Capítulo 3
-- Kurama's POV --
Era evidente para todo el mundo que ese acosador estaba afectándome. Hiei ya no me visitaba tan a menudo, seguramente molesto con la actitud irritable que tenía últimamente, y mi madre estaba preguntándome constantemente si estaba bien. Incluso Yusuke y Kuwabara me habían notado diferente, y estaban hablando de pedirle a Koenma que me diera un descanso con todo eso del detective espiritual por un tiempo.
"Estás estresado; trabajas demasiado y no descansas lo suficiente, Kurama," dijo Yusuke distraídamente desde donde estaba sentado en la cama, a mi lado. Él, Kuwabara y yo estábamos en la habitación de Kuwabara, los otros dos jugando con entusiasmo a un video juego mientras yo observaba.
Aparté el pelo hacia atrás y suspiré, mirando sin mucho interés cómo el personaje de Yusuke en el juego de lucha al que estaban jugando le daba una buena paliza al de Kuwabara. Era difícil concentrarse en algo últimamente. Mis pesadillas estaban aumentando, y se estaban volviendo más espantosas a medida que pasaba el tiempo, y todavía seguía recibiendo dibujos de mi misterioso acechador.
"No estoy estresado, Yusuke, sólo estoy... distraído. No es nada de lo que preocuparse, de verdad."
Tracé distraídamente un dibujo invisible en la tela de la cama de Kuwabara, tratando de mirar hacia abajo, en caso de que para Yusuke fuera tan fácil descubrir mis mentiras como lo era para Hiei.
"Bueno, si Koenma te diera un descanso, entonces... ese movimiento no fue justo Urameshi, y lo sabes... a lo mejor no tendrías tantas distracciones."
Me reí cuando Kuwabara se puso a discutir con Yusuke al mismo tiempo que expresaba su preocupación por mí. "No es para tanto, chicos. Y de todos modos, tampoco hemos tenido muchos casos últimamente."
Les observé mientras jugaban un rato más, sintiendo que mi aburrimiento crecía. Realmente no estaba muy interesado en los videojuegos, aunque solía ser bueno jugando a ellos. Algunas veces la capacidad de los humanos de pasarse largos ratos con una misma cosa para entretenerse me asombraba.
Al final, me levanté, desperezándome un poco mientras decía, "Bueno, me voy a casa. Muchos deberes."
Ninguno de mis amigos levantó la vista, pero Yusuke dijo, "Vale, pero... Kuwabara, al menos intenta defenderte... piensa en lo que te hemos dicho, Kurama."
De hecho, sí que pensé en lo que me dijeron de camino hacia casa. Era amable por su parte de ofrecerme un descanso, pero no tenía ninguna intención de aceptarlo. Sabía que lo hacían con buena intención, pero a veces me enfadaba con ellos. Ellos, junto con todos los demás, suponían automáticamente por mi apariencia que era delicado, alguien que tenía que ser protegido. Era el único inconveniente de este cuerpo que ahora poseía, además del hecho de que parecía atraer a acosadores psicópatas.
Pero, a pesar de lo que Yusuke o cualquier otra persona pensara, yo era completamente capaz de cuidar de mí mismo. Me ofendía el hecho de que mi apariencia hiciera que los demás sintieran que tenían que mimarme, y estaba decidido a demostrar mi valía, y volver a ganarme el respeto que tuve en mi otra vida. Nadie había considerado frágil a Youko Kurama, y lo echaba de menos.
Cuando llegué a casa, y subí a mi habitación, había otro sobre esperándome en la almohada. Casi ni me molesté en abrirlo, pero me venció la curiosidad. Rasgué el sobre y desdoblé el trozo de papel de dentro para encontrar otro dibujo. Éste era de mí en casa de Kuwabara, sentado en su cama, pero Yusuke y Kuwabara no aparecían misteriosamente en el dibujo. Su ausencia parecía tener un silencioso y espantoso significado, uno en el que no me molesté en pararme a pensar en ese momento.
Metí el dibujo dentro del cajón de mi escritorio, en donde me había deshecho de todos los otros que había recibido hasta ahora. No quería mirarlos, pero por alguna razón, parecía que no podía tirarlos. Tenía la extraña impresión de que deshacerme de ellos sería una terrible equivocación.
Después de cerrar el cajón, me senté en el escritorio, decidido a despejar mi mente y centrarme en los deberes. Vagamente me di cuenta de que echaba de menos a Hiei. Su presencia siempre me era reconfortante por alguna razón, y me encontraba solo sin él.
Pero saqué todo pensamiento de Hiei de mi cabeza, y empecé a escribir.
--------
Al día siguiente, salí tarde del instituto. Un profesor me había pedido que me quedara después de clase e hiciera de profesor particular a un nuevo estudiante, y la sesión de estudio había durado más de lo que yo había previsto. Había llamado a mi madre para informarle de que llegaría tarde, pero ahora me enfrentaba a la desafortunada tarea de volver andando a casa solo en la oscuridad.
Anduve con calma por la acera, no intimidado ni lo más mínimo por la oscura y desértica calle. No había nada en el mundo humano que pudiera representar una amenaza para mí, así que no había razón para estar asustado.
Estaba, de hecho, tan absorto en mis pensamientos que ni siquiera sentí la silenciosa figura siguiéndome, o sus ojos observándome. No me di cuenta de su presencia hasta que oí una suave voz llamándome cuando pasé por el parque.
Me detuve, imaginando que estaba oyendo cosas, pero siendo prudente al mismo tiempo. Y entonces lo volví a escuchar.
"Shuichi..."
La voz venía sin duda del parque, y di un paso en su dirección a la vez que preguntaba, "¿Quién está ahí?"
Hubo una suave y siniestra risa, y luego escuché, "Ven y lo sabrás."
Sentí un escalofrío, pero entré silenciosamente en el parque, los libros bien apretados contra mi pecho. No podía sentir ningún youki, pero podía percibir vagamente el olor de un humano que venía de algún lugar en el parque. Desafortunadamente, aunque mis sentidos eran mucho más fuertes que los de los humanos normales, no eran ni de lejos tan fuertes como lo habían sido en mi forma de youko, y no podía identificar la localización precisa del humano utilizando sólo mi sentido del olfato.
Me abrí paso entre el laberinto de bancos del parque y mesas de picnic hasta que llegué al bosque en las afueras del parque. Y entonces escuché la voz de nuevo.
"Ven a verme, Shuichi..."
Sonaba casi juguetona, pero de un modo espantoso.
Entré en el bosque, sintiendo mi tensión suavizarse un poco al estar rodeado de vida vegetal. Nada podría hacerme daño aquí. El bosque entero era mi aliado. Me deslicé silenciosamente en el bosque, siguiendo la risueña y burlona voz, y sin embargo, a la vez inquietante.
Finalmente, el bosque empezó a ser menos espeso, y llegué a un pequeño claro. Los árboles se detenían en el borde, y formaban un claro círculo alrededor de la zona. Entré en el claro con cautela, echando de menos la protectora altura de los árboles, pero satisfecho con la hierba bajo mis pies.
La voz había desaparecido el momento en el que entré en el claro, y escaneé la zona detenidamente, buscando cualquier señal de vida. Todo estaba en silencio, y entrecerré los ojos, tratando de distinguir mejor mis alrededores.
No reaccioné cuando sentí una cálida respiración en mi oído, aunque cada parte de mí quisiera gritar.
"Gracias por venir."
Las palabras fueron dichas desde tan de cerca que pude sentir unos suaves labios rozando mi oreja, y aun así no me moví. Me quedé paralizado, justo como lo había estado hacía unos meses, cuando me enfrenté a Karasu. ¿Por qué, al parecer, no podía moverme?
Quienquiera que fuera estaba detrás, inclinándose sobre mi hombro para susurrar en mi oído. Sentí que mi cuerpo estaba tenso, e intenté que por lo menos mi boca funcionara, para exigirle a esa persona que se apartara de mí, pero la voz me traicionó y seguí en silencio.
Quizá notando mi incomodidad, la figura se retiró de detrás de mí y se puso en mi campo de visión. Mis ojos se ensancharon, y por fin encontré mi voz.
"¿... Nekura?"
Estaba de pie delante de mí, todo rastro de la dócil y educada actitud que había mostrado en el vestíbulo hacía varios días le había abandonado. Su postura era segura, sus manos descansaban de manera arrogante en sus caderas. La boca torcida en una sonrisa demente.
Retrocedí un par de pasos, habiendo haber recuperado, al parecer, por fin la capacidad de moverme, y le miré con odio. "¿Qué quieres?"
Su respuesta fue simple y directa. "A ti."
Mi mente estaba acelerándose. Nekura era, evidentemente, el acechador,. ¿pero por qué no había sido capaz de sentirle? Sólo un youkai dotado podría haberse acercado sigilosamente a mí del modo en el que él lo acababa de hacer, pero no detectaba nada de youki en él. Y no podía ser un youkai haciéndose pasar por un alumno, porque recordaba vagamente que había ido a mi instituto durante años. E incluso si fuera un youkai,. ¿por qué me estaría llamando por mi nombre humano?
"¿Qué quieres decir?" Pregunté, queriendo ganar tiempo.
"Sabes exactamente qué quiero decir."
Di otro paso hacia atrás, y le miré con cautela. "Ya te lo dije, no estoy interesado."
El enfado brilló en los fríos ojos azules de Nekura, y dijo, "De hecho, dijiste que estabas ocupado. Y sin embargo, de alguna manera tuviste tiempo para encontrarte con otra persona."
Mi mirada cambió de enfadada a interrogativa, y viéndolo, Nekura dio más detalles. "El bajito. Pelo negro."
Hiei. Por supuesto. Nekura me había estado siguiendo a casa cuando volvía con Hiei ese día. Y si había estado observándome siempre desde entonces, probablemente también había visto a Hiei entrar por la ventana de mi habitación unas cuantas veces.
"Es sólo un amigo mío. Su nombre es Hiei."
"Ya veo. Así que a menudo tienes a gente que sólo es tu amiga entrando a escondidas por tu ventana y pasando la noche," dijo en tono acusatorio.
Sentí mi ira encenderse de nuevo, y dije, mi voz terriblemente calmada, "Mi relación con Hiei o la falta con el mismo, no es asunto tuyo."
"¿Un tema delicado?" Preguntó Nekura, sonriendo con satisfacción.
Le ignoré, diciendo en su lugar, "Quiero que me dejes en paz. Sé que me has estado enviando esos dibujos, y sé que me has estado siguiendo, y quiero que pares."
Nekura no contestó, simplemente se quedó observándome, sus ojos mirándome de un modo casi hambriento.
"¿Entiendes?" Pregunté, intentando asegurarme de que me había explicado con claridad.
"Quiero que te alejes de él."
"¿Qué?" Pregunté, sorprendido ante el repentino cambio de tema.
"Quiero que te alejes de ese chico con el que te vi," dijo Nekura. "Él no puede tenerte."
Estaba impresionado, por decir lo mínimo. Sentí un poco de mi antiguo yo empujando por estar al frente de mi conciencia al considerar la audacia de este patético humano que se atrevía a pensar que podía darme órdenes.
"No sé de dónde sacaste la idea de que puedes controlar mis acciones," dije lentamente. "Pero te equivocaste. Te sugiero que te mantengas alejado de mí de ahora en adelante."
Y con eso, me giré y me fui, mis manos apretadas en puños, temblando de ira. Nekura no me siguió. Me dirigí hacia casa, mis movimientos tensos y forzados, hirviendo de cólera.
Sin embargo, cuando me metí en la cama, todavía furioso, había una vocecita dentro de mi cabeza, susurrándome que acababa de cometer un terrible error.
Una vez más aquí n.n ¿Qué tal este capítulo? Sip, es un poco más corto que los dos anteriores, pero a mí ya me ha ido bien, porque mucho tiempo no he tenido y temía no poder actualizar esta semana...
Para las personas que intuían que Nekura era el acechador... ¡felicidades, habéis acertado! n.n
Me despido hasta la semana que viene, agradeciéndoos una vez más todos vuestros reviews. Me dan mucho ánimo :D
