REALIDAD

—Ko-Kohaku—Gruñó desde lo profundo de su garganta, apretando sus caderas para que acelerará el movimiento sobre él, tanto que seguramente las marcas de sus manos quedarían impregnadas en su piel.

Llevaban un año y medio desde que se conocieron oficialmente esa tarde en el laboratorio y unos pares de meses que empezaron a salir oficialmente, sin la necesidad de decirles a sus amigos.

El eco de la combinación de gemidos envuelve la habitación del albino. La dueña de sus delirios sostenía con notable fuerza los hombros de él, dejando rasguños en su dermis, sintiendo su ceño fruncirse tembloroso mientras lo veía con fogosidad.

Faltaba poco para que ambos acabasen.

Desde su primer encuentro se llevaron bien, se podría decir que se volvieron rápidamente amigos, como si se conocieran de toda la vida. Compartían más gustos e intereses de lo que a simplemente vista parecían ser polos opuestos. La admiración que ambos tenían por la ciencia era un gran ejemplo.

Como la pequeña Suika, familiar cercano de Kohaku y aprendiz de Senku, había empezado a hacer sus prácticas universitarias de laboratorio en el centro científico de él y Kohaku solía acompañarla o ayudarla con los materiales de vez en cuando, fue inevitable encontrarse más de una vez en descansos o la cafetería del lugar y conversar de trivialidades. Sin mencionar las veces dónde, de forma intencional, Senku iba a buscarlas principalmente para guiar a Suika, aunque ocultando hasta para sí mismo ese extraño y envolvente interés que tenía por la rubia de ojos azules.

Los intentos fallidos de pronunciar el nombre de su amado, ocasionados por la respiración acelerada y el ahogo de sus jadeos hicieron estragos en él, quien la besó con desespero puro, callándola ferozmente, acercándola con rudeza de la nuca mientras cogía un puñado de cabello entre sus dedos.

Sus caderas se alzaron para entrar más profundo, más estrecho; tanto que no pudo soportar más el cúmulo de sensaciones en su vientre, corriéndose en su interior sin remedio mientras quejidos se ahogan en su garganta, llenándola por completo de su esencia con el corazón acelerado.

La fricción en su clítoris se hizo más intensa por el cambio de ángulo que, sumado a la sensación del pene empujando fuertemente entre sus paredes para luego llenarla de semen, hicieron que lo acompañará después. Se separaron del beso húmedo en un intento de recuperar el aliento, dejando un hilillo de saliva uniendo la punta de sus lenguas.

Poco a poco se fueron frecuentando más fuera de sus trabajos. Las salidas casuales con amigos que coincidentemente compartían no se hicieron esperar, como también reuniones más íntimas como visitar la casa del otro se hicieron recurrentes.

La fatiga que Senku padeció durante largos meses antes se fue desvaneciendo lentamente con el paso del tiempo, como si ella lo ayudará a relajarse de su exigente trabajo con la frescura de su personalidad, como si el ambiente al rededor cuando estaba con Kohaku fuera lo que necesitaba luego de tanto cansancio. Hasta su horario de sueño se reguló considerablemente, pues antes recordaba despertar en medio de la madrugada sin razón aparente, agotando sus energías.

Llenos de cansancio y aún con espasmos recorriéndolos por completo, ambos se dejaron caer sobre la cama jadeantes, ella encima de él con una mescla de sus fluidos desbordando de su unión.

Kohaku se sentía tan satisfecha y completa con esta sesión de sexo desenfrenado que, además de empezar a ser recurrente entre ellos gracias a su hambre voraz, podía sentir el vigor y las fuerza entrar por su piel. Fue tomada por sorpresa cuándo Senku se movió ligeramente mientras su erección bajaba, alargando deliciosamente más las sensaciones para ambos.

Lentamente sus amigos más observadores fueron dándose cuenta de la conexión que tenían. Si bien algunos eran discretos como Gen y Tsukasa, otros eran más escandalosos como Ryusui. Salvando las distancias de gente como Chrome que no veía algo más que amistad entre ellos.

A ninguno de los dos le importaba realmente cómo los vieran.

La respiración del albino se iba regulando en lo que recibía dulces besos en su cuello por su novia, casi echada en su pecho por completo.

Fue un día en la casa de él que sin previo aviso Kohaku simplemente lo besó como forma silenciosa de confesarse. La cabeza de Senku estaba tan llena de confusión que fue inevitable quedarse en blanco por un tiempo considerable, para cuando recuperó sus sentidos se encontró con la sorpresa de él mismo correspondiéndole el beso, con los ojos cerrados para disfrutar más la dulce sensación de sus labios, sosteniendo su hombro para que no se apartará y por primer vez en su vida, pensó que dejarse llevar por sus recién descubiertos sentimientos por la Leona—forma en como la llamaba desde que la conoció por su personalidad fiera y cabellos rubios—era una buena idea de la cual no se podría arrepentir luego.

Así comenzaron esa extraña relación.

Con sus ojos casi por cerrarse fue capaz de ver por un instante destellos una especie de recuerdo que no sabía que tenía, casi como una alucinación borrosa de un fondo oscuro y profundo con dos luces turquesas justo frente a él. Frunció el ceño por el pequeño ardor en su frente que cortó su visión, soltando un quejido.

—¿Pasó algo? —Kohaku lo miró preocupada al ver su repentina acción.

—No es nada— Negó ligeramente con la cabeza, sin despegar la vista del techo blanquecino— Solo que a veces tengo la sensación de que quizás tuve un sueño extraño que no logro recordar.

Y aunque las muestras de afecto y romance no eran muchas, pues no es algo que puedan esperar de ellos dos, increíblemente el deseo carnal y el contacto físico que se pedían entre ambos era algo que se encontró latente para su asombro. Casi como si sus cuerpos se pidieran el uno al otro con inexplicable apetito del cual no demoraron en caer, sintiéndose como si siempre fueron uno.

Unidos por un vínculo que no se podría explicar fácilmente y que las palabras no eran necesarias para entenderlo.

—No creo que sea algo importante— El aroma que desprendía ella al pasar sensualmente sus dedos por su pecho hasta llegar a su hombro lo termino de relajar, perdiendo la batalla para quedarse despierto— Solo hay que dormir...

Al verlo caer a los brazos de Morfeo plácidamente deseó seguirlo. Acomodándose sobre él se dejó ir con una sonrisa satisfecha que en definitiva iba más allá de lo sexual.

. . .

Realmente no sabía cuándo empezó todo o porqué él, pero lo que sí sabía era que no pudo sentirse más segura de su decisión.

Ishigami Senku tenía tantos aspectos que le gustaban que no sabía cuál era el mejor: su vitalidad, la fuerza de voluntad y la confianza en sí mismo irradiaron ante sus ojos con solo ver su figura imponente por primera vez en las noticias presentado su proyecto más reciente y ambicioso, tanto que la cegaron por completo.

Y lo único que pudo pensar fue que lo admiraba, que lo quería. Ese cosquilleo en su vientre bajo que tanto reclamaba atención y buscaba ser saciado lo deseaba.

Necesitaba un vínculo, uno que solo tendría con él.

Pues sabía que él era para ella.

Tanto que irremediablemente una conversación con su querida hermana mayor paso por su cabeza de forma fugaz.

Recordaba ese evento con gran tranquilidad, Ruri estaba aún estaba embarazada, acariciando suavemente su vientre de apenas tres dulces meses de momentos mientras compartían una tarde juntas, con algunos aperitivos en la mesa entre ellas y el sonido de la lluvia escabullirse hacia el interior de la casa.

—Espero que ese idiota de Chrome te esté cuidando bien— Se acomodó en su asiento, flexionando una de sus rodillas para descansar en una pose relajada— También espero que estés comiendo bien, ahora más que nunca debes alimentarte mejor. Mi sobrina debe nacer con mucha fuerza— Terminó con una ligera sonrisa, acercando una galleta a sus labios.

Ruri soltó una risita por sus palabras, claro que tenía en cuenta todo eso.

—Chrome nos cuida mucho, hasta diría que es un poco dramático a veces—Volvió a reír, recordando como actuó cuando vio la fuerte lluvia en la cuidad, casi enterrándola entre mantas y frazadas—También he... he estado comiendo bien—Dijo bajando la mirada algo nerviosa— Gracias a eso mi niña crece muy bien—Sin alzar aún la mirada, jugueteaba con el anillo en su dedo anular, sonriendo sin poder evitarlo.

Kohaku la vio con ojos enternecidos, hasta que recordó algo que quería preguntarle un poco emocionada.

—¿Y cuándo harán la primera ecografía? Realmente me gustaría acompañarlos, pero sé que es personal jaja...— Le emocionada todo lo que tenga que ver con su futura sobrina, era por eso que las visitas a la casa del matrimonio se hacían cada vez más frecuentes. Hasta Ruri estaba pensado darle una llave.

La vista de Ruri se alzó para mirar a su hermana por la pregunta. Tomó con cuidado su taza de té aún humeante de la mesita y bebió un sorbo, alejándola sin soltar la taza para calentar sus frías manos.

—En esta semana, ya sacamos una cita y será este viernes en la tarde. Chrome quería que sea antes, pero tenía trabajo en el laboratorio, está impaciente por saber el sexo del bebé— Rio dulcemente por la ingenuidad de su marido—Me dijo que le gustaría que sea un niño primero, pero está más que asegurado que será una niña— Acarició su vientre, segura de sus palabras— Aun así podrías venir por la noche y te muestro las fotos— Terminó risueña.

—¡Ja! ¿"Un niño primero"? — Preguntó con sorna— ¿Cuántos hijos piensan tener? Por mí no habría problema, una casa llena de pequeñas a cuáles cargar y ser de tía consentidora sería un sueño. — Dijo embobada por el escenario en su cabeza y algo burlona para ver la reacción de su hermana, quién el rojo llenaba sus mejillas. Un poco extraño teniendo en cuenta quién era. —Y claro que quiero ver las fotos apenas lleguen de su cita.

En vista de a dónde se estaba dirigiendo la conversación, Ruri decidió sustituirlo y que mejor que por un tema que rondaba en su cabeza con insistencia desde hace ya mucho tiempo.

—Kohaku— Recupero su semblante sereno y hasta preocupado, llamando la atención de su hermana— ¿Y no has pensado unirte a alguien? Creo que ya es el momento...

Kohaku se quedó callada sin saber que responder, a pesar de que tenía la boca abierta con la intención de soltar palabra ninguna oración coherente se formulaba en la cabeza. Cerró sus labios dudosa y evitó la mirada de su mayor. Sabía que no podía seguir evadiendo el tema, no cuando su interior también lo pedía.

Pero ya no más, la respuesta que necesito en ese momento ahora la tenía claramente frente a sus ojos.

Quizás más cerca de lo que esperaba.

. . .

Cuando se presentó por primera vez en sus sueños no puedo quedar más maravillada. Esos profundos ojos carmesí que, a pesar de no querer demostrar la mezcla de angustia y emoción, eran tan claro para ella. Nada le era indiferente en su mundo, nada puede esconderse cuando son sus propios orbes los que indagan en el destello de expresión de su presa, ni siquiera sus pensamientos.

Miles de combinaciones de las proyecciones de su subconsciente viajaban directamente hacia ella por la oscuridad del sueño, muchas de ellas incomprensibles por su velocidad a causa de la adrenalina del momento más viniendo de alguien como Senku, aunque podía rescatar dos únicas cosas que la emocionaban más de los que imaginaba: el miedo inminente y la excitación culpable por el peligro que podría correr.

El cosquilleo en su garganta y la humedad en su centro aumentaron hasta hacerla temblar. Fue su exaltación que hizo que el embriagante aroma que desprendía sus pieles inundará el espacio. La esencia llegó hasta el hombre que era incapaz de reaccionar, penetrando hasta lo más profundo de su dermis para alterar sus sentidos. Su corazón se aceleró tanto que podía escucharlo en sus oídos, sus pupilas se expandieron emocionadas, la dureza de su pene pareció palpitar desesperado y los cosquilleos en su espalda baja lo hacían estremecerse. Todo para acepte, para que sucumba ante sus deseos más irracionales y primitivos, los cuales la tenían tan ansiosa. Imaginar su longitud en su interior, llenándola y bombeando con salvajismo generaba que de forma inconsciente junté sus muslos con frustrante insistencia.

Sin poder esperar un segundo más decidió acercarse hacía él movida por sus impulsos, hasta que algo cambió.

Se detuvo de improviso sin ser capaz de avanzar un solo milímetro en medio de la oscuridad que los separaba. El desorden de pensamientos que sobre ocupaban la mente del albino se convirtió de golpe en un hilo claro y conciso que solo llevaba una idea.

"No te acerques, no quiero"

La sorpresa y desconcierto se apoderaron de ella, tan rápido como la interrupción descubrió la razón de este desafortunado exabrupto que le impedía continuar.

Claro, esto no iba a ser nada fácil, que tonta fue. Esa fuerza de voluntad bendita que tanto la cautivo desde el comienzo jugó completamente en su contra. No podía esperar menos de alguien como él e inexplicablemente eso le encantaba. Ese juego para ver quién tendría mayor control le interesaba y claro que lo ganaría.

Por ahora lo dejaría pasar, aunque con un poco de frustración.

Sonrío con los ojos mirándolo frente a frente a modo de despedida, antes de desvanecerse junto al mundo que creo únicamente para ellos.

Fue gracias a ese encuentro que se pudo formar un delgado vínculo entre sí, uno donde solo ella era consciente de este. Permitía verlo cuando quisiera estando o no despierto, examinando su comportamiento y conociéndolo a fondo, pues sus ojos no lo dejaban ni cuando estaba sólo en la privacidad de su casa, ni dejaban de imaginar cómo sería la unión de sus sexos. No iba a dejarlo ir por nada.

Poco a poco mientras avanzaban los sueños la gran rigidez de voluntad que iluminaba al científico iba debilitándose entre respiraciones pesadas y escalofríos por la espalda causadas por algo más que angustia, cayendo lentamente al deseo embriagante de forma instintiva por su cuerpo y mente, que intentaba ignorar todas las sensaciones que lo poseían al despertar, fracasando en cada oportunidad.

Aunque no lograba que su seducción sobrenatural lo desespere y lo orille a auto satisfacerse por más duro y adolorido que lo deje después de sus encuentros, no podía evitar sonreír al saber que entre sus pensamientos más oscuros y recónditos en su subconsciente lo considerará junto a sesiones explícitamente salvajes dónde ellos eran protagonistas; todo mientras en la realidad ella se empujaba deliciosamente tortuoso sobre él presionando el bulto firme en sus pantalones con su centro húmedo y palpitante, inmovilizándolo hasta desvanecerse cual viento, llevándose consigo la grata sensación de ligera saciedad.

Su fuerza vital cada vez más le pertenecía.

. . .

—Aunque estás a mi merced, ¿Sigue habiendo una parte de ti que se resiste?

La ira corrió por todo su cuerpo desde el interior hasta la punta de cada una de sus extremidades. Luego que por fin pudiera manifestarse por completo ante él, poder tocarlo, llenarlo de placer con sus caricias, saber que ya está dispuesto de compartir esta unión con ella y aun así al probar su sangre, caliente y excitada, que goteaba entre sus filosas garras saber que muy dentro de sí había algo que lo hacía dudar continuar la enfurecía a más no poder. A pesar de todo el tiempo que tomó llegar hasta aquí, todo el esfuerzo que invirtió, todas las noches de frustración sexual desesperante que tuvo que pasar, por todo eso y más no iba a retroceder, le demostraría a su sangre que caer ante los deseos más bajos sería la mejor decisión que pudiera tomar nunca.

Solo el verlo intentar retroceder tembloroso la sacó de sus casillas y sin contener su fuerza se abalanzó a él, aprisionándolo con rudeza hacia el colchón, mirando directamente esos ojos carmesíes, la expresión que le dio en ese momento es una que jamás olvidará.

Para intentar calmar sus impulsos, acarició delicadamente los hombros con las yemas de sus dedos rozando levemente con las uñas su piel hasta rodear a su delgado cuello, sintiendo a través de su toque el bombear alocado de su corazón. Niebla oscura creada a partir del ser interior de su presa que fue capturando entre sus acercamientos anteriores emanó de sus palmas, tomando la forma de un collar parecido al suyo. Del centro, justo adelante de su manzana de Adán, se manifestó una cadena brillante que iluminó sus orbes.

—Fascinante...—Susurró para sí misma, no pensó que sería así de sólida teniendo en cuenta esa máscara de rudeza y rechazo que tenía su dueño. La emoción remplazó de inmediato la ira. Sonreía embelesada mientras acariciaba con delicadeza el metal en sus dedos, no faltaba mucho para la definitiva conexión.

Tensó su agarre con la cadena de improviso. Sintió el cosquilleo en su garganta y piel debajo de su propio collar intensificarse, su cola dibujaba ondas en el aire de la impaciencia. Podía percibir como poco a poco el calor avanzaba por los anillos del metal.

—¿Qué e-? ¡AH~! —Se posicionó justo arriba de su miembro brillante por el líquido pre seminal que lo bañaba, callándolo con un gemido.

—No es algo que necesites saber. Solo disfruta el momento, sé lo que hago.

Aún si llegará a saber quién era o qué era cada aspecto dentro de sus sueños, no le serviría de nada. Ahora todas esas conjeturas que gobernaban sus pensamientos no eran más que inútiles, haría que su mente se vacíe y que el deseo carnal tenga el control de sus acciones.

Por qué faltaba nada para lo que esperó desde la primera vez que lo vio, por qué sabía qué serían uno, por qué se complementarían para nunca separarse.

Y ese momento había llegado.

Los saltos sobre el pene erguido y necesitado eran cada vez más salvajes, podía sentirlo llenarle con violencia entre sus paredes estrechas y húmedas. Podía sentir a través de su toque lo tanto que disfrutaba los estímulos que ella le propinaba, tan o más vividos que en la realidad. Como entrecerraba los ojos, soltando quejidos sin retenerse y alzando sus caderas para ir más profundo en su interior y extender sobrecargas de placer era más que satisfactorio de ver, pero podía ser mejor. La fragancia hipnotizante que liberaba saturó sus fosas nasales, pues sabía perfectamente que eso elevaría su lívido a niveles inalcanzables.

Quería todo de él, quería que su semen la llenará, quería que sea de ella y solo de ella.

¡Lo quería ya!

Tiró fuertemente de las cadenas que pronto los uniría enrollando la mitad en su puño para obligarlo a sentarse sin detener en ningún momento sus embestidas. Sus uñas se hundían abriendo la piel de sus hombros, rasgándolas hasta llegar a su pecho inquieto y demandante de aire por su respiración irregular. Saboreó la sangre que brotaba de sus heridas en carne viva, muy cerca de terminar. Las corrientes se agruparon en su vientre y una ligera risita escapó de sus labios. Acercándose a su oído y en un susurro lo declaró suyo y de nadie más.

Solo se tendrán para ellos y solo se buscarán entre ellos. No hay marcha atrás.

Las cadenas se fundieron en una, conectándolos para siempre.

Sintiendo el semen de su primera eyaculación caer caliente y con suavidad entre sus muslos, acumulándose en el propio abdomen de él. Aún con pequeños espasmos y luchando por mantener sus ojos abiertos lo vio rendido en la desordenada cama de su habitación, con los mechones de cabello pegándose por el sudor a su frente y cuello, jadeando en búsqueda de regular su respiración aún sin capaz de moverse.

Y entre parpadeos de su reciente visita al mundo de los sueños admiró los destellos del metal brillar por la escasa luz de la luna llena que lograba escabullirse entre las cortinas, enlazándolos desde el centro de sus clavículas. Sonrío con gracia a pesar del cansancio.

Con mucho cuidado se inclinó, sus uñas dibujaron en él las marcas que dictaban que era solo de su propiedad a cualquiera de su misma clase.

Finalmente obtuvo la saciedad que tanto anheló para calmar su inquieta garganta y los más profundos de sus feroces impulsos para luego marcharse de la habitación cual humo, tal y cómo llegó.

. . .

Luego de revisar su teléfono y notar un mensaje de Chrome que le pedía que por favor fuera al laboratorio donde trabajaba para que pueda traerle unos papeles que dejó en su estudio puesto que Ruri no podría hacerlo por su bebé, rio divertida. Fue más rápido de lo que imaginó.

—Voy saliendo, Ruri-nee—Bajaba las escaleras con la carpeta en sus manos dirigiéndose a la puerta principal.

—Mucha suerte— Ruri salió a verla irse con su pequeña dormida en sus brazos. Sus finos cabellitos rubios se asomaban entre la cobija que la cubría y sumados a sus mejillas rosadas y redondas le daban hasta un aspecto angelical.

Las hermanas se miraron sonriendo por un par de segundos antes que la menor empujará la perilla. Cambiando su atención al bultito, acarició su frente con suavidad enternecida.

—Ya vuelvo, Yumei. Vendré con buenas noticias—Dijo antes de cerrar la puerta tras suyo para dirigirse a su destino.

Ahora, en el umbral del laboratorio, podía ver el pánico inyectados en los ojos carmesí que la miraban con intensidad desde su llegada. Su mente luchaba por encontrar respuestas a la figura frente suyo, podía escuchar el latir violento de su corazón desenfrenado y millones de preguntas pasar dentro de sí.

—¡Oh! Creo que no nos han presentado, mi nombre es Hizashi Kohaku— Se acercó unos pasos a él, satisfecha de sus reacciones— ¿Nos hemos visto antes...?—Jugueteó con él.

El brillo de los fugaces recuerdos de sus intensas fantasías y su forma real, fueron dispersados tan pronto lo vio levantarse sobresaltado de su asiento, con ese destello en sus ojos cambiar por haberla reconocido. Dejándolo con la insatisfecha sensación de haber olvidado un sueño apenas uno despierta de sus horas de descanso. No tenía que saber más de ella de lo que debía.

—¿Estás bien?—Preguntó con falsa ignorancia.

—Ah, sí. Disculpa— Las yemas de sus dedos tantearon las líneas de las marcas en su frente que solo los que son como ella pueden ver. Su mirada estaba dirigida a otro lado con el ceño ligeramente fruncido como si quisiera recordar algo. Fueron pocos los segundo que le tomó para recomponerse y regresarle la mirada— No nos hemos visto antes, mi nombre es Ishigami Senku.

. . .

—Senku... ¡Senku!

Sus sentidos se fueron despertando lentamente entre llamados a su nombre y ligeros movimientos en su hombro. Aún sin abrir los ojos pudo notar la luz del nuevo día iluminar su espacio. El frío acariciar su piel lo hizo consciente de su desnudez y de los recuerdos de la noche anterior.

Ambos echados en su cama, desordenada y con piezas de sus ropas olvidadas por la necesidad estar piel con piel con su Leona.

—¿Qué hora es?...— Dijo con voz rasposa, casi en un murmuro entre el sueño y cansancio, intentando abrir poco a poco sus ojos a pesar de la pesadez en sus párpados. Su boca y garganta estaban tan secas que las palabras salían graves y arrastradas.

—Son las nueve— Volvió a sentir su suave toque, esta vez bajando por su clavícula. Cuando por fin dejó admirar su rojiza mirada lo primero que enfocó su visión fue a la dueña de la voz y responsable de ese estúpido latir en su pecho, acostada de lado mirándolo con una sonrisa. Su cabello, más desordenado que de costumbre, hasta lo haría reír si no fuera por lo tan adolorido que estaba.

Francamente tenía el cuerpo hecho mierda, aunque no es como si no hubiera disfrutado el proceso para que termine tan entumecido, cubierto de arañazos en los hombros que le generaban un ardor placentero al moverse o por el pasar del viento, acariciándole las heridas. Demasiado agotado que le encantaría fusionarse con sus sábanas por el resto del día.

Pero claro que eso no iba a pasar.

—Vamos, por fin despertaste— Vio como se sostenía con su antebrazo para ir levantarse— Me prometiste que el fin de semana me ayudarías a practicar para mi examen de manejo y ya es fin de semana. Es mejor ir en la mañana por que no hay muchas personas, además que es tranquilo y...— Mientras Kohaku decía los planes que tenían para hoy fue sentándose en la orilla de la cama, peinando con los dedos sus cabellos rebeldes.

Dejo de escucharla bien puesto que su visión ahora era ocupada por el inexplicablemente bello panorama de su fina y sensual espalda. Algunas marcas en tonos púrpuras y rojos se exhibían en la piel blanca de su cuello, trazando caminos hasta sus hombros que sabía que seguían por sus pechos. Siguiendo el sendero de su columna, pasando por su estrecha cintura se encontró con el inicio de sus anchas caderas, adornada por unos pequeños hoyuelos.

De pronto su vista se nubló, convirtiendo ese hermoso cuadro de su espalda en una imagen sacada de la imaginación más fantasiosa y lúgubre: unas alas con apariencia de murciélago salían de sus omóplatos, una cola delgada y oscura se movía inquieta justo por debajo de sus hoyuelos; bastó pestañear un segundo después para que la imagen desapareciera frente suyo. Pensó que quizás seguía medio dormido, pero que esta misma "visión" se esté repitiendo otra vez no hace más que generar intranquilidad en su pecho.

"Debe ser el cansancio" pensó.

"Es por qué no he comido aún" continuó.

"La vez pasada también sucedió al despertar. Son solo los pedazos restantes de mis sueños" intentó convencerse.

—Tomaré un baño después—Escuchó decir— Ahora iré a buscar algo a la cocina— Pudo apreciar como Kohaku se colocaba unas bragas negras que tomó de la cama, aun dándole la espalda— Aprovecha y entra tú— Caminó mientras estiraba sus brazos por encima de la cabeza al marco de la puerta, lo miró por un instante, regalándole una sonrisa risueña antes de irse. Ignorando por completo la confusión en los orbes del albino, quién volvió a ver la cola menearse divertida hasta perderse fuera de la habitación. Con fastidio y molestia contenida empezó a sobarse lo ojos con el ceño fruncido, sentándose en la ahora solitaria cama.

—Está bien— Musitó, a sabiendas que no lo escucharía.

Con pasos pesados y con la cabeza mirando el piso llego a su destino casi robótico, cerrando la puerta tras de sí. Se paró frente al lavabo, una de sus manos masajeaba los músculos tensos de sus hombros en lo que la otra abría la llave del grifo.

Subió la cabeza, entreabriendo los ojos que no recordaba haber cerrado, para verse en el espejo.

Se tensó al instante, su mirada se abrió a más no poder al ver su reflejo.

Marcas profundas pasaban por su frente, terminado por abajo de sus ojos. Casi escondidas entre sus cabellos desordenados se asomaban. Los finales toscos y puntiagudos que se dibujaban en él lo aturdieron. El palpitar de su corazón enloqueció y su piel se puso de gallina. Tan rápido como lo notó, su cuerpo reaccionó solo y tomó un puñado de agua para estampársela en la cara como un medio desesperado para despertar por completo.

Fue cuando levantó otra vez la mirada al espejo, sin poder contener su respiración pesada, que vio unos ojos azules intensos en el reflejo a su costado, mirándolo directamente. Volteó lo más veloz que pudo aún con el bombear de su sangre retumbando en sus oídos, solo encontrándose con las frías mayólicas blancas de la pared vacía, en un silencio tan envolvente que lo único que era capaz de escuchar era el caer continuó del agua y los tarareos tranquilos de Kohaku, como en cualquier día normal.


Realmente no tenía pensado hacerle una continuación a este fic, pero al final encontré cosas que quise explicar un poco más y que mejor que con la perspectiva de Kohaku c: Aún dejé algunas más para que se loqueen un rato.

¡Gracias por leer!