Capítulo XXVII
El sonido de apariciones se escuchó hasta la orilla donde los Corvinus y Reggy esperaban. Como predijo el menor, no llegaron muchos aurores, apenas si alcanzaban la media docena.
Un estruendo que dejó un boquete en uno de los muros del frente del penal, hizo trastrabillar a los recién llegados y algunos usaron protegos para evitar que las rocas que volaban los golpearan.
Desde su sitió de vigilancia, Marcus comentó:
–Yo espero que hayan mandado a los mejores.
Los otros afirmaron, estando de acuerdo. El hombre lobo opinó.
–Sabes, creo que deberíamos por lo menos pasar a esa orilla. Regulus debes quedarte aquí.
–Yo... entiendo. Si aquí los espero.
William besó a su compañero y se acercó a su hermano, sabía que este los llevaría volando y todo lo discretamente posible.
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Bella y los otros iban solos, lo que significaba que los guardias habían sido superados o mínimo que se quedaron revisando a los otros procesados.
Severus caminó lentamente en dirección de la salida y es que Bella lo vio con expresión extraña:
–¡¿Qué haces aquí Severus?! –exclamó ella.
–Oh..., pues vine a ver si te sirvió de algo lo que mis amigos hicieron...
–¿Lo hicieron para ayudarme?
–Por supuesto; no creerías que fue casualidad. –trató de convencer Snape en un intento de ganar tiempo.
La bruja se golpeó con el dedo índice el mentón en señal de estar pensando y respondió luego de unos minutos.
–Pues fueron unos idiotas porque no me advirtieron y esos malditos Dementores me molestaban seguido.
–El plan no era infalible. Contaba con tu destreza.
Ofreció Snape encogiéndose de hombros.
–Ya veo. En fin espero que seas muy bueno en los Especto Patronum, porque nos ayudaras a salir de aquí; esos monstruos no nos dejaran ir fácil.
Y era muy cierto se dijo Severus ¡¿Dónde estaban esos Dementores?!
El grupo de prófugos avanzó y Severus casi rogó a Merlín porque no vieran al Black.
Un par de soldados Corvinus levitaron al animago y lo internaron considerando que tenían más posibilidades de sacarlo por uno de los boquetes hecho por los bombardas de los ataques, en lugar de la entrada principal.
Los otros tres guardias Corvinus en cuanto vieron al animago saliendo de la mira de los mortífagos comenzaron a combatir.
Los diffindos, bombardas y depulsos no se hicieron esperar por parte de los soldados Corvinus, pues los mortífagos usaban cruciatus y Avadas sin pensarlo dos veces. Sin amedrentarse de sus contrincantes invisibles.
No llevaban ni tres minutos en ese combate, al momento en que los aurores arribaron. Severus corrió hacia la salida, más los de azul lo detuvieron.
–¡Por seguridad nadie debe de salir!
–¡¿Cómo?!
Chilló el profesor mirando con incredulidad al de túnica azul.
–Póngase detrás de nosotros. Y espero que no nos ataque por la espalda.
Eso último lo masculló el auror. Al escucharlo, Severus se dio cuenta que enviaron a por lo menos uno que luchó en la guerra y tenía prejuicios contra él.
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William bajó de un salto y Marcus le siguió, vieron desde el aire, como dos de los guardias sacaban al animago. Marcus se acercó y pidió a uno de ellos.
–Usa un hechizo de limpieza en él.
El guardia obedeció y limpió al mago.
–¿Puedes despertarlo por un momento? –pidió William.
–Ennervate.
Sirius se removió y se quejó. Marcus se inclinó junto a su hermano viendo al mago pelinegro. El pelirrojo habló:
–Mira, solo será un momento y luego podrás dormir. Solo responde ¿quieres salir libre?
–Ya... dije... Snape... si...
–Eso es todo. Que descanse en lo que lo revisan. –dijo el hombre lobo.
–Desmaius. –recitó el medimago que iba en el equipo.
El mensaje sería enviado por una señal electrónica que un guardia lanzaría –especial y breve para que la magia no la descompusiera. Debía ser rápido para que la lechuza saliera rauda a llevar el mensaje al Ministerio y que Peter fuese entregado.
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Viendo que quedarse en ese sitio era muy inseguro, el pocionista optó por reunirse con los guardias que se llevaron a Sirius. Estos lo esperaban en la curva y al verlo lo llamaron.
–Vamos señor Snape; encontramos una salida.
Severus siguió a los hombres y fue ayudado a salir por un gran boquete en la muralla.
Sirius era revisado por lo que parecía un medimago, pero con traje de soldado.
Marcus y William veían el gran castillo y cuchicheaban entre ellos. Severus los vio y caminó hasta ellos.
–Si. Ella aprovechó que las rejas de su celda desaparecieron y al cambiarlas atacó a los guardias.
–¡Carajo si fue nuestra culpa! –prorrumpió William.
Marcus se rascó la mejilla con un dedo y sonrió un poco avergonzado.
–Bueno. Creo que eso nos hace responsables de acabar con el desaguisado y Severus...
–¿Si? –inquirió irónicamente Severus.
–No le digas a los otros.
–No la haré. –aseveró el profesor.
Como Azkaban ya estaba cubierto de la niebla de la tarde y los Dementores rondaban buscando alimento, ese que detectaban dentro del castillo. Marcus y William se trasformaron.
William lanzó un aullido largo y terrorífico que fue respondido por algunos lobos en la lejanía. Marcus extendió sus grandes alas y cual misil se internó por el mismo lugar que salieron los soldados y los dos magos de cabello negro.
Sin duda los cambios en los Corvinus, fue una señal para que los girones de terror se alejaran del grupo que aguardaban en la costa rocosa a los gemelos.
Pasaron unos minutos cuando, los murmullos se escucharon entre los soldados y fue por eso que Snape notó de qué iba el asunto. Una lancha llegaba por la costa, pero iba muy lento... Severus entrecerró los ojos para distinguir la figura y sonrió. Era Regulus.
El pocionista se limpió una lágrima antes de que el menor llegara a la playa. Dos de los soldados fueron por el mago que llegaba y atrajeron la barca hasta las rocas donde la ataron.
Al bajar hasta la orilla rocosa, Regulus avanzó vertiginoso hasta el pocionista y sin preámbulos le dio un gran abrazo, obviamente recordaba que Severus no era muy dado a esas muestras; pero no le importó.
Para su sorpresa Snape correspondió el abrazo y le susurró...
–Mocoso... lo lograste, sobreviviste.
–No fue sin ayuda, pero si aquí estoy.
–Hay tantas cosas de las que debemos hablar.
–Tenemos tiempo. –Regulus se retiró un poco del mayor y vio al mago en la camilla improvisada, acercándose a este e inclinándose. – Es mejor que esté desmayado para que no me vea.
–Sí; no es un buen momento.
Opinó el pocionista. Regulus revisó concienzudamente a su hermano y notó lo desmejorado de su aspecto, aunado al ataque que recibió y que ya era atendido. Reggy se lamentó y se incorporó.
–Espero que acepte nuestra ayuda para que podamos sacarlo.
–Bueno, de hecho por eso vine hoy. Deseaba darle esa oportunidad sin revelarle que estás vivo.
–¿Y que dijo?
–Aceptó. Ahora veremos la manera de hacerlo todo con legalidad y pruebas. -Explicó Severus–, como en este momento, que a pesar de esta oportunidad, él debe quedarse en Azkaban.
–Lo sé.
–Por lo menos podrás estar un momento con tu hermano, en lo que todo se calma.
–Espero que tenga tiempo de funcionar la crecehuesos en las costillas de Sirius.
–Lo hará, no te preocupes. –calmó Severus.
Ambos magos buscaron una roca y se sentaron a esperar.
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El mensaje llegó hasta el abogado en el Ministerio y el grupo de leguleyos que iban con este se dirigieron hasta la sala donde los de túnica cereza realizaban los juicios. Entre ellos iba uno que portaba la caja y que no la perdía de vista.
El grupo de abogados entró a donde uno de los miembros del Wizengamot y un mago del Departamento de Justicia los esperaban. Una de ellos era Amelia Bones que se conocía como una bruja incorruptible, pero muy severa. El otro no era otro que el cazador Bartemius Crouch; ambos magos difíciles de convencer. No obstante el grupo de leguleyos iba a esa cita con un As bajo la manga. Y el que estaba a la cabeza de las negociaciones saludó y expuso velozmente...
–Somos los defensores del Señor Sirius Orión Black.
Los entrecejos de ambos magos con túnica cereza se fruncieron.
–¿Es alguna ocasión especial la que los trae aquí? –cuestionó Amelia, sabedora de la situación en Azkaban. Vaya que estaban haciendo lo posible porque la noticia no se filtrara con ese Amberose Swott buscando dar la reseña.
Más el abogado ya estaba al tanto de los obstáculos y respondió con prontitud y firmeza:
–La ocasión es propicia, porque conseguimos la gran prueba que buscábamos.
–¿Y que sería eso? ¿Poción felix felicis? Por qué solo algo como eso haría cambiar la sentencia de su cliente. –aseguró Bartemius.
El jefe del grupo legal asintió hacia su compañero con la caja de seguridad, al mismo tiempo que él sacaba unos pergaminos, previamente redactados para explicar su petición de revisión de sentencia de su defendido.
Uno de los otros abogados entregó a los del Wizengamot una copia de los pergaminos y ambos leyeron rápidamente:
Luego de que concluyeron, los dos tenían rostros parcos sin estar tan sorprendidos o fingiendo. Fue Amelia la que inquirió dejando a un lado los pergaminos, no obstante fijó su vista en la caja que dejaron los magos sobre el estrado:
–¿Allí está?
–Si señora Bones. Allí está, sin embargo si le parece bien debemos colocar hechizos para evitar que escape cuando lo saquemos.
–Yo los colocaré. –asintió Bartemius.
Amelia detuvo al mago y viendo a todos los magos e informó.
–Con la situación que estamos viviendo; es mejor que llame a por lo menos otro de mis compañeros para que atestigüen todo. Y ustedes acérquense deben de estar listos para colaborar y maniobrar con el posible sospechoso.
Dijo esto último a los aurores que custodiaban el juzgado.
De ese modo se abrió la caja:
–Interesante artefacto, no se me hace conocida. –dijo Bartemius.
El jefe del equipo legal, tuvo que aceptar y explicar:
–El sospechoso fue encontrado por unos squib en el mundo muggle.
Los dirigentes aceptaron la explicación.
Fueron otros dos los de túnica cereza que se unieron al juicio y con eso se dio la señal.
La rata fue colocada fuera de la caja y obligada por uno de los aurores a retomar su forma humana.
–Aunado a la persona del Señor Peter Pettigrew vivo, se presentan un par de viales con memorias que nos proporcionaron Sirius Black y Bellatrix Black; ambas pruebas en defensa de nuestro cliente Sirius Black.
–¿Memorias? ¿Cuándo fueron tomadas?–cuestionó Amelia.
–Antes de la sentencia, no obstante no estábamos nosotros a cargo de la defensa y nuestro colega que defendió al señor Black no las usó. –No podían decir que eran memorias comidas por los gemelos Corvinus.
Los jueces tuvieron que aceptar las pruebas, pues la presencia de Peter era más que suficiente para exonerar a Sirius Black, lo demás era formalidad.
El veritaserum sería algo primordial en el interrogatorio.
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Marcus llegó el grupo que luchaba entre sí. Debía concluir con eso lo más rápido posible para evitar más bajas.
Voló por encima de las maldiciones que se lanzaban ambos bandos y fue por lo seguro, el vampiro se dijo que esos Black se parecían en poseer esa espesa y alborotada cabellera, que fue de donde agarró a la bruja.
Obviamente los compañeros de la bruja lanzaron hechizos y maldiciones que para su estupefacción parecían desaparecer en cuanto tocaban al ente volador.
Los gritos y maldiciones de parte de la bruja no se hicieron esperar, pero Marcus la ignoró y buscando una celda vacía arrojó a Bellatrix, mientras ella lo señalaba y chillaba acusándolo de atacarla semanas atrás. Marcus rodó los ojos y pensando un poco, se dijo que era mejor dejarla sin sentido y pues... se alimentó.
William corrió divirtiéndose brincando sobre los muros de a lado a lado, lanzando ocasionales aullidos.
Los de túnica azul se quedaron parados sin saber cómo reaccionar. Que Bella fuera retirada del combate era una clara ventaja para ellos y es que sin la habilidad de esta y con sus compinches buscando salvarla, la batalla se detuvo unos minutos, los que terminaron con los prófugos regresando a luchar o esa era la intención, pues un gran hombre lobo cayó sobre esos magos desprevenidos y los hizo retroceder con zarpazos golpes y fuerza. Evitó morderlos pues podría convertirlos en esos licántropos sin cerebro y salvajes que creó hace cientos de años y por los que estuvo en prisión. Y es que tuvo la tentación de morder a alguno para comprobar si la cura de Remus le dio la libertad de escoger a quien convertir, más se detuvo era mejor que Severus lo checara en el laboratorio con las precauciones ineludibles.
Marcus regresó en ese momento y vio al grupo de reos sin sentido. Vio a su gemelo y a los aurores con ojos abiertos y llamó con voz cavernosa:
–Vámonos Willi.
El hombre lobo se giró sobre sus cuartos traseros y salió corriendo al mismo tiempo qué el vampiro volaba por encima de él.
Los aurores tardaron en reaccionar y llevando a los fugados de regreso a sus celdas, para luego buscar sobrevivientes de los celadores.
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William salió saltando y en el aire notó algo. Cayó cerca de Reggy, el mago se sonrojo y se puso nervioso, pues no debería de estar allí.
–Hola... Willi.
El hombre lobo gruñó un poco, mas luego le dio un gran lametón a su novio y cambió para abrazarlo.
–No te dije que esperaras en la otra orilla.
–Es que deseaba ver aunque sea de lejos a Sirius.
–Bueno cariño, ya lo viste; ahora debes despedirte, porque debemos regresarlo junto con Severus y que finjan que no supieron nada de lo sucedido.
–Lo sé, pero fue poco tiempo y míralo Willi, está tan mal...
–Lo sé, cariño. Prometo que será por poco tiempo.
–Esto lo usaremos en su favor. Como ha sido herido cuando su celda fue atacada y me salvó, debe de contar como buena conducta. –aseveró Severus.
William sonrió como Gato Cheshire, pero no dijo nada. Marcus se acercó a donde el mayor de los Black se hallaba siendo atendido y preguntó:
–¿Ya está bien? –cuestionó al medimago y este afirmó.
–Sí señor. Ya está listo para volver.
–Voy a llevarlo; ya que seré más veloz y menos visible.
Severus casi palideció pensando en volar y veloz.
Marcus agarró con una mano, los cinturones de la camilla y la otra se la dio a Severus, que al aceptarla sintió como el vampiro lo agarraba de la cintura.
Regulus sonrió y se despidió, no sin antes decir:
–Te esperamos acá afuera Severus ¿verdad? –mencionó Regulus.
William asintió alzando un dedo en señal de está bien.
...
Agradeciendo siempre sus comentarios que son los que me animan. noona-kane, AnaM1707, Eimi Romane y giulianacontesso.
