CAPÍTULO 3

Una mañana cualquiera (pánico…)

ºAhora la música del oeste se vuelve un poco más cañera, estilo Kill Bill…º (Pero se puede saber quién se encarga de la música? ¬¬)

-Aquí estamos, Hiro-kun… Llevamos mucho tiempo detrás de ti… - Y de entre los pétalos surgió un pie enfundado en una bota negra con un talonazo de vértigo, seguido de una preciosidad rubia enfundada en un traje de shinigami de cuero sin mangas, jugueteando con una vela negra que sostenía con su mano enfundada en un guante de seda negro que le cubría el brazo hasta el codo.

Hirako se echó un poco hacia atrás, con la mandíbula desencajada, sin creer lo que veían sus tiernos ojillos.

-Sí sí Hira-kuun… Y ahora, por fin, podremos jugar un ratito los cuatro juntooos… - canturreó una segunda silueta, con el pelo negro, chasqueando un látigo contra el suelo con una de sus manos enfundada en un guante sin dedos de cuero.

A estas alturas Hirako ya estaba sentado en el suelo, sin poder articular sonido alguno…

-Pronto sabrás lo que es bueno, Hirako… Y una vez has probado lo bueno ya no kieres dejarlo… - dijo con voz divertida la tercera acosadora enmascarada, una pelirroja con unas esposas colgando de un corpiño negro con las cintas medio abiertas…

El bueno de Hirako, que había reculado tanto que ahora sólo sacaba la cabecita por detrás del tronco de un árbol, balbuceó:

-Pe-pero se pue-puede saber qui-quién demonios sois vosotras?

-Yo soy Hecate, la dominatrix de la vela – respondieron unos ojillos verdes, medio escondidos detrás de un flequillo rubio

-Yo soy Nemui, la dominatrix del látigo – dijo una mirada negra a través de la máscara.

-Y yo, Yuki, dominatrix de lo que haga falta! – y con sus ojillos lilas brillándole con malicia, empezó a juguetear con las esposas…

Las tres se acercaron lentamente hacia donde estaba Hirako, que siguió retrocediendo hasta tambalearse peligrosamente en el borde del lago pero de dónde sale un lago ahora, temiéndose lo peor de esas tres. Cuando ya estaban cara a cara con Hirako, las dominatrix enmascaradas se pararon y, con una expresión muy seria, dijeron al unísono:

-Las tres hace tiempo que te seguimos la pista, y creemos… que tú… eres… MUY MOOOONOOOOOO! – y, ante el asombro de Hirako, empezaron a reírse como histéricas y a saltar y abrazarse las unas a las otras en pleno estallido hormonal.

ºKawaii neeeee!

ºSisisisi, monísimooooo!

-Esto… chicas… que yo aún estoy aquííí – les gritó Hirako, el tic en el ojo cada vez más fuerte.

ºAy, de pequeño debía ser una ricura.!

- ¬¬'

(fin del capítulo 3)