Disclaimer: Los personajes de «Shingeki no Kyojin» le pertenecen a Hajime Isayama.
Sugerencia: Escuchar la canción de Eros Ramazzotti «La cosa más bella» en la escena final.
Aclaración: Este One-Shot participa en la #Dinámica_de_febrero #Seducción_en_San_Valentín de la página de Facebook Mundo Fanfic InuYasha y Ranma. Y en el evento «EreMika de San Valentín» de la página de Twitter esp_eremika
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Mikasa, gracias por existir
El sol irradiaba con un brillo increíble, el viento soplaba refrescando el ambiente, todos en el campus parecían estar felices. Ese sería un día inigualable.
Iba caminando por toda la Universidad. Llegó al jardín del edificio del área común de ingeniería. Ese día se había despertado tan animado que lo único que deseaba era encontrar a sus amigos para ingresar a clases juntos.
Cerca de la fuente, sentados en el césped se encontraban Armin y Annie. La pareja de rubios estaba estudiando, Arlert abrazaba a su novia por la cintura, ella tenía la espalda recostada sobre su pecho. Verlos así, juntos, le dio ternura, por un instante pensó en no interrumpirlos, pero debían ir a sus cursos. Él estaba tan feliz que quería comentarles que todo lo planeado ya estaba listo.
—Buenos días, disculpen la interrupción —dijo saludando a sus amigos.
—Buenos días, Eren. ¿Cómo estás? —preguntó Armin con una sonrisa—. Perdona que no te haya despertado, imagino que te acostaste muy tarde anoche, solo quería que descansaras un poco.
—No te preocupes, Armin. Sí me desvele, pero todo ha valido la pena —comentó con gran emoción tomando asiento frente a sus compañeros.
—Buenos días, Eren —murmuró Annie, quien seguía leyendo su libro—. Espero no hayas dejado ningún detalle en el aire. Debes hacerla sentir especial.
Eren pestañeó un par de veces ya que Annie no era muy expresiva. Cuando la rubia se enteró de la identidad de la chica que tenía ganado el corazón de su amigo y la conoció, estas se hicieron muy buenas amigas. Para Leonhart la amistad era un vínculo muy importante a pesar de ser tan reservada y selectiva. Siempre que encontraba una persona que de verdad se ganara su cariño la cuidaba y protegía con su vida. Ella no dudaría nunca del amor de Eren hacia Mikasa, pero quería asegurarse que este la tratara como ella se lo merecía.
—Annie, tranquila, todo está listo. Puse extremo cuidado hasta el más mínimo detalle —afirmó con mucha seguridad en sus palabras.
—Eso espero —balbuceó Leonhart después de levantar levemente la mirada para observar a su amigo.
—Cariño, confía en Eren, sabes que es un romántico. Sé que Mikasa estará encantada con la cena. —Armin abrazó más a su novia y le dio un pequeño beso en la mejilla, gesto que hizo que la rubia se sonrojara un poco—. Me imagino que la comida será deliciosa, Nicolo cocina exquisito.
—Oh, sí, sobre todo los postres. Le pedí que me hiciera el favorito de Mikasa, quiero que este primer San Valentín que pasamos juntos sea inolvidable —expresó con la mirada llena de brillo—. ¿Ustedes qué harán hoy?
—Eso no es de tu incumbencia —masculló Annie con el ceño fruncido. Eren se llevó la mano derecha hasta la nuca y comenzó a frotarla, su amiga era muy reservada eso lo tenía claro, pero él tenía mucha curiosidad, no lo iba a negar.
—Annie —musitó Armin acariciándole el rostro a su novia—. Eren es nuestro amigo, solo quiere saber —dijo otorgándole una cálida sonrisa a su compañero—. Nosotros iremos a un sauna, hace mucho tiempo le prometí a Annie que la llevaría y bueno —susurró con las mejillas algo sonrojadas—, este día era exclusivo para parejas. Haces primero la reservación, te acondicionan una sección privada para que puedas estar con…
—Armin —interrumpió Eren—, ya no digas más, entiendo —comentó mientras veía a Annie cubrir su rostro con el libro.
Sus amigos ya tenían un buen tiempo siendo novios, su relación era muy formal y estable. Eren sabía perfectamente algunos detalles íntimos que Armin le comentaba, como mejores amigos se contaban todo, pero entendía que para Annie escuchar ese tipo de conversaciones era un poco incómodo. Ella seguramente lo hablaba con sus amigas y no con el castaño por mucha confianza que se tuvieran.
—¿Dónde está Mikasa? —preguntó de repente Annie para cambiar la conversación.
—Está con Sasha. Me envió un WhatsApp temprano deseándome buenos días y me recordó que hoy tenían una práctica a primera hora de la mañana, así que la veré hasta la noche —respondió con un poco tristeza.
—Tranquilo, el día se pasa muy rápido —comentó Armin para darle ánimos a su amigo.
Eren y Mikasa llevaban poco tiempo siendo novios, pensándolo bien su relación se dio muy rápido. Ambos comenzaron a conversar la noche de Halloween, desde ahí su relación de amistad se hizo más fuerte. Jaeger ya tenía sentimientos por ella. Mikasa los desarrolló poco tiempo después con la convivencia que tenían. Ella misma le dijo el día que se conocieron que no sabía el por qué, pero Eren le daba mucha confianza.
Se hicieron novios en Nochebuena cuando Eren fue a su casa para pasar las fiestas con ella. Desde ese día el moreno está más feliz que nunca. Sonríe por todo, hasta se ha dedicado más al estudio, Mikasa es un genio, estar a su lado lo ha inspirado a dedicarse más, ha llegado incluso a comprender materias que antes le resultaban difíciles.
Esa noche sería su primer San Valentín juntos. Él se había esmerado tanto para que todo quedara perfecto. Estaba emocionado por sus mejores amigos, ellos ya tenían preparado un hermoso plan para esa fecha; lo estaba también por Sasha y Nicolo, ambos se habían hecho muy buenos amigos, estos iban a tener una velada muy romántica según tenía entendido. Todos desbordaban amor, eso era lo que se respiraba en el aire.
»—Eren —pronunció Armin para que su amigo volviera a la realidad cuando notó que este se había perdido en sus pensamientos—. Creo que deberíamos ir a clases, ¿no les parece?
—Claro que deberíamos. —Annie vio su reloj y se dio cuenta que tenían el tiempo justo para llegar al salón.
—Por supuesto, vamos —expresó Eren poniéndose de pie mientras ayudaba a su amiga a levantarse.
Los tres amigos caminaron juntos hasta el edificio. El día recién estaba iniciando y antes de cualquier celebración debían cumplir con sus responsabilidades como estudiantes.
La tarde estaba finalizando. Todos los estudiantes se habían retirado a sus dormitorios. En el edificio de las chicas dos amigas se preparaban para asistir a sus diferentes compromisos.
Mikasa y Sasha habían tenido un día pesado. Siempre que les tocaba salir a realizar prácticas terminaban tan agotadas que lo único que querían era tirarse en la cama y dormir por horas hasta que llegara el día siguiente, pero esa ocasión era diferente. Esa noche ambas celebrarían San Valentín con sus parejas, todo el cansancio que sentían pasó a un segundo plano, dándole luz verde a la emoción y el entusiasmo.
—¡Mikasa, te ves preciosa! Eren se va a quedar con la boca abierta cuando te vea —comentó la castaña al observar a su amiga maquillarse.
—Tú… ¿en verdad lo crees? —inquirió. Sus blancas mejillas comenzaban a sonrojarse por lo que su amiga le había dicho—. No piensas que me veo, no sé, algo simple.
—¡¿Estás loca?! ¿Simple? Es que acaso no te has visto frente al espejo, tal vez sí lo haces te darás cuenta de lo hermosa que luces. Cualquiera estaría pidiendo a gritos estar contigo. Eren tiene suerte de tener a una sensual mujer como novia —expresó con una sonrisa de medio lado.
La azabache sintió que su rostro ardía, Sasha siempre le recalcaba lo bonita que ella era, pero esa noche en especial quería verse preciosa. Era la primera vez que celebraba esa fecha con Eren como su novio y deseaba que todo saliera perfecto, sabía que él se había esmerado mucho en prepararle la cena. Lo mínimo que podía hacer era vestirse adecuadamente para que él la viera hermosa.
Mikasa había decidido utilizar un vestido negro strapless con escote de corazón, el cual se adhería a su cuerpo como si fuera una segunda piel, su estrecha cintura y sus anchas caderas le hacían resaltar su silueta de reloj de arena, dejando en evidencia lo bien definida que tenía su anatomía. El vestido llegaba arriba de sus rodillas permitiendo que se apreciaran sus contorneadas y largas piernas. De su cuello colgaba una gargantilla que Eren le había regalado la noche de Navidad cuando se hicieron novios, esta tenía un dije en forma de mariposa. Su espeso cabello caía suelto hasta sus hombros. En su rostro llevaba un maquillaje sencillo, en el que se acentuaban sus hermosos ojos.
—Tú también te ves hermosa —dijo Mikasa a su amiga, quien también se estaba esmerando en verse preciosa para su novio—. Nicolo será la envidia de todos en ese restaurante.
—Gracias, Mika —murmuró mientras delineaba sus labios con su característico labial rosa—. Deseo que esta noche ambas pasemos momentos especiales con nuestras parejas.
—Yo también deseo lo mismo. Le mandé un mensaje de WhatsApp a Annie para desearle buena suerte en su cita de esta noche. Armin la invitó a un sauna y bueno… ella lo estaba esperando con ansias. Seguro la pasaran de maravilla.
—De eso no tengas dudas. Te puedo asegurar que se va a sentir mucho calor en ese sauna y no me refiero a lo caliente pueda estar el lugar —arguyó guiñándole un ojo a su compañera.
—Sasha, en que cosas piensas —musitó Mikasa bajando la mirada por la pena que sentía gracias a las palabras en doble sentido que su amiga había expresado.
—Vamos Mika, ¿a qué crees que van a ir a ese sitio? A sentarse a charlar simplemente —expresó antes de verse por última vez en el espejo.
La ojigris no contestó, ella se había vuelto muy amiga de Annie y sabía algunas cosas que ella le había contado. También conocía las intimidades de la castaña, pero hablar tan abiertamente del tema la hacía sentirse un poco apenada, ella nunca había hecho el amor con Eren, no porque no quisiera, sino que el momento aún no se había dado. Imaginar que podría pasar cuando menos lo esperaba la hacía estremecerse por dentro. Sacudió su cabeza y pensó en otra cosa.
—Nicolo te dijo que pasaría por ti a las siete, ¿cierto? —cuestionó observando a la chica asentir tranquilamente—. No quiero apresurarte, pero solo faltan cinco minutos.
—¡En serio! Dios, por qué siempre me terminó de arreglar a última hora —esbozó con el ceño fruncido, aún le faltaba terminarse de acomodar el cabello.
—Contigo siempre es lo mismo —masculló Mikasa entre risas.
—No te burles —refutó su amiga, quien estaba contra el tiempo después de enterarse de la hora.
De repente un celular comenzó a sonar y no hacía falta adivinar que se trataba del de Sasha, era un mensaje de WhatsApp que Mikasa se encargó de leer, pues su compañera tenía las manos ocupadas terminando de meter algunas cosas personales en su bolso de mano.
—Dice que está en la entrada de los dormitorios y que por favor no tardes.
—¡Dile que ahora bajo! —exclamó la castaña desde el baño.
Mikasa ya se había acostumbrado a tener el papel de intermediaria entre ellos dos cada vez que iban a salir. Su amiga era mala con la puntualidad y su novio era todo lo contrario. Sonrió antes de enviar el mensaje que su compañera le había pedido.
»—Mikasa, me voy —se acercó hasta la azabache y la abrazó fuertemente—. Deseo que tengas una hermosa cena de San Valentín con Eren.
—Muchas gracias, tú también ten una maravillosa cena con Nicolo —dijo con una enorme sonrisa mientras le devolvía el abrazo a su amiga.
Ambas se separaron. Sasha tomó su bolso, se vio por última vez en el espejo, caminó hasta la puerta del dormitorio, la abrió y antes de salir le dijo unas últimas palabras a la ojigris.
—No me esperes, esta noche me quedaré con Nicolo. ¡Te veo mañana!
—Disfruta tu velada —expresó con alegría al ver que su amiga se veía tan hermosa y radiante por la noche que pasaría con su pareja.
Sasha se fue, ella se quedó sola. Suspiró, regresó hasta el tocador que tenían en la habitación para darle unos retoques a su maquillaje. Observó su celular que estaba sobre la cama y sonrió al darse cuenta que tenía un mensaje de su novio, se apresuró a responderle, dejó el aparato a un lado y se puso de pie para verse una vez más en el espejo.
Su cena con Eren sería a las ocho de la noche. Él le había dicho que pasaría por ella, pero Mikasa insistió en que llegaría en su auto hasta el lugar.
El moreno se había encargado de reservar una cabaña en un sitio que se encontraba al salir de la ciudad, no estaba muy lejos, eran aproximadamente 15 kilómetros. Por eso se había arreglado con tiempo para salir a buena hora y llegar puntual a su cita.
Tomó su bolso, las llaves de su coche, apagó las luces y salió del dormitorio. Cerró la puerta, recostó un instante su espalda sobre esta, dejando escapar un leve suspiro. Esa noche sería inolvidable, ella lo presentía y eso la hacía sentirse un poco nerviosa.
Retomó la compostura, el momento de ir hasta su destino había llegado, esa sería la primera de muchas noches de San Valentín que pasarían juntos. De eso sí estaba completamente segura.
Al pie de una colina se encontraba el lugar acordado. Era un pequeño centro turístico a las afueras de la ciudad; había un hermoso lago, un verde bosque que apenas se podía apreciar por las luces rústicas de los faroles de madera, durante el día se podían realizar diferentes actividades recreativas y por la noche lo ideal era encender una fogata. El sitio era precioso, ideal para pasar un fin de semana tranquilo, incluso podían tener una estadía en cualquiera de las cabañas que se encontraban muy bien acondicionadas.
La azabache bajó de su coche. Llegó a la entrada del bungalow que había reservado su novio para la cena del día de los enamorados.
Ella le había comentado a Eren que amaba la naturaleza y los lugares tranquilos, él quería complacerla, eligió un sito en el que ambos se sintieran cómodos, sobre todo uno en el que pudieran estar completamente solos.
Observó todo a su alrededor, quedándose con la boca abierta cuando se dio cuenta de lo hermosa que estaba decorada la cabaña. Desde las escaleras la estaba esperando un camino de pétalos de rosas rojas con veladoras aromáticas blancas, caminó despacio por cada escalón. Llegó hasta la puerta donde un exquisito aroma la estaba esperando. Suspiró, se preparó para tocar cuando alguien desde adentro se adelantó para dejarla pasar.
Mikasa sonrió e ingresó al lugar, percatándose que el mismo camino de pétalos de rosas seguía hasta la redonda mesa del comedor que se dejaba ver al fondo de la cabaña. Eclipsada por todo lo que estaba observando se quedó de pie, sin mover un solo músculo, hasta que una fuerte mano la tomó de la suya sacándola de su trance.
Jaeger llevó sus labios hasta el dorso de la mano acaba de tomar depositando en esta un delicado beso, gesto que hizo estremecerle la piel a su novia.
—Te ves preciosa —musitó acercándose a ella para hablarle al oído.
—T-tú también te ves muy bien —murmuró con las mejillas sonrojadas, su novio se veía muy guapo esa noche.
Eren también se había esmerado por vestirse a la altura para la ocasión. Sin ponerse de acuerdo, sino que por azares del destino ambos estaban vestidos de negro. El moreno usaba una camisa de botones manga larga y un pantalón del mismo color. Su cabello estaba recogido con una coleta. En su muñeca derecha como accesorio llevaba el reloj que Mikasa le había obsequiado para Navidad.
—Creo que nuestras mentes están tan conectadas, nos vestimos igual —dijo con una sonrisa. Le acarició la mejilla teñida por el rubor natural de su rostro y con ternura jaló de ella para depositar un tierno beso en sus labios—. ¿Quieres una copa de vino?
—S-sí, por favor —respondió la azabache mientras caminaba de la mano de su pareja hasta el comedor.
Eren la ayudó a sentarse, después, él hizo lo mismo para quedar a su lado. Descorchó la botella de vino tinto sirviendo un poco del líquido carmesí en dos copas. Le dio una a su amada y la otra la tomó él entre sus dedos.
—Brindemos por nuestra primera noche de San Valentín juntos, Mikasa…
—La primera de muchas —afirmó la ojigris uniendo su copa a la de su novio, llevó esta hasta sus labios bebiendo del delicioso sabor del vino añejado.
—¿Quieres un aperitivo? —inquirió el moreno ofreciéndole un poco de queso y embutidos a su novia, tenía preparada una bandeja con todas estas delicias reposando sobre la mesa.
—Sí, muchas gracias.
Degustaron las entradas en silencio, observándose el uno al otro con un poco de nerviosismo. Se bebieron rápido la copa, el dulce sabor de las uvas, del delicado líquido los ayudaba a relajarse.
»—¿Qué es lo que huele tan delicioso? —cuestionó Mikasa con curiosidad, el aroma se le hacía familiar, pero quería estar segura.
—Es lomo de cerdo horneado con salsa de hongos. Un pajarito me contó que es tu favorito —comentó después de ponerse en pie para ir por la carne que estaba en el horno.
—Imagino quién es el pajarito —masculló arqueando una ceja—. De casualidad, ¿la pareja del pajarito te ayudó a prepararla?
Eren dejó escapar su risa con fuerza, era claro que no podría engañar a Mikasa. No era que pretendiera hacerlo, pero quería por lo menos contarle después de comer que Nicolo había preparado la cena.
—A ti no se te escapa nada —expresó cuando llegaba a la mesa con la charola en la que se encontraba la carne—. ¿Cómo estás tan segura de que fue Nicolo el que me ayudó?
—Bueno… llevo mucho tiempo comiendo su comida, reconozco ciertos aromas que son muy característicos de él. Además, ese pensamiento me venía rondando en la cabeza desde que el olor llegó a mi nariz justo cuando estaba de pie en la puerta de la cabaña.
—Eres increíble, ¿lo sabías? —inquirió el moreno mientras servía la cena—. ¿Ensalada y puré?
—Sí, por favor —contestó con alegría—. Solo soy muy observadora. Se me hace fácil memorizar ciertos aromas.
—Entonces, espero disfrutes de esta deliciosa comida, buen provecho.
Los dos hicieron una pequeña reverencia antes de comenzar a degustar de sus alimentos. Eren sabía que el novio de Sasha cocinaba exquisito, pero esa cena estaba a la altura de cualquier restaurante cinco estrellas, era un manjar de dioses que deleitaba al paladar. Comieron y bebieron vino hasta quedar satisfechos.
Mikasa estaba feliz, se notaba que Eren había considerado hasta el último detalle para que ella se sintiera agasajada, todo lo que hasta ese momento le había dado era perfecto y, no solo se trataba de la comida sino de los dulces gestos que el castaño tenía con ella desde que llegó al lugar de su cita.
Eren se levantó de la mesa y se acercó al aparato de sonido que estaba en la sala, puso un poco de música, volvió al comedor y le extendió la mano a su novia para que ella lo acompañara.
Junto a la chimenea en una pequeña mesa de cristal se encontraban unas fresas bañadas en chocolate, un pastel de almendras y otra botella de vino. Se sentaron juntos en un enorme sillón para contemplar el fuego mientras degustaban de los postres.
—No me preguntes por qué, pero tengo la sensación de que tu idea es embriagarme —esbozó Mikasa con un deje de sarcasmo al recibir su copa.
—No es mi intención, pero si llega a pasar, no tienes que preocuparte, prometo cuidarte muy bien —dijo guiñándole un ojo—. ¿Quieres una? —cuestionó después de tomar una fresa cubierta de chocolate con su mano.
La vio asentir con la cabeza, Eren se la acercó hasta la boca. Mikasa cerró los ojos cuando mordía la fruta; lo dulce mezclado con lo amargo del chocolate era exquisito, quizá podría parecer simple, se trataba solo de una fruta cubierta, sin embargo, las fresas y el pastel de almendras habían sido sus postres favoritos desde que era una niña.
Eren tragó saliva cuando observó con que sensualidad su novia se deleitaba con la fresa, la veía disfrutar de su sabor. Sin querer comenzó a sentir que un calor le recorría por el cuerpo. Sacudió la cabeza, desviando su vista hasta la chimenea, no quería que ella se diera cuenta de su repentina reacción, si lo hacía, podría culpar al fuego que ardía.
—Están deliciosas —la escuchó decir cuando terminó de comerla—. Ten, prueba una.
—Gra-gracias —tartamudeó sin querer al recibir la fresa que la azabache depositó en sus manos—. Oh, sí, están muy ricas —masculló chupándose los dedos para quitar el exceso de chocolate que había quedado en ellos.
Mikasa no pudo dejar de ver la reacción de su novio cuando se comía el postre, lo que más llamó su atención fue su último gesto. Él se quitó el chocolate de la punta de sus dedos con la lengua. Estaba sintiendo sus mejillas arder, necesitaba más vino para relajarse, no era posible que una simple acción provocara ese tipo de sensaciones en ella.
—Me sirves un poco más —musitó con un tono de voz apenas audible.
—Luego no digas que soy yo el que quiere embriagarte —comentó sirviéndole un poco más del líquido carmesí.
—Prometo no volver a decirlo —indicó levantando su mano derecha a la altura de su hombro.
Eren rio con fuerza, se veía tan hermosa haciendo esa promesa. Con ternura se acercó hasta ella y la beso en los labios.
—Cuéntame, ¿cómo estuvo tu práctica? —inquirió curioso sirviéndose él también un poco más de vino.
Mikasa suspiró, le dio un sorbo a su copa, luego comenzó a relatarle cómo había estado todo su día. Eren la escuchaba atento, a medida que ella avanzaba con sus aventuras en la práctica él la veía con más amor. Estaba embelesado de su inteligencia y de lo preciosa que era. Se sentía feliz de tenerla a su lado.
La azabache terminó de hablar, después le pidió a él que le contara un poco de su día de clases, así como cada uno de los detalles de esa maravillosa cena que estaban disfrutando.
El castaño inició por su día, le comentó que pasó la mayor parte del tiempo con Armin y Annie. Le dijo que Leonhart lo había sentenciado con hacerle cualquier cosa si Mikasa no quedaba complacido con la sorpresa. Escuchar esas palabras llenaron de ternura a la ojigris, pues demostraba lo buena amiga que se había convertido para la rubia.
Después, relató todas y cada una de las ideas que tenía en mente para esa noche, le contó que todos sus amigos le habían ayudado. Ella agradeció internamente, ya que confirmaba que contaba con buenos amigos en su vida.
Siguieron conversando de muchas cosas más; de sus respectivas carreras, de su vida personal, de ciertos detalles que querían conocer el uno del otro.
Las fresas se fueron terminando, el vino se fue acabando, la charla pasó de algo formal a cosas triviales y graciosas. El poder del alcohol estaba haciendo su efecto, podían sentirlo ya que sus cuerpos estaban cada vez más relajados.
Eren quería beber un poco más. Se puso de pie y caminó hasta la cocina, sacó dos botellas, pero estas eran de champagne.
»—Mira lo que encontré —expresó con una enorme sonrisa en los labios al volver al lado de su amada.
—Si mezclo vino con esto —señaló Mikasa la botella con su dedo índice—, ten por seguro que perderé la conciencia.
—Te prometí cuidarte, tranquila —dijo antes de servir un poco de líquido espumante.
Mikasa sonrió tomando la copa con su mano. Sí alguien le daba seguridad en la vida ese era Eren, estando con él se sentía en paz... él era su hogar.
—Salud, mi amado.
—Salud, mi amada.
Brindaron uniendo sus copas y bebieron de su dulce contenido. La sensación era muy diferente al vino, pero no menos gratificante.
Al fondo la música sonaba, era una balada romántica, perfecta para bailarla con la persona que tanto amaban.
»—¿Bailamos? —cuestionó el castaño poniéndose de pie para darle la mano a su novia.
—Con gusto —respondió al tomarla para quedar frente a él.
Eren la sujetó por la cintura, pegándola a su cuerpo. Mikasa llevó las manos hasta su cuello y las entrelazó detrás de este, recostó la cabeza en su pecho, luego cerró los ojos. El moreno la guio con sus pasos lentos y marcados mientras disfrutaban la melodía.
Era un momento sublime. En una cabaña, junto a la chimenea se encontraban dos enamorados bailando despacio, regocijándose de cada matiz que la misma canción les marcaba. Eren acercó más a Mikasa a su cuerpo, envolvió su pequeña cintura con sus fuertes manos. Ella estaba tan relajada deleitándose del aroma que segregaba el pecho de su amado. Siguieron así, bailando un par de canciones.
—Te amo —susurró Jaeger en el oído de su novia.
—Y yo te amo a ti —musitó levantando el rostro de su pecho para verlo a los ojos.
Sus miradas se conectaron en un instante, el brillo que desprendían sus orbes era inexplicable, no necesitaban hablar, ambos sabían que era lo que estaban necesitando.
Eren pegó su frente a la de Mikasa, aspiró de su dulce aroma mezclado con vino y champagne. No pudo soportarlo más y decidió susurrarle algo cerca de los labios.
—Mikasa, te necesito…
Esas palabras fueron el detonante para que se cerrara la poca distancia que separaba sus labios. Con pasión y deseo comenzaron a besarse. Ella se aferró más a su cuello, él la apretó más contra su cuerpo. Ya no solo sus pasos danzaban, sus bocas también lo hacían en un interminable beso que pedía más.
Mikasa dejó morir un gemido en los labios de su pareja, cuando este la tomó de los muslos haciéndola que ella enrollara sus piernas alrededor de su cintura. Con cuidado caminó con ella hasta la habitación, con movimientos torpes y sin dejar de besarla encontró el interruptor de luz, lo encendió y el lugar se iluminó.
Cerró la puerta detrás de ellos, con toda la delicadeza del mundo la depositó sobre la cama. Era tan preciosa, sus mejillas ruborizadas, sus labios hinchados y esa respiración agitada que solo le confirmaba lo que él también tanto deseaba.
Se recostó sobre ella apoderándose nuevamente de sus labios, esa boca lo embriagaba más que cualquier vino o champagne, nunca un solo beso sería suficiente, siempre necesitaba más. Despacio bajó hasta su cuello para besarlo con delicadeza. Mikasa llevó sus manos hasta el cabello de su novio, enterrando ahí sus dedos, este pequeño movimiento hizo que su coleta saliera volando.
Lentamente, el moreno fue bajando la cremallera del vestido de la azabache, ella se dejó hacer sin poner pretexto, lo deseaba, estaba lista para entregarse a él en cuerpo y alma. Cuando la prenda por fin fue removida, tuvo que levantarse de la cama para poder observarla bien con su lencería. ¡Dios era perfecta!
Sus redondos y grandes senos, su estrecha cintura definida por los abdominales que se notaba hacía, su pronunciada cadera y finalmente, esas torneada y delicadas piernas.
Jaeger se mojó los labios al ver en sus ojos grises que lo llamaba con la mirada. Sin hacerla esperar un segundo más se despojó de sus prendas quedando solo con su ropa interior, igual como se encontraba Mikasa.
Eren regresó a la cama, pegó la espalda a la cabecera, tomó sus manos y la acercó a él, haciendo que ella quedara encima de sus muslos.
»—Te amo. Quiero que esta noche sea inolvidable para los dos.
Mikasa sonrió, se acercó hasta su oído y le susurró.
—Quiero ser tuya, Eren. Por favor, hazme el amor…
Él no respondió, la tomó por la barbilla comenzándola a besar con desesperación y pasión.
Bajó sus manos hasta sus pechos, con cuidado retiró la prenda que los cubría, cuando quedaron expuestos los aprecio, ¡eran hermosos! Los masajeo percatándose que su mano calzaba perfecto en ellos. La escuchó suspirar cuando él los acariciaba; bajo su rostro llevando su boca hasta uno de ellos, lo besó, después, pasó su lengua por su erecto pezón atrapándolo con sus dientes, con su mano apretaba el otro con firmeza. La azabache estaba perdida, cada caricia que Eren le estaba dando la volvía cada vez más loca, estaba demasiado excitada. Y ella también quería complacer a su amante.
Con un poco de timidez llevó su mano hasta la entrepierna del castaño, con sutileza acarició la zona, sintiendo sobre su pecho como él comenzaba a morderlo con desesperación con los dientes. Dejando a un lado el poco pudor que le quedaba metió su mano en la ropa interior de su pareja, frotando su miembro con delicadeza, los movimientos fueron suaves al principio, intensificándose a medida que Eren se retorcía más entre sus pechos.
El chico estaba tan excitado que tomó a Mikasa por los muslos, los apretó y cambió de posición con ella dejándola recostada sobre la cama con él encima de su cuerpo. Sin esperar más le arrancó la última prenda que le quedaba, él también se despojó de su ropa interior tirando ambas hacia un lado de la habitación.
Eren tomó la pierna derecha de la azabache y comenzó a besarla mientras llevaba su mano hasta su intimidad, con cuidado la acarició, regresó la mano hasta su boca lamiéndose los dedos índice y medio. Mikasa lo observó y recordó el momento en el que él se comía las fresas, era demasiada la sensualidad de esa acción que se mordió el labio inferior cuando sintió que esos mismos dedos se introducían en ella. Jaeger siguió con sus besos alrededor de sus piernas hasta que llegó a su vagina. Pasó su lengua por el clítoris al mismo tiempo que sus dedos entraban y salían de su amada. La vio disfrutar y gritar su nombre cuando se retorcía entre las sábanas.
Siguió ahí embriagándose más de ella, su aroma lo enloquecía, desde que la probó supo que sería como una droga para su vida. La observó arquear su espalda, dejando escapar un fuerte gemido cuando él bebía de sus fluidos. El orgasmo la había alcanzado, pero quería más, necesitaba más.
Sacó sus dedos y los lamió con su lengua. Se posicionó en medio de sus piernas, rozó su miembro sobre su muy excitada intimidad, con cuidado fue entrando en su cuerpo. Dejó caer los brazos al lado de sus hombros, besó su boca con pasión cuando estuvo completamente dentro de su novia. Era tan estrecha y exquisita que sentía que iba a enloquecer si no daba rienda suelta a todo su deseo.
Levantó su torso, Mikasa enrollo sus piernas a sus caderas permitiéndole un mayor acceso a su cuerpo. Las embestidas fueron haciéndose cada vez más fuertes. Las posturas cambiaban constantemente, ahora ella se encontraba encima de él con sus manos sobre su pecho.
Eren puso las manos en sus senos y los apretó con fuerza, ella hacía un vaivén con sus caderas, movimientos que hicieron perder la cordura al moreno. Las manos de Eren cambiaron de lugar tomando con firmeza sus caderas, marcando él, el ritmo que se acoplaba al con el que ella ya llevaba. Levantó su espalda de la cama y la escuchó decir una vez más su nombre, eso era lo más gratificante que alguna vez había escuchado, pues venía de los labios de la mujer que amaba. La misma mujer con la que estaba viviendo el momento más pasional y erótico de toda su vida, pero también el más espiritual de todos. Su alma se había conectado con la de ella y, en ese instante en el que el clímax estaba por llegar se habían fundido en una sola, haciéndolos una misma carne.
Mikasa ya no podía más, se dejó llevar por el orgasmo echando su cabeza hacia atrás mientras arqueaba la espalda. Eren dio las últimas embestidas con fuerza cuando al mismo tiempo que su amada tocó el cielo. Hacer el amor con su novia había sido eso, tocar el cielo con las manos.
Se recostó en la cama y la atrajo hacia él, dejándola descansar en su pecho. Sus respiraciones se escuchaban entrecortadas, sus corazones latían a un mismo ritmo. Ambos habían entregado su cuerpo y su alma, en ese acto de amor puro y sincero.
La ojigris levantó el rostro del pecho de su pareja, lo vio a los ojos y besó sus labios con delicadeza.
Eren la observó con ternura cuando ella se separó de su boca, él le acarició el rostro con amor.
—Mikasa.
—Dime, Eren —musitó con dulzura.
—Gracias por existir…
La abrazó con todas sus fuerzas antes de cerrar sus ojos. Esa sin duda había sido la mejor noche de San Valentín de toda su vida, sería algo que atesoraría por siempre y lo recordaría con todo el amor que sentía por la mujer que descansaba entre sus brazos.
Mikasa Ackerman era el amor de su vida y él se encargaría de hacerla feliz por el resto de sus días.
FIN.
Hola
¿Cómo han estado?
Quiero contarles que este One-Shot es la continuación de la historia de Halloween, por eso hace referencia a que ese día se conocieron, si quieren leerla la encuentran aquí en mi cuenta.
En esta oportunidad quería arriesgarme haciendo algo un poco más erótico. Desde hace mucho tiempo quería escribir una escena lemon para mis amados Eren y Mikasa, pero hasta ahora llegó la oportunidad. Creo que todo se unió para que esto pasara.
La canción en la que me inspiré, tiene una de las letras más hermosas que he escuchado y eso me ayudó mucho a que toda esta atmósfera se formara.
Espero lo hayan disfrutado tanto como yo.
Gracias a las páginas que siempre recomiendan mis historias, de todo corazón los amo mucho.
También gracias a cada lector que me acompaña en cada nueva aventura.
Estaré atenta a sus comentarios.
Nos seguimos leyendo muy pronto.
Con amor.
GabyJA.
