Capítulo XVII


Los recursos siempre escaseaban y eso aumentaba luego de pasar una guerra donde la pérdida de vidas y recursos aun no terminaban de contarse. Eran las autoridades del mundo mágico y debían dar soluciones. Una de sus nuevas leyes les proporcionó una cantidad decente para afrontar los gastos más urgentes, sin embargo era obvio que esa primera opción ya no serviría, al momento en que los sospechosos de haber sido mortífagos hubieran pagado por su inocencia ya no podrían pedirles más. Ahora que tenían que ser muy sinceros y realistas, eran estos o la mayoría de estos los que poseían el capital para seguir ayudando a la sociedad mágica; más se debía buscar una nueva forma de que lo hicieran. Todos los Departamentos del Ministerio estaban de acuerdo y trabajando juntos para buscar una debilidad, la que fuera.

El hombre se removió inquieto en la silla; la oficina era austera, y sencilla, pero eso no quitaba que fuera la de un jefe de uno de los Departamentos del Ministerio, por ese motivo los nervios a flor del pobre mago que se preguntaba el motivo de su estancia en ese lugar.

La puerta del interior se abrió y una mujer de baja estatura entró.

–Señor Pickels me da gusto que viniera tan pronto.

El mencionado se preguntó por un segundo si la mujer hablaba en broma, pero a pesar del intento de afabilidad de su rostro, esta distaba mucho de parecer una persona confiable y mucho menos que bromeara. Y es que si el citatorio que le fue enviado era urgente y con amenaza de cárcel si no se presentaba ¡¿Cómo no iba a ir ese mismo día?!

–Si señora. Yo... yo me preguntaba... –tartamudeaba el pobre mago.

–Sí, sí me imagino que no tiene idea del motivo de su visita; verá señor Pickels mi Departamento ha revisado algunas cosas y hemos dado con alguna solución para evitar que ciertos... magos y brujas indeseables se escondan.

El hombre seguía sin comprender nada, pero asintió con tal de salir de allí lo más rápido posible.

–Tengo entendido que su negocio es el que más utilizan ciertos magos de gran fortuna.

–Oh por supuesto –dijo ya más calmado y obviamente orgulloso el señor Pickels– Mi familia se ha dedicado a esto desde hace generaciones y solo usamos producto de la mejor calidad; por eso como bien dice, le surtimos a muchas familias de abolengo.

–Si... me imagino y dígame señor Pickels, de esas familias...

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En el laboratorio. Severus escuchó las risas divertidas de ese par –en lo que la maquina hacia su mezcla–; salió y vio con diversión que los dos maguitos jugaban carreras con las camillas; ellos encima de estas y sus nanas guiándolas con magia; obviamente con hechizos de protección por si había volcaduras o choques. Lo interesante es que no tenían ni diez minutos que estaban corriendo por el jardín persiguiendo cometas.

–¡¿Qué no se cansan?! –exclamó el pocionista para que su voz se oyera por encima del ruido.

Los niños negaron, muy intrigados de esa pregunta ¿Por qué se cansarían de jugar?

Snape vio otros minutos el desastres del dúo y luego los dejó para revisar sus experimentos; no le había querido decir a nadie –porque quería sorprenderlos–, pero sus ensayos eran positivos todos y deseaba llevar esa misma tarde la primera dosis para Remus de la Corvilobos...

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El animago se quedó impávido durante algunos minutos, pues si lo de la noche anterior no fue una pesadilla, quería decir que esos magos gemelos si lo habían visitado ¡¿Quiénes eran y que deseaban?!

Lo que el Black nunca se imaginó es que el que su ventana no tuviera rejas fue un regalo de los Corvinus, además de una clara advertencia, para los monstruos que lo custodiaban, de que no fuera molestado.

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Severus embotelló dos frascos pequeños y lo demás lo dejó en refrigeración. Los colocó en un estuche y los empequeñeció; para salir al pasillo y avisar a Harry y Draco que regresaban a la mansión.

–No tovia no, tío Shev. –rogó el morenito.

Draco se colocó un dedo en la boca y opinó.

–Si ya, Hady tengo hambe.

Y como el morenito no podía decirle que no al rubito, se agarró a la mano del mayor para iniciar el camino de regreso.

El trio arribó a las afueras de la Mansión, más un elfo ya lo esperaba para abrirles. Los niños corrieron para entrar al comedor donde sospechaban estarían los adultos.

Draco saludó alegre y luego avanzó veloz hasta su silla. Narcissa lo vio y negó.

–Limpieza primero Draco, no sé qué habían hecho en el laboratorio, pero parecen trollcitos que se revolcaron en lodo. Harry rió divertido, aunque el gesto del rubito no era tan alegre; ambos obedecieron y siguieron a sus nanas para un rápido aseo.

Severus entró poco después y mostró sus manos.

–Ya limpias

Narcissa rodó los ojos, pero rió. Con los niños ya sentados y comiendo. Los adultos vieron con interés que los gemelos llegaron al comedor. Saludaron y tomaron asiento. La comida fue amena conversando temas sencillos; la sobremesa se hizo en el jardín, más los menores no salieron pues tomaban una siesta, cansados de jugar por la mañana. Aprovechando el sol de la tarde, usaron el desayunador descubierto. William optó por una copa de vino y caminar por el lugar admirando las flores, sin alejarse de los otros.

Y como era un hombre muy directo su primera frase fue una pregunta a la rubia.

–¿Cissy tienes otro primo? ¿El que fuimos a ver tiene hermanos?

Narcissa se quedó un momento en shock, más enseguida respondió:

–Lo hubo, pero... creemos que murió. Algo dio a entender el Lord.

–Fue una de las víctimas de nuestras decisiones; éramos muy jóvenes y nos dejamos convencer, supongo que por eso nunca nos ha perdonado Sirius. Porque de cierto modo Regulus, su hermano, nos siguió siempre, hasta en unirnos al lord. –explicó Lucius.

–Era más joven que nosotros por dos años... y un buen amigo. –agregó Severus.

William miró al grupo y notó su dolor, culpa y arrepentimiento, por eso se guardó cierta información, no así de Marcus que se dio cuenta que había más en esa historia de un elfo y un mago cerca de la celda de William, más confiaba en que su hermanito se lo dijera luego.

–... Entiendo.

Luego el pelirrojo se quedó callado, para que Marcus comunicara sus indagaciones. El castaño se acomodó y vio al grupo.

–Señores... hermosa mía... tu primo no es un traidor, bueno no traicionó a sus amigos. –Los sonidos de asombro se dejaron escuchar, y enseguida Marcus continuó– Permítanme saltar la historia de amor hacia sus amigos por ser tan cursi –lo siento Remus.

–Está bien. –aceptó el rubio trigo que se veía con los ojos llorosos, pero sonriendo.

–Pues el caso es que no debes alégrarte mucho y disculpa mi sinceridad, pero si hubo traición por parte de uno de los tuyos...

El relato desde la desconfianza de Sirius en Rem que derivo en usar a Peter como guardián secreto, fue desgranado con todo detalle y desde la perspectiva del Black.

Obviamente Marcus tuvo que explicar el método que los dos hermanos usaron para obtener solo la verdad.

–Pues ese fue el caso de tu primo, ahora que de tu hermana, su esposo y su cuñado... no hay mucho que me sorprenda; solo que ella de verdad adora a ese Lord, a quien por cierto está segura que verá de nuevo, pues ella si comprobó que hizo un ritual con almas, para no morir por completo por decirlo de algún modo.

El grupo que escuchaba se pusieron pálidos y William explicó lo que Bellatrix sabía, eso ya les daba una idea –terrorífica– pero muy factible del que Tom Riddle hizo.

–Tal vez no lo vean como buenas noticias, más yo estoy seguro que la información siempre es útil y... Cissy, mi vida ese tipo puede regresar del mismo infierno, pero si te llega a mirar siquiera, lo llevaré de regreso personalmente. –Juró Marcus.

–Para nosotros es una burda copia de un ser inmortal. Ni Alexander nos parece tan molesto. Pero no se puede negar que en cuanto a su mundo él hizo algo inaudito y totalmente inesperado. Gran estrategia, más tiene fallos y esos no serán difíciles de ver si se ponen a ello. Ahora estoy libre y sin cadenas y resulta que me agradan algunos magos y me gusta este mundo, nadie tiene derecho a destruirlo...solo yo y no me apetece hacerlo. –opinó tranquilamente William.

De cierto modo a pesar de las belicosas que sonaban las palabras de los gemelos Corvinus, a los magos y brujas les dejaron una sensación de tranquilidad.

–Y lo que me pregunto es... ¿quieren que saquemos a Sirius Black de Azkaban? –cuestionó William.

El silencio reinó en el lugar, pero Marcus se dirigió al profesor.

–Esa pregunta es para ti Severus; has hecho mucho por William y por mí; te dije que tiene nuestra gratitud y como sabes yo vi... toda su vida hasta el día de ayer.

Remus apretó los labios, pues si bien deseaba que su amigo no sufriera injustamente esos años conviviendo con Snape y luego de todo lo que este y los Malfoy habían hecho por Harry y por él, no podía obligar al pocionista a aceptar la proposición de Marcus. Claro que los errores de esos años podían ser achacados a su juventud, sin embargo incluso él se sentía culpable por nunca detener las bromas crueles que sus amigos le jugaron a Severus.

–... ¿Puedo pensarlo? –pidió Snape.

–Por supuesto. De hecho a él ya no lo molestaran los Dementores, quienes por cierto se deshilachan muy fácilmente. –mencionó divertido el pelirrojo.

La conversación siguió; más Severus se dijo que debía pensar bien su decisión, pues el Black no le agradaría que él estuviera cerca de Harry. Dicho sea de paso Sirius no sería una buena adición a su grupo, tenía muchos prejuicios que solo tensarían la cosas entre todos.

–Y bueno para hablar de cosas más agradables... –dijo con orgullo el pocionista y sacó la caja con la Corvilobos y enseguida de engrandecerla sacó una de las botellitas– Debo pedirte que tomes esto Remus.

El licántropo lanzó un chillido emocionado y dijo entusiasmado.

–¡¿Es lo que creo que es?!

Snape afirmó con un movimiento de cabeza y acotó:

–Puedes beberla, no tiene sabor.

El licántropo, no dudó; confiaba plenamente en Severus y eso era irreal, pero cierto luego de conocerlo bien.

William vio con mucho interés todo el proceso, e igual de emocionado que Lupin. Lucius tragó saliva, al instante en que su pareja bebió el líquido violeta.

Al terminar Remus dejó la botellita y afirmó:

–No me siento diferente.

–Será gradual y para este próxima luna llena veremos en su esplendor los cambios. –explicó el pocionista.

Ya el sol se notaba anaranjado, pero aun calentaba por lo que el grupo se dispersó a hacer alguna actividad hasta la hora de la cena.

William optó por salir a correr un rato en su forma de lobo. Narcissa y Marcus deseaban pasar un tiempo a solas; Remus y Lucius se ofrecieron a vigilar a Draco y Harry. Snape decidió regresar a Hogwarts pues estaba a días del regreso a clases.

La cena fue tranquila y luego todos se retiraron a sus habitaciones.

Los dos niños ya descansaban cada uno en su alcoba. Los adultos consideraron que era mejor que ese par tuviera algo de independencia uno del otro; por lo menos una parte del día.

Con estos arropados y al cuidado de sus elfinas, Remus se reunió con Lucius en la habitación que compartían.

El rubio platino despojó con delicadeza de la túnica de encima a Remus y lo invitó a sentarse –en su sillón favorito– muy pegados. Lucius besó a Remus y lo atrajo para que se apoyara en él.

–Puedes decírmelo...

–Siento una división en mi ser.

–Por lo de tu amigo. –confirmó el Malfoy.

–Si. Claramente deseo que se haga justicia para él; más sé que eso no es posible por el asesinato de Peter, sin embargo creo que... hubiera reaccionado igual.

–Yo no lo creo; tú no actúas tan imprudentemente.

–...

–Sabes que es así.

–Si. Se cegó por la traición. Pero ahora sabemos que él no provocó todo ese caos con los muggles.

–Lo hacemos, sí. Más sin pruebas lo único que tenemos es su palabra y la de Marcus que si bien es todo lo cierto que puede ser; no creo que el Wizengamot lo acepte.

–Y está la opción que ellos nos ofrecen, que Sirius pueda ser liberado.

–Opción que no podemos decidir nosotros.

–Y eso precisamente es lo que me tiene en esta disyuntiva; porque a pesar de todo comprendería que Severus no quiera a Sirius fuera; ambos sabemos que sus prejuicios contra ustedes no cambiaran de la noche a la mañana o que ni siquiera se plantee esa posibilidad de meditarlos. Y...

–¿Hay más?

–Lo hay y es lo que más me hace doler el corazón.

Susurró Remus y al sentir que este lloraba, Lucius besó su cabello.

–Sabes que soy el menos indicado en señalar o culpar a alguien, cuéntamelo.

–Lo siento, pero no deseo que sea una mala influencia para Harry, no que lo haga hacer cosas locas, si no... Que lo haga desconfiado y prejuicioso. No quiero que nada manche ese cariño que Harry siente por todos ustedes, y que Merlín me perdone, pero Sirius abriría esa posibilidad de sospecha.

–Y no podemos esconder a Harry de Black, ¿verdad?

Remus se limpió los ojos y negó.

–Tampoco lo considero justo. Sé que estoy siendo egoísta, y un mal amigo, más no quiero perderlos... no quiero perderte.

Lucius abrazó a su compañero y este se refugió en sus brazos.

Luego de unos minutos, Lucius los levantó y guió a Lupin a la cama, donde con parsimonia y delicadeza lo desvistió. Podía hacerlo con magia, sin embargo consideró que Remus necesitaba su toque y amor en este.

El patriarca Malfoy fue besando la piel de su amante y la recorrió luego con la punta de los dedos para ponerla sensible. Remus gimió quedo y se acomodó mejor en la gran cama. De un pase de varita. Lucius se desnudó y colocó lubricante en sus dedos, deseaba alistar manualmente al licántropo, mientras chupaba el miembro de este para dejarlo al límite y preparado para la penetración. Alineándose y abrazando al rubio trigo, Lucius lo penetró sin dejar de besarlo y susurrándole lo mucho que lo amaba.

El vaivén fue lento y constante haciendo que ambos magos disfrutaran esa entrega recordándose que eran el complemento del otro y que lucharían con cualquiera que lo quisiera evitar.

En otra de las habitaciones lejos de esa ala; Marcus miraba el cielo nocturno desde la cama, sin dejar de acariciar el cabello rubio de su prometida que desnuda yacía dormida y satisfecha en sus brazos.

El vampiro pensaba en ¿qué tanto bien haría el primo Black fuera de su cárcel?

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A primera hora del día Dolores se presentó con algunos de los otros jefes reunidos a petición de ella; llevando los datos jugosos –en su opinión– que harían posible ese otro método para obtener recursos para los Departamentos del Ministerio.

...


Seamos sinceros, Sirius es muy prejuicioso; no dudo que tenga sus razones, no obstante y a decir verdad se me hace muy parecido a Ron Weasley. Sé que el Sirius de mis versiones casi siempre tiene mente abierta y ganas de creer en los Sly, pero aquí aún no veo como eso pueda suceder antes de que una frase o palabra mal dicha por él afecte a Harry, que es pequeño y susceptible.


Mil gracias noona-kane, Eime Romane, AnaM1707 y giulianacontesso.