Capítulo 3. La actriz.

Genzo tenía ganas de lanzarse por un barranco. Ahora Ken le había arruinado las cosas con Lily. Ella tenía una cara de fastidio permanente, mientras que él, por el contrario, se veía de lo más feliz.

- Ah, sí, recuerdo aquella vez que Lily intentó robarse una caja de galletas.- comentaba Ken, alegremente.- La pícara se acabó la caja entera y después le dio tal diarrea que...

- Ya es suficiente.- interrumpió Lily, con cara de querer golpear a Ken en la cara.- No tienes que dar tantos detalles.

- Oh, vamos, si estoy seguro de que a Genzo le encantará saber.- Ken estaba de lo más risueño.

- Yo creo que no.

- Yo creo que sí.

- Que no.

- Que sí.

Lily estaba perdiendo el control. Ken siempre la había sacado de quicio, a ella nunca le simpatizó él.

- Ah, qué lástima que ya no tengo aquellas fotos de la obra de teatro de la primaria en donde sales vestida como cochinito.- comentó Ken, riendo a carcajadas.- Muy seguramente a Wakabayashi le encantaría verlas.

- ¡Ya cállate!.- gritó Lily en español, perdiendo el control.- ¿Por qué rayos no te vas a ver si ya puso la marrana?

- Uh, qué genio.- respondió Ken, en el mismo idioma.- Sí que sigues siendo una amargada.

Wakashimazu se levantó con aire muy digno y salió de la sala con paso militar. A Lily comenzó a darle vergüenza en cuanto se dio cuenta de que Genzo la había entendido, ya que él también hablaba español, o al menos lo entendía...

- ¡Ay, qué vergüenza!.- exclamó Lily, apenada.- Lo lamento mucho, no quería que vieras esto...

- No te preocupes.- rió Genzo.- Fue divertido verte gritándole a Wakashimazu, aunque no entiendo la expresión de "ve a ver si ya puso la marrana".

- Es una manera un tanto decente de pedirle a alguien se vaya mucho a la... .- Lily se interrumpió abruptamente.

- Lo que se me hace increíble es que tú y ese vagabundo se conozcan.- dijo Genzo, sin pensar.- Lo siento, no quise decir...

- No te preocupes.- suspiró Lily.- No dijiste nada que no fuera cierto. Ken se comporta como lo que siempre quiso ser...

La chica mexicana frunció el entrecejo.

- ¿Él siempre fue así?.- preguntó Genzo, curioso.

- Más o menos.- respondió Lily.- Nunca se tomó en serio nada...

- ¿Y cómo es que lo conoces?.- Genzo fue sincero.- Francamente me sorprende que alguien como tú esté relacionada con alguien como él... ¿En verdad es tu hermano?

- Primero perro que ser hermana que ése.- respondió Lily, ácidamente.- Para nada. Como ya te había dicho antes, por una casualidad del destino vivimos mucho tiempo juntos cuando éramos niños. No sé que pasó ahí o como sucedió, simplemente sé que yo viví en Japón junto con mi familia en la casa de los Wakashimazu, por tres años.

- Y supongo que fue ahí en donde conociste a Ken... .- suspiró Genzo.

- Exactamente.- suspiró Lily.- Era el único que tenía más o menos mi misma edad, aunque sinceramente yo no lo tolero. Es odioso, es payaso, le encanta fastidiarme. No lo aguanto.

- Eh... .- Genzo no sabía si debía preguntar o no.- ¿Él siempre fue un vagabundo?

- No, realmente.- negó Lily.- De hecho, le gustaba mucho el kárate y el fútbol. No sé que fue lo que le pasó. ¿Podemos cambiar el tema? No me gustaría tener que seguir hablando de Ken todo el rato.

- Seguro.- Genzo sonrió.

Así que karateca y futbolista. Y además, vagabundo. ¡Qué extraña combinación!

Mientras tanto, Taro Misaki se preguntaba si debía o no ir a visitar a Genzo. Taro sabía que Lily estaba con Genzo y no los quería interrumpir, pero al mismo tiempo tenía deseos de ver a su viejo amigo. Después de un buen rato de una lucha interna entre Misaki ángel y Misaki demonio, el Taro vestido de rojo con cuernos y colita arrojó aun barranco momentáneo al Tarito con alas y aureola, así que Misaki decidió ir a la mansión Wakabayashi. Al llegar a ella, él se dio cuenta de que por la puerta delantera salía una mujer increíblemente hermosa, de largo cabello negro y ojos del mismo color. Taro se quedó sin aliento al verla y los recuerdos inundaron su mente...

- Eriko.- murmuró él.

Habían pasado muchos años, pero ni con el paso del tiempo a Eriko se le olvidaría jamás Taro Misaki. A pesar de que ella fue de lo más desgraciada con él, Eriko en verdad lo amaba...

Ella también lo vio acercarse, con esa cara de inocencia que no se le quitaría jamás y esa sonrisa confiada que podía cambiar al mundo. Eriko sintió que el corazón le latía con mucha violencia y pensó que por primera vez perdería su majestuosa pose al desmayarse en público.

Y sin embargo, cuando ambos se miraron, se saludaron como un par de personas que no se conocieran realmente.

- Buenas tardes, Eriko.- saludó Misaki, como si nada.

- Qué tal, Taro.- respondió Eriko, muy seria.

- ¿Vas a alguna audición?.- preguntó él.

- Pues algo así.- respondió ella.- Veré que puedo sacar.

- Un jugoso contrato, como siempre.- dijo Taro, con cierta amargura en la voz.-Bueno, me da gusto por ti.

Misaki no esperó a que ella respondiera y se alejó. Eriko lo miró marcharse con tristeza.

- ¡Taro!.- gritó ella, deseando que él no se fuera.

- ¿Sí?.- Misaki se dio la vuelta y miró a la joven con cierta indiferencia.- ¿Qué se le ofrece, Emperatriz del Japón?

Eriko se desilusionó al escuchar el apodo que la prensa le había dado. Ella se compuso rápidamente y respondió con una voz glacial.

- Nada, realmente.- dijo.- Quizás nos veamos después.

- Sí, claro.- Taro asintió y volvió a emprender su camino.

Ambos jóvenes se sintieron muy mal dentro de ellos mismos. Taro ansiaba que Eriko no lo hubiese dejado por dinero y ella ansiaba no haber sido tan idiota como para haberlo dejado ir...

"¿Será acaso demasiado tarde para intentarlo de nuevo?".

Eriko subió a su automóvil y antes de arrancar hizo un recuento de ella misma. Eriko Wakabayashi, 26 años, hermana gemela del mejor portero de Alemania, una gran actriz consumada del cine europeo y estadounidense, ganadora de un Óscar por mejor actriz, soltera y cotizada por famosos como el propio George Clooney o Keanu Reaves, millonaria... Y solitaria...

(Y no me refiero a la lombriz).

Eriko siempre lo había tenido todo, menos un corazón. Genzo siempre se lo había dicho, pero ella replicaba entonces que él era exactamente igual, así que no podía reclamarle nada. Y sin embargo, Eriko sabía que Genzo tenía razón. Ella le había roto el corazón a miles de chicos y había pisoteado a unos cuantos hombres en su camino hacia la cima.

Y sin embargo, un día Eriko Wakabayashi se topó con Taro Misaki y se le acabó la suerte. Él había entrado tan profundo en su corazón que cuando ella se dio cuenta de eso supo que ya no podría sacarlo sin dejar huellas en su corazón. Y Eriko sabía que Taro también la amaba de la misma manera profunda, pero eso ella no lo soportó...

La primera vez que ambos se vieron fue en una fiesta organizada por el propio Genzo. Éste había invitado a Taro sin imaginarse el desastre que eso iba a provocar... Cuando Taro entró y vio bajar a Eriko las escaleras enfundada en un bellísimo vestido rojo, él pensó que los ángeles habían dejado de vestirse de blanco para usar el rojo... Ella se veía tan bella y radiante que por un segundo él creyó que el corazón iba a sufrir un infarto... y Eriko, por su parte, quedó tan cautivada por la dulce sonrisa y la radiante mirada de ese joven alegre de ojos soñadores y cabellos claros que no supo más de sí...

- ¿Quieres bailar?.- fue lo primero que Taro le dijo a Eriko cuando Genzo los presentó.

- Me encantaría.- Eriko aceptó encantada.

- ¡Tú ni siquiera bailas!.- protestó Genzo, indignado de que su mejor amigo sacara a bailar a su gemela.

Eriko y Taro encajaron como candado y llave. Y todo hubiese estado bien sino hubiese sido por el hecho de que antes que cualquier otra cosa, estaba la carrera de Eriko. Ella había querido ser actriz desde que era una niña, sus deseos de triunfar en el ámbito del cine eran tan grandes como los de Genzo de triunfar en el sóccer, así que eso provocó en gran medida la ruptura con Taro...

Y él no la culpaba por haberlo dejado. En un acto muy digno de él, Misaki se hizo a un lado, para que Eriko no se sintiera tan mal por tener que ser ella la que terminara la relación.

- Y a pesar de todo, Taro Misaki.- suspiró Eriko, antes de arrancar el auto.- Te sigo amando con toda mi alma...

- Y siempre te amaré.- murmuró Taro, a su vez.

"Ojalá que todo hubiese sido diferente".

Volviendo a la mejor pareja de fanfics, entiéndase Lily y Genzo (Jajaja), él tuvo que ir a socorrer a Paola ya que John había usado uno de los zapatos de ella como juguete para perro.

- ¡SI NO VIENES Y TE LLEVAS A TU PERRO ESTA NOCHE CENARÁS TACOS DE PERRO FRITO!.- gritó Paola.

- ¿Quién es la encantadora dama que grita y que sabe qué son los tacos?.- rió Lily, con muchas ganas.

- Ésa es Paola.- bufó Genzo.- Mi prima hermana.

- ¡Ah! ¿Ésa es la famosa Paola?.- Lily ya había escuchado hablar sobre ella.

- No sé si será famosa, pero me cae que es Paola.- replicó Genzo, con una sonrisa.- Permíteme un segundo, por favor. Pretendo evitar un perricidio.

Lily soltó una alegre carcajada y dejó que Genzo subiera a rescatar a Paola de John. ¿O sería al revés? Sea como fuere, Genzo subió al segundo piso y Lily se quedó en la sala terminando su café. Ella comenzó a escuchar ruidos provenientes del patio y se asomó a ver, llena de curiosidad (dejará de ser mujer XD). Lily vio que Ken estaba entrenándose en el patio, con la máquina disparadora de balones de Genzo.

- O sea que de verdad quieres entrar a la Selección.- comentó Lily, cruzándose de brazos.

- Soy convocado, por si no lo sabías.- respondió Ken, con voz gangosa y agitando su larga cabellera, imitando a Lily.

- No, no lo sabía.- ella frunció el ceño y fingió no entender la broma.

- Pues ahora ya lo sabes.- rió Ken.- ¿Y tú que haces aquí? Supongo, por lo que vi cuando entré a la sala, que eres la novia de Genzo Wakabayashi.

- No soy su novia.- Lily se puso muy roja.

- Sí, claro.- Ken volvió a reír.

El joven volvió a entrenarse con la máquina e hizo varias atrapadas bastante buenas, pero Lily no se dejó impresionar.

- Si quieres ser el portero titular, tendrás que hacer algo mejor que eso.- dijo Lily, con desdén.- Genzo tiene mucha más experiencia que tú, él se ha entrenado por años con equipos profesionales. En cambio tú, no eres más que un vagabundo sin rumbo fijo.

- Eso dolió.- confesó Ken, muy serio.- Pero más porque tienes razón. No soy más que un vagabundo...

Ken desvió la mirada. Lily se sintió un poco culpable.

- ¿Qué fue lo que te pasó?.- preguntó ella, suavemente.- Tenías tantos sueños... ¿Por qué te convertiste en vagabundo en vez de pelear por lo que querías?

Ken se puso más serio aun y su mirada se cubrió por una sombra.

- Porque maté a alguien.- murmuró él, en voz tan baja que Lily pensó que se había imaginado la respuesta.

Y mientras Lily y Ken charlaban en el patio, Genzo batallaba con John para que soltara el zapato de Paola y ella miraba por la ventana al joven trotamundos que había llegado a la mansión y a la hermosa chica que charlaba con él...

Notas:

- ¿Qué quieren? A Lily nunca le va a caer bien Ken XD.