x'D ha habido miles de problemas con este fic desde que lo empecé... Hasta una vez lo borré sin querer (lo que más odié es que se perdieron los adorados reviews)... También una vez perdí el sexto capítulo (ni me acuerdo cómo) y tuve que empezarlo de nuevo... Ha sido todo un chasco. Pero al fin terminaré de subirlo porque este es el último capítulo, después de siglos. Acepto que lo temriné hace muchísimo, pero según yo quería corregir algo y luego se me olvidaba y cuando lo tuve corregido, que me roban la libreta. Sí, ha sido todo un drama.

Bueno, después del rollo, aquí está

Capítulo IX: Lazos de ceniza.

Apenas caía el crepúsculo. Harry estaba sentado junto a la ventana, sintiendo la suave brisa embalsamar el aire con el dulce aroma de los heliotropos lejanos. Miraba ensimismado el límpido cielo, parecido a un verde golfo, delineado con aros rosas y violetas, disolviendo sus tristes pensamientos.

Había pasado todo el fin de semana pensando en su último encuentro con Draco, y a cada imagen que vertía su memoria, algo abrumante se apoderaba de él. No sabía qué hacer o qué sentir... O más bien, no quería enfrentar lo que cruzaba por su cabeza. Por un lado pensaba en ignorarlo y pretender que nada había pasado; pero por el otro, el simple recuerdo de su voz, de su sabor... Lo hacían dudar. Quería apagar la voz que convocaba desesperadamente ese nombre, apagar las imágenes insistentes, y sobre todo, esa horrible sensación de cercanía y familiaridad que había sentido tantas veces hacia él sin poder encontrar una explicación. Recordó vagamente las palabras de la profesora Trelawney, quizá buscando un poco de alivio en ellas:

"Un secreto envuelve sus intenciones, sin embargo, parece haber una correspondencia profunda hasta cierto punto."

- Hasta cierto punto- resopló. ¿Qué habría querido decir con eso, acaso había algo que evitara que lo fuera completamente? Pero aún así, nada parecía poder apagar esa llamita dentro de él. ¿Qué sería?¿Esperanza, anhelo? No podía decirlo.

El ruido de la puerta al abrirse lo sacó de su estupor, pero no volteó.

- ¿Estás bien?- era Ron.

- Sí- contestó Harry sin pensar. Ron se acercó a la ventana y se sentó junto a él.

- No es cierto- comenzó a buscar la mirada de su amigo- . Me he dado cuenta de que algo no anda bien pero ahora creo que necesitas desahogarte... - Harry sonrió mesuradamente, tal vez tenía razón y ya era tiempo de sacar aquello que le oprimía el pecho hacía días. Respiró hondo.

- ¿Recuerdas las notas?- las palabras salían pesadas de su boca, como si no quisieran revelar su secreto- Bueno, es que no puedo dejar de pensar en esa persona. Por más que lo intento su imagen está siempre detrás de mis párpados y me hiere porque... creo que no siente lo mismo por mí... Sólo me usó- bajó la mirada hacia los pliegues de su capa, quizá hubiera un poco de consuelo ahí.

- ¿Por qué lo piensas?- preguntó Ron despacio. Un silencio incómodo se cernió sobre ellos hasta que apagadas palabras lo rompieron torpemente.

- Porque quiere a alguien más.

- Creo que enamorarte no fue lo mejor que te pudo pasar, ¿cierto? Pero, si realmente quieres a esa persona...

- ¿Enamorarme?- él no estaba enamorado... ¿o sí?... 'No', y eso estaba fuera de discusión... 'sólo era magia'- ¿Y que tal si todo fuera por una estúpida poción?

- ¿Qué quieres decir?

- Sí, mira... La semana pasada que nuestro trabajo no funcionó, fue porque, sin darme cuenta, puse raíces de mandrágoras y al mezclarse con los corazones de gusanos tal vez resultó como una poción de amor o algo por el estilo- más cabos se iban atando rápidamente pero no pudo continuar.

- Mira Harry- interrumpió Ron poniendo la mano sobre su hombro-, cosas como los sentimientos es mejor no tratar de negarlas.

- No es eso, es que... - tal vez Ron tenía razón pero el no quería a Draco... O tal vez no quería aceptarlo para no sentirse vulnerable- No creo que sea algo natural, que sea... real.

- O tal vez lo es demasiado como para darte cuenta.

Harry miró a Ron, de alguna manera parecía entender lo que sentía. Quizá sí era demasiado profundo y por eso no sabía de dónde había surgido, por qué cada vez se sentía diferente.

- No, definitivamente no es eso- dijo bruscamente, yendo en contra de sus propios sentimientos, queriendo callar esas tontas ideas, desvaneciendo extrañas sensaciones-. Seguro de que es por la poción- Ron lo miró con desgana- En serio. Es completamente razonable si tomas en cuenta algunas cosas- se puso en pie y fue a buscar el libro. Esperaba que lo que tenía en mente realmente tuviera sentido, después de todo, ya llevaba tiempo pensándolo. Tomó en libro en sus manos y empezó a caminar de un lado a otro buscando una respuesta- Lee esto- empezó- "Corazones de gusanos", bien sabemos que las propiedades de las plantas tienen que ver con su forma. "Zulla: pérdida de la materia, sensibilización de los sentidos..."; " Látiro: difuminación del cuerpo, realización etérea..."; " Madroño: Impulsos, cuerpo inmaterial..."

Ron se levantó y fue hacia Harry.

- Si éstas son tus pruebas, déjame decirte que no son muy convincentes- dijo en tono de burla.

- ¿De qué estás hablando?

- Bueno, lo que has leído tal vez tenga un poco de sentido, pero creo que te has olvidado de esto- señaló el último ingrediente de la lista- "Elíxir de saúco".

- Un neutralizador- murmuró-. No lo había tomado como un eslabón importante pero ahora recordaba lo que le había dicho Draco. Una sombra pasajera lo nubló, pero alguien evitó que se hundiera.

- No hay forma de que durara tanto tiempo porque las propiedades de la mayoría de...

- Pero debe haber algo- se sentía indefenso, Ron había quebrado su única justificación, pero de todas formas, si lo pensaba bien, todo había empezado antes... Desde el día en que había despertado con él.

- Pues como lo veo, no te queda más que aceptar que estás frito- Harry suspiró amargamente-... Pero no hay que rendirse.

- Creo que... tienes razón- aceptó con voz débil. Lo había tenido que admitir una vez más, al igual que esa noche en el lago, sólo que esta vez había sido más duro por pensar en el engaño del que había sido presa y de su misma impulsividad.

Ooooooooooxoooooooooo

Por horas había intentado dormir pero había fallado miserablemente, así que, después de pensarlo un par de veces, decidió levantarse y tomar un baño. Esperaba que esta vez no hubiera nadie más en él.

Abrió la puerta, temiendo un poco a los recuerdos: estaba vacío. Soltó el aire que había contenido inconscientemente.

Rápidamente se quitó la ropa, como si supiera que alguien lo estaba viendo a través de la pared, disfrutando la aprehensión que ese pensamiento le causaba. Tomó una toalla y la dejó en el borde.

Escuchaba el armonioso sonido del agua al caer, respirando el aroma del vapor que desprendían los jabones de la tina. Ni una luz brillaba, más que el fulgor natural del cielo que asomaba desde la ventana. Se sumergió despacio, el líquido disolvía sus preocupaciones dulcemente, relajando su cuerpo. Se sentía ligero, cómodo entre la oscura soledad. Se hundió completamente entre las burbujas y se quedó ahí, percibiendo los sutiles sonidos del agua al chocar contra sus oídos. Y de nuevo escuchó esa voz, ronca y jadeante, diciendo su nombre con frenética pasión; esa respiración agitada resonaba fuertemente, trayendo borrosas y sensuales imágenes de Draco y él juntos, envueltos en un fino capelo de erotismo y, hasta ahora, desconocido placer. Esa atmósfera casi enigmática y la mirada de esos ojos grises, lo "engañaban", haciéndolo creer que era algo real... Algo como un recuerdo fijo en su memoria.

Rompió la superficie cuando sus pulmones clamaron por oxígeno. Respiró hondo y después exhaló el nombre de Draco con anhelante pesadumbre. Algo tenía el decir ese nombre entre la oscuridad, sintiendo la caricia del agua en su cuerpo desnudo, que lo hacía sentir deliciosamente vulnerable y lleno de deseo al mismo tiempo; crudo y salvaje deseo por una sola persona: Draco Malfoy.

Cerró los ojos, concentrándose en el cosquilleo que invadía sus labios, saboreando un recuerdo que, a pesar de no ser tan lejano, parecía tan distante y hermoso.

- Draco- repitió entre la inmensidad del silencio, rompiendo las cadenas que él mismo se había impuesto, deseando libremente estar con él. Pero una ola de insatisfacción lo apoderó repentinamente, reanudando las ataduras con más fuerza. ¿Cómo era posible que se dejara llevar de esa manera? Se quedó quieto, escuchando entre el vacío que lo rodeaba. Una risita sonó detrás de él: era Myrtle la llorona; estaba parada junto a la orilla de la tina.

- ¿Así que al fin eres un Malfoy?- preguntó "inocentemente".

- Ni lo digas- resopló Harry.

- Mm, han tenido sus problemas, ¿no es cierto?- dijo bastante alegre, a decir verdad.

- No es tu problema- contestó enojado -.Déjame bañarme en paz, no estoy de humor para charlas insulsas- Myrtle le dirigió un gesto de enojo.

- Pues sólo trataba de ayudar, pero si los dos quieren estar sufriendo, por mí está bien.

- Espera- dijo Harry tratando de modular su voz- ¿Dijiste "los dos"?

- Bueno, creo que él también se siente un poco frustrado porque la prenda de sus deseos se ha perdido pero... creo que no es así.

- ¿O sea que él...?

- ¿... te quiere? No lo sé pero, lo que sí, es que está bastante interesado- terminó con cierta melancolía.

Harry sintió algo encenderse de nuevo, creciendo poco a poco, pero que al mismo tiempo era reprimido por miedo a sufrir, siendo violentamente frenado por algo incierto.

- Pues no me interesa- terminó tajante, ignorando ese algo que parecía asfixiarlo éate- salió del agua, sin comprender la rudeza de sus palabras pero con un deseo latente de saber todo lo que Myrtle pudiera decir, aquello que le hacía creer que Draco pensaba en él. Se enredó la toalla en la cintura y se fue al vestidor contiguo.

Si Draco lo quería para fajar (cómo tantas veces lo había demostrado) estaba bien.

Ahora era su turno de cazar.

ooooooooooxoooooooooo

Y ahí estaba, sentado junto a Hermione. La ventana estaba cerrada y el calor era sofocante, aparte de que la clase era tan aburrida que su mente comenzaba a tomar su propio camino, y muy a su pesar, iba directo a Draco: lo vería en la siguiente clase, así que debía pensar en un plan. El problema era que no podía pensar en ninguno, necesitaba algo a largo plazo (aunque no demasiado) porque no podrían "empezar" a media clase y mucho menos con Snape. Eso sería bastante desagradable: ir con la Profesora McGonagall, acompañados de Snape, por andar echando polvos en el armario. No, definitivamente no era una idea agradable, no importaba lo bello y deseable que fuera Draco.

El calor era tan intenso que se quitó la capa y desabrochó un poco la túnica. Faltaba poco para que terminara la clase, pero esos pocos minutos le parecieron un eterno castigo porque cada vez que recordaba a su "compañero de enfrente", se le volcaba el corazón.

Al fin, la campana tocó, anunciando el cambio de clase que, esperaba Harry, no hubiera tenido que llegar, realmente no estaba seguro de lo qué iba a hacer, además de que se sentía un poco incómodo al pensar en sí mismo como un "seductor".

ooooooooooxoooooooooo

Era extraño estar así, tan cerca de Harry después de lo que había pasado el viernes. Aún se preguntaba qué pensaría que se traía él con Parkinson para que se portara de esa forma. Ya varias veces se había hecho el difícil antes, y la falta de confianza era completamente natural tomando en cuenta la ambivalencia de su relación pero, la furia que había visto en sus ojos, ese sentimiento crudo, lo había dejado intrigado, aunque no iba a ir a preguntarle. Lo mejor era dejarlo por la paz o... Usar el revelador.

Clavó la vista en el libro, concentrándose en lo que decía para no tener que preocuparse por esas cosas. Era incómodo estar pensando en tantas tonterías, aunque había invertido tiempo y esfuerzo y no quería tirarlo todo por la borda. Sabía que aún había algo, escondido tal vez, pero podía sentirlo cuando se miraban, no era un amor tierno y perdido como en los cuentos sino, una atracción febril, sofocante en todos los sentidos, que hacía surgir el impulso de fusionarse por un momento y sentir el dolor y el erotismo que contenía estar juntos, siendo algo equívoco, pero innegablemente placentero.

Se levantó para ir por las plumas de Jobberknall que estaban en el último estante del fondo; la única persona que estaba ahí era justamente Harry. Se acercó indiferente y tomó un poco más de lo debía sin siquiera mirarlo pero, para su sorpresa, la mano de Harry se cerró alrededor de su muñeca y lo sostuvo fuertemente. Algo cálido e inesperado recorrió su espina, como aquella noche cuando estaba contra la pared, esperando que sus labios se unieran finalmente a los suyos. Levantó la mirada despacio, dejando que una brisa helada surgiera. Harry se acercó lentamente, con una sonrisa irresistible, parecía no importarle. Una mano tibia recorrió su espalda, subiendo hasta el cuello, acariciando suavemente la piel descubierta, trémula por la impresión, y un soplo sutil en su oído lo llenó por un instante. Draco se estremeció, no podía creer lo que estaba pasando. ¿Acaso Harry Potter estaba tratando de seducirlo? Una sonrisa leve se dibujó en sus labios. Se apartó de Harry con un movimiento lento y armonioso, dejando fluir la sensualidad. Lo miró retadoramente.

- Quizá después... - le guiñó el ojo fugazmente y regresó a su lugar.

ooooooooooxoooooooooo

La biblioteca estaba casi vacía. La mayoría de los estudiantes estaban cenando en el Gran Comedor.

Harry caminaba despacio entre los estantes, mirando filas y filas de libros pero realmente no había leído ni uno solo de los títulos impresos en las viejas pastas, más bien estaba pensando en Draco y lo que había pasado en pociones: sin saber cómo, había tomado el valor suficiente para enfrentarlo, había tratado de provocarlo y él... lo había rechazado. Había actuado como si tuviera el poder de decidir el cómo y cuándo de sus encuentros.

Se detuvo frente a un estante, tomó un libro especialmente grueso y comenzó a hojearlo. No sabía el título, ni siquiera el tema pero no le importaba el contenido, sólo quería ocupar sus manos en algo más que tronarse los dedos.

¿Qué le pasaba? A veces, cuando veía a Draco, sentía que quería acercarse, besarlo, tenerlo sólo para él; y otras sentía un vacío por dentro, un anhelo que consumía todo lo demás, tan fuerte para arrancar lo que había en su cabeza y tan incorrecto como para aplacar sus impulsos. Estaba cautivo en un laberinto. Las imágenes, recuerdos confusos y fantasías, se revolvían en su mente sin orden alguno, contradiciéndose unos a otros, y las sensaciones que llenaban sus sentidos eran tan variadas que no podía definir si estaban ahí para alentarlo o para destruirlo. Cerró los ojos con fuerza tratando de calmar la vorágine confusión que lo hastiaba. Respiró hondo, reemplazando el éter con aire, pero la profunda exhalación se vio interrumpida: Un par de brazos, demasiado familiares como para poder confiar, lo envolvieron firmemente. No necesitaba voltear para saber quién era, su aroma lo delataba. Se había impregnado con tal fuerza en su memoria que hubiera sido imposible no reconocerlo. Sintió la lengua de Draco deslizarse por detrás de su oreja tan sutilmente que el aire que había quedado contenido se liberó en una súplica. La presencia de Draco lo embriagó por un instante y su cuerpo se estremeció irresistiblemente.

- Draco- las sílabas escaparon contra su voluntad, tan deliciosas que casi dolía pronunciarlas.

Harry se giró despacio, quedando frente a Draco, quien se veía mejor que nunca. Había algo en sus ojos que se clavaba hasta lo más profundo, un deleitoso deseo que emanaba en grises rayos, impulsados por la luz de las antorchas, completado por el delicioso carmesí que estaba impregnado en sus labios. Draco tomó la iniciativa de nuevo y se acercó a Harry sin decir una palabra, tomó su rostro entre sus manos y rozó sus labios con dulzura. Harry sentía que temblaba, no sólo porque Draco estuviera demasiado cerca, sino también porque lo que le transmitía ese beso, lo hubiera esperado en sueños, pero no como una realidad: era demasiado tierno, demasiado sincero. No se movió, ni siquiera para corresponder a esa silenciosa confesión, simplemente se quedó quieto, sin saber cómo reaccionar.

Draco no se detuvo, siguió un camino de besos gentiles por la base de su cara, su mejilla, el lóbulo de su oreja... y dejó que las palabras emanaran suavemente de su boca:

- Serás mío.

Harry cerró los ojos. El aliento tibio que había acompañado las sílabas lo hizo estremecerse de tal forma que ni siquiera se dio cuenta de que habían abandonado la biblioteca.

- ¿Cómo hiciste eso?- preguntó Harry confundido. No había sentido nada que le dijera que se habían trasladado.

- Magia- contestó simplemente. Harry miró a su alrededor, al parecer era la habitación del Slytherin, pero no tuvo tiempo de fijarse en los detalles porque, casi inmediatamente, Draco lo empujó hacia la cama y lo cubrió. El vaho que emanaba de ese cuerpo tan anhelado lo hizo sentirse completo. Por un momento no hubo más dudas ni pensamientos que lo atormentaran, lo único que existía era ese momento en que había sentido el cuerpo de Draco fundirse en su ser. Un velo de sensualidad los envolvió instantáneamente y el deseo comenzó a fluir con armonía. Cerró los ojos, sintiendo plenamente la esencia de loto llenar sus sentidos delicadamente, y el recorrido que esas manos hacían por su cuerpo, mientras la lengua aterciopelada exploraba cada surco dentro de su boca, impregnando su dulce sabor con exquisita paciencia. Se sentía tan bien estar así, cobijado por los sentimientos que los ligaban, algo incierto pero hermoso, tan real, que por momentos parecía una fantasía más. Abrazó a Draco con fuerza y delineó su silueta despacio, queriendo traspasar las ropas que los separaban, después, decidido a deshacerse de ellas, comenzó a desabrochar la túnica, la deslizó delicadamente hasta que cayó al piso. Draco hizo lo mismo con la de Harry, besando la piel que iba quedando descubierta a través del sendero, con tanto cuidado y ternura que Harry no pudo evitar que un suspiro surgiera desde el fondo de su corazón y brotara de sus labios en tono suplicante. Era demasiado para él, el toque de Draco era casi superficial, pero penetraba en su alma como un cuchillo piadoso, cortando el miedo y las dudas que tantas veces lo habían acometido. Qué delicioso néctar derramaban los besos de Draco, elixir de un placer prohibido que extasiaba sus sentidos al grado de separarlo de su cuerpo material para probar el amor del que tanto había oído hablar, pero que no había conocido... hasta ese momento. ¿Podía ser realmente posible que alguien lo amara de esa manera? El sentimiento era crudo, fuerte, y al mismo tiempo daba un alivio profundo. Comenzó a acariciar el cabello de Draco mientras éste lo cubría de exquisitos besos que quedaban grabados en su piel, más allá de un simple contacto. Draco ascendió por su pecho hasta encontrarse de nuevo con sus labios. Miró a Harry antes de continuar, su mirada era penetrante y sensual. Se lamió los labios de manera sugestiva y luego los unió a los de Harry en un beso lleno de lujuria y deseo frenético, sin romper, por eso, la hermosura del momento.

Harry sintió que algo le estrujaba el corazón. Mil palabras se formaron en su mente, pero nada parecía expresar lo que sentía, así que mejor dejó que su corazón decidiera. Se separó escasos milímetros de Draco, aún sintiendo el delicioso aliento impregnarse en sus labios.

- Draco, yo... te quiero...

La mirada de Draco se tornó fría de repente, rasgando el delicado capelo que los había envuelto. Sus ojos brillaban como escarcha helada, clavándose dolorosamente en Harry, quien acababa de dejar descubiertos sus sentimientos y ahora se sentía vulnerable. Draco abrió la boca, gélidas palabras escaparon de ella.

- Tú no me quieres... ¿Cómo puedes decir eso aún sabiendo que no es real?

Harry lo observó confundido. No sabía a lo que el otro chico se refería, pero no tuvo tiempo de preguntárselo: alguien tocó a la puerta antes de que las palabras se formaran.

- Señor Malfoy, necesito hablar con usted- era Snape.

- Diablos- dijo Draco separándose de Harry y poniéndose la túnica de Nuevo- Escóndete debajo de la cama- el chico obedeció a regañadientes, aparte de todo, ahora debía quedarse en el piso lleno de polvo. Escuchó vagamente el crujir de la puerta.

- Vine a decirle que el juego que se había suspendido será este sábado- dijo Snape melosamente-. Y algo más...

A Harry le hubiera gustado saber qué era ese "algo más", pero Snape había bajado considerablemente el volumen de su voz y tan sólo se escuchaba un leve murmullo. Se acercó más al borde de la cama pero su cabeza chocó contra algo. Arrastró ese algo con cuidado hacia la luz de la lámpara para poder verlo: era el mismo libro que había sacado de la biblioteca hacía algunos años para preparar la poción multijugos (sólo que no tan destartalado y viejo). Intrigado, lo abrió en la página dónde estaba el señalador. El título estaba escrito con letras escarlata muy repujadas: "Poción de Adonis".

Leyó vagamente la lista de ingredientes, había muchas cosas que él no conocía. Continuó recorriendo las letras y cada palabra le revelaba algo. Cierto, no había entendido las palabras de Draco, pero ahora tomaban un tono mucho más claro: tal vez se refería a esto al decir "sabes que no es real".

La puerta volvió a crujir. Harry salió de abajo de la cama con el libro en brazos. Draco lo miró con ojos desorbitados.

- ¿Es esto a lo que te referías?- preguntó Harry fríamente.

- ¿Qué te da derecho a hurgar mis cosas?- le igualó Draco.

- No estaba hurgando tus cosas, pero me parece una casualidad muy adecuada, dado lo que acababas de decirme.

- Créeme que no te gustará saber nada de esa poción. Además, no es tu asunto.

- ¿Que no es mi asunto? Me he pasado la última semana torturándome por no saber qué me pasa. Me encuentro con un estúpido libro bajo tu cama, que al parecer tiene que ver con eso más de lo que quieres admitir, y ahora me dices que no es mi asunto- repeló Harry más que irritado: una vez más se sentía usado por el gran imbécil de Malfoy.

- Pensé que ya lo sabías de cualquier forma- dijo Draco indiferente.

- ¿Saberlo, y cómo iba yo a saberlo? Si lo hubiera sabido, te aseguro que no hubiera aceptado esto de ninguna forma.

Una sutil sombra se deslizó por unos ojos grises, opacando el brillo natural de su espejo. Por un momento sintió que caía en el vacío: lo había hecho, había comenzado a entregarse a Harry y ahora él, con unas cuantas palabras, le había arrancado cruelmente el corazón. Casi le parecía poder verlo sosteniéndolo entre sus manos y apretarlo con un placer sádico. ¿Por qué, por qué le hacía esto? Sí, había cometido un error, lo admitía, pero, ¿había sido necesario marcar las palabras con tal amargura? Pero, entre la terrible insignificancia, algo pareció encenderse en Draco. ¿Qué tal si Harry estuviera tomando todo eso como un pretexto? Una débil sonrisa se dibujó en sus labios. Sacó el pequeño frasco negro que traía en la túnica y lo sostuvo fuertemente. No tendría más remedio.

- ¿Ahora qué, vas a matarme o algo?- preguntó Harry irónicamente al ver que Draco se acercaba.

- Por supuesto que no- murmuró Draco, con voz tan fría y suave como sus movimientos- ¡Desmainus!

El cuerpo de Harry quedó tendido sobre la alfombra.

Draco tomó una de las plumas de Jobberknall que había guardado y la metió en la botella. La agitó y esperó un poco. Después, se acercó a Harry, tomó su rostro y vertió una gota del contenido de la botella dentro de su boca.

ooooooooooxoooooooooo

Harry despertó sobresaltado. El amargo sabor de la saliva se deslizaba a través de su garganta reseca. Miró a su alrededor: estaba en su cuarto pero, ¿cómo había llegado hasta ahí? Lo último que recordaba era haber estado en el cuarto de Draco. Cerró los ojos y sacudió la cabeza tratando de ordenar su mente. Un estupor lo invadió de pies a cabeza mientras una imagen familiar se dibujaba detrás de sus párpados: de nuevo esos ojos grises, cubiertos por delicadas hebras platinas; unos labios rojos, enchidos de pasión, muy cerca de los suyos; un aliento tibio y penetrante; aquel terciopelo invadiendo su boca...

Cada segundo, cada sensación era tan real: un recuerdo sacado a flote. Pero, ¿cuándo había sucedido? Forzó su mente un poco y todo comenzó a tomar forma:

El miércoles había ido a la biblioteca para investigar sobre la poción para perder la cordura que Ron y él estaban planeando darle a Malfoy para vengarse después de un altercado que habían tenido fuera de encantamientos. Mientras estaba ahí, Draco se había hecho el aparecido, se había sentado a su lado y... lo había besado.

- "Ayer no pareció molestarte en lo absoluto"- las palabras fluyeron en su mente y en sus labios como olas de mar que rompen contra las rocas. Se detuvo. La realidad cayó sobe él como lluvia de verano, esa que destiñe los colores de la realidad. Después de todo, lo que le había dicho Draco era verdad, realmente no se había opuesto en lo absoluto, de hecho, al parecer, él había tenido un papel más activo que el rubio. Las tripas se le encogieron al recordar los detalles de su encuentro, muchos de ellos los había tomado antes como simples fantasías. Un calor embriagante recorrió su cuerpo. Se encontraba enredado en una compleja red de pensamientos y sentimientos contradictorios: había estado con él varias veces, cada una tan distinta, sin embargo, todas con un tinte de placer; pero el mismo Draco le había dicho que no era real. ¿A quién creerle, a Draco o a su corazón, mas,¿era realmente su corazón o simplemente el dichoso brebaje? Escondió la cabeza en la almohada. Debía haber alguna manera de saber qué pasaba... Tendría que pedir ayuda.

ooooooooooxoooooooooo

El sol se elevó en el firmamento, desenmarañando los sueños con sus agujas doradas. Las nubes flotaban en aquel mar infinito, lisas como velas sin barco, surcando en el éter turquesa y azul.

Harry se acercó a la ventana, admiró el hermoso paisaje por un momento pero la apreciación se volvió superficial cuando un torrente de ideas inundó su cabeza: de nuevo ese sentimiento de desamparo. Cada vez que todo parecían aclararse, el mundo se invertía.

Qué pensar: esa era la cuestión. Había tantas cosas perdidas, cosas que no habían sido aclaradas y que sin embargo pesaban en el alma. Era una maraña de pensamientos cuyo recorrido no llevaba a ningún lado, tan sólo enviciaba cada vez más el espíritu. Por el momento, lo único que le quedaba era ver a la profesora Sprout, quizá ella podría ayudarlo. A juzgar por lo que había dicho en la clase dónde habían estudiado las adónides, ella sabía bastante sobre el tema de las pociones que se hacían con ellas; el pequeño inconveniente era que tendría que esperar hasta la hora del almuerzo para ir a verla.

ooooooooooxoooooooooo

El desayuno pasó sin que una palabra saliera de su boca, seguía hundido en su incertidumbre; por más que lo intentara, no podía apartar aquello de su mente. Estaba atrapado. Quizá fuera que le gustara sufrir (y de hecho, de no ser así, hubiera acabado con todo desde hacía mucho tiempo) pero tampoco buscaba dejarlo a un lado, prefería ignorar los comentarios de los demás y concentrarse en sus problemas.

En las clases fue igual, sólo que a veces salía de su ensimismamiento para evitar algún lamentable ataque en Defensa Contra las Artes Oscuras o para tomar alguna nota en Adivinación. Por suerte para él, en esta última, la profesora casi se había limitado a leer los trabajos de Oniromancia (Harry agradeció haber recogido el suyo con anterioridad), así que tuvo más tiempo para atormentarse recordando su situación.

Finalmente llegó la hora del almuerzo. Sin dar ninguna explicación se separó de sus amigos y echó a andar hacia los invernaderos. Esperaba que la profesora no hubiera salido ya hacia el Comedor.

Caminaba despacio, llegada la hora, no estaba tan seguro de querer contarle a alguien su desgracia, pero de cualquier forma iba a ser directo (claro que pensaba omitir algunos detalles, como sus encuentros, por ejemplo). Al llegar al área de los invernaderos, vio que el número tres estaba abierto. Apretó un poco el paso. Respiró hondo antes de entrar.

La profesora estaba regando unos rosales de zambras a los que parecían haberles arrancado algunas flores. Harry se acercó sin vacilar. Realmente no había por qué ser tan infantil.

- Profesora, ¿podría hablar con usted un minuto?- preguntó con voz suave.

- Por supuesto, querido- respondió la bruja amablemente, dejando a un lado el rociador y sentándose en uno de los bancos que había por ahí. Harry hizo lo mismo.

- Quería preguntarle algo sobre la poción que mencionó en una de las clases anteriores... La poción de Adonis... – la expresión de la maestra se tornó taciturna y Harry pudo notar que se estremecía levemente.

- ¿Qué quieres saber?

- Mm... Me preguntaba cómo funciona, qué es lo que causa y si hay un antídoto o algo...- las últimas palabras temblaron en el borde de sus labios.

La profesora lo miró evaluadoramente. Harry pensó que tal vez sospechaba algo. Pero era imposible. ¿Cómo habría de saberlo?

- Verás- comenzó ella en tono soñador -, esa es una de las pociones más poderosas que se pueden preparar con la Adónide. Su mayor cualidad es que causa una atracción febril hacia la persona a la que pertenece el llamado "secreto de Adonis". Cualquier poción de amor manipula los sentidos para surtir el efecto deseado, pero ésta los somete, crea sentimientos ficticios, engaña el espíritu con ensoñaciones y fantasías e impide que los recuerdos desmientan sus trampas. Enreda a la mente y al corazón de una forma que es imposible escapar de ella antes de que termine su efecto. Por suerte, estos no son muy duraderos. Para que el efecto dure un largo tiempo hay que tomarla periódicamente.

- ¿Y hay algún antídoto?- preguntó nerviosamente.

- Sí, pero no lo conozco... Lo más que podría hacer por ti sería enseñarte a hacer la prueba del "descorazonamiento"- una evidente mirada de complicidad se dibujó en su rostro bonachón. Harry se quedó frío. ¿Lo habían descubierto, pensaría la profesora que él era víctima o el responsable de aquel desastre?- No te preocupes querido, no te dolerá- agregó con una sonrisa. Harry asintió lentamente, aún estaba anonadado.

La profesora se levantó de su asiento y se dirigió a la puerta que estaba al final del invernadero. Harry la siguió, era la primera vez que entraba al despacho de la profesora Sprout. La bruja se sentó detrás del escritorio y le indicó a Harry que tomara asiento en frente de ella. Harry la miraba expectante mientras ella hurgaba en el cajón de su escritorio. Finalmente sacó un pequeño saco de terciopelo púrpura y lo puso sobre la mesa.

- Descúbrete la muñeca- le pidió al tiempo que sacaba una pequeña daga del saco. Harry obedeció sin pensar, su mente estaba centrada en la piedra que estaba incrustada en el puño: era de un rojo intenso y opaco. Ni siquiera sintió el pequeño corte que le hizo la bruja. La sangre brotó de la herida, tiñiendo el cuchillo de vida escarlata-. Chúpate para detenerla- sacó unas hojas secas del costalito y vertió ahí algunas gotas de sangre; después, del mismo lugar, sacó un frasco y dejó caer de él tres gotas de sustancia púrpura: la sangre se volvió de un rojo tan oscuro que se veía casi negra. La profesora la examinó uniendo las cejas en desconcierto-. Al parecer no tienes nada- dijo volviendo a él su mirada- ¿Estás seguro de que...?

- No realmente...- se apresuró a decir con toda sinceridad. Recordó vagamente el día en que había despertado en el baño sin saber cómo había llegado. De repente todo tenía sentido: había ido a buscar agua y había sentido como si algo se rompiese en su cabeza, luego había tenido esa extraña visión de Draco (que ahora reconocía como un recuerdo) y después se había desmayado.

- Bueno, de todas formas, si algo sucediera, me gustaría que me dijeras, estas son cosas muy delicadas, por eso fueron prohibidas por el Ministerio.

- Lo haré. Muchas gracias, profesora.

- De nada. Y por favor, cierra la puerta al salir, ya empieza a sentirse el frío del invierno.

Harry salió a toda prisa. Ahora tenía más cosas en qué pensar pero al menos sabía que no había restos de la poción en él. Era de cierta forma un alivio, pero al mismo tiempo no lo era tanto, pues debía haber otra explicación para todo. Muy bien, ahora sólo le quedaba una opción, nada agradable para su gusto después de todo lo que había pasado, pero era necesario.

Se reunió de nuevo con Ron en la entrada del aula de pociones. Se sentaron en la última mesa, al final del salón. Cuando Draco entró y pasó a su lado, un escalofrío recorrió su cuerpo. Pensó que no sería prudente hablar con él ahí. De cualquier forma, ¿qué iba a decirle? Tendría que pensarlo mejor antes de ir con él.

ooooooooooxoooooooooo

La tarde caía plácidamente, dando paso a la imperiosa noche. El sol se hundía en el horizonte, pintando los bordes de las montañas de rosa y amarillo.

Draco estaba en la puerta de los vestidores después de la práctica de Quidditch. Miraba melancólicamente la espesa hierba a sus pies. Ni siquiera se había cambiado de ropa y aun sostenía su escoba en la mano.

Ahora Harry sabía de la poción pero, ¿qué tanto había leído? No había podido hablar con él, pues sólo lo había visto en la clase de Snape y obviamente no era un buen lugar para discutir esos asuntos, tendría que buscar un mejor momento para hacerlo. Aunque el lugar no era el único problema que podía encontrar: ¿qué tal si Harry se negaba a hablar con él? No podría obligarlo, ni siquiera intentarlo, pues sólo empeoraría todo. Pero necesitaba saber si sentía algo por él, así sabría si la poción seguía funcionando. Después de todo, sus planes ya se habían venido abajo. ¿Cómo había sido tan tonto de dejar el libro ahí? Ahí lo hubiera podido encontrar cualquiera, aún Snape... Y quizá eso hubiera sido mucho mejor.

Ahora estaba peor que al principio pues, si bien había probado las mieles de la ternura de Harry, y lo había escuchado decir las palabras que tanto anhelaba, estaba sumido en lo más hondo. Cada día se obsesionaba más con él y parecía imposible sacarlo de su mente... y de su corazón. Sí, tan sólo había empeorado, ya no sólo lo deseaba... lo quería. Más que algo puramente físico, era su complemento, y si el no estaba cerca se sentía vacío, perdido en la inmensidad del universo dentro de él mismo. Ciñó la escoba con más fuerza, mirando al cielo en su desasosiego. ¿Qué mejor consuelo podría encontrar sino los brazos de Harry? Pero estaba casi seguro de que no volvería a ser estrechado por ellos. Un gélido aliento se impregno en su piel: el viento soplaba con enfado, removiendo violentamente las copas de los árboles pero no traía ningún consuelo en sus palabras.

Echó a andar despacio, pisando las hojas muertas de los árboles que forraban su camino, las oía crujir, gritar en su agonía. Su mirada seguía fija en la hierba seca que yacía a sus pies. No sentía su cuerpo, ignoraba el frío que calaba su piel, que le quitaba la vida a sus venas, tan sólo pensaba en su perdición, deseando hablar con Harry para saber... para poder explicarle el por qué de lo que había hecho; desahogar el alma en su crisol. Y cómo un giro milagroso, lo vio acercarse hacia el estadio por el otro lado de la explanada. Dudó un segundo pero su cuerpo se adelantó a su decisión y fue hacia él. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo tomó del hombro y lo giró bruscamente.

- Tenemos que hablar- dijo fríamente, yendo en contra de su voluntad. Harry lo miró sorprendido: no esperaba encontrarlo antes de Cuidado de Criaturas Mágicas.

- Ya lo creo- respondió-, pero antes quiero preguntarte una cosa... –tomó aire- ¿Usaste la poción conmigo?

Draco fijó su mirada en aquellos ojos verdes. Entreabrió los labios, estaba punto de quitarse un peso de encima pero no sabía qué otro podría traerle.

- Sí- contestó con pesadumbre. Sentía la mirada de Harry atravesarle el pecho. Se veía preocupado- ¿Qué te pasa?- se aventuró a preguntar, aunque no estaba seguro de querer saber la respuesta.

- Es que... –comenzó dudando- al parecer ya no está en mí...

Realmente no era, ni remotamente, lo que esperaba. Casi se quedó boquiabierto por la incomprensión.

- ¿Qué quieres decir?

- Que no esta funcionando dentro de mí... Creo que desde hace unos días ... Pero no entiendo... aún después de eso...

- Entonces, ¿quieres decir que no era sólo por al poción?- preguntó Draco. Sentía que su corazón latía cada vez más rápido sin encontrar una buena explicación, pero no iba a mostrar sus emociones. Iba a aprovechar el efecto del revelador, tendría que arriesgarse, estaba seguro de que Harry no podría mentirle- ¿Aún te sientes atraído por mí?- preguntó con fingida despreocupación, pero su mirada felina encerraba sus verdaderas intenciones.

- Sí, demasiado para...- Draco tocó sus labios con el índice derecho, acercándose peligrosamente.

- Creo que comienzo a entender... – murmuró- Al parecer todo salió bien al principio, de no ser así no hubieras aceptado nuestro primer encuentro en la biblioteca. Por cierto... ¿ahora lo recuerdas?- Harry asintió- Bien, bien. Si lo recuerdas es por que ya no estás bajo el efecto de la poción...- su mente trabajaba a mil por hora, recordando la hoja de propiedades que no había leído previamente a hacer el hechizo- pero, entonces, ¿por qué te sigo siendo atractivo?- su voz se volvía un poco ronca a cada palabra que pronunciaba, no podía evitar el derroche de sensualidad que fluía de su cuerpo y de sus acciones.

- Porque eres realmente irresistible- contestó Harry, una vez más no sabía por qué las palabras habían salido de su boca de forma tan honesta y sin poderlas detener.

Draco, obviamente, estaba sacándole el mejor provecho a la situación. No iba a decirle todo lo que estaba uniendo en su cabeza, eso lo dejaría para más tarde. Tenía mejores planes para ese momento. Se acercó un poco más a Harry. Estaban a unos cuantos milímetros de distancia...

- Entonces, ¿estamos de acuerdo en que la poción ya no tiene nada que ver entre nosotros?- pronuncio cada sílaba con un acento de exquisito deleite. La realización se dibujaba en su visión. El leve asentimiento de Harry provocó que una llamarada invadiera su cuerpo. No podía más: tomo los labios de Harry entre los suyos; luego introdujo su lengua sedienta hasta las profundidades de su boca. Era tan dulce, no sólo porque aquel incensario era lo más delicioso que hubiera probado jamás, sino también porque, al fin, había alcanzado lo que él llamaba "victoria". El beso le fue correspondido maravillosamente, con la misma intensidad, con la misma pasión, quemando ambos cuerpos. Antes de que pudiera imaginar algo, esos brazos tan anhelados lo rodearon con fuerza, amenazando con sacar todo el aire de su cuerpo... con sacarle hasta el alma. Estaban unidos, sentía como si se fundieran uno con el otro en cada roce de sus lenguas, en cada respiro que daban al compás del palpitar de la sangre que corría por sus venas. Las palabras se consumieron en el belfo y no fue necesario decir nada más, si había algo que tratar, lo harían luego.

ooooooooooxoooooooooo

Las llamas de la chimenea titilaban armoniosamente, eram la única fuente de calor para los que se encontraban solos en los calabozos; pero Draco no estaba solo: Harry estaba a su lado. Cubiertos tan sólo por las sábanas de lino verde que se deslizaban caprichosamente por sus cuerpos entrelazados, disfrutaban del silencio que los rodeaba. Esperaban por el momento apropiado para aclarar las dudas, llegaría solo, a su tiempo.

- ¿Tú sabes cómo terminamos así?- pregunto Harry suavemente. Percibió el estremecimiento de Draco cuando el aliento tibio chocó contra su piel desnuda.

- Creo que todo comenzó por mi culpa... Me atraías de una manera misteriosa. Nunca lo entendí... Ni siquiera ahora lo entiendo. Y la única forma que encontré para "arreglarlo" fue induciéndote a estar conmigo, sólo que las cosas no salieron bien. Después no me bastó con poseer tu cuerpo, quería que fueras realmente mío. Luego, una hoja, que debí haber leído antes de preparar la poción, me arrastró por el camino de la incertidumbre. No sabía yo, entonces, si todo era un hechizo o si realmente podías sentir algo por mí. Apenas hoy supe que era un poco de cada cosa. Al principio había sido ficticio...

- ... pero con el tiempo se tornó real. Supongo que el día que desperté perdido fue cuando todo acabó. Pero me habías empezado a gustar antes.

- Maldita poción. Nunca había lidiado con una tan complicada.

- Por eso dicen que son peligrosas. Puedes perder algo que quieres por pensar que todo es una ilusión... Pero dime, ¿cómo sabías que era honesto cuando me preguntaste si la poción no tenía nada que ver entre nosotros?

- Muy fácil... sabía que no podías mentirme. El día que descubriste el libro debajo de mi cama, antes de llevarte a tu cuarto, te di un suero revelador. Tenía que saber si sentías algo por mí, y sabía que si te hacía una pregunta directa no podrías mentirme, aunque así lo quisieras.

Harry se volvió hacia Draco.

- ¿Cuántas cosas me diste a beber?- preguntó inquisidoramente.

- Sólo esas- contestó el rubio con ligereza-. Pero no podrás negar que salió algo bueno.

- Sí, pero al costo de tormento- arreció con amargura -. Y hablando de tormentos. Dime... ¿tuviste algo que ver con Parkinson?

Los rostro de Draco se ensombreció.

- Nada, en lo absoluto. Él único que fue tan estúpido como para meterse con ella fue Zabini, pero ya se ha buscado otra: tu "amiguita" la...- pero las últimas palabras no alcanzaron a salir de sus labios: Harry los selló con un roce de los suyos. Le complacía enormemente sentir que Draco era completamente suyo, y por ahora, no quería pensar en nada más.

Sus cuerpos unidos, como raíces de adónide, mancharon el paso de la noche con el tinte del amor que tantas veces fue parte de sueños profundos. Ya no existía la voz del viento contra las ventanas, ni el ruido de las llamas al besarse, tan sólo estaba el murmullo de sus respiraciones acompazadas. El aire se tiñó de alheña y lo demás, aparte de ese momento, se convirtió en un sueño lejano.

ooooooooooxoooooooooo

Y ya, eso fue todo.

Sé que fue un final meloso pero no pude resistirme, no siempre puedo hacer que todo sea drama y tragedia (aunque me encanta), como que necesitaba algo positivo al final.

Sé que falta la mugre receta de la poción, pero aunque he tardado años en actualizar (y ahora sí es literalmente) no la he terminado, y tal vez ni sea tan necesaria (bueno, sí para entender algunas cosas pero a estas alturas nadie se ha de acordar del principio y entonces no les serviría de mucho), es cuestión de ver qué opinan.

Bueno, sólo me queda agradecer a todas las personas que leyeron esta cosa y las que me mandaron sus review através de la historia, y perdirles mil perdones por ser tan burra y borrarlos con todo y fic. Sumimasen ;_;

De todas formas nuchísimas gracias por leer mis loqueras.

Besos.

Xochiquetzalli