Capítulo V


La rubia se arregló el cabello y con elegancia, se inclinó sobre la chimenea. Y la encendió con su varita. Después de unos minutos un atractivo rostro, emergió del fuego.

–Nunca me acostumbraré a esto. –dijo divertido Marcus.

Narcissa sonrió y le respondió:

–No es tan difícil, más en un futuro lo haré por ti si quieres.

–Será perfecto Cissy. ¿Y que novedades hay? Aunque solo verte es algo estupendo, mi amor.

–Igual para mi Marcus, ya te extraño. Pero si tengo algo que decirte... La última vez fue hora y media sin que la sangre de Lupin cediera del todo.

–¡Que maravillosa noticia, querida!

–Lo es, definitivamente. Pronto cariño, esperemos que pronto lo logren. –animó la rubia a Marcus.

–Y así mi hermano William podrá estar presente en nuestra boda.

Narcissa se ruborizo, más sonrió asintiendo en dirección del primer vampiro.

Ambos estaban muy enamorados y por esa razón; Narcissa se atrevió a ir en contra de las costumbres y todo lo que le impedía estar con Marcus; no así dejar a Draco, para ella su hijo era muy importante y el Corvinus lo sabía bien, por lo que al conversarlo, consideraron que el rubito pasaría tiempo viviendo con ellos, compartiendo la custodia con Lucius a quien el primer vampiro le tenía mucha estima por casi hacer realidad uno de sus grandes anhelos... ver a William consciente.

–Probablemente los visite para dentro de quince días. Viktor está reinando en este momento y se supone que debo estar durmiendo, más no me apetece hacerlo, ni dejarlo sin vigilancia; todo el aquelarre esta bajo su mando y debo decir que cada vez los veo más como simples snob sin oficio ni beneficio.

–¿Y qué piensas hacer?

Marcus, miró a la rubia y sonrió:

–Por el momento nada; esperar los resultados de las pruebas y si está vez hay suerte. William necesitará todo mi tiempo, incluso si me lo permites necesitaré tu ayuda con él.

–Claro.

–No será peligroso, más requerirá actualizarse y quien mejor que tú para enseñarle modales. –dijo coqueto Marcus.

–Oh ya verás que entre los dos haremos a tu hermano el perfecto caballero que, supongo fue...

Marcus sonrió radiantemente y asintió.

–Tengo que despedirme mi amor, pero nos veremos pronto. –prometió Narcissa.

Marcus afirmó y desapareció entre las llamas. La rubia se alejó de la chimenea y salió de la habitación caminando hacia la suya en el mismo piso; no sin antes revisar a Draco en su cuna. Allí encontró a Lucius que igualmente había ido a darle las buenas noches a su hijo.

El rubio se giró y dejó que Narcissa ocupara su lugar sobre la cuna, para besar el rostro dormido de Draco.

El mago y la bruja salieron, dejando a una elfina velando el sueño de su unigénito.

Ya en el pasillo; Lucius interrogó:

–¿Todo bien con Marcus?

–Si. Claro que esto lo tomó por sorpresa y para bien; sin embargo se obliga a no ceder a las esperanzas.

–Es lógico que con tantos fracasos sea reacio. No lo culpo.

–Ni yo. Si te soy sincera incluso para mí fue toda una sorpresa que ustedes dos..., no, ustedes tres, lograran esto y si bien sé que no es aun el resultado deseado. Lo que han logrado es más, de lo que los otros que lo intentaron, obtuvieron. Marcus me lo dijo.

–Ciertamente nunca creí que un enemigo de otros tiempos fuera el sujeto y que igualmente fuera la llave para esto.

–¿Te das cuenta Lucius?

–¿De qué?

–De que dejando de lado nuestras arcaicas costumbres y tabúes encontramos oro...

–Viéndolo de ese modo... tienes razón.

–¿Estás listo para luchar por ello?

–Tanto como lo estás tú, Cissy querida. Un licántropo y un Vampiro (así sea el primero) no serán bien vistos entre los de nuestra clase.

Narcissa le sonrió cómplice al rubio

–¿Y eso por que debería preocuparnos? Créeme Lucius, los otros deben estar muy ocupados viendo como saldrán de la banca rota en la que el Lord los dejó y enfrascados en no dejar que el Ministerio les quite lo poco que poseen.

El Malfoy arqueó una ceja y acotó:

–Eso no es posible. La única salida que tienes, si quieres ser absuelto; es dar muchos, pero muchos galeones.

–Y gracias a Severus y... Lupin. Tú querido Lucius, los tuviste.

–Ciertamente.

–Por cierto. Tal vez ya es hora de que vayamos a cenar con ellos. Supongo que debe ser en el mundo muggle. Es mejor que nadie de los conocidos nos vea; no deseo dar explicaciones. Además no quiero que Lupin se cree ideas erróneas y que ponga incomodo a Marcus; por eso me agradaría dejar toda la situación cristalina...

–En ese caso hablaré con Remus. Y es excelente ir al mundo muggle, como sabes en el mágico los licántropos siguen siendo cazados o exiliados.

Narcissa vio con simpatía a su exmarido por la familiaridad con que llamó al de la Orden, sin embargo no lo molestó por ello.

–Descansemos. Mañana te relataré con calma sobre el asunto del hijo de los Potter.

–¡Es cierto! Ahora recuerdo lo que te iba a comentar... sabes que los Malfoy podrían ser exiliados de los veintiocho ¿no?

Malfoy negó serenamente:

–Que yo sepa, Remus es un mago de sangre pura... licántropo, pero sangre pura.

–Oh Lucius eres un snob.

Se rió la bruja y de ese modo; los dos rubios se despidieron yendo a dormir a sus habitaciones.

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En su oficina del colegio. Severus reacomodó las tareas ya revisadas y se concentró en actualizar la lista de los ingredientes que le faltaban, para compararlos o darle la lista a Dumbledore; se desencantó por la segunda opción, pues eso le dejaba más tiempo para ir a informarse de cómo se avanzó con las pruebas; y es que si bien obtuvieron un avance, sintió que no era el que requería o esperaba.

Snape escuchó la chimenea y fue hasta ella. Dumbledore le pidió que fuese a sus habitaciones. El pocionista dejó su escritorio acomodado y salió rumbo a la torre del Director.

Caminó al lugar, repasó en su mente algunos datos de sus experimentos en la farmacéutica y se dijo que eso iba viento en popa y sin olvidar que gracias a ello dejaban muchos galeones para Lucius y él.

Al arribar a la puerta, pronunció la contraseña:

Grageas de colores...

La puerta se abrió. Dumbledore estaba en el balcón y hasta allí caminó Severus. El mago con túnica colorida veía al horizonte y no se volteó, más comenzó a decir...

–Severus... ahora que has estado en el mundo muggle –El pocionista ni siquiera se sorprendió de que Dumbledore supiera esa información, este era un mago astuto y con muchos años de experiencia– ¿Has sabido algo de nuestro chico?

Severus negó; Albus ya podía esperar sentado, que le soltara toda la verdad sobre lo que planeaban, los otros y él.

–No Albus. ¿Por qué?

–Me preocupa que los Dursley no hayan pedido más recursos.

–¿No? –preguntó Snape, mas sabía que esos sinvergüenzas recibían –si bien ya no mucho–, si lo suficiente que él enviaba con Lucius y Remus, cada vez que estos visitaban a Harry. Y es que iba a tomar la decisión de ya no darles nada a esos muggles, parientes de Harry, más se preocupó porque el niño sufriera las consecuencias.

–Ambos conocemos a Petunia, y si bien no pensaba recibir a Harry, la convencí y le aseguré que el niño no sería una carga monetaria. –contó el mago de más edad.

–Ya veo. Ahora entiendo porque no lo rechazó de tajo.

–El caso es que sus exigencias no se hicieron esperar y dos días más tarde envió una carta o lo intentó, para exigir recursos económicos. Precisamente por ello me intriga que han sido semanas y no ha vuelto a pedir nada...

–¿Irás a verlos?

Dumbledore negó y se giró para regresar al interior de la habitación.

–No, no debemos interferir con la vida de Harry; podría ser contraproducente. Debe crecer sin saber nada del mundo mágico y tampoco temiendo por su vida.

–¿Y porque sería eso? si aquí para muchos es un héroe.

–Exactamente para muchos, ¿pero para los que no? Es mejor que siga con sus parientes muggles.

Severus sospechaba que Dumbledore se estaba guardando –como siempre– información, por lo que cuestionó:

–¿No solo es por la protección de sangre?

–...

Como Dumbledore no respondió. Snape optó por ofrecer.

–Si quieres puedo buscar entre los datos de mis socios muggles algún modo de saber del niño Potter, sin que tengamos que estar cerca.

–Te lo agradeceré hijo.

–y Cambiando de tema. Necesito algunos ingredientes para las clases. Deseaba saber si puedes pedirlos.

–Seguramente, más es extraño que no prefieras ir tú.

–Tengo algunos pendientes en mi laboratorio y deseo adelantar antes de los exámenes finales.

–Está bien Severus. Yo los mandaré a comprar o los pediré.

–Gracias Albus. Si no hay otra cosa me retiro.

Dumbledore vio ir hacia la puerta a Severus y le mencionó de pasada...

–Espero que tu trabajo extra esté marchando bien...

Severus agarró y picaporte, más volteó hacia el anciano.

–Van bien, gracias.

–Solo ten cuidado de las trampas en los negocios. No sabes que clase de gente se acerqué a ti por interés.

Snape asintió sintiéndose molesto y presionado:

–Sí, Albus lo tendré.

Snape abrió la puerta y se retiró; durante el trayecto a sus habitaciones se cuestionó si Dumbledore estaba al tanto de todo lo que los demás y él hacían y solo jugaba con ellos, esperando por intervenir cuando se le viniera en gana. No lo dudaba, más hasta no estar seguro no revelaría nada de sus planes a futuro y si al final de todo Albus se oponía a ello, él tendría que unirse a Lupin y demostrar que tenían la razón.

Que los Malfoy no poseían buena reputación como magos buenos era una verdad innegable; más en su opinión el niño Potter se hallaría mejor protegido por magos que por unos muggles que les importaba más el dinero que ser almas bondadosas o siquiera empáticas con un niño que no era suyo.

El pocionista, antes de irse a descansar, revisó de nuevo sus clases, todas eran a primera hora y debía hacer activa la convivencia para que los alumnos no se durmieran.

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Remus se duchó y aun con una toalla sobre sus hombros fue hasta la cocina y se preparó una taza con té. No deseaba activar a su organismo con chocolate, pues quería dormir bien, ya que al otro día tenía visita con los Dursley.

No quería tener ojeras o lucir demacrado ante el rubio platino. Al ir a su habitación sonrió, al pensar en que de casi caer hasta el fondo y nunca salir, su vida dio un giro de ciento ochenta grados y para bien. Obtuvo una nueva oportunidad de vida, una pareja y casi tenía la custodia de Harry en sus manos, por la que pelearía con garras si era necesario, no iba dejar que el morenito tuviera que vivir más tiempo con los Dursley, quienes lo rechazaban y despreciaban a pesar de ser solo un inocente niño.

Remus dejó la toalla en el baño y caminó hasta la cama; colocó la taza en uno de los esquineros y se metió bajo las mantas bebiendo su infusión; de pronto se rió, pues pensó que a ese té le vendría bien un acompañamiento de brownies simpáticos..., pero estos ya no pertenecían ni de lejos a su dieta.

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Al día siguiente, Lucius –a la hora del desayuno–; le relató a Narcissa todo lo que consiguió con su investigación y la decisión que habían tomado. La Black escuchó con atención, sin dejar de vigilar a su propio retoño y al ver que este no estaba en la labor de comer solo; dejó que el Malfoy lo cargara y alimentara.

–Es muy raro que Dumbledore no hubiera hecho esa misma indagación que tú, antes de llevar al pequeño con esas personas ¿no crees?

Lucius le limpió las manos a Draco que ya bostezaba y lo acomodó en sus brazos para que tomara una siesta.

–Conociéndolo si lo habrá hecho y llegado a la misma única opción... Los Black como los más cercanos parientes.

–Ciertamente los muggles serían la más segura elección. Estando militando hasta hacía poco con el peor enemigo del mundo mágico, ni siquiera nos lo mencionaría.

–Por si fuera poco, al mismo tiempo teníamos suficientes problemas con los aurores revisando la mansión y el Ministerio presionándonos.

–En fin el motivo no es importante. Lo que se requiere en este momento es agilizar las cosas y aprovechar que supuestamente Dumbledore no quiere irrumpir en la vida del pequeño.

–¡Tonterías! –exclamó el rubio mayor, más se calmó, pues su hijo se removió ante el exabrupto y lo arrulló para calmarlo.

–No lo creas; ese mago no hace las cosas sin tener un plan... la cuestión es saber cuál y el motivo de este.

El aristócrata estaba de acuerdo con su exesposa y por ello, consideró que esa misma tarde hablaría claramente con los susodichos muggles e iniciaría el cambio de custodia del niño Potter... de Harry.

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El aula de pociones quedó desierta en cuanto la clase concluyó. Severus recogió sus pergaminos y salió rumbo a sus habitaciones. Era el último grupo de ese día y él deseaba ya ir a su laboratorio en Londres muggle.

El pocionista dejó sus apuntes de las clases y agarró los que eran del laboratorio; para usar la chimenea y de ahí ir a la zona de apariciones.

Los alumnos lo vieron caminar rápidamente por los pasillos, más no le dieron importancia a su apresuramiento, pues desde el inicio de ese año escolar, era raro ver al profesor de pociones fuera de la hora de clase.

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Remus se miró de nueva cuenta al espejo y se sintió muy bien al ver su reflejo con todos los buenos cambios que habían ocurrido en su persona.

El licántropo agarró la bolsa con las prendas nuevas que llevaba como regalo para Harry y salió hasta la puerta que conectaba a su departamento con el pasillo del laboratorio. De allí marchó hasta la zona de sus pruebas y se asomó a ver si Severus o Lucius ya habían llegado. Ninguno lo había hecho, no obstante era temprano para los dos.

Remus se sentó en una de las sillas del pasillo y esperó. No tuvo que hacerlo mucho, pues vio a Severus arribar y unos pasos detrás a Lucius.

–Lupin.

–Hola Severus.

El mago de cabello negro, se acercó al rubio trigo y le entregó un paquete que hizo grande. Era un muñeco de felpa, un hipogrifo de color gris claro y de buen tamaño.

Severus se puso algo nervioso, pero Remus se apiadó de él y aseguró:

–Es hermoso, solo espero que Petunia deje que lo tenga.

Lucius se adelantó y comentó:

–O pueden guardarle todos esos regalos y dárselos cuando ya esté en mi casa. Hoy mismo les diré a esos muggles que el niño se viene con nosotros.

–Estoy feliz Lucius, pero... ¿no es muy pronto? ¿Y si Albus se entera? –preguntó preocupado Remus.

–Por eso debemos actuar de inmediato. Y estar unidos en esto. –aseveró el Malfoy.

Severus vio a su amigo rubio y dejó salir el aire...

–Te mandaré la transferencia de galeones, en cuanto salga.

–Ya lo tengo dispuesto. No exageres que no es tanto dinero por salvar a un joven mago. Ahora Remus, vamos.

Lupin agarró todos los regalos, los colocó juntos y los hizo pequeños; luego regresó a su departamento y los dejó ahí. Saliendo de inmediato para unirse al Malfoy.

El trio de magos se separó, para ir a sus respectivos compromisos. Lupin sonreía sin poder evitarlo y Lucius se concentró para alistar su discurso y que los muggles no pusieran muchas trabas a su transacción.

Probablemente fue la cantidad de dinero, aunado a la clara molestia que constituía tener a un pequeño niño mago que le recordaba a petunia que ella no poseía nada de magia, o simple suerte; no obstante una hora y media luego de que Remus y Lucius llegarán al Privet Drive 4; salieron llevando con ellos a un morenito de dos años que miraba el exterior con sumo interés, desde los brazos de Remus.

Lucius caminaba a lado del rubio trigo sin negar que la sonrisa de este bien valía que Dumbledore fuera una amenaza para los Malfoy y a decir verdad aceptó asimismo que ver como el pequeño se hallaba igual de emocionado, le fue muy gratificante.

Los magos optaron por no usar nada de magia, porque los Dursley no dirían nada del intercambio; más no podían estar seguros de lo que Dumbledore podría saber o no.

El Malfoy detuvo un taxi y el trio subió.

Harry y Lupin vivirían en el departamento de este en el laboratorio; pues de por si el lugar poseía protecciones mágicas y muggles. Cuando las pruebas no requirieran tanto de Remus, él y Harry se mudarían con los Malfoy, no obstante Lucius y Narcissa consideraban que Draco debía convivir antes con el pequeño Potter para que se fuera acostumbrando.

El taxi llegó a su destino y los tres magos bajaron, adentrándose veloces al edificio y directo al departamento de Lupin. Severus fue llamado por Lucius unos minutos luego de que Harry fuera instalado en el lugar.

Snape vio al morenito y si bien ya lo conocía; las circunstancias no fueron las ideales y por eso no había podido ver esos ojos... los ojos de Lily Potter.

Severus se dio cuenta que si bien el pequeño se mostraba algo sociable no lo suficiente para un infante de su edad; más estaba seguro de que la convivencia con Lupin haría maravillas con él, confiaba en ello.

...


Muchísimas gracias Sakura1402 y Sweetvioleth.