Vio como Levi y Mikasa saltaban de Falco, él seguía volando a máxima velocidad para dejarla a ella arriba de la "alucigenia". Lo siguiente, fue que simplemente escucho unas lanzas relámpago explotando ¿una? No ¿dos? Posiblemente. Pasaron por el lado de Reiner que seguía batallando junto a Annie, y Pieck que ayudaba en lo que podía, pero no se fijó en que el titan en el que Jean se había transformado, estaba cerca de devorar a Reiner por la nuca. Justo arriba de la alucigenia, ella saltó. En el aire saco una de las cuchillas, el viento le enfrió el rostro y Reiner la miro.
- Io, ¿Qué estás haciendo?
La caída libre completamente controlada y, aunque claramente fueron unos segundos, en su mente se sintieron como largos minutos en donde simplemente recordó los últimos 9 años: El día que entro a la milicia con Lainno, cuando conoció a Sasha, la muerte de su hermano y el complemento sentimiento de pérdida que sintió los años siguientes, su primer beso con Reiner, el día que junto a Sasha salvaron a una niña, la traición de Reiner. Recordó la vez que sus ojos simplemente se clavaron en Jean y comenzó a verlo de una manera diferente, la noche en el bosque y la forma en que la abrazo cuando supieron que habían dejado de ser buscados, el último día en que vio con vida al comandante Erwin y toda la tragedia que dejo su muerte, la ida al mar, cuando conocieron a Nicolo. Las estrellas fugaces y su primer beso con Jean después de tantos años, el momento justo en que el sentimiento de soledad que la muerte de Lainno había dejado, comenzó a desaparecer. La primera vez que estuvo con Jean, la primera vez en Marley… sus conversaciones nocturnas, la forma en que tenía de mirarla, de besarla, la maravillosa forma en que tenía él para decirle que la amaba sin decirlo en realidad, la sensación de estar entre sus brazos…
Una nueva lágrima cayo y se esfumo en el aire, dando paso a la ira y rabia de no haber podido concretar nada de lo que quería hacer. Maldito Eren, maldito Zeke, maldita Ymir, maldito mundo, maldita Isla de Paradise y maldito Marley. ¡Malditos todos! Los tentáculos de la alucigenia se movían rápidamente al mismo tiempo que ella seguía descendiendo. Saco las cuchillas…
- Te veo en el infierno… Ymir
En un giro rápido, aun en el aire, logró cortar los tentáculos de la alucigenia. No tenía un plan, no sabía que si lograba "matar" a esa cosa podría solucionar algo de todo este desastre, solamente necesitaba dejar fluir esa necesidad que tenía de sentir que era útil, o de que podía arreglar las cosas. Se puso de pie en medio de la alucigenia que mostraba su parte delantera y cuando intento acuchillarla, un nuevo tentáculo se le enrolló en el cuello.
Intento de todas las formas cortar ese tentáculo o poder acuchillar a la alucigenia en el "estomago", pero no podía hacerlo.
- ¿Se esta… regenerando?
Otro tentáculo le atrapo la mano que sostenía la cuchilla. Abrió la mano sin querer por la presión que le generaba y termino soltando el arma. Su otra mano libre trataba de aflojar el tentáculo en su cuello para poder respirar, pero la presión se estaba haciendo más densa. Podía sentir como el poco aire que le llegaba a los pulmones no estaba siendo suficiente, y casi podía decir que sentía que le iban a explotar en cualquier momento. Ya no escuchaba nada, de hecho, no estaba segura si Armin seguía luchando contra Eren. El aire se le hacía más escaso a cada segundo que pasaba, y su mano que seguía tratando de pelear, simplemente dejo de hacerlo. Se cayo de rodillas al medio de la alucigenia completamente consciente de que ese, era su fin. Y lo cierto, es que no se arrepentía de nada de lo que había hecho en todos esos años. Solo le hubiera gustado haber tenido más tiempo. Sin saberlo, ese mismo pensamiento, fue el último que había tenido Jean, antes de su final.
Varios tentáculos más la tomaron de las piernas y de la mano que antes estaba en su propio cuello. Estaba completamente capturada. La alucigenia comenzó a abrirse, casi como si quisiera engullirla. Y ella solo cerro los ojos. No supo cuando Reiner grito su nombre completamente desesperado, queriendo ir a salvarla, pero sin poder hacer nada al final. Ni que Annie intentaba derribar a los demás titanes para poder ayudarla, no supo que Falco iba volando cerca para poder sacarla… Ni que Pieck, transformada en titan logro pasar por entremedio de los titanes a gran velocidad. Saltó cuando llegó y con su hocico ataco a la alucigenia cortando el tentáculo que le afirmaba el cuello y dejándole una mano libre.
El aire entro de inmediato a su sistema sintiendo sus pulmones llenos una vez más. Sin pensar mucho, al mismo momento en que abría los ojos, su mano libre tomo la cuchilla que estaba guardada en el aparato de su cadera y lograba enterrarla a la alucigenia. La apuñalo, tantas veces que podía estar segura que había sido capaz de ver su interior, aunque no había nada allí, al mismo tiempo que, de su propia garganta se escapaba un grito tortura. Sintió como los tentáculos comenzaban a aflojarse. Eso paso, al mismo tiempo en que Mikasa, dentro de la boca del titan de Eren, cortaba su cabeza, deteniendo y dándole fin a todo.
Se desplomo hacia el lado cayendo aparatosamente al suelo, a la tierra, respirando pesadamente con los ojos en el cielo. ¿Cuántas veces había estado cerca de morir y alguien siempre la salvaba? Se quedo allí por varios segundos con los ojos cerrados, sin pensar en nada más, con la mente complemente en blanco, cansada física y mentalmente, y extrañamente sintiendo una tranquilidad. Ya no sentía ese poder desbordado que le recorría el cuerpo como una corriente eléctrica por cada nervio de su ser, usándola casi como una marioneta para poder cumplir con cualquier cometido que tuviera ella, o un tercero. Era, como si un interruptor se hubiera encendido, y ahora, estaba completamente apagado. Abrio los ojos cuando sintió que alguien se acercaba, era Pieck, como humana.
- Se acabo – Dijo Pieck sonriéndole y con una lágrima rondándole en la mejilla
- ¿Qué? – Io se acomodó en los codos para mirar
Sus ojos se pasearon sin descanso en todas partes. El humo que la alucigenia había botado, haciendo que las demás personas se transformarán en titanes se estaba dispersando, ya no era denso ni pesado. Era como si estuviera desapareciendo. Vio a Armin también como humano y un poco más allá, la figura de Eren como titan había desaparecido. Reiner también estaba poniéndose de pie y Falco que había logrado descender sin problemas estaba a su lado, mirando todo a su alrededor.
Pieck se giró, cuando escucho, como en un susurro, que alguien pronuncio su nombre. Sus ojos oscuros se llenaron de lágrimas al ver la figura que se formaba con el humo, le sonreía…
- Porco
Io se giró para mirar a donde ella estaba observando, pero no vio a nadie. La miro, y Pieck lloraba mirando a la nada. Volvió a mirar al frente: el Capitán Levi estaba sentado, herido en el suelo, mirando a la nada, sonriendo y haciendo el saludo de la Legión de Exploración. Io no entendía nada. Siguió pasando su vista y ahogo un suspiro cuando vio con quien estaba Reiner. Escucho un "corre" por parte de Pieck suave, y eso hizo. La misma sensación que sintió cuando vio a su madre en esa especie de sueño minutos atrás, volvía a sentirla una vez más. El cuerpo le dolía tanto, pero no le importaba nada, solo quería saber, si lo que estaba viendo, era real, o era una alucinación, pero a medida que se acercaba, parecía cada vez más cierto.
Se paro en seco cuando llego a unos metros de Reiner. El rubio se quedó mirándola y ella a él, mientras respiraba con dificultad. Reiner le sonrió, se hizo a un lado y todo en su vida una vez más, volvió a tener sentido y el color al que ella ya estaba acostumbrada y que creía merecía después de tantas miserias que había tenido que soportar.
Jean estaba sentado en el suelo, se puso rápido de pie a penas la vio allí, al lado de Reiner, con los ojos cristalizados en lágrimas. Se acercó a ella abrazándola como si nunca lo hubiera hecho en su vida, como si hubiera perdido una parte de sí mismo y ahora, la había encontrado, una vez más, sintiéndose completo, a salvo y pensando que ahora, ya nada podía salir mal, que tenía una segunda oportunidad de volver a tener más tiempo. Io miro al suelo aun abrazando a Jean, Connie estaba sentando mirándolos a ambos, sonriéndole.
- Lo hiciste – Dijo Jean soltándola, solo para poder mirarla – Lo lograste
- Creí… pensé que te había perdido – Dijo Io llorando
- Igual yo
Connie se puso de pie y los tres se abrazaron. Escucharon la voz de Gabi llamando a Falco y como ambos caían un poco más allá al suelo por un abrazo que se habían dado, entremedio de las risas. También escucharon a Reiner hablando con su madre, diciéndole que, al parecer, su poder de Titan Acorazado había desaparecido, y ella dando las gracias por eso. Cuando se separaron, Io entendió que era lo que el resto veía
- Sasha… - Murmuro Connie mirando al frente.
La imagen de Sasha era tan clara que de verdad parecía que estaba allí. Les sonreía, con los ojos cerrados, haciendo el saludo de la Legión. A su lado apareció Marco riendo tan ampliamente que se le veían los dientes, y al otro lado Lainno, con la cara seria que Io recordaba, pero riendo un poco. Io suspiro y nuevas lágrimas aparecieron, pero éstas eran diferentes. Tenían una connotación distinta. Incluso, podía decir que eran dulces cuando las probo. De verdad había terminado.
- ¿Puedo preguntarte algo?
Habían encontrado un momento de soledad entremedio del caos que todavía quedaba. Mikasa había salido por entremedio del humo hace algunos minutos con la cabeza de Eren. Lloraba en el suelo junto a Armin por haber perdido a su mejor amigo. Y más allá, estaban todos reencontrándose con sus familias una vez más. Jean la sujetaba de la cintura sin ningún deseo de alejarse de ella, aunque fuera un segundo, y ella, acariciándole el rostro. Él asintió.
- ¿Sabes qué fue lo que te paso después de que salimos volando? – Jean miro detrás de ella unos segundos, pensando un poco
- Supongo que nos convertimos en titanes – ella asintió despacio
- ¿Y… tienes algún recuerdo? – silencio - ¿Tú ah… me viste o algo así?
- No, lo siento. No sé si tengo algún recuerdo o si tenía consciencia alguna
- Lo dudo
- Pero si puedo decir cómo se sentía – la soltó y se pasó una mano por el rostro – Era como una sensación de estar en un sueño, en una pesadilla, como que… sabía que algo pasaba, pero no podía hacer nada para despertar o para controlar lo que estuviera haciendo.
Se quedaron en silencio. Io pensando en algo particularmente y mirando hacia otro lado. Jean, mirándola detenidamente tratando de averiguar entremedio del silencio en que pensaba.
- ¿Por qué preguntas?
- Porque… - suspiro – Después de ver que te habías convertido en titan yo… no pude seguir soportándolo más. No sé si me desmayé o lo vi, pero… vi a mis padres y a mi hermano mayor – miro a Jean que estaba con la boca abierta – Sé cómo suena pero
- No yo, te creo – le cogió la mano - ¿Dijeron algo? – Io sonrió
- Se sintió muy real. De verdad era como si estuvieran aquí. Mi padre me dijo que no peleara contra lo que soy – se encogió de hombros – Y después… te vi
- ¿A mí? – ella asintió – Pero yo… no morí
- Lo sé, pero ahí estabas. Me abrazaste y me dijiste que debía irme porque tenía una misión que cumplir, que me esperarías para poder tener la vida que queríamos
- Por eso preguntabas – Io volvió a asentir
- Después desperté y bueno… supongo que ya no soy la misma de antes - Jean sonrió y se acercó a ella
- Sigues siendo tú. Solo que más fuerte
- No se siente igual
- ¿Qué cosa?
- Yo. Es extraño – sonrió como desesperada – No me siento igual. Pero sabes algo, no me importa porque, mientras pueda estar contigo y si tú sigues queriéndome igual que antes… no me interesa nada más
- Claro que sigo amándote igual que antes. No me interesa si tu poder Ackerman despertó ni si tienes un "amo" al cual obedecer… No me importa en absoluto
- ¿"Un amo al cual obedecer"? – Io sonrió repitiendo lo que Jean había dicho
- Así funciona ¿no? – Io rio y asintió
- Lo curioso es que despertó contigo
Jean abrió los ojos y la tomo por la cintura. Se acerco a ella seductoramente haciéndola reír
- ¿Harás todo lo que yo quiera? – Pregunto entusiasmado, ella hizo una mueca - ¿Lo que sea?
- No te aproveches
- No, claro que no
Volvieron a reír antes de poder besarse.
Cuando el humo se dispersó más, y el caos en la superficie comenzó una vez más, Armin confesó (o dijo) que él había sido el responsable de la muerte de Eren Jaeger. Los días pasaron y aunque estaban seguros de que el conflicto entre las naciones no iba a terminar (idiotas) ya no había nada más que hacer. ¿El retumbar se detuvo? sí, pero aun así hubo naciones que no pudieron salvarse, murieron muchas personas solo porque Eren quiso cuidarlos, eso Io lo entendió tiempo después. Él se había sacrificado por ellos, pero seguía manteniendo que, había sido una decisión drástica, aunque posiblemente, era la única.
El día que volvieron a la Isla, encontraron que las personas que habían sobrevivido al retumbar, habían comenzado de a poco a limpiar el desastre, debían levantarse como fuera. Historia había dado a luz a una niña hermosa, igual a ella, pensó Io cuando la vio la primera vez. A Jean y a ella se les apretó el corazón cuando vieron que la madre de Connie había vuelto a la normalidad, las lágrimas caían de los ojos de ambos (madre e hijo) reencontrándose después de tantos años, al mismo tiempo que Jean abrazaba a su propia madre que estaba sana y salva.
Los meses pasaron y cuando la Isla volvía poco a poco a ser como era antes (o incluso mejor) la milicia se reformo. Nuevos reclutas ingresaron para defender a un país que seguía en guerra con el resto de mundo que había sobrevivido, aunque solo era una pequeña población. Y el día que Jean le dio a Io la noticia de que por fin tendrían su propio hogar, ambos, fueron convocados para ser parte de una especie de organización que libraba por la Paz. Viajaron, promulgando esa Paz y su historia con el resto (Armin, Connie, Annie, Reiner y Pieck) por casi dos años enteros, o quizás un poco más. Mikasa, que también había sido convocada, no acepto. Y la última vez que la vieron (en ese tiempo) fue sentada en un árbol en dónde ellos mismos, habían enterrado la cabeza de Eren. Ella dijo, que ese árbol, era el lugar favorito de Eren para dormir siestas cuando era niño.
Abrió los ojos perezosa, nerviosa y un poco asustada. Se reconecto a la actualidad segundos después mirando al techo de la que era su habitación por esos dos años. Miro de soslayo y vio a Jean que seguía completamente dormido. Sonrío, y como pudo, con todo el cuidado, se levantó. Se abrigo con el infaltable poncho café de Sasha y salió de la habitación, con una bolsa pequeña, arrugada en la mano, tratando de tapar el contenido como fuera posible. Se paso la mano por el rostro mientras caminaba por el pasillo del barco que los llevaría a todos a su siguiente destino. Abrió una puerta y se encontró con el baño de mujeres
- Bien… - Pensó al ver que estaba sola
Abrió otra puerta para poder adentrarse al cubículo, bajarse el pantalón del pijama, abrir la bolsa para sacar el contenido, y orinar en la muestra. El corazón le latía tan rápido, nunca había estado tan nerviosa: le dolía el estómago y pensó, si en realidad estaba lista para saber el resultado. ¿Qué diría el resto? ¿Y Jean…? Levanto la cabeza, rápido y asustada cuando escucho que la puerta se abría y alguien entraba.
- Perdón… ¿Hay alguien? – Dijo Pieck desde el otro lado
- Si, yo… ah… dame un momento – Contesto Io levantándose y ordenando sus cosas con máximo cuidado, tratando de no mover la muestra más de lo que debía. Abrió la puerta encontrándose con Pieck que sonreía, pero que, al verla, dejo de hacerlo
- Demonios…- Susurro – ¿Qué es lo que te paso? – Io no dijo nada y solo miro a cualquier otro sitio – Estas pálida ¿Te sientes bien?
- Yo… sí, estoy bien
- No te ves nada bien, Io
Se quedaron en silencio unos segundos, cuando las ganas de vomitar se hicieron más potentes. Entro al baño de nuevo arrodillándose en la taza, haciendo que el sonido que llegaba a los oídos de Pieck le generara asco a ella también. Pieck se acercó a ella, tomándole el cabello para que no se lo manchara. Cuando se calmó, ambas se sentaron en el suelo. Los ojos de Io estaban aguados por las lágrimas que el vómito le había generado. Llevaba días sintiéndose del asco y daba la "casualidad" de que su periodo no llegaba hace casi dos meses.
- ¿Quieres que llame a Jean? – Pregunto Pieck a lo que ella negó con la cabeza - ¿Qué te sucede?
- Io se limitó a mirarla, para después, solo levantar con cuidado la muestra que aún no arrojaba ningún resultado. Por unos segundos, en completo silencio, Pieck paseo su mirada entre la prueba y el rostro de Io que miraba al suelo.
- Eso es… es… - Io asintió
- Las inventaron hace un año y salieron hace poco al mercado. Ayer como tocamos tierra, compre una…
- Y… ¿Cuánto tiempo debes esperar?
- Según me dijeron una media hora
- ¿Cuánto llevas?
- Unos quince minutos
- ¿Y qué crees?
Io suspiro
- No lo sé… tengo un retraso de dos meses casi, esta semana he estado con muchas nauseas, todo me da asco y el barco no me ayuda – Io miro a Pieck cuando termino de hablar, le había dado la mano
- Debes estar tranquila. Sea lo que sea
Pieck le sonrió, tratando de darle apoyo. Se veía asustada, y ella pensó, que, si hubiera estado en una situación similar, también lo estaría; así que, lo único que atino a hacer, fue darle una palmadita en la espalda, sonreírle y quedarse con ella los quince minutos restantes. En silencio, Io agradeció el gesto. Ambas se habían hecho cercanas en esos dos años viajando, y cuando tocaban tierra, siempre salían a comer algo juntas. Pieck le mostraba las cosas nuevas del mundo que ella ya conocía.
Cuando los quince minutos pasaron, Io le pidió a Pieck que viera el resultado primero. Estaba muy asustada y nerviosa como para ser ella la primera en verlo, así que, la ex portadora del Titan de Carga se puso de pie, y en el momento que comenzó a voltear la prueba, alguien más entro al baño. Ambas se quedaron mirando la figura de Annie que se quedó estampada en la puerta mirando sin entender nada, porque Io estaba sentada en el suelo, blanca y Pieck poniéndose de pie.
- Hola… ¿Qué hacen? – Pregunto Annie
- Ah….
Pieck miro a Io con indecisión en el rostro, preguntándole que era lo que debía responderle a Annie que seguía mirándolas a ambas. Pero antes de que cualquiera le dijera algo a la rubia, ella vio la prueba en las manos de Pieck. Abrió los ojos con impresión en ellos y miro a Pieck primero, preguntándole si era de ella, a lo que la pelinegra negó. La mirada de Annie se fue a la pelinegra que seguía sentada en el suelo, y ella solo asintió con la cabeza despacio.
- Jean… ¿Él sabe…? – Pregunto Annie
- No. Jamás le dije nada – Respondió Io
- ¿Estás lista? – Pregunto Pieck, ella ya había visto la prueba. Io asintió y se acerco
Tomo la prueba delicadamente con las manos y vio el resultado. Sintió que una lagrima le caía por el rostro. No sabía cómo sentirse, había una parte de ella que estaba feliz porque, esa parte de la vida de ambos, era algo que conversaban siempre, pero ahora, que lo tenía ahí, frente a sus ojos, no sabía cómo reaccionar. Tenía miedo porque sabía, que, pese a que Jean siempre le dijo que él si quería hijos y formar una familia con ella, también sabía que él amaba a lo que se estaban dedicando ahora. Más que el hecho de estar viajando y promulgar la paz, a él, gustaba viajar y conocer, y ahora, ella no podría acompañarlo.
- Felicidades – Dijo Pieck y la abrazo
- ¿Es lo que querías? – Pregunto Annie
- Si… y no – Io sonrió un poco, y tanto Pieck como Annie también rieron – Si lo quería, pero no sé si ahora
Ese mismo día en la tarde, Jean se encontraba mirando al mar, con los brazos pegados a la baranda mientras fumaba un cigarrillo. Podía sentir como el humo del tabaco se le calaba en los pulmones para pasar por su garganta una vez más, y botarlo al aire. Sus ojos completamente inexpresivos desde hace varios días o semanas, no dejaban indiferente a quien lo miraba desde la lejanía, debatiéndose entre sí ir a hablarle, o simplemente quedarse allí, observando, como había hecho en el último tiempo. Lo escucho suspirar, y decidió acercarse.
Podía engañar al resto, e incluso muchas veces, era capaz de engañar a una parte de su cerebro, tratando de no pensar en que todo lo que rodeaba a su vida personal que, de la nada, porque de verdad él no entendía como, se estaba yendo día a día al carajo. No entendía que pasaba, no sabía cómo acercarse a quien era, para él, la persona y la mujer más importante que pudo conocer nunca, no sabía que pasaba por su mente ni que tramaba, cuando hace un tiempo atrás, él creía que la conocía de pies a cabeza. Que equivocado estaba, porque era en estos momentos en soledad, cuando comenzaba a cuestionarse todo, porque notaba, que, en realidad, no la conocía mucho, pese a que ya llevaban casi 5 años juntos. Suspiro, cansado mentalmente de darle tantas vueltas a algo que no sabía cómo arreglar porque en el fondo, no tenía idea que era lo que estaba mal. Miro de soslayo cuando sintió que alguien se acercaba a su lado. Era Connie.
- Por favor ya no fumes más, es un hábito asqueroso – Dijo Connie sonriendo, sacándole a Jean una sonrisa pequeña - ¿Qué ocurre?
- No es nada
- Oh, vamos – Se quedo mirándolo esperando por largos segundos que su amigo le devolviera la mirada, y cuando pensó que no lo haría, lo hizo – Somos amigos, Jean. Sabes que puedes confiar en mí, y decirme lo que sea
Pensó un poco. Connie tenía razón. Eran amigos, posiblemente Connie fuera su mejor amigo, y no era que no confiara en él, pero en realidad volvía a lo mismo de antes ¿Qué estaba mal? Su relación con Io, o el intento de una, solo se basaba en la actualidad en dormir juntos, y siempre él llegaba a la cama cuando ella ya dormía, no se comunicaban, solo lo hacían para hablar de trabajo, ni hablar de intimar que ya no pasaba hace… no sabía cuándo había sido la última vez, ni siquiera recordaba cuando había sido el último beso con deseo que le había dado, ella no lo buscaba para simplemente abrazarlo, no le decía que lo amaba como solía hacer… el tema era que, él no había notado esos cambios, hasta hace poco, pero llevaban algún tiempo pasando.
- Creo que, solo estoy cansado – Dijo Jean finalmente
- ¿Estás seguro? – Jean asintió en respuesta - ¿No tiene que ver con Io? – Jean miro a otro sitio y eso le dijo a Connie que había dado en el clavo - ¿Qué es lo que ocurre entre ustedes?
- Honestamente… no pasa nada
- Jean… - Dijo Connie rodando los ojos
- Hablo en serio. No pasa nada – apretó los labios y cerró los ojos, fuerte porque estaba sintiendo pesada la garganta – No tengo idea de lo que ocurre, no sé qué es lo que pasa por su cabeza ni en que piensa, no sé qué es lo que quiere hacer, ni siquiera estoy seguro de que quiera seguir conmigo
- ¿Qué?
- Eso, no sé si ella sigue enamorada de mi o algo – Se paso ambas manos por el rostro y boto la colilla de quedaba de aquello que fumaba – No sé qué es lo que ocurre
- ¿Se lo has preguntando?
- Ya perdí la cuenta- Lo miro - Siempre dice "estoy bien" "no es nada" "estoy cansada, hablamos mañana" Y ese mañana, jamás llega
¿Y tú que piensas?
- Ese es el punto. Antes pensaba que conocía a Io como la palama de mi mano, que podía adivinar cada paso que haría porque, simplemente la conocía demasiado bien… Ahora, ya no estoy seguro – se remojo los labios – Trate de hablar con Pieck para saber si ella tenía idea de algo, pero no me dio indicios de nada
- Jean
La voz delicada desde atrás, lo hicieron voltearse lento, sintió una punzada de culpa cuando la vio de pie un poco más atrás, y también de miedo. El rostro de Io estaba completamente inexpresivo como el de Jean, había pensado Connie cuando la vio ahí parada. Los ojos de Jean se posaron en la figura de ella que tampoco le sacaba la vista de encima a él, parecía triste, eran los mismos ojos que tenía los primeros años que la había conocido, y que él creyó, después de que ellos comenzaran su vida juntos, jamás volvería a ver.
- ¿Podemos hablar un momento? – Pregunto Io manteniendo la distancia. Jean asintió despacio
- Claro
Se alejo de la barandilla, escucho un "suerte" despacio por parte de Connie y camino dentro del barco, siguiéndole el paso. Al mismo tiempo que caminaba, su mente no lo dejo en paz, se preguntaba de que hablarían, como reaccionaria a una supuesta ruptura. Estaba adelantándose tanto a las cosas porque de verdad, como había dicho, no tenía idea que era lo que pasaba, ni menos, podía saber que esperar ahora. Abrió la boca y los ojos de par en par cuando vio la maleta de Io de pie al frente de la cama que ambos compartían. No dijo nada, solo se quedó allí, esperando, lo que fuera que pasara.
- Ah… yo… - Dijo Io tartamudeando y mirando al suelo, o a cualquier otro sitio. Tomo aire – Yo, debo irme
- ¿A dónde?
- Volveré a la Isla
- Io… ¿Qué es lo que ocurre? Y no me digas nada porque, llevo intentando averiguar qué es lo que te pasa desde hace bastante tiempo
- No pasa nada – Oh vamos ¿Por qué no se lo dices? Demonios Io, ¿a qué le temes tanto? – Pensó lo último - Yo solo… quiero volver a casa
Jean suspiro, cansado. Su parte egocéntrica que hace mucho no salía a la luz, estaba a punto de despertar, y dejar que se fuera sola, sin tratar de detenerla. Si quería irse, pues, que se fuera y ya. Pero sabía que después se arrepentiría de ello porque algo le gritaba en su interior, que algo pasaba, que no era un simple capricho de "querer ir a casa"
- Io… escucha. Si quieres marcharte por las razones que sean, creo que lo mínimo, si me tienes un poco de aprecio, respeto y cariño, ya sea a mi o a esta relación, deberías decirme que es lo que te pasa – Dijo Jean con la voz fuerte y clara. Intento acercarse a ella, pero simplemente se detuvo – Es lo mínimo que creo que merezco, por último, por todos estos años que llevamos junt…
- Estoy embarazada
Lo había dicho, así y ya, sin bálsamo ni protección alguna solo lo había soltado. Estaba completamente con la mirada baja, llena de incertidumbre, asustada porque no quería mirar arriba. No quería encontrarse con alguna mirada decepcionada o… no sabía. Ella sabía que Jean, hace años atrás, le había dicho que, si quería formar una familia, pero también sabía que amaba a lo que se dedicaba ahora, y no quería hacerlo escoger entre volver a la Isla, con ella y el hijo de ambos que venía en camino, y seguir haciendo lo que le gustaba tanto hacer: viajar, conocer, descubrir… Ella no quería interponerse
- Ah… espera ¿Qué dijiste? – Pregunto Jean, mirándola confundido
- Estoy embarazada – Repitió ella. Levanto la mirada – No puedo quedarme porque, el barco no me hace bien y… necesito estar tranquila, ver un médico y los viajes, no ayudan mucho
- ¿Por qué no me lo dijiste?
- Porque acabo de enterarme
- Pero tenías una sospecha antes ¿no?
- Tengo un retraso de dos meses casi – Contesto después de asentir
- ¿Y querías… que me quedara aquí? ¿Mientras tú… te haces cargo de algo que es de ambos?
- No es eso, es que yo… - Suspiro, al mismo tiempo que trataba de encontrar las palabras correctas – Sé que estar aquí te gusta, que amas viajar y dar esas charlas de paz. Sé que amas todo esto, y no quiero arrebatártelo. No quiero que me sigas
Se acerco con cuidado y tomo el rostro de Jean en sus manos, al contacto, Jean sintió un impulso de acercarla más a sí mismo y besarla como hace mucho no hacía, sintió una corriente eléctrica por cada parte de su cuerpo.
- Quiero que cumplas todos tus sueños, y cuando estés listo, vengas a casa, conmigo… bueno, nosotros – Sonrió – No quiero que dejes esto por mi
- Es muy egoísta de tu parte pedirme algo así – Jean tomo sus manos sacándolas de su rostro – No me interesa seguir aquí, en este barco haciendo todo lo que dices si tú no estás. Además, esto – puso una de sus manos en su vientre – es algo nuestro. No puedes simplemente apartarme, así como así. Quiero seguirte, Io. Voy a seguirte porque quiero hacerlo no porque deba hacerlo. ¿entiendes? – ella asintió – Bien.
Con cuidado, no tanto porque temiera hacerle daño al bebé que Io llevaba dentro, sino que, sentía que había pasado mucho tiempo de la última vez, se acercó a ella y la abrazo. Acuno su cabeza entre sus manos, tocando su espalda y acariciándole el cabello, besándole la frente, jurándole en silencio que la amaría por siempre, sintiéndose tranquilo y nervioso porque ahora, esta nueva etapa, estaba plagada de una nueva experiencia que ninguno de los dos conocía. Y, al mismo tiempo, feliz, sentía una felicidad desbordada en su ser. Quería gritárselo a todos, y que todos supieran. Pensaba en su madre y la cara que pondría al enterarse.
- Lo siento – Dijo Io despacio, haciendo que Jean abriera los ojos – Siempre trato de hacer lo que pienso que es mejor para ti – se separaron para mirarse – Y siempre dejo de lado lo que tu realmente quieres hacer, solo porque olvido, lo mucho que me amas
- Ya no deberías olvidarlo.
Sonrió nerviosa, mordiéndose el labio inferior por dentro al mismo tiempo que lo miraba a los ojos, para después, posar su vista en sus labios. Era cierto que en el momento que había comenzado a sospechar, había hecho la peor jugarreta que a cualquiera en su situación se le hubiera ocurrido: se había alejado de él; en vez de hablarle y contarle sus sospechas, se había vuelto arisca igual que un gato encerrado. Y no entendía por qué. Entonces, ahora que lo miraba detenidamente, ahora que estaban tan cerca… demonios, se moría de ganas de besarlo, de tocarlo, de sentir sus manos sobre ella mientras pronunciaba su nombre, larga y silenciosamente. Así que, simplemente se acercó a él lo suficiente para poder rozar sus labios. Lo miro hacia arriba y él miraba hacia abajo, ambos esperando que el otro diera el paso necesario, pero ninguno de los dos atreviéndose. Y cuando él pensó en tomar la iniciativa, Io se puso en puntas, acaricio su rostro, acunando su mano derecha en su nuca, besándolo casi desesperada.
Jean le respondió el beso de inmediato, abrazándola y tocándola por todas partes, como si nunca lo hubiera hecho en la vida; tironeándole la ropa y ella haciendo lo propio con la de él. Choco con la maleta botándola al suelo para poder llegar a la cama. Se sentía demasiado bien, saber que en realidad todo estaba bien, como antes; poder acariciarla como antes, besarla… Pateo la maleta sacándola del camino, y con cuidado dejo a Io encima de la cama. Se separaron un instante, solo porque ella había comenzado a sacarle la camisa. Las piernas abiertas de Io se encontraban posicionadas en cada uno de sus costados, la dejo terminar con lo que hacía, y cuando ya estuvo sin ropa en la parte superior, volvió a besarla. Le acaricio el muslo por debajo del vestido, y sus labios se movieron de su boca a su cuello. Podía sentir las manos de Io tocando sus brazos, enterrándole las yemas de los dedos en la espalda y apretándose cada vez más a él. Era algo realmente intoxicante.
Se saco el vestido rápido solo para volver a colgarse prácticamente del cuello de Jean y seguir con lo que estaban haciendo. Y si no hubiera sido porque dos palabras se le calaron en la mente, todo hubiera seguido el ritmo natural de las cosas. Se puso tenso y comenzó poco a poco a separarse de ella.
- Io…. Io espera un momento – Dijo Jean
Se quedaron en silencio, mirándose, ella preguntándole solo con los ojos que era lo que pasaba, él intentando controlar el impulso que tenía de querer tirársele encima, quitarle el resto de la ropa y culminar lo que ambos habían empezado minutos antes. El único sonido que cubría la habitación, era el de sus respiraciones, entrecortadas y agitadas. Jean se puso de pie al borde de la cama y se tapó la cara con las manos.
- ¿Estas bien? – Quiso saber ella
- Si… Yo… - suspiro y tosió un poco.
Sintió que en su mano se enrollaba la mano de Io, y se giró para verla. Sonrió; estaba sonrojada, mojada y el cabello hecho un desastre, pero se veía tan… "No debería pensar en esto ahora" Pensó Jean poco después, pero no podía evitarlo.
- Es solo que… no quiero hacerte daño, ni a ti ni al bebe entonces, creo que es mejor parar ahora, que, si puedo detenerme, porque si sigo, encima de ti, besándote y tú… pegándote a mí y haciendo… No podría parar
Estaba completamente en silencio y atenta a lo que él decía. Cuando termino de hablar, se puso de pie, y volvió a besarlo con completa delicadeza, notando solo con la vista el bulto en los pantalones.
- Si sabes que, al tener solo… ni siquiera 3 meses, no tiene sensibilidad, ni está formado ¿cierto? – Pregunto ella riendo
- Si, pero… ¿Quién te asegura que no… le pase algo?
- Jean, velo como si fuera… un porotito
- ¿Un qué? – rio
- Es solo muy pequeño aún. Pero… bueno si no estás seguro, está bien, tranquilo, no pasa nada
- Es que… - suspiro y hablo entre dientes – Si quiero, solo me da inseguridad. No quiero que nada malo les pase, a ninguno
- Y yo sé que, nada malo me pasaría contigo
Esa maldita sonrisa, pensó Jean cuando la miro de nuevo. Esa sonrisa de medio lado que usaba a veces solo para jugar con él. Recordó que la primera vez que la vio, de forma inocente fue cuando ella estaba recuperándose en el hospital, cuando una piedra le había atravesado el abdomen hace ya… mucho tiempo atrás. Y la primera vez que la vio, para nada inocente fue, la primera vez que ella había tomado la iniciativa para intimar. Ya llevaban juntos varios meses. Recordó, como ella había tomado el control de la situación, en su ex habitación de capitán, la forma delicada que había tenido para desvestirse y ponerse encima de él, echando el cuello para atrás al sentirlo dentro, mandando todos sus pensamientos y el cansancio del día a la basura. Eso mismo, estaba pasando ahora. Con delicadeza volvió a recostarla en la cama, para poder hacer lo que ambos querían.
Esa noche, a la hora de la cena, ambos le contaron al resto que su viaje llegaba hasta allí. Connie, se paró de su silla dejando caer un tenedor al suelo y los abrazo. Ninguno supo que el mismo pensamiento estuvo en la cabeza de los tres; los tres habían recordado ese último abrazo que se dieron arriba del dirigible hace años, con Sasha, antes de que Gabi llegara. Armin también los felicito, les aseguro a ambos, que serían buenos padres. Annie y Pieck que ya sabían se acercaron a Io para abrazarla y darle aliento, la relación con la rubia había mejorado gradualmente con el tiempo. Y Reiner, se acercó primero a Jean, lo felicito igual que el resto, pero sus palabras eran diferentes, él lo sabía, aunque no lo dijo, sabía que detrás de esa felicitación se escondían tantas cosas, desde agradecerle por hacer feliz a la mujer que ambos querían hasta desearle todos los éxitos en esta nueva etapa.
Y cuando llegaron a la Isla, no fue tan diferente. Gracias a Mikasa, el hogar que ambos habían construido antes de irse de viaje, seguía en pie. La madre de Jean no pudo contener las lágrimas cuando los vio después de dos años, y fue aún más su emoción, cuando supo que se convertiría en abuela. Los meses pasaron y la barriga de Io crecía cada vez más
- Estoy echa una bola – Dijo Io mirándose en el espejo
- Claro que no – Dijo Jean atrás de ella apoyado en el marco de la puerta. Se acerco a sus espaldas, puso ambas manos adornando su vientre y le beso la mejilla para después solo dejar descansando su mentón en su hombro y mirar al frente el reflejo de ambos – Te ves hermosa
- ¿Ya debes irte? – se volteó para mirarlo
- Si, prometo llegar a cenar
- ¿Qué te gustaría comer?
- Lo hagas está bien
Se acerco a besarla para después, despedirse en la puerta una vez más. Jean seguía trabajando para la milicia. Era considerado un veterano y como a él no le agradaba el hecho de comandar ahora una posible guerra, prefirió seguir con la misma tarea de antes: entrenar a los nuevos reclutas. Su buen estatus del pasado, lo tenían en una excelente posición, que había podido escoger su puesto, y a su vez, había podido darle a Io y a su futuro hijo, un mejor lugar para vivir los tres. Así que, para él, era suficiente. Pero cuando estaban en pleno entrenamiento esa misma tarde, un mensaje llego. Quien lo traía era otro militar, apurado en su caballo gritando su nombre. Io estaba en trabajo de parto y debía correr al hospital pronto.
Cuando llego, se encontró en la sala de espera a su madre y a Mikasa. Venía asustado y con gotas de sudor corriéndole por el rostro y formándose en su frente.
- ¿Qué fue lo que paso? – Pregunto Jean mirando a Mikasa
- Tranquilo, solo rompió fuente cuando estábamos en la ciudad – Respondió ella poniéndose de pie, notando como Jean se calmaba
- Aun le quedaban 2 semanas
- Siempre se adelantan – Dijo su madre
La cara de asustado de Jean, fue casi de horror mezclada con nerviosismo cuando el medico fue a buscarlo para que entrara a la sala de parto. Se acerco rápido a Io que estaba en la camilla. Bastaron solamente dos empujes para que Jean pudiera ver a su hijo. Ambos escucharon el llanto casi descontrolado que emanaba. "Es una niña" escucharon ambos y en solo unos minutos la bebé estaba en brazos de su padre. Sonrió cuando la vio abrir los ojos y se aceró con ella para Io la tomara.
- Que bueno que se parece a ti – Dijo Jean
- Tiene tus ojos – Dijo Io mirándolo. Ambos sonrieron
- ¿Cuál será su nombre? – Pregunto una enfermera. Se quedaron en silencio pensando unos segundos, después, simplemente se miraron y sin decir nada, Jean asintió con la cabeza
- Sasha
Tres días después, tanto Io como Sasha fueron dadas de alta y volvieron a su hogar. La pieza para la bebé estaba lista, Jean se había encargado de eso. Ninguno noto el momento en que Sasha había comenzado a crecer, para pasar de gatear a caminar para después correr.
Una tarde, después de haber salido del entrenamiento de ese día, se encontró que la casa estaba vacía. Solo había una nota que decía: "Fuimos dónde Historia, Sasha quería ver a Ymir". Se dio una ducha y fue dónde ellas. El sol llegaba en el campo creando un atardecer realmente hermoso. Io e Historia estaban sentadas en el césped riendo y conversando, un poco más allá, una niña rubia llamada Ymir corría con una muñeca en las manos, detrás de ella una niña más pequeña, de cabello oscuro y ojos verdes trataba de seguirle el paso. Se distrajo un momento y dejo de correr, cuando vio la figura masculina que caminaba donde ellas
- ¡Papá!
Corrió, lo más rápido que sus pequeñas piernas la dejaron. Jean se agacho para poder tomar a Sasha en brazos. Escucho como ella le contaba emocionada que había pasado la tarde entera jugando con Ymir y su perro
- ¿Podemos tener uno? – Pregunto Sasha
- ¿Qué cosa? – Pregunto Jean y vio que Io se ponía de pie y negaba con la cabeza
- Un perro
- Ah… tratare de convencer a tu madre – Susurro él
- Te escuche – Dijo Io llegando donde ellos
Se despidieron de Historia e Ymir, y en el trayecto al coche (si, Jean había conseguido un coche para su familia poco después de su primera paga en el ejercito) Sasha se durmió. Hablaron casi en susurros para que no despertara, y cuando llegaron a su hogar, Jean tomo a su hija en brazos y la acostó en su cama. Io se quedó observando la escena desde la puerta, analizando todo: lo delicado, amoroso y atento padre que se había convertido Jean con los años. Al principio, no había sido nada fácil, para ninguno de los dos, solían "discutir" por quien debía cambiarle el pañal sobre todo en las noches, en que si debían darle otro tipo de alimento que no fuera el pecho y a veces incluso cosas sin sentido. Con el tiempo pasando, ambos habían logrado acoplarse, y la crianza había sido mucho más fácil.
Se despego de la puerta para poder ir a servir la cena.
Después de cenar, comentado como había sido el día de ambos, se sentaron en el sofá. Jean abrio un vino y sirvió dos copas, para después poner un poco de música. Io solo lo miraba sin entender mucho.
- Hay algo de lo que quiero hablarte – Respondió Jean, ante la mirada de incógnita que mantenía su mujer
- Si, también yo – Se miraron un momento – pero tú primero
Tomo la copa y la bebió completa. Era ridículo y completamente absurdo sentirse nervioso con lo que quería proponerle. Llevaban casi 10 años juntos, con una hija que estaba a prontas de cumplir 4 años en unos meses más, conocía todas las facetas de Io al revés y al derecho, desde sus enojos, alegrías, tristezas… hasta su personalidad despertando después de pensar que lo había perdido en la batalla. La miro a los ojos y sonrió
- Estaba pensando en algo, pero… tú tienes que estar de acuerdo – silencio. Io solamente, seguía con su vista en él – Io… - le tomo las manos - ¿Te gustaría que tuviéramos otro hijo?
- Ah… ¿ahora? Digo, ¿pronto? – él asintió, y al verlo, ella suspiro casi negando con el aire que expulsaba – Honestamente, sí, me gustaría, pero no ahora… ni pronto. Lo cierto es que estoy recientemente recuperando mi físico, y ha sido muy difícil todo
- Lo sé
- Aún me queda un poco de grasa abdominal para volver a tener el cuerpo que tenía antes del embarazo
- Oye, te ves genial – ella sonrió mirando al suelo avergonzada – Hablo en serio. Cada día estas más sexy – suspiro – Pero si bueno, tienes razón. Eres la que se lleva la peor parte, solo quería saber cómo te sentías si es que llegara a pasar
- Bueno, si llegara a solo pasar, así como por accidente…
- Como Sasha
- Exacto – rio – pues, nada. Estaría feliz de igual forma, pero si puedo evitarlo por un tiempo… sería genial
Se acerco a su rostro y lo besó con tranquilidad, poniendo una de sus manos en el rostro de Jean, y él poniendo ambas manos en la cintura de Io, acercándola más a él mismo, acariciando la piel por debajo de su polera burdeo. Se separaron un momento
- Hable con Historia para volver a trabajar
- ¿Cuándo?
- Pronto
- Pero, no nos hace falta nada, digo… no tengo una mala paga, me refiero a que no es necesario – La soltó, y ella volvió a sentarse
- Lo sé, es solo, es algo que quiero hacer. Quiero hacer algo por mí misma, no tiene que ver con el dinero ni nada de eso
- Entiendo – Dijo Jean analizando lo que Io le decía - ¿Y Sasha?
- Hable con tu madre – Jean rio por lo bajo – Sé que está harta en su actual empleo, pensé que podríamos pagarle para que cuide a Sasha, así puede renunciar tranquila. Dijo que le parecía bien, de hecho, estaba bastante contenta porque así vería Sasha todos los días, siempre y cuando tu estuvieras de acuerdo. ¿Qué opinas?
Io lo miraba expectante, y él parecía mirar entre sus manos que seguían acariciándose, sonrió. Su postura era simple, a decir verdad. A ellos como familia no les hacía falta absolutamente nada, había logrado cumplir su sueño de tener una familia y darles un buen hogar y las comodidades que él no pudo tener cuando niño, y no solo eso, también había amor, respeto y confianza entre ellos. Para él eso era suficiente. Pero entendía como Io podía sentirse. No podía dejar de lado el hecho de que se había conocido siendo militares, habían batallado un montón, contra titanes, y otras personas, habían tenido un millón de aventuras. Ahora, pese a que el mundo en el que vivían había cambiado, la vida de Io se había reducido a cuidar de la hija de ambos. Quería algo más. Quería sentirse útil, aunque su tarea, para él era incluso más difícil que entrenar a nuevos reclutas como él lo hacía.
- No tengo porque oponerme – Io sonrió ampliamente – Sasha quedara bien con mi madre, se adoran – rio – Y tú podrás, hacer lo que te gusta
Io se abalanzo hacia él para besarlo, y él la recibió abriendo los brazos, echando su cuerpo hacia atrás del sofá, abrazándola por la cintura y abriendo la boca para besarla mejor. Acaricio su espalda, y sus manos bajaron hasta su zona lumbar. Una se detuvo ahí, mientras que la otra siguió bajando hasta que toco una de sus glúteos, tomando esa pierna, haciendo que, con un solo movimiento, se sentara a horcajadas sobre él. Los labios de Jean se pasearon por su cuello y la escucho gemir débilmente, y eso, fue suficiente.
- ¿Sabes una cosa? – Dijo Io con dificultad, separándose un poco de él solo para poder mirarlo – Sé que dije que no quería otro hijo ahora
- Lo sé
- Pero… - trago saliva – me encantaría intentarlo
Le sonrió de medio lado coqueteándole, solo como ella sabía hacerlo, con el cabello negro cayéndole por un hombro y la cabeza ladeada. Se enderezo lo suficiente para poder besarla con deseo y caminaron a la cama.
A Jean no le molestaba intentar, y aunque él anhelaba tener otro hijo con la mujer que amaba, comprendía que no era el momento, por lo menos no para ella y eso, para él, era lo más importante. Amaba a su familia, su hija era la luz de sus ojos, jamás pensó que llegaría a amar tanto a otro ser humano. Amaba a Io con todo su ser, siempre le decía cuando se despedían, o cuando se iban a dormir "te amo, más que ayer, y menos que mañana" Porque así era y sería por siempre. Sonrió al mismo tiempo que comenzaban a hacer el amor y la escuchaba gemir en sus brazos, en el hecho de que él jamás pensó que se iba a enamorar de quien, en el pasado, había sido su mejor amiga. Pero estaba agradecido de que pasara. Qué bueno que pudo hacerse cargo de sus sentimientos y de que la vida, le había sonreído en ese ámbito.
Fin…
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Debía este final hace tanto tiempo, pero la universidad y los exámenes finales llegaron de lleno en el mismo momento que estaba intentando darle un final a está historia. Y después, cuando tuve tiempo para dedicarle, pase por una especie de bloqueo. No lograba escribir una final acorde, un final con el cual me sintiera satisfecha y que fuera suficiente, de echo, no estoy muy segura de haberlo logrado. Solo me preocupe de que, tanto Io como Jean tuvieran una vida juntos, tranquila y llena de amor.
Gracias por llegar hasta aquí.
