Perdón, perdón, perdón o

Tardé en subir el capítulo, pero entre que era bastante largo (¿no?) y que estoy de exámenes…

¡Lo siento!

Intentaré que no vuelva a pasar.

Mención especial para Eveline-san, si os pasáis por los reviews, apretáis en su nombre, luego en su fotolog (espera…creo que no se llama así…aargh, sorry), veréis por qué lo digo

Por cierto, Kamy preguntó sobre el WeastRead porque se ha liado con ellos, pero no pasa nada, aquí lo aclaro, perdonad por no haberlo hecho antes :

-Jonathan (también conocido como John)------- Kriket (Katherine's brother)

-Christopher ---------------- Vermillion (el pelirrojo de impacto)

-Michael ----------------- Bala (el loco de las pistolas…….. Como Edward está con Katherine, me casaré con mi Balita )

-Ni idea (no me acuerdo XD)--------- Cruz (el cura tranquilón)

- Katherine (Kat) ---------- Osiris (la protagonista junto a Edward XD)

-Al último miembro no lo nombro por imbécil (¿adivina alguien quién es? XD)

Capítulo 3:

Pelea de dos, por una

Cuando existe el amor, no se puede esperar

Que todos los bandos sean felices de por vida,

Suele haber alguien que acaba herido…justo por amar.

A la mañana siguiente, la alquimista de la muerte se despertó muy temprano preparándose para entrenar tras una noche de puras palabras que fueron escuchadas atentamente por su amigo Vermillion, el cual no dijo nada además de un simple "Te lo dije" cuando la morena terminó de hablar, antes de irse había hecho aparecer una rosa y se la había obsequiado a Katherine, cosa que la extrañó, pues el chico de lentillas sólo hacía eso con las mujeres que le gustaban o atraían.

Bajó las escaleras deseando con todas sus fuerzas no toparse con nadie en el camino, aunque no le vendría nada mal una charla con Al, después de todo…el castaño se había convertido en su mejor amigo, casi su hermano. Salió de la casa y se dirigió a las ruinas de la casa de los Elric, se alejó un poco de la estructura consumida por las llamas con dirección al bosque que se elevaba tras ellas. Cuando llegó frente a uno de los árboles rozó con el dedo índice la corteza del mismo, sonrió para sí antes de soplar su mano y apoyarla en las ramas. Con una agitación, aproximadamente unos 21 árboles cayeron produciendo un gran estruendo.

Edward se levantó de su cama sobresaltado ante el ruido, justo a tiempo para ver desplomarse otro montón de árboles. Vio a lo lejos la figura de Katherine parada frente al bosque parcialmente destruido, sonrió para sí y se dispuso a cambiarse para ir a donde se encontraba la morena. Cuando bajó las escaleras, una vez vestido, se encontró de frente con Winry la cuál le pasó por un lado sin tan siquiera dignarse a mirarlo, Edward soltó un resoplido, después de todo era su amiga.

Salió de la casa y se encamino a la estructura quemada que antes formaba su casa, uno de los pocos lugares en los que fue feliz. Recordó la sonrisa de su madre y como si el viento hubiese arrastrado sus palabras creyó escuchar su voz diciéndole que ya era hora de ser completamente feliz junto a su hermano y Katherine. Se adelantó un poco y se abrazó a la cintura de la morena disfrutando el aroma suave de su cabello, para su sorpresa Osiris se separó de él mirándolo con una mezcla de repulsión y odio en los ojos, se giró de nuevo y con un leve soplido en su mano para tocar uno de los troncos caídos elevó todos y cada uno de los que seguían en el suelo, renovando por completo el bosque. Se dio la vuelta y se encaminó a la casa de los Rockbell.

Edward se encogió de hombros pensando que tendría 'uno de esos días del mes' y la siguió hacia la casa, donde con ya todos despiertos se dispusieron a desayunar. Fue todo muy alegre, como siempre, de no ser por la noticia recordatoria de que al día siguiente volvían a Central. Metieron la excusa de que tenían trabajo por hacer, y que el rubio aún era militar y debía ponerse al día, pero en realidad querían investigar sobre el paradero de Envy, dispuestos esta vez a matarlo (a él y los otros homúnculos).

Katherine pasó toda la tarde sin dirigirle un "Sí" o un "No" a Edward, cosa sorprendente porque después de todo no creía haber hecho nada malo, así que se decidió a hablar con ella, la intentó encontrar sola toda la tarde pero al parecer la chica no estaba en esa situación nunca o eso quería hacerle creer al alquimista. El último intento de Edward por hablar con Katherine fue ya en la noche cuando la morena se disponía a acostarse para dormir, la esperó de pie frente a la puerta de la habitación de la chica, pero ella simplemente lo empujó y le cerró la puerta en la cara y por mas que el rubio tocó o le gritó que le abriera, Osiris no lo hizo.

Entrada la madrugada, el chirrear de la puerta de Katherine hizo que Edward se despertase, la morena bajaba a la cocina y el joven supo que era esa su oportunidad perfecta para hablar con Katherine sobre lo que le ocurría. La morena se sentó en la mesa del lugar en penumbras con un vaso de agua y mientras ocultaba la cara entre sus brazos se echó a llorar.

-¿Kat...Estas bien...?-preguntó Ed al escuchar sus sollozos. Osiris alzó los ojos azules empañados en las lágrimas que le daban un tono frío y oscuro hacia su amado, se secó los pequeños filamentos de agua con el dorso de la mano y se dispuso a irse.

No dispuesto a dejarla marchar de nuevo, el rubio la cogió del brazo e hizo que se detuviera. Ella ni tan siquiera alzó el rostro para encontrarse con sus ojos, segura de que no lo aguantaría y se echaría de nuevo a llorar allí mismo, pues sus ojos eran capaces de quitar el velo de frialdad que intentaba mostrar.

-¿Qué te hice, Kat? ¿Por qué no quieres hablar conmigo?-ella no iba a contestar, pero sintió más opresión en el brazo y casi le dolió, así que arqueando una ceja contestó, con voz aparentemente neutral:

-Mejor intenta recordar las buenas noches que tienes con Winry, y entonces sabrás qué me ocurre.

-¿Noches...con Winry? ¿De qué estás...?-entonces lo recordó, la noche pasada, maldita sea, pero ¿Cómo sabía Katherine que la rubia lo había besado? Y él se encontraba sin camisa, todo apuntaba a que la morena creía que él y Winry...el tan siquiera pensarlo le dio repugnancia Winry es como mi hermana, nada más pensó.

-Entiendo por tu silencio que lo recordaste...ahora si no es mucho pedir, suéltame-le exigió forcejeando con Edward en un vano intento por liberar su brazo de la opresión del chico. No podía seguir allí escuchando sus palabras...oyendo sus mentiras.

-Pero te estás equivocando...-que ridículo le sonó eso, cual libro en el que el chico sí se ha acostado con otras y su novia los ha pillado, y a Katherine debió parecerle igual porque se echó a reír a mandíbula batiente dejando de hacer fuerza.

-¿Me dirás ahora que ella se resbaló y cayeron sus labios sobre los tuyos?

-No pero...-¿y qué podía decirle? Era normal que la chica estuviera enfadada, y no sabía cómo desmentir aquel lío pues sabía que un 'ella me besó' quizás sólo complicaba las cosas.

-Edward, te quiero mucho, daría mi vida por ti y tú lo sabes...pero no juegues...Me gustaría dejar de ser herida. Y porque sé que tu también me amas, no entiendo cómo...-se calló- No entiendo cómo pudiste hacer...hacerme tal cosa.

-Katherine, sabes muy bien que preferiría morir antes de lastimarte...No aguanto verte llorar-dijo atrayéndola hacia él, por más resistencia que opusiera la joven, le sonrió triste y con la mano que le quedaba libre le limpió el rastro de las lágrimas que aún luchaban por salir de sus ojos.

-¿Por qué te empeñas en mentirme? Maldita sea, Ed...-la voz de la morena se quebró a mitad de frase y miró al techo en un intento de huirle a la mirada de Edward y en otro de que las lágrimas se quedaran pegadas a sus ojos.

-Pero Kat...luché por...volver a tus brazos desde otra dimensión, según me has contado ni con ayuda de tu hermano las veces que lo veías pudisteis encontrarme y, a pesar de eso, volví, costó pero lo hice...¿crees que después de haber luchado y sufrido tanto sólo por verte una vez más, ahora lo echaría todo por la borda?-y con suavidad le besó ese espacio que hay entre los labios y la mejilla, saboreando sus lágrimas, haciendo que cerrara los ojos suavemente y que a pesar de su convicción lo disfrutase.

-Entonces explícame ¿Por qué...?-Ed la apretó más a él y le dio un beso en el cuello lo que hizo que a la chica se le cortase la respiración-...¿Por qué la besaste?-añadió en uno de esos sorbos de aire que se agarran antes de morir.

-No...Sé...qué decirte...con respecto...a ello-respondió entre besos que iban por todo el cuerpo de Katherine- Si te digo...que ella...me besó, sería una de esas...excusas que se dan...cuando es verdad...-añadió con sinceridad, cosa que siempre descubría Osiris tras sus palabras.

-Oh, Ed...-y se abandonó como tantas otras veces al amor, abrazándolo, disfrutando y devolviéndole sus besos, disculpándose por haber sido tan estúpida como para no confiar desde un buen principio en él, al sentir su contacto, sus besos, al oír su voz, al escuchar sus palabras...Y hubieran seguido así de románticos de no ser porque escucharon pasos acercándose y justo cuando se separaron la cabeza de Dana asomándose por la puerta.

-¿Qué hacéis?-preguntó con una vocecita más chillona que de costumbre. Katherine alzó la mirada y cuando clavó sus ojos en la pequeña a la niña le dio un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo.

-Nada, jugamos a las muñecas... ¿Ya me hablas?-respondió Ed sonriendo hacia ella, le dio un profundo beso en los labios a su novia y tras susurrarle un Te amo y morderle suavemente la oreja subió con Dana la cuál asentía-¡¡Hey Kat!-la llamó tras unos segundos de haber desaparecido escaleras arriba.

-¿Sí?

-Toma-juntó sus manos para luego tocar uno de los palos de madera del agarradero de la escalera y le lanzó una rosa roja con una pequeña tarjeta. Sonrió y se fue con la niña.

Nos vemos en quince minutos en tu habitación, Dana no me va a quitar la oportunidad de recorrerte entera de nuevo. E. E. Kat se soltó una risita ante la pequeña Carta y tras limpiarse las lágrimas por completo y regresar la flor a su estado normal regresó a su habitación.

Por supuesto, quince minutos más tarde la morena esperaba apoyada en el marco de la puerta a su amado, quien apareció justo, ni un minuto antes ni un minuto después. Se acercó a ella, quien estiró los brazos y sorprendiéndolo lo agarró de la camisa y lo atrajo hacia ella, juntando sus labios con los de él como tantas otras veces, sólo que esta fue más salvaje, más llena del pecado que era Lust. Caminó hacia atrás arrastrándolo, y él cerró la puerta tras de sí. El sol brillaba fuerte fuera, pero Katherine había cerrado las cortinas para que no entrase. Mientras se descalzaba, Edward aprovechó para insonorizar el cuarto.

Osiris sonrió mordiéndose el labio inferior como una niña traviesa ocultando una de sus más grandes travesuras. Edward la abrazó por la cintura y con suma delicadeza la recostó en la cama, quedando él sobre ella, como la otra noche, solo que en esta ambos estaban mas experimentados, el rubio le desabrochó la camisa a Katherine mientras ella le quitaba el pesado sobretodo marrón que llevaba Hacer,o y lo dejó caer al suelo mientras el joven hacía lo mismo con la camisa de Muerte.

-Moriría por no dejar de observar...y saborear tu cuerpo.-murmuró Edward rozando con la punta de sus dedos el canalillo y luego abdomen de Katherine, quien se dobló ante las cosquillas que esto le producía. Después, el chico comenzó a besar el recorrido que había hecho con los dedos, arriba y abajo, hasta quedar saciado.

-Perro...militar...juguetón.-se burló la muchacha, soltándole la coleta, pues le encantaba enredar sus dedos en el cabello liso y rubio de su novio.

-Pídeme que juegue y te haré los mil y un juegos...-susurró desabrochándole el botón del pantalón. Besándole el cuerpo por completo juntó sus manos y de un pedazo de sábana formó un lirio blanco y comenzó a acariciarla con él- Ni esta flor se compara con la suavidad de tu piel...ni con la dulzura de tus besos...-le dijo dándole uno-Ni con nada que tenga que ver contigo...

Y poco a poco ambos se fueron desnudando mutuamente. Con amor, con tranquilidad...y cuando acabaron, Katherine no aguantó más y quedó dormida en su pecho, mientras el muchacho la observaba, en silencio, desfrutando y bebiendo los vientos por ella. Y así, perdido en su aroma, en el roce de su piel contra la suya, en la dulzura de sus labios, el rubio también cayó profundamente dormido.

Alphonse se levantó con un bostezo y se percató de la ausencia de su hermano enseguida, no le dio mucha importancia de seguro estaría comiendo como cosa rara, se metió al baño y tras lavarse los dientes y cambiarse bajó a la cocina, donde se encontró a Michelle de espaldas a él muy inmersa en secar unos platos con un delantal blanco amarrado en la cintura, sonrió al verla así como si se tratara de esa esposa ocupada y preocupada por su casa. Se acercó e intentando olvidar aquella timidez que lo caracterizaba la agarró por la cintura y le sopló en el cuello, haciendo que se le erizara la piel. La joven sonrió depositando un suave beso sobre sus labios y después volvió a la labor, mientras Alphonse se preparaba para ayudarla. Los dos juntos, enamorados, hicieron el desayuno para todos los habitantes de la casa.

-Voy a buscar a mi hermano-dijo el muchacho dándole un beso en la mejilla y saliendo del lugar una vez la mesa estuvo servida. La rubia sonrió, pero mas que una sonrisa fue una mueca.

-Búscalo en el cuarto de Kat...-susurró para sí, quitándose el delantal y dejándolo sobre un clavo en la pared, Winry entró en ese momento diciendo un buenos días algo apagado, anormal en ella. Mientras Michelle se ocupaba de preguntarle a Winry qué le ocurría, entreviéndolo ya, Alphonse que había escuchado lo que dijo la rubia obedeció, algo extrañado, sin comprender qué podía hacer su hermano a esas horas en el cuarto de la morena. Llamó a la puerta un par de veces, y al no obtener respuesta abrió sólo para comprobar que había alguien dentro, pensando que eso no haría ningún mal a nadie. Cerró deprisa y de golpe, rojo hasta los cimientos.

-Tengo que aprender a tocar antes de entrar…-se dijo una vez recuperado el aliento. Volvió a la cocina rogando para que ninguno de los dos jóvenes de la habitación se hubiese despertado ante el portazo que había dado. Michelle lo esperaba apoyada en el marco de la puerta con los brazos cruzados y una sonrisa pícara en los labios.

-Eres muy inoportuno amor mío, ¿No crees?-sonrió mirándolo divertida. Al se acercó a ella con el ceño fruncido.

-¿No te imaginas el trauma que pude haber sufrido al ver a mi hermano mayor en esa situación?-le preguntó encarándola, en realidad bromeaba y la chica lo sabía, así que le siguió la corriente y se dio la vuelta.

-Ni que no te gustaría estar en "Esa situación"-le espetó produciendo un rubor excesivo en las mejillas del castaño.

Por la tarde, vestidos Edward y Katherine, por supuesto, y el hermano del chico evitando mirarlos tanto a ellos como a Michelle porque enseguida se ponía colorado, mientras preparaban las maletas para marcharse apareció Vermillion, quien extrañamente miró receloso a Edward cuando fue a saludarlo y pasó de él, dejándolo bien extrañado aunque no dijo nada. El joven pelirrojo fue directo a Katherine, quien le agradeció, olvidando decirle que ya todo estaba solucionado, el que la consolase. Este sólo le pidió que lo acompañase a un sitio, al cual la guió cogiéndola de la mano, llevándola fuera de la casa y luego más y más lejos. Ella dejó hacer, sorprendida de que la cogiese de la mano desde un buen principio.

La llevó hasta los adentros del bosque que se elevaba por toda Rizenbul dándole al lugar la vista rural que necesitaba para que las cosas estuvieran en calma y las personas tranquilas y felices como solían serlo las que vivían allí, Katherine se soltó del asesino y respiró aire limpio estirando los brazos hacia el cielo ligeramente tapados por las copas de los árboles.

-¿Estás cansada?-preguntó el hombre sentándose en una de las raíces que sobresalían de la tierra y mirándola con una extraña sonrisa en los labios, casi dulce.

-Digamos que...tuve una mañana agitada de cuentos de hadas-sonrió Osiris, misteriosa como siempre-Pero dime, ¿Qué querías hablar conmigo?-añadió sentándose junto a él.

-...Es en parte sobre lo de anoche...

-Sí te molesté con mis problemas yo...

-No, no es eso...bueno, en parte sí pero...Osiris...Katherine-se corrigió enseguida-, dime por qué...lo amas tanto...¿qué tiene?

-Es tan chiquito, engreído, algo antipático sí…y es…tan fácil de enojar, que me encanta-dijo, recitando las mismas palabras, una por una, que le dijera tiempo atrás Michelle cuando ella le preguntó algo parecido, y sonrió ante el recuerdo-, es dulce también, y simplemente...no puedo evitar quererlo.-añadió, pasándose una mano por el cabello. Vermillion arqueó una ceja ante sus palabras, la Katherine que él conocía no habría hablado de aquella manera tiempo atrás. Olvidaba que la Katherine de tiempo atrás, Osiris, había desaparecido (casi), y que ahora además había madurado. Se quedó observándola en silencio, hasta que ella le preguntó por qué quería saberlo.

-Porque yo no lo entiendo...¿por qué te enamoraste de él, que lo acababas de conocer, y no de mí que hacía tanto que me conocías? ¿No soy suficiente?-al principio lo vio sorprendida, pero después se echó a reír, sorprendiéndolo esta vez ella.

-Tan creído como siempre, Vermi, pero yo no soy como las otras chicas que conoces, deberías saberlo...

-Y lo sé, Katherine, por eso yo...-se calló, absorbido por sus ojos-Yo...

-¡¡¡Una cámara, por Dios, una cámara!-exclamó Katherine levantándose de golpe y parándose frente al pelirrojo que ni la miró, entonces la morena se percató de que el hombre no jugaba así que se puso seria y se sentó a su lado de nuevo-Lo siento...¿Tu qué?

-Yo...Maldita sea...-dijo acorralando de golpe a Muerte contra el árbol dueño de las raíces en la que se encontraban sentados.

La cabeza de la chica rebotó contra el árbol, y cuando se recuperó del susto lo primero que vio fueron los falsos ojos del chico, y después sus labios, buscando los suyos. Quiso detenerlo, apartarse, cualquier cosa, pero no pude pues él la agarró de la barbilla y la besó a la fuerza. Se maldijo al saborearlo unos segundos, y se disculpó mentalmente con Edward esperando que de alguna manera la oyese. Empujó a Vermillion y él se apartó, todavía acorralándola. Le sujetó ambas manos cogiéndola con una mano por las muñecas, le inmovilizó con las suyas las piernas y con la mano libre buscó desabrocharle la camisa.

-¿Por qué...haces esto?-quería golpearle, pero era Vermillion...No podía golpearle a él, su amigo de hacía tanto tiempo, pero si no lo hacía...él...

-¿Es que no lo entiendes todavía? Te amo, Kat.

-Suéltame Vermilion, Christopher, por favor...suéltame...-por más que rogaba el hombre no se detenía besándola, tocándola todo tan diferente a como lo hacía Edward, Ed...¿Que pensaría si viese eso?

-¿Sabes? Siempre he querido...hacerlo con una virgen...pero en especial me alegra que seas tú-le dijo entre susurros y murmullos, como si disfrutara el miedo en los movimientos y en los ojos de la morena.

-Pero Chris...yo ya...no soy...-El hombre se detuvo de repente y la miró ceñudo, ella agradeció que la dejase tranquila, así que aprovechó y lo golpeó en la cabeza con una rama que había en el suelo, dejándolo inconsciente. Se abrochó de nuevo la camisa y entre lágrimas salió corriendo.

Como pudo, y esperando que el chico tardase mucho en despertar, llegó a la casa y sin hacer caso a las preguntas de todos subió las escaleras y se encerró en su cuarto, atrancándolo con llave y lanzándose sobre la cama. Allí lloró más a gusto hasta que escuchó cómo llamaban a la puerta. Gimió un dejadme en paz y volvió a hundir el rostro en la cama hasta que escuchó un extraño sonido, vio una luz bajo la puerta y esta transformarse, ser abierta por Edward y volver luego a la normalidad. El rubio la miró a oscuras, preguntándose qué le ocurría, pero no dijo nada mientras se sentaba sobre la cama y le pasaba una mano por la cabeza, queriendo consolarla sin palabras, porque si ella quería contarle qué diablos le había hecho un ex-compañero (porque todas las pistas apuntaban a que él había sido, y además lo presentía), lo haría por voluntad propia.

La morena se lanzó a su cuello y sació sus lágrimas en el pecho del rubio, el cuál simplemente la abrazó y le dio tiernos besos en la mejilla para que entendiese que estaba a salvo y que tenía su apoyo con lo que sea que hubiese pasado.

-Perdóname, Perdóname...-era lo único que sollozaba, Acero no entendía por que las palabras de perdón, pero no le preguntó, tampoco era que no le interesaba simplemente que confiaba en ella y sabía que tarde o temprano se lo contaría, pero lo que le importaba en ese momento era que la morena dejase de llorar.

Pasaron los días y ya habían vuelto a central, y Katherine aunque volví a comportarse normalmente, cada vez que Edward intentaba acercarse a ella la chica lo rehuía, como si le tuviese miedo, como si no quisiera nada con él. Al cabo de una semana, Cruz se encontraba esperándolos al salir de central de pie con una Biblia en la mano. Cada vez que alguien le pasaba delante inclinaba levemente la cabeza para saludarlo. Se extrañaron al verlo allí y solo (cosa que en realidad Katherine agradeció) y se acercaron nada más saber que estaba allí para ver qué quería. Se acercó a ellos (Edward, Catherine, Alponshe, Michelle y Dana), ellos a él. Se saludaron, preguntaron qué tal y en seguida el hombre les explicó qué hacía allí.

-Pedisteis información de los homúnculos, y aquí os la traemos. Podéis prepararos para ir a matar a Envy, porque descubrimos cómo hacerlo.

Edward bajó la mirada cuando una bomba de recuerdos lo asaltó, la casa donde vivió de niño apareció ante él, el cuerpo de su madre postrado en el suelo de madera de la cocina vencida y muriendo ante sus ojos por esa maldita enfermedad, cerró los ojos buscando que las imágenes desapareciesen de su mente. Mientras Cruz seguía explicándoles como matarían a Envy el rubio estaba absorto en sus pensamientos.

-Ed ¿Estás bien?-era la voz de su hermano la que le hizo regresar a la realidad, el alquimista esbozó una sonrisa, dándole a entender que no pasaba nada.

-Será mejor que vayamos a hablar a otro lado.-y el cura les llevó hasta su nueva residencia, de aspecto no muy acogedor y además sin sillas, por lo cual se sentaron en el suelo y todos apretujados.

-Ahora ya puedes.

-Sí, pequeño alquimista -Edward fue detenido por todos sus acompañantes menos Dana-. Veréis, antes de nada nos gustaría contaros...cómo se crea un homúnculo.-Edward suspiró. Él lo sabía. Su padre se lo había explicado mientras estuvo al otro lado, y le había comentando que después de lo que hicieron era muy posible que su madre también...acalló sus pensamientos.

-¿Qué hacéis todos aquí?-preguntó una voz sorprendida detrás de ellos, luego el sonido de un arma al ser desenfundada.

-Creí más conveniente explicarles aquí...nuestras investigaciones.-sonrió Cruz, viendo en ese preciso momento asomar una cabellera roja como el fuego.

Katherine respiró hondo y casi sin pretenderlo se abrazó a su mejor amigo, Alphonse, el cuál la miró extrañado, pero le pasó un brazo por los hombros regresándole el abrazo, Michelle volteó a ver a Vermilion y clavó en él sus ojos glaciares provocándole un escalofrío, al parecer la rubia siempre estaba al corriente de todo.

-Hola chicos, ¿Cómo estáis?-esa vez fue el hermano de Osiris el que habló, animado como siempre Jonathan se encaminó hacia Cruz y se detuvo junto a él-No te aguantas de estar contando chismes como si fueran evangelios ¿Verdad? Eres un sacerdote chismoso Cruz, y eso es pecado-añadió arrancando una carcajada por parte de Bala y provocando que el cura alzara una ceja con desaprobación.

-Olvidando molestas interrupciones...-siguió Cruz con los ojos cerrados y la ceja aún arqueada-Los homúnculos se ocultan aquí en Central y lo mejor de todo no es la astucia con la que se han burlado de los militares, sino quién los respalda desde arriba-se calló para provocar la expectación en los oyentes, como a cualquier sacerdote le gustaba saborear el peso de sus palabras-El Teniente general Bardley, mejor conocido como Pride, es el homúnculo que representa al orgullo, muy digno de su nombre, el general no se dejará pisotear por nadie-sonrió ante la mirada inquisitiva de Michelle y la horrorizada de Edward y Alponshe.

-Y ahí no acaba el cuento-continuó Vermilion parándose junto a Cruz también- Su secretaria, Julian, es otro de esos bichos, Sloth-El hombre miró a Katherine la cuál seguía abrazada a Alponshe con los ojos fuertemente cerrados, de no haber conocido a Osiris hubiese jurado que la chica estaba temblando.

-Esa mujer...Nunca la he visto...Cuando acompaña al Tenien...a Pride-Edward seguía conmocionado- va tan pegada a él que es difícil distinguirla...

-Pero su voz...-musitó Alphonse-La escuché una vez y no pude evitar pensar en mamá.-se hizo el silencio y todos se miraron. Cruz suspiró.

-Edward, me gustaría hablar contigo...A solas.

-Lo que tengas que decir puedes decirlo ante todo, no tengo secretos con ninguno de ellos-le espetó el rubio. Cruz volvió a suspirar y se levantó del suelo.

-No Ed, esto es algo que por ahora solo tienes que saber tú-el hombre se dio la vuelta abriéndose paso entre Michelle y Bala para salir de la casa-Te espero fuera.-añadió cerrando la puerta tras de sí. Acero se levantó con un resoplido y con su caminar rápido que solo usaba cuando se enfadaba, salió del lugar dando un portazo.

-¿Que quieres? Sé rápido, no quiero dejarlos mucho tiempo solos-Pidió con altanería como normalmente hacía.

-Si quieres que sea directo... Sabes muy bien que todo homúnculo nace por una transmutación humana fallida y por lo tanto toma la forma de la persona a la que se intentó revivir, los alquimistas que ejecutan la transmutación son los culpables de la existencia de esos seres y tú, Edward Elric, eres culpable de la existencia de uno-explicó tranquilo pero sin mirar a Edward. Al rubio se le dilataron las pupilas-Sloth...es el homúnculo que tu creaste, es el homúnculo de tu madre-añadió clavando sus ojos en los dorados completamente abiertos del alquimista.

Edward negó con la cabeza, y bajó la mirada mirando el suelo con la cabeza algo ladeada, lo sospechaba. Sabía que era así pero le horrorizaba el hecho de hacer de su madre un ser tan asqueroso y malvado, cuando ella en vida estaba llena de amor y pureza, se maldijo por ello mientras sus ojos se empañaban en lágrimas. Golpeó fuertemente la pared de bloque de la casa con la mano izquierda haciéndose un raspón en ella con el cemento.

-Maldita sea…-susurró. La puerta se abrió de golpe y su hermano salió seguido por Michelle de la casa preocupado al escuchar el golpe, Acero instintivamente se secó las lágrimas con la mano algo llena de sangre, manchándose un poco la cara, Dana apareció segundos después y por última Katherine con la cabeza gacha y la mirada clavada en el piso. Edward los recorrió a todos con la mirada y al llegar a la morena que estaba junto a su hermano se acercó a ellos con paso lento y algo tambaleante. Pasó un brazo por el cuello de Alponshe y otro por el de Osiris quedando él en el medio sirviéndose de su hermano y de su amada como apoyo.

-Hermano… ¿Qué ocurre?-preguntó el castaño, cosa que Katherine no hizo, ella sólo se limitó a pasarle un brazo por la cintura a Edward y recostarse en su hombro, después de todo lo conocía tan bien como él a ella, no es que Alponshe no lo hiciera, pero la conexión que se había formado en Acero y Muerte tras esa noche de pasión había sido muy fuerte y sabía que el alquimista no querría hablar de lo sucedido en esos momentos.

-No preguntes…-pidió el rubio mientras el chico anteriormente armadura se abrazaba a él de la misma manera que Katherine, Edward cerró los ojos y dejó que las lágrimas corriesen por sus mejillas, las cuales al hacerlo arrastraban con ellas las pequeñas manchas de sangre en la cara del rubio y rodaban impregnadas de las mismas.

Más entrada la tarde el rubio se despidió de ellos en la puerta del edificio central con la excusa de que visitaría a los Hughes antes de hablar con Roy, les pidió a Katherine y Alponshe que lo hicieran por él, cosa que los extrañó pues el alquimista disfrutaba verle la cara de sorprendido al general. El cielo se revestía de un azul grisáceo mientras las nubes que se arremolinaban en el cielo anunciaban a la ciudad que una fuerte tormenta se avecinaba dejando caer pequeñas gotas de agua antes de que comenzara la verdadera lluvia. Las gotas se quedaban pegadas al cuerpo y al cabello de Acero empapándolo y dándole un aspecto más deplorable del que él hubiese querido, recordó una noche de lluvia en Munich y por primera vez desde que estaba allí le pesó la muerte de su padre y de Heinderich, maldijo a Envy por lo bajo por haberlos asesinado. Pero tenía cosas más importantes en las que pensar…

-Siempre tuve mis sospechas y maldita sea, por eso me alejé de Central, por eso le rehuía la mirada a esa muj…a ese ser, pero es mi pecado y tengo que destruirlo-Las imágenes del cuerpo destrozado y jadeante de su madre se aglomeraban en su mente, esos malditos recuerdos lo habían perseguido durante tanto tiempo y cuando creyó que podía por fin alejarlos de su mente, su peor miedo se hace realidad-Es…Mi pecado…

La lluvia comenzó a caer a borbotones, grandes gotas impactaban contra el vidrio de los carros y de las tiendas para luego resbalar por ellos como si estos estuviesen llorando, eran frías y despiadadas, caían sin el menor remordimiento con el fin de perderse en el suelo y luego ser pisadas por los pies de las personas que transitaban apuradas por el lugar. Pero caían en los hombros del alquimista recordándoles la carga que llevaban sobre ellos, Kat, su hermano, Mich…los había puesto en peligro y ahora debía sacarlos de él.

Al pasar por un callejón vio como un hombre era sacado de un empujón de uno de los bulevares más baratos de central. El dueño del bar lo había lanzado contra los cubos de basura produciendo un gran estruendo al caer sobre ellos, el sujeto no dejaba de reírse lo que sacaba aún mas de sus casillas al empresario, el cuál cerró la puerta de metal con un portazo tras un "¡No vuelvas!". Antes de que la puerta se cerrase por completo, Edward pudo darse cuenta de que al que acababan de sacar del lugar era nada más y nada menos que Vermilion, así que se quedó un buen rato allí mirándolo antes de disponerse a marcharse, se metió las manos en los bolsillos del pantalón e hizo un ademán de continuar su camino pero la voz del chico de lentillas provocó que el rubio se detuviese y volviera a clavar sus ojos dorados en el asesino.

-¿Qué quieres?-le preguntó Elric con brusquedad casi sin querer, aunque en realidad le había tomado manía por cómo había asustado a Katherine. El hombre de lentillas se levantó y a paso tambaleante se acercó a Acero, el cual se quedó allí, mirándolo con algo de lástima. Vermilion se detuvo ante él y clavó sus ojos falsos en los dorados de Edward, se llevó la botella de wisky que tenía en las manos a la boca y le dio un sorbo sin apartar la mirada.

-¿Qué…¡hip! Quiero?-le preguntó o más bien balbuceó. Edward asintió lentamente con la cabeza- Matarte…por quitarme lo que es mío ¡hip! Por que Osiris es mía, maldito alquimista…-El rubio entornó los ojos y frunció el seño.

-La verdad, no creo que Kat sea una muñeca para estar teniendo dueños-le espetó calmado o eso aparentó ya que la sangre le hervía por dentro de sus venas quemándole el cuerpo el poder de los celos pensó sin poder evitar una débil sonrisa.

-Además…también quiero golpearte-siguió el hombre haciendo caso omiso a las palabras del chico. Edward se deshizo de la gabardina marrón, dejándola caer en el suelo, y se tronó los dedos.

-La verdad, me has colmado y también tengo ganas de darte unos cuantos golpes, así que ¡ven, te voy a dejar pidiendo clemencia!-siempre había sabido que el pelirrojo estaba enamorado de Katherine, pero nunca se imaginó que tuviese los pantalones de gritárselo en su cara, así que si antes le había cogido manía por haberla asustado, ahora se la tenía aplicada por quererla para él.

Edward esperó con paciencia a que Vermillion atacara, y este no se hizo esperar porque la borrachera le estimulaba de tal manera que no recordaba ni sus principios básicos de estar calmado. Fue fácil de esquivar la primera vez, porque tanteaba el terreno más que atacar de verdad. El segundo puño que envió rozó a Edward, quien era el que ahora tanteaba. El tercer golpe era en serio para los dos, pero a penas rozó al rubio la coleta pues este desapareció de la vista del pelirrojo, ya que con envidiable agilidad se había agachado para golpearlo en pleno estómago. Al darse cuenta, Vermillion apoyó las manos en los hombros del alquimista, y saltó por encima de él con ayuda de su apoyo de una manera que un borracho normal y cualquiera no podría haber hecho. A pesar de eso, cuando cayó al suelo Edward le hizo un barrido de pies hacia atrás que esta vez no pudo evitar y cayó sin elegancia al suelo.

-¿Por qué no te... ¡hip!...quedas con la rubia esa, Elric?-le espetó Vermilion levantándose rápidamente aún con la botella sorprendentemente en la mano sin un rasguño, volvió a tomar de ella-Eres un egoísta...quieres quitarle TODO lo que tienen los demás... ¡hip! Primero el cuerpo de tu hermano...ahora a Katherine-añadió con voz rasposa.

-No sabes... ¡No sabes lo que hablas!-El alquimista se lanzó sobre el asesino sin pensarlo dos veces, le había dado donde mas le dolía, en el remordimiento, recordó el cuerpo sin alma de su madre y luego a esa maldito homúnculo que se había apoderado de él, el enojo que lo invadió lo cegó por completo dándole ventaja a Vermilion el cuál de un golpe en la espalda lo dejó sin aire y desplayado en el suelo.

Apoyó tanto la mano buena como la mecánica en el suelo, intentando ponerse de nuevo en pie, pero había una fuerza demasiado fuerte que lo arrastraba a caer de nuevo al suelo, y era ese maldito remordimiento que Vermillion le había devuelto. El pelirrojo sonrió con sorna y le vació el contenido restante de la botella, que no era mucho, en la cabeza, antes de pegarle una patada que lo giró hacia arriba y le hizo boquear todavía más. La vista era nublada por culpa de la bebida, las lágrimas y el dolor. Dándose cuenta de que si no actuaba rápido recibiría de nuevo, Edward le agarró la pierna, estiró y lo lanzó de nuevo al suelo. Vermillion sintió el sabor de la sangre mezclado con el del alcohol cuando se mordió la lengua al caer al suelo. Rápidamente, juntó ambas manos palmeándolas (y disfrutando de la sensación que esto le provocaba, pues desde que había regresado de Munich por más que lo hacía no podía dejar de sorprenderle su propia alquimia) hizo una jaula que atrapó al otro joven. Se puso en pie, se limpió la ropa y se dispuso a marcharse, pero se pudo apartar justo a tiempo para no recibir otro golpe del pelirrojo, quien ya había arrojado la botella de cristal a un lado. Se preguntó cómo se había liberado, y halló la respuesta en las barras roídas por el ácido, recordando que la especialidad de Vermillion eran las pócimas extrañas...y otras variantes.

El rubio agarró el brazo del asesino justo cuando este le lanzaba un golpe directo a la mejilla, lo sostuvo con fuerza y lo lanzó contra el suelo, luego juntó sus manos de nuevo y recreó la jaula solo que con materiales resistentes al ácido.

-Basta ya-le dijo antes de darse media vuelta y emprender su camino de nuevo, escuchó no de los barrotes de la jaula caer en el asfalto con un ruido metálico, así que se giró pero para su sorpresa no había nadie ni dentro ni fuera de la prisión. Sintió la mano de Vermilion en su hombro pasado unos segundos y cuando se disponía a moverse para no ser golpeado escuchó la risa seca del hombre.

-Vaya Acero, te vendría bien un trago, anda, yo invito-anunció con una sonrisa de felicidad en el rostro, Edward arqueó una ceja completamente extrañado.

-¿Pero estás loco o sólo son imaginaciones mías?-gruñó, intentando soltarse, pero el otro lo tenía agarrado muy fuerte y al final desistió- Vale, vale...-Vermillion lo arrastró hasta un bar escondido que Edward no conocía de nada y casi lo metió a rastras dentro. Pidieron los dos algo para beber, con lo cual discutieron con el posadero pues este no creía que Edward tuviera ya los 18 años, entrechocaron los vasos y se lo metieron todo en la boca. A Vermillion no se le hizo extraño, pero a Edward que era su primera copa de fuera lo que fuera esa bebida alcohólica y al principio le supo como mil demonios. Después notó cómo le quemaba la garganta, para luego dejarla todo lo contrario, refrescada. Y en la lengua tenía un sabor agridulce que no le desagradaba del todo.

-¿Qué es esto?

-Whatuale, una bebida muy poco conocida...Y muy extraña al gusto, ¿te gusta?-controlando un poco más el hipo (no mucho), Vermillion fue capaz de contestarle.

-...Bastante.

-Lo suponía, por eso te traje aquí, el único lugar donde lo tienen a parte de...

-Del local del cual te echaron...-se calló, y pidió que le volvieran a llenar el vaso, cuando lo tuvo en su mano lo miró, lo movió, y sin dejar de contemplarlo, al final optó por cerrar los ojos, inclinar la cabeza y tragarlo todo otra vez. Ahora los demonios le supieron a ángeles, y se volvió a Vermillion para preguntarle por qué iba tan bebido.

-Todo es tu culpa, tuya, de Kat y de mi corazón.-y él también se acabó el contenido, pero de su tercer vaso.

-... ¿Le hiciste algo a Katherine el otro día en Rizenbul, cuando fuiste para hablar con ella?-lo miró con odio contenido al recordar eso con sus palabras, y apretó el vaso con tal fuerza que se rompió en miles de cristales, los cuales no le dañaron porque era su mano derecha: la mala, podría decirse en su caso. El posadero fue a ver qué ocurría y limpiar el desastre, pero al ver la actitud que tomaban los jóvenes prefirió mantenerse al margen.

Vermillion se pasó la lengua por los labios, sonriendo entre triste y divertido.

-Le hice mucho, pero menos de lo que vosotros me hacéis a mí. Y lo que peor me sienta de todo es que me rehuye y así no hay quien pida disculpas.

-¿Qué le hiciste? Dime qué le hiciste.

-No está bien exigir cosas, pequeñajo.-le fue a poner una mano en la cabeza para calmarlo, pero él sin replicar a la palabra pequeñajo, se la apartó de un violento manotazo esta vez con la mano izquierda.

-Dímelo.-exigió de nuevo.

-Quise ser lo que tu eres en sus noches-le dijo sin más. Edward lo miró sin comprender, en medio de la borrachera que hacía que sus palabras fuesen algo confusas el hombre empezaba con metáforas-Pero quise ser a la fuerza lo que tu eres por convicción propia-añadió dándole un sorbo al vaso de cristal y dejándolo vacío en la mesa.

-No entiendo a que te refieres.

-Mi Osiris fue tuya ¿Cierto Elric?-preguntó clavando sus ojos rojos falsos en los dorados del rubio, el cuál frunció el ceño al saber a que se refería el asesino, además ese "Mi Osiris" lo había molestado bastante.

-Nunca fue tuya, te repito que no es un objeto el cual va de repisa en repisa. Ella elige, me eligió a mí. No sé por qué, no me lo preguntes, pero está claro que yo jamás se lo cuestionaré porque su decisión es la que a mí me gusta. Y si no hubiera sido así...Simplemente me habría retirado del campo.

-Pero yo no soy tú-dijo, entendiendo la indirecta-. No puedo cerrar los ojos mientras ella te llora, tú en brazos de otra. No puedo soportar el que venga a pedir consuelo en mis hombros...sin ofrecer nada a cambio.

-Si la amases, no te haría falta nada a cambio de eso.

-Porque la amo, me hace falta todo sin darle nada.

-Eso no es amor, pero no has respondido a mi pregunta: ¿Qué le hiciste en Rizenbul?-le volvió a preguntar el rubio temiendo la respuesta, Katherine había regresado sumamente asustada esa tarde y no había querido hablar con él al respecto, lo cual lo atemorizó y para más le rogaba perdón.

-Tu me robaste mi más preciado sueño y esa tarde tenía pensado hacerlo realidad si no era por las buenas sería por las malas, estaba decidido-el hombre pidió que le llenasen el vaso de nuevo, el cantinero se acercó receloso y cuando fue a llevarse la botella Vermilion la sujetó con fuerzas, el sujeto entendió no querían mas molestias.

Cuando el hombre se marchó de nuevo (dejando la botella de la cual quedaba muy poco contenido), Edward arañaba la madera con su automail, mientras que con la otra había agarrado a Vermillion del cuello de la camisa, sin querer levantarlo del suelo, sólo del asiento, para transmitirle cuán furioso estaba.

-Eres...eres...despreciable...cómo puedes decir que la amas y...y...

-Sé que soy despreciable, y lamento lo que hice...-su voz no sonaba del todo convencida, pero con toda al furia que tenía dentro, el rubio no se dio cuenta-¿pero qué eres tú, que en vez de estar junto a ella, tranquilizándola, estás aquí pensando si pegarme o no?

Edward cayó en cuenta de que se había hecho tarde, de seguro estarían preocupados por él y además ahora menos que nunca quería dejar a Katherine sola-Esto no se va a quedar así-soltó a Vermilion y agarrando la gabardina marrón salió del lugar dando un portazo. El hombre que servía los tragos en el bar se acercó al asesino para limpiar el desastre de Edward.

-Vaya, veo que usted fue el vencedor-sonrió. El miembro de Westread alzó la mirada y la clavó en los ojos marrones del viejo.

-Ese enano siempre gana, el premio mayor se lo llevó él-dijo levantándose pero hubiese caído al suelo si un brazo no lo hubiera agarrado por el cuello de la camisa. Vermilion volteó a mirar quién lo sostenía y sonrió ante la mirada ensombrecida de su compañero, Bala no estaba nada contento con el comportamiento de su amigo.

-Cada día eres más imprudente, Vermillion... ¿Y qué fue eso que dijiste que el hiciste a Osiris?-lo ayudó a que se sentara de nuevo, y apuntó con una de sus pistolas al posadero.

-Sírvame un té helado.-pidió, no dispuesto a emborracharse, pues nunca lo hacía, a diferencia de su amigo como pudo notar mucho más visiblemente que nunca.

-¿Hasta tú me vas a recriminar? Conmigo mismo, el enano ese y la mirada de Kat tengo suficiente, puedo asegurártelo.-Bala bebió el té helado que le acababan de servir.

-Yo no te recrimino, te escucho. Por desgracia para mi, soy tu amigo, y eso es lo que hacemos los amigos. Escuchar, aconsejar y aunque reñimos, luego volvemos a aconsejar.

-Eres un maldito capullo filósofo.-gruñó Vermillion, dejando caer su cabeza sobre la barra y ocultándola con los brazos.

-Anda que tú...