Prólogo

Hullabaloo.

—Asi que Akamatsu-san aspira a ser pianista profesional y Momota-kun astronauta... Wow.

Hajime, Shuichi y Kaede buscaban hablar de cualquier cosa si así evitaban mirar a Kaito.

Hace segundos, estaban en una agradable charla en la que el grupo de amigos conformado por la pianista, el detective y el aspirante a astronauta conocían mejor al chico del curso de reserva.

Todo se fue por el caño cuando pasaban por el puesto del tiro al blanco montado por Arquero Definitivo. En ese lugar, Kaito miró una vez más a la chica que le había cautivado con solo el brillo que sus ojos de un rojo intenso transmitan.

—Shuichi, deberíamos detenerlo —Kaede parecía seguir siendo la única sensata—. La chica ya lo notó y no se mira contenta... A este ritmo le pondrá una denuncia.

Shuichi se hizo de la vista gorda por dos razones: le tenía miedo a la chica y creía de esta forma Kaito recibiera un escarmiento.

—... Harukawa.

Para sorpresa de todos, la chica habló sin necesidad de mírarlos, solo continuaba disparándole a los patos de madera.

—¿Disculpa?

—Si quieres saber mi nombre, soy Harukawa Maki. Trabajo en un orfanato y por nada del mundo aceptaría una cita tuya.

Nadie tenía idea de que decir.

Hajime podía prometer que miró al alma de Kaito escapar de su cuerpo, Kaede también pero era con su corazón cayendo como un montón de pequeños fragmentos.

Ignorandolos con descaro, Maki reclamó un premio —una cafetera— que no era para ella y se retiró del lugar sin decir nada más.

—Uhm, Kaito...

Dispuesto a ayudarle, Shuichi le envió una mirada comprensiva a Kaito y puso una mano sobre el hombro del chico.

—T-tranquilo —parece que Kaede haría lo mismo—, hay muchos peces en el mar...

Estaba por ser el turno de Hajime cuando este mismo se dio cuenta de lo roja que se ponía la cara de Momota. No era un sonrojo de vergüenza, era de emoción, como si de enfrentara a un reto de su agrado.

—Bros... ¡Lo grito a todo pulmón, amo a esa chica! ¡Fue amor a primera vista!

—¡Lo sabía, te has enfermado de algo raro!

La visita de Kaito fue obstruida por la oscuridad. Oscuridad provocada cuando Kaede forzó a que la gorra de Shuichi quedara en su cabeza.

—¡Rápido Shuichi, debemos llevarlo con esa tímida enfermera que vimos!

Hajime están seguro de que Mikan no podía tratar una enfermedad llamada "amor a primer".

«Máximo se meterá en la cama... creyendo que con eso se solucionará», Hajime lloró en su mente, los recuerdos de aquel balón y la noche en la enfermera volvieron a él.

Parte 1

—Sigo sin entender cómo hiciste tanto dinero... No habrás vendido los órganos de algún amigo tuyo, ¿verdad?

—¿Qué? Pff, para nada.

«Todavía le debo una disculpa a Naegi-chi...», la culpabilidad de haber considerado tal cosa recaía sobre la mente de Hagakure.

Yasuhiro y Hiroko se encontraban a alejados de la multitud, querían pasar tiempo de caridad entre madre e hijo.

Estar en los terrenos de una academia con un prestigio tan grande abrumaba un poco a Hiroko, pero a la vez hacía que se sintiese en paz. Tenía que, después de todo trabajaría en ese lugar.

Ella nunca necesito ocultar, Yasuhiro era el mayor de sus orgullos. Un niño alegre, imaginativo y despreocupado al que crió ella sola, dio todo para que pudieran salir adelante.

Yasuhiro tampoco tenía porque negarlo, él quería mucho a su mamá. Desde que era niño, silenciosamente se hizo una promesa: algún día, le pagaría todo lo que hizo por él y mucho más.

No era nada más que el cariño que un hijo le puedo tener a su madre, y una madre le puede tener a su hijo.

—¿Y bien? ¿Vas a decirme?

—Jaja, digamos que los mangas venden bastante cuando son creados por varios alumnos definitivos.

«¿Qué no había un puesto de eso?...», pensó Hiroko.

—Uhm, tengo que admitirlo, me gustaría ver en qué fue lo trabajaste.

—Solo aporte unas cuantas ideas locas y ayude con las copias, no está gran cosa.

—Aún así, es mi deber como mamá revisar lo que hace mi hijo.

—Ya estas otra vez con eso...

El ambiente pareció haber caído a uno gris y silencioso, pero solo fue por un momento.

—Jaja, vaya, siguen pareciendo tus berrinches de cuando tenían cuatro.

El clarividente también liberó una risa.

Era normal que tuvieran ese tipo de roces que consideraban algo ridículos, después de todo a ambos les encantaba vacilar. Aunque claro, Yasuhiro lo hacía con frecuencia de manera inconsciente.

—Oh, casi lo olvidaba, esto es para ti.

De la chaqueta marrón que se sostenía solo gracias a sus hombros, Yasuhiro sacó un brazalete platinado. Era algo simple pero muy bonito.

—¿Eh?...

—Un amigo y yo salimos al arcade anteayer, le dije que quería darte algo para que presumieras en tu nuevo trabajo y me ayudó a escogerlo.

«Adiós a mi nueva bola de cristal, sniff»

Hiroko contempló el brazalete, si bien la forma parecía fabricada en masa, los detalles que tenía decían lo lujosa que era.

A ella nunca le importó traer grandes accesorios o lucir elegante, vestía como quería y como se sentía cómoda. Eso no quiere decir que tenía algo de malo, era solo un brazalete después de todo.

Mientras pensaba esto, algo más de le ocurrió. Tenía una nueva forma de alterar a Yasuhiro.

—... No me vendría mal conocer a tu amigo —dijo con una sonrisa coqueta.

—... ¡Mamá, ¿tú también?!

Ok, Hiroko no esperaba esa reacción.

«¿Acaso su amigo es un casanova?»

—¡Aaaaahhhh, es una catastro-!

Antes de tener tiempo de siquiera advertirle, Hiroko vió como Yasuhiro se tropezaba con alguien y ambos caían en direcciones opuestas.

—Bueno, lo intenté.

La persona con la que tropezó era una chica de cabello rubio y corto, sus ojos de color miel eran algo alarmantes con el gesto enojado que tenía pero a la vez bellos. Sobre su cabeza, tenía una diadema blanca.

—¡Fíjate por donde vas!

—Ya nada, importa, es el apocalipsis...

—Yasuhiro no hacía más que murmurar incoherencias.

—Hey, aquí.

Hiroko se había acercado al lugar y le ofreció ayuda a la chica, aceptó a regañadientes.

—Hmph, ¿cómo no pudo verme?

—No lo culpes, una broma mía lo que dejo en shock... Aunque no entiendo porqué.

Ambas miraban con pena al clarividente, parecía una tortuga volteada sobre su caparazón que no hacía el esfuerzo por girarse —o ponerse de pie en este caso—, solo se quedaba ahí en el suelo, diciendo un montón de cosas sin sentido.

—Por cierto, soy Hiroko —dijo la mujer tratando de romper el hielo, cosa muy difícil en esta situación.

—Kanon... ¿Es usted hermana de este chico? —le cuestionó la chica.

Hiroko aumentó la fuerza en la que fumaba en cigarrillo que seguía en su boca.

—Chica, soy su madre.

Y en ese momento, Kanon deseó que la tierra se tragara su vergüenza.

... ... ...

... ... ...

—Ehm... Matsuda-senpai, ¿por qué hay labial púrpura en tu disfraz de fantasma? —le preguntó Leon con una muy disimulada envidia.

Después de quedar junto a Maizono en la tarde para que le diera consejos de como tratar con su prima, el Beisbolista Definitivo regresó a la casa de los sustos donde se estuvo quejando durante un tiempo de la desaparición de Hagakure.

Tampoco era que lo culpara, aparte de tener que administrar su otro puesto junto a Hifumi, Leon creía que Yasuhiro le tenía un miedo irracional a Towa Monaca que en ese momento estaba ajustando algunas decoraciones exteriores.

«... Más te vale que no sea labial venenoso, Junko», pensó el neurólogo con irritación. Si fuera por él, habría sacado a base de patadas a Enoshima de ese lugar.

—Mira, sé que si pareja y algo melosos, pero tengan autocontrol. No queremos un incidente como el de la Clase 77-B y lo afrodisíacos... En una escala mayor...

—¡Que ella no es mi novia! ¡Primero besaría un cactus antes que a ella!

Parte 2

—Kiyotaka-kun —silenciosamente, Chihiro se acercó al prefecto mostrando una timidez mayor a la habitual—, hay algo que me gustaría decirte...

—Oh, ¿qué, querida amiga mía?

Una leve punzada atacó al pecho de Fujisaki cuando se refirieron de esa forma a él. Estaba hartandose de mantener la mentira.

En apenas meses de clases, había ganado una gran confianza con su clase y creía que todos tenían el derecho a saber su más grande secreto.

Y había algo más, Fujisaki Chihiro había aprendido lo errado que estuvó en esta idea que tuvo.

Es cierto, el hacerse pasar por una linda, delicada e indefensa lo salvó del bullying durante mucho tiempo, pero a la vez lo envió a vivir en una constante mentira al entender una cosa: él era más fuerte de lo que creía.

Tres personas en especial creían eso respecto a él: Owada Mondo, Naegi Makoto y Oogami Sakura.

Si algo había aprendido Fujisaki de chica como Sakura, Mukuro, Aoi e inclusive Maizono, es que una chica que en el exterior se viera "delicada", podría ser mucho más fuerte que otros, ya fuere en sentido físico, emocional o en la moralidad.

—Después del torneo, hay algo que la gustaría contarte —le dijo con determinación.

—Oh, seguro. Tendremos tiempo si lo hacemos antes del concierto, no olvides que Mioda-senpai nos pidió ser los escoltas de "él"...

—... Kiyotaka-kun, eres uno de mis más grandes amigos —unas pequeñas lágrimas aparecieron en los ojos de Chihiro—, pero no te agradezco que me recordaras eso, "sniff".

... ... ...

... ... ...

«¡Jaja, lo sabía! ¡Esto dejará muchas ganacias para esa caridad y para cumplir con el pago de los tres!», vitoreó Yamada en su mente.

Yamada Hifumi no solo era el segundo al mando de la biblioteca que se había montado a las afueras, también estaba manejando un puesto de cómics al estilo americano —no limitados a E.U.—, mangas, doushinjis que no eran 18 y su obra original.

Los cómics americanos llamaban la atención, pero la cereza del pastel era la obra original de Yamada.

El artista tenía que admitirlo, las copias ya se hubieran agotado de no ser por la ayuda que Hinata Hajime, Hagakure Yasuhiro e Naegi Makoto le brindaron para realizar con calidad y rapidez. Lo mismo pasaba con el entintado y la trama.

Brevemente Yamada consideró ponerlos como co-creadores, pero Yasuhiro alegó que con solo recibír el dinero estaba bien mientras que Naegi y Hinata rechazaron formalmente.

Hifumi no supo cómo sentirse al inicio. Su talento venía de la creación de doushinjis o "fanfictions" en el extranjero, pero lo cierto es que también tenía la ambición de crear una historia 100% original.

Dicho deseo solo creció más cuando Fuwaka Touko lo retó a crear una obra de enorme calidad, de esa forma consideraría al manga como literatura. Yamada se lo tomó reto, después de todo esas palabras venían de una escritora de gran influencia.

Y otro motivo era... su hermana y su madre. Ellas siempre lo alentaron a hacer lo que más amara, y haciendo eso las haría sentir orgullosas.

No sobra decir que Makoto y Hajime hicieron que todos acordaran que en el caso de que las ganancias fueran excesivas, se donaría una parte la caridad, o más bien a una fundación de caridad que últimamente sonaba mucho por un desfile de modas que realizarían en Tokio.

Se decía que el desfile, se mostraría ropa de todo el mundo, no solo de la tierra del sol naciente.

—Oh, la gente tenía razón, es un diez de diez...

Por haber estado atrapado en sus pensamientos, Hifumi no había notado a las dos personas que llegaron al puesto.

A una la reconoció como Kazuichi Souda, la otra era una chica de la que no tenía ni la menor idea.

Lo que más le llamaba la atención era la caja que Kazuichi estaba llevando.

—Pero eso... ¡Es todavía mejor! —señaló hacía la multitud, alguien estaba destacando y no por una razón muy buena.

Souda estaba horrorizado mientras que Hifumi juraría que sus lentes se agrietaron.

¿A quién estaba señalando Iruma? A dos chicos, uno que tenía su brazo agarrándo la cadera de una chica ligeramente rubia con una pequeña mochila en forma de nota musical, y a un chico castaño con un curioso cabello que parecía tener una antena en el centro rodeado de varias chicas.

—¡Ja, el tiene novia y el otro un harem! Vaya cosas veo por aquí.

Parte 3

—Monaca-chan... —dijo una muy desanimada Junko.

—¿Qué pasa, Junko-onee chan?... —por alguna razón, la joven del grupo Towa también estaba deprimida.

—Yasuke tiró el disfraz que le di para que tuviéramos un beso indirecto... No es justo, me esforcé mucho en conseguir este labial sabor a uva... Y algo de veneno.

—Te entiendo... ¿Un dulce o otro pin del dispensador te podrían felices.

—... Si, lo harían.

... ... ...

... ... ...

«Está máquina parece distribuir esperanza de formas que nunca habría imaginado, ¡que maravilla!»

Nagito estaba cerca de la mini granja que Gundham estaba manejando. En es lugar, encontró dos dispensadores, uno de dulces y otro de broches para el cabello y pins para la ropa.

Los dulces tenían la forma de la pata de un oso pardo mientras que los broches y pins variaban, pero no se alejaban de la estética de los dispensadores: un ojo azul con blanco, y uno de blanco con verde, ambos parecían estar pintados de forma que pudieran representar al Ying-Yang, solo que en diferentes colores.

... ... ...

... ... ...

—¿Nos habremos pasado? Komaeda mira la máquina de forma... Romántica —se cuestionó Monoegi, había un poco de asco en su robótica voz.

—Ssshhh, deja que se divierta —le respondió Monoinata.

Parte 4

Mukuro debatía el cómo sentirse.

Por un lado, seguía estando feliz por tener a Makoto a su lado, por otro... Tener a dos chicas de cabello plateado a su lado no era una experiencia muy buena que digamos.

Por lo menos las dos entendieron la mirada amenazante que les dio cuando salieron del puesto de dulces, aunque Mukuro temía que Seiko fuera capaz de delatarla.

—"Sigh", hace nada que fui al casino, ¿qué habrá pasado? —se preguntó Naegi a si mismo.

No tenía idea de porque, pero era como si una presencia Invisible le estuviera diciendo que no fuera a ese lugar por todo lo que más quería.

—Lo siento, Mukuro. Sé que quieras ver todo de forma tranquila y-

—Je, no tienes porque disculparte. Solo vamos a ver que necesitan y después seguiremos, solo tú y yo.

Ikusaba hizo énfasis en la última parte de lo que dijo, Kirumi y Seiko temblaron levemente a la sentir el miedo que la soldado les hacía sentir.

Makoto iba a decir algo más, pero en ese momento una silueta fémina con una larga cabellera azulada entro en su campo de visión asi como el de las demás.

—Naegi Makoto.

—Eh, ¿si?

—Usted debe compañarnos, el destino le espera.

Mukuro y Kirumi reconocían a la chica, era Togami Shinobu.

Al fondo, Naegi y Kimura observaron a Fuyuhiko y a Peko abriendo las puertas del casino para facilitar el acceso al puesto?

¿Qué se estaban tramando? Ni la enfermera, la soldado, el afortunado o la sirvienta lo sabían, pero sentían que no era nada bueno.

Parte 5

—¿Co-cómo que encontraste! ¡¿Acaso me has estado acosando, siscona?!

«¡¡¡¿¿¿Siscona yo???!!!», Komaru nunca antes se había sentido tan ofendida.

—¡Para tu información, no estoy tan apegada a mi hermano mayor!

En el pecho de Touko, el sentimiento del miedo y de la alegría se estaban debatiendo entre cuál debería salir a flote.

Al final, parece que ganó la alegría por soltó una pequeña risa nerviosa.

—Me gusta ver como te enojas —cuando se dio cuenta de lo que dijo, se cubrió la boca con las manos.

Últimamente se sentía extraña, como si su "otro yo" tratara de decirle algo, y ese algo fuese beneficioso.

Eso, más el hecho de que tenía cierta familiaridad con la chica frente a ella, ¿era lo que la hacía sentir en un ambiente agradable?

¿También tenía que ver el trato "común" que sus compañeros de clase del dieron?

Esta chica y todos los alumnos de la academia decían no considerar desagradable su presencia, no la atacaban con un objeto contundente nada más verla e incluso la invitaban a los pequeños eventos que se realizaron a lo largo de los últimos días el primer mes.

Fuwaka Touko no podía olvidar su pasado, algo lleno de crueldad, abusos de diferentes tipos y muchas otras cosas que ningún niño debería vivir, pero que ocurrían por culpa de la parte maligna en la naturaleza de ciertos humanos.

—¿Hola, tierra llamando a Fukawa-chan?

La Escritora Definitiva se conectó de nuevo a la realidad centrando su atención en la chica de la familia Naegi que la acompañaba en ese momento.

—¿Estás bien? Parecías mover la pierna de forma incómoda...

Touko miró a su pierna derecha para confirmar las palabras de Komaru. Un ligero corte hecho con lo que identificó las tijeras de "ella" estaba en ese lugar.

—¡A-ah! ¡Sangre, tengo que volver a mi habitación!

Se acomodo con rapidez la falsa y respiró algo errática, estaba tratando de olvidar que vió sangre.

—Si quieres yo te ayudo a ir...

Conclusión

Poker Face.

Naegi, Seiko, Mukuro y Kirumi. ingresaron al casino siendo escoltados por Togami Shinobu y Peko Pekoyama.

Dentro, la única iluminación eran unas antorchas cuidadas por Sonia, le daba un ambiente inquietante.

—Por fin llegas, te he esperado por mucho.

En lo que parecía ser un trono improvisado, una delgada chica pálida, de ojos rojos y coletas en espiral, se encontraba mirando directamente a Naegi.

—¿Celes-san?...

—Es hora de ver qué tan "afortunado" eras, Naegi-kun.

A la par que dijo eso, mostró un mazo de cartas adornado por la carta más útil o inútil, dependiendo del juego.

El Joker.