Capítulo XXXII
Una distracción para los dos niños fue que Severus los llevó a Hogwarts ese sábado. Con estos muy arregladitos e inquietos por salir, Remus los llevó hasta la chimenea donde esperaron a Severus. El profesor salió y unos chillidos emocionados lo recibieron.
–¡Pero que par de trollcitos son estos!
Los niños se lanzaron sobre el mago y este los alzó; enseguida los bajó de nuevo y les advirtió:
–Quiero que me escuchen y obedezcan cuando lleguemos allá; habrá estudiantes y pueden ser algo o muy distraídos y no se fijan por donde van.
Los pequeños se vieron uno al otro y asintieron hacia al mayor, y si bien sentían curiosidad sobre el colegio y los estudiantes no era tanta por ver a estos que la de recorrer el lugar.
El trio se metió en la chimenea y Remus sonrió; se preguntaba ¿cómo verían los estudiantes que Severus Snape llevara dos niños?
Y Remus no iba mal encaminado, pues uno que otro alumno casi se desmayó del shock al ver al temido profesor de pociones sonriéndole a ese par de pequeños.
Los niños visitaron a Albus y este a regañadientes de Severus los llevó con Hagrid. Para su decepción, el par de infantes se divirtieron mucho persiguiendo con Fang y conociendo a los animales que el semi-gigante tenía.
Harry llevaba un pequeño hechizo glamour para su cicatriz, pero el cabello platino de Draco también era muy reconocido, por lo que los rumores corrieron entre el alumnado instigado por la imaginación juvenil y para el final de la visita, Harry era el hijo de Severus, y gran amigo del heredero Malfoy, incluso ya estaban prometidos*.
Con ese paseo y la llegada de un Kneazle –a quien llamó Muffin– tres días después, se alistó a Harry para despedirse de su gran amigo y cómplice, y si bien sería por un par de semanas, para los niños era una dolorosa separación; sin embargo entre los adultos se habló y se decidió que esas separaciones serían necesarias de vez en cuando para que cada uno de los pequeños tuviera oportunidad de conocer a otros niños y tener su propio espacio. Era algo sano para que los pequeños crecieran siendo lo que su personalidad dictaba sin imitarse el uno al otro.
Severus aprovechó que Remus y Lucius le pidieron que cuidara del morenito por un fin de semana y llevó a este a conocer su casa.
Rodeada de un área grande y con algunos árboles se alzaba una casa de dos pisos y varias ventanas muy al estilo americano.
Harry vio el lugar y notó el área rodeada de rejas coloridas, eran juegos muggles pintados de colores brillantes.
–¡Juegos!
Harry corrió seguido poco después por Severus, quien renunció a mostrarle la casa al niño, pues este ya no quiso salir del parque infantil.
Ya era la hora de la comida y Severus tuvo que sacar casi a rastras a Harry del lugar.
–No quedo id, tío Shev.
–Tendrás más tiempo para usarlos; recuerda que te quedas todo el fin de semana.
Harry suspiró dramáticamente, pero Severus no cayó en su teatro y lo metió a la casa, Naly se encargó de bañarlo y dejarlo listo para comer; la hora de su siesta llegó más rápido, pues estaba cansado de tanto jugar. Así que Severus tuvo tiempo de revisar algunos trabajos estudiantiles.
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Sirius cumplió su deseo y Kreacher se fue con Regulus. Alexander estuvo de acuerdo de llevar a la criatura siempre y cuando este se ocultara de los muggles que no sabían nada del mundo mágico; además su yerno no viajaría sin su inseparable elfo.
Por eso Sirius compró otros elfos que siendo nuevos lo trataban como lo que era, su amo. En el momento en que uno de los seres orejones le informó que tenía una visita, el Black se hallaba arreglando su moto, porque quería llevar a su ahijado en un pequeño viaje, aunque antes debía pedirles permiso a Moony o a Snivellus.
–Dile que voy en un momento y atiéndanlo.
Ordenó Sirius y usó un rápido fregoteo para presentarse con su no invitado.
Albus Dumbledore en cuanto llegó a Grimmauld Place, notó con interés lo remodelado que se veía el lugar y aceptó que el cambio fue muy adecuado.
Incluso las escaleras que subían al segundo piso ahora de mármol en colores claros y con un vitral como pared fue un canje perfecto al antiguo con ese retrato nada amable de Walburga.
Sirius entró a la gran sala y al no ver al anciano Director, lo esperó parado unos minutos, imaginándose que este andaría observando la remodelación.
Dumbledore entró a la gran sala y contempló maravillado el gran ventanal que se extendía como muro.
–Es todo un cambio, hijo...
–Siéntate Albus. –invitó Sirius– Yo diría que un nuevo comienzo. De ese modo inicié con mi casa para que lo imite en toda mi vida. Tengo una nueva oportunidad y planeo usarla y poner en orden mis prioridades.
–¿Seguirás trabajando como auror? –preguntó interesado el Director.
–Con la disculpa del Ministerio vino una invitación a reintegrarme en mi puesto, pero pedí tiempo; por el momento no estoy interesado en arriesgar mi vida. Y es que con lo sonado que fue lo de mi situación, mi hermano Regulus me contacto.
–¡¿Está vivo?!
Esa pregunta del anciano le confirmó a Sirius que este, sabía la suerte que Regulus corrió y nunca les informó; por lo que verlo asombrado por la información, lo hizo muy feliz.
–Si. Regulus estuvo sin memoria en un hospital muggle por algún tiempo; pero en cuanto se recuperó me buscó, pero yo estaba en Azkaban. Fue él quien junto con mis parientes y Remus me ayudaron con mi defensa.
–Gracias a Merlín, el joven Regulus está vivo y bien.
–Sí y de hecho conoció a alguien allá en... en el... hospital y se va a casar en un par de semanas.
Sirius estaba disfrutando cada frase para dejar en claro a Dumbledore que terminada la guerra, igualmente su influencia sobre ellos llegaba a su fin.
–Y sobre eso; debo imaginar que siendo menor que tú, te ha dado el ejemplo.
–Oh, no llevo prisa; si la casa Black necesita herederos, Regulus los puede tener.
"Y serán poderosos y resistentes, dignos herederos Black siendo hijos de William Corvinus", pensó el animago.
–Oh ¿entonces Harry vivirá contigo?
–No; él es mi ahijado y lo adoro, pero Remus y Severus son sus tutores y así se quedara.
–Oh ya veo.
La sonrisa se formó en los labios de Dumbledore, pero ambos magos sabían que no era sincera. Sirius supo de las jugarretas del mago de la boca de Remus y los otros, igualmente aún se preguntaba porque este no hizo más por él y uniendo todo eso, ya no confiaba en Albus, mucho menos lo seguiría ciegamente como antes.
El Director preguntó más de como Peter fue hallado, pero el animago siguió usando la misma explicación que prepararon para los curiosos y luego de un rato más conversando, Dumbledore se despidió asegurando que estaba feliz de que todo se hubiera resuelto para bien.
Al quedarse a solas, el moreno decidió que iría a pedir ese permiso de una vez. Le daría los últimos toques a su moto y luego hablaría con Remus para pedirle que dejara que Harry diera una vuelta con él.
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En Malfoy Manior, Lucius descendió besando la piel descubierta del lobo de ojos color miel.
Ellos de verdad pensaban aprovechar que Harry estaba al cuidado de Severus y no salieron de su habitación; allí pidieron los alimentos y dejaban la cama solo para asearse o comer.
Lucius se posicionó sobre Remus y entre sus piernas y este lo recibió acercándolo para abrazarlo. Lucius susurraba algo, cuando Remus le detuvo poniendo su dedo índice sobre los labios del Malfoy.
–¿Qué...?
–He pensado que estando casados ya deberíamos darles un hermanito a Harry y a Draco.
–¿Estás seguro?
–Esa sería mi pregunta, tú ya tienes un hijo biológico y heredero; no sé sobre las tradiciones o reglas sobre ello. Solo considero que es buena edad para gestar sin que la juventud o vejez sea un obstáculo.
–No importan las normas o tradiciones, si tu instinto te lo pide, yo estoy de acuerdo.
–Y me gustaría mucho que ese par pudiera disfrutar el ser hermanos mayores.
Lucius sonrió y besó apasionadamente a su esposo. Los cuerpos se alinearon al momento de la penetración y el cuarto se llenó de jadeos, y el sonido de las caderas chocando.
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El viaje de luna de miel fue inolvidable para ellos y a pesar de todo el tiempo que llevaba en la tierra, Marcus lo disfrutó tanto como Narcissa.
En ese momento comiendo en un restaurante con vista a un hermoso paisaje de las tierras alemanas. Cissy brillaba luciendo su vestido elegante pero sencillo, y sonriendo porque su hijo preguntaba todo, emocionado por visitar los otros lugares que faltaban. Alexander comía sin dejar de poner atención a sus hijos y las parejas de estos.
William y Regulus decidieron que se casarían en Paris en su pronta visita a Francia.
Pasaban como una familia muggle vacacionando juntos. William casi reaccionaba igual de emocionado que Draco al conocer y ver más del mundo humano, luego de su largo encierro.
El inmortal luego de mucho tiempo siendo un hombre solitario y vigilante de los descendientes de sus hijos, dejó de lado todo eso para gozar como un abuelo normal.
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El Director cruzó los brazos detrás de él y vio el paisaje de Hogwarts desde el balcón de sus habitaciones. No negaba que tuvo esperanzas en que Sirius pediría la custodia de Harry, más nunca contó con que los Malfoy le ayudarían a obtener su libertad y con eso tuvieran su lealtad.
El anciano consideró la posibilidad de no interferir y dejar que Harry no supiera de Voldemort y lo que este hizo con sus padres y todo el mundo mágico; sin embargo él debía velar por los que no podían defenderse y si bien no deseaba presionar a un niño, igualmente era cierto que ese niño era la diferencia entre la destrucción o salvación del mundo mágico si Tom lograba regresar con todo su poder y para enfrentar a ese enemigo, Harry debía tener el suficiente sentido de venganza para querer combatir con todo su poder.
El Director se preguntó si solo le quedaba la opción de esperar a que el chico entrara a Hogwarts en siete años y buscar influencias correctas para él.
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Con los arreglos listos, Sirius conjuró un tempus y vio que ya era algo tarde. El animago entró y yendo al salón de la chimenea encendió el fuego y llamó a Malfoy Manior.
Luego de que fue atendido por un elfo, tuvo que esperar unos diez minutos más para que Moony se asomará y le dijera que Harry se hallaba en casa de Severus. El Black exhaló aire resignado y llamó al pocionista. La chimenea funcionó, el estar conectadas ambas casas era una acción cortés por parte de Snape.
El rostro del profesor se vio entre las llamas y Sirius saludó:
–Buenas noches Snape.
–Buenas noches Black ¿Qué sucede?
–Oh, hablé con Remus, pero me dijo que Harry pasa contigo este fin de semana.
–Sí; de hecho estamos cenando.
–Entonces seré breve. Quiero llevarlo a dar un paseo en mi moto...
–¿Ese armatoste muggle?
–Está arreglada con magia. Y créeme soy bueno manejando.
Snape quiso negarse, más reconoció que ya era un gran paso que Sirius pidiera permiso, y a él sobre todo.
–Mañana es sábado... está bien después de que desayune.
–Sí, comeremos fuera.
–Bien... y por Merlín no vayas con demasiada velocidad.
–No.
Dijo el animago rodando los ojos.
–Entonces le diré a Harry. Hasta mañana.
Sirius sonrió divertido, ese Snape se comportaba como madre inquieta.
El sonido de su estómago le recordó al moreno que, solo había engullido algunos bocadillos, demasiado entretenido con su moto. Así que decidió cenar copiosamente.
...
El Black llegó a la casa de Severus y observó el lugar con detenimiento; no pudo negar que era una casa bonita y hogareña, pensada para una familia. Rodó su moto lentamente por el camino y al hacerlo vio que el pocionista salió con un Harry muy inquieto y emocionado. Severus había vestido al pequeño con ropa muggle y llevaba una pequeña mochila; el animago se imaginó que con cosas que el pocionista consideraban necesarias. Harry se despidió apresurado de Severus y de su Kneazle, y corrió al encuentro del Black.
El profesor se cruzó de brazos:
–No lleguen tan tarde.
El Black hizo un saludo militar, y Severus bufó. El dúo se perdió por el camino y Severus se internó a la casa dispuesto a aprovechar ese tiempo en alistar las clases de la siguiente semana.
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Muchísimas gracias por sus comentarios me llenan de alegría. Gracias giulianacontesso y AnaM1707.
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*Bueno, yaoistas hay en todos lados.
