Capítulo 4. La Arquitecto.
Paola no podía dejar de mirar al vagabundo y a la violinista, quienes por cierto hacían una pareja de lo más extraña.
- ¿Quien es ella?.- preguntó Paola , como quien no quiere la cosa.
- Ella es Lily.- respondió Genzo, asomándose también por la ventana.
- ¿Es tu novia?
- Aun no.
Paola volvió a mirar por la ventana. Ken seguía entrenando y ella notó que él no lo hacía nada mal.
- Mira tú, el vagabundo no lo hace tan mal.- comentó Paola .
- Sí, ya lo noté.- musitó Genzo, a quien no le hacía nada de gracia el hecho de darse cuenta de que Lily no se separaba de Ken.
- No me digas que crees posible que entre ellos haya algo.- bufó Paola.
- Claro que no.- respondió Genzo, inmediatamente.- Lily no se fijaría en un tipo como él. Lo detesta.
- ¿Qué no sabes que del odio al amor no hay más que un paso?.- replicó Paola, cruelmente.
Genzo miró con profundo odio a su prima. ¿Realmente podría pasar eso y Lily se fijaría en Ken? Y sin embargo, aunque Paola lo hubiese dicho, a ella tampoco le agradó la idea… No sabía por qué, pero ella pensaba que Ken y Lily congeniarían tanto como Cuauhtémoc Blanco y Gabriel García Márquez. Mientras tanto, Ken ya se había cansado y se sentó en el pasto a descansar.
- Estás fuera de forma.- le dijo Lily, con dureza.- Das lástima.
- No seas tan dura conmigo.- pidió Ken.- Tengo mucho tiempo de no estar frente a una portería.
- Porque quieres.- replicó Lily.- ¿Y qué fue toda esa estupidez de que mataste a alguien?
- Porque así fue.- musitó Ken.- ¿A poco crees que estoy así por puro gusto?
- Lo que dices no tiene nada de sentido.- gruñó Lily.- No esperes que te crea que eres un homicida. Serás un idiota, un payaso y un baboso, pero un asesino jamás.
- Eso es lo que tú crees...
- Ya deja de compadecerte.- replicó Lily.- Dices puras tonterías.
- ¿No recuerdas lo mal que nos empezó a ir cuando vivíamos todos juntos? A tu padre lo despidieron, tu madre se torció un tobillo, mi padre estuvo hospitalizado por una neumonía y a mí me corrieron de la escuela, por no mencionar que tú nunca conseguiste que alguien te tomara en serio como violinista.
Lily no respondió. Efectivamente, los Del Valle y los Wakashimazu habían pasado por varias rachas de mala suerte, las cuales misteriosamente terminaron con la huída de Ken. Pero Lily jamás creyó que él hubiese podido ser el causante de tantas desgracias.
- Y en cambio ahora, mírate: te has convertido en una gran violinista y eres famosa.- continuó Ken.- ¿No te fue mejor a partir de que yo me desaparecí de sus vidas?
- Eh... .- Lily escuchó en alguna ocasión que su madre comentaba que pareciera que Ken había sido el ave de mal agüero, pues en cuanto él se hubo fugado de la casa, el padre de Lily consiguió un mejor empleo del que tenía antes.- Pues algo así, pero pudo ser coincidencia…
- Ya, Lily, sé que intentas ser buena conmigo, pero no te servirá.- cortó Ken, sintiéndose repentinamente triste.
Lily frunció el entrecejo. Ella NUNCA había sido buena con Ken, así que si decía que no creía que él era la causa de la mala suerte, es porque era cierto.
- Como sea… ¿Por qué decidiste aparecerte ahora, de la nada?.- preguntó Lily, sentándose en el pasto junto a él.
- Porque fui convocado, ya te lo dije.- replicó Ken.- Y quiero intentarlo de nuevo, ahora que parece ser que ya me quité la mala suerte de encima…
- Como sea.- Lily elevó los ojos al cielo.- ¿Cómo es que te convocaron si no juegas para ningún equipo de fútbol decente?
- Ni tampoco juego para uno indecente, dicho sea de paso.- replicó Ken, riendo.- Pero verás, hace dos meses me encontré con el señor Shinta, asistente del entrenador de la Selección, el cual me encontró en el aeropuerto después de que regresó de su viaje a Alemania después de convocar a tu novio Wakabayashi…
- Que no es mi novio.- gruñó Lily.
- … Y me vio jugar y me dijo que había una vacante disponible en la Selección.- continuó Ken, ignorando a Lily.- Solo espero que Shinta se acuerde de mí…
- ¿No te enteraste?.- Lily puso cara de sorpresa.
- ¿De qué?.- preguntó Ken.
- Al señor Shinta lo hospitalizaron hace tres días por una úlcera gástrica.- explicó Lily.- Lo han sustituido de su cargo…
Esta pregunta golpeó a Ken en el pecho como un puñetazo. ¿Shinta, enfermo? No podía ser… Nuevamente su mala suerte había vuelto a atacar…
Y todo porque Shinta lo había ayudado a él…
Genzo consiguió sacar a John y dejó que el perro se le dejara ir con todo a Ken. El muchacho se levantó y salió a todo correr, perseguido por un John que parecía dispuesto a querer vengarse de la vez que Wakashimazu lo despertó a balonazos. Paola miraba al karateca correr con cierto entretenimiento y una leve sonrisa en el rostro se le comenzó a dibujar… Pero Ken se dio cuenta de que ella lo observaba y le sonrió. Paola cerró las cortinas de un jalón, enojada.
No, nunca más… Los hombres eran unos idiotas, ella los odiaba a todos… Paola se sentó frente a su escritorio (se me olvidó el nombre que tienen los escritorios especiales de los arquitectos) y se dispuso a terminar los planos de la casa que estaba diseñando. Para ella, toda su vida era su carrera, no había otra cosa más…
Paola era muy joven cuando cierto futbolista pretencioso la engañó y la hizo sufrir. Ella era una muchacha con muchas ilusiones amorosas, las cuales se fueron al traste con la jugarreta que él le hizo… Ella en verdad lo quería, pero él solo deseaba jugar… Su único interés siempre fue el sóccer… Y Paola, con el corazón destrozado, juró nunca más volverse a enamorar… Fue así como se empeñó en continuar sus estudios con ahínco, al grado de graduarse con el más alto promedio y pronto fue contratada por una gran firma de arquitectos. Y fue entonces cuando el pretencioso futbolista volvió a aparecer en su vida… Pero Paola lo echó con una patada en el trasero…
Pero justo apenas cuando Paola comenzaba a concentrarse en el plano, un escándalo enorme se dejó oír. Ella se asomó a la ventana, entre curiosa y preocupada, y vio que Lily estaba tumbada en el suelo, con Ken encima de ella y Genzo tratando de evitar que John mordiera el trasero de Ken. Genzo estaba que se moría de la risa y Lily pateaba a Ken en donde podía.
- ¡Ahí no, desgraciada, que me dejas sin hijos!.- gritó Ken.
- ¡Quítate de encima, animal!.- gritaba Lily.
- Por favor, contrólense los dos.- Genzo no paraba de reírse.
En ese momento, Misaki entró y vio la escena, lo que hizo que a Genzo le diera mucha más risa. Taro enarcó mucho las cejas y no supo ni qué decir.
- Creo que vengo después… .- murmuró él.
- ¡No seas así y ven a ayudarme!.- gritó Lily, más enojada aun.
Taro se mordió los labios, muy seguramente para no reírse, y corrió a ayudar a su amiga. Al poco rato, Lily se limpiaba muy digna la falda y se arreglaba el cabello lo mejor que podía. Genzo consiguió amarrar a John y Ken optó por poner pies en polvorosa, al notar la cara que traía Lily.
- Nos veremos después, Wakabayashi, cuando consigas domar a tu vagabundo y calmar a tu perro.- dijo Lily, tan enojada que no se dio cuenta de que invirtió el sentido de las oraciones.
- No, espera, por favor.- pidió Genzo, algo preocupado.- Fue un accidente, te juro que…
Pero Lily ya había echado a andar rápidamente, repitiendo un "adiós" muy frío. Genzo miró con enojo a Taro, como si él hubiese tenido la culpa de todo.
- Hubieras llegado antes.- le reclamó.
Taro solo suspiró.
Notas:
- Éste salió cortito, estoy cansada.
