Capítulo 5
-- Kurama's POV --
"¡.¿Es que no podéis dejarme en paz ni por un momento?.!" Exigí, sin girarme.
Era consciente del atónito silencio detrás de mí, el precioso sonido de un club de fans quedándose embobado. Y luego varios sollozos, y el extrañamente gratificante sonido de su retirada. Por fin estaba solo.
Caminé hacia casa en paz, mi agitada mente intentando disfrutar de la poco frecuente soledad. No estaba seguro de por qué había explotado con esas chicas de la manera en que lo había hecho. Siempre me seguían, ya estaba acostumbrado a ello. Sólo que no tenía la paciencia para tratar con ellas esa tarde.
Encogiendo los hombros, aparté ese persistente sentimiento de culpabilidad. Había tenido una noche dura, y era comprensible que estuviera tenso.
Me fijé en una sombra en un árbol al pasar, y me detuve para mirar mejor. Inmediatamente sentí el familiar youki de Hiei en el instante que empecé a buscarlo, y miré ferozmente al árbol.
"¡.¿Dónde has estado?.!" Exigí, mirando fijamente la ensombrecida figura. Retrocedí un poco cuando sentí una breve ráfaga de aire, y después Hiei estaba de pie delante de mí.
"Por ahí," dijo Hiei con indiferencia, empezando a andar por la acera, esperando, evidentemente, que le siguiera. Seguí mirándole enfurecido mientras él se alejaba, completamente confundido por su actitud despreocupada.
"¿Por ahí?. ¡No te he visto ni una vez esta semana!" Dije, mientras me apresuraba a alcanzar al pequeño demonio.
"No sabía que estaba obligado a visitarte."
No sabía cómo debería responder a eso. Él tenía razón, no tenía que visitarme. Él siempre lo había hecho. Me había ido acostumbrando a ello. Y con todo lo que había pasado esta semana... bueno, le había necesitado.
¿Qué?. ¿Qué estaba pensando?. ¡Yo no necesitaba a nadie!
"Bueno, al menos podrías haberme dicho dónde estabas," refunfuñé.
Sin girarse para mirarme, Hiei dijo con voz baja y divertida, "¿Estabas preocupado por mí, zorro?"
Me detuve y me quedé mirando boquiabierto su espalda. Querido Inari,. ¿Hiei acababa de tomarme el pelo? Esperé con inquietud que la tierra se abriera, o que el fuego diluviara de los cielos, porque sin duda el día en que Hiei le tomara el pelo a alguien sería el día en el que el mundo llegaría a su fin.
Hiei se paró y se giró, viéndose molesto. "¿Qué?"
Hmm... el mundo no parecía estar acabándose. Empecé a andar de nuevo, en silencio porque todavía estaba atónito, y Hiei esperó pacientemente hasta que volví a estar a su lado antes de empezar a andar otra vez.
"Nunca antes te había visto comportarte de esa manera con esas estúpidas niñas humanas."
Y los milagros no acaban nunca. Primero, me toma el pelo, luego intenta mantener una charla. Consideré seriamente rezar a Inari para que me ahorrase cualquier desastre natural que estuviera a punto ocurrir.
"¿A dónde quieres llegar?"
Hiei negó con la cabeza, luego dijo, "No estaba intentando llegar a nada. Simplemente, era una observación. Pareces... distraído, últimamente."
"Eso tiende a pasar cuando alguien está siendo acosado noche y día."
"¿Todavía no te ha dejado en paz?"
Sabía que no debería decir nada, pero las palabras estaban fuera de mi boca antes de que pudiera detenerlas. "Estuvo en mi habitación anoche."
Ojos carmesíes se movieron bruscamente para centrarse en mí, y yo aparté la mirada. "¿Qué hizo?"
Su voz era calmada, pero con algo más detrás, y de nuevo sabía que debería detenerme, que no debería contarle nada más, pero no podía mentirle. Ambos lo sabíamos ahora.
"Me... me tocó."
Su voz fue mortífera cuando dijo, "¿Cómo?"
Me aclaré la garganta, no queriendo revivir la noche anterior. Podía sentir mi cara calentarse, y me quedé asombrado al darme cuenta de que me estaba ruborizando. Yo nunca me ruborizaba. Pero sentía esa misma familiar vergüenza al recordar este suceso al igual que con el de Karasu, aunque nada había pasado en realidad.
"Pues, primero me estaba tocando la mejilla, pero yo no estaba totalmente despierto entonces. Cuando me di cuenta de quién era, intenté levantarme, pero me cogió por los hombros y me inmovilizó, y después se puso encima de mí..."
Mi voz se estaba apagando, no quería decir nada más, pero esos ojos rojos que se oscurecían todavía estaban posados en mí, y me sentí forzado a seguir, mi voz más fuerte esta vez. No iba a derrumbarme delante de Hiei.
"Habló un poco, y luego me besó," dije, mi voz desprovista de toda emoción en una excelente imitación de Hiei.
Pude ver los puños de Hiei cerrarse a sus lados, pero no hizo ninguna otra reacción, excepto decir, su voz baja, "Le mataré por ti."
Mis ojos se ensancharon, y dije, "No, Hiei. Ya sabes lo que pasa si matamos un humano. Todavía estamos en periodo de prueba. Nos meterán en una prisión del Reikai."
"¿Quién ha dicho nada sobre 'nosotros'? No necesito tu ayuda para matar a un humano."
Le miré con frialdad, y dije, "Antes de nada, puedo cuidarme solo. Golpeé al pequeño pervertido y lo mandé volando por la habitación anoche. Luego, yo me ocuparé de esto. No quiero que te metan en prisión por mi culpa. Además, Nekura sólo es un humano. No estaría bien matarle... no importa las ganas que tenga de hacerlo."
Hiei estaba que echaba humo cuando por fin llegamos a mi casa, y desapareció sin mucho más que un adiós.
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Cuando subí a mi habitación había otro sobre esperándome en la almohada. Lo cogí, esperando otro dibujo, pero en su lugar encontré una nota.
Reúnete conmigo esta noche en el parque.
No estaba firmada, pero era evidente que era de Nekura. Leí la sencilla frase una vez más, contemplando mis opciones. Si no iba, seguramente se aparecería en mi casa otra vez, y no le quería cerca de mi madre. Pero debía tener algo planeado si me estaba pidiendo que me encontrara con él.
Doblé la nota y la volví a meter en el sobre, mi decisión tomada.
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Más tarde esa noche, me puse una chaqueta y salí sigilosamente por la ventana, bajando por el árbol de Hiei. Por fortuna, el pequeño demonio de fuego no se le veía por ninguna parte. Probablemente, todavía estaría en algún sitio enfurruñado porque no le dejaba matar a Nekura.
Con elegancia, bajé de un salto de las ramas del árbol, aterrizando agachado y echando un vistazo a mi alrededor para asegurarme de que no había nadie cerca. Por suerte, era ya tarde, así que el barrio estaba desierto.
Me dirigí rápidamente hacia el parque, sintiéndome inquieto. Tenía la intención de decirle a Nekura esta noche que todo esto se había acabado. Que podía dejarme en paz o que yo ya le obligaría. Casi esperaba que escogiera la última de las dos.
Cuando llegué al parque, encontré a Nekura sentado tranquilamente en un banco, su ágil figura apenas visible por el brillo de una farola cercana. Levantó la vista cuando me acerqué, y sonrió con la misma sonrisa de loco. Yo no le sonreí.
"Has venido," dijo, no sonando sorprendido ni lo más mínimo. Se levantó y se acercó a mí. Yo me quedé donde estaba, preguntándome distraídamente por qué su cara no estaba morada en el lugar donde le golpeé la noche anterior.
Abrió la boca para decir algo, pero le corté. "Me vas a dejar en paz," dije, con voz firme. "Después de esta noche, no volverás a hablarme. Dejarás de seguirme, y te mantendrás alejado de mí. Si no lo haces... te obligaré yo."
"¿Es eso una amenaza?" Preguntó, su sonrisa ensanchándose.
"Sí, lo es."
Se acercó unos pasos, y yo, decidido a no ceder, me quedé quieto. Estiró el brazo y cogió algunos mechones de pelo carmesí. "Tan hermoso..." Susurró.
"No me toques," gruñí con los dientes apretados.
Su mirada se endureció, y dijo, "¿Dejas que Hiei te toque?"
"¿Qué?"
"Si él desapareciera, entonces,. ¿me dejarías tocarte?"
"Estás loco," dije, decidido a no ceder.
Asintió. "Tal vez sí, pero puedo deshacerme de todos ellos. Cuando sólo estemos tú y yo,. ¿me dejarás tocarte, entonces?. ¿Cuando esos estúpidos amigos tuyos estén muertos?"
"Cállate..." dije, mi voz peligrosamente baja.
"¿Cuando tu madre esté muerta?"
"Te estoy avisando..."
"¿Cuando Hiei esté muerto?"
Le golpeé. Otra vez. Salió volando por los aires y aterrizó golpeando fuertemente el suelo, a varios metros de distancia. Pero meros segundos pasaron antes de que se volviera a poner de pie, riendo. La sangre corría por su cara, pero él parecía no darse cuenta.
"Le mataré. Los mataré a todos. Por nosotros. Me aseguraré de hacerlo despacio..."
Le embestí y le tiré al suelo. Olvidé mi látigo. Olvidé todas mis plantas. Sólo quería golpearle hasta que se callara.
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-- Hiei's POV --
Estaba en un árbol del templo de Genkai cuando lo sentí. Una fortísima llamarada en el youki de Kurama. Eso podía significar dos cosas; que estaba muy enfadado, o que estaba luchando. Quizá ambas cosas.
Inmediatamente, me dirigí hacia el pulsante y airado sentimiento en el youki de Kurama. No debería haber podido sentirlo desde tan lejos. Algo iba mal.
No tardé en encontrarme acercándome a lo que los humanos llamaban el parque. El olor de sangre llenaba el aire, y aceleré. No sabría decir de quién era la sangre. Mi corazón se estaba acelerando, y había un terrible presentimiento creciendo dentro de mí. Estaba preocupado por Kurama. Temía que...
No. Estaba siendo estúpido. No me preocupaba. No.
Por favor que estés bien, zorro estúpido.
Cuando llegué al parque, estaba demasiado oscuro para ver nada, pero pude distinguir una solitaria figura de pie al lado de un banco del parque, apenas iluminada por una farola.
Solté un suspiro de alivio cuando reconocí el pelo rojo, y me detuve a unos cuantos metros de él. Estaba mirando hacia abajo, algo que había en sus manos, sus ojos algo envidriados.
"... ¿Kurama?"
Finalmente, vi lo que había en sus manos. Sangre.
Levantó la mirada, sus ojos centrándose lentamente en mí. "Me había olvidado," dijo lentamente.
Di un paso para acercarme, pero retrocedí rápidamente. "¡Aléjate de mí!"
Deteniéndome, levanté las manos para mostrarle que no pretendía hacerle daño. "¿Qué habías olvidado, Kurama?" Pregunté, tratando de mantener mi voz calmada. Algo iba muy mal.
"Había olvidado cómo era matar a un inocente."
Y por fin vi el cuerpo tirado en el suelo, la sangre haciendo un charco a su alrededor. Supe de quién debía ser ese cuerpo.
"Él no era inocente," dije, mi voz llena de indignación.
Kurama pareció no oírme. "Creo... que una parte de mí lo echaba de menos."
Ignoré las no tan sutiles implicaciones de esa frase, y dije, "No es culpa tuya."
Levantó la vista de sus manos, y sus ojos estaban turbados. "Le maté, y me gustó. Claro que es culpa mía."
Yo estaba negando con la cabeza, incapaz de creer lo que estaba pasando.
"Pronto vendrá alguien a recoger el alma," dijo Kurama con una voz que era tan calmada que me provocó un escalofrío. No estaba en sus cabales. "Puede que incluso sea Botan. Ella verá lo que hice e informará a Koenma."
Entendí lo que estaba diciendo. Cuando Koenma lo descubriera, le meterían en prisión.
"No," dije, todavía negando con la cabeza. "No, podemos arreglarlo. Puedo... puedo deshacerme del cuerpo. Nadie tiene por qué saberlo, Kurama. Puedo coger el cuerpo y abandonarlo en el Makai. Nadie se va a fijar en un muerto más en el Makai."
"No sigas hablando así de él. Su nombre es Nekura. Llámale Nekura."
No decía nada con sentido, así que me agaché al lado del cuerpo y empecé a cogerlo.
"¡No!" Dijo Kurama, se abalanzó hacia delante y me cogió por el brazo, apartándome. "No le toques. Yo estoy manchado de sangre,. ¡tú no!. ¡No te manches!"
"¡.¿Pero qué narices estás diciendo?.!" Exigí. Kurama siempre había sido el que mantenía la calma. Esto no podía estar pasando.
Kurama se sentó pesadamente en el suelo, aparentemente satisfecho con que iba a dejar en paz el cuerpo de Nekura.
"Le golpeé hasta la muerte," dijo en voz baja. "No iba a parar... así que le golpeé hasta que se murió. Soy más fuerte que los humanos,. ¿sabes?"
Yo sólo me lo quedé mirando.
"Le golpeé hasta que dejó de hablar, hasta que dejó de reír, hasta que dejó de respirar. Y me gustó. No había matado a un inocente desde que me convertí en humano."
"¡Él no era inocente, maldita sea!. ¡Kurama, deja de hacerte esto!"
Kurama tenía las rodillas dobladas y pegadas a su cuerpo, sus brazos alrededor de ellas. Bajó la cabeza hasta sus brazos y empezó a llorar. De mala gana, me senté a su lado y coloqué una mano sobre su hombro, y cuando levantó la vista, sus vivos ojos esmeralda estaban un poco más claros. Se me quedó mirando durante un largo rato, y luego se inclinó hacia mí, y presionó sus labios suavemente contra los míos.
No fue mucho, sólo un rápido y simple beso, pero en esa fracción de segundo sentí demasiadas cosas para poder nombrarlas.
Y entonces había terminado, y él se estaba levantando, mirando impasible hacia el cielo.
"Ya viene Botan."
¡Tachán! ... ¿Sorprendidas? Vale, que levante la mano quien se esperaba que la cosa fuese así XD
Aquí se podría decir que empieza lo interesante, o si más no, lo que más me gusta del fic, por eso es uno de mis preferidos n.n Es como de transición...
Una vez más, muchísimas gracias por vuestros reviews, no sabéis cuánto me animan :D
¡Hasta la semana que viene!
