CAPITULO 18
Cuando Temari y Sasuke dieron la vuelta al lateral del castillo camino a los establos, intentando esquivar un gran barrizal que se había formado tras las lluvias de unos días atrás, lo que se encontraron de frente fue totalmente inesperado, y en consecuencia, Temari actuó llevada por la desesperación más que por la cordura. Saltó del caballo sin pensar, intentando pasar desapercibida y esconderse en los establos que quedaban más cerca. Con el salto y las prisas, no plantó bien los pies en el suelo, se escurrió, y cayó de cara contra el barrizal, quedando sepultada en él, enterrada en el pegote marrón, el mismo que tuvo que escupir varias veces cuando sacó la cara para poder respirar y no ahogarse.
—Muy elegante, Temari —escuchó decir a Sasuke, que en ese instante se bajaba de su caballo.
Oyó, más que vio, los pasos acelerados y los gritos de los cuatro hombres que había visto en la entrada del castillo hablando con Itachi y Rai Uchiha. Y también sintió las manos de Sasuke levantándola, intentando no reírse, el muy majadero, cuando la miró a la cara.
—Quítale las manos de encima ahora mismo o te mato, bastardo.
Esas palabras hicieron que la sonrisa se esfumara de la cara de Sasuke, que miró a Naruto sin ningún atisbo de piedad. Naruto, a su vez, lo miró como si quisiese atravesarle el corazón lentamente con su espada.
—Espero que tengas una buena explicación —dijo Asuma que, junto a Utakata, flanqueaba a Naruto en una posición defensiva frente a Uchiha.
Sasuke vio el ceño fruncido de Yamato y la mirada de Kakashi, el cual no le decepcionó, y su primo tampoco. A pesar de la sorpresa en sus caras, en sus miradas no había todavía un ápice de censura.
—Estás en mis tierras, Namikaze, rodeado de mis hombres, y no quieres hacerme enfurecer. Voy a dejar pasar tus palabras porque vienes en compañía de un amigo, pero vuelve a decir algo parecido y los Namikaze tendrán que buscarse un nuevo Laird.
Naruto esbozó una sonrisa antes de dar un paso más hacia Sasuke, quedando ambos mirándose fijamente.
—Te voy a borrar toda esa prepotencia que tienes alojándote mi espada en el cu...
—¡Ya basta! —gritó Temari poniéndose entre los dos como pudo y quitándose con las manos los trozos de barro que tenía pegados en la cara y los ojos. Al zarandear la mano en su afán por quitárselo, un trozo cayó en la mejilla de Naruto. Sasuke sonrió de forma socarrona al ver el tic que se instaló en el ojo izquierdo de Namikaze al sentir el pegote en su cara.
Cualquiera que fuese testigo de la escena desde fuera vería a los hombres de Sasuke que, cercanos a ellos, prácticamente los rodeaban, a la espera de una sola señal por parte de su Laird.
—Deberíamos pasar todos dentro y hablar de esto de forma civilizada —dijo Itachi mirando con el ceño fruncido a Namikaze, Sarutobi y Gekkō.
—Siempre me has caído bien, muchacho, eres el más inteligente de los dos —señaló Yamato, rebajando así un poco la tensión que se había instalado entre Sasuke y Naruto.
—Vamos adentro —dijo Sasuke haciendo una señal para que lo siguieran al interior.
Uruchi, que los vio a la entrada, soltó un jadeo cuando sus ojos se posaron en Temari.
—Pero ¿qué te ha pasado? Mi pobre niña. Tienes que cambiarte inmediatamente —exclamó con los brazos en jarra, mirando a todos los hombres con cara de pocos amigos cuando vio que varios de ellos abrían la boca para detener a Temari—. Volverá en un segundo, pero no antes de que yo personalmente me haya cerciorado de que está bien —sentenció la mujer mayor haciendo que todos, salvo Sasuke y Itachi, que ya la conocían, se quedaran con la boca abierta.
—Es de armas tomar, ¿eh? —preguntó Utakata cuando entraron en el salón tras Sasuke y este les dijo que tomaran asiento en una gran mesa de madera que, bajo el emblema de los Uchiha, Bydent, presidía la estancia.
—Para aguantar a Sasuke, ha de serlo —apuntilló Yamato mientras se sentaba, llevándose por el comentario una sonrisa sesgada del aludido.
Kakashi, que tomó asiento cerca de Uchiha, no se anduvo con rodeos a la hora de hablar.
—Llevamos dos semanas buscando a Temari. Su padre volvió a los dos días de su marcha diciendo que había desaparecido, y resulta que está aquí, contigo. Si no te conociese, Sasuke, si fueses cualquier otro, esta conversación no tendría lugar —continuó, mirándolo fijamente.
—No es lo que piensas, Hatake —dijo Itachi con una calma inusitada, mirando de reojo a su hermano y después a Kakashi.
—Puede que haya una explicación, pero el hecho de que ella esté aquí ya es un gran problema. Sabes lo que vas a tener que hacer para que su clan no la repudie y su nombre no sea arrastrado por el fango, ¿verdad? —preguntó Asuma mirando a Sasuke con el rostro extremadamente serio.
—Eso no va a ser posible — contestó Uchiha mirando a Sarutobi fijamente.
—Eres un maldito bastardo. Y vas hacerlo, aunque tengamos que obligarte —exclamó Naruto entre dientes.
Sasuke miró a Naruto alzando una ceja, con una sonrisa en los labios, una que hizo que Kakashi frunciera el ceño y achicara los ojos como si intentara entender qué era lo que se le escapaba de aquella situación. Conocía demasiado bien a aquel hombre como para saber que nunca haría algo como comprometer el nombre de una mujer sin una buena causa.
—¿Estás furioso realmente por el hecho de que el nombre de Temari pueda quedar mancillado o porque se te haya escurrido de los dedos y no vaya a ser tuya? —preguntó Sasuke a bocajarro.
—¡Yo lo mato! —exclamó Naruto a la vez que se levantaba para saltar sobre la mesa e intentar coger a Sasuke.
Un grito en la estancia los dejó a todos parados.
—Si le haces aunque sea un rasguño, la que te mata soy yo —exclamó Temari dirigiéndose a paso rápido hasta donde se encontraban todos—. Sasuke lo único que ha hecho ha sido ayudarme. Sin él, no sé qué habría sido de mí. Y no puede casarse conmigo porque somos primos hermanos. Es mi familia, así que podéis estar tranquilos en cuanto a mi buen nombre. Tanto Itachi como Sasuke han velado perfectamente por él.
—¿De qué coño está hablando? Tú no tienes más familia —dijo Yamato a Sasuke.
Kakashi miró a Sasuke unos segundos antes de volverse hacia Temari.
—¿Tu madre no sería una de las hijas de Ōnoki Kamiruzu ¿verdad?
Temari asintió antes de hablar.
—Sí, mi madre era Karura Kamiruzu.
Kakashi cerró un momento los ojos antes de volver a abrirlos con una chispa de reconocimiento en ellos.
—Tu madre te puso entonces Temari el segundo nombre de Mikoto por su hermana mayor, la madre de Sasuke —continuó Kakashi.
La emoción que empañó de repente los ojos de la muchacha, que se abrieron levemente por la sorpresa antes de mirar fijamente a su primo, le dijo a Hatake que ese era un detalle que Uchiha no le había contado a su prima.
—Ella no sabía que éramos familia hasta que yo se lo dije.
—¿Y tú, cuándo lo supiste? —preguntó Kakashi mirando serio a su amigo.
—Cuando la vi en tus tierras. Es muy parecida a mi madre.
Kakashi miró de nuevo a Temari. A pesar de conocer a Sasuke desde temprana edad, sus clanes fueron rivales hasta que el padre de Uchiha murió y ellos forjaron una alianza. La madre de Sasuke nunca salió de las tierras de su esposo, y Kakashi no las pisó hasta que la alianza estuvo sellada, por lo que jamás la conoció. Lo que sabía de ella era producto de lo que Itachi o el mismo Sasuke le habían contado.
—No lo entiendo, y ¿por eso te la llevaste? ¿Porque descubriste que era familia tuya? —preguntó Naruto con incredulidad sabiendo que tenía que haber alguna explicación más tras la desaparición de Temari.
Sasuke miró a su prima detenidamente.
—Tú decides, preciosa. —Y Temari supo a qué se estaba refiriendo. Si ella no quería contar sus motivos, él la apoyaría, aunque tuviera que pelear con el último de aquellos hombres. Así que tomó aire y una decisión.
—Yo le pedí su ayuda. Tenía que escapar y desaparecer.
Las caras de los presentes estaban llenas de interrogantes. La pregunta no se hizo esperar.
—¿Por qué? —preguntó Asuma, y Temari pudo sentir la mirada de Naruto fija en ella.
Aquello iba a resultar más difícil de lo que pensaba, pero llegados a aquel punto no podía exigirle a Sasuke que lo arriesgara todo. Sabía que Uchiha lo haría con los ojos vendados y ella le estaría eternamente agradecida por eso, pero no podía permitirlo. Era su familia, la única que la había tratado como tal, regalándole el hogar que nunca entre los Sabaku había sentido como suyo. No iba a dejar que eso se destruyera.
Temari pidió a los presentes que no la interrumpieran antes de armarse de valor, y comenzar a relatar todo lo que había acontecido desde que Hermes Namikaze llegara a visitar a su padre y ambos le comunicaran su compromiso con Naruto. Les contó cómo su padre deseaba aquella alianza a toda costa y cómo quiso obligarla a forzar el enlace, ordenándola llevar a fin lo que hiciese falta mientras estuviera en la reunión en tierras Hōzuki. Les habló de la represalia de su padre por no acatar sus órdenes, de la alianza que, con posterioridad, Yakushi le ofreció a Rasa y que este aceptó al ver que las posibilidades de un matrimonio con Namikaze eran nulas. En aquel punto tuvo que hacer un pequeño parón y mirar a Sasuke, el cual asintió con la cabeza dándole todo su apoyo, ya que sabía lo que vendría a continuación. Con un gesto que no pasó desapercibido para ninguno, animó a Temari a seguir. Entonces ella les detalló lo que Yakushi le hizo cuando estuvo de visita en sus tierras para sellar el acuerdo.
Las expresiones de furia, de incredulidad, de repulsa, se reflejaron en los rostros de todos los presentes, pero en la de Naruto, en su mirada, la ira y una inquebrantable promesa de venganza bullían con intensidad.
—Enséñanoslo, por favor —pidió Yamato, cuya voz pareció temblar también de furia.
Temari se levantó la manga del vestido y las exclamaciones no se hicieron esperar.
—¡Maldito hijo de perra! Voy a destriparlo por esto —dijo entre dientes Naruto tomando con cuidado el brazo entre sus manos y examinando la herida.
—Creo que eso es en lo único en lo que vamos a estar de acuerdo, Namikaze —dijo Sasuke con una mirada penetrante y oscura.
—Eso es reciente —señaló Asuma observando con atención el brazo de Temari. La inicial de la que les había hablado ya no era tal. Había quedado desdibujada tras una quemadura.
—Le pedí a Sasuke que me la quitara. No quería llevarla en mi piel —dijo Temari con rotundidad y la chispa de admiración que vio en los ojos de los presentes le hizo coger aire de nuevo.
—Hay algo que no entiendo. Temari no te conocía, ¿y de repente te pide ayuda? A ti. ¿Por qué? —preguntó Naruto, y antes de que Sasuke pudiese decir algo, Yamato maldijo en alto mirándole fijamente.
—Eres un maldito cabrón. Pensé que estaba volviéndome loco, pero no. Fueron todas ellas, ¿verdad? —le preguntó, mirando después a Temari.
Kakashi abrió desmesuradamente los ojos. Ahora sí que encajaban las cosas. Maldita sea.
—Se lo contaste todo a nuestras esposas, ¿verdad? —preguntó Kakashi a Temari—.Y ellas decidieron ayudarte. Como si las estuviese viendo —continuó moviendo la cabeza en señal de reconocimiento—. Y también estaban metidas Sakura y Shizune, por supuesto. Trazasteis un plan para que pudieses escapar, ¿no es así? —siguió Kakashi, que por la expresión de Temari, supo que estaba dando de lleno en el blanco—. Lo malo es que os faltaba alguien para que pudiese sacarte de allí, y pensasteis que no podía ser ninguno de nosotros. —Y entonces Kakashi miró de nuevo a Sasuke—. Fue Hanare, ¿verdad? La que pensó en ti.
La expresión de Sasuke no cambió ni un ápice y Kakashi tuvo que admitir que Uchiha era bueno controlando sus reacciones. Sin embargo, la lealtad que prodigaba hacia su esposa le gustó, y mucho. Desde el principio, Hanare y Sasuke habían congeniado a la perfección, algo que nadie hubiese esperado, sobre todo viniendo de Uchiha. Sin embargo, a Kakashi nunca le sorprendió. Los conocía a los dos demasiado bien como para saber que ambos eran muy parecidos en muchos aspectos.
—Espera, espera. ¿Estás diciendo que Hotaru, mi esposa, estaba metida en esto? —preguntó Utakata—. ¡Joder! —exclamó entre dientes—. Claro que estaba metida. Es la mataclanes.
Asuma sonrió.
—Nos han engañado a todos bien. Hemos sido unos estúpidos.
Temari no pudo callar por más tiempo.
—Ellas no han hecho nada. Se vieron obligadas por mí y a callar por el juramento que también las obligué a hacer —continuó con vehemencia. No quería que sus amigas tuvieran problemas por su culpa.
—Tranquila, no hay quien se crea que alguien obligaría a Hotaru o a ninguna de las otras mujeres a hacer algo que no quisieran —dijo Utakata con evidente satisfacción.
—Kurenai, sin duda, tendría un plan preparado —especuló Asuma con un brillo malicioso en los ojos.
—Sabía que no estaba imaginándome cosas. Me pareció ver más de una vez cómo alguna de ellas tiraba de ti y te metía en una habitación —dijo Yamato a Sasuke entre dientes.
Ante ese comentario, todos los ojos se volvieron hacia Uchiha.
—No penséis cosas raras. Imaginad a las ocho en una habitación amenazando con clavarme una flecha en el pecho y despellejarme vivo.
Los rostros de todos los presentes parecieron quedarse más pálidos de lo normal.
—Has sido muy valiente —dijo Yamato—. Yo me hubiese cagado en los pantalones.
—¿Y cuál era el plan si puede saberse? —preguntó Naruto con evidente interés.
Temari les contó su intención de ir a tierras de los Uzumaki y empezar de nuevo allí.
—Pero no voy a ir, y tampoco voy a quedarme aquí —continuó Temari mirando a Sasuke cuando lo vio enderezarse para decir algo—. No voy a sacrificar a nadie porque mi destino no me guste. Antes creía que no tenía nada que perder, pero ahora sí. Tengo amigas que me han demostrado que son capaces de hacer cualquier cosa por ayudarme. Tengo una familia que no sabía que tenía dispuesta a darme un hogar, aunque ello signifique tener que iniciar una guerra con mi padre y los Yakushi, o con todos los clanes de las Highlands si hiciese falta. Eso es mucho más valioso que un matrimonio no deseado —continuó tragándose todo el dolor y las náuseas de saber que su destino estaría en manos de Yakushi—. Es mi decisión —zanjó con firmeza mirando a cada uno de los presentes.
—No vas a casarte con Yakushi —dijo Naruto con rotundidad.
—No tengo opción —contestó Temari mirándolo, aguantando la agonía que le causaba tener que decir eso.
—Sí la tienes, porque vas a casarte conmigo.
