Capitulo 14. Búsqueda.

El señor Wakashimazu (omitamos el nombre de pila, porque no me lo sé, en el caso que tenga) no podía creer lo que sus ojos veían. Ken, su hijo, estaba ahí, parado frente a él como si nada, como si los años no hubiesen transcurrido y él simplemente hubiese regresado de la escuela...

- Ken, ¿eres tú?.- volvió a preguntar el señor Wakashimazu.- ¿En verdad eres tú, hijo mío?

- Soy yo, padre.- respondió Ken, tranquilo por fuera, emocionado por dentro, como un pastelito con relleno cremosito.- He vuelto.

Ken no sabía qué esperar de su padre. No sabía si abrazarlo o arrodillarse para pedir perdón. Ken optó por esto último.

- Perdóname, padre.- dijo Ken, una vez estando arrodillado.- Por haber huido así. Perdóname por haber sido tan cobarde y no haber enfrentado mis debilidades.

El señor Wakashimazu no dijo nada, siguió mirando a Ken, hasta que él mismo se dejó caer de rodillas, frente a él, y lo abrazó con fuerza.

- Hijo mío.- murmuró el señor Wakashimazu, sin dejar de abrazar a Ken.- Recé por tanto tiempo para que tú volvieras... Te hemos extrañado tanto...

- Padre.- musitó Ken, abrazando al señor.- Lo lamento tanto...

- ¿Por qué huiste?.- preguntó el señor.- ¿Por qué nos dejaste? Cuando me dieron de alta del hospital esperaba que me estuvieras esperando en el dojo, pero en vez de eso tu madre me recibió con la noticia de que te habías ido...

- Perdóname, padre.- musitó Ken.- Pensé que solo huyendo podría corregir el gran daño que le hice a la familia... De verdad, lo siento mucho, creí que la mala suerte había caído sobre mí y que la única manera de reparar el daño que había hecho era...

- Hijo mío, la mala suerte no existe.- interrumpió el señor Wakashimazu.- Todas las cosas que nos pasaron fueron simplemente malos momentos que a todos nos llegan a pasar alguna vez en nuestra vida y que debemos saber afrontar. La suerte nos la creamos nosotros mismos con nuestras decisiones y actos.

- Pero yo estoy seguro de que...

- Sí, sé que estás plenamente seguro de que toda la gente que te ayudó sufrió la mala suerte.- cortó el señor Wakashimazu.

- ¿Cómo sabes eso?.- Ken estaba asombrado.

- Porque yo en algún momento llegué a pensar como tú.- explicó el señor Wakashimazu.- Pero después la vida me enseñó que no fue la mala suerte, sino que yo mismo iba poniéndole trabas a mi destino. No cometas tú ese mismo error.

Ken consideró las palabras dichas por su padre. Y comenzó a creer que él tenía razón... En ese momento, la señora Wakashimazu salió del dojo, extrañado de que su marido hubiese tardado tanto en entrar, y ella tampoco podía creer lo que veía...

- ¡Ken!.- gritó la señora Wakashimazu, soltando el llanto y corriendo a abrazar a su hijo.- ¡No puedo creer que seas tú!

Ken abrazó a su madre con fuerza. El señor Wakashimazu derramó también unas cuantas lágrimas.

- Hijo, al fin has regresado.- dijo la señora Wakashimazu, hipando.- Te hemos echado tanto de menos... Mucho más que eso, te hemos extrañado muchísimo.

- También yo, madre.- admitió Ken.- Me han hecho falta.

- ¿Cuánto tiempo vas a quedarte?.- preguntó la mujer.

Ken miró a su padre y después a su madre. Ambos estaban con la mirada anhelante.

- Regresé para quedarme, madre.- contestó Ken.- Voy a hacerme cargo del dojo, es momento de que continúe con la tradición familiar.

El padre de Ken sonrió, aunque para sus adentros se preguntó si su hijo en verdad había tomado la decisión correcta.

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Lily y Paola estaban por abordar el tren que iba a Saitama. Ambas chicas llamaban mucho la atención, por atractivas y seguras de sí mismas, y más de un fresco les pidió el número de teléfono.

- Caramba, deberías decirle que sí a uno de estos hombres.- comentó Paola a Lily.- Cualquiera es mejor que mi primo.

Lily miró a Paola con cara de "hello con tu hello".

- Genzo es el que me gusta.- replicó Lily.- No es mal muchacho.

- ¿Y si te gusta tanto por qué rayos no se lo dices?.- cuestionó Paola.- Traes al pobre menso de Genzo caminando por la calle de la amargura cuando tú también estás que te mueres por él.

- Es cierto que él me trae cacheteando la banqueta.- suspiró Lily.- Pero no sé por qué me da algo de miedo...

- ¿Cacheteando la banqueta?.- Paola no entendió.

- Arrastrando la cobija.- explicó Lily.- Me trae de un ala.

Paola seguía sin entender.

- Estoy loca por él, lo reconozco.- gruñó Lily.- ¿Ya estás contenta?

- Insisto, deberías de decírselo.- dijo Paola.- Él te quiere y tú lo quieres y deberían estar juntos. Punto.

- Entonces, según tu razonamiento, si Genzo y yo lo queremos, debemos estar juntos.- aclaró Lily.

- Exacto.- dijo Paola, con autosuficiencia.

- Pues en ese caso, como Ken y tú se quieren, también deberían estar juntos.- replicó Lily, triunfal.

Paola no supo que responder a esto, por lo que optó por lanzarle a Lily una mirada de profundo odio. Ambas chicas abordaron el tren y confiaron en que su buena suerte las llevara hacia Ken.

- ¿Sabes al menos en dónde encontrarlo?.- preguntó Paola a Lily, al tiempo que ésta miraba por la ventana.

- Claro.- respondió Lily.- Su hogar fue mi hogar por tres años.

- Cierto, lo olvidaba.

Paola seguía pensando y pensando en ese condenado vagabundo que había llegado a su casa, había irrumpido en su vida y se había metido a su corazón sin permiso. Quizás no era alguien tremendamente rico o exitoso, pero tenía buen corazón y se preocupaba por Paola. Ken le había demostrado a ella que podía llegar a valer más que todas las piedras preciosas del mundo. La hizo sentirse querida y protegida... Pero aun así, ella seguía dudando...

- ¿Y cómo es que vamos a convencerlo?.- preguntó Paola, después de un rato.

- Eso no sé, depende de ti.- respondió Lily, encogiéndose de hombros.

- ¿De mí? ¿Bromeas?.- exclamó Paola.- ¿Y cómo?

- Eso lo sabrás a su debido tiempo.- replicó Lily.

- ¿Cómo que lo voy a saber a su debido tiempo?.- protestó Paola.- ¡Eso no tiene sentido!

- Claro que lo tiene.- contradijo Lily.- Mira, cuando realmente quieres a alguien, encuentras la manera de convencerlo de volver a aquello que es su sueño. Lo sé por experiencia propia.

- ¿Pasó así con Genzo?.- preguntó Paola, con una sonrisita.

Lily rió y ya no dijo nada. Paola miró por la ventana. Parecía ser que dependía de ella el que Ken regresara...

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Mientras tanto, en el campamento los seleccionados se preparaban para el partido que estaban por enfrentar. Genzo tenía más y más dolor conforme el entrenamiento empezaba, a pesar de que se estaba cuidando mucho. Tsubasa y Taro ya estaban francamente preocupados por él, no por el partido.

- En verdad, parece que es algo serio.- comentó Tsubasa.

- El doctor Tarso ya me revisó y me dijo que son solo esguinces leves.- replicó Genzo.

- Sí, pero si no te cuidas pueden empeorar.- replicó Taro.- Deberías de ir con él otra vez.

- No será necesario.- negó Genzo.

Él estaba más preocupado por Paola y por Lily que por sus propias lesiones.

- ¿Estás preocupado por Lily?.- preguntó Taro, adivinando el pensamiento de Genzo.

- ¿Tan evidente es?.- rió Genzo.

- Es más que obvio.- sonrió Taro.- ¿Quién más podría tenerte alejado de la Tierra, sobretodo cuando tenemos un partido contra Schneider tan cerca?

Genzo volvió a reír. Lily le envió un mensaje al celular cuando ella y Paola partieron rumbo a Saitama. Ella le pidió que no se preocupara, y al final del mensaje le puso un corazón.

- Señal de que te quiere.- había comentado Izawa, quien no había podido evitar ver el mensaje.

- ¿Eso crees?.- sonrió Genzo.

- es obvio.- afirmó Izawa.- De verdad, me da gusto capitán que hayas encontrado a la mujer que te merece.

- Más bien, yo me la merezco a ella.- rió Genzo.

"Ojalá que hagan que Wakashimazu regrese", pensó Genzo. "Me parece que nuestros asuntos aún están pendientes".

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Esa misma tarde, la Selección Alemana hizo su arribo a Japón. Mejor dicho, lo que faltaba de la Selección Alemana, ya que su capitán, Karl Heinz Schneider, ya había llegado a Japón varios días atrás...

- Vamos a vencer.- dijo Schneider, en la conferencia de prensa que la selección dio.- Japón ha sido un gran rival en el pasado, pero en esta ocasión los venceremos, es seguro.

- ¿Qué opina de Genzo Wakabayashi?.- preguntó un reportero.- Fue tu compañero de equipo hace tiempo.

- Es un gran portero al que no debo subestimar.- respondió Schneider.- Pero estoy seguro de que podré derrotarlo.

- ¿Sabías que el segundo portero de la selección, Ken Wakashimazu, ha renunciado?.- preguntó otro reportero.- En el pasado has acabado con los tres porteros de cada selección, en esta ocasión solo podrías acabar con dos.

- Es un portero con pocas aspiraciones.- opinó Schneider.- Si renunció fue porque se sintió intimidado por Genzo Wakabayashi, lo que indica que no está al nivel de una selección de fútbol.

Ken vio la rueda de prensa por televisión y se sintió indignado. ¡El ex novio de Paola lo había llamado mediocre! ¿Cómo se atrevió a hacerlo? Pero eso ya había quedado atrás, formaba parte de su pasado... Ahora Ken se dedicaría cien por ciento al kárate...

El señor Wakashimazu observó el reportaje y vio la actitud que tomó Ken. Sabía que su hijo se moría de ganas de regresar a la selección, pero obviamente no iba a decir nada... El señor Wakashimazu optó por ignorar la escena, ya que estaba muy feliz de tener a Ken cerca de él nuevamente y no quería perderlo tan pronto...

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El agente de Eriko no sabía que pensar de su protegida. La muchacha no le había hablado para confirmar que había recibido los términos del contrato por fax, ni siquiera le había llamado para decirle que aun seguía con vida.

- No lo entiendo.- gruñó el agente.- Esta mujer nunca había actuado así. ¿Qué le está pasando?

Lo que a Eriko le estaba pasando era que ella no podía irse de Japón tan fácilmente. ¿Por qué? Porque por primera vez ella estaba segura de que amaba a Taro con todo su corazón. Y por primera vez, su alma de mujer anhelaba estar cerca de él... Y ese deseo era mucho más poderoso que su cerebro de actriz, el cual le exigía a gritos que aceptara el contrato y se largara a Inglaterra inmediatamente.

- ¿Qué me está pasando, Mine?.- preguntó la joven actriz al ama de llaves.- ¿Qué ha pasado en mí?

- Creo que la señorita se ha arrepentido de haber rechazado a esa maravilla de hombre que es Taro Misaki.- opinó Mine.- Hombres como él no se encuentran dos en la vida, y creo que ahora te has dado cuenta de eso.

- ¿Y será demasiado tarde para corregirlo?

- No, si tomas la decisión correcta.

En ese momento, el teléfono sonó. Mine fue a contestar y poco después le comunicó a Eriko que la llamaba su agente.

- ¿Qué pasa contigo, Eriko?.- gritó el agente.- No he tenido noticias de ti, sabes que ese papel no te va a estar esperando toda la vida, hay muchas actrices famosas esperando por él.

- Lo sé.- suspiró Eriko.- Es que aun no estoy segura...

- ¿Cómo que aun no estás segura?.- el agente estaba casi histérico.- ¿Qué tanto es lo que tienes que pensar? ¡El papel es magnífico!

- Lo sé.- dijo Eriko.- Pero tengo algo que es mucho más valioso que toda la fama del mundo...

Y sin agregar otra cosa, Eriko colgó el teléfono. El agente se quedó atónito. ¿Algo más importante que toda la fama del mundo? En el escritorio del hombre se encontraba el contrato, a la espera de ser firmado por una famosa actriz. El agente suspiró. Tendría que ir a buscar a Eriko a su casa y convencerla de que firmara esos papeles a como diera lugar...

- Tendrás que decidir.- le dijo Mine a Eriko.- Si prefieres a tu corazón o a tu carrera.

Eriko sabía que no sería fácil obtener la respuesta.

Notas:

- Yo que sé. ¿Será el próximo el capítulo final o faltará otro más? Llevo como cuatro capítulos anunciando el final y nomás nada XD. Creo que la inspiración regresó a mí, después de todo.

- Miren, desconozco si Ken tiene padre y madre, no soy fan de este jugador XD. Hagan de cuenta que sí tiene.