Capítulo VI


Severus se acercó lentamente hasta el infante y para no molestarlo o incomodarlo se sentó en el sillón. Lo miró largamente y los recuerdos lo inundaron. Los buenos fueron un oasis y el ultimo una gran tristeza, sin embargo Snape atesoraba todos, pues eran lo que quedaba de Lily... No –se recordó– ella dejó más; dejó a ese pequeño que necesitaba de gente que lo protegiera y que si la fortuna lo decidía vería más allá de lados, mestizajes, prejuicios o errores.

Los magos mayores; tenían cada uno sus motivos para que Harry estuviera con ellos, contrariamente a lo que se asumiría, ninguno actuó para dañar al niño y eso lo más importante.

Con el morenito jugando con su nuevo muñeco, sentado en la alfombra y Remus vigilándolo sin dejar de sonreír. A Severus se le ocurrió...

–¿Lupin desayunaste bien?

El licántropo, vio en dirección del pocionista y asintió:

–Si. Lo hice y de hecho también los Dursley nos invitaron té y pastas de granola.

–Ya veo ¿y cómo te sientes? –cuestionó de nuevo Severus.

–Muy bien y totalmente feliz.

Respondió con sinceridad el rubio trigo. Igualmente Lucius se cuestionaba el motivo de ese interrogatorio de Snape; más su duda quedó resuelta, al momento en que el pocionista pidió...

–Déjame sacar una muestra. Te aseguro que no será mucho tiempo.

Lupin aceptó, demasiado contento para molestarse por ello, tan solo pidió.

–En cuanto Harry tome su siesta, iré al laboratorio.

–Está bien.

Aceptó El pocionista; sin levantarse, acercó una mano hacia el infante, más este no pareció sobresaltarse y Severus aprovechó eso para tocar la cabeza pelinegr, que luego peinó con los dedos, susurrando...

–Lo lamento Harry...

Remus no intervino para nada, buscando ese gesto fuese solo entre Harry y Severus. Los ojitos verdes enfocaron al mago de cabello negro y sonrió con timidez, más no lloró.

Snape y se levantó con calma para salir del departamento. Lucius lo imitó, diciéndole a Remus:

–Debo ir a mi casa, pero espero regresar en un par de horas ¿puedes solo con él o quieres que traslade a un elfo?

Remus vio al pequeño y sin borrar la sonrisa, contestó:

–No me molestaría contar con ayuda; no puedo estar todo el tiempo con él y dejándolo con un elfo me sentiría más confiado.

El Malfoy aseguró:

–Bien. Traeré a Naly, ella es una de las elfinas que cuida de Draco.

–¿No la necesitaran ustedes? –preguntó Lupin.

–No. Hay otras tres elfinas que pueden turnarse.

–Gracias por todo, a los dos.

Concluyó el licántropo. Los magos mencionados negaron.

–Era una promesa. –acotó Snape.

–Igual para mí. Una que te hice.

Los dos exslytherin salieron y Remus siguió vigilando a Harry que balbuceaba algunas palabras. Pasada una hora y media, y notando que el pequeño se tallaba los ojitos. Remus calentó algo de leche en una taza y la llevó a la sala, donde Harry la bebió con algo de ayuda del licántropo, pues si bien ya se notaba que comía solo, no era tan diestro... Cuando Remus lo cargó medio dormido y lo llevó hasta la recámara se dijo que tendría que salir a comprar lo necesario para el morenito. Remus sonrió orgulloso al recordar que tenía los medios para darle lo necesario y un poquito más, a su cachorro. Ahora agradecía a su valor de presentarse esa tarde en las pruebas, porque obtuvo muchísimo por ello, incluso mucho que nunca se imaginó.

Lupin acostó a Harry y le colocó una barrera de almohadas; viéndolo dormir tranquilamente consideró que cuando conociera a los hermanos Corvinus, les agradecería por buscar esa alternativa con los magos de Londres, y con Severus y Lucius.

Dejando la puerta abierta de la habitación, el licántropo trotó veloz fuera del departamento, sin olvidarse de cerrar este con llave.

Estaba nervioso por dejar a Harry solo, más al ir por el pasillo se dijo que precisamente debía ayudar a los que lo auxiliaron a su cachorro y a él.

Severus lo vio arribar. Ya tenía todo listo, por lo que en cuanto se sentó Remus, inició con la extracción de sangre, que como prometió fue rápida y eficaz. Snape al concluir ordenó...

–Ya puedes irte Remus.

–Si. ¿Estás seguro que solo con eso poco puedes trabajar?

–Lo hago. Es para investigar cierta posibilidad. Ve a ver a Harry.

–Bien, te tomo la palabra, pues lo dejé durmiendo, pero con los niños no se sabe.

–Lo imagino. Que si bien Lucius ya se fue; aun no debe haber llegado a su casa, pues deseaba pasar a Gringotts.

–Oh...

–Le pedí ese favor; pues he pedido vía lechuza algunas cosas para el pequeño y debo enviar los galeones, pues ya deben de haber llegado a la Mansión Malfoy.

Lupin se asombró y exclamó avergonzado:

–No debiste Severus, ya has hecho mucho por...

–No te opongas Lupin, sería inútil. Es mejor gastar en Harry cuando sé que todo será usado en su beneficio y no como con los Dursley.

–Yo tengo dinero, te ayudaré.

Snape –que alguna vez estuvo también en una situación no tan acomodada– consideró que el orgullo de Remus sería golpeado si no aceptaba su petición, así que respondió.

–Me parece bien. La elfina traerá todo. Espera aquí. –Snape fue hasta su oficina y regresó con un par de catálogos mágicos– Por si necesitas más cosas.

Remus agarró los catálogos y asintió.

–Buen si sigues trabajando, que estoy seguro así será. Te esperamos para cenar.

–No hay necesidad de...

–No acepto una negativa, Severus.

Cortó Remus y se retiró del laboratorio. El pocionista sonrió levemente y luego se enfrascó en las pruebas que deseaba hacer por el estado de ánimo que tenía ese día Remus. Se estaba saliendo del protocolo meramente científico, esperando que hubiera algún cambio por la alegría del sujeto de ensayo, sin embargo como buen investigador no dejaba nada que probar, no si con eso ayudaba a acercarse a un resultado positivo.

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Los tramites con los duendes no eran algo con lo que no estuviera acostumbrado y más llevando todo lo necesario para que pudiera retirar de las cámaras que compartía con Severus por su sociedad mercantil y es que como buen empresario, el Malfoy consideró colocar los gastos del pequeño Potter como consumos de la empresa y de ese modo que no les costara a ese par y pudieran deducirlo, después de todo era lógico que negocios de pociones o farmacéuticas pudieran necesitar sujetos de estudio y con ellos lo necesario y más, para estos.

Con las cosas resueltas el rubio aristócrata se dirigió a su hogar. No tardó mucho y ya dentro de esta, llamó a Naly, a quien en cuanto apareció le dio sus órdenes. Y si bien la elfina era feliz sirviendo a sus amos, que la pusieran cargo de otro niño importante para estos, la hizo doblemente feliz.

–Alístate y guarda los paquetes que están en mi despacho. Solo veré a mi hijo y nos iremos.

La elfina obedeció desapareciendo. Lucius subió a la segunda planta y ahí buscó a Narcissa y Draco, en el cuarto de juegos de este.

Como intuyó, los halló allí y saludó a la rubia.

–Cissy...

Ella dejó el libro que leía a un medio dormido Draco y alzó la vista hacia el recién llegado. El rubio cargó a su hijo desde los brazos de Narcissa y besando la cabecita de este, lo llevó hasta un elegante portabebés que se balanceó en cuanto el rubito fue depositando sobre él.

Narcissa señaló la otra silla del pequeño comedor. Lucius se sentó.

–¿Y qué sucedió? ¿Cuándo irán por el jovencito Potter?

El rubio sonrió irónico al responder:

–Ya lo hicimos. Ellos cedieron de inmediato. Ya está en el departamento de Remus.

–¡Oh por Merlín! –chilló la Black– Eres un genio para convencer, Lucius.

–Gracias, querida.

–No sé si es una virtud, pero en esta ocasión si lo es. –aseguró ella.

–Por cierto, sobre Harry viviendo con Lupin. Ellos requieren...

El Malfoy le contó a su exesposa que se llevaría a Naly. Narcissa estuvo de acuerdo.

Los rubios continuaron conversando, hasta que Draco despertó y pidió la atención de su padre, claro que la obtuvo sin dudar.

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El licántropo se esmeró en la preparación de la cena y es que era una ocasión muy exclusiva y maravillosa. Hizo comida especial para Harry que en cuánto despertó y reconoció donde se encontraba, quiso seguir jugando con su muñeco y sin hacer mucho alboroto se acomodó en la sala sobre la alfombra, entreteniéndose.

Remus temió que el morenito se alterara al no ver a Petunia o notar que esa no era la casa donde vivió poco menos de un año; no obstante y con un poco de tristeza, Lupin comprobó que Harry no extrañó nada de esa parte de su vida.

Con los alimentos en el horno o marinándose; Lupin se unió al juego del pequeño de ojos esmeralda.

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Severus casi gruñó divertido, pues si bien el resultado de la prueba fue por poco, casi el mismo que llevaban; la rapidez con la que sucedió fue muy diferente. Literalmente la sangre de Lupin se defendió con más ahínco de la de William. Severus se dijo que lo cruciaran si no tuvo que ver el estado de ánimo del exleón, con esos resultado.

Snape se estiró y vio la hora; aún era temprano para la cena; más considero que ya iría a ver a sus sujetos de estudio.

Cerró y arregló todo en el laboratorio y salió de este. Tuvo tiempo de revisar algunas cosas de las otras áreas –que para su tranquilidad iba viento en popa– antes de ir al área fuera de las salas de pruebas y en dónde se encontraba el departamento de Lupin.

Llegó a la puerta y al tocar...

–Adelante, no está cerrado. –dijo la voz de Remus desde el interior del lugar.

El rubio trigo se hallaba sentado en el sillón con Harry acomodado en sus piernas, mientras ambos veían muy interesados uno de los catálogos que él le dio esa tarde.

El morenito al ver al pocionista agitó la mano emocionado, mostrando:

–¡Ato! ¡Un ato!

–¿Gato? –preguntó Severus y el niño asintió efusivamente con la cabeza, señalando una imagen en la revista.

Remus rió divertido y explicó:

–Parece que Harry ya ha escogido algo que le gustó.

–Oh vaya, me imagino que es un muñeco. –dijo divertido Snape.

–Si.

–Ya que seguro se lo vas a comprar, deberías de revisar lo que Lucius traerá y hacer tu lista.

–Sí, lo haré. Gracias.

Snape se encogió de hombros. El trio estuvo otro rato comentando sobre los artículos en venta, hasta que Remus se levantó con Harry y se lo entregó a un asustado Snape que se negaba.

–No te morderá Severus y debo ver si la cena ya está lista para servir; así que cárgalo.

Al ver tan firme a Remus y muy cooperativo a Harry, Snape tomó al pequeño que le sonrió antes de pedir que le diera a su muñeco. El pelinegro mayor atrajo al hipogrifo con un pase de varita y Harry chilló emocionado, claro que el que Severus hiciera levitar al muñeco, contó mucho.

La mesa ya estaba servida al momento en que Remus terminó de colocar los moldes con lo necesario y llamó a los dos pelinegros. La puerta se escuchó y Lucius entró llevando a la elfina.

El infante de ojos verdes gritó entre nervioso y emocionado al verla. Ella agrandó los paquetes y a una orden de Lucius, caminó hasta los otros magos, presentándose:

–Amos, soy Naly, amos.

–Bienvenida Naly. Soy Remus Lupin y este bebé gritón es Harry, a quien cuidarás.

–Oh es hermoso, amo Lupin, si es muy bonito el amito Harry.

Harry deseaba tocar a la elfina y Severus lo bajó para que lo hiciera; ella se notó especializada en tratar con infantes, pues lo dejó y conversó con él.

Malfoy cargó al morenito y se lo entregó a Remus.

–Que coma, en lo que Naly acomoda lo que trajimos.

–¿Ustedes ya cenaron? –preguntó Severus.

–Ya. Gracias.

La elfina se puso manos a la obra y enseguida apareció una silla especial para el morenito, que para asombro de los adultos, quiso estrenar en ese instante.

El rubio aristócrata aceptó un pedazo de tarta de fresas y un taza de té; para acompañar a los otros en la mesa; fue allí que les explicó...

–Los gastos de Harry correrán por cuenta de la Empresa. Es mejor para nuestros impuestos y se podrán ahorrar esos galeones, que criar a un niño mágico no es algo barato.

Severus y Lupin rodaron los ojos, más estuvieron de acuerdo con la solución del Malfoy; pues era un Todos ganan.

La cena para Harry concluyó, al momento en que comenzó a cabecear. Naly se ofreció a llevarlo a su cuna.

Con el niño dormido. Severus se despidió...

–Tengo que regresar a Hogwarts, para ver si hubo alguna reacción de Dumbledore; por el cambio de residencia de Harry.

–Te veremos mañana. –dijo Remus– Y gracias por todo.

–No hay de que Lupin. Lucius me acompañas.

Lucius obedeció al pocionista en lo que Remus fue a ver al morenito y su nueva cuna.

En el pasillo; Severus no se anduvo por las ramas.

–Lucius si ya sales con Lupin, invítalo a salir.

El rubio aristócrata arqueó una ceja, ante la petición de Severus.

–Aunque aprecio tu apoyo, me extraña tu interés.

–Digamos que la felicidad de Lupin, me beneficia o mejor dicho beneficia mi investigación.

–¡¿Estás seguro?!

–No cien por ciento, pero... si mucho.

–Bueno; no había dado un gran paso, porque deseaba que Remus y Harry estuvieran juntos.

–Ya veo. Que bien. Me voy. Cuídate y cuídalos.

–Igual tú; no te arriesgues con la suspicacia de ese viejo.

–No lo haré.

Respondió por último el pocionista y emprendió su camino.

Lucius regresó al apartamento y se quedó revisando junto con Remus todo lo adquirido para Harry. Había de todo, ropa, utensilios, juguetes, un corralito, cuna y ropa de cama.

Lupin dejó todo en su lugar. Luego fue a la cocina sirvió un pedazo de tarta y té para Naly y se lo llevó a esta, que velaba el sueño de Harry.

Lucius suspiró ante la amabilidad y empatía de Lupin, sin embargo se dijo que se tenía que acostumbrar a ello.

...


Mil gracias por sus comentarios, me encanta saber que siguen esta historia. Sakura1402, Eimi Romane.