Capítulo III
Como si fueran Severus y Lucius quienes estaban a prueba; estos cumplieron al pie de la letra lo que prometieron y si bien, Remus adquirió un pequeño departamento con todo lo necesario en las instalaciones de investigación, podía salir de ellas sin que lo vigilaran o se Lo prohibieran. Su recuperación no fue tan lenta, pues tuvo todos los alimentos balanceados y vitaminas necesarias o lo que es lo mismo, las pociones seleccionadas para ellos.
Lupin tuvo que reconocer que el par de magos si bien aún le parecían insufribles, poseían su lado divertido y de vez en cuando se permitían un ambiente más ligero; para ser explícitos, bajaban un poco las máscaras que portaban.
Obviamente no todo el tiempo alguno de los dos magos estaba con él; sin embargo Goldsmith también era parlanchín cuando se le daba oportunidad y confianza. El medico fue el que lo puso en contexto de motivo por el que, él y su otro compañero Peters, laboraban con los dos magos; a pesar de ser muggles. Y de ese modo Remus supo de los negocios que ese par tenía con el conglomerado farmacéutico.
En ese instante Goldsmith lo sacó de sus cavilaciones, porque los dos se hallaban en el laboratorio, para obtener una nueva muestra de sangre, ahora con el peso y salud de Lupin, mejorados.
Remus se acomodó en la camilla sin recostarse, pero siendo cooperativo, tampoco deseaba incumplir con su parte del trato. Abusar de su suerte no estaba en sus planes.
000
El castillo se notaba lleno y eso era un gran alivio para Dumbledore y es que si bien ya eran meses desde que la amenaza de Voldemort se terminó, el anciano dudó que los padres quisieran enviar a sus hijos a estudiar. Pero afortunadamente erró y Hogwarts estaba casi a su tope.
Desde el puente, Dumbledore vio avanzar a Severus en su dirección y lo saludó:
–Severus, hijo ¿Cuándo llegaste?
–Hace un rato. Coloqué los horarios para mis clases y que los alumnos lo verifiquen, no quiero excusas de no asistencia por desinformación.
El mago de más edad cruzó los brazos detrás de su espalda y vio hacia el castillo.
–¿No crees que son pocas horas las que darás clases?
Severus se envaró por un momento, más se recompuso y respondió.
–Me considero un buen maestro, con ese tiempo que tendré a mis estudiantes, será suficiente y bien aprovechado.
–Eso espero Severus, sabes que lo más importante es que nuestro futuro sea bien aleccionado y preparados para poder defenderse.
–Preparados para el mundo profesional, más ¿Por qué para defenderse?
–... –El silencio de Dumbledore le hizo sentir escalofríos a Severus, más el anciano respondió– No sabemos lo que hay en el porvenir, siempre debemos estar listos para todo.
Snape quiso bufar, sin embargo optó por dejar a Dumbledore con sus secretos. Ya estaba un poco frustrado porque la sangre de William no dejaba de comerse a la de Lupin, y que este anciano lo pusiera en tensión, tampoco ayudaba.
–Me retiró por el momento, regresaré por la noche.
Dumbledore asintió y lo vio partir...
–Severus no olvides que hay personas que dependen de que cumplas con tu promesa.
Severus apretó las manos en puños, más no respondió a lo dicho por el mago de más edad. No estaba haciendo nada malo forjándose un porvenir y puede que a alguien más, por lo que no iba a permitir que Dumbledore lo hiciera caer o retroceder por mera culpa.
000
En el gran área de llegada de las oficinas de sus socios. Lucius, esperó a que la gente (muggle) dejaran de moverse por grupos; probablemente debió buscar otro horario para salir de esa reunión, más no sabía que era la misma de la hora de comer de muchos trabadores del edificio y de otros a sus alrededores.
El mago se concentró para no salir huyendo de tanta gente, más hubo algo que lo salvó de su ataque de nervios. Un auto tocó ese desagradable –no en esa ocasión– sonido del claxon; así lo llamaban los incivilizados muggles y Lucius estaba en la labor de no parecer un inadaptado en el mundo muggle, por eso aprendía todo de las costumbres de sus habitantes.
A pesar de escuchar el sonido; el rubio platino dudó un poco, más vio que Lupin se asomaba desde la parte del copiloto y avanzó hacia el vehículo, y es que tampoco le agradaba subir a estos artefactos, más para que lo sacara del lugar no tuvo opción. En cuanto el rubio patriarca se subió, Goldsmith arrancó el auto.
–Buenas tardes jefe. –saludó sonriente el genetista.
–Buenas tardes Señor Goldsmith... ¿Lupin...?
El lobo se encogió de hombros, al explicar.
–Goldsmith me hará el favor de acercarme al metro.
–Veo ¿A dónde vas? –cuestionó curioso Lucius.
–Voy a Privet Drive. –contestó Remus.
Goldsmith acotó a lo dicho por el hombre lobo:
–Pero lo podemos dejar en un lugar más discreto y solo, señor Malfoy.
–Oh si sería excelente. –aceptó el sangre pura.
Luego de unos minutos llegaron a la entrada del metro de Londres y Goldsmith detuvo el auto. Remus se apeó, no sin antes...
–Gracias Goldsmith, nos vemos luego Malfoy.
Lucius vio al lobo y abriendo la puerta del asiento trasero –igualmente bajó–, agitó la mano en dirección de su empleado y siguió al rubio trigo.
Remus al escuchar los pasos apresurados, se giró y con asombro vio al rubio platino...
–¡¿Te aparecerás desde aquí?! No es u buen lugar.
–No. –Negó el Malfoy moviendo la cabeza– Quiero ir contigo, si no te molesta.
–... ¿Por qué? –preguntó suspicaz el licántropo.
Ninguno de los dos olvidaba el pasado, si bien lo hicieron a un lado por un bien común; el elefante en la habitación seguía allí. Malfoy se arregló el traje, mientras respondió a un Remus que no parecía dar un paso sin escuchar su respuesta. Los dos se hicieron a un lado para no estorbar la entrada y Malfoy dijo:
–La total verdad... curiosidad, ese niño tiene un par de meses menos que mi hijo Draco; quiero ver... como es.
Remus notó la sinceridad del mago frente a él, pues este casi nunca mencionaba a su hijo, quien era su adoración. El licántropo dejó salir un suspiro y agregó por fin caminando hacia las escaleras que conducían al metro.
–Espero que podamos verlo...
–No entiendo.
–Sus parientes nunca lo sacan, no lo he visto, más que por una de las ventanas, cuando Petunia lo había alzado, aunque...
–¿Si?
–El rictus del rostro de ella no era ni remotamente amable, supongo que porque mi cachorro estaba llorando.
El Malfoy siguió al otro mago, porque este era el que sabía cómo moverse en ese lugar, más también porque sin querer su curiosidad se quedó insatisfecha.
–¿Por qué estaría molesta? yo no soy muy adepto a los infantes a excepción de Draco, más tampoco los creo intolerables.
Remus siguió bajando seguido del Malfoy así llegaron al andén. En este Remus revisó y notó que su tren tardaría unos diez minutos.
–¿Severus no te dijo nada?
–No mucho, solo que desea vigilar que al niño no le falte nada, espera poder enviar pronto un deposito a los parientes de este y...
–¡No! ¡Que no lo haga!
–No entiendo. Dijo que ¿Petunia? no era muy amable, no obstante recibió al niño Potter.
–Se llama Harry y si bien lo recibió, solo fue porque Dumbledore la obligó. Hubo una vez que Lily y james visitaron a Petunia para presentarle a Harry, pero esta los rechazó y ni siquiera les permitió pasar a su casa. No quiero pensar en ello, pues no tengo posibilidad de ayudarlo. Lo único que puedo hacer es verlo muy de vez en cuando.
–¿Y todo eso es por...?
–Petunia y su familia odian a los magos y a todo lo mágico.
Malfoy hizo un gesto; el tren arribó y los magos lo abordaron; Remus se sentó, más Lucius prefirió no hacerlo.
–No justifico mis ideas, más... los muggles no son quien para rechazar a los demás, su historia está llena de guerras por esos motivos.
–Y si bien deseo defenderlos, tienes algo de razón, más tampoco es para que los queramos destruir.
Lucius asintió.
–De hecho hay muchos de ellos, bastantes útiles.
–Como magos hay, que lo son también. –bromeó Remus– Y si quiero serenarme debo pensar en que los parientes de Harry tienen algo de utilidad, si Dumbledore lo dejó con ellos.
–Pues es una manera de ver la situación, para que no te estreses. Aun así veré si con mis nuevos contactos consigo que podamos ver al niño, si hoy no lo logramos.
Remus vio con asombro al Malfoy, pues nunca creyó que este fuera tan humano como para querer ayudarlo.
–Y bueno, ya me dirán que desean hacer realmente con mi sangre.
–Ya te lo explicamos, la poción matalobos debe ser mejorada y...
–Oh vamos Malfoy; eso ya no me lo creo, he pasado ya varias lunas tomando la que me da Snape y es por mucho, mejor a cualquiera que haya probado antes. ¿Para qué mejorarla?
–...
–Malfoy.
–Estamos cooperando en estos momento Lupin, pero ¿cuánto tiempo será eso? ¿Qué tanto puedes guardar un secreto si tus amigos no te presionan a decirlo?
Remus se removió en su asiento y se molestó, pero luego respondió:
–Ya no tengo amigos cercanos y aun si los tuviera; un secreto que no es mío, tampoco lo es para compartir, así sea quien sea. –Vio por la ventanilla e informó– vamos, en la siguiente bajamos. Tendremos que caminar.
Los magos bajaron y subieron por las escaleras. Al salir Lucius se dio cuenta que los suburbios eran más tranquilos que dónde las oficinas de sus socios se encontraban, por lo que no hubo inconveniente de caminar el espacio que les faltaba para la dirección a al que iban
Lucius rodó los ojos, más no dijo nada, después de todo, él se había incluido en ese paseo de Lupin, por decisión propia.
000
Peters lo recibió y de inmediato le informó:
–Doctor Snape, esta vez hubo un cambio, puede que no tan grande, pero...
–Vamos a verlo. –apresuró el pocionista, caminando velozmente detrás de su ayudante. El genetista lo llevó hasta donde un par de tubos de ensayo mostraban la combinación de siempre –la sangre de William devorando a la otra...– Al ver su gesto de incredulidad, Peters se apresuró a explicar:
–Hoy tardó tres minutos en devorarla.
–...
Los ojos de Severus brillaron y una sonrisa de lado se vio reflejada en su boca.
–Está vez fue...
–La sangre nueva del sujeto de estudio; la de este día.
–Ya veo. Debe ser lo sano que ya se nota en la sangre del sujeto. Debemos seguir por ese camino. Buen alimento, ejercicio, vitaminas y todo lo necesario.
–Señor, puede que solo sea una tontería, más creo que igualmente la buena disposición del sujeto cuenta.
Severus se quedó analizando eso último y asintió:
–Cualquier cosa a nuestro favor, lo estudiaremos.
Los dos hombres siguieron haciendo ensayos y con ello; Severus se consideraba un poco más cerca de su meta.
–Si el avance va igual, puede ser que en unas pocas semanas más, tengamos un resultado que pueda informar celebrar con mi socio.
–¿El señor Lucius?
–... Si.
Eso dijo Severus, más claro que se refirió a Marcus.
000
En la acera lo suficientemente ancha para tres personas, los dos magos anduvieron con tranquilidad. Y Remus le contaba a Lucius como Sirius y James alguna vez se transformaron en sus contrapartes animagas para acompañarlo en su cambio, en luna llena.
–Eran buenos amigos... –aseguró Lupin.
–Supongo que por eso los rumores de monstruos en el bosque o el sauce encantado, cuando íbamos al colegio ¿no?
–Posiblemente. –se rió el de ojos color miel. Luego agregó: – Por eso no entiendo el motivo de Sirius para traicionarnos...
Lucius exhaló y respondió:
–Tampoco lo comprendo. Narcissa me dijo que nunca quiso seguir las normas de su familia, ni mucho menos sus ideas de pureza. Prefirió que lo desheredaran y ser un simple auror, antes que dejar la amistad con todos ustedes. Y si estamos hablando con verdades... nunca lo vi con... Él. Aunque tampoco es como si quisiera estar en su presencia mucho tiempo.
–¿No?
–No. Hubo un momento en que tuve que dejarle prácticamente el poder para usar mis bóvedas en Gringotts, con tal de que nos dejara en paz.
Lupin vio de reojo a Lucius y luego de cavilar un poco, aseguró:
–Puede ser que igualmente Sirius hubiera cedido por salvar a alguien más o fue engañado.
–No lo sé, lo que sí puedo asegurar es que con Él no había muchas opciones. Luego de que la emoción de sus palabras y demagogia se pasaba, todo se volvía muy retorcido.
–Ahora estoy seguro de que lo que hacen con mi sangre no es por el Innombrable.
–¡Dementores, no!
Remus sonrió ante el exabrupto de Lucius. Después señaló.
–Llegamos. Es allí.
Señaló una casa de dos pisos, y muy parecida a las otras de la calle. El aristócrata notó que se detenía y esperó.
–No podemos cruzar la acera, pues no hay dónde podemos ver sin ser vistos, y es en este árbol espero...
Lucius vio a su alrededor y que Remus se recargó en el mencionado árbol y comentó:
–Si los muggles no sospechan de un hombre que se queda aquí parado sin hacer nada... es que son muy tontos.
El Malfoy se arregló de nuevo el traje y caminó en dirección de la casa. Llamando:
–Vamos Lupin.
–¡¿Qué vas a hacer, Lucius?!
El aludido dejó pasar ser llamado por su nombre y siguió su camino.
000
Narcissa permitió que Draco intentara agarrar la cuchara con la que comía su postre y sonrió ante la firmeza del pequeño para imitarla a ella.
La rubia vio el reloj artesanal que colgaba de una de las paredes y se dijo que ahora el trabajo de su esposo le había requerido más tiempo a este. Ella sonrió, pues deseó que eso significarán buenas noticas para Marcus, ese hombre que tenía metido en los pensamientos. Ella no se sentía culpable, pues su matrimonio no era real y Marcus lo sabía o lo intuía, pues cuando se veían –que para su desgracia– era rara vez; este era muy galante con ella.
Draco llamó a su madre y ella le sonrió:
–Lo has hecho bien mi pequeño Dragón.
Narcissa limpió la carita de su hijo y le dio un par de besos en la mejilla.
000
El regreso al laboratorio, fue auspiciado por Lucius y fue en un taxi que los llevó desde Privet Drive. Y eso porque el Malfoy ya había tenido mucho del contacto con muggles por un día.
Al llegar y adentrarse en las instalaciones. Severus los vio con una ceja arqueada. Remus saludó.
–Buenas tardes Snape.
–Hola Lupin ¿Lucius?
El rubio platino se dirigió a la sala de descanso del lugar y ahí buscó algo de licor. Al encontrarlo se sirvió una copa y bebió antes de decir...
–Conocí al hijo de los Potter...
–... –Severus se quedó mudo.
–Si. Deseaba saber cómo era quien venció al Lord y... pues es un bebé.
–Aha... –instó Severus.
Pero Lucius dejó que Remus continuara.
–Fui a verlo, pero Lucius me acompañó y... él hizo que los Dursley nos recibieran; se presentó como un posible comprador de algunas casas del lugar; así ellos nos dejaron recorrer la suya y... Harry estaba en la cocina en un corral... Oh Snape, solo tenía un par de juguetes viejos y vestía ropas demasiados grandes... No pude ver más porque Petunia me sacó del lugar y cerró la puerta. Como fingí ser el secretario de Lucius, no pude objetar.
Ante el silencio del pocionista Remus se sintió solo, pues creyó que a este tampoco le interesaba la suerte de Harry, sin embargo alzó la cara y al encararlo, reparó en la furia bullendo por todo el cuerpo de Snape:
–¡¿Viejos?! ¡¿Viejos?! ¡Les envié Veinte mil libras* para los primeros gastos del niño!
Lupin abrió los ojos anonadado. Lucius...
–Yo no sabía eso... Aunque eso fue poco.
Severus al escuchar eso de su amigo, se defendió:
–Estaba alistando otro depósito de cincuenta mil más.
–Eso podría funcionar. –opinó el Malfoy.
–Bueno Harry no es Draco y no está acostumbrado al lujo. –terminó Severus.
–Oh eso explica muchas cosas. –concluyó el aristócrata.
Mientras Remus vio el intercambio entre esos dos, sin poder creer que todo eso estuviera sucediendo.
–¡Malditos ladrones! ¡¿Por qué Dementores Dumbledore dejó a ese niño con ellos?!
Se explayó Severus. Malfoy se encogió de hombros. Y el licántropo expuso lo que sabía.
–Cuando se le cuestionó con los de la orden. Dijo algo acerca de necesitar la protección de sangre de sus parientes.
–Oh eso explicaría muchas cosas. –opinó Lucius.
Severus bufó, más agarró sus pergaminos y mencionó:
–Que esto no nos quite el buen sabor de las agradables noticias... –los otros dos magos esperaron y el pocionista continuó– La sangre de hoy resistió tres minutos...
–¿Resistió? –preguntó Remus. Que se sentó en uno de los sillones y Lucius lo imitó entregándole una copa... que le fue arrebatada por Severus.
–No Lucius. Lupin debe estar al cien por ciento y en óptimas condiciones y sin drogas en su cuerpo.
–Oye Snape no uso drogas... –Los ojos de Severus fueron acusatorios– Bueno ya no uso, no he comido de mis pastelillos felices desde antes de llegar aquí.
Lucius se rió –según él discretamente–, pero Remus lo fulminó con la mirada.
–Lo siento, lo siento Remus, no pude evitarlo. Fuera de eso de verdad es una gran ocasión y debemos celebrar. –dijo el Malfoy.
–Pues yo no lo haré hasta que sepa el motivo –se negó el licántropo.
Severus se bebió la copa que antes le quitó a Lupin y ocupó el sillón individual viendo a Lucius, que afirmó moviendo un poco la cabeza; luego vio al de ojos color miel.
–Lupin si mi investigación tienen éxito... El primer Lycano podrá tener una mente racional y ocupar el lugar que le corresponde como líder de sus... hijos.
Remus analizaba lo expuesto por Severus, cuando el rubio platino, agregó:
–Podría, si llega a ser consciente, ayudarte con tu transformación.
–¡¿Curarme?! –exclamó Remus.
–No lo creo, pero sería menos doloroso y traumático tu cambio. Considero yo. –expuso Severus.
–Por eso todo esto solo lo conocemos nosotros... ahora tres y Narcissa. Claro también Marcus quien nos pidió este favor.
El Malfoy relató todo lo referente a como obtuvieron ese encargo y el motivo por el que la ayuda de Remus era bien pagada y totalmente secreta.
...
*Libras esterlinas; tipo de cambio con el peso mexicano: 27 de los nuestros por una de estas.
...
Muchísimas gracias noona-kane.
