Capítulo L


El castillo siempre tendría sus secretos a pesar de que creyeras que lo conocías lo suficiente. Dumbledore nunca consideró que supiera ni la mitad de los secretos de Hogwarts y eso que llevaba años viviendo en este, por eso los fantasmas eran de gran ayuda para saber de las historias que las paredes del colegio guardaban. Esa mañana el Director decidió pedir esa ayuda y llamó a los fantasmas y elfos que se encontraban viviendo en Hogwarts.

Con el grupo reunido, el mago mayor explicó, lo que requería de ellos.

–Busquen un objeto que perteneció a Rowena Ravenclaw.

Los murmullos se escucharon unidos a las burlas de Peeves. Con una mirada feroz, el Barón Sanguinario calló al fantasma burlón y la reunión concluyó.

Dumbledore se alistó para salir de sus habitaciones y recibir a Wilkie Twycross el instructor de Aparición para los estudiantes de sexto*

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Entre el grupo de los de sexto año, Harry buscaba encima de las cabezas el cabello rubio platino entre los estudiantes de Slytherin, gracias a su estatura el de ojos verdes encontró lo que buscaba y al hacerlo alzó el brazo derecho para hacer señales a Draco. El Malfoy no lo notó sin embargo, Pansy señaló a Harry y Draco volteó hacia él y le guiñó un ojo.

Las clases comenzaron y hubo muchas preguntas para el instructor, más Harry y Draco no hicieron ninguna; era excelente ser uno de los niños en una familia de magos y brujas que no escatimaban en enseñanzas. Por eso esas instrucciones y algún intento de Aparición ya lo habían realizado.

...

El cuerpo y su poseedor fueron descartados por su creador por no alcanzar la fuerza completa de un Lycano, pero para Tom ese rechazo a su recipiente fue un gran golpe de suerte y ahora caminaba hacia el lugar donde buscaría un transporte sin dejar de sonreír, pues con su poder mágico y la resistencia de hombre lobo se sentía ya vencedor.

Planeaba llegar a Londres en un par de semanas y esperar, luego perfeccionar su plan que lo pondría frente a frente con ese mocoso.

Los colmillos se asomaron entre su boca y Riddle alzó los brazos al cielo en gesto de celebración.

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Narcissa se encontraba sentada en una otomana disfrutando del clima soleado y el aroma de las flores en el jardín. Marcus salió del castillo y caminó admirando a su esposa, la curva del vientre de la rubia era pequeña sin embargo, ya era motivación de orgullo para el vampiro original.

Narcissa alzó la vista y sonrió en dirección de su esposo. El de ojos azules llegó hasta ella y besó su frente.

–Eres hermosa.

Ella sonrió con timidez y disfrutó de los brazos de Marcus, rodearla. Sintiendo esa felicidad la bruja rogó porque su hijo mayor y el que esperaba conocieran ese mismo sentimiento.

–Sabes cariño, creo que nuestro Draco quiere ser de mi línea.

–¿Sí?

–Lo noté en sus ojos la noche del cambio de Severus y Lucius.

–¿Y qué te parece?

–No voy a negar que me enorgullecería.

La rubia suspiró satisfecha con la respuesta de su pareja.

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Los resultados de los exámenes de Aparición llegaron y como profesor, Severus pudo verlas antes que los alumnos. Paddy estaba con él sin embargo, como perro le era imposible leer, así que ladró para apresurar a su esposo para regresar a su salón o a sus habitaciones.

Severus salió de la oficina donde Wilkie mostró los resultados y caminó veloz hasta su salón de clases, acompañado de su mascota, al llegar entró al baño y ya no pudo seguirlo, Sirius o no antes de cambiar y llamar a la puerta, preocupado.

–¿Sev que sucede? ¿Estás bien?

Después de unos minutos de indecisión entre entrar o darle privacidad a su pareja, Sirius lo vio salir notando el rostro de este mojado.

–¿Cómo estás?

–Bien, fueron nauseas. Ya estoy mejor.

–¿Crees que sea…?

–Haré las pruebas, pero solo para confirmarlo, porque definitivamente he tenido síntomas.

El Black sintió su sonrisa aparecer y abrazó a su esposo. Severus recibió y regresó el gesto amoroso.

–Ahora tenemos que darle dos buenas noticias a Harry, su permiso de Aparición del Ministerio y que será hermano mayor.

El animago asintió aún sumergido en una nube de felicidad.

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Entre el público que gritaba en la tribuna. Teresa y Clare animaban a su primo Harry. Lucian conversaba con Draco afortunadamente el oído del lobito era muy bueno y el Malfoy mayor no tenía que gritar para ser escuchado.

–Harry está muy contento, es normal.

–¿Y de verdad también lo estuviste?

–No lo estuve... lo estoy, muy orgulloso y feliz de ser hermano mayor, el tuyo.

Lucian sonrió satisfecho y dejó la charla para aplaudir las hazañas que Harry hacía sobre su escoba.

El partido concluyó con la victoria para los leones gracias a Harry. Draco y el trio bajaron para felicitar al moreno.

Draco vio a Ginny Weasley y Dean Thomas se besaron, y sonrió de lado, era satisfactorio saber que la pelirroja ya no era una rival, aunque lo pensó y concluyó que nunca fue.

Harry recibió el abrazo de sus tres primos y enseguida el de su novio que iba acompañado de un beso.

–Que gran felicitación.

–Obviamente porque no jugaste contra Slytherin.

Harry asintió comprendiendo lo cierto de esa frase de su novio.

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El armario era la mejor opción si deseaba hacer un ataque sorpresivo, el problema era como usarlo si no servía la parte que se encontraba en Hogwarts. Así que Tom decidió que lo haría en una de esas salidas a Hogsmeade, allí atacaría.

Voldemort caminó tranquilamente sin dejar de sonreír al sentir su varita en la bolsa de su pantalón.

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Para asombro de Albus las primeras noticias del objeto fueron llevadas a él por Peeves quien en una de sus farsas le comentó a Dumbledore sobre la Dama Gris y como ella lloraba por haber perdido una Diadema que perteneció a su madre.

Con esa información del burlón espectro, el Directo llamó de nuevo a los otros fantasmas y elfos y les dio indicaciones para que buscaran ese objeto por todo el colegio.

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Alexander recibió a la lechuza y sonrió, a él aún le sorprendía ese método de comunicación de los magos. El inmortal agarró algunas cerezas y se la tendió al ave que las devoró.

–Kreacher...

El elfo apareció y se inclinó ante Alexander, pues definitivamente consideraba que los Corvinus eran como ancestros de los magos y muy alejados de ser muggles.

–Señor...

–Dale agua a esa lechuza y luego llama a mis hijos

El elfo obedeció. Alexander no tardó en ver a los gemelos. Los menores se sentaron y esperaron la información que tenía su padre:

–Dumbledore envió novedades, resulta que sabe o casi está seguro de saber que es el último Horrocrux.

–Vaya, hizo un buen trabajo.

–Por lo menos puso a trabajar a su gente, Marcus. Es una Diadema que fue de Helga Hufflepuff.

–Tom si que se obsesionó y trabajó en elegir los objetos.

–Al fin y al cabo megalómano. –Confirmó Alexander a lo que dijo su hijo menor. – Considero que debemos regresar de inmediato.

–De todos modos lo íbamos a hacer, solo adelantaremos el viaje para recibir a mis hijas.

Los tres Corvinus estuvieron de acuerdo, ya les contarían a sus parejas el motivo del viaje apresurado.

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Llegó al pueblo muggle más cercano a su destino y como su plan requería fuerza y apoyo, decidió atraer a unos cuantos soldados, no importaba que fueran débiles, después de todo solo los requería como distracción y carne de cañón.

Como no estaba seguro del límite de su poder como Lycano, esperó la noche de luna llena y usó todo ese tiempo para atacar a suficientes muggles y atraerlos como sirvientes.

Que sus nuevos soldados no se controlaran era una opción muy factible por eso los encerró en el sótano de la casa que usaba como guarida. Allí los mantendría hambrientos y sería otra parte de su plan.

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Remus miraba un par de túnicas que Tiny alzaba con un hechizo de levitación. Lucius entró a su habitación y buscó a su esposo, hallándolo en el gran vestidor.

–¿Qué sucede?

–Estoy eligiendo cuál llevaré a la boda.

–Incluso faltan un par de semanas.

–Lo sé, pero será cuando los chicos salgan del colegio y al hacerlo, me llevara todo el tiempo buscar una para Lucian y asegurarme del regalo que enviaremos.

–¿No aceptas que podemos darles una casa?

–No quiero que los Weasley se ofendan.

–Oh por Merlin no será para ellos. Además, ni siquiera saben si vivirán en Inglaterra o Francia.

–Por eso.

–¿Qué?

Preguntó el rubio platino haciéndole señas a Tiny de que bajara las túnicas y se retirara.

–¿Podemos darles esa casa si no van a vivir aquí?

El Malfoy, atrajo a su pareja para abrazarlo.

–Sé que desea mostrar que sigues siendo el mismo Remus de siempre y que el dinero y posición no te ha cambiado sin embargo, puedes hacer una diferencia y darles algo útil sin otras intenciones que tu estimación por esa familia.

–Siempre sabes las palabras que necesito escuchar. ¡Y que los dementores me lleven les regalaremos esa casa!

Lucius rió con diversión y besó a su pareja.

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Pasaron tres días desde la llegada de los Corvinus a Grimmauld Place, cuando al cuarto día después del almuerzo, Albus pidió permiso para llegar por chimenea, claro que se los permitieron y cuando el mago de edad salió sacudiéndose la túnica, Alexander ya lo esperaba.

–Buenos días.

–Hola Albus. Vamos, mi familia está en el jardín.

–Pero traigo la diadema...

–¡¿Ya la encontraste?!

Albus apareció una caja de terciopelo y se la tendió al Inmortal.

–La verdad es que lo sospeché no obstante, no tengo muchas ganas de regresar a Escocia tan pronto. Para destruirla.

–Podríamos hacerlo aquí.

–¡¿Tú crees?!

–Hay una opción, es peligroso, pero confío en tu yerno y nuera para ayudarme y que lo logremos.

–Regulus puede ayudar, y cuenta con mis hijos y yo, pero Cissy no, espera a mi nieto o nieta.

–Felicidades. En ese caso, les diré mi idea y nos arreglaremos.

Los dos hombres de edad, caminaron y salieron hasta el jardín, los antes mencionados tomaban algo fresco y al verlos, saludaron a Dumbledore. Alexander se sentó e invitó al mago a imitarlo y sin esperar mucho relató el motivo de la visita.

–¿Cuál es esa idea que tiene Albus?

–El fuego maldito, Regulus. Podemos conjurar uno y quemar la diadema.

–¿Cree que funcione? –preguntó Narcissa.

–Pues lo creo, ya que por otros medios no se ha podido, y si no también se encuentra la espada de Gryffindor. No importa el método que elijamos considero que debemos hacerlo en Hogwarts.

–¡Yo voy! –exclamó Regulus.

–¿Podemos ir todos, aunque yo no ayude? –inquirió la bruja.

–Claro, claro. Sería agradable tenerlos de visita.

–Ya no digamos más podemos ir el fin de semana. El viernes para hacer esto el sábado temprano, con eso ya solo quedaría uno. –mencionó Marcus.

–Saben que ese último es... –murmuraba Albus.

–Sí, nuestro Pottercito, pero ya lo resolvimos. –expuso William.

–Que gran noticia.

Dijo sinceramente el mago anciano. La conversación se prolongó hasta la hora de la comida y Albus fue invitado a compartirla con la familia, ya era casi de noche cuando el Director se retiró con la promesa de que el Horrocrux sería bien custodiado hasta que fuera llevado de nuevo a Hogwarts ese fin de semana para su destrucción.

El matrimonio Malfoy fue llamado por chimenea y puestos al tanto de lo que el grupo haría ese fin de semana, así que se apuntaron para ir por lo menos a Hogsmeade donde se hospedarían todos.

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Harry caminó veloz hasta las habitaciones de sus padres. Tocó y la puerta la abrió por Paddy.

–Vine, lo más rápido que pude. ¿Qué sucede?

–Pasa y siéntate, Harry.

Invitó Severus. Sirius llamó a Naly desde su casa para que esa noche los atendiera y la elfina servía una cena abundante y con varios platos de postres.

El menor obedeció y se sentó en la mesa –agrandada con un encantamiento.

Naly sirvió y desapareció para reunirse con los elfos de Hogwarts para cenar y relatarse las novedades, aunque todavía desconfiaba de Dobby, el elfo parecía muy alegre cuando ella los visitaba.

Para el plato fuerte, Harry ya no resistió y preguntó:

–¿Y bien?

Sirius sonrió se limpió la boca y dirigiéndose al menor declaró:

–Queríamos celebrar lo de tu permiso y lo de tu hermano o hermana.

–Oh... ¡Es genial!

–Y que... ¡Albus encontró el último Horrocrux y mañana tus tíos lo van a destruir!

Exclamó el animago y ambos magos mayores vieron con emoción que el más joven se quedaba sin palabras. Severus se acercó y abrazó al Harry...

–Todo terminará pronto, hijo.

El mencionado asintió y en ese abrazo al que se unió Sirius se reconfortó.

Comieron postres de todos los que Naly preparó y al terminar Harry se dirigió a su torre con el estómago lleno y un peso menos en el alma.

...

Se instalaron en una buena posada y es que en Cabeza de Puerco no era una opción si no había sido adecuada antes por sus elfos. Lucius y Remus se levantaron a la misma hora de los otros, pero se quedaron en el pueblo y lo recorrieron para esperarlos.

Los Corvinus y parejas se dirigieron al colegio donde Albus ya los esperaba y los internó por uno de los pasillos menos concurridos, Severus y Sirius se les unieron en uno de los otros caminos.

Prefirieron la cámara de los secretos para hacer la destrucción y para que el fuego maldito no tuviera nada que lo alimentara.

Regulus pidió ser el que conjurara el fuego y con William muy cerca de él para lo que poseía a los objetos malditos no le afectara, el menor de los Black comenzó y los insultos y apariciones desfilaron, estas especialmente de la familia de Regulus siendo asesinados sin que él pudiera hacer nada. El Black gruñó...

–¡Ellos son fuertes no necesitan que yo los proteja sin embargo, tendrán que pasar sobre mi cadáver para hacerles daño!

El fuego se convirtió en quimeras que sin dejar de galopar deshicieron el Horrocrux. Las bestias de fuego se revolvieron dispuestas a desobedecer a su creador y Sirius corrió hasta su hermano aferrando la varita en ristre junto con él y así detener al fuego que poco a poco se apagó. Regulus trastrabilló y William se apresuró a cargarlo e ir hacia la salida, seguidos por todos los demás.

–¿Siempre fue de ese modo cúando destruyeron los otros?

–Supongo Severus, pero como ni a mis hijos o a mí nos afecta, nunca le dimos mucha importancia.

–Terrible y totalmente oscuro, sin lugar a dudas. –opinó Albus igual de horrorizado que los otros magos.

Albus se despidió de los invitados por un tiempo, los vería en el pueblo mágico para comer con ellos, antes verificó la salida de los alumnos.

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Los gruñidos que lo recibieron cuando entró al sótano, fueron como la música para sus oídos. El olor acre a la descomposición le dijo que sus sirvientes estaban muy hambrientos como para comerse a los más débiles, pero no le importó, los que quedaban, serían suficientes para el ataque.

Tom azuzó a su manada y la alistó para que esa tarde corrieran por entre las calles del pueblo.

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Draco y Teresa corrieron hasta la salida del colegio. Esperando en las grandes puerta de hierro. Harry, Lucian y Clare los esperaban. El rubio mayor vio al moreno y saludó:

–Hola ¿ya tienes tu lista?

–Dos de hecho ¿y tú?

-Sí, así que agradecería que ya les digas...

Harry sonrió como gato de Chesire y llamó a los menores y a Draco para que hicieran un círculo muy pegado.

–Hay unos pasajes secretos que los sacaran del colegio…

El trio de niños de once años casi brincaron de gusto y solo el temor de ser descubiertos lo evitó.

–Ahora que hay otra cosa... –Harry sacó un paquete y la tendió a Lucian– Sé que harán buen uso de ella, fue un regalo de mi padre biológico y espero que sea tradición de generación en generación entre los de nuestra familia.

–Gracias Harry... ¿Ya no lo usaras tú?

El de ojos verdes se encogió de hombros atrajo a su novio pasando un brazo por los hombros de este y le sonrió antes de responder a Teresa:

–Nosotros ya podemos salir a Hogsmeade.

Draco guió a su novio al mismo momento que apareció los tres largos pergaminos en las manos de cada uno de los menores.

–Así que mocositos, hagan sus compras.

La pareja caminó hasta el pueblo, y escucharon las risas de sus primos y hermano que se internaban en el castillo de nuevo. Minerva y Albus observaron todo desde una de las almenas y la bruja preguntó:

–¿No harás nada?

–No mi querida Minerva, sabemos que esto sucedería cuando entró esta nueva generación de merodeadores.

–Por lo menos entre esos tres hay suficiente sangre Slytherin para actuar con cautela y nadie me escuchó decir esto jamás.

El Director cruzó las manos detrás de él y juró que no diría ese secreto nunca.

–Voy a salir a comer al pueblo. Puedo encargarte a los niños de primer y segundo grado.

–Por supuesto.

Los profesores regresaron al interior del castillo, Albus para cambiarse y Minerva a revisar a los niños.

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Los adultos de la familia no deseaban interrumpir a sus chicos y por eso la comida sería en la posada. Draco y Harry iban de la mano comentando sobre las nuevas parejas de alumnos o las nuevas golosinas de Honeyducks.

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Teresa tropezó con los pies de Clare y ella casi lanzó un chillido antes de ser silenciada por su gemela. Lucian calló a las dos y con paso cauteloso subieron las escaleras de la tienda. Aprovecharon que un grupo nutrido de chicas escandalosas entraba y salieron.

Los tres salieron y afuera se quitaron la capa, no creyeron que nadie fuera de chivato o sufrirían las bromas muy pesadas de dos de ellos y la furia de la tercera. Al mismo tiempo los niños en ropa civil no se diferenciaban mucho de algunos de tercero gracias a su genética. Los niños se alisaron la ropa y riendo cómplices corrieron de regreso a Honeyducks.

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Ya por la tarde, Albus Severus y Sirius se despedían para regresar a Hogwarts. Draco y Harry se besaban por el camino al castillo.

Los tres pequeños esperaban el momento propicio para entrar al pasadizo para volver sin ser pillados.

El aullido lo escucharon todos y ninguno supo quién lo hizo sin embargo, la piel se les erizó sin poder evitarlo.

Los gritos de ayuda que le siguieron a ese sonido pusieron a todos en alerta.

William gruñó ferozmente y cambio enseguida. Severus gritó:

–¡Harry y Draco!

–¡Mi bebé, Marcus! –exclamó Narcissa. Remus y Lucius ya corrían también en dirección a donde el caos y gritos se percibían.

Dumbledore corrió para cuidar de sus estudiantes y de la gente en el pueblo.

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Viendo el ataque de sus siervos al pueblo, Tom caminó tranquilamente detrás de ellos jugando con su varita... Su venganza había comenzado.

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Aclaro este error, ciertamente hay siete grados, la verdad creía que solo eran seis jejejeje

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Muchísimas gracias giulianacontesso.