Capítulo XXXV


Sentado en la sala, el morenito vio con curiosidad, pero muy divertido al par de adultos frente a él; o por lo menos los intentos de estos de explicarle lo que él a sus diez años entendió fácilmente, así que les quitó la carga de seguir asustados y les expresó:

–Espero que se casen antes de que llegue mi carta.

Severus dejó salir el aire aliviado y Sirius respondió:

–Oh, será en una semana Prongsy, no queremos una gran boda.

–Yo no quiero tanto escándalo. –acotó Snape.

Harry sonrió, se levantó y fue a abrazar a los dos magos.

–La verdad es que ya se habían tardado. ¿Podemos ir con Draco?

–Sí..., pero ¿Por qué dices que ya nos habíamos tardado? –cuestionó Severus.

–Bueno es que ustedes actúan como los papás de mis amigos, como un matrimonio, ¡incluso pelean igual!

Los dos adultos se quedaron callados y el niño aprovechó para alistarse para su visita con los Malfoy.

Pasaron varios minutos y después de eso, Severus gruñó al mencionar finalmente:

–Pues no está equivocado.

–No.

–En fin, asegúrate de que no haya muchas flores en la recepción, y si debe de haber que sean algo sencillo.

–¿Rosas?

–Sí, eso estaría bien. Ahora vamos con ese niño, aprovecharemos para avisarles a los otros.

El animago se levantó del sillón siguiendo al profesor y su futuro esposo, al pensar en ello no sintió ningún duda o inquietud, así que consideró que su idea fue lo mejor que se le había ocurrido.

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En la casa de los Malfoy y con solo los adultos en la sala, la pareja explicó lo de su pronta boda. El patriarca Malfoy no se asombró, pero Remus tuvo que analizarlo unos minutos:

–¿Están seguros de esto? –como el par de pelinegros asintieron, el continuó– Pero..., ¿Cómo sucedió?

–¿Qué? –preguntó Sirius.

–¿Cómo se enamoraron?

Sirius se quedó callado, pues conociendo a su amigo, si le decía que ese matrimonio solo era por costumbre, comodidad, compatibilidad y sociedad, este se pondría como loco.

–Digamos que la responsabilidad del Fido me conquistó. –concluyó Severus y evitó que Sirius siguiera elucubrando alguna exagerada explicación.

Lupin vio al par y en sus labios se fue formando una sonrisa:

–¡Oh eso tiene mucho sentido! Sirius es todo un tutor con Harry.

Severus estuvo de acuerdo y de ese modo la razón de ese matrimonio se convirtió en versión oficial y era mitad verdad.

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El par de chicos –y polizón– se acomodó sobre sus escobas y Harry mencionó:

–¿Tienes todos los hechizos de seguridad?

–Claro, no llevaría a Lucian si no fuera de ese modo.

–No quiero que no regañen antes de que lleguen nuestras cartas.

El rubio mayor agitó la mano y agregó:

–Todo listo –giró hacia atrás y le guiñó un ojo a su hermanito– ¿verdad Lu?

El pequeño asintió efusivamente y de ese modo Draco alzó el vuelo seguido de Harry, que sin dilatarse se reunió con los Malfoy en el aire; sabía que en ese viaje no habría piruetas arriesgadas, pero estaba bien no siempre Lucian se unía a sus juegos, pues Remus era muy estricto con la independencia de sus hijos y buscó que Lucian tuviera sus propios amigos, entre los que se hallaban Teresa y Clare Corvinus. De ese modo Draco era hermano mayor consentidor sin perder su independencia.

Y es que para sorpresa del grupo, Lucian era amante de saber, conocer o hasta tener criaturas mágicas, Lucius creía que era porque el mismo niño era una criatura mágica, pero mejorada. Por lo que el pequeño era más inclinado a ver o volar con Abraxan o hipogrifos.

Con los tres niños volando en sus escobas, las defensas estaban al cien por ciento y los elfos muy pendientes de estos, por lo que el juego no llegaba a ser ni remotamente peligroso.

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En la sala con los adultos. Remus bebió su chocolate y preguntó:

–¿Han considerado en lo que dirá Dumbledore?

–No... A decir verdad ni siquiera lo he pensado. –dijo sinceramente Severus.

–En todo caso, no veo el problema, no es como si fuera nuestro pariente. –opinó Sirius.

–Sabes a que se refiere Rem. –acotó Lucius– Ese viejo ha querido poner sus garras en Harry desde que era pequeño o por lo menos dejarlo con gente totalmente leal a él, se dejó de meter con ustedes porque confió en ti.

–Sí; eso sí lo noté; sin embargo en las pocas conversaciones que hemos tenido no le he dado indicio de seguir bajo su tutela. –explicó Sirius.

–El hecho es que Remus y tú siguen siendo ex leones y miembros de la Orden del Fénix e hicieron un juramento. –aseguró Severus.

–Pero ese juramento no nos obliga a entregar a nuestros hijos o dárselos como corderos a Dumbledore. –gruñó Remus.

–Concuerdo con Moony, antes será siempre mi familia que la Orden. –terminó Sirius.

–Y con las indagaciones de Alexander y lo que nos dijo... No vamos a dejar que Harry luche por una venganza que ni Lily ni James querrían. –expuso Remus. – Y si hay algo en él que haya dejado Riddle..., lo quitaremos como sea.

–Eso no lo dudes. –Concluyó Severus– Ahora que es mejor que de una vez le informe a Dumbledore, pero no le diré sobre la recepción, no lo quiero indagando sobre los Corvinus o sobre Reggy.

Snape se levantó y el animago pidió:

–Te acompaño.

–No; es mejor que lo haga solo; soy experto en manejar a Albus. Cuida a Harry.

El pocionista salió y el Black se giró a ver al matrimonio:

–Siempre es tan independiente que es toda una sorpresa cuando algo se le olvida y me alegro de ayudarlo cuando sucede.

–Yo creo que el que te des cuenta y estés con él cuando te necesita, significa que son uno para el otro. –Opinó Remus– Bueno salgamos a ver a eso trollcitos.

El trio de magos adultos salió hasta la zona boscosa para ver a los niños volando en sus escobas.

–Debo avisarle a mi hermano. –consideró el Black.

–Estará sorprendido, pero feliz. –consideró Remus.

Lucius no intervino, hasta donde él sabía todo eso ere mero trámite y si bien la unión de Remus y él tampoco tuvo una gran celebración, su amor si era muy real.

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Las clases de Severus se habían reducido evidentemente, no así lo excelente que estas seguían siendo y con resultados igual de altos. Sus alumnos continuaban sufriendo lo estricto de sus lecciones; pero con la diferencia de que la fama de lo exitoso del profesor como pocionista en ambos mundos era bien conocida por alumnos y padres de estos, por ese motivo las clases con Severus se volvieron cotizadas a pesar de lo duro de estas.

Dumbledore al principio de esas reducciones de horas laborables para Severus, no estuvo muy contento; sin embargo con el tiempo cambió de opinión al notar como los estudiantes se matriculaban para pociones así fuera su último año, no importando la carrera que eligieran. Por ello no tuvo ninguna queja sobre Severus no estando tanto tiempo en Hogwarts.

Esa tarde, el Director revisaba algunos planes de estudio con Minerva, al momento en que Snape llegó al aula de profesores. Al verlos a los dos, saludó y pidió hablar con Albus cuando tuviera tiempo.

–Ya terminamos Severus.

Dijo el anciano y MacGonagall al escuchar eso lo tomó como su tiempo de retirarse de la sala.

Severus se sentó cerca del Director y vio con tranquilidad como el mago recogía los pergaminos.

No tardó mucho y cuando concluyó, Albus preguntó:

–¿Qué sucede Severus?

–No es algo de qué preocuparse; solo algo que ya debíamos hacer y habíamos dejado para luego.

–¿Quiénes?

–Sirius y yo.

–Ahora si me tienes intrigado ¿Y eso sería?

–Nos vamos a casar.

–... Parece que no comprendí bien, dijiste que...

–Sí, que nos vamos a casar él y yo.

–No entiendo...

–Es simple..., la convivencia de tantos años y conocernos más allá de magos..., si no como padres, dio pie a querer estar juntos.

–Severus, hijo, deben estar seguros de todo esto, pues como bien dices son responsables de un pequeño mago que... –Hasta allí soportó el discurso de Dumbledore, la paciencia de Severus.

–Por eso precisamente, Harry nos necesita juntos y fuertes para ser su protección contra los que le desean mal o lo quieran usar para sus propios fines. Sirius y yo somos los dos lados de un galeón, y juntos no dejaremos que Harry sea molestado siquiera.

El Director miró con seriedad al profesor, más este no reculó y sostuvo su mirada.

–El tramite será la próxima semana, afortunadamente estamos en vacaciones así, que no pediré permiso, solo te informo ya que eres cercano a Sirius y... a mí.

Severus se levantó de la silla y esa fue la señal para que Albus reaccionara y mencionara:

–Pues a pesar de que no celebraran, los felicito y espero que me vengan a ver juntos, luego de su matrimonio se legalice.

–Claro.

Snape se retiró y casi gruñó al pensar que ese anciano no se quedaría con la duda y querría ver si realmente Sirius y él se casarían.

Mientras, Dumbledore se concentró en pensar en cómo reafirmar que Harry viera lo malo y peligroso que eran los lazos con antiguos mortífagos. Y definitivamente considero que la única oportunidad sería con este en el colegio.

...

Con las sonrisitas burlonas de los gemelos Corvinus dirigidas a ellos, por casarse con su enemigos del Colegio. Severus y Sirius unieron en matrimonio un sábado de verano en una noche cálida. Como lo fue el matrimonio de los de ese grupo, la reunión fue discreta y solo con sus más cercanos. Harry estuvo muy orgulloso y contento porque ese par por fin se casara.

Esa noche luego de los brindis, los pelinegros se fueron de luna de miel, claro que iban los tres; incluido un divertido Harry.

El viaje consistió en un recorrido de dos días por cada una las islas caribeñas y para asombro de Harry y Sirius; Severus no se bronceó como ellos, solo tomó un color un poco más tostado sin dejar de ser blanco.

Estando en Barbados, los dos adultos disfrutaban de una bebida bajo unas sombrillas cuando escucharon los gritos de Harry que salió del agua y señaló...

–¡No puedo creerlo! ¡Ahí viene, me encontró hasta acá!

Severus se levantó los anteojos negros y Sirius suspiró y se incorporó del camastro.

–Pide más fruta y agua, esa lechuza debe venir asoleada y sedienta. –solicitó Snape.

–Mira que hacerla volar hasta el Caribe... Dumbledore es un exagerado.

–Lo es, pero al fin y al cabo nuestro chico es Harry Potter.

–Si.

El animago llamó al elfo camarero y lo pedido apareció poco después; justo a tiempo para cuando Harry llegó hasta ellos llevando a la lechuza en su brazo y una carta en la otra mano.

–¡Llegó!

Los dos magos adultos le sonrieron al niño y Sirius agarró al ave para colocarla en la mesa donde tenía alimento y agua.

–Ábrela Prongsy.

–No nos tengan con la curiosidad. –bromeó el profesor.

Harry sin dejar de sonreír, abrió la carta y leyó en voz alta. La emoción en su voz, sus ojos brillando y su alegría contagiosa hizo que Sirius y Severus elevaran una plegaria a la magia por darles ese maravilloso obsequio de compartir ese inolvidable momento con el pequeño, pero igualmente se disculparon con James y Lily por no ser ellos.

Harry terminó y rogó con ojos de cachorro:

–¿Podemos regresar ya a Londres? ¡Quiero ver a Draco y comprar todo lo que necesitaremos!

–Claro que si Prongsy.

Severus suspiró al agregar dramáticamente:

–¡No puedo creer que mi niño ya vaya a entrar Hogwarts!

Harry se rió y se echó sobre el pocionista:

–Pero si estarás allí.

Sirius besó la cabellera del morenito y opinó:

–Triste yo que no podré verte hasta vacaciones.

El trio rió y se levantaron para comer y arreglar sus maletas; regresarían esa noche a Londres.

...


Mil gracias a AnaM1707 y giulianacontesso, un abrazo grande para las dos!