Capítulo 4
-- Yusuke's POV --
"Eh... estás de broma,. ¿verdad?"
La feroz mirada que Hiei me dirigió me dejó bastante claro que, definitivamente, no estaba bromeando. No es que realmente hubiera pensado que lo estaba; Hiei no era de los que bromeaban. Sólo estaba sorprendido.
"Hiei, Kurama tiene montones de acosadoras. Estoy bastante seguro de que ya está acostumbrado."
La expresión del oscuro y pequeño medio koorime nunca cambió de la hosca mirada que normalmente tenía cuando dijo, "Éste es diferente. Sólo quiero que le vigiles."
Mis ojos se ensancharon un poco ante eso. "¿Éste?" Pregunté, conteniendo la risa. Esto era divertidísimo. Kurama estaba siendo acosado por un tío.
"Sí."
Estaba algo sorprendido de que Hiei no pareciera pensar que era raro. Nunca me había parecido de la clase que...
"¿Y bien?" Hiei exigió, distrayéndome de la interesante idea que se me acababa de ocurrir. Todavía me estaba mirando ferozmente desde el otro lado del banco donde estábamos sentados. Algunas personas que pasaban se paraban y se le quedaban mirando (su pelo que desafiaba la gravedad tendía a atraer la atención), pero él pareció no darse cuenta.
Suspiré. "Kurama puede cuidarse solo. Es como te he dicho, trata con acosadores todo el tiempo. ¿Qué es lo que normalmente hace?"
Hiei pareció pensar en ello un instante, luego respondió con calma. "He oído que cuando era un youko, o bien dormía con ellos o los mataba."
Tuve un repentino ataque de tos, lo que en realidad era sólo un pobre disfraz de mi risa histérica, y era vagamente consciente de que Hiei se estaba empezando a enfadar mucho, una señal peligrosa. Cuando mi tos se calmó, le dirigí una amplia sonrisa, mi visión algo borrosa porque mis ojos estaban llenos de lágrimas.
"Vaya, no sabía que Kurama fuera tan–"
"Más vale que no acabes esa frase."
Prácticamente podía sentir la ira de Hiei, así que decidí dejarlo. "Mira, Hiei," empecé, intentando ser serio. "Si estás tan preocupado por Kurama,. ¿por qué no le echas un vistazo a este acosador tú mismo?"
Hiei se puso tenso inmediatamente al oír mis palabras, y dijo, con voz áspera. "Yo no estoy preocupado."
Alcé una ceja al darme cuenta de exactamente lo que pasaba. "No lo estás,. ¿eh?"
"No."
Sonriendo abiertamente otra vez, venciéndome la curiosidad, dije, "¿Te gusta Kurama, Hiei?"
Me esperaba un arranque violento, o la punta de una katana en mi garganta, pero Hiei simplemente se me quedó mirando. "Es mi compañero de lucha y aliado. Así que sí, si es que tienes que saberlo, yo–"
Evidentemente, Hiei no entendió lo que había querido decir, pero decidí que ya le había presionado suficiente por un día. "No importa. Si te está molestando tanto, le echaré un vistazo a ese tío,. ¿vale?"
Hiei asintió, aparentemente satisfecho, y se levantó del banco del parque.
"Entonces va al instituto de Kurama,. ¿no?. ¿Cómo se llama?" Pregunté, reclinándome y permitiéndome relajarme por fin, ahora que Hiei ya no estaba sentado a mi lado. No importaba cuánto tiempo hiciese que le conocía, todavía me ponía algo nervioso. Naturalmente, las constantes miradas mortíferas desde luego no ayudaban a que me sintiera a gusto.
"Nekura."
--------
La reacción de Kuwabara ante el acechador de Kurama no fue exactamente tan de aceptación como lo había sido la mía.
"Eso es de mal gusto, Urameshi."
Me encogí de hombros. "Lo que tú digas. Escucha, Hiei quiere que le echemos un vistazo al tío."
"¿El enano?" Preguntó Kuwabara, tan sorprendido como yo lo había estado, e incluso levantando la vista de la carta que estaba escribiendo a Yukina. "¿Y él por qué se preocupa?"
Una sonrisa tiraba de mis labios, y me estaba muriendo por soltarle mi teoría a alguien, pero dudaba de que Kuwabara se lo fuese a tomar bien, así que mantuve la boca cerrada. "¡Qué más da! Hagámoslo y ya está."
--------
Al día siguiente, Kuwabara y yo estábamos esperando fuera del instituto de Kurama al final del día. Nos habíamos escapado de nuestro instituto a la hora del almuerzo, y habíamos pasado unas cuantas horas holgazaneando antes de apresurarnos a llegar al instituto de Kurama justo a tiempo para la última campana. Sólo teníamos que asegurarnos de que Kurama no nos viera, y estar atento a ese tal Nekura. Habíamos conseguido una descripción suya de uno de sus compañeros de clase.
Le di un codazo a Kuwabara cuando vi a Kurama bajando con elegancia las escaleras del instituto, un rebaño de chicas siguiéndole de cerca detrás. Kuwabara se rió por lo bajo, pero nos quedamos escondidos detrás de un árbol, tratando de mantener nuestro reiki lo suficientemente bajo para que Kurama no pudiera detectarnos a menos que él lo quisiera.
Kurama hacía rato que se había ido antes de que viéramos a nadie que concordara con la descripción que nos habían dado. Quedaban unos cuantos alumnos remoloneando en el patio, pero por lo general, el sitio estaba de abandonado.
Entonces fue cuando le vimos. Un chico alto y pálido, con un sedoso y corto pelo negro. Estaba bajando lentamente las escaleras del instituto con la misma gracia felina que Kurama. No podía ver sus ojos todavía para saber si eran de color azul claro, pero sabía que ése tenía que ser el tío que buscábamos. Podía sentir algo extraño en él, ni youki o reiki exactamente, sino algo que... no correspondía. Parecía desentonar, de algún modo.
Le di otro codazo a Kuwabara y asentí en dirección al chico. Kuwabara también asintió, y salimos de nuestro escondite, dirigiéndonos con decisión hacia el acosador. Se dio cuenta de nosotros segundos después de que abandonáramos el abrigo de los árboles, y se detuvo, esperando pacientemente a que llegáramos. De algún modo, ya parecía saber exactamente lo que pasaba.
Decidiendo que sería mejor intentar hacer esto primero de manera amistosa, dije, "¡Eh, tenemos que hablar contigo!"
Para mí, amistosamente significaba resistir el impulso de golpear la cara de ese tío.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando esos gélidos ojos azules me miraron con frialdad. "¿Sí?"
Por algún motivo, no podía hablar. Había sido arrastrado por una oleada de familiaridad el momento en el que esos ojos se habían clavado en mí. Jamás en mi vida me había encontrado con este chico, y sin embargo... le había visto en algún lugar.
Kuwabara pareció darse cuenta de que algo me ocurría, así que asumió la tarea de intimidar a Nekura.
"Escucha amigo, soy Kazuma Kuwabara, y éste es Yusuke Urameshi. Somos famosos y fuertes luchadores¡y vamos a patearte el culo si no dejas en paz a Kurama!"
Nekura levantó una ceja. "¿Kurama?" Se dirigió a mí, ignorando completamente a Kuwabara, para gran enojo del pelirrojo.
Puse los ojos en blanco y decidí que sería mejor que me ocupara de ello antes de que Kuwabara lo fastidiara todo. "Quiere decir Shuichi. Somos–"
"Amigos suyos," Terminó Nekura en mi lugar, sus ojos volviéndose más fríos. "Lo sé."
Entrecerré los ojos, y le miré con recelo. "¿Cómo?"
Nekura no contestó, sino que siguió mirándome fijamente a los ojos. Sentí como si estuvieran haciendo un agujero a través de mí, pero no aparté la vista. Ladeó a cabeza un poco y sonrió, y oí a Kuwabara dar un grito sofocado y un paso atrás. Sabía que pasaba algo, pero no me atrevía a apartar la mirada de Nekura.
Finalmente, el chico dijo, "No quiero que tengáis nada que ver con Shuichi. Él es mío." Sus ojos estaban perdiendo claridad cuando un destello maníaco apareció en ellos, y esa sonrisa de loco seguía todavía en su cara.
Ante esas palabras, olvidé todas las señales de advertencia que Nekura había disparado en mi cabeza, y me reí. No pude evitarlo. Ese tío era realmente un chiflado.
Kuwabara me pegó ligeramente en el hombro y dijo, "Venga, Urameshi,. ¿podemos pegarle ahora? Lo está pidiendo."
Dejé de reír y me giré para mirar a Kuwabara. "Sí, claro, qué demonios. Traté de ser amable, pero..."
No conseguí acabar la frase. Cuando me volví a girar para mirar a Nekura, éste ya no estaba.
"¿Pero qué...?" Empecé a decir.
Kuwabara miró a izquierda y derecha, luego se giró en todas direcciones como si Nekura pudiera salir de pronto en cualquier momento. "¿Dónde se ha metido?"
Negué con la cabeza, ni molestándome siquiera en buscarlo en el desértico patio. No le íbamos a encontrar. "Creo que Hiei tenía razón. Hay algo raro en ese tío."
Kuwabara se puso serio de repente y dijo, "Cuando sonrió, no era él."
"¿Qué?"
"Cuando sonrió, ya no fue él a quien vi allí. Era ese tipo espeluznante del torneo."
"¿Qué tipo?"
"Karasu."
--------
-- Kurama's POV --
Estaba empezando a arrepentirme de haberle contado a Hiei lo de mi encuentro con Nekura. Había estado comportándose de un modo extraño desde entonces.
La única razón por la que se lo conté fue porque todavía estaba enfadado por todo ello, y me sentía como si tuviera que sacarlo fuera antes de que hiciera algo que lamentaría. Como matar al pequeño bastardo.
Así que se lo conté todo a Hiei. Todo, de principio a fin. Se había quedado sentado con calma en el alféizar, su expresión nunca cambió durante toda mi historia. Y cuando terminé, me dijo con pasividad que me olvidara de ello, que estaba siendo estúpido, y que si tanto me molestaba, se lo debería contar a alguien que realmente le importara.
Pero había podido sentir su rabia. Podía actuar tan calmado como quisiera, pero podía sentir cómo le hizo enfadar. Sólo que no sabía por qué le hizo enfadar.
Sacudí la cabeza, tratando de despejar mi mente. Estaba, una vez más, sentado en mi escritorio, intentando concentrarme en mis deberes. Hiei siempre parecía distraerme en los momentos más inoportunos, incluso cuando no estaba cerca. Traté de centrarme en el trabajo escolar de nuevo, pero el pensar en el instituto sólo hizo aparecer el incómodo asunto de Nekura.
Desde mi encuentro en el bosque con Nekura, había estado evitándole en el instituto deliberadamente, no es que alguna vez hubiera tenido mucho que ver con él. Pero sabía que cuando le mirara ahora, yo... bueno, no estaba seguro de lo que haría, pero no sería nada bueno. Por algún motivo, Nekura sacaba un lado de mí que no había estado fuera en mucho tiempo. Un lado que necesitaba muchísimo mantener oculto, por lo menos mientras estuviese todavía en este mundo.
Después de unas cuantas horas haciendo los deberes, al final lo dejé y me fui a la cama, temiendo las pesadillas que ya sabía que eran inevitables. Ahora las tenía cada noche.
Me desperté con una cálida y reconfortante mano en mi mejilla. Sólo estaba medio despierto, pero sonreí, inclinándome hacia el tacto de Hiei. No estaba lo bastante despierto aún como para considerar el hecho de que Hiei nunca me tocaría de esa manera. Él evitaba la mayor parte de formas de contacto físico, excepto las que implicaban violencia.
Mis ojos todavía estaban cerrados, y dije, "Mmm... ¿estaba gritando otra vez, Hiei?"
La mano se apartó inmediatamente de mi cara, y abrí los ojos, dándome cuenta de repente de que algo iba mal.
Mi visión estuvo borrosa por un instante, pero a través de la oscuridad pude distinguir el pálido rostro de Nekura, y parpadeé de nuevo para asegurarme de que no me estaba imaginando cosas. No lo estaba.
Empecé a salir rápidamente de la cama, pero Nekura colocó una mano en mi hombro y me sujetó sobre la cama. Me quedé inmóvil en el instante que me tocó. Algo me pasaba. Debería haber sido capaz de empujarle con facilidad, yo era mucho más fuerte que ningún humano. Entonces,. ¿por qué no podía moverme?
Nekura había estado arrodillado al lado de la cama cuando me desperté, pero ahora estaba de pie. Le observé con los ojos bien abiertos, todavía incapaz de esbozar ni una sola protesta mientras él subía a la cama y colocaba una pierna al otro lado de mi cuerpo, de modo que estaba a horcajadas sobre mi estómago, mirándome a la cara.
"¿Es ése a quien deseas?" Preguntó, con evidente furia en su voz. "¿Tu pequeño Hiei?. ¿Por qué él? Yo estoy aquí."
Podía sentir mi respiración acelerándose, una reacción natural al miedo que estaba recorriendo mi cuerpo. Intenté hablar, pero no pude. Era igual que la última vez, en ese vestíbulo.
¿Qué? No. Ése había sido Karasu. Esto era como en el bosque.
Nekura estaba hablando otra vez, y me centré en lo que estaba diciendo mientras todavía trataba de conseguir que mi cuerpo se moviera.
"No me deseas, pero está bien. Cuando no te quede nadie, entonces me desearás. Seré todo lo que tengas... todo lo que deseas..."
Se estaba inclinando hacia abajo, acercándose a mi cara, sus manos aún en mis hombros. Sabía lo que estaba a punto de hacer, pero mi cuerpo todavía se negaba a funcionar hasta el instante en el que sentí sus labios rozar los míos. Ante ese simple contacto, mi cuerpo reaccionó bruscamente, y lo siguiente que recuerdo es a él volando por la habitación. Chocó fuertemente contra la pared y se deslizó hacia el suelo. No recordaba haberle golpeado. Lo habría hecho cegado por la rabia.
No se levantó. Le observé largo rato, pero fui sacado de mi aturdimiento cuando oí que llamaban suavemente a mi puerta, seguido de la voz de mi madre.
"¿Shuichi?. ¿Estás bien? He oído un ruido fuerte."
"Estoy bien, madre," le dije, mirando hacia la puerta y esperando que no sintiera la necesidad de entrar. "Me... me he levantado a por un vaso de agua y he tropezado."
Hubo un silencio, pero pareció aceptar eso. "Está bien, pero ve con más cuidado. Me vuelvo a la cama."
Solté un suspiro de alivio y volví a mirar hacia donde Nekura había caído, considerando seriamente tirarlo por la ventana.
Pero ya no estaba.
Madre mía, pobre Kurama, entre las pesadillas y Nekura colándose en su habitación no hay quien duerma por las noches...
La autora hizo este capítulo más largo para compensar el anterior, y ha aparecido Hiei, que muchas lo echaron de menos n.n
Espero que os haya gustado éste también. Millones de gracias por vuestros reviews (recordad que si queréis que os responda pero no tenéis cuenta en FanFiction, sólo tenéis que dejar el mail). Y no os perdáis el próximo capítulo. No lo digo por decir;)
¡Hasta la semana que viene!
