Capítulo 5. El pasado del Vagabundo.

Taro Misaki no podía creer que Ken Wakashimazu estuviera en la mansión de Genzo Wakabayashi. No estaba seguro de si era Ken o no, porque cuando Taro lo conoció, aquel tenía el cabello mucho más corto y su cara no se veía tan traqueteada.

- Hola, Wakashimazu.- saludó Taro a Ken, mientras Genzo trataba de llamarle a Lily a su celular.

- Hola, Misaki.- sonrió Ken.- Me sorprende verte por aquí, pero me sorprende más el hecho de que me recuerdes.

- Nunca olvido una cara ni un nombre.- Taro se encogió de hombros.- ¿Qué haces tú aquí?

- Yo te pregunté primero.- replicó Ken.

- Bueno, pues soy amigo de Wakabayashi, jugamos en el mismo equipo en la primaria y nos hemos encontrado varias veces en Europa.- explicó Taro.

- ¿Europa?.- Ken se mostró sorprendido.

- Claro. Me fui a Francia a vivir con mi padre.- aclaró Taro.- Y Wakabayashi se fue a Alemania...

- Sí, eso ya lo sé.- rió Ken.- El gran Genzo Wakabayashi, el Hombre de Acero, el Portero Estrella de Japón...

- Y ahora te toca a ti.- dijo Misaki.- ¿Cómo es que llegaste aquí?

- Por accidente.- Ken se encogió de hombros.- Era un simple vagabundo cuando alguien me vio jugar al fútbol con un grupo de callejeros como yo y decidió convocarme a la selección... Y pues para asegurarme de poder presentarme de manera decente al campo de los convocados, decidí pasar por aquí para recuperarme un poco...

- ¿Wakabayashi sabe que también eres convocado?.- preguntó Taro, con curiosidad.

- No, pero de todas maneras tarde que temprano lo sabrá.- replicó Ken.

Taro estaba seguro de que muy probablemente a Genzo no le parecería enterarse de que el "vagabundo" que estaba en su casa era uno de los otros dos porteros convocados a la Selección. En ese momento, Genzo regresó y se sorprendió de encontrarse a Ken y a Taro charlando como dos conocidos.

- ¿Ustedes se conocen?.- preguntó.

- Algo así.- Taro se encogió de hombros.- Luego de que abandoné al Nankatsu recorrí varias ciudades de Japón y en Saitama conocí a Ken y a Lily.

- Ah, es cierto, me habías dicho que conociste a Lily en Japón.- recordó Genzo.- Y según ella me dijo, la familia de ella vivió con la de Wakashimazu.

- Exactamente.- asintió Ken.- No sé qué rayos tenían que hacer una familia compuesta por un médico, una enfermera y una violinista en compañía de una familia de karatecas que se encargaban de su propio dojo.

- Misterios de la vida.- rió Taro.

- O sea, todo el mundo conoce al señor Wakashimazu, aquí presente, menos yo.- protestó Genzo.

- Yo tampoco lo conocía.- gritó Paola, desde la ventana de su cuarto.

Genzo, Taro y Ken miraron a la chica con sorpresa. Ésta, un tanto avergonzada, cerró la ventana de golpe.

- Mujeres.- gruñó Genzo, mirando su celular con enojo.- Lo malo es que Lily no responde.

- Así se pone ella cuando la hacen enojar.- aclaró Ken.- Es medio mula, deja que se le pase el enojo y le llamas otra vez mañana.

- Supongo que la conoces bien.- bufó Genzo, más molesto aun.

- No por algo fue como mi hermana por casi tres años.- rió Ken.

Pues bien, se suponía que Ken solo iba a quedarse en la mansión Wakabayashi por un día, dos a lo mucho, pero cuando Genzo insinuó que era momento de que Ken comenzara a buscar otro lugar, Wakashimazu puso cara de cuije y casi casi se suelta a llorar.

- Aun no consigo en donde quedarme.- suspiró Ken, dramáticamente.- Esperaba empezar a ir a buscar un departamento mañana, pero mientras tanto... ¿Qué haré?

- ¿No tiene amigos que lo puedan ayudar?.- preguntó Genzo.

- Ni uno solo.- negó Ken.- No conozco lo que es tener amigos...

- ¿Y Misaki?.- preguntó Genzo.- ¿No es su amigo?

- Sí, pero pues él no tiene lugar, vive en un departamento para una persona.- explicó Ken.

- ¿Y eso como lo sabe usted?

- Él mismo me lo acaba de decir…

- No seas malvado.- murmuró Paola, quien no se había resistido la curiosidad y había bajado a la sala.- Al menos deja que se quede aquí mientras consigue otro lugar.

Ken puso cara de cachorro abandonado. Genzo miró a Paola y después se dirigió a Ken.

- Permítame un segundo, por favor.- pidió Genzo, llevándose a Paola.- ¿Qué rayos crees que haces?

- Solo intento ayudar.- dijo Paola, zafándose de la mano de su primo.- ¿Qué tiene eso de malo?

- A ver, ¿quién eres y en donde dejaste a mi prima?.- preguntó Genzo, mirando a Paola con escepticismo.- La Paola que yo conozco nunca abogaría por un hombre, mucho menos por un vagabundo...

- No seas payaso.- replicó Paola, enojada.- Yo creo que ese hombre nada más necesita un empujón y ya. ¿Qué hubiese pasado si Mikami no te hubiese ayudado a ti a ser lo que eres ahora?

Genzo gruñó al darse cuenta de que Paola tenía razón. Refunfuñando, regresó a donde se encontraba Ken.

- Puede quedarse aquí mientras consigue otro sitio.- le dijo él a Ken.

- ¡Muchas gracias!.- gritó Ken, y en un acto de extremo agradecimiento, se le dejó ir a Genzo y lo abrazó, haciendo que Paola enarcara mucho las cejas.- Es la primera vez que tengo un amigo como usted.

(Jajaja, algo así como el abrazo de Acatempan XD. Los mexicanos sabrán de qué hablo XD).

Genzo, un tanto sorprendido, se conmovió un poco ante el genuino agradecimiento de Ken.

- Ya, no es para tanto.- dijo Genzo, soltándose de Ken.- No es nada.

- Solo espero que mi mala suerte no lo alcance.- musitó Ken, en voz baja.

- ¿Mala suerte?

- Soy ave de mal agüero.- anunció Ken.- Toda la gente que está cerca de mí sufre la desgracia...

Genzo miró a Ken por varios segundos para tratar de ver si hablaba en serio o nomás bromeaba.

- Vamos, ésas son estupideces.- replicó Genzo.- La mala suerte no existe.

- Espero que después no tenga que cambiar de opinión.- sentenció Ken.

Genzo movió la cabeza de un lado a otro y se marchó, pensando que Ken estaba de lo más loco. Ken miró a Paola y le sonrió levemente. Ésta resistió el impulso de corresponder al gesto y se marchó también, dejando a Ken solo y sumido en sus pensamientos...

- No me digas que vas a dejar que Ken se quede aquí.- comentó Taro, quien había estado espiando la conversación.

- Solo mientras consigue un lugar.- suspiró Genzo.- Nada más. No quiero portarme como un desgraciado...

- Ya.- rió Taro.- ¡Qué considerado eres!

- Ve a burlarte de tu abuelita.- gruñó Genzo.- Sin embargo, hay algo que no me gusta del todo...

- ¿La relación que tienen Ken y Lily?.- aventuró Misaki.

- Touché.- gruñó Genzo.- ¿Cómo supiste?

- Se te nota en la cara.- rió Misaki.- Te pones como toro loco cuando escuchas que Ken y Lily se llevan muy bien.

- No me agrada saber que la mujer a la que he estado cortejando por tres años vivió por tres años con el vagabundo que acabo de acoger en mi casa.- gruñó Genzo.

- No deberías preocuparte.- replicó Taro.- Lily no soporta a Ken, además te recuerdo que ellos vivían únicamente como hermanos...

- Del odio al amor no hay más que un paso.- gruñó Genzo, recordando las palabras de Paola.

Misaki lo pensó por algunos momentos. A Genzo le molestaba que Ken y Lily se conocieran, así que evidentemente a Wakabayashi le molestaría muchísimo más el enterarse de que Ken era otro de los porteros convocados, así que Misaki optó por guardar silencio...

- Por cierto, vi a Eriko.- comentó Taro, cambiando de tema.- No ha cambiado nada...

- Uhm.- Genzo escudriñó el rostro de su amigo.- Esperaba que no te la volvieras a encontrar...

- Eso va a ser un tanto difícil, considerando que eres mi amigo y que ella es tu gemela.- replicó Taro.- Pero está bien, cada vez es menos difícil el verla...

- ¿Seguro?.- preguntó Genzo, escéptico.

- Bueno, la verdad no.- Taro sonrió con amargura.- Parece que mientras más tiempo pasa, más la amo...

Genzo suspiró. Por eso no quería que Taro y Eriko se enamoraran, porque él sabía que tarde que temprano los deseos de Eriko se interpondrían y acabarían destrozando el corazón de Misaki, cosa que efectivamente sucedió.

- Sé que me lo advertiste.- comentó Taro, leyendo el pensamiento de Genzo.- Debí haberte escuchado, lo lamento...

- El amor es algo que no puedes controlar.- replicó Genzo.- Aunque no me lo creas, cuando los vi a Eriko y a ti bailando en aquella fiesta, supe que se enamorarían de inmediato. Era de lo más obvio, la atracción entre ustedes se notaba a leguas. Pero también me di cuenta de que lo suyo estaba destinado al fracaso, y supe que aunque yo lo sabía, no podría hacer nada para impedirlo.

- No, no hubieras podido hacer nada.- negó Taro.

- ¿Crees que Lily y yo seamos igual?.- preguntó Genzo, casi sin darse cuenta.

- Quizás no.- Taro volvió a encogerse de hombros.- Todo depende de lo mula que se quiera portar ella.

Los dos amigos se quedaron en silencio, cada uno pensando en la mujer que los estaba volviendo locos. Ken, por su parte, subió a la habitación que le habían asignado y encendió la televisión a todo volumen en un canal de entrevistas. Él se tumbó en la cama y se quedó contemplando el techo. Al poco rato, alguien comenzó a tocar la puerta, pero aunque él escuchó los golpes, no se levantó a abrir, y los leves golpes se convirtieron en francos aporreos de puerta que amenazaron con derribar la casa completa.

- Ya voy.- gruñó Ken, levantándose a abrir.

- Pensé que te habías muerto.- dijo Paola, muy enojada.- ¿Qué estás sordo o qué? ¡Bájale el volumen a esa cosa!

- Ya, lo siento.- Ken apagó la televisión y se volvió a tumbar en la cama.

- Escucha bien, si te vas a quedar aquí, tienes que saber algo.- comenzó a decir Paola, en tono autoritario.- Como tu cuarto queda a un lado del mío, vas a tener que poner la televisión en el volumen más bajo posible, porque yo sí trabajo. Y lo mismo es con el radio. ¿Te quedó claro?

- Sí.- respondió Ken, con tono decaído.- Entendido.

- ¿Qué te ocurre?.- preguntó Paola, algo sorprendida de que Ken no se comportara como un patán petulante.

- Nada que pueda interesarte.- suspiró Ken.

- Quizás no.- admitió Paola.- Pero quiero saber el por qué actúas como si hubieses perdido el ánimo.

- Porque así fue.- replicó Ken.

- ¿Y se puede saber por qué?

- No creo que te interese saberlo.

- Si no me interesara, no preguntaría.- replicó Paola.

Ken se sentó en la cama y contempló a Paola por varios minutos. Ésta le sostuvo la mirada. Al poco rato, él sonrió y le hizo señales a Paola de que se sentara junto a él. Ella obedeció.

- Fue hace mucho tiempo.- comenzó Ken.- Mi padre es el dueño de un dojo de karate, ¿lo sabías? No, yo creo que no. En fin, mi padre es el dueño del dojo y yo, como su hijo mayor, se suponía que debía heredarlo. Pero entonces a mí comenzó a llamarme la atención el sóccer y contradije los deseos de mi padre al entrar a jugar al equipo de fútbol de mi escuela como portero.

- Ahora entiendo por qué sabes jugar.- comentó Paola.

- ¿Me viste?.- Ken sonrió.

- Sí, pero no importa.- repuso Paola.- Continúa.

- El caso es que contradije los deseos de mi padre, me hice portero de mi escuela y gané el torneo nacional de secundarias de Japón con esa escuela, aunque bueno, en realidad empatamos con la otra escuela a la que nos enfrentamos pero eso no importa. El caso es que mi padre, aunque al principio no le pareció la idea, al final aceptó mi deseo de repartir mi tiempo entre el sóccer y el kárate... Pero después de eso nos comenzó a ir muy mal...

- ¿En qué sentido?.- preguntó Paola.

- En el sentido de que las desgracias comenzaron a caer sobre nosotros.- explicó Ken.- En aquellos tiempos vivían con nosotros una familia mexicana y a ellos también les comenzó a ir muy mal. Al doctor Del Valle lo despidieron, a la enfermera Del Valle se le torció un tobillo y a Lily le iba de mal en peor con sus clases de violín...

- ¿Lily?.- Paola se sorprendió al atar cabos.- ¿Hablas de...?

- ¿La novia de tu primo?.- rió Ken.- La misma. Lily Del Valle vivió conmigo hace tiempo. ¿Increíble, no?

- El mundo es pequeño.- comentó Paola.

- Sí. Como sea.- Ken continuó con su relato.- A mi padre le dio neumonía (pulmonía) y yo tuve que hacerme cargo del dojo, pero las cosas siguieron empeorando. Una noche, alguien entró a robar y se llevaron varias reliquias de mi familia y algunas joyas de la señora Del Valle. Fue esa noche cuando me di cuenta de que todo había sido culpa mía, me di cuenta de que al cambiar el kárate por el fútbol había cometido una ofensa contra mis antepasados y que por eso la mala suerte me perseguía, y no solo a mí, sino también a la gente que estaba cerca de mí. Así que un día decidí huir, para evitar que mi familia siguiera huyendo por mi culpa...

- Y por eso te convertiste en vagabundo.- finalizó Paola.- ¿Me vas a decir que estás así por tu mala suerte?

- Sí.- asintió Ken.

- Con todo respeto, creo que es una tontería.- replicó Paola.- La mala suerte no existe.

- Eso mismo me dijo tu primo, ¿lo recuerdas?.- señaló Ken.- Pero yo sé que es verdad, lo he comprobado en varias ocasiones. Cuando huí, la primera persona que me dio posada fue una anciana a la cual le dio un ataque cardiaco. Un muchacho que me regaló algo de comer fue atropellado, un perro que se hizo mi amigo se rompió una pata.

- Coincidencias.- replicó Paola.- No tiene nada que ver.

- Intenté trabajar en otro dojo e incluso quería seguir siendo portero, pero entonces me fracturé una mano.- Ken se sobó con cierto cariño la mano derecha.- Y el médico que me atendió lo demandaron por acoso sexual.

Paola movió la cabeza de un lado a otro, escéptica. Aunque Ken siguiera contándole historias de terror y leyendas urbanas, nunca creería que todo había sido producto de la mala suerte.

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Al día siguiente, Genzo intentó llamar nuevamente a Lily. Ken había tenido razón, en cuanto a Lily se le pasó el coraje contestó la llamada de Genzo.

- ¿Hola?.- preguntó ella.

- ¿Sigues enojada conmigo?.- preguntó Genzo, con suavidad.

- En realidad nunca estuve enojada contigo.- respondió Lily.- Más bien, me enojé con ese tarado de Ken. Siempre arruina todo.

- Solo estará en la mansión por unos cuantos días.- explicó Genzo.- Solo mientras encuentra un trabajo para tener dinero y rentar algún departamento.

- Pues el trabajo ya lo tiene.- replicó Lily, recordando lo que Taro le dijo acerca de que Ken era convocado a la Selección.- Nomás será cuestión de que le paguen, si es que le pagan...

- Claro que le tienen que pagar.- gruñó Genzo.- ¿Por qué habría de trabajar en un sitio en donde no le pagan?

- Por gusto, quizás.- replicó Lily.- ¿Pero me hablaste para charlar sobre Ken o qué?

- No.- negó Genzo, riendo.- Lo siento. Solo quiero saber si me darás otra oportunidad...

- Te diré lo que haré.- anunció Lily.- Iré a tu casa en veinte minutos y más te vale que me tengas preparado algo tremendamente bueno para que yo te perdone.

- Creí que habías dicho que no estabas enojada conmigo.- sonrió Genzo.

- ¿Aceptas o no?

- Aquí te espero.- Genzo volvió a reír y colgó el teléfono.

Veinte minutos después, Lily llegó a la mansión Wakabayashi. Genzo la recibió con una enigmática sonrisa en el rostro.

- ¿Y bien? ¿Qué es lo que me vas a dar para que yo te perdone?.- preguntó Lily, pretendiendo sonar molesta.

- Ya verás.- Genzo no dejaba de sonreír.

Él se la jugó. Genzo tomó a Lily por la cintura, la atrajo hacia él y la besó en los labios, primero suavemente y después con mucha pasión. Ella se dejó llevar por el beso y le echó los brazos al cuello. Después de un laaaargo y prolongado beso, ellos se separaron.

- Vaya que sabes como hacer contentar a una chica.- Lily jadeó.- ¡Guau, qué bien besas!

- Gracias.- dijo Genzo, con falsa modestia.

- No puedo creer que me haya perdido de tus besos tanto tiempo... .- Lily volvió a besar a Genzo y éste, nada tonto, le correspondió.

Sin embargo, al poco tiempo se separaron, asustados por una carcajada de burla. Lily y Genzo voltearon y vieron a Ken parado cerca de ellos.

- ¡Lo sabía!.- Ken reía a grandes carcajadas.- ¡Ustedes son novios! ¡Tal como Romeo y Julieta! ¡Abelardo y Eloísa! ¡Los amantes de Teruel!

Lily recargó la frente contra el pecho de Genzo y suspiró, resignada. Genzo tuvo ganas de golpear a Ken lo suficientemente fuerte como para mandarlo a China.

- ¿Nos vamos de aquí?.- preguntó ella.

- Pensé que nunca lo sugerirías.- replicó él.

Genzo y Lily se marcharon, al tiempo que Ken seguía burlándose a gritos.

- ¡Napoleón y Josefina! ¡Maximiliano y Carlota! ¡Harry Potter y Ginny Weasley!.- gritaba Ken.- ¡Tal como ellos, ahora otra pareja ha entrado a la cursilería de la historia del amor: Lily y Genzo!

Como castigo, Lily soltó a John y dejó que se fuera a perseguir a Ken.

Notas:

- Romeo y Julieta son personajes creados por William Shakespeare. Abelardo y Eloísa y los amantes de Teruel son otras dos famosas parejas de la historia del amor. Maximiliano y Carlota son los emperadores procedentes de Austria-Hungría que fueron llamados a México para ser emperadores de este país hace ya tanto tiempo. Con Napoleón me refiero por supuesto al gran dictador francés, y a su esposa Josefina. Harry Potter y Ginny Weasley son personajes de J.K. Rowling.

- El abrazo de Acatempan se lo dieron los generales Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide, y con eso dieron fin a la guerra de Independencia de México.