Capítulo XIII
Lucius no perdió el tiempo y se desapareció del laboratorio, apareciendo en la puerta del mundo mágico: de ahí de nuevo usó la desaparición para ser más rápido. Arribó a la Mansión y entró por la puerta principal. Caminó veloz al interior y subió al cuarto de juegos, pues a esa hora de la tarde los niños aun no comían porque era su hora de juego didáctico –en palabras de Cissy. El rubio entró veloz que hasta sobresaltó a la rubia:
–¡Lucius! ¿Qué sucede?
–Dumbledore está en el laboratorio.
–Oh... entiendo.
Ella se levantó de la silla donde vigilaba y respondía preguntas de los niños que dibujaban en una mesita y fue hasta ellos.
–Harry cariño, es hermoso ese dibujo, pero ¿crees que puede esperar?
–¿Po qué?
–Lucius quiere llevarte con Remus; él quiere verte.
–¿Po qué?
–Te extraña, irás verdad cariño.
El morenito le pareció una buena razón ir a ver a Remus si este lo extrañaba y se levantó de su sillita, más...
–Yo tamben quero id.
Exigió el rubito Malfoy. Lucius vio a su esposa y es que era mejor que el viejo mago no viera a ninguno de ellos..., por el momento.
Narcissa intervino para que Draco no siguiera pidiendo ir con el morenito.
–Cariño, prometiste que tomarías té conmigo ¿recuerdas?
El rubito era muy joven, sin embargo no le agradaba no cumplir sus promesas.
–Ben... Nos vemos depes Hady.
El de ojos verdes asintió y se aferró a la mano de Lucius que; una vez que vio la despedida. Alzó al niño pelinegro y salió veloz hasta la chimenea; de ahí usaría un Traslador.
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El anciano Dumbledore no perdió tiempo y dio una vuelta por la entrada del edificio de dos plantas; se notaba bastante estéril como tendría que ser un laboratorio y ciertamente no una casa para una familia. Más se guardó esa información; ya vería el hogar de Harry y si este pasaba los estándares. Casualmente al mago se le olvidó que si bien con los Dursley el niño si vivía en una casa, ni de lejos era su hogar, mucho menos tuvo una familia.
Remus y Severus salieron caminando tranquilamente y colocando sus rostros más serenos y casuales. El primero en saludar fue el licántropo:
–Bienvenido Albus. Ha sido un tiempo de habernos visto.
El de túnica extravagante anduvo hasta llegar con los magos más jóvenes y estiró la mano.
–Remus, muchacho; es grato saber que te encuentras bien.
–Si. Gracias a –Lupin deseó decirle que no fue gracias a él, más se detuvo a tiempo– Que Severus y Lucius me invitaron a colaborar con ellos.
–Sí, algo me dijo Severus. –Albus saludó al pocionista– Es toda una sorpresa verlos trabajando y no solo eso; si no ayudando a Harry, juntos.
–Las cosas de la juventud, son pasado al igual que la guerra. Todos perdimos demasiado en ambos lados. –comentó Lupin.
–De cierto modo. –dijo no muy convencido el mago mayor.
Severus se tensó, pero no le dio ninguna señal a Albus, este vería cualquier debilidad como un punto para no dejarles a Harry.
–Todos estamos haciendo lo que podemos para seguir viviendo y si podemos ayudando a otros; aunque desconfíen.
Dumbledore no acotó nada al respecto del comentario de Snape. Luego sonrió y pidió:
–Pero vamos a ver a ese muchacho que ya debe estar muy grande; hace mucho tiempo que no lo veo.
El licántropo se hizo a un lado y mostró. –Por este lado Albus. Nuestra entrada es por aquel otro punto.
–Oh ya veo, que interesante.
Snape casi rodó los ojos, dudaba que Albus hubiera errado, simplemente debió querer ver todo el lugar.
Los tres magos caminaron hacia el departamento de Remus y Harry por el exterior, y estaba bien, pues Lucius entraría por el interior. Remus ganó tiempo mostrándole el pequeño jardín y el invernadero del mismo tamaño, a Dumbledore.
–... Y aquí dentro tenemos algunas de las plantas mágicas; de hecho esto es de Severus, para sus pociones; las necesarias para cualquier malestar que tengamos.
–Oh... ¿Entonces debo comprender que te prepara la Matalobos?
Fue el turno de responder de Severus.
–Así es. De hecho en el contrato que Remus tiene; una de las clausulas es que mientras trabaje con nosotros, tendrá la matalobos.
–Y si no fuera así..., tengo los recursos para obtenerla. –mencionó orgulloso el licántropo.
Dumbledore aplaudió con sus dedos.
–Me alegro mucho por ello, Remus.
Por fin y después del rodeo, ellos entraban cuando Harry salió corriendo seguido de su nana, quien al ver que se hallaban los dos magos –encargados de Harry– se retiró a preparar la mesa.
–¡Llegué Demus! –El morenito al ver a Severus, gritó excitado– ¡¿Sev, te quedas a comed con nosotos?!
Snape sintió a Harry chocando con sus piernas y lo cargó velozmente, pues eso era lo que ansiaba este. Luego de que la sorpresa y agitación se calmaron. Harry vio al mago mayor y preguntó:
–¿Quen edes?
Albus no había intervenido antes, porque realmente le sorprendió como el niño ya de dos años y meses había crecido e igualmente se notaba muy contento y confiado... era un niño creciendo siendo amado; eso no se podía obviar.
Como Harry siguió esperando una respuesta del mago desconocido –para él. Albus contestó:
–Soy el Director de Hogwarts, fui amigo de tus padres.
El morenito se metió un dedo en la boca y esa fue una señal de su incomodidad.
–Oh... –Fue lo único que dijo el pelinegro menor y Snape optó por avanzar al interior del apartamento:
–Veamos si Naly ya va a servir la comida ¿sí?
Harry asintió y sin sacar su falange de la boca, y se recargó en el hombro de Severus.
Remus se aclaró la garganta y explicó:
–Le hemos hablado de Lily y James, pero no hay mucho que podemos decirle sin que se ponga inquieto. Hemos pensado en llevarlo a Sicomago, más será cuando nos mudemos al mundo mágico y debemos buscar alguien de confianza.
–Ya veo. Posiblemente es más algo que asocia con una sensación que un recuerdo en sí. No creo que realmente sepa lo que sucedió esa noche.
–Seguramente. Si llega a superarlo, veremos que hacer al respecto; porque tampoco deseamos que reviva esos recuerdos si los tiene.
–Si. Y lo de cambiarse al mundo mágico ¿ya lo pensaron bien?
Lupin quiso gruñir por todo lo que llevaba detrás, esa pregunta.
–Severus dice que los magos y brujas están concentrados en reconstruir su vida y el mundo mágico. Que un licántropo que no está registrado no será importante. Sabes que Sirius no confiaba en mí, y resultó que el traidor fue él... No cometas el mismo error, Albus.
–Sabes que todo lo que hago es por el bien del Mundo Mágico...
–Precisamente. Y nosotros tres somos parte de él; tenemos derecho a una vida digna y feliz Albus.
–Lo sé muchacho, lo sé.
–Entonces déjanos hacerla. No te prohibiré ver a Harry, pero no quiero que sea como juez, no sería justo.
Dumbledore no respondió y no es que Remus esperara que lo hiciera, simplemente había puesto las cartas sobre la mesa y dependía del mago mayor; aceptar sus condiciones o perder a Harry, pues era muy capaz de esconderse con el niño, porque tenía los recursos y lazos para hacerlo.
–Vamos a comer.
Claudicó Lupin y guió al interior de la casa a Albus; el mago recorrió con la vista el lugar y aceptó que ese sitio si parecía una casa donde vivía un niño mago, con juguetes mágicos por el lugar y sin olvidar a la elfina que se encargaba del morenito.
Con la confianza de ver que sus tutores estaban conviviendo normalmente con el invitado; poco a poco Harry se integró y le tomó confianza a este. Cuando el grupo terminó de comer; pasaron a la sala, donde los mayores le contaron a grandes rasgos a Albus sobre los trabajos de perfeccionar la matalobos –esa fue la explicación que le dieron– en la que cooperaban.
En su habitación, Harry jugaba con un par de muñecos en un castillo; cuando Albus se levantó para retirarse, más antes llamó al menor.
–Harry, casi olvido lo que traje para ti.
El niño salió veloz de su habitación y miró al anciano con curiosidad poco disimulada.
Dumbledore sacó algo de su bolsa y al tenerlo en la mano lo agrandó:
–Esto es tuyo...
Era una pequeña escoba. Harry la vio e inclinó la cabecita hacia un lado.
–¿Ecoba? No quedo baded.
Albus se rió divertido, más Snape sin dejar de sonreír explicó:
–Creemos que aún no tiene edad para saber del vuelo en la escoba. Pero veo que sus padres ya lo habían integrado a esa actividad.
–De hecho... fue Sirius quien se la regalo en su cumpleaños, si no mal recuerdo. –aseguró con melancolía el licántropo.
Severus frunció profundamente el ceño. Dumbledore le entregó la escoba a Harry y le dijo al niño:
–Puede ser que si tus... ¿tíos? –mencionó viendo a Remus y Severus; ambos asintieron– te lo permiten, puedas llevarte una grata sorpresa con ella.
Harry vio con suspicacia al anciano, pero terminó por asentir, aceptar el regalo, agradecer –como la habían educado– y regresar a su cuarto a seguir jugando.
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Lucius en cuanto dejó a Harry, decidió regresar a su mansión; pues si bien tenía curiosidad por ver si William había reaccionado más o hecho algún avance, igualmente consideró que los gemelos necesitaban un tiempo a solas.
Por si fuera poco; debía ponerse al corriente con algunos contratos que posiblemente serían para el mundo mágico por una versión mejorada de la matalobos, además de otra versión a precio más módico. No obstante eran solo el comienzo, porque la sociedad que Severus y él tenían había sido gratificada con un par de muestras de valor incalculable... las muestras de sangre de los dos Corvinus. Regalo que se hallaba bien resguardado en una de las bóvedas de Gringotts, bajo las condiciones necesarias para su conservación.
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Marcus se dejó caer en el sillón, aun con una sonrisa plasmada en la boca, sin dejar de mirar a William.
–No me voy a desaparecer, deja de verme así...
–Es que es tan... sorprendente.
–Si así piensas tú, imagínate yo que soy a quien liberaron.
William se removió y movió la pierna derecha.
–¿Cómo la sientes? –preguntó el vampiro.
El pelirrojo alzó la pierna y la movió de un lado a otro.
–Algo rara por la falta de masa muscular; y tener los pies planos y no como los de lobo. No es algo que un poco de actividad y ejercicio no arregle.
–Muy factible.
–Créeme tengo muchas ganas de ver el mundo y como ha cambiado en estos cientos de años. No debe haber mucho problema, aún tengo entre la bruma de mi subconsciente todo lo que me relatabas de ello. Lo que me recuerda que hasta hace poco mencionaste que deseabas casarte y formar una familia ¿Eso es cierto?
El castaño se acomodó y respondió:
–No es que no haya tenido mi ración de conquistas y parejas.
–Nuestra inmortalidad sería muy solitaria si no fuera de ese modo. –dijo muy ufano William, y es que él era el más inclinado a divertirse, o por lo menos lo fue antes de quedar encerrado en su mente de lobo. – Pero ciertamente no hubo antes tanta seriedad en tus relaciones... ¿Ella debe ser muy especial?
–Oh vaya que lo es, es una bruja maravillosa.
–Te enamoraste.
Dijo derrotado William.
–Definitivamente. Ella se llama Narcissa y...
Marcus relató todo lo que consideró importante de su futura esposa, y enumeró a los cercanos a la rubia, que incluían a los magos que los ayudaron.
William escuchó con atención y al terminar el relato de su gemelo, se movió hasta la orilla de la cama e intentó pararse sobre sus pies, consiguiéndolo luego de un par de minutos.
–Quiero conocerla, a su hijo..., bueno de hecho a todos los que mencionas.
Marcus que se incorporó del sillón y se acercó al hombre lobo por si requería ayuda, contestó:
–Por supuesto, cuando te sientas mejor; iremos a Malfoy Manior.
–Me parece bien. Ah y ahora que tengo mis cuerdas vocales y antes de que lo olvide, deseaba preguntarte ¿Si sabes algo de... Alexander?
–Lo de siempre; está en su castillo o viajando, ¿Por qué?
–Tal vez solo fue una alucinación por el encierro, pero creo que algunas veces sentí que fue a verme.
–...
Marcus no agregó ni aseguró nada. William al notar el rictus molesto de su hermano mayor, le quitó hierro al asunto.
–Probablemente solo fue mi imaginación, al igual que sentí que una criatura mágica guardó algo en las ruinas que albergan mi prisión.
–¿Guardó algo?
–Pues podría errar, pero creo que fue una persona o puede ser igualmente imaginaciones mías.
El castaño se acercó al pelirrojo y le ofreció su brazo para que este avanzara algunos pasos, y que se ejercitara de ese modo. No descartaría lo que dijo William, más prefería tener a este totalmente recuperado antes de buscar alguna prueba de las visitas de su padre –que lo dudaba, si este los abandonó a su suerte– o del otro hecho.
–¿Y qué me dices de la hembra?
–No lo llames de ese modo, si no te hechizara.
–Puede intentarlo, más no lo hago como insulto, es extraño y muy curioso que un varón huela de ese modo.
–Pues gracias a eso es que te liberó.
–¡¿En serio?!
–Si. Remus fue convertido en licántropo, por...
–¡¿ Licántropo?!
–... Vienen siendo como tus nietos.
–¡Oye yo ni hijos tuve!... reconocidos –se burló William.
Marcus se rió, y luego siguió explicándole al pelirrojo, sin dejar de caminar por la habitación.
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Severus y Remus despidieron a Dumbledore, sintiendo que habían ganado esa batalla, más no la guerra. Pero como frente unido, lo lograrían.
Los adultos se sentaron unos momentos, antes de que Severus se tuviera que llevar a Harry de regreso a la mansión.
Harry se unió a ellos y subiéndose sin vergüenza alguna sobre el pocionista le preguntó:
–¿La ecoba vela?
Severus rodó los ojos, más respondió acomodando el cabello rebelde del morenito.
–Y yo que rogué a Merlín que se te olvidara.
–Nooo –dijo divertido el pequeño.
Remus no intervino alistándose para ver sufrir a Severus, era una revancha por las veces que este lo hizo a su costa.
–Púes sí; me temo que las escobas en el mundo mágico puede volar.
–Ohhhh –habló Harry. – ¿Daco tene ecoba?
–Pues si no tiene, seguro que cuando le digas, pedirá una. –aseveró derrotado el profesor.
–¡Ben! ¡Quedo volad con él!
Remus se rió y Severus lo vio feo, más luego se encogió de hombros. Se levantó con Harry que ya traía la escoba en su mano y se despidieron.
–Nos vamos. Regreso en un rato.
Lupin le dio un par de besos al de ojos esmeralda y los vio partir. El licántropo agradeció que Severus no desapareciera el regalo de Harry, aun sabiendo de quien venía.
...
Muchísimas gracias a giulianacontesso y Eimi Romane. ️️️️
