Capítulo 13
-- Kurama's POV --
Alguien me estaba sacudiendo... ¿era ese guardia otra vez? Dioses,. ¿cuándo iba a dejarme en paz?
"¡No, no estoy muerto todavía!. ¡.¿Por qué no paras?.!"
Silencio. Bien.
"¡Kurama, soy Hiei!"
¿Eh?
Me esforcé en abrir los ojos, y parpadeé para aclarar mi visión borrosa. La cara de Hiei apareció delante de mí, su expresión una mezcla de preocupación y fastidio.
"¿Hiei?. ¿Cómo has... cómo has entrado en mi celda?"
Negó con la cabeza. "Eso no importa ahora. Voy a sacarte de aquí. ¿Puedes levantarte?"
Gimiendo, y demasiado exhausto para discutir con él, intenté levantarme del suelo con las manos, sólo para volver a caer dolorosamente en él. Cerré los ojos, conteniendo un quejido de dolor.
"Por lo visto, no."
Me sorprendí cuando de repente sentí unos fuertes brazos rodearme, levantándome del suelo. Abrí los ojos y vi a Hiei levantándome, y acercándome con cuidado a su pecho.
"Entonces te llevaré."
Debió ver la emoción en mis ojos, porque tosió y añadió, "Pero no te acostumbres."
Sonreí débilmente, y mascullé, "Claro que no." No me gustó pasar la oportunidad de tomarle el pelo despiadadamente al pequeño demonio de fuego, pero estaba demasiado cansado para hacer nada más.
Me llevó fuera de la celda y hacia el pasillo, donde Koenma nos estaba esperando. Koenma me hizo un gesto afirmativo con la cabeza, pero no dijo nada mientras los tres caminábamos por el pasillo.
Levanté los brazos y con indecisión los coloqué alrededor del cuello de Hiei, todavía algo delirante, luego apoyé mi cabeza en su pecho. Podía oír los latidos de su corazón, y sonreí ligeramente para mí mismo cuando noté que estaban acelerándose.
Cerré los ojos de nuevo, de repente sintiéndome demasiado débil para mantenerlos abiertos por más tiempo, y dejé que el sueño me venciera, sintiéndome completamente a salvo en los brazos de Hiei.
--------
Cuando me desperté, estaba de vuelta en mi propia cama, en mi habitación. Me pregunté distraídamente si todo ello había sido un sueño, hasta que me fijé en Hiei sentando con las piernas cruzadas al final de mi cama, observándome atentamente.
Me senté lentamente, parpadeando por la luz del sol entrando a través de mi ventana abierta. Hiei no dijo nada, sólo siguió observándome, con la cabeza algo ladeada.
La puerta se abrió de repente, y mi madre entró, llevando consigo una bandeja de comida. Cuando me vio sentándome, sus ojos se iluminaron y se apresuró a llegar a mi lado, dejando la bandeja en mi regazo.
"¡Estás despierto!. Entonces,. ¿te encuentras mejor, Shuichi?"
Ella... ¿ella lo sabía?. ¿Qué debería decir yo?
"Bueno, ésa es una pregunta ridícula," dijo ella, contestándose a ella misma. "Claro que sí, si te estás sentando."
Miré hacia Hiei, todavía confuso, y mi madre por lo visto se dio cuenta, porque le dirigió una cálida sonrisa al demonio de fuego, quien se veía claramente incómodo.
"Sí, Hiei no se ha separado ni un momento de tu lado desde que esto empezó. Fue tan amable por su parte de traerte del instituto cuando enfermaste. Tienes suerte de tener un amigo tan bueno, Shuichi."
"Sí," dije en voz baja, mirando a Hiei. "Sí que la tengo."
Hiei apartó la mirada rápidamente, y Shiori nos miró a cada uno unas cuantas veces antes de aclararse la garganta. "Bueno, os dejaré solos por ahora. Llámame si necesitas algo. Y cómete tu almuerzo," dijo ella, señalando la bandeja, que estaba olvidada en mi regazo.
Asentí, y ella se fue, cerrando la puerta detrás de sí.
Seguí mirando a Hiei interrogativamente, hasta que él levantó la vista de nuevo y habló.
"Alteré su memoria de las últimas semanas, así que simplemente cree que has estado enfermo."
Suspirando aliviado, dije, "Bien. Temía... bueno, supuse que Koenma borraría todos los recuerdos míos de su mente."
"Lo hizo, en cierto modo. Los encerró en su mente, pero cuando te liberaron, utilicé mi Jagan para volver a abrir esa parte de su memoria."
No podía dejar de mirarle, y era consciente de la expresión de gran sorpresa en mi cara. No esperaba que Hiei le importara lo bastante como para...
"No me mires así, zorro."
Miré hacia otro lado, sorprendido de descubrir que estaba avergonzado, y busqué en mi mente algo que decir para romper el incómodo silencio que se había instalado.
"Entonces... ¿cómo convenciste a Koenma de que me soltara?"
Hiei resopló. "Koenma no era quien necesitaba que le convencieran. Era su padre el problema."
"Está bien, entonces,. ¿cómo convenciste a Enma de que me soltara?"
Se encogió de hombros. "Descubrí qué demonio había poseído Karasu, y se lo llevé a Koenma. No tardó mucho en confirmar mis sospechas, y después de que probáramos que el humano que mataste no había sido totalmente humano, Enma no tuvo más elección que liberarte."
"¿Y Karasu?"
"Su alma se extrajo del demonio que había poseído, y la desterraron en un lugar del que realmente no quieras saber nada."
Asentí, y volvimos a quedarnos en silencio. Hiei estaba mirando incómodo mi cama, y por lo visto parecía que yo no podía dejar de mirarle.
"Gracias," dije sin pensar.
Alzó la vista de nuevo y asintió casi imperceptiblemente, lo que para Hiei era un 'de nada'.
No tardé demasiado en fijarme que todavía me estaba mirando, abriendo y cerrando la boca como si quisiera decir algo, pero no pudiese decidir cómo hacerlo. Resistí el impulso de decirle que parecía un pez, sintiendo que éste no era el momento para burlas.
"¿Hay algo que quieras preguntarme, Hiei?"
Dudó, luego dijo rápidamente, "Cuando todo esto empezó, en el parque... ¿Por qué me besaste?"
Parpadeé, luego pensé en esa noche, queriendo, por una vez, ser completamente honesto. "Porque había querido hacerlo durante mucho tiempo, y pensé que esa quizá sería mi última oportunidad."
"¿Por qué?" Preguntó, su voz extrañamente tensa. "¿Por qué querías hacerlo?"
Le miré un momento, luego quité la bandeja de mi regazo y la dejé con cuidado en el suelo. Gateé por la cama para así poder sentarme más cerca de él, y le miré a los ojos cuando pregunté, "¿Por qué no querría hacerlo?"
Apartó la mirada, y me encantó ver un leve rubor coloreando sus mejillas. "Maldito kitsune..." refunfuñó. "Tienes que complicarlo todo."
Mientras estaba ahí sentado y mirándole, su cara ladeada hacia abajo, las mejillas teñidas de rojo, su habitual máscara de indiferencia desaparecida, me di cuenta de que se estaba arriesgando a dejarme ver cómo se sentía realmente. Y también me di cuenta de que había estado tan cerca de perderle. Casi había muerto en esa cárcel, y de lo que más me habría arrepentido, además de todas las cosas que había hecho como Youko Kurama, habría sido no decirle nunca a Hiei cuánto me importaba realmente.
"No, Hiei," dije en voz baja, mi decisión tomada. "Esto no tiene nada de complicado."
Y entonces estiré el brazo y suavemente tomé su barbilla en mi mano, levantando su cabeza para así poder capturar sus labios con los míos.
El beso fue más profundo y más largo que el primero, pero sentí las mismas emociones arremolinarse dentro de mí. Excitación, lujuria, y algo más. Algo con lo que no estaba familiarizado, y no sabía cómo describirlo.
Me separé para respirar, murmurando una exclamación en el idioma materno de mi vida anterior. Ese sentimiento... Había besado a muchos demonios durante mi larga vida, pero nunca había sentido... Oh Inari...
Hiei estaba jadeando un poco y asintió. "Lo mismo digo..."
Solté una pequeña risa, tratando de aclarar mi mente lo suficiente para recordar lo que había dicho hacía un momento. Creo que una traducción aproximada sería algo así como, "Joder."
Cuando me recuperé de mi diversión, me di cuenta de que Hiei me estaba mirando con intensos ojos carmesíes. Oh dioses, probablemente estaba enfadado. No debería... ¿le había leído mal? Supuse que él quería que le besara, pero... oh maldita sea, era demasiado manipulador para mi propio bien.
No podía creer que estuviese tan preocupado por su reacción. Nunca antes me había importado tanto. Claro que tampoco había sido rechazado antes...
Y entonces, la pequeña sombra de una sonrisa apareció en sus labios, probablemente lo más cerca que el pequeño youkai estaría jamás de una verdadera sonrisa. Y se estaba inclinando hacia mí, una pequeña y fuerte mano acercándose para hundirse en mi pelo, la otra rodeando posesivamente mi cintura.
Hasta que la puerta de mi habitación se abrió de golpe repentinamente, y unos muy inoportunos Kuwabara y Yusuke se colaron en mi habitación.
Hiei y yo prácticamente nos apartamos de un salto el uno del otro, intentando esconder nuestra vergüenza como dos culpables adolescentes.
"¡Eh, Kurama! Hemos oído que te encontrabas mejor,. ¡y se nos ocurrió hacerte una visita!"
Yusuke dejó de hablar en el instante en que vio la expresión de Hiei. La alegre sonrisa que el detective espiritual llevaba previamente vaciló, y dio un paso atrás. "Hiei,. ¿qué pasa?"
"Sí, enano," añadió Kuwabara. "Parece que estés a punto de matar a alguien."
"Lo estoy," dijo Hiei, su voz peligrosamente baja. "¡Voy a mataros a los dos!"
"¡GAH!" Gritó Kuwabara con un extraño tono agudo cuando Hiei saltó de la cama y empezó a perseguir con poco entusiasmo a los dos chicos por la habitación. "¡.¿Qué hicimos?.!"
Me reí, observando a los tres correteando, ni siquiera importándome que estuvieran destrozando prácticamente mi habitación. Todo había vuelto a la normalidad. Sentía como si un enorme peso hubiese abandonado mi pecho. Era bueno volver a tener a mis amigos, y--
Mis repugnantes pensamientos conmovedores fueron interrumpidos cuando una almohada me dio en la cabeza.
"Está bien,. ¡.¿quién tiró eso?.!"
- FIN -
Creo que nunca me cansaría de leer este capítulo n.n Y creo que no podría haber un final mejor para este fic.
Miles de gracias por haber seguido la historia. ¡Espero que la hayáis disfrutado tanto o más que yo! n.n
Ahora una servidora se tomará un descansillo. Aunque no será así, porque me pondré manos a la obra con la próxima traducción, así que de descanso poco... Lo que sí pasará es que durante un tiempo no publicaré nada más, podréis descansar vosotras también ;P
¡Nos vemos en el próximo fic!
