Capítulo XXXVII
El resto del trayecto no fue mucho y los recién llegados llegaron a donde Hagrid los esperaba.
Draco y Harry comprobaron agradecidos que el arribar a Hogwarts como alumnos fue una experiencia impresionante, y que el recuerdo de ese par de visitas de su niñez no opacaron esa vivencia.
Emocionados, los grupos de niños de primer año avanzaron y el viaje en barca fue tranquilo, luego la llegada al castillo y conocer a los docentes no fue menos conmovedor.
El gran comedor se abrió ante los ojos de los pequeños y con ello el sombrero fue llevado al centro.
Uno a uno los alumnos fueron elegidos y Harry vio con orgullo como Draco era recibido por los Slytherin como lo que era... un pequeño príncipe, al verlo tan feliz y orgulloso se dijo que no podía robarle protagonismo, por lo menos en su casa. Solo deseó que Sev no se sintiera traicionado por eso. Así que con paso decidido fue hasta el banco y se concentró para que el sombrero supiera que casa deseaba.
–Mmmm educado por Slytherin, pero también por leones... difícil decisión...
–Quiero ser león.
–¿Seguro?
–Si.
– ¡Gryffindor!
Exclamó el sombrero y los vítores de la casa rojo y dorado se escucharon.
Harry caminó hasta su mesa, pero se aseguró de ver hacia Draco y guiñarle un ojo.
El de ojos verdes se acomodó en su asiento e inmediatamente buscó entre el profesorado. Albus sonreía feliz, pero eso no le interesó, buscó a Severus y al hallarlo, esperó... El pocionista alzó la vista y sonrió levemente en su dirección; ese minúsculo gesto hizo que Harry suspirara aliviado.
La cena fue servida y luego los alumnos fueron llevados a sus salas comunes. Los maestros se retiraron a sus habitaciones, o la mayoría.
Severus usó la chimenea y fue a su casa en donde todos los del grupo estaban reunidos. Naly le sirvió una copa con los ojos de todos siguiéndolo.
–No les diré nada.
–¡Severus! –exclamó Remus.
–No. Esperen las cartas que ya no deben tardar.
–Pero no podemos esperar, debemos ir a ver a nuestras hijas... –trató de persuadir Reggy y William asintió.
–Están con su abuelo. –respondió Severus.
Sirius se dejó caer dramáticamente en el respaldo del sillón. Cissy siguió trenzando unos mechones de Marcus, el cual se dejaba hacer para que su esposa calmara sus nervios.
–Además hay un tema importante que debemos debatir antes de las buenas noticias o... malas –Se burló Severus– Hace poco Dumbledore nos llamó a su despacho, a otros profesores y yo. Entre ellos Quirell en quien no me fio.
–Y no debes de fiarte, aún recuerdo que a Tom le agradaba ese investigador y según supe si tuvo una o dos conversaciones con él. –informó Lucius.
–Con razón hay algo que me desagradó de él, aparte de que Harry se siente extraño cuando este tipo anda cerca o en algunas ocasiones.
–Vigílalo bien Sev. –pidió Remus.
–No lo dudes que lo haré. Y a lo que iba. Albus tuvo la gran idea de... –Severus relató lo acaecido con la Piedra Filosofal y el cuidado que se puso en su protección.– Lo que veo reprobable es que le confíe algo tan importante a Hagrid, no dudo de la lealtad de este, pero sí de que mantenga la boca cerrada.
Remus suspiró y asintió comentando– Puedo pedirle a Draco que averigüe si Hagrid sabe más de eso. No le podemos decir a Harry porque el cachorrito es muy transparente.
–Eso sería bueno; ese semi-gigante me teme un poco y no le sonsacaré nada. –comentó Snape y nadie lo contradijo.
–De por si es raro que la haya sacado de Gringotts y la llevara a Hogwarts, ahora que sea precisamente este año... es aún más sospechoso. –opinó Lucius.
–Definitivamente ese Director sabe más de lo que dice. –afirmó William.
–Son conjeturas, pero con dudas razonables; digámoslo. Tom no se fue del todo y ya ha regresado. –concluyó Reggy. – La cuestión que otros Horrocruxes hizo y cuáles pueden ser.
Remus se aclaró la garganta y agregó:
–Lucius y yo buscamos entre algunas cosas que le dejó ese tipo y creemos que tenemos uno.
–Si. Un diario; aunque no lo hemos abierto.
–Si quieren podemos verlo William o yo. –Dijo Marcus– No nos afectará.
El grupo estuvo de acuerdo y el ambiente se distendió mucho, porque Hedwig y Águila –la lechuza de Draco– arribaron el grupo.
Narcissa agarró la carta de Águila llevaba en la pata y dejó que un elfo le diera golosinas a esta antes de que se fuera.
Sirius fue hasta Hedwig y luego de palmearle la cabeza le quitó su mensaje.
Cissy ya había leído y el pergamino y sin dejar de sonreír, exclamó:
–¡Slytherin!
–¡Como debía ser!– gritó Lucius.
Sirius leyó el otro pergamino y una sonrisa salvaje se fue plasmando en sus labios. Remus se levantó de su asiento y caminó hasta su amigo, y este le tendió el pergamino para que lo leyera el mismo. Mientras el animago les confesó a los otros:
–Gryffindor.
Todos miraron en dirección de Severus más fue Regulus quien cuestionó con algo de aprehensión:
–¿Estás bien Sev?
El profesor suspiró, pero sonrió luego:
–La sangre es más espesa que el agua, eso no debo olvidarlo, ni tampoco que Lily fue una gran Gryffindor. Así que, brindemos por nuestros niños y sus casas, que en la competencia de estas ¡Gane el que se lo merezca!
El grupo vitoreó y Sirius se acercó hasta Severus, abrazándolo:
–Eso no cambiara nada ¿lo sabes?
–Eso creo y deseo.
La reunión no se extendió, pues Severus debió regresar al colegio y los demás se retiraron a sus casas. Sirius se quedaba en Grimmauld Place con Reggy y familia, si Severus no estaba en la casa familiar de Wiltshire.
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En Hogwarts, Harry se instaló y como predijo Draco; Ron y Neville estaban en su habitación, era algo extraño para él compartir un cuarto y más con otras cuatro personas, pero consideró que se acostumbraría.
Las clases iniciaron y los dos niños no tuvieron mucho tiempo para verse, sin embargo no era algo que les preocupara, al ir creciendo hubo épocas en las que no se vieron durante meses ya sea por los viajes de Draco o los de Harry con su padrino o Severus para ir a buscar ingredientes hasta otros países o en los de negocios de la farmacéutica muggle, afortunadamente su gran amistad no sufrió cambios para mal en ninguna de esas ocasiones, esta vez sería del mismo modo.
La siguientes ocasión que se vieron fue en la clase de pociones. Draco se burlaba de los leones y si bien a Harry no le agradó, era algo por lo que no discutiría con el rubio.
El moreno vio con algo de diversión como la fama de Sev lo precedía y los otros alumnos estaban muy nerviosos.
Cuando la lección comenzó; Harry sonrió levemente al escuchar el discurso de Severus:
–... Hechizando la mente, engañando los sentidos... –El profesor paró de pronto e inquirió– ¡Potter! ¿Para qué se utiliza el asfódelo? ¿Qué es un bezoar? –Harry brincó del susto, pero se recompuso y atendió a las preguntas de Severus. El silenció se extendió por el aula, y la mano de Hermione se alzaba con ahínco sin ser notada.
–El Asfódelo sirve para crear la poción de los muertos en vida. –dijo triunfante el morenito.
Los murmullos se alzaron entre los alumnos, pero hubo una voz que los detuvo.
–Y el bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvar de casi todos los venenos. –acotó Draco mirando con suficiencia hacia el lado de los Gry.
Snape se recargó en su escritorio con los brazos cruzados e inquirió:
–Me impresionan... ¿Cómo supieron...?
–Porque mi padre adoptivo es capaz de embotellar la fama, preparar la gloria y hasta detener a muerte. –recitó orgulloso Harry.
Severus se incorporó y no agregó más que...
–Bien Potter, pero ponga atención si no su casa perderá muchos puntos, por el momento se ha ganado uno para su casa. Draco uno punto para Slytherin por su respuesta. Y los demás no los veo anotando...
La lección fue dura, pero Harry creció con Severus y se sintió como en casa. O casi, pues la explosión de Neville y el grito de este detuvo cualquier buen pensamiento. El punto que ganó Harry se perdió e incluso perdieron más.
La clase terminó y los alumnos salieron, Ron miró al de ojos verdes y preguntó o alguien se le adelantó:
–¿Quién es tu padre adoptivo? –La niña castaña esperó.
Harry se encogió de hombros:
–Un pocionista muy famoso.
Ella frunció el ceño, pero no insistió y se adelantó. Ronald en cambio agregó:
–Pensé que vivías con tus parientes muggles.
–No. Solo estuve un año con ellos.
–Oh...
Draco pasó con sus amigos y agitó la mano en su dirección. Harry lo llamó.
–Oye Draco... –El rubio regresó sobre sus pasos.
–¿Qué pasó?
–Hagrid me invitó a tomar té ¿vas?
El rubio alejó con un ademan a sus compinches y se giró a ver a Harry.
–Pues a mí no me dijo, pero debo ir, porque Moony envió unos pastelillos para él.
Harry sonrió ante la molestia del Malfoy, pues a pesar de su esnobismo obedecía las peticiones de Remus.
–Te espero en la salida a las cinco.
–Bien y... no perderé en la competencia sobre calificaciones.
–Ni yo. –aseguró Harry guiñándole un ojo.
Ronald –que se había alejado un poco– regresó y el moreno agradeció que no comentara nada de Draco, pues el rubio y Sev eran intocables hasta para sus amigos.
El resto del día fue tranquilo y para la tarde Harry y Ron esperaban por Draco. El rubio iba solo y rodó los ojos al ver al pelirrojo con Harry, pero se armó de paciencia y llegó hasta ellos. Hagrid no esperaba a los tres niños, bueno a uno de ellos, pero como todo un niño educado el rubio saludó:
–Hola Hagrid, vine porque Moony te envió un obsequió y saludos de su parte.
El semi-gigante sonrió y olvidó la incomodidad.
Los tres menores agradecieron poco después el regalo del licántropo, pues el pastel que le ofreció Hagrid no era muy comible, en cambio la gran caja de galletas finas fue vaciada por todos.
Al dejar la cabaña, Draco llevaba saludos para Remus. El rubio al llegar al colegio se despidió de los otros.
–Nos vemos Harry, quiero hacer algunas tareas y conocer más a mis compañeros, no nos veremos...
–Está bien, pero si necesitas cualquier cosa, sabes dónde estoy.
Draco asintió, agitó la mano en dirección de los dos leones y se fue hacia su sala común.
–¿Ustedes se llevan muy bien?
–Crecimos juntos; su familia es como la mía.
–Ya... pero ellos fueron...
–Mortífagos, lo sé; no es algo que me ocultaran.
–Y tus padres...
–Ellos están muertos y me duele, pero yo no soy huérfano, tengo a mis tutores a mi padrino y a mis tíos, tía y primos, gracias a ellos no estuve ni estoy solo. No quiero convencerte de nada ni cambiar tus ideas, pero amo a mi familia y si llego a pelear con Draco nunca será algo serio. Deseaba decirte esto para que pienses si aún quieres ser mi amigo.
–Oh...eso no cambia nada, me agradas.
Harry sonrió y caminó junto con Ron.
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Para la clase de vuelo Ron comprobó que Malfoy y Harry eran como cualquier otro niño y se molestaban como tal.
Ambos eran buenos volando, más solo al moreno descubrieron y fue todo un suceso que fuera reclutado para el equipo de Quidditch.
El regalo que le llegó a Potter después, no pudo ser escondido y Draco al igual que muchos otros alumnos se enteraron.
Severus vio de lejos las sonrisas pagadas de sí mismas del moreno y su ira estaba por explotar. Harry no había hecho nada bueno para ganarse ese regalo, en cambió rompió las reglas. Con MacGonagall ya hablaría después, pero esa misma tarde el responsable de esa flagrante traición a la educación y valores que le dio a Harry, lo lamentaría.
El pocionista terminó con su horario de clases y dejó Hogwarts. Fue directamente a la casa de Wiltshire para llamar a Sirius Black. Sin embargo el mencionado se encontraba allí, pues fue por algunas cosas. El animago al ver salir por la chimenea a Severus se asombró:
–¡Oh no sabía que hoy vendrías!
Severus ignoró al de ojos grises y caminó a la sala; el animago arqueó una ceja y optó por seguir al pocionista.
Severus sirvió una copa de whisky de fuego y se lo bebió de un trago; eso alertó a Sirius y cuestionó:
–¿Qué sucede Sev?
–Sucede... que soy un crédulo por confiar en que me respetabas y habías cambiado la forma en que me veías, pero... solo sabes fingir muy bien.
–¡¿De qué Dementores hablas?!
–Que no entiendo que quieres lograr con tus acciones. ¿Quedarte con la custodia de Harry...? Puedes hacerlo si buscas el apoyo de los mojigatos del Ministerio y de Albus.
–Sigo sin entender nada, ¿custodia? Estamos casados ¿Por qué querría quitarte la custodia? Explícate. –exigió el Black.
–Pasaste sobre mí, me humillaste y socavaste mi autoridad sobre Harry...
–¡¿Qué?! ¡¿Cuando hice eso?!
–¡Le compraste una maldita escoba Nimbus 2.000! ¡Él ahora cree que es un regalo por quebrantar las reglas! ¡Jugara Quidditch y solo está en primero!
–Sev. Yo no fui...
–Oh por Merlín, no me trates como un tonto, nadie más haría algo como eso, nadie más estaría tan orgulloso de Harry por ser la copia perfecta de los irresponsables de James y tú.
–Eso no es justo... yo no...
Severus encaró al otro pelinegro.
–Anularé el matrimonio y te quiero fuera de mi casa. Y Black...Nos veremos en la corte si quieres la custodia de Harry, seguramente yo perderé esa batalla, pero no lo haré sin pelear.
Snape salió de la sala sin esperar que Sirius respondiera. La chimenea funcionó y el animago se quedó solo y perdido en sus pensamientos.
Estaba impresionado y orgulloso de que Harry fuera a jugar Quidditch, desde que el niño se lo contó en una nota que envió; pero nunca creyó que eso echara por tierra toda su vida.
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No hubo ocasión de que Severus hablara con Harry y es que a pesar de la intensidad de su enojo con el Black y las bravatas que le dijo a este, tenía miedo de que el morenito al recibir el regaño –que se merecía– lo odiara y se inclinara por Sirius.
Llegó Halloween y el encuentro con el troll y los niños –entre ellos el suyo– dejó al borde del infarto a Severus. Lo peor de todo el asunto es que el profesor no lo notaba, sin embargo estaba regresando a su carácter ermitaño y hosco, pensando que el Black solo fingió para que los Corvinus no sospecharan de él y se arrepintieran de sacarlo de Azkaban.
Las notas enviadas por el animago se detuvieron luego de una semana que las ignoró y Severus vio la situación como la aceptación de la culpabilidad de Sirius, sin embargo no quiso ahondar en ello, pues las sospechas sobre la sociedad de Quirrell con Él eran cada vez más.
Snape se dijo que debía centrarse más en la situación peligrosa para de ese modo, cuidar de Harry y dejar de lado lo de Black, pues por todo eso girando en su cabeza lo hizo cometer un error y salir herido.
No tuvo tiempo ni mucha intención de ir con Madame Pomfrey por lo que recibió ayuda del conserje, para buena o mala fortuna, Harry lo descubrió.
Severus envió al niño fuera, y este obedeció cerrando la puerta tras él con un sonoro golpe.
–¡Que niño tan arrogante! –chilló Filch.
Severus no respondió. Luego de limpiarse y curarse con ayuda del Squib, Severus salió y se asomó para ver que Filch se fuera por el pasillo; luego notó que alguien apareció a un lado de la puerta y suspiró.
Harry se cruzó de brazos y vio al mago mayor que vigiló de nuevo a su alrededor:
–No hay nadie, he usado la capa.
El profesor abrió sus habitaciones y el niño pasó antes que él. Apenas cruzaron los dos el dintel, cuando Harry inquirió:
–¡¿Qué te pasó Sev?!
El profesor respondió con serenidad.
–Un accidente.
–¡¿Cómo fue?! ¿Te duele mucho? ¿Tendrá secuelas?
–Tranquilo Harry, se curara rápidamente.
Harry se dejó caer en una silla y se limpió unas lágrimas traicioneras.
–Tuve mucho miedo... creí que el maestro Quirrell te había atacado por mi culpa.
–¿Por qué sería eso?
–No soy tonto, he notado que lo vigilas. ¿Es porque me molesta la cicatriz cuando él está cerca? Yo no había dicho nada.
–No necesitabas hacerlo. Además recuerdo que era uno de nosotros...
–Ya veo. Aun así no quiero que te lastimen.
–Igual pienso yo y no sé cómo hacer para que no te metas en problemas.
–...
–Sabes que lo de la escoba y el Quidditch no fue justo ni bien ¿verdad?
El niño de ojos verdes suspiró y se encogió de hombros. Snape acercó una silla y se sentó:
–Sabes que nunca te he negado nada... Si has trabajado por ello o a veces sin ello y a pesar del enojo de Remus, pero...
–Lo sé, sé que la escoba es un premio que no merecía, y lo del Quidditch no fue mi intención de verdad. Lo... siento. ¿Estás enojado?
El mayor acercó al niño y lo abrazó.
–Estaba triste porque creí que habías olvidado o ignorado todo lo que te enseñamos..., pero confirmé que no es así.
–Si quieres... no jugaré.
–No. Debes jugar si la jefa de tu casa te lo pidió, siempre y cuando no creas que saltarse las reglas es el camino a conseguir lo que quieres, no siempre tendrás esa suerte.
–Entiendo. Y espero ver a Draco para explicarle que yo no pedí la escoba, porque prometimos que estrenaríamos una al mismo tiempo.
–... Esperemos que no esté enojado.
–Muy enojado. –tembló Harry y sonrió un poco, y luego de hacer prometer a Severus que descansaría, salió de allí.
El profesor deseó creer que al niño no le afectaría mucho su divorcio del Black, después de todo ese acuerdo no llevaba mucho tiempo activo.
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En el castillo de Escocia de los Corvinus. Marcus terminaba de leer el cuaderno y lo dejó sobre la mesa de metal, cubriéndolo con un tapa de cristal.
Alexander miró a su hijo mayor, esperando algún comentario.
–Un anagrama y varios recobecos y acertijos. –expuso Marcus.
–Claramente posee más que solo las memorias de su dueño.
–Definitivamente. Cissy no pudo ni estar cerca de él; sintió la esencia de Voldemort.
–Podemos destruirlo o buscar una manera de que nos sirva.
–Lo segundo me parece mejor papá.
Los Corvinus dejaron el laboratorio y cerraron con las alarmas más modernas capaces de ocultar el artículo oscuro. Ya le dirían a los otros acerca de su confirmación.
...
Muchísimas gracias por la espera, es que estaba tratando de hacer más pequeño el capítulo, pero no pude y tuve que dividirlo; subiré el otro mañana o pasado mañana a más tardar. Gracias AnaM1707, yuric09 ¡Bienvenid 😉!, Eimi Romane y giulianacontesso.
