Capítulo 6.- Sorpresas indeseables.

Genzo veía a Ken el entrenarse con tantas ganas que le regaló unos guantes de portero para que pudiera practicar bien. Incluso en algunas ocasiones Genzo y Ken intercambiaron técnicas y el primero se sorprendía lo bien que conocía el segundo el fútbol.

- Es una de mis pasiones.- confesó Ken.- El fútbol y el kárate lo son.

- Ojalá que algún día nos hagas alguna demostración de tus habilidades.- sonrió Eriko, un tanto seductora.

Genzo y Paola fruncieron el entrecejo.

- ¿No te bastó con romperle el corazón a Misaki?.- reclamó Genzo a su gemela, molesto.

- No se te quita lo coqueta.- gruñó Paola.

- Atáquenme de uno por uno.- se quejó Eriko.- Par de montoneros. Yo nada más decía...

- El día en que gustes puedo hacerte una demnostración.- sonrió Ken, haciendo una reverencia a Eriko.- Todo por una bella dama...

Eriko sonrió y los otros dos gruñeron por lo bajo. Genzo volvió a pensar en lo bien que Ken jugaba al fútbol y comenzó a atar cabos. Le parecía demasiada coincidencia que Ken lo escogiera justo a él para que lo ayudara a salir adelante, cuando pudo haber buscado a gente como Lily o Misaki...

- Por cierto.- comentó Ken, como quien no quiere la cosa.- ¿Sabe alguien en dónde queda el campamento de la Selección? Pero qué digo, por supuesto que Wakabayashi debe saberlo...

- Claro que lo sé.- gruñó Genzo.- ¿Por qué te interesa saberlo?

- Curiosidad.- Ken se encogió de hombros.- ¿Me podrías llevar mañana?

- Mañana es el primer día de entrenamiento de los convocados.- replicó Genzo.- Puedo llevarte otro día.

- Es que precisamente es lo que quiero, ver jugar a los convocados y admirar sus habilidades.- Ken puso cara de inocencia.

Genzo no dijo nada, pero no se tragó el cuento. Ya había visto jugar el suficiente tiempo a Ken como para sospechar... Pero decidió seguirle el juego.

- Te llevaré.- anunció Genzo.- Pero no puedo prometer que te permitirán quedarte.

- No te preocupes.- sonrió Ken.- De eso me encargo yo.

Genzo reprimió una mueca sarcástica. Por supuesto que de eso se encargaría Ken...

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Paola se encontraba, horas más tarde, en su despacho ubicado en el centro de Akihabara. La chica estaba concentrada en su trabajo cuando su asistente le dijo que había afuera un hombre esperándola. Por un momento, Paola temió que se tratara de Genzo con malas noticias, pero fue mucho peor... (Sí, puede haber algo peor para Paola, supongo)

Cuando Paola salió, se encontró con un hombre castaño de ojos claros, el futbolista pretencioso que le había roto el corazón.

- Hola.- dijo él, simplemente.- Cuánto tiempo.

Paola se quedó muda. Por un momento pensó que estaba alucinando.

- ¿Qué estás haciendo tú aquí?.- preguntó, enojada.

- ¿Qué no es obvio?.- respondió él, con otra pregunta.- Vine por ti...

¡Qué descaro! ¿Cómo se atrevía él a tratar de buscarla a ella de nuevo, después de todo por lo que la hizo pasar?

- Vete.- dijo Paola.- No te quiero ver.

- Es normal que me odies pero... .- suplicó él.- Dame otra oportunidad. Yo te quiero...

- Tú no quieres más que a tu cochino fútbol.- replicó Paola, furiosa.- Y déjame a mí en paz.

Faltaban veinte minutos para la hora de salida, y de hecho Paola tenía planeado quedarse hasta tarde trabajando, pero la visita del futbolista pretencioso la hicieron cambiar de planes. Paola regresó a su despacho, recogió a toda prisa sus cosas y salió con paso veloz.

- Espera.- pidió él.- No te vayas así...

Pero Paola no lo dejó terminar. La chica salió corriendo del edificio y caminó con rapidez por la acera.

- ¡Señorita Paola!.- gritó Ken, corriendo tras de ella.- ¿Ya salió de trabajar?

- ¿Qué haces aquí?.- preguntó Paola, mucho más enojada que antes, si es eso posible.- ¿No tienes nada mejor que hacer, como molestar a Genzo y a su novia?

- Pasaba por aquí.- explicó Ken.- Y la vi salir...

- ¡Qué coincidencia!.- exclamó Paola, con escepticismo.

- Bueno, la verdad era que quería ver en dónde trabajas.- confesó Ken.

- ¿Y eso por qué?

- Porque me preocupa que salgas muy noche y te expongas a los peligros de la ciudad.- aclaró Ken.- Vine para ver en donde trabajas y poder esperarte a que salgas y que así no regreses sola a casa.

Paola detuvo su marcha al escuchar estas palabras. Sin querer, se había conmovido un poco. Ella estaba pensando en algo adecuado para responder cuando el futbolista pretencioso les dio alcance.

- ¡Paola, espera por favor!.- pidió el futbolista.

Ella lo volteó a ver y en cuestión de segundos se decidió.

- ¿Nos vamos, Ken?.- preguntó ella, sonriéndole a Ken y llamándolo por su nombre por primera vez.

- Seguro.- Ken miró de reojo al sujeto y lo comprendió todo.- ¿Traes auto?

- Claro.- contestó Paola.- ¿Podrías manejar tú? Estoy cansada.

- No hay problema.

- ¿Me dejas por éste?.- preguntó el futbolista, mirando con desdén a Ken.

Paola lo miró por varios minutos antes de responder.

- Al menos es alguien sincero y humilde, no como tú.- dijo ella.

Paola tomó el brazo de Ken y echó a andar con él, con la cabeza muy en alto. Ken no dijo nada, hasta que ambos llegaron el auto y lo abordaron.

- ¿Es tu novio?.- preguntó Ken, mientras conducía rumbo a la mansión.

- Eso es algo que no te importa.- replicó Paola, poniendo punto final a la conversación.

Una vez en la mansión, Paola se dirigió a su habitación y ahí se encerró. Genzo y Eriko tenían curiosidad de saber lo ocurrido, así que Ken los puso al tanto. Conforme iba hablando el karateca, Genzo fruncía cada vez más el entrecejo y Eriko enarcaba más las cejas.

- Y pues lo último que supe es que ella llegó y se encerró en su habitación.- finalizó Ken.

- Ya se me hacía.- gruñó Genzo.- Ya sabía que él regresaría a buscarla tarde que temprano.

- Era de imaginarse.- suspiró Eriko.

- Entonces, ese tipo sí era novio de Paola.- comentó Ken.

- No es algo que te importe.- cortó Genzo.

- Ya. Lo mismo me dijo Paola.- Ken se encogió de hombros.

Eriko subió a la habitación de Paola, para hablar con ella. Obviamente, Paola le dijo que se metiera su curiosidad por donde mejor le cupiera y por donde más lo disfrutara.

- Ya sabía que eso me ibas a contestar.- rió Eriko.- Pero sinceramente, lo que me interesa saber es cómo fue que Ken llegó a tu rescate.

- Él no llegó a mi rescate.- protestó Paola.- Solo pasaba por ahí y lo aproveché.

- Es más o menos lo mismo.- Eriko volvió a reír.

Ella se acercó a la ventana, a través de la cual miró a Ken molestando a John.

- ¿No crees que es guapo?.- preguntó Eriko, casi sin darse cuenta.

- ¿Quién?.- cuestionó Paola, acercándose también la ventana.- ¿John?

- No, chistosa. Hablo de Ken.- Eriko miró a su prima con cara de "hello con tu hello".

- ¿Guapo? Para nada.- negó Paola.- Está más guapo Genzo y eso que parece un orangután.

(OJO. Ésa es frase que solo Paola diría. La autora del fic no está de acuerdo con la señorita Wakabayashi, con excepción hecha de lo que dice acerca de que Genzo es más guapo que Ken).

- No seas así.- gruñó Eriko.- Mi hermano no es tan orangután como crees...

- ¿Qué no?.- replicó Paola.- Basta ver lo bestia que se comporta con esa tal Lily Del Valle. Es más, ahora que lo pienso, Ken también se porta como idiota cuando está con ella.

- ¿Celosa?.- Eriko esbozó una sonrisilla de complicidad.

- ¿De quién? ¿De ése?.- Paola hizo un gesto de desdén.- Claro que no.

Eriko no se resistió, abrió la ventana y le chifló a Ken, para después esconderse detrás de las cortinas, de manera que cuando Ken volteó, únicamente vio a Paola.

- Te comportas peor que colegiala.- gruñó Paola, cerrando la ventana de golpe, in darle ni siquiera una sonrisita de consideración a Ken.

Eriko se soltó a reír con muchas ganas. Ken sonrió al pensar que había sido Paola quien le había chiflado.

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Horas más tarde, Genzo hablaba por teléfono con Lily.

- Mañana comienzan los entrenamientos.- le dijo Genzo a Lily.- Y es probable que no te vuelva a ver en algunas semanas.

- Ni me vas a extrañar.- replicó Lily.- Estarás tan ocupado entrenando al sóccer que no tendrás tiempo para pensar en nada más.

- Aun así, tendré siempre un espacio en mi mente para pensar en ti.- murmuró Genzo.

- ¡Qué cursi! Ya te dije que no me gusta que seas así conmigo, puesto que tú nunca has sido así.- protestó Lily.

- No era así, pero tú me haces sentir eso.- replicó Genzo.

- Una vez más, deja de ser tan cursi.- gruñó Lily.

Genzo rió, feliz. Lily aun no era su novia, pero ya era más que evidente que ella sí se sentía muy atraída hacia él. Ya con el tiempo él haría que ella cayera en sus redes.

- Por cierto.- comentó Lily, como quien no quiere la cosa.- ¿Ken irá contigo mañana?

- Sí.- asintió Genzo, algo sorprendido.- ¿Cómo lo supiste?

- Pues es lógico, ¿no?.- respondió ella.- Como que es conv...

En ese momento, se escucharon loas acordes de una guitarra y Genzo se distrajo.

- ¿Qué ocurre?.- preguntó Lily.

- Parece ser que alguien está tocando la guitarra.- contestó Genzo.

- ¿Una serenata?.- se sorprendió Lily.

- ¿Qué es una sé nata?.- preguntó Genzo, sin entender.

- Serenata.- corrigió Lily, riendo.- Es una costumbre mexicana, cuando un hombre canta canciones románticas al pie de la ventana de su enamorada.

- ¿Y quién rayos puede estar dando una serenata en este momento?

- ¿Quién vive en tu casa que haya convivido por tres años con una chica mexicana?.- rió Lily.

- ¿Ken?.- a Genzo le cayó el veinte de golpe.- ¿Pero a quién le canta?

- Ah, no lo se.- contestó Lily.- A tu hermana o a tu prima, quizás.

Genzo sintió como un balde de agua fría le hubiese caído encima.

- Te llamo después.- dijo Genzo.- Cuídate.

- También tú.- Lily trató de contener la risa.

En cuanto Genzo colgó, salió disparado hacia el jardín, en donde encontró a Ken tumbado en el pasto y rasgando una guitarra.

- ¡Qué bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas! Debajo de esas dos cejas, ¡qué bonitos ojos tienes!.- canturreó Ken.- Ellos me quieren mirar, pero si tú no los dejas, pero si tú no los dejas, ni siquiera parpadear..

Genzo no lo podía creer. ¡Ken estaba cantando bajo la ventana de Paola!.Wakabayashi estaba a punto de decir algo cuando de buenas a primeras la ventana de Paola se abrió y por ella cayó agua vaciada desde un bote, empapando completamente a Ken. Genzo no lo pudo evitar y se soltó a reír a carcajadas.

- Lo siento.- gritó Paola, desde arriba.- Pensé que John estaba agonizando y quise dar punto final a su sufrimiento.

Ken le lanzaba miradas furibundas. Genzo no podía dejar de reírse, así que Paola le aventó otro balde de agua también a él. Esta vez, fue Ken quien se deshizo en carcajadas.

- ¡Oye!.- protestó Genzo.- ¡Yo no estaba cantando!

- No, pero te lo mereces por burlón.- replicó Paola, cerrando la ventana nuevamente.

Genzo y Ken la miraron y después intercambiaron miradas entre ellos y se echaron a reír con muchas ganas.

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A la mañana siguiente, Genzo y Ken se dirigieron al campamento de la Selección. Genzo ya se lo sospechaba, pero aun así recibió una sorpresa al darse cuenta de por qué Ken había deseado ir... Cuando llegaron al campamento, Genzo se separó de Ken para dirigirse a los vestidores.

- Debo hablar con alguien.- dijo Ken, recordando que el señor Shinta ya no trabajaba ahí, al menos de momento.

- Nos veremos después.- dijo.

- Claro.- sonrió Ken.- Mucho más pronto de lo que te imaginas.

Cuando los convocados salieron a la cancha, el entrenador Gamo comenzó a hacer las respectivas presentaciones. Genzo no se sintió nada sorprendido cuando vio aparecer a Ken con el uniforme de portero de la Selección.

- Y él es Ken Wakashimazu.- anunció Gamo.- El tercer portero convocado a la selección, junto con Genzo Wakabayashi y Yuzo Morisaki.

No, Genzo no se sintió sorprendido al saber esto, ya que ya se lo había sospechado desde hacía tiempo. Pero sí se sintió un tanto desconcertado...

Notas:

- La canción que Ken canta se llama "La Malagueña". Una vez más, no recuerdo quién la canta.