Capítulo XXXVIII


En la Mansión Malfoy, Lucius veía con sospecha al animago, pero por salud mental se abstuvo de intervenir en esa discusión, pues Remus no apreciaría que insultara a su amigo y es que el rubio trigo igualmente tenía unas pocas sospechas sobre Sirius, pero no lo aceptaba. Lucius dejó a solas a los dos ex merodeadores y se retiró.

–¿Y...? ¿Qué opinas Moony? –cuestiono Paddy luego de explicar todo lo sucedido con Severus y la visita de este, al mismo tiempo que los intentos de hablar mandándole notas.

–Severus es desconfiado, y no lo culpo, que me tratara como un amigo me llevo años.

–¡¿Y lo que yo hice?! También han sido años.

–Pero... el punto que se tocó es uno que rige mucho en su vida, y lo ha dicho: teme que Harry escuche los rumores malintencionados y se aleje de él y ahora con esto de premiarlo por portarse mal, sabiendo que él debe evitarlo y ser el malo de la historia, debe ser doloroso para Severus.

–Claramente y lo comprendo; pero culparme sin darme derecho a defenderme y juzgarme y no solo eso si no tomar la drástica decisión de divorciarnos ¡Maldita sea no hemos cumplido ni cinco meses de casados!

–La fama te antecede...

–¡No lo hice! ¡Estoy tan molesto como ustedes! Alguien pasó por sobre nuestra autoridad y pisoteó la educación que le hemos dado a ese niño. Sabes que soy el primero en disfrutar una buena pelea con mis rivales o una broma, pero...

–Ahora que somos padres vemos el lado serio de ello y como afecta a otros ¿no?

–Si. Y Remus no voy a perder a mi familia por un entrometido o entrometida. Voy a ir a Hogwarts a exigir respuestas.

–¿Crees que sepan algo?

–Oh amigo mío, estoy seguro que no solo saben algo. Yo, a diferencia de mi esposo, confío en toda nuestra familia y sé que ninguno de nosotros ni Alexander que es el abuelo más consentidor que existe premiaría la desobediencia de Harry. De hecho ya he investigado con la tienda de Quidditch. Así que aprovecharé que serán las vacaciones de navidad y de ese modo traer a Harry conmigo.

–Te apoyo totalmente.

Los dos magos se sirvieron otro poco de brandy y luego pasaron al comedor.

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El primer partido de Harry fue una victoria. Hubo dudas de sus dos amigos sobre las acciones de Severus lo que les ganó que el moreno rodara los ojos por lo incorrecta de la suposición y les recordó:

–Es un profesor...

–Pues solo él y Quirell estaban cerca ¿sabes lo que significa, no?

Harry yo no agregó nada a lo dicho por la castaña, aún no era hora de decir todo sobre él.

Por otro lado y para diversión de Draco este sacó de sus casillas a Ron y hubo una escaramuza que hizo reír al rubio. A pesar de la derrota de su casa.

Esa noche Harry envió una nota a su amigo y al verlo, sonrió:

–Espero que no estés muy enojado.

–¿Tú que crees?

No tuve nada que ver con lo del Quidditch y la escoba...

–Ah eso, le escribe a padre, nadie de ellos fue.

–¡¿No?!

–No. –El rubito negó y el de ojos verdes se asombró:

–¡Oh por la calzas de Merlín! Pensé que había sido Sirius.

–Oh no... Creo que no.

–El caso es que quería hablar contigo y contarte todo, para que no creyeras que yo he provocado todo esto. Tampoco lo de ese Troll.

–No de hecho de cierto modo, lo del Quidditch fue mi culpa por estar molestándote. –Señaló divertido el rubio– Pero que sepas que no dejaré de molestarte o a tus lapas.

–Lo sé y lo agradezco, eres mi ancla a la realidad.

–Ohhh Harry ya es todo un poeta.

El moreno rió y de ese modo los dos niños se despidieron.

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La rutina se instaló en el colegio y si bien Harry escuchó al par de amigos trató de no obsesionarse con lo de esa habitación cuidada por Fluffy, no deseaba preocupar a sus padres y familia, a pesar de que lo del profesor de Defensa si lo tenía algo inquieto.

Y como creyó pertinente fue con Severus y le contó lo que sospechaban y como se enteraron de Fluffy. El pocionista rodó los ojos, eso junto con lo que averiguó Draco dejaba muy mal parado a Hagrid sobre no ser mucho de fiar para guardar secretos.

–Me imaginé que sería fácilmente influenciable, pero no es su culpa, es el exceso de confianza de Albus. Gracias por decirme todo.

–Siempre. Ahora me voy.

–Sí y pórtate bien o... inténtalo.

Harry le guiñó un ojo al profesor y salió del aula vacía.

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Marcus llegó y se instaló junto con su esposa en la casa. William los recibió y poco después se reunió Reggy que acaba de llevar a dormir a las niñas.

Alexander llegaría al otro día, sin embargo Marcus y Cissy se adelantaron para que el primero explicara lo que averiguó del Diario, a los otros.

Con Sirius, y Reggy en la Mansión, solo faltaban Lucius Remus y Severus, más este último no podía estar presente en esa ocasión.

Con todos instalados en la sala más iluminada, Marcus comenzó:

–Definitivamente tiene esencia de Tom y es peligroso para magos y brujas. Podemos destruirlo con métodos muggles, de hecho usamos un láser para quemarle una marca y si lo conseguimos, pero con magia no se pudo con los intentos normales, de hecho los magos que nos ayudaron para hacerlo resultaron heridos, pues esta cosa pudo atacarlos, si no físicamente si emocionalmente. Y aquí la pregunta es ¿si lo destruimos junto con ese guardapelo que tiene Reggy? ¿O quieren hacer más pruebas?

–¡¿Eso quiere decir que si partió su alma?! –preguntó horrorizado Remus.

–Sí que era un mago oscuro, esas cosas incluso son innombrables. –opinó Sirius.

–Yo creo que debemos destruirlos de inmediato. –comentó Lucius. –Mira que sin decirme nada me dio a guardar esa cosa y ¡estaba en mi casa, con mi familia!

–Podemos pensarlo un poco. –Mencionó Sirius– Para consultarlo con Severus. Y con la Navidad tan cerca no podemos meternos en algo tan desagradable que hacer.

Los demás estuvieron de acuerdo con el animago.

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La navidad estaba a pocos días y Sirius solicitó una reunión con Dumbledore.

El mago de edad no se pudo negar, pues la solicitud llegó firmada por el tutor de Harry Potter. Al sondear a Severus supo que este no tenía idea de esa visita.

Esa noche un día antes de ver al Black. Albus jugó otra de sus cartas. Dejó estratégicamente colocado el espejo de Oesed para que un curioso Harry lo encontrara; permitió que las imágenes hablaran por él confiando en que el niño vería o querría ver a sus padres.

El niño halló el objeto mágico, más…

Albus no vio que Harry se quedó solo unos minutos frente al espejo y al salir del lugar llevaba las mejillas rojas.

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Todos los alumnos que pasarían las festividades en su casa, ya estaban alistando sus cosas. Severus se cubrió con su túnica de invierno y fue por algunas cosas a su aula, más por el pasillo vio a...

–¡Sirius! ¡¿Qué haces aquí?!

El animago iba elegantemente vestido y acompañado de Hagrid. Vio a Severus y se giró hacia el mago de gran tamaño.

–Gracias Hagrid; de aquí me acompañara mi esposo. – Hagrid dio media vuelta y se marchó. – Severus...

–¿Vienes por Harry? A pesar de que no hemos discutido sobre nuestra separación.

–Ni lo haremos. Estás muy equivocado si consideras siquiera en la posibilidad de que te dé el divorcio.

–¿Por qué?

–Porque me acusaste sin aceptar mi versión ni creerme y hoy te demostraré que no tuve nada que ver con los que pasó. Y cuando lo veas espero una gran disculpa y que jamás me vuelvas a mencionar nada de la separación. Ahora vamos esposo mío.

Sirius agarró el brazo de Severus y se encaminaron rumbo a las habitaciones de Dumbledore.

Los alumnos que llegaron a ver a la pareja pasar se preguntaron ¿Quién sería ese atractivo mago que llevaba a su temido profesor de pociones con tanta familiaridad?

Al llegar a la oficina, Severus dijo la clave y la pareja entró. Albus miró a los dos pelinegros juntos y si bien se sorprendió, no lo demostró y los invitó a sentarse.

–Y bueno a que debo la visita ¿Sirius?

El mencionado se acomodó y sin soltar la mano del profesor expuso:

–Pues Albus debo confesar que me encuentro muy contrariado, probablemente Severus no te ha mencionado nada porque como profesor tiene las manos atadas y mira que lo he intentado convencer para que ya no dé clases. El punto es que yo no estoy atado y por eso me interesa mucho que me expliques ¿Por qué le obsequiaste una escoba nueva a nuestro hijo? Y si bien me sentí orgulloso, hasta yo sé que colocarlo en el equipo de Quidditch tan joven no es algo que sea haya dado antes.

–James hubiera estado orgulloso y es que sus habilidades son natas. –se defendió el Director.

–Y seguirán allí en los años que siguen, es muy joven para jugar, sin contar que hubo algo muy raro en el último partido. –intervino Severus.

–Pero Severus hijo, como lo dices es solo un juego. Harry tiene derecho a usar sus habilidades y divertirse. –refutó Albus.

–Claro que sí, pero todo a su tiempo y sin que salte reglas convenientemente, no queremos un trato preferencial para él Albus. Como sus tutores te lo estamos pidiendo. –expuso Sirius. – Y no más regalos tan grandes.

Snape esperó la respuesta de Dumbledore sintiéndose tonto al no ver más allá de su prejuicios y acusar a su esposo; siendo que este demostró ser más Slytherin que él al no darle una opción de mentir a Albus y acusarlo directamente de lo de la escoba.

–No puedo sacarlo del equipo, eso sería injusto... sobre los regalos, me duele un poco su desconfianza, sin embargo haré lo que me piden y les informaré sobre otro... si lo hay.

Sirius asintió y terminó:

–Te lo agradecemos; ahora otro asunto; los alumnos que van a casa para Navidad, se van mañana por la mañana, ¿puedo llevarme a Harry y Draco hoy? –cuestionó Sirius.

El Director dio el permiso y con eso el matrimonio se retiró. En el pasillo Sirius se giró y encaró a Severus:

–Me debes esa gran disculpa.

–Yo... lo sien...

–Oh no, eso es muy poco. –gruñó el animago interrumpiendo al profesor y lo jaló para robarle un beso, uno que fue muy intenso. Al ser soltado, Snape exclamó:

–¡¿Qué Dementores fue eso?!

–Una pequeña muestra de lo que quiero. Severus eres mi esposo y uno que me ha costado años cazar. Aun me debes de esa disculpa y quiero que seas creativo y muyyy apasionado.

–Estás loco.

–Sí, pero sin mí hubieras caído en la trampa de ese viejo. Él quiere que Harry esté en sus manos y que mejor que rompiendo su familia.

El pocionista no dijo nada, no obstante comprendió todo y se volvió a lamentar, pues Sirius tenía toda la razón.

–¿Te vas con nosotros?

–... Tengo que terminar algunas tareas.

–Te esperamos.

Severus asintió y dejó a Sirius cerca de la casa roja y dorada. El Black caminó hasta el cuadro de la Dama Gorda y allí esperó por Harry.

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Draco ya tenía sus cosas listas para regresar a su hogar, por eso cuando le avisaron que salía ese mismo día, se dijo que seguramente Severus lo llevaría a Grimmauld Place. El rubito bajó su pequeño bolso y esperó en la sala común.

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En la torre de los Gryffindor el moreno aun no empacaba, pues conversaba con sus amigos; no obstante los gemelos llegaron y aparte de llevar una pregunta para Harry también debían darle un mensaje de su jefa de casa.

–Nuestro...

–Estimado Potter...

–Nos ha enviado MacGonagall a decirte...

–Que te vas desde hoy a tu casa...

–Vinieron por ti. Casualmente vimos a alguien que dicen los rumores es un Black llegar y tratar a nuestro profesor de pociones con mucha confianza

–¿Algo que contarnos?

Harry se levantó de los sillones y se dirigió a su habitación para empacar, por supuesto siendo seguido por los gemelos, Ron y Hermione.

El de ojos verdes comentó sin detenerse rumbo a su cuarto:

–Pues si es Black, es mi padrino Sirius y Snape o Severus es su esposo y... mi padre adoptivo.

-¡Aha por eso sabías las respuesta de pociones! –exclamó en un chillido la castaña.

–Ya te lo había dicho mi padre es un pocionista muy reconocido.

Ronald mencionó: – Pues no es como si él mostrara nada, ni siquiera nos regala puntos.

Harry llegó hasta la puerta de la habitación y se giró hacia los otros.

–Remus y Severus –mis tutores– siempre me han enseñado que todo se debe ganar con trabajo y si bien Sev me puede dar caprichos, nunca lo hará si considera que afectara mi educación.

–¡¿Él te regaló la escoba?! –inquirió Ron estupefacto.

–No lo creo... la verdad es que no tengo idea de quien fue, Sirius podría ser, pero sabe que Sev se enojaría mucho con él.

Los gemelos perdieron interés al saber que el profesor de pociones no se inclinaba por favorecer a su hijo adoptivo. Por lo que se fueron. Ronald vio a Harry empacar y se lamentó:

–Yo creí que te quedarías en Hogwarts.

–Lo siento Ron, ya te había comentado que seguramente me iría, pero no me creíste. Prometo traerte muchas golosinas, Remus ama los dulces y siempre tiene y hace muchos postres o dulces en Navidad.

Ron se encogió de hombros, sin embargo se notó más animado. Hermione vio al chico y suspiró al agregar:

–Por eso no le dabas mucha importancia a nuestras sospechas sobre que él era quien te atacaba ¿verdad?

–Lo siento, pero no sabía cómo iban a tomar que él es mi papá adoptivo, pero lo es. Al igual que Remus Lupin.

La niña y el niño sonrieron y fue Hermione quien afirmó:

–Hay muchas que no nos has contado, pero podemos esperar hasta el regreso

Harry asintió y en ese momento lo llamaron.

–Bueno me voy chicos, que pasen una Navidad muy divertida y llena de regalos.

–Te acompañamos. –pidió Hermione.

Los tres niños salieron y Sirius los vio y llamó al moreno:

–Nos vamos Prongsy, pero preséntame antes a tus amigos.

–¿Podemos entrar unos minutos? –cuestionó el de ojos verdes.

–Sí; Sev no estará listo hasta dentro de un rato.

El Black entró a la sala común y al hacerlo sonrió por los hermosos recuerdos que llegaron a él.

El hombre atractivo fue blanco de miradas de admiración por muchas brujitas y uno que otro mago; sin embargo los gemelos ya habían comunicado que ese guapo y aristócrata mago mayor, era esposo de Severus Snape, por lo que la admiración se quedó en algo de lejos.

Sirius fue presentado a los cercanos de Harry –lo que eran casi todos los Gryffindor. La conversación iba para largo, pero el antiguo merodeador y Harry ya debían retirarse.

El dúo salió y se reunieron con Draco, para ir por Severus. Con los cuatro juntos salieron del colegio.

Los menores –para tranquilidad de los adultos– retomaron su actitud cercana y de camaradería como siempre.

Esa ocasión Grimmauld place sería la casa anfitriona y el resto del grupo ya se encontraba allí. El más feliz al ver llegar a los niños fue Lucian.

Los regalos ya se encontraban en el gran árbol y un par de paquetes alargados llamó la atención de los niños de once años, que compartieron una sonrisa cómplice.

Las novedades sobre el colegio se relataron desde diferente perspectiva, pero si se dividieron en bandos, solo fue por diversión y no por rivalidad seria.

Esa noche a los menores les fue permitido dormir tarde y a todos les pareció gracioso que pidieran cuartos separados, claramente el compartir todo el tiempo en Hogwarts, no les era tan agradable.

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William besaba a su esposo bajó un muérdago que él mismo alzaba sobre su cabezas y Marcus rió viendo significativamente a Cissy. Lucius y Remus se encontraban admirando la noche en el jardín, disfrutando que Alexander se ofreció para vigilar a sus nietos, obviamente con ayuda de sus nanas elfinas.

Severus bostezó y Sirius se levantó ofreciéndole la mano:

–Vamos a nuestra habitación.

Severus aceptó y es que no vio nada extraño en esa actitud del Black, pues desde su casamiento dormían en una sola recamara.

La pareja entró y tomaron un baño antes de ir a sus respectivos lechos. Sirius fue el último y cuando salió fue hasta la cama de Severus y sin dudar se metió en ella. Severus lo miró y arqueó una ceja.

–Black allá esta tu cama.

–No, esta es mía también, solo déjame hacer unos pequeños cambios.

El de ojos grises desapareció su cama individual y donde ellos estaban la convirtió en una Queen Size.

–¿Qué pretendes Sirius?

–Te lo dije en Hogwarts, lo que me hiciste pasar no lo dejaré pasar por una simple disculpa.

–Y... ¿qué quieres?

–Sev han sido años... en los que nos hemos conocido, convivimos y me gustaste.

–Como todas esas mujeres y uno que otro hombre, con los que saliste.

–Oye ambos necesitábamos hacer prueba y error.

–Ya; si seguramente, pero tus experimentos fueron muuuchos.

–Por eso estoy más seguro que tú en que este matrimonio es para siempre.

Severus vio al Black y negó antes de encogerse de hombros

–Eres mi esposo y estamos juntos para bien o para mal.

–Buen en tu caso esa declaración es lo más cercana de una romántica.

El beso que siguió a esas confesiones fue sereno, pero con sabor a eternidad y como el animago estaba listo desde que le pidió matrimonio al pocionista, atrajo a este en un estrecho abrazo y profundizo el beso.

Las pijamas salieron de los cuerpos, retiradas por las manos ávidas de los dos magos.

Las pieles desnudas se juntaron por primera vez y el calor que ambas emanaban hicieron suspirara al profesor; obviamente que no tenía experiencia práctica en estar con otro hombre y por ello permitiría que Sirius llevara la batuta y hasta ese instante no lo defraudó, pues la boca feroz del de ojos grises ya estaba recorriendo con besos su cuello y pecho sin dejar de acariciar el resto de su anatomía.

Ser acariciado por otro hombre le dio un nuevo significado a la masturbación, en opinión de Severus, era muy diferente y gratificante ser atendido sin necesidad de explicarse o pedir lo deseado.

Incluso sentir la boca de Sirius sobre su miembro se sintió mágicamente glorioso y Severus no pudo evitar gemir.

Tan perdido en las sensaciones se encontraba que el hechizo lubricante no lo sintió y las falanges invadiéndolo solo fueron aumento de placer.

Sirius dejó el pene de su esposo, pues deseaba que este se viniera con él dentro. Así que se alineó para penetrarlo, y se dispuso a besarlo para distraerlo si había dolor.

El coito inició y las sensaciones se mezclaron dentro de Severus, hubo molestia, pero igualmente placer con los movimientos del Black.

Las embestidas tomaron una velocidad más rápida a medida que los gemidos de Severus se intensificaron.

Sirius unió los movimientos de cadera con la masturbación a su esposo y poco tiempo luego este alcanzó el clímax, apretó al animago que le siguió segundos detrás.

Aun jadeando Sirius salió de su esposo y se dejó caer de lado. Severus agitado sonrió:

–No estuvo mal... nada mal.

Severus buscó su varita y les aplicó un fregoteo; luego se acomodó para dormir, Sirius lo abrazó imitándolo.

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Al otro día era Navidad y los regalos fueron repartidos. Las escobas Nimbus 2.000 aparecieron y los dos niños rieron felices y cómplices. Harry vio a los pelinegros y le dijo a Severus:

–La sensación de tenerla no se compara; esta si es de su parte.

–Oh lo es, las mandamos a grabar con su nombre. –respondió Marcus.

Draco sonrió y fue a abrazar a su madre y al vampiro. Harry lo imitó. Esa vez con el orgullo plasmado en los rostros de toda su familia.

Aparte de esas escobas, hubo juegos de pociones, chucherías, ropa y galeones, al igual que golosinas.

Para la tarde el jardín tenía un hechizo cúpula y los niños volaban con pasajeros –Lucian, Teresa o Clare.

Con los adultos tomando ponche caliente en el desayunador y vigilando a los menores, Marcus comentó:

–Ya teníamos las escobas desde hace meses, serían regalo de inicio de curso, pero tuvimos que posponerlos; por eso me molestó que alguien se haya adelantado.

–Me imagino. Ya le dejé claro a Albus que no le permitiremos más intervenciones como esa. –expuso Sirius.

Los del grupo asintieron muy convencidos de la oportuna y sabía decisión de intervenir de Sirius y Severus.

Las festividades concluyeron y los niños al igual que Severus tuvieron que regresar al colegio.

Harry llevaba regalos para sus amigos y es que Remus y Severus los compararon junto con los suyos. Un conjunto de ropa nueva, un ajedrez, y dulces para Ron. Libros y una bonita capa para Hermione.

Las clases continuaron y Hagrid tuvo que dejar que Norberto se fuera a un lugar mejor. El trio fue castigado al igual que Draco, pero este no parecía ni remotamente arrepentido por eso.

Su castigo no fue tan malo, pues Hagrid aseguró que tal vez vivían hombres lobo en el Bosque Prohibido. Draco quería ver si eran como William, Harry solo le siguió la corriente, por eso pidieron estar juntos y cuando lo que vieron fue a ese ser bebiendo del pobre unicornio…

–¡Eso es terrible! –prorrumpió Draco.

–Y que lo digas, es una afrenta a todo.

–Exactamente, solo un monstruo lastimaría o mataría aun unicornio. –se lamentó Draco.

–Draco... –se quejó Harry y rubio caminó hasta él– Me duele la cicatriz.

–Salgamos de aquí.

Harry se apoyó en el rubio y estaban por irse de allí cuando esa cosa los quiso atacar, pero fueron salvados por los centauros.

Harry fue llevado por el rubito a las habitaciones de Severus, dejando que los otros leones se fueran a su torre.

Allí los niños le relataron todo al profesor y este se lamentó, ordenándoles que por ningún motivo estuvieran a solas con Quirrell. Igualmente le dio una pócima para el dolor a Harry, una de efecto adormecedor por lo que los acompañó a sus respectivas casas.

Y a pesar de las precauciones Harry terminó llegando al lugar donde escondieron La piedra filosofal.

Luego de la aventura el pocionista tenía a su hijo sentado en el sillón de sus habitaciones.

–Lo lamento, no quería ir, pero la curiosidad...

–Esa que te mete en problemas y que por desgracia heredaste y no se puede quitar. Lo sé, al instante en que entraste en mi vida supe que hay cosas con las que venías y eso te hace ser tú.

–...

–Eres mi hijo y eso es lo único que importa. Afortunadamente siempre me cuentas las cosas y agradecería que siga de ese modo.

Harry se levantó y abrazó al profesor.

–Tuve miedo... Y eso que Voldemort no tiene cuerpo.

–Es lógico, la maldad no tiene más que serlo para asustarnos. Te prometo que no te herirá.

–Gracias Sev.

El curso concluyó y Severus supo que Albus Dumbledore no se rendiría en pretender romper la confianza entre todo ese grupo o gran familia que eran. Requería a Harry solo y a su merced así que le daba beneficios que eran injustos a ojos de la casa rival... Slytherin donde estaba Draco y de la que fueron muchos de ellos.

Al ser recibidos –los dos niños y él– por todo el grupo en la estación de King Cross, Severus confió en que el Director y sus aliados no lograrían su objetivo; no con ellos unidos por sobre rivalidad de casas.

...


Muchísimas gracias Anam1707 y giulianacontesso.