CAPITULO 29

Había pasado una semana desde que llegaran a tierras de los Namikaze.

Yahico también había vuelto unos días atrás y no había podido traer mejores noticias. Sin embargo, Naruto no se dejó engañar por ellas.

Su hombre de confianza les relató cómo el padre de Temari se había tomado la noticia de su enlace, primero con sorpresa, tanta que tuvieron que ayudarlo a sentarse tras ella; y luego con una cólera desmedida cuando se dio cuenta de que su hija se había casado sin que nadie le notificase primero que había sido hallada sana y salva. Ese fue el instante en el que casi sufrió un ataque cuando gritó que su única hija había contraído matrimonio sin su consentimiento y sin su presencia.

Yahico también les contó que, siguiendo las instrucciones de Naruto, aconsejó a Rasa moderar su reacción, pasándole a enumerar una larga lista de motivos por los que no le convenía mostrar su disconformidad. Alguna de ellas, le aclaró al padre de Temari, podían ponerlo en un serio aprieto frente al Rey.

Esa información se la debían a Asuma. Cuando Asuma había ido tras Kinuta, había reunido información de algunos otros Lairds cercanos al traidor, sospechosos de apoyar los planes de Kinuta, y aunque no había nada que pudiera utilizarse como una prueba sólida, a veces las simples sospechas eran suficientes para que el destino de un hombre estuviese siempre en la mira de su soberano.

Yahico se rio mirando a Temari y a Naruto, recordando cómo la cara de Sabaku ante sus palabras perdió toda su fuerza y gran parte de su color. Naruto no le había contado a Yahico que ese hombre había maltratado a su propia hija, pero no le había hecho falta. Todos vieron el moratón en el rostro de Temari antes de que esta se fuese con su padre de forma acelerada de tierras Hatake. Eso hizo que asustar a aquel bastardo fuese un auténtico placer.

Lo mejor fue cuando Yahico les relató que antes de que terminase de hablar con el padre de Temari, los hombres de Sabaku anunciaron que Yakushi había llegado y que exigía ver al Laird. Cuando este entró y le preguntó a Yahico por su presencia allí, como si tuviese algún derecho, este disfrutó contándole el enlace entre Temari y Naruto.

Yahico le dijo a Naruto que la cara de Yakushi al mirar a Sabaku fue de todo menos piadosa, antes de decirle al jefe del clan Sabaku que se olvidara de tenerlo como aliado, y que guardara bien sus espaldas.

Lo que extrañó a Naruto es que Yakushi no trasmitiera a Yahico ningún mensaje, ninguna amenaza. Ese pensamiento no lo había abandonado desde que su hombre de confianza volviera de tierras Sabaku y le contara todo.

Naruto, en previsión, reforzó la guardia en el límite de sus tierras y alertó a sus hombres para que estuviesen más atentos a cualquier suceso por nimio que les pareciera.

El día anterior, sus hombres habían encontrado muerto parte del ganado. No había sido ningún animal. El desgarro en las gargantas de los animales había sido hecho con un cuchillo.

Parte del ganado de los Aburame, cuyas tierras limitaban con la de los Namikaze, también habían sufrido el mismo destino, por lo que Naruto envió a Sai y a Lee para hablar con Muta Aburame, Laird del clan, y saber si ellos tenían alguna sospecha.

Naruto estaba casi seguro que de alguna manera aquello era obra de Yakushi.

Por lo demás, aunque el día a día como Laird del clan Namikaze era el mismo, Naruto se sentía diferente, y Yahico se lo había hecho saber.

—Te veo diferente, muchacho. Ya no parece que lleves un palo metido en el culo todo el santo día.

Naruto había escupido parte del agua que estaba bebiendo después de terminar de entrenar con él cuando escuchó esas palabras.

—No sé de qué estás hablando. Soy el de siempre.

Yahico negó de forma contundente.

—No digo que no tuvieras tus motivos, pero desde hace años estabas amargado, furioso, triste, un auténtico despojo de ser humano.

La mirada fulminante de Naruto hizo que Yahico alzara una ceja.

—Puedes negarlo, pero ambos sabemos cuál es la verdad. Más de una vez lo he hablado con Utakata. Engañarás a aquellos que no te conocen bien, pero a nosotros no. En las reuniones pones tu mejor sonrisa, eres encantador cuando quieres, pero todo es mentira. La única verdad es que todo este tiempo, desde que pasó lo de Ichirōta y Ni, dejaste de ser el mismo. Me alegra mucho ver que Temari nos ha devuelto al Naruto Namikaze que yo conocía. El amor... es muy poderoso.

Naruto estaba entre estrangularlo o ensartarlo con su espada.

—¿Has terminado? —preguntó entre dientes.

—La mala leche sigue siendo la misma. Esa no cambia —contestó Yahico con una sonrisa—. También me alegra ver que el hecho de que ella esté aquí no te haya afectado —continuó Yahico ahora más serio. Ambos sabían que se estaba refiriendo a Ni.

—Quizá debería haberla echado, pero Disonas y Alpina no merecen eso.

—Ya —dijo Yahico mirando fijamente a los ojos a Naruto. Yahico sabía que, aun sin contar con la familia de Ni, Naruto la hubiese permitido quedarse. El corazón de su Laird, a pesar de estar herido durante todos esos años, era demasiado noble como para negar a una moribunda su última voluntad.

Un ruido y unas voces procedentes de la parte delantera del castillo captaron la atención de los dos, que con paso presto tras escuchar el chillido de Temari, salieron en aquella dirección.

Cuando Naruto vio a su esposa dar saltos abrazando a Hanare y a la que parecía ser Shizune Katō, relajó la tensión que se había adueñado de él al escucharla. Por un momento el miedo le había atenazado las entrañas con solo pensar que algo le hubiese ocurrido.

La cara de Yamato, que estaba al lado de ambas con una sonrisa dibujada en los labios y una ceja alzada en señal de resignación, los miró fijamente cuando estuvieron más cerca.

—No hemos podido pararlas. En cuanto se enteraron de que Temari se había casado contigo, quisieron venir directas a tus tierras a comprobar que tu esposa estaba bien, feliz y satisfecha. Hemos podido retenerlas durante unos días para daros algo de intimidad, pero ayer Kakashi ya no pudo más, o las dejaba venir o nos volvían locos. Yo estaba ya desesperado.

Naruto sonrió y Yahico soltó una carcajada dando una palmada en el hombro a Yamato.

—¿Y por eso te presentaste voluntario para acompañarlas? —preguntó Naruto con una ceja alzada.

Yamato gruñó por lo bajo.

—El nuevo Laird Fūma se presentó ayer en tierras Hatake con cinco hombres más, entre ellos sus dos hijos. Está visitando a todos los jefes de clan con los que el antiguo Laird no tenía una relación amistosa, por así decirlo. Como tenían que atravesar nuestras tierras para ver a Aburame, decidieron visitar a Kakashi. Se quedarán varios días. Así que me ha tocado a mí hacer de niñera.

—¡Eh, Yamato Hatake! Que nosotras somos muy capaces de cuidarnos solas —dijo Hanare, que dejó de abrazar a Temari para mirarlo con el ceño fruncido.

—¿Y quién salva al resto del mundo de vosotras? Sois peligrosas —contestó Yamato divertido, y Hanare negó con la cabeza como si este fuese un caso perdido.

—Sea como sea, lo importante es que habéis venido —dijo Temari con una sonrisa que podría eclipsar al propio astro rey.

Naruto sintió una extraña calidez extenderse por su pecho al ver la expresión de su esposa. Jamás pensó que verla feliz pudiese colmarlo de esa manera.

—Pues todos adentro. Estoy seguro de que Yamato está deseando dar cuenta de la estupenda comida de Agnes, ¿o me equivoco? —preguntó Naruto divertido.

—Eres inteligente, Namikaze. Mucho. —Sonrió Yamato antes de ponerse en movimiento y entrar tras las mujeres.

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—¿Y dices que han mejorado en su trato? ¿Qué te hicieron entonces el primer día? ¿Te echaron agua hirviendo en los ojos? —preguntó Shizune mientras miraba a Temari.

Habían terminado de comer, y mientras Naruto se quedaba en el salón junto a Yahico, y Yamato, Temari acompañó a sus amigas a la habitación que había pedido a Masako que arreglara para ellas durante los días que se quedaran de visita.

Tanto Hanare como Shizune la miraron con una ceja alzada cuando Masako, después de un buen rato, le comunicó a la esposa de Naruto que sus invitadas tenían ya la habitación preparada, pero que no era la que Temari había dispuesto, sino otra. Cuando Temari preguntó educadamente el porqué de ese cambio, Masako le contestó con soberbia y una mueca de satisfacción en el rostro que tanto su hermana como ella llevaban tiempo llevando el manejo del castillo y que sabían mejor que Temari qué habitaciones eran las más adecuadas para ofrecer a los invitados. Y Temari, que llevaba sufriendo una semana ese tipo de comentarios, esta vez no lo dejó pasar. De nuevo con mucha educación, le dejó claro que no iba a permitir esa actitud por más tiempo.

—No dudo de su valía y la de su hermana, y por descontado sé que conocen este castillo mucho mejor que yo, por eso espero que tengan paciencia hasta que lleve más tiempo aquí y conozca en profundidad todos los entresijos del que ahora es mi hogar. Yo, por mi parte, estoy abierta a escuchar todo tipo de consejos. Si las habitaciones que habéis elegido son mejores, entonces me parece una decisión acertada, pero la próxima vez que decidan algo que sea contrario a lo que les he pedido, espero que lo discutan antes conmigo, si no, empezaré a pensar que no somos capaces de entendernos, y lamentándolo mucho, tendré que prescindir de vuestra presencia en este castillo.

La cara de Masako cuando escuchó esas palabras se quedó lívida. Sin duda, nunca pensó que Temari sería capaz de esgrimir aquella amenaza. Asintiendo con la cabeza, pero con un claro malestar en los ojos, Masako se excusó, y ellas procedieron a subir a la habitación y se sentaron encima de las dos camas que había dispuestas en ella para que durmieran Hanare y Shizune.

—¿Y Naruto no ha dicho nada sobre el comportamiento de ambas contigo? —preguntó Hanare.

—No se lo he comentado, y ellas se cuidan, y mucho, de tener ese trato delante de su Laird. Además, no quiero que Naruto diga nada, esto he de manejarlo yo.

Hanare sonrió a la vez que asintió totalmente de acuerdo.

—Mi tía abuela era así. No había quien la soportara —dijo Shizune—. Hasta que un día amaneció con la cama llena de arañas y sapos, ¿o fue cuando se levantó con el pelo más corto y pegado con una sustancia asquerosa? No sé, porque también estuvo aquella otra vez que por descuido algo cayó en su agua y estuvo descompuesta durante tres días.

Temari y Hanare la miraban con los ojos bien abiertos. Cuando Shizune terminó de hablar se fijó en sus caras de horror.

—No fui yo, fue mi hermana. Ella es la que tiene imaginación, yo soy demasiado racional para eso.

—Recuérdame que nunca ofendamos de alguna manera a tu hermana.

Shizune sonrió abiertamente.

—Tranquilas, sois mis amigas. Con vosotras no utilizaría su ingenio.

—Así me quedo más tranquila —dijo Hanare guiñándole un ojo antes de mirar de nuevo a Temari. Su expresión cambió a otra más seria cuando volvió a hablar.

—No pudimos hacer nada cuando mi esposo y los demás decidieron ir a ver a Sasuke. Estuvimos angustiadas durante dos días hasta que llegó Kakashi, y cuando nos contó que te habías casado con Naruto, no sabíamos qué pensar. Dinos que eres feliz... —suplicó Hanare mirándola con cariño.

—Creo que su cara lo dice todo —apuntó Shizune, señalando el rostro de Temari con un dedo. Temari se ruborizó y sus dos amigas rieron ante su turbación.

—La verdad es que soy muy feliz. Naruto es... es maravilloso y... no sé cómo deciros...

—¿Por qué no nos lo cuentas todo desde que llegaste a tierra de los Uchiha? —preguntó Shizune y cuando Temari asintió, tanto Hanare como Shizune se acercaron más a ella. No querían perderse ni un detalle.