CAPITULO 17

—¿Puedes ver algo? —preguntó Temari a Sasuke.

Ambos habían salido a cabalgar. Temari prácticamente le había rogado a su primo para que la llevara con él cuando Uchiha habló de inspeccionar una parte del territorio donde varios de los hombres habían encontrado los cuerpos sin vida de dos ovejas, sin duda a manos de algún depredador. Un lobo, lo más probable.

Sasuke, al final, había accedido a llevarla con él con la condición de que siguieras sus indicaciones. El hecho de que un depredador se hubiese acercado tanto a donde habitaban no era seguro.

—Son dos —dijo Sasuke, y Temari se acercó a donde Sasuke estaba agachado mirando la tierra.

—¿Esas son sus huellas? —preguntó señalando las pequeñas marcas aún visibles en el barro húmedo.

Sasuke asintió.

—Habrá que estar atentos —contestó a Temari, que parecía haberse quedado muy callada mirando al horizonte.

—¿Qué ocurre? —preguntó Uchiha.

—Nada —contestó Temari sonrojada con un atisbo de sonrisa que no engañó a nadie.

Sasuke se levantó sin dejar de mirar a su prima.

—Mientes muy mal.

—No estoy mintiendo.

Sasuke la miró fijamente y Temari puso los ojos en blanco. Esa mirada de Sasuke era letal. Jamás había visto a nadie con la capacidad de aquel hombre de desnudar a su contrario con solo lanzarle, como Itachi la llamaba, «la mirada de o me dices la verdad o puedes empezar a rezar».

—No puedo quitarme algo de la cabeza —confesó Temari en un murmullo, y su sonrojo fue tal que incluso despertó la curiosidad de Sasuke.

—Cuéntamelo —exigió su primo con calma.

—No puedo —dijo Temari negando con la cabeza de forma contundente.

—¿Por qué? —preguntó serio.

El sonrojo de Temari subió aún más. Ya no solo eran sus mejillas, sino también toda su cara y su cuello. Sasuke ante eso alzó una ceja.

—Ya deberías saber que no soy como el resto de personas que conoces. No me rijo por las mismas reglas, solo por las mías. Y no me rindo. Nunca.

Temari fijó su vista en él apenas sosteniendo su penetrante mirada.

—¿Tiene que ver con Namikaze? —preguntó Sasuke, y el temblor que recorrió a Temari de pies a cabeza le dio la respuesta que buscaba.

El semblante de Uchiha se endureció y unas pequeñas arrugas aparecieron en la comisura de sus ojos cuando estos se achicaron oscureciéndose de forma alarmante.

—¿Te hizo algo? ¿Te tocó?

Temari tragó saliva sin saber qué contestar a eso.

—¿Fue consentido? Si no lo fue, es hombre muerto —afirmó Sasuke con una fría calma que hizo que a Temari se le erizara el pelo de la nuca. La sed de sangre se adueñó de las facciones de Uchiha y ella no pudo permanecer callada por más tiempo.

—Me besó, y fue... Me hizo desear cosas que deben ser pecado —contestó Temari desviando la mirada y tapándose los ojos con una mano como si quisiese morirse justo en ese instante.

—¿Te hizo desear qué? —preguntó Sasuke quitando la mano de Temari de su rostro con la que pretendía ocultarse de él, haciendo que lo mirara.

—No pretenderás que te lo diga, ¿verdad? —contestó ella a la defensiva.

—¿Sabes lo que pasa entre un hombre y una mujer en la intimidad? —preguntó Sasuke como si Temari no estuviese removiendo los pies en la tierra en un intento desesperado de abrir un hoyo y meterse en él para no volver a salir jamás.

—No puedes hablar conmigo de eso.

La sonrisa de Sasuke, medio sesgada, hizo que Temari sintiera un nudo en el estómago.

—Hablé con Itachi sobre ello hace años. No veo el inconveniente de hacer lo mismo contigo. Te lo he dicho, no me rijo por las mismas directrices. Tienes derecho a saber qué va a pasar y de decidir si lo deseas. Es tu cuerpo el que va a participar en esa unión, y el que va a albergar una parte del hombre en su interior.

Ante esas últimas palabras, Temari se quedó muda. De sus labios solo salían unos pequeños silbidos, como si le estuviese costando respirar.

—Veo que no sabes nada. ¡Y respira de una vez!

El gruñido poco femenino que emitió la garganta de Temari hizo gracia a Sasuke, y la enfureció a ella, provocando que su momentánea incapacidad para hablar desapareciera.

—No te atrevas a sonreír. Y para que lo sepas, he escuchado cosas. Cómo las mujeres dejan que los hombres toquen partes de su cuerpo para su placer, y hace unos meses encontré a Sari en el establo encima de Emi, restregándose.

Ahora sí que Sasuke soltó una pequeña carcajada. «Restregándose, seguro», pensó.

—A ver... De acuerdo, dime qué es lo que no sé —dijo Temari poniendo los brazos en jarras y desafiando a su primo, aun cuando su mortificación no tenía límites en aquel preciso instante.

—¿Has visto alguna vez a un hombre desnudo? —preguntó Sasuke mirándola con las facciones serias, aunque Temari podía ver la chispa de diversión en los ojos de ese demonio, que encima era familia suya.

—Sí que lo he visto. Cuando era una niña estaba jugando con otros niños a escondernos y me tendí en una pequeña elevación que daba al lago. No pretendía espiar, pero sin querer vi salir a varios hombres de mi padre del lago completamente desnudos.

Su primo asintió y por la forma en que la miró, Temari supo que no le iba a gustar lo que venía a continuación, y no se equivocó.

—Entonces sabrás que lo que un hombre tiene entre sus piernas es diferente a lo que tiene una mujer, ¿verdad? —le preguntó, como si la estuviese interrogando, si sabía que las nubes negras en el cielo significaba que habría lluvias.

—¡Por Dios, Sasuke! —exclamó Temari para llevarse después la mano a la boca por el sacrilegio.

Pero su primo seguía esperando la respuesta.

Temari en ese instante no se sentía ni los dedos de los pies. ¿Podría alguien morirse de vergüenza? Seguro que sí, pero no iba a dejar que su primo pensase que era una cobarde.

—Sí, lo sé —respondió con más aplomo que el que tenía en realidad. La lengua la sentía de trapo.

—Bien —dijo Sasuke—. E intenta concentrarte en la conversación. Me gustaría terminarla antes de que anochezca y seamos pasto de los lobos.

Temari lo miró como si quisiera matarlo.

—Pues esa parte que el hombre tiene entre las piernas, y que es su miembro, es lo que alberga la mujer en su interior cuando yacen juntos.

Temari ahogó un gemido, y empezó a negar con tal vigor, que Sasuke temió que se le saliera la cabeza de los hombros.

Él intentó no sonreír, y asintió levemente contradiciéndola.

Temari movió de nuevo la cabeza en negación y los ojos abiertos como si hubiese visto un monstruo con dos cabezas.

—Eso es imposible —dijo Temari con la voz estrangulada al ver que Sasuke no se retractaba—. No cabe —continuó, desviando sin darse cuenta la vista hacia su bajo vientre y poniéndose blanca de repente.

—¡Oh...! Sí lo hace, te lo aseguro, y es más que placentero —contestó su primo.

—¡Mientes! —exclamó Temari entre dientes, mirándolo ahora a los ojos al estilo Sasuke Uchiha.

—Ni lo intentes, esa mirada es solo mía —contestó Sasuke alzando una ceja.

—Hanare me dijo que eras brutalmente sincero, pero esto, esto no sé ni cómo describirlo. Y debes de estar equivocado, porque es imposible que eso guste a ninguna mujer —continuó Temari con un tono de voz que dejaba entrever lo nerviosa que estaba, y más cuando en su mente apareció la imagen de Naruto besándola, devorándola, rememorando el calor que inundó ciertas partes de su cuerpo.

Sasuke habló cuando vio que su prima iba a empezar a negar otra vez con la cabeza. No quería ser el culpable de su descabezamiento.

—Temari, escúchame. La primera vez para la mujer puede ser doloroso si el hombre no es un buen compañero de lecho. En cambio, si lo es, solo debería ser molesto. Después de eso, la mujer puede gozar de yacer con un hombre tanto como lo hace él. De hecho, es mucho más gratificante cuando la mujer goza del acto tanto como el hombre. Lamentablemente, muchos hombres no se preocupan por que su compañera disfrute.

Temari, cuyo rostro había vuelto a pasar del blanco níveo al burdeos, miró a Sasuke con el ceño fruncido.

—Eso es egoísta —afirmó ella mirando a su primo fijamente.

—Sí, lo es, por eso es importante tener un amante que no lo sea.

—¿Y tú lo eres? —preguntó Temari a bocajarro antes de pensar siquiera en lo que había dicho.

La mirada que le lanzó Sasuke le hizo darse cuenta de lo que le había preguntado.

—No quiero saberlo, no quiero saberlo... —repitió con una mano alzada moviéndola en el aire, intentando detener lo que fuera a decir su primo.

Pero cuando vio el brillo malicioso en los ojos de Sasuke supo que iba a contestar.

Temari se puso las manos en los oídos.

—Calla, por favor, que estás prometido a mi mejor amiga —espetó, viendo cómo la mirada de Sasuke se volvía más intensa al mencionar a Sakura. Se imaginó lo que le había contado Uchiha, y la imagen de él con su amiga, yaciendo juntos, se instaló con fuerza en su mente. En ese instante quiso pegarse de cabezazos contra la pared, y allí no había ninguna pared. ¡Por todos los fuegos del infierno!

Sasuke se acercó a ella y tomó las manos de su prima, alejándolas de sus oídos. Temari se quedó quieta, en tensión, y Sasuke le recordó a un condenado camino de su ejecución.

—No imagines tanto. La pelirosa prefiere matarme, no hay peligro de que me acerque mucho a ella —dijo Sasuke, y Temari, a pesar de que aquella conversación le parecía de lo más inverosímil, creyó detectar en los ojos de su primo un cierto pesar. ¿Eso era posible? Solo había sido un segundo, pero juraría que lo había visto.

—Te gusta Sakura, ¿verdad? —preguntó Temari reaccionando, como si de repente entendiera algo inimaginable para todo aquel que viera a esos dos juntos. Eran una pesadilla cuando estaban el uno frente al otro.

—Espero que todo te haya quedado claro, pero si tienes alguna duda más, ya sabes que puedes preguntarme —respondió él cambiando de tema, acercándose a Temari y cogiéndola por la cintura para montarla en su caballo—: Y si Naruto Namikaze, o cualquier otro, te hace daño, dímelo y le arranco la cabeza —sentenció Sasuke antes de montarse en el suyo y dirigirse ambos de nuevo al castillo.

Temari repasó en su cabeza aquella conversación en el camino de vuelta. En verdad que había sentido morirse de vergüenza en más de una ocasión y que hubiese matado a Sasuke la mitad de las veces, e incluso se había enfurecido con él, pero ahora que recordaba sus palabras vio que tenía mucha razón. Su cuerpo iba a participar de aquel acto y tenía todo el derecho a saber qué era lo que pasaba y lo que podía esperar.

Tenía suerte de que aquel hombre, que no se regía por las reglas ni por la moral regente, fuese su familia y se preocupase por ella. Por primera vez desde que Sakura le dijera que estaba prometida a Sasuke Uchiha, sonrió sin ambages. La pelirosa, como él la llamaba, no sabía lo que le esperaba, y ella deseaba que Sakura se diese la oportunidad de conocer al hombre que ella estaba descubriendo.