¡Hey, gente, tengo una mala noticia! El capítulo este es corto porque bueno…Sory, que tiene todo el fic, no consigue arrancar el ordenador donde está guardado, y yo sólo tengo hasta el final de este capítulo…Aunque si veo que se tarda mucho en solucionar el tema, buscaré otra vía para continuar con la historia…Mientras os tendréis que conformar con un capítulo corto, lo sientooooo. A pesar de eso, que lo disfrutéis, hay una interesante conversación entre Edward y Catherine :-p, y aparece un personaje con su adorada pistola…no es Balita, ¿entonces, quién creéis que será? XD

Disclaimer: Que nooo, no nos pertenece FMA TT

Disfrutéis el capítulo y gracias por los reviwes

Capítulo 4

Ayuda

El alquimista corrió con lo que los golpes que le había dado Vermilion le permitían y a medida que vislumbraba el edificio de los militares de central se sentía más ansioso de abrazar a Katherine, quizás por que le gustaba hacerlo o debido a lo que se había enterado. Pasó a toda velocidad los portones dejando al guardia gritando pidiendo una identificación. Subió las escaleras y se encontró de frente con Al cuando llegó a su piso, su hermano lo miró preocupado.

-Hermano ¿Qué te paso?-le preguntó Al cuando vio que su mejilla comenzaba a tomar un tono verdoso al tiempo que su labio dejaba escapar un pequeño hilillo de sangre.

-Luego te explico ¿Dónde está Kat?-el menor de los Elric le hizo una seña a la puerta entreabierto del cuarto que el rubio compartía con la morena, Edward le dio las gracias y entró en el con la misma prisa con la que había llegado al lugar.

Katherine volvió la cabeza asustada a la par que sorprendida y dejó el libro que estaba leyendo a un lado cuando vio la alteración del chico. No hubo ni tubo tiempo de decir nada cuando este se le lanzó al cuello, volcando la silla donde estaba sentada y cayendo los dos al suelo acompañados de un fuerte estruendo.

-Maldita sea Elric-murmuró ella divertida-¿Por qué te empeñas en estar sobre mí?-añadió deteniéndose a mirarlo, su corazón dio un vuelco-Ed...¿Que pasó? ¿Por qué estas...?-sintió el olor a alcohol que desprendía la manga que el rubio había llenado de ese extraño trago que le había dado Vermilion al romper el vaso.

-Sí, es lo que estás pensando...he bebido...pero ese no es el tema... ¿Por qué no me dijiste nada, Kat?-al principio la boca de ella se abrió para preguntarle de qué estaba hablando, pero al comprender la cerró y se aferró a su espalda, estando en la extraña postura en la que estaban.

-Por que...No quería que pensaras...no quería que pensaras que te estaba engañando con Vermi-la voz de Osiris sonó apagada y algo baja para como había hablado al caer al suelo. Le costaba recordar aquello, después de todo el hombre era como un hermano para ella y aunque lo desease no podía odiarlo, por que él la había apoyado y acompañado en los momentos más difíciles de su vida. Lo quería, pero como eso, un hermano.

-¿Cómo vas a pensar eso?-preguntó levantándose y poniéndose de espaldas a ella, no sabía por qué se sentía tan extraño el pensar que Vermilion le hubiese hecho algo a Katherine...apretó los puños-Sabes que cuentas conmigo, sabes que jamás te hubiese reprochado nada-añadió volviéndose para mirarla, y la encontró con los ojos llorosos como una niña pequeña arrepentida de una travesura antes de pedirle perdón a sus padres.

-Perdóname...-murmuró como había hecho esa tarde, Ed cerró los ojos y suspiró para luego plasmar una sonrisa en su rostro, le tendió la mano para que la chica se levantase.

-No te preocupes...-dijo a su vez abrazándola y reconfortándola con el abrazo, sintiéndola suya, sabiendo que era de él, de nadie más y no le pertenecía por que él la obligase, sino por que ella simplemente así lo deseaba y el día que lo dejase de hacer el rubio se haría a un lado para que la morena pudiese ser feliz-Pero déjame vengarme-pidió sonriendo y juntando sin el menor ruido las manos tras la espalda de la muchacha y creando con el líquido de su manga una pequeña botella de sustancia blanca.

-¿Cómo así?-preguntó Katherine separándose de él. El alquimista sonrió llevando a Osiris a la pared de la habitación volviéndola a abrazar, alzó la mano con suma discreción y lentitud para luego vaciar el contenido en la cabeza de su novia. Katherine abrió los ojos y la boca provocando que un poco de leche entrara en ella, la cerró de inmediato y tragó como si se tratase de veneno.

-Te voy a...-amenazó entornando los ojos-¡¡Te voy a matar enano!-añadió mirándose las manos pegajosas por la leche.

-Ejem...soy máas alto que tú.

-¡¡Muérete!

-Mátame-sonrió seductor Edward acercándose a ella con los brazos abiertos. La chica se dejó abrazar, y con la alquimia él la secó por completo antes de pasarle una mano, sin pedir permiso, por dentro de la camisa. Se soltó la coleta.

-Tú, pervertido, qué haces…

-Un hijo…

-¿Cómo? ¿Qué de qué?-lo empujó, y él se echó hacia atrás entre tropiezos. Cuando se detuvo, se pasó una mano por el cabello, que le caía por los dos lados de la cara, y puso una sonrisa que lo hacía verse irresistiblemente salvaje. El corazón de Katherine se aceleró de tal manera que hasta desde su posición Edward lo escuchaba, y la sonrisa se amplió.

-Bueno, ya soy mayor de edad, y a ti poco te falta. Y quiero ver una versión pequeña de alguno de nosotros dos…-y luego añadió:-y espero que no hagas ningún comentario al respecto sobre eso…

-No, no pensaba hacerlo…pero sí te iba a decir lo rematadamente loco que estás, que las hormonas te atacan a la cabeza, que…-veloz cual gacela, el rubio se abalanzó sobre ella y la atrapó entre sus brazos para besarla con contenida ansiedad- que me vuelves loca…

-Eso me gusta más-otro beso-, puedes seguir hablando.

-Que…se me corta el aire cuando veo tus ojos…

-Más…

-Que…no serías capaz de cuidar de un bebé.

-Sig… ¿Qué de qué?-repitió las mismas palabras de ella instantes antes, separándola un poco de sí aunque sin soltarla- ¿Por qué crees eso?

-Demasiado temperamental, a la mínima le harías alquimia para acallarlo.

-Bueno, ya será menos…Si no probamos, no sabremos, ¿no?-y de nuevo se unificaron en un beso. La mano atrevida del chico de nuevo se metió por la ropa de ella, sin que esta vez nada la detuviese. Buscó la ropa interior superior, y la soltó, luego le quitó la camisa, dejando a la chica desnuda de cintura para arriba. Ella comenzó a desabrochar los botones de la suya, sin dejar de besarlo, buscando con lujuria su lengua.

Poco después, la ropa de ambos estaba tirada por el suelo y ellos en la cama, los dedos de las manos entrelazados al igual que estaban sus almas, con una fuerza inquebrantable.

Varios días después, Edward se levantaba de la cama antes que Katherine, quien dormía plácidamente a su lado, para ir a hablar finalmente y en serio con Roy. Antes de eso se quedó contemplándola unos instantes, con miedo de tocarla para no despertarla, acariciándola por eso con la mirada. Al fin salió del cuarto, cerrando la puerta con suavidad, y se dirigió al despacho de Roy como llevado por el viento, demasiado metido en el pensamiento de qué le iba a decir como para detenerse a devolverle el saludo a quien le deseaba los buenos días. Al fin llegó frente a la puerta, tragó aire, luego la expulsó con fuerza y llamó con los nudillos de la mano. El general le hizo entrar, adivinando por el énfasis puesto en llamar que era él. Una vez dentro, le sonrió detrás de la gran mesa de roble, codos en ella y las manos entrelazadas, con la cara apoyada en ellas. Sonreía de forma maliciosa.

-¿Qué es lo que trae al alquimista más pequeño del planeta por este lugar?

-¡¿A quién le llamas enano que hasta un microbio podría aplastarlo!-exageró corriendo hacia el General y golpeando fuertemente el escritorio del mismo. Roy alzó una ceja y cerró los ojos.

-Que conste que yo no lo dije con esas expresas palabras -le dijo levantándose-…si no quieres morir incinerado saca tus pequeñas manos de mi escritorio.

-¡Muérete!

-¡¡Aunque sea mi ataúd va a ser mas grande que el tuyo!

-¡¡Cállate ya, General idiota!-juntó sus manos, convirtiendo una replica del caballo de Troya hecha en aluminio que tenía Roy en la mesa, en una espada; la apuntó hacia el moreno.

-El Enano de Acero quiere morir incinerado-canturreó el hombre y comenzó a lanzarle pequeñas llamaradas al rubio. Mientras Edward maniobraba talentosamente la espada cuando fallaba a Roy hacía añicos sillas y, en una de esas, las cortinas ya incineradas por el General. La puerta del despacho se abrió y tres personas dejaron de hablar animadamente para ver a los dos "hombres maduros" empujarse uno a otro, no se habían percatado de la presencia de ninguno hasta que una bala pasó rozando la oreja de Roy.

-Hermano, General ¿Crecerán algún día?-preguntó Alponshe desde el umbral de la puerta completamente estupefacto, al igual que Michelle y Riza.

-No, mi amor, eso es algo imposible-repuso la rubia pequeña sentándose en una silla que por poco se desploma por tener una de las patas traseras semi cortada, Michelle se levantó de golpe y les lanzó una mirada asesina a ambos hombres-Riza, ¡¿Cómo te puedes…enamorar…de ALGUIEN como ESTE…Dizque general que no hace más que estar tirando fueguitos por aquí y por allá!-la esposa del moreno bajó el arma y negó con la cabeza mirando a Roy-Cuando sepan hacer algo más que pelear… me avisan, voy a ver a Kat

-Está dormida

-Ed, últimamente duerme más que todos nosotros juntos, ¡que se despierte!-exclamó antes de salir dando un portazo.

-Vaya carácter que se gasta…-comentó el rubio pasando por alto lo que la pequeña había dicho.

-Y que lo digas…Roy, vengo a pedirte un favor, creo que mi hermano está aquí por las mismas razones que yo y que Michelle, bueno…ella estaba, ¡ya no está pero estaba! ¡¡Ustedes entienden!-los demás asintieron extrañados.

-¿Cuáles son esas razones, Al, ena…Acero?-preguntó quitándole la estatuilla, ya de nuevo caballo, de las manos a Edward. Alphonse agarró a su hermano para que no se abalanzara de nuevo sobre Roy.

-¡¡Queremos pedirte que nos ayudes a…acabar con Envy!-habló con algo de dificultad ante los forcejeos inútiles de su hermano, aunque, cuando el castaño terminó la frase, Edward se quedó tranquilo y asintió mirando al general el cual sonrió de forma sincera.

-Me alegra que esta vez me hayan pedido ayuda-Los Elric dieron por sentado que el alquimista de Fuego los ayudaría en su lucha contra el homúnculo resultante del hijo entre Dante y su padre.