Capítulo XXXIX


Tal vez solo era una criatura simple y poco reconocida, pero él consideraba a ese niño muy especial y cuando supo que viviría con sus amos, a pesar de ponerse feliz de conocerlo, tenía miedo de que estos lastimaran al niño importante. Pasó años viendo como el niño creció y convivió con sus amos y otras personas de su círculo, de verdad que él siempre creyó que eso era malo. Y también se dijo que era hora de actuar, pues su amo sacó de entre sus artículos oscuros esa cosa sumamente peligrosa. ¡Si! ¡Debía actuar ya!

También debía hacer algo porque ya eran dos veces en las que ese niño venció a ese malvado mago.

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Al llegar a la casa de los Black Snape. El grupo se acomodó en el jardín dejando que los más chicos se entretuvieran en el patio de juegos.

Harry y Draco buscaron sus escobas y volaron jugando carreras, obviamente al cuidado de su respectivas nanas.

Sirius fue el que relató lo sucedido con Albus deteniéndose cada vez que hubo exclamaciones ofendidas o molestas de los oyentes. Al concluir la historia hubo un suspiro antes de que Remus comentará:

–Claramente no se quedará tranquilo, de hecho tal vez actuará más discretamente, pero... dudo mucho que se detenga.

–Estamos de acuerdo con eso y precisamente por eso debemos decidir qué haremos. –agregó Lucius.

–Aunque confió en la amistad de mi hijo y Harry temo que la influencia de su entorno termine por separarlos y de mal modo. –mencionó Narcissa viendo a los niños volar. –Y no olvidemos que Dumbledore es un mago con muchos trucos y aliados.

–Por lo pronto. Los queremos invitar a pasar estas vacaciones en nuestro castillo. –invitó Marcus.

–Y no se preocupen; papá y nuestras parejas ayudaron a modernizarlo y usar algo de magia en él. –acotó William sonriente.

Sirius sonrió y agarró la mano de su esposo y respondió:

–Nosotros estamos muy interesados; lo que menos quiero es estar cerca de Albus, bueno de cierto modo.

–Pues igual nosotros; Draco y Lucian necesitan olvidarse de todo el revuelo de que el mundo mágico se enterara de regreso de Harry y de cierto modo el de Voldemort. –aseguró Lucius.

–Definitivamente todos queremos olvidarnos de eso un tiempo. –Opinó Reggy.

–Ya estando allá veremos que haremos con esas cosas. –terminó Marcus.

El grupo de adultos estuvo de acuerdo y luego de la comida se separaron para ir a sus respectivas casas.

Harry se tumbó sobre la alfombra de su habitación jugando con Muffin. Naly le preparó al niño chocolate con bombones, receta de Remus.

Mientras tanto los dos magos de cabello negro descansaban un rato en su habitación. Sirius le daba un masaje a Severus.

El profesor gimió y enseguida dijo– Empiezo a creerte.

–Hazlo, de verdad tomé un curso por correo. Fue hace años, pero lo bien aprendido no se olvida.

Severus casi ronroneó al sentir lo dedos fuertes del animago apretando esos nudos de tensión que se fueron acumulando en el año escolar que concluyó.

El masaje se volvió algo sexual, pero Severus no detuvo al de ojos grises, pues estaba muy relajado y con ganas de olvidarse de todos los problemas. Así que cuando el Black le alzó las caderas para colocar un cojín, ni se inmutó y al sentir la intrusión de los dedos de Sirius acompañados por besos en su espalda solo sonrió y se dejó hacer; la penetración fue lenta al igual que los movimientos que siguieron. La pareja se tomó su tiempo al hacer el amor, pues Naly estaba de guardia.

Al terminar, Sirius besó el cuello de Severus y le susurró.

–Puedo usar un fregoteo, pero Mandy alistó un baño relajante en nuestra tina.

–...

–No te muevas, yo te llevo.

El de ojos grises levitó a su pareja y la sumergió en el baño de burbujas, colocándose a su espalda para lavarlo. Cuando terminaron, la pareja se tomó una pequeña siesta.

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Harry después de mimar a Muffin se comunicó con sus amigos, enviándoles una nota y contándoles que iría a Escocia de vacaciones con la dirección si querían escribirle.

Cuando el chico fue hasta Hedwig, la jaula de esta voló saliendo por la ventana. El morenito gritó asustado, pero Naly detuvo la jaula y la regresó a su amito.

–Gracias nana.

El morenito sacó a una inquieta Hedwig y la revisó, luego de achucharlo unos momentos la envió con sus notas.

–Debo tener más cuidado, a ella le gusta que su jaula esté en el sol, pero creo que dejaré solo la percha, verdad Naly.

–Eso sería bueno amito.

Respondió la elfina y siguió al niño fuera de la habitación. Notó que los adultos ya estaban despiertos y en el comedor para cenar; ambos magos ya vestían cómodas pijamas.

–¿Yo puedo cenar en pijama también? –preguntó el niño.

–Por supuesto –respondió el animago.

–Te esperamos ve a alistarte.

Harry obedeció y subió corriendo las escaleras. Severus vio a la elfina y pidió:

–Que se dé un baño Naly, por lo menos un rápido.

–Si amo.

Luego de veinte minutos Harry se unió a los mayores y los tres cenaron. Saldrían dentro de dos días a Escocia y antes querían ir de compras.

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La criatura tuvo que regresar a su casa, pero antes hizo un intento para verificar que su magia no sería rastreada o bloqueada en la casa del niño importante.

Debía evitar que fuera con sus amos al lugar donde tenían lo malvado.

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Un día de compras no era algo que todos disfrutaban, pero por lo menos los menores si y es que comían helados y compraban golosinas, pues solo de ese modo sus padres los mantenían interesados y relativamente tranquilos. Sirius y Severus no debatían mucho, pues las ropas para Harry era lo que les llevaba más tiempo y optaban por imitar lo que Cissy y Remus elegían para Draco, pero en un estilo un poco más sencillo.

Cuando Draco y Harry salían de comparar dulces el morenito sintió algo raro, pero no le dio importancia hasta que uno de los trabajadores de la confitería lo detuvo...

–¿Hey chicos pagaron por eso? –detuvo el vendedor.

–¿Qué? –preguntó Draco y vio que el dependiente señaló el bolsillo trasero del de ojos verdes.

Allí llevaba un gran paquete de varitas de regaliz.

–¡Oye, yo no agarré esto! –se defendió Harry.

–No te creo, eso dicen todos. –acusó el mago mayor.

Draco se irguió y defendió.

–Harry no lo tomó, él dice la verdad, ¡ni siquiera le gustan de ese sabor! –chilló el rubito con indignación.

–Harry... ¿Harry Potter? –preguntó el joven vendedor.

–Si. –respondió con nerviosismo el de ojos verdes.

–Bueno... en ese caso... –dudó el dependiente.

–No, no, yo no tomé esto. –siguió diciendo Harry.

Los niños no tuvieron que seguir hablando, pues la puerta sonó y entró William con sus hijas y Lucian.

–¡Se nos adelantaron chicos! –exclamó el pelirrojo.

–¡Tío! –llamó Draco y el hombre lobo notó ansiedad en los dos niños de once años.

–¿Qué pasa?

A trompicones los dos niños explicaron todo y el Corvinus vio al vendedor.

–Mis sobrinos no agarraron eso y yo les creo, sin embargo cóbrelo en mi cuenta; que mis pequeños ya están haciendo sus compras.

Dijo serenos el pelirrojo señalando a los más chicos que ya llevaban sus canastitas llenas, claro que la petición de William fue acompañada por una sonrisa de lado mostrando sus caninos amenazadoramente.

Draco y Harry esperaron muy cerca de William. Cuando el grupo salió, el de ojos verdes ya se disculpaba casi llorando y William lo detuvo.

–Harry eres un mago y precisamente por eso debes saber que no todo lo de tu mundo es lo que parece, en lo personal les diré a tus padres, pero para que estemos vigilantes, pues si alguien te puso una trampa debemos saber quién y por qué. Y ahora sigan divirtiéndose y dejemos esto atrás.

William limpió las mejillas y ojos del morenito y con eso lo hizo sonreír.

El día terminó y el grupo se disolvió rumbo a su casa, al otro día se verían en Malfoy Manior para salir rumbo a Escocia.

William cumplió y en una ocasión que los niños estuvieron distraídos relató lo de la tienda. Severus frunció el ceño y añadió:

–Pues ahora que dices eso, ha habido algunos incidentes en casa desde ayer que llegó Harry; no han sido graves, pues Naly o nosotros lo hemos evitado...

–Oh es cierto, supusimos que eran accidentes mágicos de nuestro Prongsy.

–Tomando en cuenta este último accidente, quiero pensar que ese alguien quiere que Harry sea castigado... ¿pero por qué? –mencionó Cissy.

–¿Qué harían si Harry se portara mal? ¿Qué castigo le darían? –inquirió Marcus.

–No iríamos con... ustedes. –aceptó Severus.

Los adultos intercambiaron miradas preguntándose ¿Quién y porque no querían que Harry fuera de vacaciones?

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El culpable vio que otro de sus intentos no funcionó y tuvo que regresar a la casa de sus amos, sintiendo que era mejor robar la cosa peligrosa y alejarla del niño.

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El viaje inició y el grupo llegó a Escocia y al castillo Corvinus, emocionados y con ganas de salir a conocer esos hermosos paisajes.

Alexander los recibió y llevó a los que deseaban pasear por un recorrido. Lucius y Sirius se quedaron para ver el diario y junto con los gemelos ver si por lo menos le podían quitar las maldiciones que lo protegían.

Lo revisaron unas horas y luego subieron para unirse a los otros para la hora de la cena.

Las vacaciones fueron del agrado de todos y para victoria de Sirius y Lucius los dos Horrocruxes fueron despojados de sus protecciones; gracias a ellos, luego de varios intentos.

El cumpleaños de Harry se celebró en las colinas cerca del castillo colocando una gran carpa. El moreno mandó una invitación a sus amigos, pero ellos no fueron y si bien eso lo desanimó, el convivir con su familia y recibir tantos regalos amainó su incomodidad. No quiso pensarlo, pero consideró en la posibilidad de que las familias de Hermione y Ron no los dejaron ir a su celebración a sabiendas de que iba a haber antiguos mortífagos. Cuando consideró eso; Harry se encogió de hombros mentalmente, su familia siempre iba a ser su familia a pesar de los prejuicios.

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La criatura aprovechó que todos los de la familia estaban en la celebración, junto con la mayoría de los sirvientes y se internó hasta donde sabía estaban ese objeto, al llegar hasta el lugar –visiblemente usando magia– y si bien era muy difícil hacer algo con las alarmas muggles se las arregló para conseguir el objeto. Se asombró de ver el otro y se vio tentado a llevárselo igualmente, más los guardias regresando de su descanso, se lo impidió.

La criatura desapareció y se preguntó qué haría con el objeto que aun vibraba a maldad y sin bien ya no era mucho, aun lo consideró peligroso cerca del niño héroe.

La criatura dijo que tenía tiempo para deshacerse de ese objeto o mejor aún, lo pondría en un lugar donde vendían su clase, era el mejor escondite en su opinión.

...

Los dos magos se preguntaban como ya no darle tanto dinero al Ministerio de impuestos y Severus al ver que no se decidían, comentó:

Slytherin necesita escobas nuevas... aceptaríamos una donación.

–Sev... eso es hacer trampa. –se quejó Sirius.

–Pero es buena opción. –opinó Lucius.

–Ciertamente, de darle dinero a esos magos abusivos del Ministerio a dárselo a unos niños... bueno creo que lo haremos. –concluyó Sirius.

–Si temes como reaccione Harry, puedo hablar con él. –se ofreció Remus.

Los otros tres estuvieron de acuerdo. Cuando los niños regresaron con los Corvinus Remus llevó al morenito a la cocina y le explicó la situación y el motivo de ese posible regalo.

–Entiendes que no es nada para molestarte ¿verdad?

–Lo comprendo. Además yo tengo una escoba nueva... de hecho dos. Veremos quienes son los mejores jugadores si ellos o nosotros, solo usando la habilidad.

–Eso es cierto.

Remus y Harry regresaron a la enorme sala para unirse a la conversación de los otros.

El tiempo de vacaciones pasó rápido para todos y los invitados se alistaron para regresar a Inglaterra. Marcus y Lucius bajaron para sacar de la bóveda el diario y el guardapelo y ambos se sorprendieron para mal, al no hallar uno de los objetos.

–¡¿Qué Dementores?!

–¡¿Qué carajos pasó aquí?! –rugió Marcus y los guardias entraron; este los vio y los increpó:

–¡¿Quién rayos se llevó al libro?!

Los vigilantes no supieron que responder, pero al grito del vampiro; Alexander, William y Sirius bajaron.

Todos se miraron y buscaron alguna pista, el circuito cerrado fue revisado, pero no arrojó más que una figura amorfa por unos segundos.

El grupo estuvo al tanto del incidente pocos minutos más tarde y fue Kreacher el que se acercó a Regulus para susurrarle que sintió la huella mágica de un elfo en la bóveda. El Black les comunicó a todos lo dicho por su elfo y este fue interrogado por si reconocía a dicho elfo o elfina, pero el viejo elfo negó.

Naly se adelantó y con timidez comenzó a decir...

–Amos, yo sentí... hace alguno días, amos, que los accidentes de mi amito, tenían una leve huella de magia de elfo, pero no mía, amos.

–¡¿Un elfo?! Eso sí sería extraño; ellos están bajo nuestro mando y ninguno actuaria por su cuenta y para molestar a los magos. ¿Puede ser un elfo de alguno de sus aliados? –comentó Sirius.

–¿Y cómo entró? –inquirió Severus.

–No amos, ese elfo sí creo conocerlo, amos. –confesó Naly.

–¡¿Si?! –exclamó Remus.

–Si amos, él es de la casa Malfoy... su nombre es Dobby, pero si ha hecho esto amos, intervino con mi amito y mi tarea familiar amos; permítannos hacernos cargo, amo.

Los magos y brujas vieron con sorpresa a la pequeña elfina; los Corvinus no sabían como reaccionar.

Naly y Kreacher desaparecieron.

–¿Qué fue eso? –cuestionó Marcus.

–¿Ya me perdí? –agregó William.

Cissy tomó la palabra y explicó:

–Todos los magos de sangre pura o de las doce familias nobles tenemos un elfo o elfina desde que somos bebés, esa criatura será nuestro cuidador o cuidadora toda la vida o hasta que uno de los dos muera. Para ellos ser escogido para esa tarea es un honor y que otro elfo o elfina intervenga en esa tarea es como un crimen.

Los gemelos y su padre se asombraron, así que para ejemplificar los demás intervinieron.

–Mi nana es Ross. –dijo el rubio Draco.

–Tiny es mi elfo cuidador y lo fue de mi padre también, por eso es el jefe elfo de Malfoy Manior.

Regulus sonrió divertido: –Obvio que el mío es Kreacher.

–El mío murió cuando me fui a Hogwarts o eso me dijo Walpurga. –mencionó algo melancólico Sirius.

Cissy también perdió a la suya.

–Remus y yo no tuvimos por eso le pedimos a Naly que lo fuera de Harry. Ella sabe que cuidar de este maguito no es tarea fácil, pero igual lo aceptó, por eso está muy enojada de que ese Dobby interviniera o lo molestara.

Severus terminó con eso la explicación y consideraron que esperar por Naly y Kreacher era lo mejor; ellos traerían al culpable o le sacarían la verdad. Lo que fue una reacción correcta, pues para la hora de la cena. El par de elfos llegaron con otro.

Este tartamudeó, pero a grandes rasgos explicó que siempre creyó que Harry Potter era un héroe y vivir con antiguos mortífagos no era muy bueno y por eso intervino e incluso detuvo las cartas de los amigos del niño y se llevó el diario creyendo que usarían al de ojos verdes para algo perverso que le daría poder al libro.

Todos los presentes se ofendieron e incluso amenazaron al elfo, que ya se jalaba las grandes orejas.

Harry vio a Dobby y se apiadó acercándose a él...

–Creo que debo agradecerte que quieras cuidarme, pero estás muy equivocado. Mi familia nunca me lastimaría.

–Yo solo deseaba… ayudar al gran Harry Potter.

Naly exclamó enojada:

–Él es mi amito, ¡yo soy su cuidadora, no tú!

Harry tranquilizó a su Nana, en lo que los adultos consultaban entre ellos.

–¿Que vamos a hacer con él? –preguntó Remus.

–Amos, Tiny lo expulsó de la servidumbre de la mansión, solo puede ser vendido o... –No terminó la frase Kreacher.

–No lo vendan... –opinó Harry.

Lucius vio con desdén al elfo de ojos verdes y sacó su pañuelo entregándoselo:

–Eres libre. Vete y que no te volvamos a ver.

–Pero antes que nos diga que hizo con el diario – mencionó Sirius.

–Oh amos, sobre eso...

Expuso Naly y relató lo que le sacaron a Dobby acerca del diario.

–¡¿Oh por Merlín y ahora donde lo encontramos si lo vendieron?! –se lamentó Remus.

–Roguemos Porque ese no sea el caso, pues si es de ese modo... –no concluyó Severus.

–Pues podemos buscarlo, cuando vayamos por los útiles de los chicos y si no; ya veremos. –expuso Sirius.

–Nosotros no tenemos mucho que hacer, es tiempo de dar utilidades en nuestras empresas, así que poseemos tiempo libre. Podemos ayudarles. Usaremos un método muggle de búsqueda y si lo tienen, algo que nos lleve cerca del libro, un método mágico. –ofreció Marcus.

–Yo iré contigo cariño, así buscaremos de los dos modos. –afirmó Cissy.

–Si necesitan ayuda, nos pueden decir a nosotros. Papá dijo que quería llevar a las niñas a Nueva York, que hay un evento que les gustará; o sea que Reggy y yo estaremos una semana libres. –comentó William.

Lucius vio todavía a los elfos y le dijo Severus:

–En Hogwarts siempre necesitan elfos ¿no?

–¿Crees que se buena idea, estando los niños allí? –preguntó Remus.

–Los otros elfos lo vigilaran y prefiero tenerlo donde no moleste a Harry. –dijo el profesor.

–En ese caso... en un minuto, llévenlo al colegio. –ordenó Sirius.

Los elfos esperaron por la señal y Severus redactó una nota para el Director, afirmando que era una donación de Remus Lupin.

–¿Por qué mía?

–Albus sospecharía de Lucius o de mí, Sirius no es de la casa Malfoy y tú eres un león y vives en ella. –declaró Snape.

El lobo se cruzó de brazos y optó por no quejarse. Regulus se acercó a los tres elfos y alzó su varita recitando.

–En representación de la noble y ancestral casa de los Black te ató la lengua para que no puedas compartir ningún secreto de tus antiguos amos y ninguno de sus cercanos.

Dobby sintió el hechizo y supo que era uno que nadie podía retirar no a menos que fuera un miembro cercano de los Black o algún heredero Malfoy.

–Ya pueden llevárselo y Naly... sé que estás enojada, pero no lo vayas a perder o escindir accidentalmente. –advirtió Sirius.

El trio de elfos desapareció, llevando la nota de Severus.

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La última noche en Escocia, los hombres lobo salieron a correr alumbrados por la luz de la luna. Draco al verlos suspiró...

–Así no puedo decidir si seré hombre lobo o vampiro.

–¿De qué hablas? –preguntó Harry.

–Bueno... es que sabes que tenemos esa oportunidad ¿no?

–De cierto modo... si lo sé. Pero ya somos magos.

–Podemos ser ambos, como Lucian o Moony.

–... Supongo.

–Oh vamos, solo es una idea.

–Es que si tú no envejeces y yo si lo hago... ya no te agradaré ni podremos estar juntos. –señaló cabizbajo Harry.

Draco corrió agarrando la mano del moreno, para recibir al grupo lupino, y gritó:

–¡Nosotros siempre estaremos juntos, no importa que no quieras ser vampiro u hombre lobo!

Draco sabía que los temores de su amigo eran infundados, y es que su idea de convertirse en una criatura oscura era precisamente para acompañarlo, pues al tener algo malo en su interior Harry podía ser lastimado y a pesar de ser un niño sabía que los adultos hasta convertirían en inmortal a Harry para protegerlo si era necesario. Por eso a él solo le quedaba decidir en qué convertirse, si ¿un vampiro o un hombre lobo? Uno que sería compañero y protector de Harry.

...


Muchísimas gracias giulianacontesso y AnaM1707.