I will protect you

Esa noche en medio de una aparente quietud, las cosas permanecieron tranquilas hasta que aparecieron varios Deviants, aunque uno en especial representó gran dificultad para los Eternals, al parecer se trató de una emboscada, Thena por unos momentos perdió la noción de la realidad a causa del Mahd Wy'ry, pero, alcanzó a reaccionar justo a tiempo antes que uno de los enemigos diera un golpe letal a Gilgamesh, consiguieron la victoria, pese a los peligros que enfrentaron, el inconveniente fue que Druig recibió heridas de suma gravedad, por lo que fue notoria la preocupación de Ikaris, quien se encargó de atenderlo, ese comportamiento no pasó desapercibido por ninguno de sus compañeros, ¿desde cuándo se formó un lazo tan especial entre ese par si antes se la pasaron discutiendo? Ninguno supo acerca de ese amor creciente entre los dos, sin embargo, empezaron a sospechar luego de verlos tan apegados, no obstante, nadie realizó cuestionamientos, lo importante era cuidar al menor, a ayudarlo a recuperarse, ya que unidos podrían evitar la aniquilación de la humanidad. Mientras tanto, Sersi fue en busca de Phastos, quien en un comienzo se negó a abandonar a su familia, más después de hablar con su esposo, accedió a ir con ellos. Luego de acudir al Domo, se reunieron con Makkari, poniéndose de acuerdo para asegurar el bienestar de las personas, ya que a su modo guardaron aprecio a este mundo que se convirtió en su hogar. Cuando llegó el momento del surgimiento, todos unieron sus fuerzas, la nueva líder del equipo convirtió al Celestial en piedra, gracias que Druig lo puso en un apacible sueño, más gastó sus energías, dejándolo agotado, por lo que durante días yació inconsciente, recuperándose de lo sucedido, en cuanto abrió los ojos pronto fue percatándose de la presencia del mayor, encontrándose a su lado, recostado, en silencio, lo contempló, nunca creyó sentir sentimientos tan abrumadores por alguien en especial, pero, helo aquí mismo sin imaginar encontrarse lejos de él. Era extraño como cambiaron sus interacciones, de estar peleando en el pasado a causa de sus diferentes perspectivas, ahora avanzaron hasta que se vieron envueltos en medio de un romance inesperado. Algo adormilado, empezó a acurrucarse en el pecho ajeno, después de unos minutos, el otro Eternal despertó, viéndolo con una sonrisa leve.

—En verdad me preocupaste, lo sabes, ¿no? Te dije que tuvieras cuidado, Druig. —no lo culpó de lo sucedido, pero, esos días verlo herido le angustió, su faceta protectora salió a flote de manera inevitable, ya que se preocupó del estado del menor, el chico que sin proponérselo terminó adentrándose en lo más profundo de su corazón, con él dejó de ser un soldado leal y dispuesto a seguir los mandatos de Arishem sin importar las consecuencias, en estos instantes lo más importante era que estuvieran juntos, disfrutar de su compañía.

—No puedo controlar mi entorno, Ikaris, es lindo ver que te preocupes por mí, señor todo lo puedo.—dirigió su diestra a la mejilla ajena, dándole suaves caricias, dejando un pequeño beso. Pensar que en el pasado creyó que siempre iban a encontrarse distantes, su relación trascendió a una de pareja, suspiró leve entre sus labios, mientras rodeó los brazos alrededor de su cuello, buscando estar lo más cerca posible.

—Tienes razón, pero, inquietaste a todos, en especial a mí, de repente te desvaneciste en el suelo, creo que debo darte una lección, pequeño, Druig.—susurró en su oído, mordiendo leve el lóbulo, arrebatándole un jadeo al contrario, quien mostró una sonrisa con un toque ligero de diversión, así que eso planeaba el mayor, por su parte no planeó oponerse.

—Tal vez… ¿en qué consistiría el castigo, Ikaris?—en un afán de provocarlo empezó un recorrido de besos húmedos en la zona de su clavícula, dichas acciones surgieron efecto en el mayor, soltando uno que otro gruñido por lo bajo, ¿cómo no reaccionar a sus provocaciones? Imposible de resistirse si él representó lo que más anhelaba tener.

—Eres un travieso, Druig, digamos que lo irás descubriendo conforme vayamos avanzando.—respondió en un tono tenue a la vez que comenzó a retirar las prendas de ropa de ambos hasta dejarlos desnudos, quedando en las mismas condiciones, durante unos momentos contempló la figura de su pareja, que ganas de marcar esa pálida piel, pero, tendría que ir despacio, no pretendió lastimarlo, se tomaría su tiempo para llenarlo de caricias, besos... por su parte, un tinte rojizo se hizo visible en las mejillas ajenas, casi imperceptible al quedar expuesto ante el otro Eternal, por inercia cubrió con sus manos su cuerpo, sin embargo, el contrario lo detuvo.—no tienes de que avergonzarte, resultas digno de admirar.—dejó un suave beso en sus labios, intentando transmitirle confianza, a la vez que lo agarró de la cintura con firmeza.

—No lo puedo evitar... es la primera vez que estoy con alguien de esta forma, Ikaris, yo…—pronto fue callado al sentir de nuevo los labios adversos encima de los suyos, de inmediato sintió como se derritió ante el toque, correspondiendo el contacto, dicho gesto adquirió más intensidad, entrelazando ambas lenguas en una grácil danza, percibiéndose lo que los dos desearon continuar en medio de esas cuatro paredes.

—Lo sé, pero, tranquilo, haré que sea especial, lo prometo, antes… quiero decirte que voy a protegerte porque te has convertido en lo más valioso que tengo, Druig. —expresó en son de cariño, sus manos no tardaron en brindar caricias en el cuerpo ajeno, delineándolos con la yema de los dedos la piel a su alcance, se inclinó lo suficiente, dirigiéndose hacia la zona de su pecho, sin previo aviso recorrió con su lengua esos pezones, lamiéndolos, succionándolos, logrando estremecer al otro.

—No sabía que podías ser tan romántico, Ikaris, está bien, sé que lo cumplirá, pero, continúa…—leves suspiros salieron de sus labios, no queriendo quedarse atrás, con una de sus manos empezó a estimular la intimidad ajena, lo cual desencadenó que Ikaris sonriera de forma algo altanera, sin más, el mayor lo atrajo, acercándolo a su erección, causando que Druig hiciera la suposición de lo que tramaba que realizará.

—Ya que andas tentándome así… ¿por qué no te haces responsable, Druig? —alzó el mentón ajeno para establecer un contacto visual directo, en un ágil movimiento guió al contrario a que le brindará atención a su duro miembro, el cual palpitó de la excitación, sin recibir más indicaciones, él introdujo su pene dentro de la cavidad bucal, dándole lamidas constantes, simulando una serie de estocadas al meterlo y sacarlo varias veces, con las manos brindó caricias en sus testículos. Continuaron de esa manera durante unos cuantos minutos hasta que Ikaris liberó su esencia en la boca ajena, de inmediato Druig se tragó esa sustancia, relamiéndose los labios, aunque unos rastros yacieron en su rostro.

—Que erótico… ¿preparado para lo que sigue? —sin darle oportunidad de contestar, metió dos dedos en su boca, el menor imaginó de que se trataba por lo que no demoró en lamerlos, cuando Ikaris notó que fue suficiente, los retiró, colocándolos en la zona trasera, tocó su trasero, estrujándolo con cierta dureza, en un impulso optó en darle un par de nalgadas, arrancándole un pequeño grito de sorpresa.

—Lo estoy, pero, eres un pervertido, Ikaris…—mordió su labio inferior al notar que un digitó entró en su interior, comprendió que era con el fin de acostumbrarlo para el paso a continuación, momentos posteriores introdujo el segundo, llevando a cabo movimientos circulares, la temperatura fue en aumento, pronto los retiró, mientras se posicionó en su entrada, de un instante al siguiente entró en una sola estocada, abriéndose paso en ese interior estrecho, las paredes internas apretaron de una manera deliciosa su pene.

En el caso de Druig, en un inicio sus ojos se pusieron húmedos, pero, al acostumbrarse a la intromisión, llevó a cabo un vaivén con sus caderas, cuyo propósito era sentirlo cada vez más profundo, aferrándose al cuerpo ajeno de los hombros, lo abrazó, dejando salir gemidos embriagadores de sus labios, incitando al mayor a proseguir en ese encuentro intimo que estuvo aconteciendo. Al comienzo, los movimientos de Ikaris fueron a un ritmo lento, sin embargo, pronto llegó a su límite, por lo que aceleró la velocidad de sus embestidas, alcanzando a tocar el punto dulce que hizo estremecer de un placer tan abrumador al menor. Esta unión no solo desbordó deseo, pasión y lujuria, sino también ese amor que se profesaron el uno por el otro, claro, comprendieron que enfrentarían complicaciones, pero, estando juntos, podrían lidiar con el porvenir, no obstante, en estos segundos se concentraron en esta entrega que confirmó sus sentimientos.

Ikaris besó con desesperación sus labios, ahogando gruñidos roncos, la sensación era increíble, apreciando tenerlo entre sus brazos, provocando que se derritiera, hacerlo estremecer, otorgándole nuevas experiencias. Druig devolvió el contacto de forma ansiosa, reprimiendo los sonidos lascivos que escaparon con frecuencia de su boca, la arremetida causó que el poste de la cama golpeará contra la pared, darse cuenta de ello le causó vergüenza, pero, diablos, estuvo disfrutando en demasía pertenecerle, en cualquier momento alcanzaría el tan esperado orgasmo. Las estocadas fueron certeras, el menor no controló sus gemidos, sin más, liberó esa sustancia blanquecina, manchando el vientre de los dos, en cambio, el mayor continuó con su arremetida, embistiéndolo a un ritmo enloquecedor, la sobreestimulación fue demasiada, que Druig se vino al mismo tiempo que el otro Eternal, ambos gimiendo el nombre de su pareja, dejaron salir el semen, ensuciando un poco las sábanas.

—Ah… estuviste increíble, Ikaris, se sintió genial.—habló a duras penas, su respiración todavía estuvo algo agitada, además, que las oleadas del orgasmo siguieron haciendo efecto, un tanto apenado, hundió su rostro en la curvatura del cuello ajeno para después de llenarlo de besos en el rostro, sí, está mostrando un comportamiento cariñoso, salió a relucir esa faceta cuando implicaba al otro hombre.

—Puedes comportarte tan dulce, me pregunto que más voy a descubrir de ti y digo lo mismo, me encanta verte deshacerte ante mi tacto, Druig.—devolvió los besos, uniendo sus labios con los adversos en un gesto cariñoso, transmitiéndole su sentir, esa necesidad de encontrarse a su lado por el resto de su existencia, procurando su seguridad, apreciar cada situación compartida, pese a las dificultades, solo le era necesario tenerlo cerca suyo.—es la primera ocasión en la que me siento pleno, le devolviste sentido a mi existencia vacía, creí que seguiría ciegamente a Arishem y me diste la opción de elegir que hacer con mi vida, me hiciste entrar en razón, los humanos serán imperfectos, pero, es cierto que la Tierra se ha vuelto nuestro hogar, uno en el que podemos coexistir, ser felices y libres, lejos de ataduras.—mencionó, dándole caricias en los cabellos, en efecto, entendió que no se limitó a desempeñarse en el área de combate o en los planes orquestados por los Celestial, tuvo derecho a efectuar sus propias decisiones.

—Menos mal que recapacitaste, pensé que nunca podríamos ponernos de acuerdo, pero, miranos, de estar molestándonos, haciéndonos bromas, terminamos enamorándonos, gracias por hacerme sentir el sentimiento más bonito, Ikaris, te amo tanto, más de lo que imaginas. Me alegro que estés conmigo y que podamos entendernos mejor.—de algún modo se complementaron, sus personalidades fueron distintas, pero, encajaron, tal vez sucedió lo predestinado, aunque careció de relevancia la explicación, ellos optaron en dejarse envolver en ese romance que los salvó de la soledad y oscuridad, deshaciéndose del dolor… de esa tristeza que ocultaron detrás de sus semblantes.

—No tienes nada que agradecer, por ti me siento completo y emocionado cada día por aprender más de ti, seguiría hablando, pero, supongo que debemos descansar unas horas después de lo que hicimos, ¿no te parece, lindo, Druig?—claro que sus últimas palabras fueron con la intención de avergonzarlo, objetivo cumplido en cuanto vio el rubor carmín en su cara, adornando sus mejillas.

—Sí, tienes razón, hay que reposar, descansa, Ikaris, dulces sueños.—pronunció, acomodándose en su pecho, suspirando por la grata calidez que lo envolvió, sin más, los dos cayeron rendidos en un apacible sueño, permaneciendo abrazados. Tarde o temprano sus compañeros se enterarían de su noviazgo, ya cuando fuera la situación pertinente, mientras tanto valoraron el tiempo que pasaron juntos, fortaleciendo ese lazo existente e inquebrantable que los unió.