Capítulo XI


Debía sacar algunos libros de la biblioteca, más solo sería por mera confirmación, de lo que ya sabía. No se conocía otro hablante de pársel a excepción del Lord y de Salazar. Sin embargo estaba más interesado en el motivo por el cual esa habilidad se pasó a Harry y que otra cosa igualmente lo hizo.

Obviamente los libros de la biblioteca de Hogwarts eran vastos, sin embargo creyó que necesitaría más y antiguos; por lo que consideró pedirle unos a Lucius y ver si la casa del Black poseía algo que no hubiera sido robado o requerido por el Wizengamot.

Esa noche sería de descanso para estar totalmente enfocado en William y todo el proceso que llevaría este.

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Narcissa y Lucius dejaron al rubito durmiendo y ellos se retiraron a sus habitaciones. Al darse las buenas noches, la bruja mencionó:

–Les deseo suerte y cuida de ellos...

–Oh Narcissa, mejor eso pídeselo a Marcus, que si esto no funciona, solo él podrá controlar a William. Bueno considerando que esto va a realizarse, me preguntó si ¿te irás ya con ellos?

La rubia sonrió y asintió:

–Quiero que William me conozca y ayudarlo en lo que pueda; más esperaré unos días hasta que esté más tranquilo.

–Ya veo.

–Pero no te preocupes, ustedes puedes seguir yendo con Remus y Harry. Mira que Draco no estuvo muy contento de no ver a su amigo. Bueno y si ya lo consideras adecuado que ellos vengan a vivir aquí. Después de todo con las protecciones que tenemos no los descubrirán.

–Me agradaría que ya vivieran aquí; no obstante Severus desea que se queden en el departamento en lo que averigua si la sangre de William ya puede serle de ayuda a Remus.

–Entiendo. En ese caso hasta mañana Lucius y que todo salga bien.

–Eso espero Cissy y buenas noches a ti también.

Los rubios se adentraron, cada quien en su habitación.

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Podría volar si fuera solo, pero con el peso de su hermano no era factible y tampoco que lo vieran ni magos ni humanos. Además tampoco se arriesgaría a que alguno de los descendientes de William de él, los viera y la noticia se corriera como pólvora. Su deseo era que la liberación y sanación de William no fuera del dominio de los vampiros y Lycanos.

Además el cubrir a William solo haría a este más molesto y poco manejable; por eso el curioso dúo viajaban en un gran vehículo reforzado; con Marcus sin dejarle de hablar al hombre lobo para que no hubiera problemas.

Habría que tomar un barco; pero Marcus ya tenía todo listo y si debía que viajar en el mismo contendor que su gemelo, para que este no se sintiera nervioso, lo haría.

La cura era una maravillosa noticia, esa que esperó siglos; más igualmente controlar a su gemelo y llevarlo a Londres humano sería todo un reto; no en vano necesitó ayuda de Viktor, Amelia y el ejército de estos para detenerlo. En esos momentos solo contaba con la buena voluntad del lobo, pues a pesar de que existía un poco de la mente de su hermanito, no era suficiente para detenerse si llegaba a alterarse y comenzar con un desaguisado por decirle decentemente.

Marcus siguió relatándole a William todo sobre los magos que le ayudaron, de su prometida, del hijo de esta y de Harry; todo con detalles para que por lo menos el hombre lobo siguiera comiendo (una gran porción de carne cruda) y moviendo levemente una de sus orejas en reconocimiento de que lo escuchaba, aunque no comprendiera mucho o nada de lo que decía.

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En cuanto estuvo listo y desayunó. Snape se dirigió a su laboratorio; en vacaciones podía tener bastante tiempo libre y eso conllevaba que Albus no lo presionara o se inmiscuyera en sus actividades. El pocionista al salir temprano decidió pasar por el callejón Diagon para buscar algo en Flourish & Blotts. Que en sus bolsas de compra llevara, un par de libros mágicos para niños no era importante. Considerando que Harry y Draco estarían en la Mansión toda esa tarde y probablemente noche, con Narcissa y las elfinas; debían tener cosas para entretenerse.

Severus caminó hasta el Caldero Chorreante mirando con curiosidad que el mundo mágico ya se encontraba recuperado o mayormente desde el final de la pesadilla llamada Voldemort. Y todo gracias al sacrificio de una bruja... Definitivamente Harry tendría todo lo que necesitara si en sus manos estaba dárselo. Ese pequeño a pesar de ser un Potter se había hecho un gran lugar en su corazón, ese que creyó muerto desde ese día en que Lily pereció.

Severus estaba seguro que de no tener ese proyecto con Lucius, abrirse a la posibilidad de investigar por Marcus y aceptar a Lupin en su laboratorio, él simplemente se hubiera sumergido en las redes de Dumbledore siendo su peón sin posibilidades de ir en contra de sus peticiones.

Severus se permitió beber un tarro de cerveza de calabaza en el Caldero, eso para hacer un poco de tiempo para que Lupin y Naly tuvieran a Harry y las cosas de este, listas para su visita a Malfoy Manior. Él era el encargado de llevarlo.

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Lucius entró al cuarto de Draco para llevarlo a desayunar. Lo cargó y este se quedó colgando...

–¿Y que sucede Draco?

–Mamá dijo que Haddy enia y no vene...

–Hijo apenas despertaste, ni siquiera has desayunado y puede que el tampoco; ambos deben hacerlo para poder seguir con su día.

–¿Pometes que vene?

Ambos rubios llegaron al desayunador cuando el mayor respondió:

–Claro que si Dragón, él viene y va a estar todo el día.

–¡Ben!

Narcissa sonrió y bebió luego de su taza, ese niño era un manipulador adorable.

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Snape pensaba pasar a la sala privada para revisar de nuevo, más no tuvo ni oportunidad, pues Harry ya corría a su encuentro en la entrada del laboratorio, con Remus y Naly pisándole los talones.

–¡Ya vamo tío Sev, ya amono!

Lupin rodó los ojos y se dirigió al pocionista.

–Ni me dejó terminar mi desayuno.

–Ya veo. Yo me encargo, regresa y come bien. Lucius no debe tardar. Yo me quedaré un par de horas con Narcissa... –Luego agregó– Aprovechen.

Remus pasó de blanco a rojo furioso en segundos y no hechizo a Severus porque este ya cargaba a Harry para retirarse de ahí.

Naly simplemente siguió al profesor; sabiendo que todos ellos eran muy cercanos y con actitudes extrañas.

Remus regresó a su casa y recalentó su desayuno; si bien no tenía mucha hambre; Severus no bromeaba cuando le pidió que se alimentará.

Aun vestía su pijama y si bien se sonrojó un poco cuando vio entrar a Lucius con ropa elegante, no hizo intento de correr a cambiarse.

El rubio platino vio a su compañero y caminó hasta él besándolo, al separase Lucius se lamió los labios, saboreando...

–¿Chocolate en el desayuno Rem?

–Para mí no existe hora exclusiva.

Dijo coqueto Remus. El rubio se dijo que aquello definitivamente era una clara invitación y alzó a Lupin para besarlo con más intensidad, recorriendo el cuerpo de este con las manos... tenían tiempo para algo de diversión y el ejercicio siempre era bueno.

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Cuando Harry y Severus llegaron a Wiltshire. Lucius ya no se encontraba. Narcissa los recibió y los guió a la salita que Draco y ella compartían. Ahí los niños se saludaron como si no se hubieran visto en años. Los adultos se sentaron metiéndose en una entretenida conversación, sobre las noticas actuales de Londres mágico.

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Mala suerte para ese vampiro que al descender en el muelle lo reconoció por su olor o mejor decir que al ver a William casi se desmayó. Marcus no podía dejarlo con vida, más fue misericordioso y eso fue lo justo. Le arrancó la cabeza en un segundo. Afortunadamente no fue un Lycano, pues estos si dejaban cuerpo detrás de su muerte y los vampiros solo cenizas y ya. Marcus subió a su hermano que al ver la muerte del vampiro se puso reacio a seguirlo; así que el Corvinus mayor tuvo que presionar y usar su fuerza para guiarlo al vehículo...

–Sigamos William, ya estamos cerca.

El hombre lobo gruñó, sin embargo Marcus jaló las cadenas impidiéndole –con trabajo– el movimiento.

En cuanto los dos estuvieron dentro del auto, el mayor arrancó sacando humo de las llantas.

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Era más de las cuatro de la tarde. Ahora los tres magos ya se alistaban para el procedimiento, Marcus llamó no hacia mucho, avisando que llegaban en una hora.

Severus revisó de nuevo la camilla y las ataduras; ambos de materiales muy resistentes. Lucius acomodó las cadenas de plata, para tenerlas a mano y muy lejos de Remus.

Mientras Lupin trataba de controlar sus nervios, a pesar de lo curioso que se encontraba por conocer a William.

El aviso llegó y el estacionamiento exclusivo que daba a la sala privada fue abierto par que el vehículo de los Corvinus entrara.

Marcus bajó y se acercó a la parte trasera, más antes de abrirla, pidió:

–Severus, Lucius será mejor que se queden fuera de su vista hasta que lo ponga seguro.

Los magos no tardaron en obedecer y se retiraron al ala de espera, la que se hallaba separada por un cristal resistente y que podía cambiar de color.

Remus se quedó en discreto segundo plano, pues sin su transformación era solo un mago. Marcus llamó...

–Ven Willi...

El lobo gruñó, sin embargo obedeció y bajó. Remus tragó saliva al ver como el fuelle del auto subía bastante en cuanto el enorme peso del hombre lobo lo abandonó. William bajó y Remus abrió los ojos, impresionado. Claro que se imaginó que William Corvinus no sería como cualquier hombre lobo, más la bestia que estaba frente a sus ojos era un titán lobuno. De más de dos metros y medio de altura, con una gran cabeza de fauces que fácilmente podrían destrozar a un ser humano sin abrirse mucho. Las orejas puntiagudas que se movían inquietas y la nariz que se contrajo al notar a Remus. El rubio trigo se quedó tan quieto como un venado frente a los faros de un auto, escuchando el gruñido ronco que vino de William.

Marcus apretó su agarre en el poderoso brazo de su hermano y murmuró...

–Sí, es uno de los tuyos... o una... –acotó viendo con disculpa a Remus a quien en ese momento no le importó como le llamaran con tal de no ser la cena de William.

El primer hombre lobo caminó y Lupin no pudo evitar admirar que este no se inclinara como lo haría cualquier otro licántropo, no, William era un real Hombre (erguido) lobo (letal).

Marcus avanzó junto a su hermano menor que sin que Remus lo notara lo hizo andar a su lado, era como una orden no dicha, pero inherente del alfa a un miembro de su manada.

De ese modo entraron al laboratorio y Marcus hizo sentar a William, y si bien este se removió inquieto al sentir las ataduras, Lupin auxilió al susurrar...

–Es por su bien...

La voz que usó el mago fue la misma con la que convencía a Harry de hacer algo sin presionarlo, guiando y no ordenando.

Por fin el hombre lobo estuvo atado y Marcus vio en dirección del gran vidrio.

Severus salió seguido de Lucius intentando pasar desapercibidos, más el olfato de William ya los había reconocido, uno con esencia de la hembra de su manada recién conocida y el otro... olía a lo que todo ese lugar; por eso no se extrañó cuando ese par entró. Marcus no lo supo, pero agradeció que el otro Corvinus no se molestara por la presencia de los otros dos magos.

Severus sacó el contenedor refrigerado y lentamente lo colocó en una de las mesas más cercanas de la camilla. Alcanzó una de las ampolletas y sabedor de lo importante que era, ofreció:

–¿Quieres hacerlo tú, Marcus?

El vampiro, vio la inyección y asintió. Agarró el pequeño inyectador metálico y sin dejar de ver la enorme cabeza de su hermano, y sin temblarle el pulso activó el mecanismo que se disparó sobre la gruesa piel de William. El hombre lobo ni se inmutó ante la picadura.

–¿Cuántas necesita para iniciar Severus?

Preguntó Remus. El pocionista sacó otras dos inyecciones entregándoselas a Marcus.

–Colocolas rápido; el proceso será molesto al momento que toda su sangre comience a reaccionar y cuándo suceda, ya no podremos ponerle más. De hecho alístense todos... –exigió Snape– Esto será lo difícil, imaginen que su sangre combatirá una batalla. Convulsionara y sufrirá..., eso lo hará violento.

Marcus masculló una maldición, no era tan crédulo como para imaginarse que no sucedería eso, más obviamente no deseaba ver sufrir a su hermano. Más se alistó, sabía que los tres magos no podrían sostener a William.

Lucius acercó las cadenas, pero no las usó, pues los estertores no eran muy serios... todavía.

Los espasmos aumentaron y con eso el dolor del hombre lobo que aullaba y gruñía sin parar, Marcus sostuvo el torso sobre la camilla usando todas sus fuerzas; los magos se encargaron de las extremidades inferiores. El grupo jadeaba y sudaba, pues la magia no haría nada en contra del Hombre lobo por lo que solo fue la fuerza física la que ese usó.

Un último esfuerzo y un aullido largo que se cortó al instante que la inconciencia llegó a William.

Los tres magos y Marcus se dejaron caer donde pudieron, sudorosos y con todo el cuerpo entumecido. Marcus miró a su hermano, pero le preguntó a Snape:

–¿Cómo lo viste?

–La reacción fue más... tranquila de lo que creí. Sacaré sangre y la analizaré. –explicó Snape.

Marcus asintió y se limpió con la mano el sudor de su frente.

En lo que el pocionista hizo lo que dijo. Los otros tres bebieron y comieron algo. Era la primera ronda, no sabían cuantas más restaban.

Severus salió, bebió una botella de agua, se quitó la bata de laboratorio e informó:

–Diez por ciento...

La noche, madrugada y parte del día se fue entre los procedimientos y pruebas. Los magos y Marcus ya se encontraban agotados y eso que sin saber el motivo William cooperó sin volverse violeto; más los espasmos y sufrimiento de su cuerpo eran más que suficiente para desgastarlo a todos, incluido él.

Para mediodía, del día siguiente... El esfuerzo de todos dio fruto, porque en la camilla se hallaba el cuerpo tembloroso de un hombre claramente similar a Marcus; con cabello largo y barba tupida, más de un furioso color rojo. William gemelo de Marcus, pero él era bermejo.

...


¡Mil gracias AnaM1707 y noona-kane!