CAPITULO 20

El padre Rashii llegó esa misma tarde, y decir que era un hombre peculiar para pertenecer a la Iglesia era quedarse corto, mucho.

Estaban todos reunidos en el salón para cenar en breve, cuando el hombre más grande, alto, fuerte, fornido, hostil y rudo que habían visto jamás los presentes, entró en la estancia elevando la voz, retumbando entre aquellas paredes de piedra como si fuese un trueno.

—Maldito hijo de perra, ¿qué le pusiste al padre Gil en la misiva para que me tuviera haciendo penitencia durante un mes? —bramó antes de acercarse a Sasuke y darle un puñetazo que hizo que la cabeza de Sasuke girara casi sobre su hombro.

La cara de estupefacción de todos los reunidos, y el gemido de Temari enturbiando el silencio sepulcral que se hizo en la sala, ayudaron a que el recién llegado se percatase de que su Laird tenía invitados.

No le dio tiempo a recuperarse de la impresión cuando el puño de Sasuke encontró su mandíbula de hierro y después su estómago, justo antes del rodillazo que Uchiha le dio en la entrepierna y que lo mandó al suelo.

—Pero ¿quién coño es...? —fue a preguntar Naruto, cuando Itachi contestó a su pregunta antes de que este terminara de formularla.

—Es el padre Rashii. El sacerdote que va a oficiar tu boda y la de Temari.

Los ojos de la aludida se salieron prácticamente de sus órbitas.

Yamato sonrió abiertamente. Tanto Kakashi como él ya conocían al sacerdote. Era el único que había aguantado en aquellas tierras. Antes de él, Sasuke había echado a todos los hombres de Dios que intentaron sin éxito cuidar de las almas de los integrantes del clan Uchiha. Hasta que llegó el padre Rashii. Al sacerdote lo habían mandado a aquellas tierras como penitencia. Era eso, o lo expulsaban de la Iglesia. Su mal genio, su sucia lengua y su incapacidad para controlar ambas cosas le habían costado aquel destierro al infierno, como él lo llamaba. Sin embargo, ya llevaba allí tres años y seguía resistiendo, a pesar de las continuas disputas con Sasuke.

—Eso ha sido ruin —dijo entre dientes el sacerdote mirando a Sasuke con los ojos inyectados en sangre por el golpe bajo que este le había dado.

Sasuke le tendió una mano para ayudarle a levantarse. El padre Rashii la tomó gruñendo.

—¿Qué es eso de una boda? —preguntó entre dientes.

Al padre Rashii no parecía quedarle mucha paciencia después del altercado con Sasuke, pues un tic poco alentador se instaló en su ojo izquierdo. Uchiha lo hizo esperar un momento con un brillo pícaro en los ojos antes de hacer las presentaciones oportunas.

—Temari Sabaku, mi prima —dijo Sasuke señalando con un gesto de su mano a Temari, viendo cómo el sacerdote alzaba una ceja ante esa aclaración—, va a contraer matrimonio con Naruto Namikaze —dijo señalando a continuación a Naruto—, y tú vas a oficiar la boda —continuó Uchiha haciendo una pequeña pausa antes de decir la palabra clave que, con seguridad, sacaría de sus casillas al padre Rashii—. Mañana.

El sacerdote frunció el ceño, el tic de su ojo tomó velocidad y su mandíbula se endureció, mientras miraba a Temari y luego a Naruto alternativamente.

—¿Por qué tanta prisa? La Iglesia estipula que... —empezó a decir casi con un gruñido.

Sasuke negó con la cabeza antes de cortar al padre Rashii.

—No tenemos tiempo. ¿Y desde cuándo haces caso a lo que estipula la Iglesia? No creo que lo que has hecho antes sea muy cristiano y de un hombre de Dios, ¿verdad?

—Sí... ¿Qué pasa con lo de poner la otra mejilla? —preguntó Utakata con una sonrisa.

—Yo soy más de ojo por ojo —sentenció el sacerdote entre dientes, mirando a Utakata y después a Sasuke con furia.

—Creo que deberíamos volver a hablar sobre la boda —intervino Temari intentando calmar la situación una vez que se hubo recuperado de la impresión que le había causado el sacerdote. Cuando ella llegó a tierras Uchiha, él ya estaba ausente, por lo que no lo conocía. Era cierto que Uruchi se había referido al sacerdote en alguna ocasión, comentando lo peculiar que era, pero ni en mil años podría haber pensado que aquel hombre, que parecía más un guerrero implacable, fuera un hombre de Dios.

—Muchacha —dijo el padre suavizando el tono hasta un punto que Temari pensó que era otro hombre—, ¿te están obligando de alguna manera a contraer matrimonio?

Temari negó con la cabeza con vehemencia antes de mirar a Naruto y a Sasuke.

—¿Estás segura de lo que vas a hacer? —continuó preguntando el padre Rashii.

Al parecer, ella no respondió con la presteza que esperaba el sacerdote, pues en un momento la tomó del brazo, y separándola del resto, la puso a su costado, encarando a Naruto con una expresión fiera.

Naruto miró a Sasuke.

—No podías tener un sacerdote normal, ¿verdad?

Sasuke ni siquiera contestó, no hacía falta. La sonrisa de Laird Uchiha y su mirada maliciosa lo dijeron todo.

—Nadie la está obligando, y puedo asegurarle que sabe lo que hace. De hecho, ha sido ella la que ha exigido que el enlace sea de inmediato —aclaró Naruto mirando al sacerdote con cara de pocos amigos.

El padre Rashii miró a Temari.

—Muchacha, ¿eso es cierto? ¿Quieres enlazarte con este hombre lo antes posible?

—Así es, padre Rashii, es una situación especial —dijo Temari, y supo que no había dicho lo correcto en cuanto los ojos del sacerdote volvieron a arder como dos ascuas.

—¿Has tomado a esta mujer antes del matrimonio? —preguntó casi rugiendo mirando a Naruto, intentando controlarse con evidente esfuerzo.

Naruto puso los ojos en blanco antes de cerrarlos, como si estuviera pidiendo paciencia a la más alta instancia.

—No, no, no... Creo que me ha entendido mal —intentó aclarar Temari poniéndose delante del cura.

—No debes avergonzarte de nada, muchacha, es este pecador blasfemo el que ha allanado tu virginidad con sus sucias manos antes de que el sagrado matrimonio convirtiera ese acto en uno legítimo.

—¡Eh!... Que yo no he allanado nada aún —dijo Naruto entre dientes. El sacerdote ya lo estaba sacando de quicio.

—¿De qué está hablando? —preguntó Temari con las mejillas sonrosadas, desviando la vista hacia Sasuke, ya que Naruto y el cura se estaban midiendo el uno al otro. El gesto que hizo su primo, con la mano, de introducir unos dedos en el hueco de su otra mano... ¡Ay, no!... ¡Ay, madre!... ¡Por todos los infiernos! Porque eso era lo que sentía ahora en su cara, como si las llamas prendieran cada parte de ella... Sasuke no estaría refiriéndose a lo que le contó esa misma mañana, ¿verdad? ¡Quería morirrrrseeee... en ese instante! Pero ¿cómo habían llegado a ese punto en la conversación? Tenía que aclarar aquello antes de que se desplomara contra el suelo, porque eso es lo que iba a pasar si seguían hablando de allanar.

—Padre, él no me ha tocado —afirmó con vehemencia cuando le salió la voz. Más que firme y segura, pareció la de una rana mientras la estrangulaban.

—Aún —apostilló Naruto, viendo cómo los ojos del sacerdote se achicaban y los de Temari se cerraban con sincera mortificación.

Sasuke pensaba que ya se había divertido suficiente. No quería que Temari siguiera sufriendo ni un segundo más, a pesar de que le hubiese gustado ver a Rashii partirle la cara a Naruto Namikaze.

Uchiha miró hacia atrás. Kakashi y el resto se habían apartado un poco para darles algo de intimidad. Sonrió al ver sus expresiones. Estaba claro que lo habían escuchado todo.

—Rashii —dijo Sasuke ahora completamente serio—. O la casas con Namikaze o mi prima está decidida a sacrificarse contrayendo matrimonio con el hombre que ha elegido su padre, que no es otro que Laird Yakushi.

La expresión del sacerdote cambió al instante.

—¿Kabuto Yakushi? ¡¿Ese hijo de puta que es la reencarnación del mismísimo diablo?!

Sasuke asintió mientras Temari y Naruto estaban con la boca abierta por la explosión del clérigo.

—Estamos tardando. Todos los presentes sois testigos. Vamos a empezar.

Temari tartamudeó por primera vez en su vida.

—Pe... pe... ro, yo no... no...

—Muchacha, antes has dicho que querías, y no hace falta más para unirte a este hombre ante los ojos de Dios. Hazte a la idea más tarde, ahora vas a casarte.

Namikaze, por primera vez en aquella tarde de locos, esbozó una sonrisa.

—Y tú no sonrías, has tenido suerte de que odie a ese bastardo. Si le haces daño a esta preciosa joven o no la cuidas como debieras, te corto los huevos y me los como de cena, ¿me entiendes?

Naruto iba a mandar al infierno al cura después de haberlo hecho pedazos cuando la voz de Sasuke en su oído lo retuvo.

—Asiente Namikaze, o entonces voy a tener que matarlo, y en este momento nos viene mal quedarnos sin cura.

Naruto asintió con los dientes apretados, y así, rodeados de los highlanders más peligrosos y poderosos de las Highlands, una aturdida Temari Sabaku se casó con Naruto Namikaze. La ceremonia fue corta, y tras las oportunas felicitaciones, Sasuke hizo que se sirviera la cena. Esa noche bebieron y hablaron de banalidades, porque sabían que al día siguiente, cuando el sol despuntara al alba, deberían hablar de temas más serios, como la forma en la que Naruto iba comunicar a Sabaku que se había desposado con su hija, o cómo contener a Yakushi cuando se enterara de que ya no tenía prometida y la más que evidente probabilidad de que este no se quedara de brazos cruzados ante la noticia.

Debían hablar y trazar un plan por si ese malnacido, junto a algunos de sus aliados, decidiera tomar represalias contra Namikaze. A pesar de que Naruto era más que capaz de repeler un ataque, los aliados de Yakushi eran también numerosos, y si Namikaze iba a una guerra, no lo haría solo. Eso era una realidad, y la promesa que le hicieron todos aquellos highlanders.