Capítulo XXIX


De cierto modo, Sirius comprendió a su antiguo colega auror, sin embargo no consideró que el que le prohibiera la salida a Severus hubiese sido lo correcto; claramente los prejuicios y opiniones personales no debían estar sobre el deber de un auror.

Bartemius gruñó y se dirigió a Severus.

–Por favor señor Snape, recoja su varita y me disculpo por los contratiempos.

–Bien me voy.

–Bueno yo diría que si puede quedarse solo otro poco... –explicó Crouch.

–No lo creo. –dijo Severus.

–Es que la orden que traigo es la de libertad para el señor Black. Sabiendo que lo vino a visitar, pero puede llevárselo ¿se quedará?

Snape suspiró resignado y asintió:

–Sabía que estaban trabajando en su caso, más me agrada saber que el Ministerio sigue siendo tan eficiente y corrigieran su error.

Crouch evitó responder, en su lugar se unió al grupo de celadores y aurores, entregando al jefe en turno el pergamino con los datos de la liberación de Sirius Black.

Severus esperó detrás de las rejas de entrada y se cruzó de brazos viendo de reojo la cara de total asombro del de ojos grises. Y sería correcto decir que Severus se pavoneó mirando al auror al que no le simpatizaba.

Al animago pensó que de verdad esos Sly y amigos de estos, no jugaban cuando de ofrecer su libertad se trató.

Los detalles de la fuga y motín detenido, se quedó entre Bartemius y el grupo de magos de la ley. En cuanto Sirius fue revisado y se dictaminó que solo requería algo de poción para el dolor fue entregado a Severus que farfulló:

–Por lo menos permítanle usar las duchas.

El vigilante de Corvinus llevó a Sirius a que se limpiara y le entregó algo de ropa.

–Espero que sea de su agrado. –comentó el joven guardia.

Sirius vigiló que estaban a solas y no se resistió a preguntar:

–¿Trabajas con Snape?

–No, pero de cierto modo coopero con él. Trabajo para Alexander Corvinus.

–Pero eres un mago.

–Oh definitivamente lo soy. Somos varios que laboramos para él; somos sus ojos y manos en el mundo mágico; a decir verdad no habíamos estado tan activos hasta hace poco que nuestro jefe se interesó.

–Vaya... es extraño.

–No lo es. Paga en galeones y solo nos pide labores sencillas; para cosas más elaboradas están sus soldados. Sus hijos se relacionaron con magos y brujas y por eso nuestra sede comenzó a moverse más. La verdad es que este trabajo nos mantuvo a salvo en la guerra y nos ha dado para mantener a nuestras familias.

–Ya veo. ¿Bando en la guerra?

–Ninguno; solo ayudamos en lo que pudimos. Mi jefe no es muy dado a intervenir en los conflictos de los magos o muggles.

El de ojos grises se metió en la ducha y se tomó ese tiempo para pensar en lo dicho por ese joven mago; culparlo a él y sus compañeros por ponerse a salvo no era muy lógico ni justo.

Snape decidió esperar cerca de la salida a pesar del frio y los Dementores que revoloteaban en la cima de las torres.

Pasaron unos veinte minutos y Sirius salió acompañado del guardia.

–Está listo señor Snape.

–Gracias; le comentaré a al señor Corvinus lo eficiente que ha sido.

El soldado sonrió y dejó a los dos magos. Por fin fue el momento en que Sirius habló:

–¡¿Qué Dementores fue todo esto?! ¡Es increíble que mi libertad haya sido dada así de fácil!

El pocionista caminó hacia la barca de la prisión y llamó:

–Vamos te diré lo esencial durante el viaje.

El animago se unió al otro mago y casi tuvo que pellizcase al subir en la barca para convencerse de que no era otro de sus sueños.

Severus se sentó y sintió al otro mago imitándolo luego. Así que inició.

–Lucius y yo iniciamos un negocio de...

–Pociones o medicina en el mundo muggle, si me dijo Remus y que fue allá en donde él los encontró.

–Así es y nos ha ido muy bien. De hecho Lupin es nuestro socio.

–¡¿En serio?!

–Lo es. Y siendo un negocio nos llegan solicitudes de trabajos. Fue una de estas las que nos llevó a conocer a los hermanos Corvinus.

Severus relató a grandes rasgos como los Corvinus voltearon la vida de todos patas arriba, pero de buena forma.

–Ellos son los que te han ayudado a salir y ahora con su padre interviniendo hay más cosas que debes saber, pero que ni siquiera yo me he enterado por todo esto del ataque.

–Hay tantas cosas y me alegro por Remus, solo me duele que Harry se haya tenido que quedar con sus parientes muggles.

Severus no agregó nada a lo dicho por el Black; en cambio bajó de la barca y esperó por él. Luego avanzó y escuchó unos ruidos, por lo que se detuvo y se giró sobre sus talones a ver al de ojos grises.

–Otra cosa que ganamos con la amistad de los Corvinus, fue que el padre ha viajado y conocido muchísimas cosas. Incluso pudo socorrer a una persona a quien William deseaba ayudar con todas sus fuerzas.

–Pues... que gran hombre. –atinó a decir Sirius desconcertado por esa información dada por el profesor.

El sonido de varitas rompiéndose y piedrecillas pisadas se oyó.

Una figura apareció entre la bruma, seguida de dos más altas.

–La persona que ayudaron, aquí está... –presentó Severus.

–Hola... hermano. Me alegro que seas libre. —saludó Regulus.

–Oh... Reggy...

Sirius corrió a abrazar al menor y sintió como su ropa se mojaba por las lágrimas de este que corrían como las suyas. William se removió nervioso y Marcus lo codeó, guiñándole un ojo.

–Tranquilo Willi, es su hermano.

Cuando los Black se separaron y se limpiaron los ojos lloroso. Sirius vio a los gemelos.

–Oh vaya es bueno conocerlos bien sin estar con un pie a punto de ser desmentorizado.

Regulus sonrió emocionado y presentó.

–Sirius ya conoces a William y Marcus Corvinus, William es mi prometido.

–¡¿Prometido?! –inquirió el mayor de los Black con tono de hermano mayor ofendido. – ¡Reggy es un niño!

–Sirius... –dijo Regulus avergonzado.

William gruñó. Marcus caminó y encaró al Black.

–Mi Willi no es un abusador de menores.

El pocionista cubrió su risa poniendo una mano en su boca. Notó a Regulus y William, ambos viendo como actuaban de sobreprotectores sus hermanos mayores; así que tuvo que intervenir antes de que se quedaran sin Fido por cortesía de cierto primer vampiro.

–Vámonos ya. Tengo hambre y debo alistar mis clases de mañana o mínimo mandar un mensaje a Albus para que me cubran.

Los mayores se aclararon la garganta y siguieron a Snape. Todos aparecieron de ese modo sería más rápido. En menos de media hora llegaron a Wiltshire.

–¿Por qué aquí? –se lamentó el animago.

Regulus lo agarró del brazo y lo guió al interior de la mansión.

–Si aceptaste su ayuda, debes acostumbrarte a convivir con ellos.

–... Bueno, lo intentaré por ti. –claudicó Sirius.

–Ahí está el secreto, en que por lo menos lo intentes. Sé que no cambiaras tus ideas de la noche a la mañana, pero date y dales una oportunidad. –instruyó el menor de los Black.

Severus sonrió con ironía, ese Fido cedería y no solo por Reggy, si no por cierto Pottercito. Los Corvinus avanzaron y Marcus se adelantó yendo a buscar a su futura esposa. William no se alejó del lado de su prometido ni por la mirada suspicaz que le lanzó Sirius.

En la entrada, Regulus soltó a su hermano y lo enfrentó.

–Me equivoqué en las elecciones que hice, pero quise enmendar mis errores y casi muero en el proceso. No te bases en tus prejuicios, hazlos a un lado para ver más allá.

Sirius vio que su hermano entraba a la casa tomado de la mano del gemelo pelirrojo, se giró hacia Severus con el miedo llenando sus ojos y alma.

–¡¿Qué sucede?! ¡Todo esto es una ilusión!

–Cálmate Black, solo me han permitido ser quien te diga una última cosa y esa es que... Hay alguien más por quien te han salvado.

–Moony...

–Claro, claro... –Cedió Snape y acotó: – Es mejor que lo veas tú mismo; solo te advierto que si tienes una opinión desagradable te la guardes hasta que estemos solos. – Severus abrió la puerta y dejó pasar al animago llamando a: – ¡Harry!

Sirius se quedó mudo al escuchar el nombre que Snape gritó.

Como si estuviera esperando, el morenito salió por uno de los pasillos corriendo y hacia los brazos del profesor.

–¡Llegaste tío Shev!

Snape lo alzó y giró con él. Sirius miraba atónito toda la escena, mordiéndose los labios para no gritar sus preguntas.

Los otros adultos salieron al vestíbulo, los Sly y Corvinus se quedaron en discreto segundo plano. Moony se acercó al recién liberado, dándole las manos a este.

–Bienvenido Paddy. –Sirius aceptó la mano y miró a los dos pelinegros. Remus sonrió y respondió la pregunta no dicha– Cuando te dije que los Sly nos ayudaron me refería a Harry y a mí. Petunia y su familia... oh Paddy fueron tan malos... –Lupin se limpió una lagrima y es que Harry lo veía con curiosidad.

–¿Poque llodas Dem?

El lobo se calmó y sonriendo le explicó al niño:

–Estoy emocionado porque mi amigo está aquí. Harry él es Sirius Black...

–¡Mi panino! –Aulló emocionado el morenito. – ¡Lo tajiste como pometiste, Shev!

El de ojos grises vio como el pocionista interactuaba con el pequeño y supo que sus dudas podían ser detenidas por el bien de Harry, no era tan ciego como para no ver que Severus Snape adoraba al niño y ese conocimiento casi le provocó un corto circuito en su cerebro, pues nunca se imaginó esa situación, no con el odio de Severus hacia James y hacia él.

Remus pareció leer en la expresión de su amigo, los pensamientos de este.

–Lily hubiera sido muy feliz de que ellos se conocieran.

–Si hubieran seguido vivos, hubiera convencido a Prongs; ella era de ese modo. De verdad les debemos mucho a estos Sly. Pero...

–No es necesario que decidas de inmediato. Sin embargo con respecto a Harry...

–Ya me lo advirtió Snape.

El resto de los presentes decidieron dejar al cuarteto a solas y Draco se les unió.

–No tae degados. –opinó desilusionado el rubito.

Harry se rio divertido, más opinó.

–Ya me dites uno. Mi ecoba que pode usad ponto.

Sirius sonrió y yendo a los dos de cabello oscuro extendió los brazos y pidió a... Snape:

–¿Puedo?

El profesor miró al niño.

–¿Tú que dices Pottercito?

El niño asintió con timidez y Severus se lo dio al animago que lo agarró con ternura, arrullándolo y sollozando en silencio, besando los rebeldes cabello oscuros.

–Lo siento Prongsy, no pude...

El morenito alzó la caria y vio los ojos grises del adulto anegados en lágrimas y las limpió con sus manitas.

–No llodes. Si te dele algo Shev te cudada, él me dijo que etabas enfemito.

El animago trató de retener su llanto y miró al pocionista, sin embargo este ya caminaba hacia los pasillos. Sirius no dijo nada, más agradeció que el Sly les hubiera dado intimidad a ellos tres.

Remus sonrió y vio a Harry.

–Exactamente Harry, hay que cuidar de Sirius, porque está enfermo.

El niño asintió muy seriamente. – ¿Vividá con nosotos?

El Black negó, más le explicó al niño:

–¿Ustedes viven aquí?

–¡Shi! –respondió orgulloso Harry.

–Si, por motivos de seguridad, sabes que el Ministerio solo me estaría monitoreando.

–Entiendo. Pero yo tengo mi casa y con Reggy sano y salvo creo que debemos arreglarla para que sea habitable.

–Bueno, creo que él...

–Lo sé, ya me ha dicho que el Corvinus pelirrojo es su prometido, pero no por eso ya puede vivir con él. Las tradiciones deben respetarse.

Remus arqueó una ceja ante la perorata de su amigo, pero no lo cuestionó, estaba en plan hermano mayor.

–Supongo que le tendrás que avisar.

–Lo haré.

–Por lo menos esta noche se quedaran.

–Y puede que un poco más, si me lo permite el estirado de Lucius, porque necesitaremos un par de días para poner en orden Grimmauld Place.

Harry indicó con su manita la dirección de la sala a donde estarían los otros y con algo de aprehensión, el animago avanzó en esa dirección; estaba nervioso por ver a los otros y convivir con ellos o incluso agradecer, más no era ningún cobarde y se armó de valor.

Al salón se notaba muy iluminada y al llegar, Harry pidió que lo bajara para ir a jugar con Draco.

Narcissa fue la que se levantó y saludó a su primo.

–Buenas noches Sirius y bienvenido. Tal vez ha sido mucho tiempo el que no nos vimos o hablamos, pero considero que las circunstancias han cambiado.

El mencionado avanzó y fue hasta la rubia, agarrando la mano que esta le tendió.

–Una guerra y algunas pérdidas han debido pasar para que estemos así de cerca sin estar combatiendo.

–Yo no quiero vivir en el pasado y sé que hubo errores... –siguió la bruja, más Sirius intervino.

–Por parte de todos, no solo de... ustedes. Y aun con nuestro pasado nada amistoso, acogieron a las personas más importantes para mí. Eso ya es un tratado de paz.

–Entonces Sirius... Bienvenido a Malfoy Manior. –se unió Lucius.

El animago asintió y se sentó en un sillón individual. Luego fue presentado formalmente a los tres Corvinus.

Con algunas preguntas y ya con el Black más sereno; el anuncio de la hora de la cena fue dado. Severus resolvió cenar y regresar a Hogwarts. No quería atrasarse con la guía de estudios que preparó. Aparte era mejor que fuera él quien le contará a Albus que estuvo en Azkaban cuando fue el motín.

...


Muchísimas gracias por leer y dejar su comentario giulianacontesso y AnaM1707.