¡Esto parece un culebrón/telenovela del medio día! Bueno, bueno, habrá que aguantarse si queréis saber cómo acaba la cosa, jujuju…

Este capítulo quedó bastante largo (¡10 páginas en este formato, 20 en el normal), así que no podéis quejaros, creo.

Gracias por los reviews, la felicidad es maravillosa, en serio, os aconsejo que la probéis :-p

Por cierto, un aviso: no se han utilizado cadáveres reales, ni humanos ni de animales, para los ataques de Katherine, son de mentira, así que no penséis que aquí la gente es una profanadora de tumbas….UÚ (creo que descubriréis por qué lo decimos).

Disclaimer: FMA NO nos pertenece -.- Lásmita.

A leer Esperamos que lo disfrutéis.

Capítulo 2:

A través de dimensiones

'Se abrazaron con fuerza, y se susurraron las palabras más bellas

escuchadas en toda la eternidad al oído.

Porque ellos se amaban, y juntos eran como uno solo.'

Despertó en el hospital y al intentar moverse se dio cuenta de lo dolorido que estaba todo su cuerpo. No le dio mucha importancia, al fin y al cabo no era la primera vez que estaba tan herido que creía morir. Con los ojos abiertos, dio una mirada en redondo para ver dónde se encontraba: cómo no, en una habitación de hospital. Suspiró y de nuevo intentó enderezarse, esta vez con mayor éxito.

-¡¡Ed!-Dana hizo gesto de abrazarlo, pero se contuvo- Me alegro de que ya estés bien.

-Gracias…-al mirar un poco más hacia el lado se dio cuenta de que tanto Alphonse como Katherine estaban allí, en un rincón, observando en silencio. En realidad no era aquel el recibimiento, ni tan siquiera la llegada, que tanto había deseado, pero con verlos allí, sanos y salvos, comprendió que le era suficiente.

Su hermano se acercó lentamente hacia él y tras pensárselo varias veces le tocó la mejilla al rubio, quien sonrió ante el contacto, a Al se le nublaron los ojos por las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos, Edward le sonrió tranquilizador a sabiendas de lo que estaba pensando pues él también lo estaba haciendo.

-Estás vivo...-susurró Al secándose los filamentos de agua con el dorso de la manga. Se abrazó a su hermano y este le devolvió el abrazo cerrando los ojos para disfrutarlo, por fin pudo sentir el calor de su cuerpo. Katherine seguía aparcada en el rincón mirándose los pies, no sabía qué hacer o qué decir, nunca pensó que esa sería la manera de su reencuentro, siempre soñó verlo llegar sano y salvo diciéndole que aún la amaba.

Cuando los dos hermanos se separaron, todavía se quedaron mirándose unos instantes a los ojos, pues todo aquello era demasiado inverosímil. Habían esperado tanto, tantísimo tiempo, unos ocho años, que el sentirse el uno al otro era el sueño cumplido que más anhelaban ambos. Después, Alphonse se apartó y dejó que, una vez más, Edward admirase a la temblorosa y ahora tan femenina Katherine. Ella, por su lado, como si estuviera asustada, se echó unos pasos hacia atrás y al toparse con la pared, resbaló por ella, tapándose la boca con las manos.

-Ed…Ed…-murmuró.

-Kat.-sonrió el, reafirmando que estaba allí, que era real. Sólo el Edward Elric que ella conocía podía hacer que su corazón diese tal vuelco y su estómago lo acompañara. Las lágrimas comenzaron a surcar su rostro, y por más que lo intentó hasta que Alphonse no la ayudó no logró ponerse en pie con aquellas piernas que más parecían estar hechas de gelatina que de carne y huesos.

El rubio se levantó con mucho esfuerzo y se acercó tambaleándose a ella, su hermano se hizo a un lado cuando lo vio acorralar a la chica contra la pared, la respiración de ambos era agitada, la de ella ahogada por los sollozos, la de él por el simple hecho de tenerla cerca y a su lado, con el dedo índice le acarició la mejilla, Kat cerró los ojos temerosa de no sentir su contacto pero cuando la piel del joven rozó la suya los abrió lentamente encontrándose con los de Ed.

-Ed...Eres tú...de verdad...eres tú...-dejó que el chico la rodeara con sus brazos, que acabara de demostrarle que había cumplido su promesa-Lo siento...dejé de...confiar...Ed...Edward…

-No pasa nada, lo importante es que estoy...aquí y ahora...-ninguno de los dos era más alto o más pequeño que el otro, en esos momentos, pero él se las ingenió para apoyar la cabeza sobre la de ella mientras esta la apoyaba en su pecho. Sintió sus convulsiones y las lágrimas empapándole el pecho, y se le hicieron milagrosas para su herida.

-No puedo...No puedo creer que estés aquí...-sollozó sin soltarlo, ambos por miedo a que el otro se evaporase. Ed sintió la mano de Dana agarrarle la bata de paciente que tenía y obligándolo a separarse de Kat y, obviamente, lastimándolo.

-Maldita sea Dana, ¿Qué te ocurre?-le dijo en voz alta mientras la chica lo dejaba junto a la camilla y le hacía señas para que se subiese en ella.

-Soy tu novia Ed, tengo que protegerte-las palabras de la chica resonaron varias veces en los oídos de Kat, Al disparó su mirada hacia la chica que observaba la escena con las pupilas dilatadas y los ojos muy abiertos.

-¿Qué tonterías estás diciendo? Ya te dije que...Un momento... ¿qué estás haciendo tú aquí?-le preguntó de repente, como si fuera la primera vez en mucho tiempo que la veía. A su lado sintió como Katherine temblaba y la temperatura del ambiente calentaba desde el lugar donde ella se encontraba.

-Hermano, tú...no puede ser...-comentó Alphonse, igual o más conmocionado y furioso que la morena.

-Hey, Hey, esta niña no es nada mío, relajaos, yo creo que siempre dejé muy claro que la única persona que he amado...y AMARÉ por siempre has sido tú Katherine Aisha Tucker Danford-dijo señalándola y con un brillo de sinceridad en los ojos que hacían a la chica creer ciegamente en sus palabras, Al suspiró aliviado mientras Dana se comía con la mirada a Katherine, como si de un momento a otro la fuese a asesinar o algo por el estilo.

-Y espero que TODOS en esta sala lo recuerden-comentó la chica, como si aquello ocultase la sorpresa y emoción de las cuales embargaban aquellas palabras su cuerpo-. Y ahora...debes descansar. Estás muy malherido, voy a traerte un vaso de leche...

-¡¡Ni se te ocurra!-le gritó justo cuando se estaba tumbando. Fue a levantarse pero Alphonse lo detuvo-¡¡No, Kat!

-¿Qué? ¡De alguna manera tuvo que haber crecido el enano este!-dijo ella soplando su mano y creando una botella de leche alquímica. Dana la miró con cara de pocos amigos (en vez de sorprendida, pues, ¿de dónde había aparecido la botella? ¿un truco de magia? Sí, seguramente) y le arrebató la botella de las manos groseramente para luego balanceársela en la cara.

-Primero, a Ed no le gusta la leche, y segundo, no le gusta que lo llamen enano lo pone de mal humor-le dijo como si fuese una niña ignorante y ella la maestra que intentaba a duras penas que las cosas se le quedasen en la cabeza.

Katherine la miró con el entrecejo fruncido, como si la niña estuviese loca, la detalló, la verdad era que era una niña muy linda, le recordaba a Roze solo que la morena tenía mechones de cabello rosados. Ladeó un poco la cabeza y dirigió la mirada a Ed y luego la volvió a posar sobre Dana, quien seguía moviendo la botella de un lado a otro frente al rostro de Osiris. Como Edward esperaba, la antigua miembro de Westread se limitó a pasarle por un lado con los ojos cerrados, ignorando por completo su existencia, se dirigió hacía él y se sentó del lado opuesto al que estaba Al, sumamente elegante se guardó un mechón de su cabello ondulado tras la oreja. El rubio la miró sonriente y ella le devolvió la sonrisa. La niña volteó clavó su mirada en Katherine, una mirada llena de odio, pero más que todo de envidia pura.

-No puedo creer…que os tengo tan cerca…las personas más especiales en mi vida…-murmuró Acero mirando a su hermano y luego a su novia-Llegué a pensar…que no os vería nunca más…-añadió.

Con Edward recuperado, Katherine le propuso ir a Rizembul para que hiciera un poco de reposo, y aunque él se negó, al entender las segundas intenciones que eran tener más tiempo para estar los tres, Edward, Alphonse y Kathrine juntos, accedió de buena gana. Michelle se les unió después de que aceptaran el permiso de Roy y Dana se les acopló, aceptaron más que nada porque no tenía ningún lugar donde quedarse.

Desde el principio, y sin darles ninguna pena de que estuviera en un lugar desconocido, Alphonse, Katherine y Michelle habían visto con malos ojos a Dana. No importaba que acosase sexualmente a Edward todo el rato…pero era demasiado creída y sabihonda (aunque en realidad hablaba mucho y de saber poco).

Cuando llegaron al camino de entrada a la casa de los Rockbell, Katherine, Alponshe y Michelle, le pidieron a Edward y a Dana que esperaran fuera, la primera algo recelosa ante dejar a la chica sola con el rubio, pero tuvo que aceptar a la idea solo para darle la sorpresa a Winry y a Pinako de que Edward estaba vivo y junto a ellos. La primera en entrar fue Michelle, la cual los anunció con un "Estamos en casa" que gritó al abrir la puerta. Acero estaba sumamente impresionado al ver la madurez de la antigua pequeña caprichosa que era Michelle.

-¡¡Kaatt, Aaal, Micch, que bueno que hayáis regresado!-saludó una emocionada Winry bajando corriendo las escaleras, su cabello estaba sujeto por pinzas como anteriormente lo llevaba la teniente primera Hawkeye, ahora retirada por haberse casado con Roy, y los mechones de cabello le caían sobre la cara.

-Tenemos una….muy pequeña-recalcó con maliciosas intenciones- sorpresa…

-¿Cuál?-preguntó sonriendo.

-¿¡A quién llamas pequeño escarabajo?-escuchó que decía una voz entre enfadada y divertida. Se apoyó en la pared para no caer al suelo de la sorpresa.

-No...No puede ser...-Winry, ante el asombro hizo a un lado a Katherine de un empujón y se asomó en la puerta. Pudo ver a Edward recalcado contra el muro de piedra, sonriéndole como solía hacerlo cuando eran niños y antes de morir. Se lanzó a su cuello y ahogó los sollozos en él, ya no era más alta que Edward, sino más o menos de su misma altura (el poder de las plataformas).

-Me alegra que te pongas tan eufórica al verme.-el rubio la cogió de los hombros como cogiera unos días atrás a Dana y la apartó de sí.

-No puedes ser-repitió-. Estás muerto.

-Tan maja como siempre, Winry.

Después de las alegrías, los saludos y los lloros, fueron a comer. Pinako, entre su edad y el susto, por poco se les muere. Dana era la única que no celebraba aquella alegría y los miraba todos recelosos, odiándolos por el simple hecho de arrebatarle de aquella sucia manera a Edward, sin pensar en ningún momento en que ella lo había tenido durante tres largos años mientras ellos lo lloraban.

-¿Quieres más?-le preguntó Michelle, señalándole la bandeja de pescado. Entendía bastante bien a la muchacha pues ella había sido igual de cría e insolente que ella tiempo atrás. Al parecer Edward hacía salir a la superficie la parte más niña de las mujeres.

-No, gracias.-dijo todo lo fría que pudo Dana.

-No nos odies-comentó, sirviéndose ella otra sardina-. Lo queremos con locura y durante todo este tiempo creímos que estaba muerto o desaparecido. Ahora él está aquí y podemos, digamos, seguir bebiendo los vientos por él. Por el increíble Edward Elric. Porque sólo él puede morir y luego regresar a nuestras vidas…-sonrió, sin mirarla.

Edward detalló a Katherine hablar animadamente con Winry, hacía tanto tiempo que deseaba verla...rebuscó en la mesa algo con que escribir y se alegró por primera vez en su vida de que Pinako pensara en todo, así que sacó una rama seca del jarrón de flores y la convirtió en pluma mediante alquimia, rompió un pedazo de servilleta y escribió algo en ella, la enrolló y se la lanzó a Catherine. Cayó justo junto al plato de la morena, la cual observó extrañada el pedazo de papel, miró a Edward y este le sonrió así que sin más miramientos lo abrió: "¿Puedo secuestrar a tan bella dama esta noche?" era lo que había escrito con una perfecta letra sobre el papel.

En vez de responder en el papel, y ya que se suponía que estaba escuchando a Winry, puso la mano en la mesa y trasmutó debajo de ella algo que Edward se molestó en mirar: un gran sí escrito bajo esta. Ahogó una risa y, estirando los brazos, dijo que estaba muy cansado y que quería irse a dormir. Cuando fue a subir, se detuvo al lado de Alphonse.

-Por esta noche-le susurró-, no dormirás conmigo, por favor.-y se fue. Al darse cuenta de por qué dijo eso, y mirar a Katherine, se sonrojó.

El corazón a Katherine latía a sobremanera y casi no hacía caso a las palabras de Winry, se levantó de la mesa y diciendo que iría a dormir pues tenía que levantarse temprano al otro día, desapareció escaleras arriba. Alponshe y Michelle compartieron una mirada cómplice y siguieron comiendo como si nada. El menor de los Elric se sentó junto a Michelle y le susurró al oído que necesitaba hablar con ella, que la esperaba fuera, el músculo principal de la rubia pensó en detenerse, pero se resistió ante la curiosidad de que le diría el castaño. Katherine recorría el pasillo algo asustada y sumamente nerviosa, vio la puerta del antiguo cuarto de Edward y Alponshe y entró en él.

-¿Ed...Estás aquí?-preguntó a la nada separándose de la puerta y adentrándose más en la habitación. La puerta de la misma se cerró de golpe y sintió las manos del Alquimista de Acero rodearle la cintura.

Se dejó llevar por el abrazo, y cada uno disfrutó el olor del otro. Desde que Edward había regresado no habían estado un momento solos, y aquella noche les pertenecía a ellos dos y nadie más.

Edward la hizo voltearse y se quedaron mirándose fijamente el uno al otro, bebiéndose con los ojos. La chica le pasó los brazos alrededor del cuello y se apegó más a él, quedando así abrazados. Sus corazones parecían uno solo, y ellos así lo sentían.

Katherine se dejó llevar cuando Edward, sin soltarla de la cintura, hizo que caminara hacia atrás hasta que chocaron con una de las camas de la estancia y cayeron los dos, él encima de ella.

-Llegué a pensar...que nunca te tendría así de nuevo...a mi merced...-susurró Edward mirándola y arqueando una ceja, pero con una sonrisa en los labios, ella asintió dándole a entender que había pensado lo mismo unas cuantas veces.

-Realmente creí...que te había perdido para siempre-dijo ella a su vez en un murmullo casi inaudible, sonriendo, feliz de estar a su lado, feliz de respirarlo, de sentirlo, de tenerlo cerca...Cómo había deseado ese momento, y eso que sólo creyó que volverían a estar así en sus sueños, pues horas antes había perdido toda esperanza de volver a ver esos ojos dorados que la destrozaban.

Juntaron los labios mientras sus manos se acariciaban y sus ojos se buscaban en la penumbra. No pensaban separarse nunca más, por nada del mundo. Querían estar juntos hasta la vejez, sin nada ni nadie que pretendiese matarlos o separarlos a casa instante…

Katherine debía deshacerse de Winry y Dana.

Ambos de Envy y los demás pecados.

Como siempre, pero más esta vez como prueba que como cualquier otra cosa, el rubio le dio un pequeño mordisco a Katherine en la oreja, la morena se aguantó la risa soltándole la coleta que llevaba y dejando que su cabello rubio se desparramara sobre sus hombros, él entendió la indirecta y le desabrochó el botón de la camisa mientras ella le quitaba la gabardina marrón alemana que llevaba, la cual cayó al suelo haciendo un ruido sordo.

-Esperemos...-dijo entre beso y beso, y sin dejar de desabrocharle la camisa, el chico- que esta vez nadie ni nada nos interrumpa...

-No seas pájaro de mal agüero...-le golpeó flojo en el pecho y después pasó a sacarle su camisa también- Desnudos de cintura hacia arriba.-sonrió la muchacha.

-¡No seas tramposa! A ti te queda el sujetador.

Ella arqueó una ceja sonriendo seductora, Edward pasó sus brazo tras la espalda de la chica y sin mucha dificultad, como si fuese experto en el acto, le quitó la prenda dejándola sin ropa en la parte superior de su cuerpo, la morena no pudo evitar sonrojarse, y él tampoco pudo evitar hacerlo, se miraron a los ojos y siguieron con los besos. Solos en las nubes, en su paraíso mágico que hacía ya tres años no visitaban.

-Kat...-la llamó mientras la morena descasaba en su pecho desnudo y el tenía su automail pasado por la espalda de la chica. Ella alzó la mirada hacia él y lo miró.

-¿Sí?

-Quiero...que me acompañes cuando esté solo, que me acompañes a decir sin las palabras lo bendito que es tenerte...Que me acompañes a lo absurdo de abrazarnos sin tocarnos...A pensar en mi para vivir por ti, a quererme un poquito para quererte como quiero...pero en especial...Acompáñame a quererte sin decirlo...-el corazón de la chica le dio un vuelco ante las peticiones del rubio, ya era bastante lo derretida que estaba en sus brazos y ahora él la terminaba de hacerla trizas con esas palabras.

Michelle escuchó los pasos de Alphonse y los reconoció al instante. Se volvió y le sonrió mientras le decía un silencioso 'hola'. Él se sentó a su lado, en silencio, y así estuvieron un rato hasta que el chico, antes armadura, se decidió a hablar.

-Has crecido mucho, Mich.

-Sí, bueno... ¿Era de mi cuerpo de lo que querías hablarme, Al?-dijo tras estar otro rato en silencio. Él negó con la cabeza y ella se dio cuenta de que parecía tenso, o más bien nervioso- ¿Te encuentras bien?

-Cuando te conocí...-no estaba contestando, pero ella no replicó y fue toda oídos-No me caías ni bien...Ni mal. Pero con el tiempo fui conociéndote mejor, y no sé cómo...poco a poco...Yo sabía que amabas a mi hermano pero...

-Dime, Alphonse.

-Yo...-la chica se puso en pie, y después frente a él le cogió la cara entre ambas manos e hizo que la levantara.

-Dímelo.

La rubia sin darse cuenta lo miró a los ojos y su respiración se entrecortó, esos ojos plateados la habían hecho sentir extraña desde que el joven había salido de esa armadura, en especial cuando lo detalló en el carruaje tras la muerte de su hermano. Con esa mirada seria y perdidamente inexpresiva, pero que dejaba entrever la tristeza que lo consumía y la angustia que lo embriagaba pero, en esos ojos no se planteaba esa forma de mirar en esos momentos, tenían un brillo confuso para Michelle y demostraban un nerviosismo que no era natural en Alponshe, se percató en que no había quitado los ojos de los del castaño y bajó la mirada. Alphonse tomó una larga bocanada de aire y, soltándolo con un suspiro abrazó a Michelle haciendo que la pequeña quedase en una posición algo comprometedora abrazada a él.

-No sé si aún deseas a mi hermano...Pero...-su voz bajaba de volumen mediante las palabras salían de su boca-Pero...No me importa

-Al...

-Cállate y déjame terminar-pidió, aunque más bien ordenó, la ex-prometida de Devil guardó silencio y se abrazó mas al chico-Yo...La amo señorita.-

Si estuviera en un hospital, en seguida la habrían llevado al electro shock porque sintió cómo su corazón se detenía un instante para luego comenzar a latir más deprisa de lo que consideraba normal. Cuando había visto a Alphonse tan nervioso, había intentado ser fuerte y transmitirle valor con la mirada, pensando que le diría cualquier cosa muy dura, seguramente sobre Edward, a quien él más quería, pero... ¿le decía eso? Que... ¿Que se había enamorado de ella?

-Yo...Al...Yo...

-¡Ah, perdona!-la separó de sí, avergonzado y mirando hacia otro lado- Lo siendo, Mich...Y no pasa nada, yo lo entiendo...

-¡¡Pero si aún no dije nada!

-Pero yo sé que tú, por mí no...

-¿No qué, Al? ¿Que no te quiero? Creo que mentiría de decir eso-seria. En el pasado lo habría dicho chillando de forma molesta, pero había madurado rápido, después de todo lo que había visto-. Es que no sé qué siento, pero sí que al verte...Al ver tus ojos...Hay algo dentro de mí que me grita cosas...'Abrázale, bésale, no lo dejes ir, cuídale, mímale...'. Tus ojos...Me trasmiten tantas cosas...Me hacen temblar...Oh, Alphonse…Yo no sé...Qué siento pero...-se lanzó sobre él, abrazándolo fuerte- No quiero que te separes nunca de mí.

-Vaya...No esperaba esa respuesta...-susurró un aturdido Alponshe pasando sus brazos por la espalda de Michelle y devolviéndole ese abrazo-La verdad señorita, este papel de niña madura le queda mejor que el de pequeña caprichosa "Yo lo quiero todo"-añadió al oído de Michelle.

-Yo no decía que lo quería todo-musitó divertida ante el cambio radical en Alphonse, de estar serio y nervioso ahora bromeaba como si ya no hubiese mas nada que decir o que hacer-Y...no me llames pequeña caprichosa.

-Solo le digo la verdad...-sonrió el alquimista. Michelle se soltó de él y se puso las manos sobre las caderas mirándolo con una ceja arqueada. Le encantaba verlo sonreír, y debía disfrutar esos momentos porque cuando el alma del chico estaba estancada en ese objeto metálico nunca pudo ver una de esas magnificas sonrisas o esos encantadores ojos que poseía.

-Oh, bueno, entonces será mejor que el señorito no se acerque a esta caprichosa...

-Ya te he dicho que lo eras antes. Además, cada punto de tu carácter te hacía, y te hace, especial.-Michelle se sonrojó y bajó las manos, Alphonse se las cogió.

-¿Y ahora qué, Al?

-¿Ahora? Pues...Ahora a vivir juntos.-sonrió él, y antes de que ella pudiera decir nada más la besó.

-Así que ha vuelto.-sonrió el muchacho, jugando con su largo cabello color del fuego. Su compañero asintió.

-Katherine...Sabía que lo haría. No nos dijo nada, pero le insistió tanto a Roy para buscarlo que...Era predecible.-Jonathan suspiró, alegre.

-Deberíamos ir y hacerles una visita.

-¿Es que vas a hacerles de Cura para la boda, Cruz?-sonrió Vermillion. El aludido no contestó, escucharon un disparo de Bala que había acertado en una mosca que tenían sobre sus cabezas.

-Has mejorado.-sonrió Cruz, acercándose y mirando el bicho. Rezó por su alma.

-En realidad no, quería probar el rozarla no el matarla.

-Por cierto-de nuevo habló el chico pelirrojo, arqueando una ceja-, si vamos a verles, deberás resistirte a matar al chico. Ya no es ninguna presa.

-Eso te lo diríamos nosotros a ti, nuestro querido Vermilion. No somos nosotros los que babeamos cada vez que Katherine se aparece por aquí.-sonrió Bala como contra ataque y había dado justo donde mas le dolía al pelirrojo.

-El problema no es...que me babee o no por ella...es sólo que ese enano la abandonó y de seguro volverá a hacerlo, no quiero verla sufrir de nuevo-puntualizó el hombre de lentillas mientras Kriket lo miraba serio-Y mucho menos como cuando murió en sus brazos...

-Entonces tampoco quieres que corra algún peligro-añadió el hermano de la aludida sin dejar de observar al hombre que lanzó una cuchilla a la puerta que apareció de la nada. Se levantó y se dirigió a su habitación con un simple "Mañana veremos qué pasa", lo último que escucharon fue el sonido ahogado de la puerta al cerrarse. Jonathan se puso de pie y sacó el arma de la madera del portal y le rozó con él la oreja a Bala.

-Te has pasado

-Lo sé, lo sé

A la mañana siguiente el grupo de ex asesinos estaba preparado para ir a hacer su visita. Gracias a...'unos amigos' se habían enterado de que tanto Katherine como Edward estaban en Rizembul, así que fueron hasta allí llegando cerca del medio día. Al acercarse a la casa donde seguro se encontraban, pudieron ver a la morena y el rubio saliendo de esta, seguidos de Alphonse, Michelle y otra muchacha que se colgaba del brazo de Edward aunque él hiciese vanos intentos de soltarse, y que no conocían. Dándole menor importancia, se acercaron con sigilo a ellos. Bala levantó la pistola, apuntándoles. Ninguno de sus compañeros dijo nada, y en el preciso momento que él apretó el gatillo la que fue Osiris levantó la cabeza, sorprendida, y dirigió una mirada hacia donde estaban juntos cuando la bala disparada por el chico del mismo nombre se clavaba frente a ellos.

-Sabía que, a pesar de la distancia, escucharía la pistola.-sonrió Bala, guardándose con elegancia el arma.

-Tú si no disparas no eres feliz.

-Era para que hiciéramos otra de nuestras sorprendentes entradas, Vermillion. Pero me pregunto por qué Kat nos dirige esa mirada de odio.-sonrió con sorna.

-No sé...-respondió de la misma manera Jonathan.

-Michael, ¿Te has vuelto loco? ¿¡Es que quieres asesinarme?-gritó acercándose a Bala que había bajado la cabeza y se encontraba aparcado en un rincón con la cabeza entre las piernas.

-Odio que me llame así...es mala, muy mala...-sollozó falsamente cuando la chica llegó hasta ellos. Saludó a su hermano con un abrazo que duro largo rato, luego al sacerdote el cual le hizo una cruz en la frente al separarse de ella, al pelirrojo con un apretón de manos lo que hizo entornar los ojos al chico y por último se detuvo delante de Bala con las manos en la cadera.

-Michael, ¿Cuántas veces te he dicho que es malo estar jugando con pistolitas?-preguntó arrebatándole el arma del bolsillo y haciéndola cenizas al soplar su mano y tocarla.

-¡¡¡Era nueva Kat...Era NUEVA!

-Sí, sí, TODAS son nuevas

-¡¡Ar! Eres malvada-gruñó, sacándose del calcetín otra pistola y poniéndola en la funda-. Menos mal que tengo unas cuantas más.

-Prefiero no preguntar dónde están las otras-dijo con malicia, y luego sonrió-. Esperaba que vinieseis, vuestros contactos no iban a tardar mucho para deciros lo de Edward. Sois unos malditos curiosos.

-Malditos y bellos.-puntualizó Vermillion.

-Malditos, bellos y engreídos-añadió ella. Edward se acercó a ella, y saludó también a ese grupo que, a parte de Jonathan no conocía muy bien. Miró receloso a Bala, y el sentimiento fue mutuo. Por su lado, Vermillion se cruzó de brazos porque le habían cortado el rollo con Katherine-. Y... ¿qué hicisteis en nuestra lejanía?

-Espiarte.-rió Jonathan.

-Qué raro...Buscaos un oficio-se cruzó de brazos y casi es atropellada por la pequeña que corría de nuevo hacia los brazos de Edward. Katherine respiró hondo para tranquilizarse después de todo, el rubio ya era completamente suyo, sonrió ante el recuerdo de la noche anterior.

-¡Te recuerdo querida hermanita que nuestro oficio es protegerte!-le espetó Kriket, mirando a Dana colgar del hombro del alquimista de Acero- Y...Edward ¿Quién es ella?-añadió algo extrañado y con el entrecejo fruncido, la verdad la pequeña, al igual que a los otros, no le había caído nada bien.

-Sólo una intrusa-sonrió el alquimista con tranquilidad logrando zafar su brazo de las manos de la niña y pasárselo a Katherine por la cintura atrayéndola hacia él. Dana entornó los ojos y los clavó furiosa en la morena que estaba abrazada a Ed.

Alponshe y Michelle se acercaron al grupo y saludaron a los ex-compañeros de las dos jóvenes, estaban extrañamente felices y muy juntos esa mañana, cosa que todos se fijaron más entrada la tarde y después de haber pasado varias horas hablando. Alphonse miraba de reojo a la rubia y ella se partía de risa cuando lo notaba mientras él sonreía, Edward y Katherine comenzaban a sospechar que algo pasaba entre ellos, pero estaban más interesados en pasar el día juntos aunque la morena tuviese que aguantarse las malacrianzas de Dana.

Michelle dijo que salía de la casa a pasear a Den porque Winry se lo había pedido, sin embargo en realidad esperaba que Alponshe la siguiese. El chico de ojos plateados esperó unos minutos para ir tras la rubia, Acero y Muerte se miraron y el chico le ofreció la mano para que se levantase del suelo y lo siguiese.

Siguieron escondidos al hermano del rubio y a la muchacha, que a mitad de camino se habían cogido la mano, bastante azorados. Tanto Edward como Katherine se detuvieron, sorprendidos, y después de verlos irse, sonrieron y decidieron sin palabras ir al río donde, recordó Edward, Alphonse siempre iba después de discutir con él. Por el camino, se encontraron a Dana, quien había ido a dar una vuelta por el lugar (en realidad les había costado mucho desprenderse un rato de ella). Poco después, vieron que Michelle y Alponshe se acercaban (sin Den, por supuesto).

Cuando llegaron, se sorprendieron de ver a Vermillion, Bala, Cruz y Jonathan allí. Se les acercaron, y ellos los miraron con seriedad.

-Contigo volvió ese homúnculo, Envy... ¿No, Ed?-preguntó el hermano de la chica.

-...Así es... ¿pero cómo...?

-Somos nosotros-comenzó Vermillion

-Por Dios...-Le arrebató la frase Cruz

-Lo sabemos todo-terminó un engreído Bala acomodándose la chamarra de cuero que llevaba puesta y pasándose una mano por la funda de su arma.

-Sí, por un momento lo olvidé-Katherine volteó los ojos-. No sé cómo os lo hacéis después de haber vivido tanto tiempo con vosotros, pero sacáis información hasta de las piedras.

-Amenazando, hermanita, yo diría que lo hacen amenazando. Pero el caso no es ese... ¿podrías contarnos todo lo que pasó...donde sea que estuviste?-Edward bajó la mirada. De momento sólo le había contado un poco a Katherine, pero esta le había pedido que disfrutasen unos días, que se lo merecían, y sobre todo él, que necesitaba descansar, y que luego ya podrían preocuparse. Se le hacía extraño que ahora le viniesen pidiendo explicaciones sobre eso, y le dolía recordar a Alphonse Heinderich, ahora muerto. Y se sentía culpable por haber llevado hasta allí a Dana. También le carcomía la idea del hombre que creía odiar, y que no era del todo así, hubiese muerto.

-Es algo…-se pasó la mano por el cabello- Algo complicado. Vamos a sentarnos en algún lado y os lo explico.-le dirigió una mirada discreta a Dana, que había bajado la cabeza, al fin y al cabo donde él había estado era su hogar, su mundo, y ella quería regresar pero a la vez quería quedarse para conocer más a Edward, descubrir más cosas sobre aquel magnífico mundo donde existía la extraña alquimia. También le daba miedo volver a Munich y encontrarse con todo cambiado, además de que estaría sola porque ni Alphonse Heinderich ni Hohemhein de la Luz estaban vivos. Se acercó a Edward, lo agarró del brazo y esta vez él hizo no hizo el menor gesto que indicase fuese a apartarla. Katherine entendió por qué pero a pesar de eso no le hizo gracia que estuviesen tan juntos, cosa que no pasó desapercibida para ninguno. El Westread aprovechó para acercarse a ella y Michelle, entablando una conversación, hablando sobre los viejos tiempos.

Llegaron al lado de la casa quemada de Edward y Alponshe, donde el joven les había llevado casi sin pretenderlo. Sonrió triste a Alphonse, como indicándole que no lo había hecho queriendo, y su hermano asintió con la cabeza. Se sentaron todos alrededor del árbol que había al lado de las ruinas, justo donde Edward y Katherine encontraron años atrás el libro que les enseñó a abrir portales y hacer trasmutaciones. Por ese tema empezó el adolescente rubio:

-Justo cuando estaba muriendo, entendí…más o menos a qué se refería el libro que encontramos tiempo atrás…Por qué Katherine y Jonathan habían conseguido abrir portales…Vuestros corazones laten a la vez porque os conocéis, estáis compenetrados. Cuando fui a morir, a Alphonse y a mí nos pasó lo mismo. Fue algo que no pude ni pensar, sólo lo hice…Cerré los ojos, cuando los abrí lo primero que vi fue los ojos de mi padre, que se apartó enseguida feliz y me dijo que había dormido por semanas. Me explicó que había intentado curarme lo mejor posible…-iba a contar que le enseñó una maquina con la que fue justo al día en que murió, y en ese mundo, con la cual había contactado con Katherine, pero prefirió omitirlo- Ese sitio era Munich, un Estado de Alemania…un lugar de otra dimensión… el cual era dominado por unos militares que se hacían conocer como Nazis, mataban a los judíos utilizando diferentes armas, mi padre era investigador y trabajaba para ellos…así que yo me uní junto con…-se le quebró la voz- con Alphonse Heinderich y otros amigos más…para crear una empresa que fabricase fuegos artificiales…

-Un momento... ¿nazis, judíos?-interrumpió Jonathan-¿...Alphonse?

-Piensa que es como...la guerra de Ishbal. Los nazis serian los militares y los judíos los ishbalanos, los cuales morían también por cosas...cosas banales como lo son las órdenes de un solo hombre. Alphonse Heinderich seria...mi hermano al otro lado de la puerta...Mi yo de allí murió antes de que yo llegara, por eso no hubo peligro de encontrármelo.

-Él...era un buen chico-añadió Dana, recordando también esa guerra y preguntándose qué seria Ishbal, pensando en que no había podido despedirse del Alphonse alemán. Rodeó ambas piernas con sus brazos y hundió la cabeza en ellas-. Un gran chico...-musitó.

-La muerte siempre llega en el momento preciso...tal vez no en el que tú deseas, pero siempre tiene que llegar y cuando lo hace no hay quien le de vuelta, no hay quien se le oponga y mucho menos cuando se trata...de una venganza...-esta vez fue Katherine la que habló, su voz, sus ojos, la posición de su cuerpo hicieron que Edward recordara la otra personalidad de la chica, aquella a la que le importaba en lo mas mínimo la vida humana y que el olor de la sangre y el placer de verla correr era indispensable para su funcionamiento. No le gustaba recordar esa parte de la joven...Osiris.

-¡¡CALLATE! ¡¿Tú que sabes de la muerte!-gritó Dana levantándose de golpe y parándose frente a Katherine, la chica sonrió y sopló su mano.

-Te lo mostraré...pero...créeme que no es un espectáculo para menores, así que deberías taparte los ojos-dijo presuntuosa, se alejó un poco del grupo y a lo lejos tocó el suelo con ella. Un ser recién muerto surgió de la tierra, la cual se estremeció-Te presento, mi querida Dana, a un Zombie, acaban de enterrarlo por lo que veo, no ha completado el proceso de putrefacción...perfecto, ahora mira que tanto sé de la muerte-volvió a soplar su mano y con una lentitud y una delicadeza indescriptibles, la posó en el pecho desnudo del ser y este comenzó a temblar, agitándose de atrás hacía adelante, de un lado a otro, Edward miró horrorizado la escena, sabía que ocurría y antes de que lo asimilase, Katherine se encontraba bañada en sangre putrefacta y un asqueroso chasquido de órganos a medias chocando con el sueño resonó mientras el cuerpo sin esqueleto caía al suelo desecho, Osiris sonreía con la estructura ósea del ser en sus manos-Todo esto y más, Dana, es lo que sé de la muerte…Porque yo he sido la muerte.-sentenció, se dio media vuelta y comenzó a caminar, dispuesta a regresar a casa. Intentó mantenerse calmada, pero algo dentro de sí se agitaba, y le provocaba falta de aire. Se llevó una mano a la boca, y cuando alguien estiró de su brazo para hacerla voltear, estaba temblando con los ojos anegados en lágrimas. Se encontró con esas lentillas rojas de Vermillion, viendo a través de ellas la preocupación del chico.

-¿Por qué hiciste eso, Kat? A nosotros esa tal…Dana, esa presuntuosa, tampoco nos ha gustado mucho al conocerla, y entiendo que estés celosa pero…

-Yo NO estoy celosa, Vermillion-se pasó la mano por los ojos-. Ella…cómo puede…-apretó los puños- Tres años he esperado, cuatro contando cuando John y yo nos marchamos… Vermillion, si está a mi lado puedo soportar que una niñita esté molestándolo con sus abrazos, con sentir su mano, ver sus ojos y sentir su amor tengo suficiente, pero…Me pregunta a mí qué sé de la muerte…-se soltó de Vermillion y se miró la palma de las manos- Ha sido como si llamase a gritos a Osiris, no he podido frenarla, es algo que quiera o no está dentro de mí, es parte de mi ser, y se me desprendo de ella…Moriré. Acabo de comprobarlo.

-Kat…-el chico estiró el brazo y se lo pasó por el cuello, atrayéndola hacia él y abrazándola con fuerza. La morena, llorando, se agarró a su camisa y ahogó el llanto en su pecho, mientras escuchaba el tum tum de su corazón.

A lo lejos, y sentado en la hierba, Edward observaba la escena, y aunque se moría de deseos de ir a por Katherine y consolarla, a la vez que le preguntaba por qué había hecho esa estupidez, no podía. Dana, cuando había salido de la sorpresa y el desconcierto, había comenzado a llorar amargamente, asustada y asqueada, y él la estaba consolando igual que hacía Vermillion con Katherine: con un abrazo.

-Si te pones así por eso-dijo una voz fría y cruelmente a su lado, Edward se sorprendió pues era la primera vez que veía a Michelle hablar así-, no puedes hablar mucho de la muerte, y menos delante de gente que en el pasado fueron asesinos.

-¿De qué crees que conocíamos a Katherine?-Bala equilibró su pistola y sacando un pañuelo se puso a sacarle brillo- Era nuestra compañera, la cabeza del grupo. Es una nigromante muy poderosa, aunque lo sería más si perfeccionase su poder…

-Pe…ro…Ed… ¿cómo puedes estar enamorado de una asesina? ¿Cómo puedes ser amigo de gente así?-el rubio se sorprendió ante la pregunta. Era verdad, Katherine había sido sino asesina, cómplice (olvidando que sí había matado a alguien, a Devil), e incluso había atentado contra su vida, pero…cuando la miraba no pensaba en eso, sino en que le gustaría abrazarla y protegerla más allá de lo que duraba una eternidad. Sólo veía su rostro afable diciéndole cuánto lo amaba, sus dedos entre su cabello…Ella era Katherine, y fácilmente su amor por ella le había hecho olvidar que había sido la integrante de un peligroso equipo de asesinos.

-Porque Dana, antes que asesina, ella es humana. Y me ha robado el corazón, la amo, toda ella.

-¡Esto es absurdo!-se puso en pie, empujando a Edward para separarse de él. Las lágrimas seguían recorriendo su rostro, tan diferente a cómo solía ser el de los alemanes, a pesar de que ella era una- ¡¡No digas estupideces! ¡¡Te han embrujado, seguro que ha sido eso!-y sin dar tiempo a nadie de frenarla, dio media vuelta y salió corriendo hacia la casa de los Rockbell.

-Katherine, hay algo que yo siempre he querido decirte pero que…-Vermillion se detuvo- No podía decirte por miedo a dañarte.

-Algo que siempre has querido decirme…-musitó ella, apretada contra él, casi inconsciente, disfrutando de ese abrazo pero con su mente volando alrededor de Edward, como siempre. Hiciera lo que hiciera, no lograba olvidarlo, ni en esa clase de momentos- Algo… ¿el qué?

-Pero quizás no sea el mejor momento para decírtelo.

-No importa…

-Es que Katherine yo siempre te he…te he…-se atrabancó. Era la primera vez que le pasaba, pero Katherine no era como las demás chicas. Había algo que no entendía qué era le hacía sentirse intimidado por ella, y eso no le gustaba. No le gustaba nada.

Escucharon entonces unos pasos y la voz de Michelle llamándolos, y se soltaron, ella secándose las últimas lágrimas, y él por primera vez azorado.

-Será mejor que volváis a casa…-Cruz levantó la cabeza, el sol ya se ponía. Sonrió con dulzura y calma, cosa que sólo alguien como él, con su paz interior, podía hacer-Os buscaremos otro día para seguir conversando. Cuando las cosas estén más calmadas…

-¿Podríais hacerme un favor?-pidió Katherine, ellos asintieron- Me gustaría ver si podéis averiguar dónde está Envy. Y hermano-el aludido se sorprendió al escuchar que lo llamaba así-, necesito tu ayuda para devolver a esa chica a su dimensión…Pero no ahora. Creo que está bastante alterada, y por mi culpa. Además, deberá prepararse primero…

-Veo que te preocupas hasta de tus enemigos.-la morena tardó en contestar el comentario del alquimista.

-No es mi enemigo…Tampoco es que me caiga precisamente bien pero…Comprendo que es sólo una chica extraviada y enamorada. La entiendo, por eso puedo ponerme en su piel.

-Eres una buena chica, mi amada Kat-Vermillion la cogió del hombro y con suavidad le apartó el flequillo, posando un cálido y dulce beso en la frente-. Y el alquimista enano ese te está endulzando todavía más.

-¿Estás diciendo que es tan pequeño que hasta un gatito de los que Al recoge podría hacerlo volar con un maullido?-dijo ella, adelantándose a las palabras en defensa de Edward. Se echó a reír- Te doy la razón.

-¡Inaudito!-el chico arqueó una ceja, mosqueado.

-El pequeñín sabe hablar con categoría.-sonrió Bala, apuntándolo con su pistola.

-…En ningún momento…la deja…-suspiraron todos, poniendo los ojos en blanco. Llegada la noche, Dana no hablaba ni tan siquiera con Edward, sólo con tía Pinako y Winry, quien se encontraba en esos momentos entrando en el cuarto de Edward. Estaban todos cenando menos él, quien hacía rato que había acabado, y ella comió poco sólo para terminar rápido. Cuando entró, cerró la puerta, y él, que estaba guardando unos libros en la estantería, de espaldas a ella, se volteó sorprendido. Al verla sonrió y le preguntó qué ocurría.

-Verás Ed…Necesito hablar contigo.

-¿Sobre qué, Winry?-cerró el libro que tenía entre las manos y lo dejó sobre la cama, sentándose él también. A la rubia le pareció la provocación más grande del mundo, y más aún cuando el muchacho se soltó el pelo y se comenzó a desabrochar la camisa, dispuesto a ponerse el pijama (o más bien la camiseta con la que dormía)-Si es sobre el automail-dijo, mientras dejaba todo el dorso al desnudo-, está perfectamente. Gracias por ponérmelo, era bastante incómodo estar con el que hizo mi padre, no podía hacer mucho con él.-lo movió para demostrarle que las condiciones eran de lo más óptimas, haciendo que la muchacha se preguntase si creía que cuando iba a verlo sólo era para hablarle de esa clase de cosas. Ladeó la cabeza y se acercó poco a poco a él, abrió la boca como si fuera a decir algo y la volvió a cerrar. Cuando estuvo frente a Edward, que se disponía a ponerse la otra camiseta, lo detuvo, se la arrebató de las manos y la lanzó a un lado.

-Estás mejor así.

-¿Cómo?

-Pues…sin camiseta-aquello cogió más de sorpresa al chico que el que hubiera lanzado la tela de aquella manera

-¿De qué me estás hablando, Winry?

-No me dijiste nada de tu noviazgo con Kat-comentó la rubia, haciendo caso omiso a su pregunta-. Tuve que enterarme por ella, a la vez que descubría que habías muerto. No es justo.

-…Lo siento…-se sentía confundido. Y se veía irresistible medio desnudo, cabello suelto y ceja arqueada- Pero ¿qué te ocurre?

-Vine a decirte algo, y no tiene nada que ver con el automail, Ed-se aclaró la garganta-. Es que yo, Ed, siempre te he amado.-y él no pudo decir nada porque la muchacha, apoyada en sus hombros, se había inclinado hasta juntar sus labios con los de él.

Katherine acabó de cenar y se dispuso a subir a desearle buenas noches a Edward para luego volver a su cuarto. Se extrañó al no ver luz en el cuarto de Winry cuando pasó por delante. Con lo poco que había comido la chica seguramente se encontraría mal y ya estaría durmiendo, pensó, porque normalmente era de las últimas en aquella casa en irse a dormir. Decidió no pensar en eso, ya le preguntaría el día siguiente. Se acercó a la puerta del rubio sin hacer ruido al escuchar unas voces, y se acercó cuidado sin saber ni ella misma el por qué. Asomó un ojo por la puerta entreabierta. Se le cayó el alma a los pies y tapándose la boca salió corriendo hacia su cuarto, o cualquier sitio donde encerrarse. Winry besando a Edward…Medio desnudo… ¿podía ser…? ¿Ellos…? Abrió y cerró la puerta de golpe, dejándose resbalar de espaldas a ella con suavidad.

-¿Qué pasa, Kat?-era Vermillion, sentado en la repisa de su ventana. Se acercó de un salto a ella y la agarró de los brazos.

-¿Qué…haces aquí?

-Eso no importa ahora, ¿qué te ocurre? ¿Te encuentras bien?

El rubio, una vez recuperado de la sorpresa, retiró con suavidad pero tajante a su amiga. La miró severo, sin poder creerse que a pesar de saber de su relación con Katherine se hubiese atrevido a hacer eso. Confiaba bastante más en Winry y no podía creer que se dejase arrastrar por esa clase de arrebatos pasionales.

-Lo siento, Winry, pero sabes que yo no puedo quererte de esa manera. Además, tengo a Kat.

-Sí, lo sé, siempre ella…Yo te conozco de hace más, Ed. Yo te quiero más, yo…

-Winry…-alzó el rostro, y unos dedos invisibles que salían de sus ojos hicieron que ella no pudiese hacer otra cosa que verlo a ellos, absorta, hipnotizada- Lo siento. Pero ni el tiempo, ni la cantidad, harán que cambie lo que siento por ella. Es muy fuerte. Tanto como para sobrevivir a través de dimensiones.

-¡Pero Ed…!

-No, Winry, no hay discusión posible, y ahora, buenas noches y adiós.