéndolo más fuerte.
- ¿Ron?- sus palabras fueron apenas audibles. Abrió los ojos ligeramente y una mancha roja, ligeramente borrosa, le indicó que había acertado. Parpadeó de nuevo y las cosas se aclararon un poco- ¿Qué hago aquí?- intentó pararse, pero lo único que logró fue quedarse sentado contra la pared.
- No lo sé- respondió Ron bastante extrañado -, tal vez te desmayaste. Vamos, levántate, Harry. No querrás quedarte ahí todo el día, ¿o sí?
Se levantó con esfuerzo. Un zumbido acababa de encenderse dentro de su cabeza, como si algo cautivo intentara salir de ella.
- Quizá deberías tomar un baño. No te ves muy bien- sugirió Ron echándole un último vistazo y luego cerró la puerta detrás de él. Parecía que quería asegurarse de que su amigo estuviera en condiciones de hacerlo.
Harry abrió el grifo de la tina. Se quitó la ropa despacio, dejando que la atmósfera irreal cediera a su caída.
Cuando la bañera estuvo lista se sumergió en el agua tibia. El dolor se disolvió entre el líquido. Empezaba a disfrutar estar rodeado de burbujas. Cualquier idea fue expulsada de su cerebro, ya tendría luego de qué preocuparse, pero ahora sólo debía relajarse.
Sumergió la cabeza hasta quedar totalmente bajo la superficie y el zumbido se convirtió en una voz dolorosamente familiar, ronca y sensual: la voz de Draco.
Por un momento sintió que su cuerpo estaba impedido, su mente sentía un débil impulso de moverse pero su cuerpo se negaba, mientras esa voz se aferraba tortuosamente a sus oídos.
Salió bruscamente de su prisión cuando su mismo cuerpo le pidió salir en busca de oxígeno. Miró a su alrededor, todo parecía diferente ahora, o más bien, él se sentía diferente.
Ooooooooooxoooooooooo
El sol resplandecía en el cielo del Gran Comedor siendo víctima del otoño, teñido de oro y escarlata. Parecía un día tranquilo.
Cuando Harry entró, volteó a la mesa de Slytherin, hacia el lugar donde acostumbraba sentarse Draco; pero su silla estaba vacía. Se preguntó dónde podría estar, pero antes de poder responderse, llegó Seamus y se sentó entré él y Ron.
- Adivinen qué he conseguido- dijo entusiasmado dejando una caja bastante grande sobre la mesa.
- ¿ Qué es eso?- preguntó Dean echándose sobre la caja (aplastando a Harry en el proceso) y quitó al tapa. Dentro había una especie de langosta gris con manchas de color verde intenso.
- Es un Mackel Malaclaw. A mi tío Algie lo mordió uno y tuvo mala suerte por semanas- dijo Neville mirando al bicho con curiosidad.
- ¿No es hermoso?- preguntó Seamus con tono paternal, lo que le pareció muy gracioso a Harry, quién pensaba que más que hermoso, le daba cierto aire familiar a Parkinson.
- ¿Dónde lo conseguiste?- preguntó Dean.
- Me lo ha mandado un primo que vive en la costa. Naturalmente no lo hubiera podido conseguir aquí... Por el clima, ya saben.
- ¿Y qué piensas hacer con él?- interrogó Ron- ¿Tenerlo de mascota?
- Entre otras cosas. Realmente son muy útiles¿saben?- contestó Seamus malévolamente mirando hacia la mesa de Slytherin.
- ¿Alguna víctima predilecta?- preguntó Dean mirando hacia el mismo lugar que su compañero.
- Blaise Zabini. ¿Recuerdan lo qué me hizo la semana pasada? Lo va a pagar. Con un poco de suerte se llenará de moco verde.
Salieron del castillo. El clima era bastante agradable. El aire tibio golpeaba contra sus rostros creando una extraña calidez interna. Se acercaron a la cabaña de Hagrid, la mayoría de los Slytherins estaban ahí (incluido Draco, a quien Harry no había visto durante todo el desayuno).
Hagrid salió de detrás del huerto de calabazas y los condujo por el borde del bosque hasta llegar a una prominente hoguera. A Harry le pareció imaginar que un montón de cintas azules y rojas saltaban entre las llamas. Se talló los ojos, pero seguían ahí. Las miró más de cerca, no eran cintas sino...
- Salamandras. He puesto un poco de pimienta en la hoguera para que salieran más rápido- dijo Hagrid señalando el fuego que ardía imponente frente a ellos.
- Genial, ahora sí tenemos animales interesantes- dijo la voz sarcástica de Malfoy, y muchos de los Slytherins rieron. Hagrid lo ignoró y siguió explicando al resto de la clase.
- Las Salamandras viven y se alimentan de las llamas. Su color de piel cambia según la intensidad del calor del fuego en dónde aparecen. Pueden sobrevivir hasta seis horas fuera del fuego si se les administra pimienta cada determinado tiempo.
- Qué bien, al fin podremos tener una mascota sin hartarnos de ella- volvió a interrumpir Draco y de nuevo se desataron las risas de los de Slytherin.
Harry pensó que se había equivocado con Malfoy: no había cambiado, seguía siendo el niño malcriado y molesto de siempre.
- Para tu información, Malfoy- dijo Hagrid mirándolo severamente-, la sangre de Salamandra tiene propiedades curativas y restauradoras, y estoy seguro de que algún día agradecerás saberlo- Draco le devolvió una mirada fulminante y se apartó de él, con Crabbe y Goyle siguiéndole.
-Bueno- continuó Hagrid recuperando de repente el buen humor-, voy a apagar la hoguera y cada uno tendrá que tomar una Salamandra. Lo que tienen que hacer es mantenerla viva toda la clase y ése será todo el trabajo.
Harry tomó una Salamandra roja, Ron una azul y se sentaron en el pasto.
- Qué aburrido- se quejó Ron al echarle más pimienta a su pequeño lagarto- ¿ Qué caso tiene espolvorear éstas cosas?
- Como dijo Hagrid, algún día podrías necesitarla- interrumpió Hermione sentándose con ellos.
- Qué milagro contar con tu presencia Hermione- declaró Harry.
- Sí, ¿no te irás con Theodore, tu nuevo compañero de Pociones?
- Basta Ron, no seas criatura...
- ¿Yo? Se podría decir que estas faltando al estandarte al juntarte con ese... Slytherin- soltó la última palabra con desprecio, como si acabara de nombrar algo realmente asqueroso: como un gusamoco, por ejemplo.
- Yo creo que puede estar con quien ella quiera- dijo Harry, defendiéndose más a sí mismo que a Hermione.
- ¿Bromeas?- dijo Ron despectivamente- Ustedes dos están locos.
- Claro que no- inquirió Hermione-. Simplemente somos tolerantes y no nos dejamos llevar por esas tonterías. Ya no somos niños jugando a odiar a las demás casas.
- Yo no soy intolerante ni odio a los de otras casas, simplemente...
- ¿Me dejas ver tu Salamandra, Hermione?- Nott estaba detrás de ellos, y por primera vez en su vida, Harry se encontró feliz de verlo: empezaba a sentirse bastante incómodo con la conversación que estaban sosteniendo.
- Claro- dijo ella poniéndose de pie y yéndose con él.
- ¿Ves lo que digo? Prefiere estar con él que con nosotros- Harry no contestó, siguió cubriendo a su Salamandra hasta dejarla casi del color de la pimienta.
Unos minutos después escucharon un grito. Al voltearse para ver qué había sido, se dieron cuenta de que Hermione tenía un horrible bicho sobre los hombros y tenía cubierto el rostro y el cuello con una sustancia verde y pegajosa, al igual que el brazo de Nott.
- Será mejor que vayas a la enfermería Granger, si no quieres que te vean la cara llena de granos - gritó Greengrass con voz burlona.
Harry volteó hacia Draco, quien estaba casi partiéndose de risa al ver que le empezaban a salir pequeños puntos color pasto en la cara. Realmente no se había equivocado: Draco seguía siendo el mismo de siempre... Aunque, tal vez no del todo.
Ooooooooooxoooooooooo
Después del almuerzo, Harry y Ron fueron a visitar a Hermione a la enfermería, junto con Dean, Neville y Seamus, quienes, a parte de llevar las condolencias, iban a disculparse.
Hermione se encontraba sentada en una de las camas del fondo: tenía toda la cara llena de ronchas verdes de apariencia viscosa y el cuello parecía arrugado y putrefacto.
- Hermione,¿estás bien?- preguntó tímidamente Seamus, sentándose junto a ella.
- Lo sentimos mucho- declaró Dean -. No pensamos que esa cosa saltara, y mucho menos hacia a ti.
- Tampoco sabíamos que causara... alergia o algo así- admitió Neville-. A mi tío sólo le dio mala suerte.
Hermione no contestó, sólo se quedó mirándolos con malas pulgas.
- Oh, vamos- dijo Ron tratando de animarla -, creo que te estás recuperando muy bien, ya no se ven tan mal.
- Eso lo dices porque no eres tú- dijo la chica en un quejido agudo.
- No te preocupes, apuesto a que se quitan justo a tiempo para no perder Astronomía - dijo Harry en tono tranquilizador ofreciéndole una rana de chocolate que había ido a recoger a su cuarto al ir por su Guía de Transformaciones.
- Está bien- dijo ella resignada -, supongo que lo único que me queda es esperar a que desaparezca la erupción.
- Ve el lado bueno, Hermione, al menos tuviste un cambio de "look" gratis- dijo Seamus sonriendo pícaramente y señalando una roncha especialmente grande que tenía en la punta de la nariz.
Sea... – empezó Harry, pero no pudo continuar: en ese momento se había abierto la puerta de la enfermería y Draco se dirigía derecho al despacho de la Señora Pomfrey sin voltear siquiera.
Ooooooooooxoooooooooo
Cerró la puerta detrás de sí, conteniendo aún la respiración y se quedó parado frente al escritorio, mirando los estantes que estaban a su alrededor. El ambiente estaba impregnado con un olor a botica vieja que penetraba incómodamente y se adhería a la nariz.
- Buenos días- saludó Madame Pomfrey saliendo de detrás de un estante particularmente extraño y abriendo un cajón que parecía oculto debajo de la mesa. Esculcó dentro y luego sacó un pequeño frasco negro que no tenía etiqueta ni nada que pudiera constar su contenido.
- Ayer escuché, Señor Malfoy, que estuvo en detención por llegar tarde a su clase de pociones, que casualmente, había empezado mientras usted estaba en mi despacho- la señora Pomfrey sostenía la botella como si no estuviera segura de querer entregarla.
- No se preocupe Madame, no fue tan malo realmente- respondió Draco simplemente, ignorando la reprimenda-. Además, usted comprenderá que la situación es un poco...incómoda, como para haber retrasado la visita.
- Sí, lo entiendo, y espero también que le dé un buen uso a esto- extendió el brazo, y finalmente entregó a Draco la botellita.
- Lo haré, muchas gracias. Sabía que usted me ayudaría. ¿Quién más podría conocer tan bien los remedios?- agregó melosamente.
- Aunque, sé que no debería, pero...
- No se preocupe, haré con ella sólo lo que le he dicho. ¿Cuánto dice que se usa?
- Una gota, sólo una- puntualizó claramente la enfermera- y guárdela bien, no me quiero ni imaginar esa botella merodeando de mano en mano... Bueno, si no hay nada más, será mejor que se retire, no me gustaría enterarme de que de nuevo ha llegado tarde a sus clases por estar aquí.
- Gracias Madame- dijo y salió de la habitación, sosteniendo la botella dentro de la bolsa de la túnica.
Miró al estancia blanca, la mayoría de las camas estaban vacías , pero en una de ellas había un grupito de gente. ' Gryffindors', se dijo, y casi sin darse cuenta empezó a buscar unos ojos verdes, hasta que los encontró. Sonrió sensualmente y el chico le regresó una mirada tímida. Reanudó el paso rápidamente y salió de la enfermería, teniendo aún en mente esos ojos esmeralda que tanto deseaba.
Ooooooooooxoooooooooo
Hora tras hora pasaba tímidamente ante sus ojos. Después del desastre de Cuidado de Criaturas Mágicas no había pasado nada interesante.
En Encantamientos habían practicado algunos hechizos para dormir que lo habían dejado bastante relajado. No eran difíciles realmente pero, como no se estaba concentrando, se le había pasado un poco la mano y le costó mucho trabajo despertar a Ron al final de la hora.
Durante la clase con McGonagall, había seguido teniendo un poco de sueño, lo que le causó una terrible reprimenda y sólo se salvó por un pelo de quedarse castigado; aparte de que ahora tenía que pasar los apuntes por no haberlos tomado como dios manda.
Como había pensado, Hermione regresó justo a tiempo para la clase de Astronomía, que tampoco había sido muy entretenida. Se la pasó revuelto entre montones de mapas dónde sólo veía puntitos sin sentido, hasta que se hartó y le copió a Ron el trabajo; y para colmo tuvo que soportar el sermón de Hermione : "¿Así cómo vas a aprender?".
Finalmente la campana había sonado y lo único que faltaba para terminar ese día era la práctica de Quidditch.
El aire soplaba furiosamente revolviendo la hierba bajo sus pies. Después de la breve caminata por la explanada, entraron a los vestidores con el resto del equipo.
La niebla a través de las ventanas daba cierto aire melancólico al lugar, y la luz ambarina cayendo oblicuamente sobre los tapices lo compensaba con acogedora inocencia.
- A que no lo adivinan- les dijo Dean animadamente mientras se ponían las túnicas para salir- escuché por ahí que hay una pareja nueva rondando los pasillos: y no una pareja cualquiera.
- ¿Qué quieres decir con eso?- preguntó Ron adormilado.
- Gryffindor y Slytherin- declaró finalmente y a Harry le dio un vuelco el estómago. ¿Acaso ya lo sabría toda la escuela, pero cómo era posible?
- ¿Cómo sabes?- preguntó Seamus interesado.
- Escuché a Lavender y Patil hablando muy emocionadas sobre eso.
- ¿Y bien, quiénes son?
- Aún no lo sé- contestó con el animo cayendo hacia las losas-, sólo escuché eso pero pueden estar seguros de que lo descubriré- agregó recogiendo el entusiasmo entre un lío de ropa.
- ¿Y quienes crees que sean?- preguntó Harry finalmente con un nudo en el estómago.
- Puede que sean Hermione y Nott- sugirió Ron con sorna-, con eso que andan de equipo en pociones.
Harry respiró lentamente.
- ¿Y tú, por qué has venido?- preguntó Seamus- ¿O sólo era para decirnos eso?
- ¿Eh?... No, vine a avisarles que el partido del sábado se va a postergar.
- ¿Y eso por qué?
- Ni idea- admitió lazando los hombros -, la señora Hooch sólo me dijo que el profesor Snape había pedido que se cambiara la fecha pero no me explicó nada más. Creo que tiene que ver con Malfoy y sus grandes visitas a la enfermería, pero no estoy seguro. Bueno, nos vemos en la cena, tengo que arreglar mis "asuntos".
Harry recogió un montón de ropa que estaba en el suelo y la puso sobre la banca con las ideas más allá de los candelabros. Dean había puesto en dedo en la yaga: había dicho que había una nueva pareja entre Gryffindor y Slytherin; él había pensado en Draco, pero realmente no sabía qué era lo que había entre ellos, ni siquiera sabía si realmente había algo.
Un zumbido se encendió en su cabeza, resonando cada vez más fuerte en sus tímpanos. Un huracán de ideas se revolvía en su cerebro entre imágenes de polvo confuso dando vueltas inexplicablemente. Respiró hondo, pero una barrera en su pecho impidió profundizar el alivio. Se sentía cautivo.
Ooooooooooxoooooooooo
Se aferraba al objeto escondido en la bolsa de su capa. Realmente podría resultar muy útil, sólo que necesitaría algunas cosas más.
Cuando cruzó la puerta del Comedor, vio a Nott y a Zabini conversando y fue directamente hacia ellos.
- ¿De qué hablan?- preguntó casualmente.
- De los puntos verdes de su cara- se burló Blaise.
- Eso te pasa por juntarte con la chusma- dijo Draco con desprecio.
Nott ni se inmutó ante el comentario.
- La verdad tiene sus ventajas andar con una ñoña- contestó, torciendo una sonrisa- por lo menos yo sí descanso por las tardes.
- Si yo no llego temprano a dormir, no es porque esté haciendo tarea, la verdad es que tengo mejores cosas qué hacer- replicó Zabini con un gesto pagado de sí mismo.
- Draco tampoco, al parecer- rió Nott-. Los últimos días lo he visto entrando y saliendo del despacho de la enfermera.
- La verdad no pensé que te gustaran las mujeres mayores... y vaya si ella es mayor- le siguió Blaise.
Draco se acomodó en su asiento y se echó para atrás.
- De hecho, he estado convenciéndola para que me diera algo, y era obvio que no se lo iba a dar a cualquiera, por eso he tenido que invertir tanto tiempo en su oficina.
- ¿Y qué es eso por lo que te has esforzado tanto?- le cuestionó Theodore con una mirada incrédula.
- Verán- dijo acercándose a ellos y hablando en voz baja -, necesito sonsacarle información a Potter, pero no creo poder hacerlo así nada más...
- ¿Acaso quieres saber si él también quiere contigo?- preguntó Nott con ligereza. Draco lo miró de soslayo y continuó como si nada.
- Así que le inventé un cuento a Pomfrey de que últimamente no había podido dormir bien para que me diera un filtro de alihosty, y como bien sabemos, mezclándolo con un poco de ortiga, opio y algunas plumas de Jobberrknall, no hay quien se escape de soltar la sopa.
- ¿Y si te lo va a dar? - cuestionó Blaise.
- Lo tengo justo donde quiero- aseguró Draco con una sonrisa orgullosa.
