Capítulo XXII


Cuando a Alexander le avisaron de la llegada a los muelles de sus hijos; dio sus órdenes y bajó a uno de los camarotes, tocó y Regulus salió.

–Señor Corvinus... ¿Qué sucede?

–Te vengo a avisar. Mis hijos han llegado.

–Oh... No pensé... que fuera tan pronto... bueno, sé que nunca estaré listo para esto, pero sí muy emocionado.

–¿Si?

–Vaya que sí. No todos los días se conoce a quien salvo mi vida y que bueno… considero tan importante para mí, aunque sea extraño.

–No tanto, no te preocupes. Te mandaré a llamar cuando puedas subir.

Regulus asintió y se notaba su nerviosismo, pero también su emoción.

En cuanto el hombre mayor lo dejó a solas, el mago de cabello oscuro buscó ropa adecuada y que consideró elegante, no deseaba dar una mala primera impresión.

Repasó en su mente lo que Alexander Corvinus le dijo sobre esa noche en la que creyó sería la última de su vida.

Kreacher lo guió hasta esa cueva donde Voldemort dejó el guardapelo y con terror rememoró todo lo que hizo para dejar la copia, incluso aun sintió las manos frías y muertas que lo jalaban al fondo del lago, sin embargo entre la bruma de sentir la muerte que lo llamaba escuchó un aullido y como este se repitió hasta que los inferí lo dejaron, más ya casi en las puertas del más allá. Creyó oír a su elfo llamarlo y que lo sacaba de allí con ayuda de alguien más... siguió la inconsciencia.

De allí en adelante la historia se la relató Alexander y le dio las piezas del rompecabezas que faltaban. William el hijo de Corvinus fue el que ahuyentó a los inferí y llamó al mismo tiempo a su padre para que salvaran a Regulus. El Black tardó mucho tiempo en recuperarse de sus males físicos, y cuando fue el turno de su psique le permitieron que se recuperara a su ritmo sin forzar recuerdos o emociones. Al momento que se creyó listo, Alexander le explicó el porqué de que su hijo William aullara en su ayuda. William Corvinus era un hombre lobo y el Corvinus mayor no tuvo que explicarle que era uno muy poderoso, pues el hecho de que esos muertos vivientes le temieran incluso a su aullido era explicación más que suficiente. Desde que supo toda la verdad, Regulus deseó conocer a su salvador y se lamentó muchísimo al saber que eso no sería posible por la condición de William. Hacía un año que esa situación cambió y su anfitrión se lo comunicó casi igual de esperanzado y feliz que él; podría ver a William Corvinus.

Regulus dejó su atuendo sobre la cama sin dejar de sonreír, esa noche sería inolvidable, se lo decía su alma.

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A pesar de haber pasado ese tiempo pensando e intentando buscar algo bueno del asunto; Sirius sospechó algo malo cuando esas visitas no continuaron durante un par de días. Y si bien consideró que el tiempo no pasaba del mismo modo para los que estaban libres y los reos. No por ello no hubo un dejo de decepción que se filtró en su psique.

Sirius caminó hasta donde la ventana sin barrotes le permitía ver el cielo. El animago volvió a cavilar en lo dicho por Remus y de cierto modo lo dicho por Snape. Era innegable que pese a los prejuicios y rivalidades entre ellos, ese hombre era quien mejor lo comprendía; porque ambos cargaban con una culpa que era peor que una cárcel.

Remus ayudó a los del Bando de la luz sin embargo no recibió la misma deferencia cuando lo necesitó, en cambio los que ambos llamaron y trataron como enemigos le dieron una mano ¡¿Cómo era eso posible sin que hubiera algo detrás?! Y aun con ello buscó en su mente algo que los Slytherin pudieran ganar con tener a Remus en sus manos y siendo muy francos no halló nada. Sirius dejó salir el aire y cedió a ese pensamiento que lo rodeó desde que escuchó las desgracias por las que pasó su amigo y que muy posiblemente estaba pasando su pobre ahijado ¡Por Merlín él mismo estaba en un abismo! Y sin que alguien de los del Bando de la luz se preocupara por saber por lo menos su versión de las cosas, ni de lejos que le dieran el beneficio de la duda, como no podía negar estaban haciendo esos enemigos.

El animago se dejó caer en el suelo y se propuso una decisión. Abriría sus oídos a lo que los exmortífagos le dijeran, pues para bien o para mal, ellos poseían el modo de sacarlo de allí; estando fuera haría lo que fuera por cuidar de Remus y Harry. Ya no más soldado de Dumbledore, pues eso lo dejaba sin ayuda de nadie, ya lo tenía bien asimilado.

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Marcus se dejó caer en uno de los sillones de cuero que se encontraban en la sala y desde allí vigiló a su hermano menor.

Los pasos los oyeron los dos desde antes que el dueño de estos estuviera cerca, ventajas de su naturaleza. William dejó su inspección y oteó hacía la puerta, después se unió a su gemelo en el gran sillón.

El par de ojos azules vieron entrar al hombre mayor.

Alexander caminó alentando su andar para observar de pies a cabeza a sus hijos. Cualquiera y para su tristeza incluso estos, creían que sentía horror o rechazo por ellos, pero nada más lejos de la verdad. Dolor, culpa e impotencia era lo que lo separó de sus muchachos. Buscando como ayudarlos como volverlos normales. Tuvo que pasar mucho tiempo y varias cosas para que se diera cuenta de que sus hijos no deseaban ni requerían ser normales, eran extraordinarios y él debía aceptarlo.

William no se levantó, mas desde su asiento saludó:

–Buenas noches...

–Buenas noches William... hijo...

Marcus giró la vista velozmente hacia Alexander –como una víbora a punto de atacar– y entrecerró los ojos colocando su molestia en sus siguientes palabras:

–¿Ya vuelve a ser tu hijo? ¿Ya no es el monstruo que deseas matar?

–Marcus... –llamó William, pero el hermano mayor no se detuvo.

–Es cierto y lo sabes, este viejo quiso matarnos...

–Nunca atenté contra su vida ni contra la tuya. –se defendió el hombre mayor.

–Claro, solo pensaste en esperar que alguien más hiciera el trabajo sucio.

El pelirrojo desde que su padre entró, olió a Regulus en este, pero detuvo su impaciencia permitiendo que su hermano mayor tuviera esa revancha, se lo merecía.

Alexander siguió su camino hasta el sillón frente a sus hijos. Sin embargo no se sentó desde allí vio a su hijo mayor y lo encaró.

–Lamento haberte dejado y que tuvieras que haber sido el juez y verdugo de tu hermano, fui cobarde, no me justifico, mas tontamente creí que podría hallar una mejor solución para la locura de William. Hui de mi responsabilidad como padre y no creo que su perdón llegue pronto. Solo deseo que sepan que ya no huiré, se los juro.

Marcus bufó, pero William palmeó su brazo.

–No es perfecto, aunque sea inmortal. Lo sabes hermano.

–... Eres un blando Willi.

El pelirrojo se encogió de hombros y acotó:

–No confundas soy interesado y eso me recuerda, padre...

Alexander se permitió sonreír contaba con la ligereza de su hijo menor para acercarlo más al mayor, así que respondió:

–Lo llamaré espera, William.

Alexander fue hasta el escritorio que se hallaba en el fondo del gran sitio y usó el teléfono, luego de llamar, regresó hasta la sala y esta vez sí se sentó.

Marcus lo miró y dejó salir un suspiro resignado antes de pedir.

–Necesito una copa de buen vino y no seas tacaño con tu cava Alexander.

El mayor sonrió y llamó al servicio, un par de camareros entraron y sirvieron vino y bocadillos. Al castaño no le pasó desapercibido que todo lo puesto en las mesas era del agrado de William y él; si ese detalle no eran ganas de esforzarse por parte de su viejo, no sabía que lo era.

–Espero que no te haya costado mucho, ese favor que le hiciste a nuestros amigos y a nosotros con el Ministerio. –acotó el vampiro.

–Nimiedades. Y era mi deber, después de todo los Malfoy eran parientes de mi esposa, su madre. –le quitó importancia el inmortal al gesto.

–Lo son e igualmente los demás... –comentaba Marcus, pero su padre agregó:

–Exacto, les debemos mucho y no les hemos pagado ni la cuarta parte.

Concluyó mirando con serenidad al gemelo pelirrojo que ajeno a lo que ellos decían; devoraba un canapé compuesto con varios tipos de carnes frías en un volován y casi se atragantó al ver y oler a la persona que entró en ese minuto por la puerta.

William se levantó como resorte y caminó decidido hasta Regulus que con voz serena –por fuera, pues estaba muy nervioso–, saludó:

–Buenas tardes.

Se escuchó un balbuceo por parte del pelirrojo y Alexander aprovechó para levantarse y llegar hasta ellos. Tomando del brazo a su hijo pelirrojo y con un movimiento disimulado limpió las migajas de la barba de William, presentó:

–Regulus te presento a mis hijos, los gemelos William y Marcus Corvinus.

William ofreció veloz su mano para que el mago la tomara y este no lo hizo esperar, sintiendo que se ponía tan rojo como un tomate.

–Muchísimo gusto Regulus, soy William, pero tú puedes llamarme lobito.

–¡William! –Regañó Marcus y se incorporó yendo hasta el moreno. – Siento el atrevimiento de mi hermano, soy Marcus.

El gemelo mayor se disculpaba, pero por su sonrisa se notaba que ese par eran todos unos coquetos. Nada parecido al serio Alexander, aunque este igualmente sonreía.

–Siéntate Regulus. –invitó el inmortal.

El pelinegro aceptó y se sentó, sintiendo como William instantáneamente ocupó un lugar a lado de él.

–Pues como ves y deseabas conocer, él es William quien te salvó... –dijo el hombre mayor.

El mago volteó a ver al hombre lobo y al fijar su mirada en esas gemas azules olvidó todas las preguntas y agradecimientos que había preparado. El hombre lobo no quiso andarse por las ramas, así que garró la mano del mago y musitó...

–Eres mi compañera ¿me aceptas?...

–Sin dudarlo, pero soy... –respondió el Black.

–Oh lo sé, eres un varón..., en términos prácticos. –aclaró el pelirrojo sin darle importancia.

El hombre lobo estiró una mano y pasó sus dedos por entre el cabello negro de Regulus, acercando su rostro y acariciando con su mejilla barbuda la lampiña del moreno.

Alexander se notó curioso y Marcus le explicó:

–Entre los descendientes de William, hay contadísimas excepciones. Como sabes todos son varones y...

El vampiro le relató como se enteró de esa información al conocer a Remus Lupin y el motivo por el que la sangre de este pudo domar a la de William. El mayor pensó unos instantes y mencionó:

–Eso me recuerda al nacimiento de Lucian.

–Podría ser esa la explicación, que su madre fuese un varón con genes femeninos. –opinó el castaño.

–Entonces ¿si Regulus hubiera sido mordido por un licántropo, igualmente hubiera podido salvar a William de su celda mental? –agregó el inmortal.

William dejó un momento de beber la presencia de su compañero y gruñó:

–Si alguien lo hubiera tocado, hubiera arrasado con todo a mi paso y mi prisión no me hubiera detenido.

–Oh ya veo. –dijo Alexander.

Marcus no dudó de las palabras de su hermano. Luego de que un atrevido William colocara a Regulus entre sus brazos y prácticamente le diera de comer en la boca, siguió la conversación y las explicaciones de como sucedió todo su rescate. Regulus escuchó sin perder detalle y al terminar la historia, afirmó:

–Me alegra que Remus hubiera confiado en Lucius y Severus; ellos no son malos, simplemente nos educaron y guiaron con ideas que nos llevaron a casi morir.

–Ya no hay nada que temer; ese Voldemort murió... –comentó Marcus.

–No del todo. –Aseguró Regulus. –No, sí logró hacer más Horrocruxes. Que estoy casi seguro que sí.

El hombre mayor pidió otro poco de vino y explicó:

–En este tiempo que Regulus me dijo acerca de lo que ese mago logró hacer por buscar la inmortalidad, me dispuse a investigar y tengo información que considero uniendo a la que los magos poseen, podrán encontrar y destruir esos Horrocruxes. La inmortalidad no es algo que se pueda buscar como una quimera... es muy difícil de aceptar y manejar, además de que afecta a nuestros... seres queridos, porque no te lo dije antes Regulus, pero mis hijos se convirtieron en lo que son por poseer mi sangre inmortal.

El mencionado vio a los tres Corvinus y si bien sabía de la época oscura de su William, no vio locura en ellos como en Voldemort que la destilaba por cada poro de su piel.

–Agradezco que Voldemort no conoció a ninguno de ustedes, si no hubiera hecho más barbaridades para logar su objetivo. Y es que los tres se ven muy bien. –indicó el Black.

–Pero yo me veo divino ¿no? –aseguró coqueto William.

El mago sonrió y aseguró:

–Sin duda alguna, tú eres perfecto.

William sonrió radiantemente y Marcus comentó para bromear:

–Cuidado Willi que tu cola se está moviendo como la de un cachorro feliz.

El pelirrojo giró veloz a ver su retaguardia, para checar que su cola de lobo no hubiera aparecido. Los otros Corvinus rieron divertidos.

–Hermano, eso no fue gracioso.

Se enfurruñó el menor.

El ocaso ilumino la sala y Alexander invitó a sus hijos a quedarse. Marcus vio que a William nadie lo movería de un sitio donde Regulus estuviera y aceptó; pero sobre todo para tener una conversación con su padre acerca de lo que los descendientes de William y él estaban haciendo. Sabía que su padre los tenía bien vigilados.

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Regulus llevó a William a dar un paseo por la cubierta y es que Alexander ordenó levar anclas para que sus hijos dieran un paseo por lo menos de una noche, por el mar.

El gemelo menor se paró en la baranda al lado el mago y aferró la mano de este, recorriendo los dedos de este.

–¿No te sientes presionado? Es lo que menos quiero.

–Oh no... Esa misma noche tu aullido me trajo del más allá y desde ese instante fue mi mas ferviente deseo hallarlo y a ti con él. Supongo que debido a que como dices somos compañeros... William, es muy pronto para decirte que...

–No lo es. Yo esperé centurias y por fin naciste para mí. Te amo Regulus.

–Y yo a ti, William.

Las bocas se buscaron y hallaron en un beso profundo, como el mar por donde navegaban.

...


Un regalito adelantado para todas las que leen esto y se toman la molestia de dejarme un comentario.

Noona-kane, sakura1402, AnaM1707, giulianacontesso y Eimi Romane.

Lo siento Zumekqi mi error al no aclarar las parejas, creí que como los que me siguen ya saben mis parejas favoritas, no había necesidad de ponerlas.