Capítulo XXVIII
Marcus aferró a los dos magos pelinegros y cambió, volando con ellos de regreso a la negra prisión.
Los soldados Corvinus se agruparon y tomaron su propia lancha. Despidiéndose de William, informándole que mandarían su informe a su jefe.
William y Regulus optaron por usar la barca que trajo Regulus, pues el pelirrojo no era amante de volar; además con esa neblina, usarían el regreso como una ocasión propicia para besarse.
En Azkaban, Severus agradeció que Marcus no diera volteretas como las que hacía cuando volaba con los niños; posiblemente su comida no hubiera resistido en su estómago. Porque una cosa era volar en una escoba y otra volar con un vampiro.
Marcus llegó a la celda y entró en ella dejando a Sirius en el suelo y fuera de la camilla. Severus se paró sobre sus dos pies, no temblando por puro orgullo.
–Me llevo la camilla. No creo que noten que fue atendido.
–No lo creo, de todos modos, les diré que hice lo que pude sin tener mi varita. Por cierto podrías ponerla en la entrada.
Severus achicó la camilla y le entregó ambas al vampiro. Marcus agarró los objetos y salió raudo del lugar.
El vampiro desde el techo del lugar revisó como estaban lidiando esos aurores con los restos del motín.
Marcus notó como el grupo de refuerzos que eran seis se dividieron en dos grupos; unos controlaban la salida y llamaron a sus jefes y los otros se internaron por los pasillos para revisar a los celadores y reos.
Aprovechando que los de la entrada revisaban el boquete en una de las paredes. Dejó la varita de Severus en el lugar de los vigilantes y luego salió veloz de allí.
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Los abogados enviaron las noticias a Alexander, las primeras impresiones que tenían del nuevo juicio de Sirius y que para consternación de la firma no sería ese mismo día, –hasta ese minuto– debido a lo que estaba pasando en Azkaban. El Inmortal decidió compartir estas nuevas con el grupo de magos y bruja; para que se tranquilizaran un poco.
Los reunió en la cubierta y ahí les relató con detalles lo que la firma de abogados mágicos habían conseguido y como lo habían hecho. Hubo reacciones variadas, más todos coincidieron en que fue mala suerte para ese Peter que William lo haya descubierto, aunque no tanta como si lo hubiera hallado Remus, porque el licántropo aseguró que mínimo si lo golpeaba antes de entregarlo. Narcissa consideró que igualmente alguna maldición cruciatus o hechizo realmente feo si le lanzaría, pues por su culpa su primo estaba encerrado y el Pottercito era huérfano.
Como Lucius no se unió a las opiniones de venganza, Alexander le preguntó:
– ¿Y tú Lucius?
–Yo... no lo necesitaría vivo para entregar pruebas de su culpabilidad. –dijo muy tranquilo el rubio platino.
El inmortal vio con nuevos ojos a esos que fueron Slytherin, estos no requerían las cosas que consideraban un peligro para los suyos y no se detendrían por una falsa moral y consideró que sus hijos y él debieron ser Slytherin si hubieran vivido en el mundo mágico.
En ese momento. Los niños corrieron persiguiendo a una gaviota y Draco chilló asustado cuando esta se giró a atacarlo; Harry se interpuso entre el ave y su amiguito rubio, y gritó con todas su fuerzas...
–¡Vete!
El ave dio volteretas en el aire como si hubiera sido golpeada por una fuerza invisible.
Narcissa se cubrió la boca con las manos, emocionada. Remus tartamudeó...
–Harry... él... fue... hizo...
–Si querido; Harry tuvo su primer brote de magia accidental. –explicó el Malfoy.
–¡Eso es asombroso! –opinó el Corvinus que aun siguió con la vista el recorrido de la gaviota que volaba con trabajos directo a la playa.
Con los niños. El morenito se giró a ver a su amigo y le acarició la cabeza.
–Ya. Ya Daco, esa fea se fue.
El rubito asintió y agarró de la mano a su amigo yendo de regreso con los adultos. Alexander al verlos y sin pensarlo, abrió los brazos y los niños caminaron rápidos hacia el mayor, pidiendo mimos y... poder manejar el buque.
Cabe decir que poco después se veía a un par de infantes subidos en un taburete y apretando cuantos botones consideraron; obviamente los tripulantes del gran buque les colocaron un tablero sobre el original, si no puede que los pequeños hubieran enviado dos o tres misiles a Merlín sabe dónde.
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Severus se dejó caer en el suelo y usando un poco de polvo de los pedazos de muro se ensució e hizo lo mismo con Sirius, quien comenzó a despertar.
El animago se removió y soltó un quejido de dolor; Snape le ayudó a incorporarse un poco y lo llamó:
–¿Cómo te sientes Black?
–...Un poco como... moco de troll.
–Así te ves, pero según recuerdo de mis otras visitas, siempre ha sido de ese modo.
Sirius se incorporó más y se recargó en la pared, respondiendo:
–Siempre podré contar contigo para levantarme el ánimo.
Severus se encogió de hombros sin responder a lo obvio.
–Y bueno... ¿Qué pasó? Solo recuerdo que Rabastan me envió contra algo muy duro. –El de ojos grises se tocó las costillas– Y creo que me rompí algo...
–Si te rompiste un par de costillas. No soy un experto con magia sin varita, mas tan malo tampoco soy. No tienes que agradecer.
–Ya. ¿Tú me trajiste de nuevo para acá?
–Sí, era un lugar más seguro con todos tus parientes y enemigos saliendo. Afortunadamente parece que ya todo terminó, ya que desde hace un rato no he oído nada de hechizos, gritos o maldiciones.
–Pues esperemos que hayan ganado los aurores y si lo hizo mi prima dile que estoy muerto.
–Con tu suerte, innegablemente que se asegura de que lo estés.
–Tienes razón. Aunque me preguntó porque no te pusiste a salvo yendo con ellos.
–Eres rematadamente tonto Black. No voy arriesgar todo lo que tengo y mi libertad para salir de aquí, si cuando esto termine puedo irme tranquilamente. Además nunca fui muy cercano a Bella y su grupo.
–Ahora si me has dejado con la boca abierta.
–¿Por qué?
–Reconoces que fuiste mortífago.
–Oh por Merlín, eso ya es el pasado. Hubo muchas cosas que todos hicimos en el pasado de las que no nos sentimos orgullosos, más también podemos cambiar y hacer algo mejor para remediar un poco lo sucedido.
–...
Snape no presionó al Black para que respondiera y es que incluso él tuvo que recapitular y conocer a muchas personas para cambiar su perspectiva del mundo y lo que podía hacer para no consumirse en la culpa o el rencor.
Esperaba que siendo libre, el animago cambiara de opinión o viera otra perspectiva.
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Amelia revisó de nuevo los pergaminos, luego de que sus compañeros los leyeran y vio a Peter que con rostro asustado esperaba su decisión. Claramente eso sería conversado entre sus compañero y ella, más al ver el semblante de los otros supo que darle tantas vueltas al asunto solo era una pérdida de tiempo y un paso más para que Sirius Black demandara al Ministerio por una cantidad mayor de galeones.
El jefe de los abogados de Black esperó la resolución, considerando su flagrante triunfo y si no solicitó más galeones de indemnización por daños y prejuicios en contra de su cliente, fue porque su jefe así lo decidió.
–No es necesario otro juicio; enviaré la orden de libertad en favor del señor Sirius Orión Black. Eso será en cuanto tengamos noticias de Azkaban, pues... hubo un problema. –informó a regañadientes Amelia.
El abogado presionó a los de la túnica cereza, más por molestar que por otra cosa.
–¡¿Mi cliente se encuentra bien?! ¡Los hago responsables de su bienestar!
La mujer frunció el ceño, sin embargo enfrentó la amenaza del jurista con toda serenidad.
–Calmémonos, solo ha sido un contratiempo y dudo que el señor Black sufra ningún daño.
El grupo de abogados conversó y es que entre más rápido saliera en libertad Sirius Black ellos recibirían un jugoso bono y el cabecilla informó:
–La opción más viable sería que el señor Black salga hoy mismo.
Amelia tuvo que ceder ante la lógica del abogado y respondió:
–Lo sería, sin embargo hoy ya no hay a quien enviar a la prisión y que revise todo el proceso.
Bartemius miró al grupo de juristas y luego a Peter considerando que ciertamente, era injusto que el preso siguiera en ese horrible lugar siendo inocente. No en vano enjuició a tantos otros culpables que posiblemente estaban haciendo desastres en ese motín y que muy posiblemente tomarían al Black como su víctima.
–Si los presentes me lo permiten, yo podría ver que esa petición se llevara a cabo. Voy a ir a Azkaban con mi asistente Bertha. Puedo llevar los pergaminos de exoneración del señor Sirius Black.
No hubo oposición y los pergaminos de libertad, quedaron sellados y firmados para ser usados ese mismo día o tarde.
El grupo legal abandonó la sala y Amelia ordenó que Peter fuera escoltado a las celdas preventivas con guardia las veinticuatro horas del día, considerando que el acusado sería interrogado por los aurores más exhaustivamente.
Las buenas nuevas fueron enviadas a Alexander Corvinus y el grupo de juristas salió del Ministerio muy ufanos de haber ganado otro caso, aunque con mucha ayuda.
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Al salir a la playa a Marcus no le extrañó que su hermano y Regulus no estuvieran. Por lo que sin detenerse siguió su vuelo hasta la otra orilla y allí notó a las dos figuras... ¿Comiendo? El vampiro bajó y cambió caminando hasta donde los dos hombres se hallaban sacando algunas viandas de una gran canasta.
Regulus le sonrió a su cuñado y lo invitó a sentarse en un tronco.
–Enviaron comida, pero no hubo mesas y sillas.
Marcus se encogió de hombros y se sentó:
–Eso es lo de menos.
Sonrió y recibió del Black, un plato rebosante de cortes de carne acompañados de un par de ramitas de brócoli.
El trio comía, y una lechuza arribó. Se posó cerca de uno de los troncos y estiró la pata. Reggy agarró la nota y le dio un pedazo de fruta al ave.
–Es para ti, Marcus.
El aludido agarró el pergamino y leyó.
–Oh vaya eso es rapidez... –señaló el vampiro.
–¿Qué pasa? –cuestionó William.
–Tu hermano ha sido exonerado y se espera que salga hoy mismo. –se dirigió al mago.
–¡No puedo creerlo! ¡¿Cómo sucedió?!
–Creo que Willi sabe más detalles. –acusó Marcus.
El pelirrojo rió de lado y acabó su bocado para responder.
–Digamos que hace poco en una de nuestras visitas al mundo mágico, compré una mascota. Muy fea si me permites decirlo y conocida.
–¿Conocida?
–Sabiendo las memorias de tu prima y tu hermano conocí de cierta forma a Peter Pettigrew...
–¡Lo encontraste! –emitió el pelinegro.
–Exactamente. Y antes de venir...
–Es lo que le diste a tu padre. No tengo palabras para agradecerte todo lo que has hecho por él y por mí.
William sonrió y le dio un beso en la mejilla a Regulus.
–No tienes que agradecer; lo ayudamos por todos ustedes. Por si fuera poco eres mi compañero, haría todo por ti.
El beso entre la pareja bajó hasta los labios y solo fue interrumpido por el carraspeo proveniente de Marcus.
La pareja sonrió, pero no se avergonzaron y los tres optaron por seguir comiendo. Esperando a que Severus saliera.
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Narcissa llamó al par de niños que ya cabeceaban pidiendo su siesta de la tarde y los llevó con los demás. Regresarían a Malfoy Manior para esperar a Sirius; ella decidió que su casa era la mejor opción, pues Grimmauld Place no estaba en condiciones de ser habitada no tenía lo necesario, no hasta que uno de sus dueños originales pusieran en macha de nuevo la magia ancestral.
Alexander fue invitado a estar presente y es que no podía negar que deseaba conocer al hermano mayor de Regulus.
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En la prisión. Los pasos se escucharon cerca, no obstante eran tranquilos.
Los dos magos se quedaron en silencio y esperaron intrigados.
–¡Señor Severus!
Los pelinegros soltaron el aire con alivio y el profesor respondió:
–¡Aquí!
Un auror se asomó por entre el hueco y bloques caídos.
–Señor Snape ¿se encuentra bien?
–Si. Estamos bien.
El hombre volteó a ver el pasillo y al no encontrar a nadie, prosiguió:
–Señor Snape, debe salir conmigo y sacaremos al señor Black para que lo revisen... de nuevo. Es que posiblemente lo envíen a San Mungo.
Severus vio al celador y se dio cuenta que era el que trabajaba con el Corvinus mayor.
Severus se levantó y salió por el hueco, el guardia levitó a Sirius que aún lo veía con recelo, pero no se opuso ni dijo nada.
El trio avanzó por el pasillo y llegaron a la entrada. Allí Sirius fue depositado en el suelo y el celador que lo llevaba, informó.
–La celda fue atacada, una parte del muro cayó y el reo fue golpeado...
–El me salvó de no morir aplastado. –intervino Severus.
–Casualmente...–masculló uno de los aurores que llegó, a ese que no le agradaba Severus. – Porque yo te vi, aquí en la entrada cuando esos mortífagos deseaban huir.
–Oh si, salí para buscar ayuda y usted no fue de mucha, incluso me prohibió salir.
El sonido de unos pasos en la entrada distrajo la discusión.
Bartemius Crouch y su asistente Bertha Jorkins llegaron hasta donde se reunió al grupo.
–Señores vine a vigilar que todo estuviera en orden. Y traigo una orden de los magos de Wizengamot.
–Oh pues me agradaría saber si ya puedo retirarme o me seguirán prohibiendo salir y exponiéndome al peligro.
Acotó iracundo Severus. El mago del Ministerio vio al profesor y recordó que ahora Severus Snape no era cualquier persona y como tal que tuviera una queja precisamente cuando Sirius Black sería dejado libre por no ser culpable, podría terminar en un desaguisado.
...
Mil gracias por tu comentario giulianacontesso ️ 💛💙💜💚
