Capítulo VIII: Frustración.

Una niebla melancólica envolvía el ambiente. Las ventanas del Gran Comedor estaban empañadas y el cielo plomizo parecía listo para soltarse a llorar.

Harry miraba hacia la cúpula distraídamente. No había podido dormir bien y aún sentía en su cerebro algo pesado que clamaba por escapar. Sus ojos se sostenían apenas y las insistentes preguntas de Ron de si se sentía bien lo incomodaban. Revolvió flojamente su plato de avena y dejó caer la cuchara al suelo, causando que un montón de miradas se fijaran en él por causa del estrépito.

Las lechuzas entraron de improvisto armando un gran alboroto. Uno a uno iban cayendo los respectivos paquetes, y para sorpresa de Harry, también había uno para él. Contuvo la respiración un momento sin atreverse a tocarlo; era largo y delgado, atado por un listón verde que revelaba su procedencia.

- ¿No lo vas a abrir?- preguntó Ron mirando la caja con curiosidad.

- ¿Qué?... ah, sí...- quitó cuidadosamente el moño y la abrió: dentro había una hermosa flor de hibisco de color rojo brillante. La observó con cuidado, era tan delicada y hermosa. El aroma que desprendía era dulce y seductor, queriendo hacerlo recordar algo pero no sabía exactamente qué.

La guardó nuevamente en la caja y volteó hacia el lugar de Draco, pero de nuevo estaba vacío.

- ¿Y bien?- preguntó Ron ansioso.

- ¿Y bien qué?

- ¿Quién la envía?

- No lo sé- contestó rebuscando entre la seda que envolvía la flor, pero sabía que no encontraría nada que lo delatara. Echó otro vistazo a la mesa de Slytherin, lo único que vio fue a Pansy chismeando con Bulstrode, quien no parecía estar disfrutando la conversación tanto como Pansy.

- ¿Qué tienes?- le preguntó Ron.

- Nada- contestó Harry distante, apenas consciente de que se había quedado mirando al vacío-... Mm... Estaba pensando en llevar esto a la habitación- sin esperar una respuesta de parte de su amigo, se paró de la mesa y se dirigió a la puerta.

Caminaba apresuradamente por el pasillo. Aprovechando que no habían tenido Herbología esa mañana (porque se estaba investigando la misteriosa desaparición de algunas plantas en el invernadero), se apresuró a las mazmorras. No se quería quedar castigado otra vez, sobre todo tomando en cuenta lo que había pasado en su última detención; no era que no le hubiera gustado pero no creía que fuera buena idea que pasara de nuevo.

Abrió la puerta con cuidado, ciertamente, si Snape estaba ya adentro, no quería hacerlo enojar con el ruido de las bisagras. Pero no era Snape quien estaba ahí: era Draco, y estaba hurgando en uno de los armarios. Pareció darse cuenta de la presencia de Harry porque azotó la puerta y levantó la mirada.

- ¿Qué estás haciendo tú aquí tan temprano?- preguntó insolentemente.

- Buenos días a ti también- cortó Harry-, y creo que la pregunta interesante aquí es: ¿Qué estás haciendo tú aquí, husmeando?

- Eso no es tu asunto- evadió Draco caminando hacia él.

- No, pero creo que Snape estará muy interesando en saberlo- sugirió haciéndose el interesante.

- ¿Acaso quieres chantajearme?- preguntó Draco acercándose a una peligrosa distancia- ¿Qué quieres, que te selle los labios?- agregó, dejando las tibias palabras rodar sensualmente por su lengua.

Harry no respondió, ciertamente no se había esperado esa respuesta, y la voz ronca de Draco había hecho que le temblaran un poco las rodillas.

- ¿Entonces?- insistió Draco tomando su mentón y acercándolo despacio hacia él. El ambiente se vició entre ellos con extraña dulzura, quebrantada por la incertidumbre. Harry sintió como si un extraño magnetismo lo incitara a hacer algo de lo que su cerebro no estaba seguro.

Sentía la respiración de Draco impregnarse tibia en su piel y su aroma penetrar hasta el más ínfimo rincón de su cuerpo. Entreabrió los labios para decir algo, pero Draco juntó los suyos suavemente contra el inferior de Harry, antes de que pudiera decir algo. Un calor intenso se creó entre ellos. Harry se sentía al borde, sentía ese dulce aliento entrar y quedarse en su boca. Sólo un poco más y estarían unidos; pero unos pasos distantes que provenían de las escaleras los hicieron separarse bruscamente. Se quedaron mirando confundidos, aguzando los oídos: los pasos se acercaban cada vez más.

- ¿Crees que sea Snape?- preguntó Harry en un murmullo.

- Ven- dijo Draco tomándolo de la muñeca. Se dirigieron a uno de los armarios más apartados del escritorio; apuntó el candado con la varita y éste se abrió- vamos entra.

Harry obedeció y unos momentos después estaban los dos metidos en un lugar demasiado pequeño para que dos personas estuvieran ahí: Harry estaba contra el estante con el otro muchacho encima aplastándolo. La mitad del trasero de Draco estaba sobre su ingle, la pierna izquierda entre sus muslos, y para colmo, el cabello le hacía cosquillas en la nariz (aunque olía delicioso).

- Creo que estamos un poco apretados- se quejó Harry al sentir un clavo enterrándose en su espalda.

- A mí no me molesta¿y a ti?- preguntó Draco "inocentemente", echándose un poco más para atrás.

- Malfoy, quítate- gruñó Harry empujándolo.

- Espera- interrumpió Draco, haciéndose un poco para delante y presionando ligeramente su pierna contra el muslo de Harry, quien se sonrojó por la extraña sensación que le producía-, creo que se dirige hacia acá.

Efectivamente, unos segundos después apareció Snape bajo el marco de la puerta.

- ¿Cuántas veces tengo que decirle a Filch que cierre el salón por las noches?- se quejó entre dientes y fue directamente a sentarse.

- Oye, Draco- preguntó Harry tímidamente.

- ¿Qué?

- ¿Ya pensaste cómo vamos a salir?

- No realmente- admitió con un dejo de preocupación -. Y deja de respirar en mi oído- agregó estremeciéndose.

- Lo siento, pero no hay mucho lugar como para respetar tu espacio personal.

Draco gruñó en protesta al comentario.

- ¿Y si llegan todos antes de que podamos salir?- preguntó de nuevo Harry rompiendo el incómodo silencio con un murmullo.

- Espero que no sea así porque esperaríamos hasta el almuerzo, y eso si no nos descubren antes, entonces sí tendríamos mucho que explicar.

- ¿Tendríamos?- preguntó Harry lacónicamente- TÚ eras el que estaba husmeando por ahí, yo sólo quería llegar temprano a clases.

- ¿Y a quién crees que le va a creer Snape, a ti o a mí?- cuestionó Draco con malévola diversión.

Harry se quedó callado. Tenía razón, Snape nunca le creería a él por encima de Draco. '¿Encima de Draco?... interesante'. Sacudió la cabeza. Esos pensamientos de nuevo; se iba volver loco, y la presión contra su muslo no ayudaba mucho.

Un golpe, como de algo muy pesado contra el suelo, lo sacó de su ensimismamiento, parecía provenir de algunos pisos más arriba.

- ¿Otra vez?- gruñó Snape levantándose de su asiento y saliendo hacia el corredor.

- Vamos, rápido- dijo Draco, abrió la puerta y los dos salieron.

Se asomaron primero para asegurarse de que el profesor no estuviera cerca y después subieron hacia el vestíbulo.

- ¿Y ahora qué?- preguntó Harry.

- No sé tú, pero yo me voy a buscar a mis amigos- respondió Draco , yéndose sin siquiera voltear.

'Cretino' Pensó Harry quedándose frente a la puerta del Comedor.

Ooooooooooxoooooooooo

La clase de pociones estaba siendo aún más incómoda que el resto (y eso ya era mucho decir). De nuevo se había tenido que sentar atrás de Draco y no había podido evitar mirarlo de reojo a cada oportunidad. Algunas veces Draco se giraba un poco (y el corazón le daba un brinco cada vez que lo hacía), estaba seguro de que sabía que lo estaba mirando pero aún así no podía evitarlo.

Sentía el vapor del caldero chocar contra su cara, respirando el amargo olor de la poción mezclado con el distante aroma de Draco que se había quedado en él. Era perturbador, por no decir bastante molesto. No debería distraerse, y mucho menos con cosas así.

- ¿Harry?... ¡Harry!... - la voz de Ron lo sacó de golpe de su ensimismamiento.

- ¿Qué?

- Ya te dije mil veces que por favor me pases la melaza de gumbumble- le repitió Ron molesto-. Últimamente estás en las nubes. Ya deja de pensar en ella.

- ¿ En quién?- preguntó Harry sintiéndose un poco adormilado.

- En la chica... de la nota- terminó en un murmullo- Harry sintió algo caer dentro de su estómago y volteó de nuevo (casi inconscientemente) a ver a Draco. Era él, nadie más que él en quien estaba pensando.

Quizá no le hubiera venido mal un poco de esa poción para la melancolía que estaban preparando.

Ooooooooooxoooooooooo

La tarde se rendía a la oscuridad, apenas dejando ver un trozo de sol brillar borroso en el horizonte, acunado entre las nubes doradas y cobrizas que prendían la cúpula celeste.

Harry estaba sentado en el pasto, debajo de un árbol nudoso y espeso, con el olor a hierba inundando el ambiente. El viento sopló furiosamente, revolviendo su cabello con dulzura al compás del canto de las hojas que caían pero estaba demasiado ensimismado para aspirar el dulce aroma que regaba.

Aún no entendía por qué estaba ahí, solo, mirando el entrenamiento de Slytherin, oculto entre las ramas cerradas. Algo extraño lo había llevado ahí, no era fácil explicarlo.

Algo lo agobiaba- ¿Qué era, amor, odio o simple atracción idealizada? Es difícil delimitar la línea cuando sentimientos tan opuestos, pero igualmente profundos, chocan repentinamente.

Amor y odio, ¿cuál es ese límite invisible que los separa? O quizá no haya línea, sólo ideas diferentes que se unen en un punto tormentoso, acarreando lo irreal.

Era horrible sentirse así, tan desesperado, tan solo... y tan incompleto al mismo tiempo. Un vacío parecía haberse extendido súbitamente sin que se diera cuenta y ahora estaba cautivo en ese agujero de angustia y dependencia.

Lo había tragado la confusión y ahora no sabía qué hacer, qué pensar o qué sentir, todo se conectaba en un huracán de inconsciencia, impidiendo a la mente liberarse y despejarse un momento. Ya no había diferencia entre desear y aborrecer. Su mente era un caos de pensamientos y sensaciones encontradas en un vértice de incertidumbre que se derrumbaba al contacto de frío mercurio.

Realmente no parecía amor, eso era demasiado profundo. ¿Atracción? Sí, eso debía ser; el deseo delirante hacia lo prohibido, o hacia lo más despreciado, que se desata como víctima de la búsqueda inconsciente del dolor para saborear la amargura intoxicante de lo inesperado.

Y el estar ahí, cobijado por el disfraz de la naturaleza, que le permitía contemplarlo a sus anchas en busca de una respuesta, que quizá no quería encontrar, le hacía sentirse un poco más real.

Ooooooooooxoooooooooo

Al fin, después de contar inacabables escalones y pasillos, había llegado a la sala Común. El fuego ardía acogedoramente en la chimenea, y el encontrar tantas caras agradables de los que estaban sentados frente al fuego lo hacía sentir en casa: en su única casa.

Caminó entre la multitud sin dejar de mirar a sus amigos. Ron parecía estar muy concentrado en el juego de ajedrez que compartía con Seamus; mientras Dean y Neville conversaban en murmullos.

Se sentó en uno de los sillones al lado de Ron y se quedo mirando las hipnotizantes llamas que ardían ligeras entre el polvo. Era relajante de cierta forma mirar cómo titilaban suavemente, encerradas en sí mismas. Empezó a adormilarse, dejando que el calor penetrara su piel y recorriera todo su cuerpo. Empezó a escuchar vagamente la conversación de Seamus y Neville.

- ...pero no puede ser, son demasiado diferentes para estar juntos, además, sería muy raro.

Las últimas palabras captaron la atención de Harry. ¿Seguiría Dean buscando a la dichosa pareja, habría investigado algo ya?

- ¿De qué hablan?- interrumpió sin saber realmente qué esperar.

- Estamos... tratando de pensar en quienes podrían ser los hilos de este chisme de los "nuevos novios"- murmuró dándose aires de detective.

- ¿Y quienes creen que sean?- preguntó Harry sintiendo que algo se arremolinaba en su estómago repentinamente.

- Aún no sabemos bien, pero son de nuestro grado, por lo que he oído, así que, obviamente, los conocemos. Ahora lo que estamos intentando es unir diferentes personas, hipotéticamente.

- Hemos intentado con casi todos pero aún no tenemos nada- agregó Neville.

- Debe haber alguien en quien no hayamos pensado- dijo frotándose la barbilla con la mano y mirando hacia el techo como si ahí estuviera la respuesta.

- ¿Qué tal Malfoy?- sugirió Neville.

Harry sintió una gotita de sudor rodar por su frente, tal vez a causa de la bochornosa atmósfera. Se limpió con la manga de la capa y dejó los lentes sobre la mesa.

- ¿Bromeas?- cortó Dean- Él sería incapaz de andar con alguien que no fuera de su casa... Además, es novio de Parkinson.

Harry sintió cómo si el mundo se derrumbara inexplicablemente y cayera todo el peso sobre él. Sentía furia y frustración correr por sus venas.

- ¿Cómo lo sabes?- preguntó Neville y Harry se lo agradeció, no hubiera podido decir una palabra sin explotar en gritos.

- Escuché a Parkinson y a Bulstrode hablar de eso en el desayuno. Al parecer no llevan mucho, desde el lunes, creo.

'El lunes', ese día se lo había encontrado en la biblioteca y había tratado de... ¿seducirlo?... Tal vez esa no era la palabra, pero lo había besado. También le había dicho que ella no le importaba en lo absoluto. 'Maldito mentiroso'. Temblaba involuntariamente por la ira, pero debía calmarse, no era buen momento para un arrebato.

Trató de controlarse, estaba siendo infantil. No tenía pruebas de que fuera cierto, Parkinson podía haber dicho cualquier cosa con tal de lucirse, además, nunca los había visto juntos... Bueno, sólo esa vez en Las Tres Escobas... Pero él se había ido y la había dejado hablando sola.

- ¿Estás bien?- preguntó Neville- ¿pareciera que tienes fiebre?

- Sí,...estoy bien...- contestó forzadamente, pero después se dio cuenta de que no quería seguir ahí, necesitaba estar solo- ...Creo que mejor me voy a la cama.

Se levantó rápidamente y se dirigió a la habitación.

Cerró el dosel de su cama y se quedó mirando entre la oscuridad.

¿Qué le molestaba? No era sólo el saberse engañado: se sentía usado. ¿Cómo podía haber sido tan tonto de confiar en Malfoy, había caído como un bicho en su trampa. Pero había algo más, ¿celos?

'Tal vez, es decir, no se necesita amar a alguien para sentir celos, y ya hemos aclarado que lo que siento por él... Espera, ¿lo que siento? ... Que lo que pasa con él podría ser cualquier cosa menos amor... Es más bien como... atracción... Pero sólo cuando estoy cerca de él.'

'¿Estás seguro?' Le murmuró una vocecita malévola en el oído.

- Absurdo- se giró sobre la cama hasta quedar de costado. Trató de poner la mente en blanco, pero empezó a sentir un calor agobiante. Salió del lecho abrasador y mejor se puso la pijama. Después se encerró en el baño y se lavó los dientes montones de veces para "quitarse el sabor a Malfoy".

Después de la enésima vez de tallarse la lengua, se mojó la cara y miró con furia su reflejo.

- Draco Malfoy es un imbécil- dijo manteniendo el enojo entre los dientes.

- Y tú estas siendo infantil- le replicó su imagen. Se secó el rostro y lanzó la toalla al piso con fuerza, dejando que un poco de frustración se fuera con ella, pero recordó las palabras que acababa de escuchar y miles de imágenes repugnantes llenaron su cerebro, llevando horrendas insinuaciones con ellas en fúnebre burla a su estado. Sintió su cuerpo tensarse; algo cortante, como fauces furiosas mordiendo las fibras de su carne. Un huracán de ira frente a sus ojos nublando la mente en llamas. Frustración rasgando la piel, inundando de sangre. que destilaba el dolor de las heridas abiertas. Vulnerabilidad arrasando, destruyendo la débil columna de estabilidad.

El triste tintineo del vidrio al caer contra el piso rompió la tensión superficial, haciendo que un poco de conciencia asomara de nuevo entre las tortuosas figuras que paseaban por su mente.

Las manos le temblaban al querer reprimir ahora esos sentimientos que luchaban fuertemente por escapar y caer en un mar de acciones desenfrenadas con tal de calmar el enfado y detener todo lo que se arremolinaba en su cuerpo. La sangre caliente esparcía un alivio contenido, que tal vez se liberaría dando rienda suelta a las emociones aprisionadas que punzaban los nervios, dispuestas a desbocar en un desastroso arrebato.

Miró al espejo nuevamente y respiró profundo, sintiendo que el aire que pasaba por sus pulmones se purificaba en su diafragma y se llevaba un poco de tensión al exhalar.

- Cierto, estoy siendo infantil- resopló con enfado.

Con trabajo fue vaciando la mente, dejando caer en el camino las ideas, atropellando con furia sus propias actitudes. Fue hacia la cama y se echó completamente sobre la colcha. La marea bajó, devolviendo el ritmo normal de su cuerpo, y como después de cada tormenta, cayó la breve paz como escarcha de sueño sobre el cuerpo tendido en cansancio.

Ooooooooooxoooooooooo

El vestíbulo estaba más que lleno, apenas se podía pasar, y para colmo, Parkinson no dejaba de molestar. Al parecer iba a aprovechar el último día del trato pegada a su brazo, el lado bueno era que le finalmente tendría que contarle lo que había hecho Harry ese día en la biblioteca después de que sea había marchado: quizá se había quedado ahí hablando solo y diciendo algo sobre lo perfecto que era. No pudo evitar esbozar una sonrisa al pensar en Harry teniendo una fantasía repentina con él.

Al fin atravesó el marco de la puerta y la primera persona que vio fue a Harry (sentado al lado de Weasley muy a su pesar) y de repente sus ojos se encontraron. Lo miró fijamente por unos segundos y luego empezó a recorrer sus rasgos calculadoramente: sus labios, ¿a qué sabría una fresa compartida en su boca o delinear de nuevo ese cuello para luego morderlo y arrancar un gemido de exquisito placer? Sentía el deseo emanar de sus propias pupilas. Volvió a concentrarse en su rostro, había esperado encontrarse con una sonrisa tímida en un rostro sonrojado pero lo que vio lo dejó perplejo: una furia indescriptible, como cuchillos a través de su cuerpo. Lo vio levantarse y dirigirse hacia la puerta, y en el momento en que sus hombros chocaron, sintió que una electricidad cortante los unía por un momento. ¿Qué había pasado?

Se mordió el labio. Lo descubriría luego, quizá podría "hablar" con él en un lugar "solo" y "tranquilo" y "bajarle" algo más que el enojo.

Ooooooooooxoooooooooo

Harry se recargó un árbol cerca de una de las torres. Inhaló hondo el olor a musgo y tierra mojada que embalsamaba el aire con cierta inquietud. ¿Por qué se había comportado así? Ahora Malfoy sabría que estaba celoso; ya era suficiente haber tenido que aceptarlo, pero que él supiera, era una visión horrorosa. Escuchó pasos apresurados acerarse pero no volteó.

- Harry¿estás bien?- preguntó Ron con la respiración entrecortada poniéndose a su lado.

- Sí- murmuró él con pesadumbre.

- ¿Qué pasó, por qué te fuiste?

- No pasa nada - contestó con voz apagada.

- Sé que no es cierto, has estado muy raro últimamente. No había querido preguntarte nada por no meterme en tus asuntos pero me estás preocupando y no creo que romper jarras sea la mejor manera de controlar la ira. Dime, ¿qué es lo que tienes?

- No tengo ánimos, tal vez después.

- Como quieras- terminó con resignación y se conformó con quedarse ahí, mirando el luminoso horizonte, compartiendo silenciosamente los sentimientos de su amigo, preguntándose aún, qué podría estarlo afectando.

Ooooooooooxoooooooooo

Era la hora de la comida, pero no tenía ganas de estar entre la multitud, y mucho menos con la expectativa de encontrarse a Malfoy de nuevo, así que le había dicho a Ron que no tenía hambre y que tenía que recoger su trabajo de Adivinación antes de que la profesora tuviera la oportunidad de avergonzarlo con él.

Subió escaleras desérticas y recorrió pasillos inundados por las conversaciones de los retratos. Casi sin darse cuenta llegó a la trampilla. Subió no muy seguro de lo que estaba haciendo.

Como de costumbre, el aula estaba iluminada por las lámparas cubiertas con pañoletas rojas y el olor a incienso se encerraba entorno, adormilándolo. La profesora estaba sentada hasta el fondo del salón, detrás de un montón de pergaminos. Se acercó despacio, haciendo sus pasos durar lo más posible.

- Em..., disculpe profesora...- murmuró despacio.

- ¿Sí, querido?- preguntó la profesora alzando la cabeza y fijando sus grandes ojos sobre él.

- Sólo me preguntaba... si no habría calificado ya mi trabajo del miércoles, para llevármelo- la profesora se acomodó los lentes y le dirigió una mirada evaluadora.

- Sí, claro, lo tengo aquí mismo- revolvió entre los pergaminos y finalmente tomó uno-. Me pareció muy interesante lo que encontré aquí, aunque tu versión final no me convenció mucho. Si me dejaras, podría ayudarte a descifrarlo mejor, siempre es útil saber lo que nos depara en destino... sobre todo en este tipo de cosas- sugirió dándole mucho misterio a la cosa.

- No, gracias- se apresuró a decir, pero de repente no le pareció tan mala la idea. 'Realmente estoy desesperado', pensó-... Mm, está bien.

- Bueno, siéntate- desenrolló el papel como si tuviera un vociferador en vez de un simple trabajo, lo que sólo logró inquietar más la imaginación de Harry -. Muy bien, al parecer, encontrarás el amor en la persona más inesperada. Pero debes tener cuidado, tal vez esas dudas no sean infundadas, no confíes demasiado, al parecer no es tan sincero como parece- Harry resopló pensando de nuevo en lo que se traía Draco con Parkinson -. Un secreto envuelve sus intenciones, sin embargo parece haber una correspondencia profunda, hasta cierto punto- un incómodo silencio quedó entre ellos, haciendo que la inquietud se agitara dentro de él.

- ¿Y, qué pasa después?- preguntó luego de pensárselo un par de veces. La profesora lo miró escrutadoramente.

- Hay posibilidades de un acercamiento más... íntimo... pero, oh mi querido chico, algo oscuro es lo que los une; pero no te preocupes, parece ser sólo una nube temporal, no dejes que nadie se interponga- Harry no pudo evitar sentir que todo eso era puro drama de la profesora para darle más caché al asunto, de seguro no era más que un montón de exageraciones para darse importancia. Se paró de asiento y tomó su trabajo del escritorio.

- Gracias, profesora, pero ya tengo que irme, no quiero llegar tarde a la próxima clase- se dio la vuelta y empezó a caminar, lo suficientemente rápido como para salir de ahí y lo necesariamente despacio para no parecer descortés.

'Qué montón de tonterías'. Pero aún así, mientras bajaba las escaleras y recorría el pasillo, no podía dejar de pensar en las palabras de la maestra: "De la persona menos esperada".

Empezaba a sumergirse en sus pensamientos, cuando sintió que alguien lo jalaba del hombro; pasó tan rápido que no pudo reaccionar a tiempo, y cuando se dio cuenta estaba dentro de un cuarto oscuro, apenas iluminado por unas pequeñas llamas que flotaban cerca el techo, distribuyendo apenas un brillo débil. Las ventanas estaban cubiertas por unas cortinas color verde oscuro que caían desde el techo e impedían el paso de la luz. La habitación estaba vacía, de no ser por un par de libreros y un escritorio viejo y desgastado. Miró hacia atrás y se encontró con un par de ojos tormenta.

- ¿Malfoy, qué diab...?- pero Draco lo interrumpió poniendo el índice sobre los labios de Harry para que no dijera nada; los mechones de cabello sobre su cara brillaban sofocados, como hilos de plata. Miró a Harry fijamente, intentando controlar un poco la peligrosa lujuria que amenazaba en ese momento.

Harry no sabía qué hacer: por un lado, sentía el terrible impulso de golpear a Malfoy y hacerlo pagar lo que había hecho; pero por el otro, se veía tan hermoso y vulnerable, casi angelical bajo la tenue luz de las llamas, haciendo brotar algo sin explicación; se sentía tan familiar, secretamente familiar.

Sin darse cuenta, ya tenía a Draco a escasos milímetros de él, podía sentir su aliento en el cuello. Unos labios suaves recorrer el blanco trecho con tiernos besos y mordidas. Escuchaba los amortiguados latidos de su corazón, una extraña sensación recorría su espina, provocando un escalofrío que contrastaba con la temperatura que había alcanzado su cuerpo en poco tiempo. Cerró los ojos inconscientemente, sintiendo su piel más sensible cuando la boca húmeda del otro dejó su cuello para encontrarse con sus labios en un beso secretamente anhelado, con el aliento mezclándose, dejando a un lado todo pensamiento, entregándose exclusivamente al efímero placer que concedía el contacto. Las manos de Draco se entrelazaron en el cabello de Harry, recorriendo la selva capilar con magnifico deleite, frotando de vez en cuando el cuello con las palmas, arrancando un suspiro ahogado.

Harry empezó a sentir que le faltaba el aire y recobró el sentido, dándose cuenta de que acababa de traicionarse a sí mismo. Empujó bruscamente a Draco y se limpió la boca con el borde de la capa.

- ¿Qué demonios crees que estás haciendo, Malfoy?- le gritó Harry furioso. Draco lo miro confundido, tratando de descifrar más allá del simple gesto- ¿Por qué no te vas con Parkinson y me dejas tranquilo?- se volteó dispuesto a irse pero Draco lo tomó de la muñeca.

- ¿Qué tiene que ver ella con que te pongas así?- preguntó fulminándolo con la mirada.

- No finjas, sé lo que te traes con ella, así que déjame en paz de una vez por todas, ¿quieres?

- No seas ridículo, no hay nada entre ella y yo. ¿De dónde sacaste esa tonta idea?

- Pues si no quieres que medio mundo se entere tal vez deberías sellarle la bocaza y evitar andar luciéndote con ella en los pasillos- safó su muñeca con brusquedad.

- Yo no...- pero la puerta se azotó antes de que pudiera continuar. Si esa maldita chismosa de Pansy no hubiera estado atosigándolo frente a él, eso nunca hubiera pasado. Pateó la pared frustrado. Tendría que ajustar cuentas con ella.

Ooooooooooxoooooooooo

La luz de las llamas vacilaba, lanzando intermitentes fulgores sobre los oscuros y húmedos pasillos del calabozo. Una incierta tranquilidad reinaba entre la vencida oscuridad, apenas sofocada por aquellos pasos amortiguados que venían de la escalera. Una sombra se movió, dibujada en las mohosas paredes, seguida de una figura real.

Draco esperaba paciente detrás de un pilar, sabía que estaría sola en ese momento. Sintió la presencia deslizarse ante su escondite. Caminó despacio acechando a su presa.

Pansy miró alrededor al escuchar un ruido. Se quedó mirando hacia una de las puertas que quedaba a su lado, y de entre esa aparente calma, algo se abalanzó sobre ella y la empujó contra la pared. Una fría mano cubrió sus labios y se quedó quieta.

- Le dijiste a Potter algo sobre nosotros, ¿cierto?- arrastró Draco con calma, dejando que una brisa glacial empañara sus palabras con desprecio.

- La chica no se movió. La fría sensación se apartó de sus labios. Fue consciente del peso que se recargaba contra ella. Apartó el rostro de la pared lo más que pudo para hablar.

- No sé de qué hablas- murmuró cuidadosamente, confirmando la reacción de Draco cuando éste la empujó aún más fuerte contra el muro.

- Lo arruinaste, no cumpliste con el trato que hicimos... Ninguna parte.- murmuró despacio en su oído, arrasando con rabia contenida la, irónicamente, dulce atmósfera

- Iba a hacerlo... justo ahora.

- ¿Y ya de qué sirve?- gritó él, soltándola bruscamente, fijando su mirada helada, concentrando el rencor en sus pupilas.

- Debería- desafió repentinamente -eso era lo que querías, ¿no? Por eso empezó todo esto.

- Pero tú... –estaba tan enojado que le faltaban las palabras. Tantas cosas, recuerdos de la indeterminación antes de tomar la decisión, ¿y para qué, para que una niña tonta lo echara a perder?

- ¿Y, quieres saber o no?- cuestionó con tono demandante. No estaba dispuesta a dejarse intimidar.

Draco la miró evaluando la situación. ¿De qué le serviría ya saber?

Tal vez sólo para satisfacer la curiosidad.

- Está bien- cruzó los brazos y se recargó contra la pared, mirándola, tratando de parecer indiferente.

- Bueno... Pero, primero quiero saber... ¿Le tendiste una trampa?

Un sobresaltó lo embargó súbitamente.

- ¿Qué quieres decir?

Pansy entornó los ojos malévolamente, satisfecha del efecto de sus palabras. Habló tranquilamente, saboreando la expectación de Draco, deleitándose con la ansiedad en sus ojos, que contrastaba su gesto "tranquilo".

- Porque justamente de eso se trata todo esto... Cuando saliste de la biblioteca esa noche, tu querido Harry- Draco resopló con disgusto-... O como quieras llamarlo, se quedó pensando un buen rato y empezó a murmurar cosas de que se estaba volviendo loco... y algo de que debía ser el efecto de "la poción"... Después tomó sus libros y se fue.

Una ola embriagante inundó el cuerpo de Draco, evitando aquellas palabras que pugnaban por salir de su boca. Un gusto amargo evadió sus sentidos.

- Entonces... él... él lo sabe... Sabe lo de la poción.

Algo pareció caerse al suelo junto con su mirada, rota ya por la temible incomprensión.

Las llamas se retorcían apasionadas, esparciendo su resto de vida en el rostro de Draco, que, a pesar de no comprender la situación del todo, tenía en mente el problema: su secreto había sido descubierto.

Ooooooooooxoooooooooo

Sé que tardé siglo y medio (y lo siento), pero ni me acordaba de que aún no terminaba de subir la historia. Sólo falta un capítulo y una receta