Capítulo 12

-- Hiei's POV --

Sin molestarme en intentar entrar en la oficina de Koenma de la forma adecuada, abrí de una patada la puerta, sonriendo satisfecho ante el gratificante ruido que hizo al chocar contra la pared. El mismo Koenma estaba sentado en su escritorio, mirándome con una mano en su pecho. Seguramente se había asustado, lo cual encontré ligeramente divertido.

Ignorando al pequeño gobernante, entré, llevando a rastras por el pelo detrás de mí a mi prisionero que no paraba de lloriquear.

Tiré al demonio al centro de la oficina, justo delante de la mesa de Koenma, donde cayó de bruces, el pelo rubio esparcido a su alrededor, y mirándome con odio. Le devolví una sonrisa de satisfacción, de un sorprendente buen humor. Kurama estaba a punto de salir de la cárcel, y acababa de conseguir sacudir a su acosador. Las cosas estaban por fin yendo como yo quería.

Koenma simplemente parpadeó, mirándome a mí y luego al demonio con ojos muy abiertos e infantiles.

Suspirando con enojo, señalé al demonio y dije, "Bueno, le tengo. ¡Haz lo que tengas que hacer! Y a poder ser hoy, si no te importa."

"¡Oh, claro!" Dijo Koenma, pareciendo salir de su confuso aturdimiento y bajó de un salto de su escritorio y se dirigió hacia el demonio.

Sin embargo, el demonio de repente atacó débilmente con sus garras tan pronto como Koenma estuvo lo bastante cerca, y el pequeño semidiós tuvo que apartarse de un salto de en medio.

Koenma se escondió detrás de su mesa. Puse los ojos en blanco y le di una fuerte patada al demonio antes de agarrarlo por el pelo y lo levanté hasta que estuvo a mi altura. En un instante, mi katana estaba en su cuello.

"Ya te odio muchísimo, y me encantaría que me dieras una razón para matarte. Así que si yo fuera tú, cooperaría," Siseé.

El demonio levantó la cabeza para mirarme, y sus ojos contenían un brillo demente que casi me hizo retroceder. "Siempre te he odiado..." susurró. "Por qué mi zorro querría al Niño Prohibido, no lo sé, pero nghkk—"

No consiguió terminar, en mayor parte porque mi katana había sido repentinamente presionada mucho más fuerte contra su piel, y tuvo que tragarse las palabras para evitar cortarse su propia garganta. Un fino río de sangre ya estaba bajando por su cuello. Cayeron gotas en mi mano, y controlé mi instinto natural de youkai de lamerlas, en vez de eso me limpié en mi capa.

Al cabo de un rato, suspiré en voz alta, luego dije, "Ya puedes salir ahora, Koenma."

"Oh, claro. Por supuesto," dijo, saliendo avergonzado de detrás de la mesa. El demonio empezó a forcejear, y yo le sujeté con más fuerza.

Koenma se detuvo justo delante del demonio, entonces miró fijamente a mi prisionero. Sentado, el demonio era casi igual de alto que Koenma, y le devolvió una mirada furiosa.

Observé a Koenma, esperando ver lo que haría, pero en ningún momento hizo nada, o apartó su mirada de los ojos azul claro del demonio. Juraría, sin embargo, que por un instante vi a Koenma brillar un poco. Pero entonces se había terminado, y daba un traspié hacia atrás, los ojos cerrados con fuerza a la vez que se agarraba la cabeza.

Solté al demonio, que en algún momento había perdido la consciencia, muy probablemente debido al sondeo, y me apresuré en acercarme a Koenma.

"¿Qué te pasa?" Pregunté, sin preocuparme demasiado.

El pequeño dios finalmente miró hacia arriba, los ojos medio cerrados. "Karasu está bastante... loco. Y su obsesión con Kurama es muy profunda. Su mente y su alma resultaron... dolorosas de experimentar."

"¿Entonces es Karasu?"

Asintió. "Sí, hay tres almas habitando ese cuerpo."

"¿Tres?" Pregunté.

"Sí. Recuerda, el alma de Karasu se fusionó con la de Nekura hasta cierto punto."

Me quedé en silencio. "Pero entonces,. ¿ahora Karasu y Nekura no poseen una sola alma?"

"No. He dicho que sus almas se fusionaron hasta cierto punto. No fue una fusión completa, y hay dos almas que todavía se pueden distinguir en ese cuerpo, junto con la tercera alma, que pertenece al demonio que originalmente habitaba el cuerpo."

Sacudí la cabeza. Era todo demasiado confuso, y de todos modos no me importaba mucho la información técnica. "¿Eso significa que puedo ir ya a por Kurama?"

Koenma volvió a su mesa y cogió unos papeles, después fue rápidamente hacia la puerta. "No. Tengo que ir a hablar con mi padre, y conseguir la liberación oficial de Kurama antes de que vayas a por él."

Me miró con nerviosismo, luego me dijo, "Tú... espera aquí. Volveré cuanto antes."

Y entonces se fue, cerrando la puerta detrás de él.

Miré a mi alrededor. Hmm... solo en la oficina de Koenma. No podía creer que realmente se fiara lo bastante como para dejarme aquí. Eché un vistazo a la mesa del pequeño dios, luego me dirigí resueltamente hacia ella, deteniéndome lo justo para darle una patada al inconsciente demonio que estaba en el suelo cuando pasaba, sólo para asegurarme.

Cuando llegué a la mesa, me la quedé mirando. La abundancia de papeles oficiales cubriendo la superficie de madera. En esa mesa, probablemente habría papeles por los que ciertos youkai estarían dispuestos a pagar mucho dinero. Y todo lo que tenía que hacer era...

Mi mano estaba a sólo centímetros del documento más cercano cuando la retiré. No. No me llevaría nada. Koenma estaba intentando ayudar a Kurama, y aunque odiaba admitirlo, no tenía por qué hacerlo. Al principio probablemente había estado en nuestro lado por sus propios motivos, pero ahora salvar a Kurama no ayudaría en nada a reducir el castigo que el niño ya había recibido. Y eso demostraba que ahora sólo estaba tratando de ayudar.

Maldita sea. Estaba en deuda con él.

Le di la espalda a la mesa con un gruñido y estudié al demonio del suelo. Me deshice del impulso repentino de descargar mi frustración en él. Atacar un youkai inconsciente no era nada honorable.

Después de considerar mis opciones y no encontrar nada mejor que hacer, me senté cómodamente encima de la mesa de Koenma, cruzando las piernas, y esperé el regreso del semidiós.

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Una hora después, Koenma volvió, viéndose satisfecho consigo mismo y con un papel que llevaba el sello del propio Enma.

"¿Y bien?" Pregunté.

"Discutimos un buen rato, pero conseguí que aceptara liberar a Kurama," dijo Koenma.

"¿Y qué hay de él?" Pregunté, señalando al demonio del suelo mientras intentaba esconder que se levantaba mi ánimo al mencionar la liberación de Kurama.

"Las almas de Karasu y Nekura tendrán que ser extraídas de ese cuerpo, y el demonio será mandado de nuevo a la cárcel. Intentaré separar el alma de Karasu de la de Nekura, y si consigo hacerlo, Karasu recibirá el castigo que yo determine."

Me observó durante un rato, luego preguntó, "¿Tú qué sugieres?"

Gruñí al mirar al demonio, recordando el estado de Kurama mientras se encontraba en esa cárcel. "Lo peor que se te ocurra. Quiero que sufra."

Koenma asintió con gravedad, luego apretó el papel que tenía en la mano y asintió señalando hacia la puerta. "Bueno, vamos a por tu zorro."


Jojo, "tu zorro", Hiei debe de estar de muy buen humor para no rechistar n.n

Uff, este capítulo me ha traído de cabeza. Creo que ha sido más porque llevo días espesa, que porque fuera más complicado que los anteriores... Espero que se me dé mejor el siguiente, que se lo merece n.n

Oh, por cierto,. ¡el próximo capítulo será el último!

¡Hasta la próxima! ;)