CAPÍTULO 15
—¡Pon tú el precio, amigo Uchiha! Lo pagaré. El muchacho vale lo que sea. Ofrezco la mitad de mis caballos y toda mi tierra por ese muchacho.
El inglés hipó mientras hacía su oferta. Sakura apuró la jarra que tenía al lado, sobre la mesa. Se rió cuando la jarra cayó en el regazo de Sasuke, sentado a su lado. Vio cómo colocaba inmediatamente las manos sobre su virilidad para protegerla. Decidió que eso era aún más divertido.
—Creía que habías ofrecido todos tus caballos y la mitad de tus tierras. —Obito se rió a carcajadas desde el otro extremo de la mesa.
—Una ligera diferencia, Uchiha, ligera. Muy bien. Te daré todos mis caballos, todas mis tierras y también a mi esposa.
—¡Cesa de amenazarme con tu esposa! —protestó Sasuke, sentándose un momento para gruñir antes de caer al suelo.
A Sakura le pareció tan divertido como intentar que le funcionara la lengua, después de que los cortes se entumecieran con el aguamiel y se ablandaran con la ternera con salsa. Se rió tan fuerte que se le saltaron las lágrimas. Se las secó con la manga, antes de hacer un gesto a la criada para que le llenara la jarra.
—Daría lo que fuera por un muchacho con ese talento. ¿Dónde se ha metido Uchiha? Tenemos que negociar. También le daré a mis cuñadas.
Hikaku los miraba a todos con una expresión fría en sus ojos negros. La bebida no mejoraba su carácter, observó Sakura, y arrugó la nariz al mirarlo. Decidió que se sentiría mejor si le sacaba la lengua, y lo hizo, pero en cuanto la lengua salió de su boca tuvo que volver a meterla ayudándose con los dedos. Aquello le hizo todavía más gracia que tenerla hinchada e insensible, y la encontraba por todas partes cuando comía o bebía.
—¿Sigue ahí? —el conde miraba hacia la silla vacía, al lado de Sakura.
Eso también le pareció hilarante, especialmente porque tenía la peluca torcida y caída sobre una oreja.
—Estoy aquí. —Sasuke intentaba levantarse del suelo y parecía que fuera lo más difícil que había hecho en su vida. Logró sentarse en el taburete, donde se tambaleó un momento y volvió a caer—. Y el muchacho no está en venta. Jamás. Dejemos el tema.
—¡Pero es el mejor espadachín del mundo!
—Deberías verle con un arco... ¡siempre que incluyas flechas! —Sasuke se ahogó de la risa y Sakura le puso un pie en el estómago para castigarlo. No debería haberlo hecho. Al instante se encontraba en el suelo boca arriba y Sasuke estaba encima de ella. La tenía inmovilizada. Tenía un lóbulo de su oreja cogido con los dientes y jugueteaba con él.
Sakura casi se derritió con la sensación.
—Para ya, joven Sasuke. ¡No es una mujer! Si lo que quieres es una mujer, llévate a mi Shiseru a tu habitación. Es suficiente mujer para ti —dijo el conde entre unos cuantos eructos.
—No me llevaré ninguna mujer, si no le das una a mi campeón. Es él quien se la merece. ¿Qué me dices, Sak? ¿Estás preparado para tu primer revolcón?
Sakura le dio un empujón, pero él no se movió, y estaba demasiado mareada para salir de debajo de él si no se lo permitía. Se puso a hacer levantamientos con él encima y, al llegar a treinta, éste captó la idea. Puso las manos en sus hombros y también se puso a hacer levantamientos.
Se miraron a los ojos. «Esto es espantoso», pensó Sakura. Después se rió. No era ni remotamente espantoso.
—Si podemos hacer doscientos por separado, deberíamos hacer cuatrocientos de esta manera, ¿no?
—No es justo. Pesas más que yo —se quejó ella.
—Bueno... ¿al menos te gano en los levantamientos? —Sonreía y bajó la boca hacia la de ella y Sakura casi no pudo evitar el contacto cuando él se dejó caer sobre ella.
—¡Quitádmelo de encima! —se quejó, intentado escurrirse.
—Los gustos de mi hermano parecen más variados de lo que creía —observó Hikaku mientras levantaba a Sasuke por el cinturón lo suficiente para que Sakura saliera arrastrándose de debajo de él.
Iba a darle las gracias, pero entonces vio quién era. Apartó la mano que le tendía para ayudarla y se puso de pie sola, aunque todo le daba vueltas y no podía mantenerse derecha.
—¡Shiseru! Llévate al campeón a una alcoba. ¡Haz un hombre de él!
Una mujer grandota se acercó, ocupando toda la vista, y Sakura se quedó atónita. Se volvió para correr, pero no pudo dar ni uno de sus vacilantes pasos antes de que la mujerona la cargara sobre un hombro y se la llevara como si fuera un trofeo de guerra.
Pensó que era lo más hilarante que le había ocurrido.
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Sakura abrió los ojos lo más lentamente posible y aun así la luz la hirió dentro de la cabeza, provocándole ganas de vomitar. Al instante estaba boca abajo y vomitando. Después sintió que la abrazaban de forma maternal contra unos pechos generosos.
—Pobrecilla muchacha. ¿No sabías lo mal que te sentaba el aguamiel?
«¿Muchacha?», se sorprendió Sakura, dejándose caer en la blanda cama y apretándose las sienes para impedir que le explotara la cabeza.
—¿Dónde... estoy? —susurró, preguntándose por qué los dientes no le saltaban de la boca y le ahorraban la molestia de tener que buscarlos.
—En mi cama. Shiseru, para servirte. Campeona del mundo en la cama. Encantada de conocerte, Sak. ¿O es Sakura?
—Dios mío. —Sakura estaba boca abajo, vomitando otra vez, y la mujer estaba a su lado, sosteniéndola sobre la palangana, todo el rato.
—Tranquila, muchacha, no pasa nada. No le contaré a nadie tu secreto. La verdad es que me parece estupendo. Una mujer... ¡ganando al espadachín de lord Cantor! Y de esa forma espléndida, encima. Como que me llamo Shiseru, que me siento orgullosa de ser mujer. En serio.
—¿Dónde está mi ropa? —preguntó Sakura.
—El Uchiha va a regalarte un traje nuevo. Le he dicho que fuera más robusto que el anterior, porque ése se desgarró.
—¿Se... desgarró?
—Sí, ya lo creo. Como mi blusa. Eres un diablillo impaciente cuando quieres.
—¿Dónde... está mi ropa? —repitió Sakura, apretando los dientes. No era para darle más énfasis, aunque lo pareciera, sino para que no le castañearan y le produjeran aún más dolor.
—Veamos. La mayor parte está tirada en el pasillo, aunque dejé un pedazo de tu túnica interior en la escalera. Estaba harapienta y sólo quedaba la mitad, de todos modos. Y tenías un trozo de tela muy raro cosido a tu pecho.
Sakura saltó de la cama, pero Shiseru la empujó y la hizo caer de nuevo.
—No te desesperes. Está a salvo. Me imaginé que lo necesitarías. Es una especie de amuleto. Está ahí.
Sakura echó una ojeada al cuadrado deshilachado de tela Haruno que tenía la mujer en la mano. Vio que la suya temblaba al cogerla y deseó poder culpar totalmente al aguamiel. ¡Había estado a punto de perderlo! No le importó que Shiseru la viera llevárselo a los labios.
—Sabía que era un talismán. ¡Lo sabía! —El júbilo de la mujer era demasiado ruidoso para ella. Sakura se llevó ambas manos a las sienes para calmarse.
—Perdóname, muchacha. Es la emoción.
—¿Qué emoción?
—Cómo... sabiendo lo que he hecho con el campeón Uchiha y teniendo a dicho campeón en mi propia cama, y mejor aún, ¡que todos lo sepan!
—¿Dónde... has dicho que estaba mi ropa? —Sakura se estaba ahogando, y no era por la bilis.
—Bueno... tus botas están en el pasillo. Hay un calcetín en la escalera. El cinturón está en la puerta, junto con los puñales, y yo llevo esto.
—¿En el pasillo? ¿En la escalera?
—Has pasado una noche loca.
—¿Ah... sí? —Sakura susurró la pregunta.
—Vaya si lo ha sido. Estás hecho un animal. Me has tenido temblando y gritando hasta el alba. Deberías haber oído los ruidos que he hecho.
Sakura volvió a abrir los ojos. La luz era igual de infernal, la mujer igual de grandota, pero la diversión en su cara era pura belleza. La sonrisa de Sakura fue tan grande que le dolieron las mejillas.
—Tienes todo el día para descansar. Les he dicho que lo necesitabas. Eres joven, pero yo he logrado agotarte. Estás totalmente agotado y durmiendo con una sonrisa feliz en la cara. Lo último no es mentira, en realidad. Sonreías. Con una gran sonrisa. O sea que dejé que el tal Sasuke lo viera.
—¿Que él... qué? —Sakura intentó mostrarse muy ofendida, pero la combinación del dolor de cabeza y su lengua hinchada hizo que sonara como una chiquilla.
—Tenía que saber dónde estabas y asegurarse de que estabas bien. Le mostré que no iba a sucederte nada malo en la cama de Shiseru y fingí que estaba enfadada con él porque pensé que tú lo estarías.
—¿Ha estado aquí dentro?
—Sí. Esta mañana a primera hora. Probablemente cuando se le pasó lo suficiente la borrachera para darse cuenta de que no estabas. Tienes un hombre guapo como amo. Pero no deberías haberle dejado prometerse con esa dama, Temari. Ella no lo quiere y se rumora que es a otro Uchiha del que está enamorada.
Todo el cuerpo de Sakura estaba ruborizado bajo las sábanas.
—¿Qué ha visto?
—¿Quién?
—Mi amo, Sasuke Uchiha —contestó.
—Bien... hice que parecieras un poco... ya sabes.
—Shiseru —empezó a decir Sakura, utilizando un tono tan amenazador que podría atribuírsele a Sasuke.
—Oh, bueno. Te puse boca arriba, con los cabellos despeinados, y tienes unos hombros más de muchacho que de muchacha, de todos modos. Tenías un pie fuera por este lado de la cama y otro debajo. Y yo no llevaba mucho encima. De hecho —bajó la voz en un susurro—, sólo llevaba tu kilt encima.
Sakura se echó a reír, pero tuvo que parar porque los dientes se quejaron del esfuerzo. Después, su cabeza también lo hizo. Cerró la boca con fuerza y se apretó la cabeza al mismo tiempo para adaptar el ritmo de los dolores.
—¡Fue perfecto! ¡Incluso roncabas!
—¡Yo no ronco! ¡Au! —Sakura se apretó aún más fuerte la cabeza.
—Sí roncas. Bueno, no muy fuerte, pero tenías una gran sonrisa en la cara y la respiración un poco ruidosa; ¡era perfecto! ¡Deberías de haber visto la cara que ha puesto! ¡No tenía desperdicio!
La cama temblaba con la hilaridad de Shiseru. Sakura estaba echada en medio e intentaba que los globos oculares no le dolieran tanto como la lengua.
Sasuke Uchiha cumplió su promesa y no sólo le entregaron un traje nuevo, sino que el conde de Argylle hizo que le llevaran comida cuatro veces ese día, en lugar de tres, y también le mandó un baño caliente. También ofreció uno de sus sementales a Sakura si se quedaba y les obsequiaba con una exhibición de lanzamiento de puñales. Sakura se sentó en el baño y se lo pensó.
Nunca había disfrutado de ninguna clase de lujo y Shiseru le había lavado y recogido los cabellos en la cabeza, y hasta le había frotado la espalda. La mujer incluso había tenido la audacia de escenificar más asaltos gráficos de su lujuria física. Sakura tuvo que taparse los oídos para acallar los aullidos y gemidos de la mujer que saltó sobre el colchón para hacer los ruidos adecuados durante lo que le parecieron horas aquella tarde, y más aún durante la noche.
Pero ya volvía a ser de día y debía regresar con los demás. Sakura esperó a que Shiseru le trenzara el pelo, se lo colocara detrás y diera una mirada de aprobación al vestuario de Sakura. Después abrió la puerta de la habitación y anunció al mundo que necesitaba unas horas libres.
Había público en el pasillo, y más en la escalera, y Sakura se pavoneó cuanto pudo entre los silbidos y aplausos. Incluso logró que no le ardiera la cara de vergüenza.
Sasuke tenía una expresión asesina cuando la vio, y ni siquiera la miraba. De hecho se dio cuenta de que la buscaba, pero hacía lo que podía para disimularlo. Sakura se abrió paso en el patio de armas para llegar a su lado.
—Eres un escudero de pena, Sak —empezó a decir él.
Ella retrocedió y no necesitó fingir confusión. Todo su cuerpo estaba en ese estado.
—¿Sigues teniendo tus puñales?
—Por supuesto —contestó ella.
—¿Y el del dragón? ¿Dejaste que esa ramera lo tocara?
—Yo... —Calló un momento. ¿Cómo iba a contestar a eso? Cualquier respuesta sería mala.
—¿Lo has perdido?
—¡Por supuesto que no! Lo tengo, junto con los demás puñales. Nunca los perdería.
—Estabas completamente cocido y borracho. ¿Cómo sabes lo que perdiste y lo que no?
—No he perdido nada.
—Has perdido tu inocencia, ¿no?
Sakura no pensaba mentir. Tuvo que recurrir a un encogimiento de hombros.
—¿Y qué? —preguntó.
—¿Y qué? ¿Tu inocencia? Sólo puedes entregarla una vez y recuerdo haberte oído contar la clase de mujer que ibas a tener. No tomar, recuerdo. Bueno, ¡maldito seas, Sak! ¡Ni tuviste ni tomaste! Esa ramera gorda se encargó de tener y tomar. Fuiste como mantequilla para ella, y probablemente igual de sabrosa.
—Eso no es verdad —contestó Sakura.
Sasuke le lanzó una mirada de soslayo. La mirada de sus ojos negros medianoche era viva e intensa en comparación con la rojez de su cara. «¿Estaba tan enfadado que se ruborizaba?», se maravilló Sakura.
—Es cierto. —Se pasó los dedos por los cabellos, los dejó caer otra vez sobre los hombros y la miró—. Pensé que eras diferente, pero no lo eres. Eres como todos, ¿no?
—Soy humano —contestó ella.
—Sí. Sí lo eres. Felicidades. ¡Bienvenido al infierno!
Sakura habría preferido que la golpeara y acabar de una vez.
—¿Infierno? —susurró.
—Empezaba a creer que podías ser un ángel, Sak. Un ángel en la tierra. Un ángel vengador y asesino, pero un ángel de todos modos. Estoy un poco decepcionado al descubrir que me había equivocado.
—Nadie es un ángel, Sasuke.
—No hay ninguna duda. Tengo la prueba viviente frente a mí —contestó.
—Nunca he dicho que fuera algo más que lo que aparento. —«Eso era verdad», se dijo a sí misma.
—Cierto. Y las apariencias engañan. Tú también lo dijiste. Cara angelical, necesidades humanas.
—Lo siento si te he decepcionado —murmuró.
Lo sentía. Debería haberse quedado con él y haberse escondido en su habitación, y como los dos estaban tan borrachos cuando casi se acariciaban el uno al otro en el suelo frente a tanta gente, sin duda no se habrían detenido al llegar a su habitación. Era lo bastante lista para saberlo. Ella y Sasuke habrían intimado. Habrían intimado mucho. Se preguntaba si era por eso por lo que él estaba tan enfadado. La quería... o quería al Sak que conocía.
—Has hecho algo más que decepcionarme, muchacho, has mancillado mi ideal. Te tenía en un pedestal y ahora me estoy tragando la poción de vinagre de mis fantasías sobre ti.
—Nunca he dicho que fuera perfecto.
—Y no lo eres. Perdiste la perfección cuando dejaste que esa ramera te tocara.
—No podía impedírselo. ¿Por qué no se lo impediste tú si era tan importante para ti?
Él suspiró.
—Entonces no sabía lo que sentía. Ahora lo sé. Lo supe cuando miré tu cara angelical en la inmundicia de aquella cama.
—No he perdido mi inocencia, Sasuke —susurró Sakura finalmente.
—Has perdido más que eso, muchacho. También has perdido toda tu ropa. Eso constituye una gran pérdida para mí. Ahora me debes otro traje. Tu tiempo de servicio se ha duplicado.
—¡Oh! —contestó Sakura. Fue lo único que se le ocurrió.
—¡Y después de todos tus discursos de que te conservabas para la más hermosa de las damas, una ninfa que es igual que Aino! ¿Qué era eso? ¿Fachada?
—Era...
—Era el idealismo de la juventud, y yo lo creí cierto. Estúpido de mí.
—No lo comprendo —susurró Sakura.
—¿Qué hay que comprender? Me enamoré de un ideal. Un joven que estaba por encima de todo lo terrenal, perverso y lujurioso, y ¿qué sucede? Cae en las garras de una ramera, delante de mis narices.
—Shiseru es algo más que eso.
—Claro, ahora la defiendes. No me sorprende en absoluto.
—Pero... tú les dijiste que me dieran una moza. Yo te oí.
—No lo decía en serio. Nunca te habría mandado a disfrutar con el cuerpo de una ramera. Eres demasiado especial para eso. Habría encontrado el receptáculo perfecto para ti.
Sakura sintió su censura total y absoluta, y estuvo tan cerca de llorar que sólo esperó que él no lo notara en su voz. No sabía lo que le pasaba a Sasuke.
—No hay receptáculo perfecto para mí, Sasuke —susurró, y fue casi inaudible. Supo que la había oído porque se le tensó la mandíbula.
—Esta pequeña charla no nos lleva a ninguna parte y tengo cosas que hacer.
—¿Qué cosas? ¿Te ayudaré?
—Hishaku, mi escudero, me atiende perfectamente. No podía esperarte, ¿no crees? Mientras todo se desmorona a mi alrededor, tú estás encerrado con una moza, satisfaciendo tus fantasías. No una vez, no, sino cuatro. ¿O han sido cinco veces? Eres insaciable. ¿Qué tienes que decir en tu defensa?
—Han sido cinco —dijo finalmente Sakura.
Él la miró rabioso.
—Y yo te creía diferente. Estúpido de mí.
Le dio la espalda y se alejó dando grandes zancadas. Sakura miró la hierba donde él estaba de pie y observó cómo volvía a erguirse. No sabía si seguirlo o no. ¿Hishaku le hacía de escudero? ¿Significaba eso que ella tenía que hacer de escudero de Obito? Imaginaba que debería de haberlo preguntado cuando todavía podía.
—Tu presencia es requerida en las habitaciones privadas del conde, escudero Sak.
Sakura miró al muchacho menudo que estaba frente a ella, con una toalla colgada del brazo, por alguna razón incomprensible. Sakura frunció el ceño.
—¿Ahora? —preguntó.
Él asintió. Sakura miró la espalda de Sasuke al alejarse y suspiró. Estaba claro que él no la necesitaba. Siguió al sirviente del conde con los dedos cerca de los tres puñales de su espalda y la hoja de dragón en el estómago.
Si el conde quería una exhibición de lanzamiento de puñales, ella se lo daría, pero sólo si su amo le daba permiso. Sakura subió los escalones con facilidad, notando sólo un ligero dolor en la espalda, y después se encontró inmersa en un lujo tan sofocante que se quedó sin aliento.
El conde todavía no se había vestido y su cabeza prácticamente rapada parecía rara sin peluca. La miró, echado en la cama, y le indicó con un gesto que se acercara.
—He oído hablar de tu destreza, muchacho —dijo.
Ella se ruborizó, avergonzada, preguntándose a qué destreza se estaría refiriendo.
—Y quiero comprar tus habilidades para mí. Dime tu precio. Lo pagaré.
—Pertenezco a Sasuke Uchiha —contestó.
—Con Uchiha trataremos después. Dame un precio, para que yo sepa a qué atenerme. Juntos haremos una fortuna en Londres. Pagarán tanto por verte que será casi un robo.
—Pertenezco a Sasuke Uchiha y mis talentos no están en venta.
Él suspiró e hizo un gesto a otro muchacho que sostenía una tela sobre el brazo.
—Ve a buscar a Uchiha. —Mandó al muchacho fuera con un gesto y se volvió hacia Sakura—. No me gusta discutir —dijo.
Ella tragó nerviosa y esperó. «Por favor, Sasuke. Por favor, no me vendas a este gran bufón. Por favor.» La letanía de su plegaria continuó, alcanzando un ritmo en consonancia con su impaciencia. Sasuke llegó casi enseguida. Sakura se preguntó cómo le habrían localizado tan rápidamente. Aunque tenía una expresión hermética, Sakura podía ver que estaba preocupado. No sabía por qué.
—El muchacho no lanzará ningún cuchillo a menos que le des permiso, Uchiha, ni va a entrar a mi servicio. No sé de dónde sacas criados tan fieles, pero deseo adquirir los servicios de este muchacho para mí. Ordénaselo.
Sasuke miró a Sakura. Ella tenía los ojos muy abiertos y sacudía la cabeza con un movimiento rápido de pajarito, para que no se notara mucho.
—Sak lanzará para ti según mis condiciones. Le has ofrecido un semental de tus establos. Lo acepto. De otro modo, no lo sé. Los talentos del muchacho no están en venta, por ninguna cantidad de plata ni por tiempo alguno. ¿Sak? Ve a mis aposentos. Prepárate para la exhibición. Tendrás la oportunidad de usar todas tus armas. Que corra la voz, Argylle. Invita a tus amigos Sassenach. Me gustaría demostrar lo que puede hacer un auténtico escocés. ¿Sak? ¿Por qué sigues aquí? Te he dado una orden. Y otra cosa, señor. Sobre el duelo de la otra noche. Creo...
Sakura no oyó otra palabra. Ya corría hacia su habitación.
